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viernes, 20 de diciembre de 2019

¿Cómo cambia la sexualidad masculina después de un infarto?

Un temor muy común es el de cursar un nuevo infarto durante la actividad sexual y morir en esas circunstancias. La persona post-infartada entra en una etapa depresiva por el impacto emocional del infarto agudo de miocardio, que se agrava con la creencia de no ser ya los mismos desde el punto de vista sexual.
Muchos de los medicamentos utilizados en cardiología tienen el efecto secundario de deprimir la respuesta sexual.

En la mayoría de los casos, las personas refieren:

  • falta de deseo
  • retraso en la eyaculación
  • ausencia de orgasmo
  • dificultades para la erección

Pasado el período de estabilización (de uno a dos meses, tiempo en que el corazón cicatriza) y realizada una prueba de esfuerzo, se puede reanudar la vida sexual.
Los signos de alarma que pudieran aparecer durante la actividad sexual son los mismos que los que aparecerían durante el desarrollo de un programa de ejercicios físicos de rehabilitación.
El Viagra debe ser prescrito y controlado por un médico, después de haberse descartado los efectos colaterales sobre enfermedad coronaria, entre otros.

Se recomienda tener relaciones sexuales con persona conocida, en un ambiente conocido y de la misma forma en que se mantenían antes del infarto, no exigiendo alcuerpo esfuerzos extraordinarios.

lunes, 25 de noviembre de 2019

El sexo en la tercera edad.

Por Bárbara Reinhold
Aunque surgen diferencias, el avance de los años no es impedimento para llevar una vida sexual plena y activa.

A veces hay un prejuicio que pareciera indicar que las arrugas o los efectos de la gravedad en el cuerpo, durante la tercera edad, son sinónimo de castidad. Pero eso es tan sólo un mito, porque la vida sexual no tiene fecha de vencimiento.

El médico psiquiatra y sexólogo clínico Adrián Sapetti, director del Centro Médico de Sexología y Psiquiatría y miembro de la comisión directiva de la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana (SASH), cuenta que a su consultorio asisten personas de todas las edades: “Tuve pacientes de hasta 92 años. Todo empezó por la cuestión farmacológica y los cambios que hubo a partir del viagra, las hormonas y psicofármacos, que han permitido prolongar la vida sexual de muchos pacientes. El sexo no se termina con la tercera edad. Hay gente que se escuda en eso, pero porque siempre ha tenido problemas”.

La ginecóloga y sexóloga Patricia Granja, de la Sociedad de Obstetricia y Ginecología de BuenosAires, explica: “La sexualidad va cambiando a lo largo de la vida. No es ni mejor ni peor, es diferente y muchas veces tiene que ver con cómo han vivido el sexo esas personas”. En este sentido, León Roberto Gindin, médico sexólogo, miembro de la Academia Internacional de Sexología y profesor de Sexualidad y Salud en la Universidad Abierta Interamericana (UAI), dice: “No creo que dependa de la edad el aburrimiento sexual, depende de la historia que haya tenido cada uno”.

Para Granja, hay variaciones en la sexualidad que tienen que ver con cambios fisiológicos propios de cada etapa de la vida: “Es muy importante conocerlos para no angustiarse pensando que es una patología. En la mujer, en general, tiene que ver con alteraciones en la lubricación vaginal que es más lenta y necesita estímulos diferentes, constantes y prolongados para que aparezca. Esto tiene que ver con la atrofia vaginal después de la menopausia. Y en el hombre la erección quizás tarda un poco más o surgen dificultades para mantenerla”.

Gindin explica acerca de sus pacientes que los varones consultan, entre otras cosas, porque “quieren tener una mejor erección o quieren resolver problemas provocados en general por el uso de determinadas medicaciones”. Los antihipertensivos, los antidepresivos o los diuréticos son algunos de los medicamentos que bajan la erección, según el especialista. “Todo esto hace que busquen ayuda porque el deseo sexual se mantiene y no lo pueden ejercer”, dice. En el caso de las mujeres, Gindin sostiene que la consulta está más relacionada con la falta de ganas: “En realidad lo que pasa es que el coito para las mujeres mayores se convierte en doloroso, porque la vagina está seca por la menopausia, y tienen que usar estrógenos o algún tipo de tratamiento para que no les incomode”.

