Mostrando las entradas con la etiqueta cansancio. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta cansancio. Mostrar todas las entradas

sábado, 7 de diciembre de 2024

El cansancio neurótico: trabajo y defensa frente al conflicto

La neurosis, indudablemente agotadora, implica un esfuerzo constante por parte del sujeto. En los planteos iniciales de Freud, se destaca que la represión opera en dos tiempos: primero, el desalojo de la representación conflictiva, y luego, en un segundo momento, el trabajo continuo para mantener dicha represión, evitando que aquello excluido de la conciencia retorne.

Desde una perspectiva estructural, este sostenimiento de la neurosis se asocia a un esfuerzo persistente por no ver o no enterarse de ciertas verdades fundamentales. La neurosis actúa como una barrera defensiva frente a lo económico en el aparato psíquico, ya que lo traumático requiere ser mantenido a raya.

El cansancio que acompaña a la neurosis puede entenderse como la consecuencia directa de este trabajo defensivo. A través de síntomas, inhibiciones y estrategias inconscientes, el sujeto opera constantemente para sostener la ilusión de una completitud en el Otro, una ilusión que disfraza las fracturas inherentes a la estructura.

Lacan lo plantea con claridad al describir cómo el fantasma opera como un “campamento” donde el sujeto se asienta, evitando confrontarse directamente con la castración del Otro. Este campamento es un espacio de distracción, una zona liminal donde el sujeto esquiva enfrentarse con la imposibilidad estructural.

Sin embargo, este trabajo defensivo no es sin costo. Se lleva a cabo con el cuerpo mismo, convirtiendo al cansancio en la manifestación tangible del esfuerzo neurótico. El cuerpo se vuelve el escenario donde se despliegan estas estrategias, haciendo evidente el peso de sostener, día tras día, la ilusión y el parapeto frente a lo real.

sábado, 17 de septiembre de 2022

¿El trabajo dignifica?

Severino Di Giovanni, una de las figuras anarquistas individualistas de su tiempo, relata que decir que "el trabajo dignifica" es un invento de la patronal. Dice:

"No se puede pedir a un cuerpo cansado y consumido que se dedique al estudio, que sienta el encanto del arte: poesía, música, pintura, ni menos que tenga ojos para admirar las infinitas bellezas de la naturaleza. Un cuerpo exhausto, extenuado por el trabajo, agotado por el hambre y la tisis no apetece más que dormir y morir. Es una torpe ironía, una burla sangrienta, el afirmar que un hombre, después de ocho o más horas de un trabajo manual, tenga todavía en sí fuerzas para divertirse, para gozar en una forma elevada, espiritual. Sólo posee, después de la abrumadora tarea, la pasividad de embrutecerse, porque para esto no necesita más que dejarse caer, arrastrar. A pesar de sus hipócritas cantores, el trabajo, en la presente sociedad, no es sino una condena y una abyección."

"Los bellos cantos a las masas activas, laboriosas, pujantes: los himnos a los músculos vigorosos: las aladas peroraciones al trabajo que ennoblece, que eleva, que nos libra de las malas tentaciones y de todos los vicios, no son más que puras fantasías de gentes que nunca han tomado el martillo ni el escalpelo, de gentes que nunca han encorvado el lomo sobre un yunque, que jamás se han ganado el pan con el sudor de su frente."

domingo, 7 de agosto de 2022

El desconocimiento en la histeria

Si bien la neurosis histérica tiene una amplia fenomenología, que en la vieja psiquiatría hasta se la tachó de simulación, Freud pudo darle un sentido a esa variedad de síntomas que se presentaban.

El goce es la satisfacción en la pulsión de muerte y su característica es la desmesura y que apunta al todo, a un goce Uno, en tanto a hacer uno con la madre. Su prototipo en el fantasma del neurótico es la unión con el partenaire, con los padres, con los hijos, los amigos. La clave para entender a la histeria es su pretensión de hacer uno con el Otro.