En su consultorio, Granja recibe muchas consultas de pacientes pidiendo “permiso”, de alguna manera, y preguntando si son normales las ganas de seguir con una sexualidad activa. Es que si bien la expectativa de vida aumentó y hay un contexto social más favorable que en otra época, el prejuicio, a veces, aún existe. Sapetti afirma: “No es una vergüenza tener deseo sexual a esa edad. Mucha gente dice viejo verde; vieja loca; eso es algo del pasado, de los dinosaurios”. En esto coincide Gindin, y agrega: “Los hijos no pueden aceptar que los padres sigan siendo sexuales”.

Para Gindin es importante, en esta etapa, “mantener la vida sexual activa” y “no renunciar”: “No hace falta tener un coito penetrativo para divertirse sexualmente. Además, no se busca tener hijos en ese momento. Mucha caricia, maniobras orales, todo lo que se les ocurra que haga la vida divertida”, recomienda. En en este sentido, Sapetti sostiene que “mantener la vida sexual activa es mantener las ganas de vivir”.

Si para el amor no hay edad, para el sexo tampoco. Las arrugas no tapan espontáneamente el deseo, sólo hacen que a veces asomen los prejuicios, incluso los propios. Tenerlas o no, no garantiza ni inhibe nada. Ni viejas locas, ni viejos verdes, tan solo personas con derecho a seguir experimentando.

Fuente: Baŕbara Reinhold (08/10/12) "El sexo en la tercera edad."

martes, 2 de abril de 2019

El niño con autismo.


En este Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, insto a que se promuevan los derechos de las personas con autismo y se asegure su plena participación e inclusión, como miembros valiosos de nuestra tan diversa familia humana, para que puedan contribuir a crear un futuro de dignidad y oportunidad para todos.
Mensaje del Secretario General, Ban Ki-moon con motivo del Día Mundial de Concienciación sobre el Autismo, 2 de abril de 2016.
El autismo es un síntoma primordial de la esquizofrenia, que consiste en: aislamiento, retracción en si mismos, no conexión con el mundo real compartido por los otros llamados normales.

En 1943, Leo Kanner deslindó este síntoma y describió el cuadro al que denominó Autismo infantil precoz. Otros psiquiatras habían descripto el mismo cuadro, entre ellos Asperger en 1945, pero la incomunicación debida a la guerra impidió que fuera conocido en su momento, y solo lo fue en los años 80, tal como sucedió con Van Krevelin.

Desde el comienzo mismo en que fue conocido y aceptado por la comunidad médica, el autismo infantil estuvo signado por ser el centro de fervientes discusiones.

Por un lado, se le niega el carácter de enfermedad: niños especiales, ángeles, regalo de Dios, maravillosos, niños índigos, son algunos de los tantos calificativos. Como si la soledad, los miedos, las estereotipias… no indicaran el sufrimiento de estos niños y la necesidad de recibir atención especializada.

Por otra parte, desde algunos medios científicos se hacen afirmaciones contundentes: es orgánico, es genético, aunque no se haya encontrado todavía nada que lo demuestre de modo fehaciente. Se publicitan hallazgos que solo crean expectativas y desilusión.

La banalización, los excesos, son realmente cada vez más alarmantes. El término autista está de moda, fulano es autista, le dice por ejemplo un político a otro, o sos un autista, la mujer a su marido que en lugar de contestarle lee el diario. Pero esto no es lo grave, lo grave es que cada día son más los padres que llegan al consultorio alarmados con la existencia de signos de autismo en su hijo, o directamente con el diagnóstico de autismo. ¿Qué diferencia puede haber para ellos entre síndrome y síntoma? Síndrome es el conjunto de signos y síntomas, que hacen posible caracterizar una patología, esto lo sabemos los médicos (aunque algunos no lo recuerdan), no los padres.