Una paciente concurre a análisis en medio de un divorcio teñido por la crueldad de su pareja. Ella dice que lo acompañó mucho, que lo ayudó con muchas cosas. Cuando la analista le pregunta con qué, la paciente relata una escena donde él estaba enfrentado a su madre, una mujer de mucha crueldad. La mujer, en un momento, agarra al marido de la mano y se lo lleva, diciendo "Basta con esto". Estas escenas de enfrentamiento entre ella y su suegra se repiten. A lo largo de los años, esta mujer toma el lugar de guardiana, salvadora, protectora, armando una vida alrededor de eso. Cuando el matrimonio termina, él la trata a ella con características que ella reconoce como siendo de la madre, tan criticada por ese esposo.

¿Qué es lo que esta paciente no ve en esta escena? El analista recopila estas escenas, sabiendo que hay cosas que el paciente no ve por estructura. Recordemos que la percepción es inconsciente, es algo que Freud señaló tempranamente. Lo que ella no ve es que su pasión para salvar al marido es una identificación. Ella reconoce esa crueldad materna como algo que ha experimentado en su propia vida y que hubiera querido que alguien la salvara, así como ella lo salva a él -imaginariamente- cuando lo agarra de la mano y le dice "vamos".

El punto en que la paciente no ve es la trampa y producto del encandilamiento de una vivencia que la tomó fuertemente. Ella no ve su propio rol, su propio protagonismo respecto de su propia madre. Ese lugar de desconocimiento, ese saber no sabido del cual nos hablan Freud y Lacan, es lo que está en juego en la neurosis histérica.

Al analista le toca indagar y recorrer cada una de esas escenas para ver cómo el paciente en posición histérica exige desde un lugar que no es el propio, sino que lo hace identificado a un ideal. Se trata de un posicionamiento fálico. De esta manera, Lacan dice que la histérica puede amar a condición de identificarse a un ideal. En el caso que vimos, ella ama desde el lugar de "La salvadora".

Cada vez que el histérico demanda -y se siente insatisfecho-, lo hace desde otro lugar, por ejemplo, desde la mujer perfecta que hace todo por el marido. El partenaire no entiende los reproches, porque lo que la paciente no puede dejar atrás es su propio reclamo hacia su propia madre. En esto, la histeria hace uno con el Otro. Lo que la paciente hace protegiéndolo a él es perderse a ella misma.

La histeria ignora la imposibilidad de ponerse en el lugar del otro, aunque puede acompañar, sostener y ayudar. La neurosis histérica reclama "Ponete en mi lugar, con todo lo que yo he hecho, con lo que he vivido", cosa que es imposible. Cuando uno pelea las batallas del otro, se pierde a uno mismo. Como estos pacientes le ahorran enfrentar al otro, logran una repetición de la escena donde siempre queda ella agobiada, excedida y el otro la mira, esperando que ella pueda con todo. 

La identificación con el ideal, los deja muchas veces en situaciones de urgencia, incluso fenómenos conversivos. En la histeria, la representación se reprime y el afecto se desplaza a una zona erógena, que puede ser todo el cuerpo. La histeria corporiza una figura de mujer ideal, que puede todo, lo que puede agotarla hasta el punto de enfermarla. En ese cuerpo se escenifica el exceso de la pulsión.

jueves, 9 de diciembre de 2021

Exigirnos demasiado

Esta frase del gran filósofo danés Sören Kierkegaard para hablar de que muchas veces nos enfermamos psíquicamente por exigirnos demasiado.

"También yo he sentido la inclinación a obligarme, casi de una manera demoniaca, a ser más fuerte de lo que en realidad soy"

Aunque estamos echos de carne y hueso, la sociedad y la cultura nos pide comportarnos como angeles en lo moral, y como robots y máquinas en lo laboral y productivo.

El ritmo de vida moderno, con sus tiempos acelerados, y su desconexión casi total con la naturaleza y los ritmos biológicos, es un factor de stress cuyas consecuencias en la salud son incalculables. Un ejemplo, es el ataque de pánico.

El ser humano no deja de ser un organismo con muchisimas limitaciones. Entender ésto y sobre todo aceptar que somos vulnerables e impotentes para muchas cosas, es fundamental para tener una buena salud mental y física.

viernes, 12 de noviembre de 2021

Estrés y superyó

 El estrés en la clínica aparece bajo distintas quejas por parte de los pacientes, acompañados por distintos síntomas somáticos tales como dolor de cabeza, dolor muscular, fatiga crónica, insomnio, temblores y taquicardia.

El estrés supone un desequilibrio entre estímulos ambientales (ej. carreras laborales, académicas, familiares, etc) y los recursos psíquicos que posee el sujeto para arontarlos. 

En los tiempos actuales, esto se debe al empuje que la época propone: a la inmeditaez del consumo ilimitado, a la productividad asociada al éxito. Esto se ve potenciado por algo propio de cada sujeto: el superyó, y sus mandatos insensatos e imposibles. 

El superyó es una instancia que exige siempre más perfección, ya sea en la imagen corporal, las relaciones, en cualquier rol o en la profesión. Todo el tiempo le señala al yo que no alcanza el "ideal" pretendido. Así, vemos sujetos que trabajan sin descanso, llenan sus horarios libres de actividades. Están siempre disponibles, no admiten límites y se esfuerzan de sobremanera.

En la clínica, el analista debe interrogar los mandatos superyoicos, que por mortíferos, son los causantes de ahogar el deseo del sujeto. ¿Pero de qué manera eso se hace? Encontrando su falla lógica. Los mandatos superyoicos se enuncian a la forma de "máximas", que si se las analiza detenida y lógicamente, muestran su punto de insensatez. 

Para el analista, será útil estudiar lógica, no para entrentarlas directamente, sino para llevarlas mediante la pregunta a su punto falaz. Recordemos que las falacias son aquellos argumentos que parecen válidos, pero no lo son.

Por ejemplo, si un paciente dice: "Mis padres son exitosos porque trabajaron día y noche, por lo tanto yo también tengo que trabajar día y noche para ser exitoso", lo que tenemos es que el paciente hizo una generalización apresurada, tomando esos dos casos. 

lunes, 6 de septiembre de 2021

Masturbación compulsiva: consecuencias clínicas

Por Lucas Topssian

En el video de Youtube del genial analista Alejandro Campot sobre "Pornografía y masturbación: el hombre sin poder", Campot aborda el tema recordando que la lógica fálica, ordenadora de las pulsiones bajo el primado rector del falo, reduce la sexualidad masculina y a la femenina. Además, introduce el tema de la energía sexual a la luz de la época de consumo actual, en donde la represión está más que cuestionada. Llegamos a un punto de consumo donde hasta el sueño, que es el momento en que uno no consume, se compra en farmacias a la manera de psicofármacos. 

La masturbación compulsiva en los hombres es un tema complejo, en tanto que el goce sexual se encuentra sin restricción alguna, de manera que hay varones que diariamente eyaculan una o más veces. En el hombre, el goce sexual se encuentra localizado y atado al pene, cosa que no sucede en las mujeres.

Sobre le energía sexual, siguiendo al médico chino Mantak Chia y el filósofo Julius Evola (¡tomemos nota!), Campot propone una reflexión sobre el uso que a ésta puede dársele, pues se trata de la misma energía implicada en procesos creativos. Si un hombre eyacula diariamente, concluye, "el trabajo del día está hecho", lo que implica un desempoderamiento. La eyaculación le genera al hombre un gasto biológico energético. Dice Mantak Chia:

"Dado que los antiguos maestros taoístas eran también médicos, estaban interesados en la sexualidad como parte de la salud general del cuerpo. En este sentido, practicaron el kung fu sexual porque descubrieron que la eyaculación agota la energía masculina. Probablemente ya habrás notado la pérdida de energía y la sensación general de cansancio que siguen a la eyaculación, lo que hace que tu cuerpo sólo quiera dormir aunque desees seguir atendiendo a las necesidades sexuales y emocionales de tu pareja. Un hombre multiorgásmico lo expresaba así: «Una vez que eyaculo, la almohada me atrae más que mi novia». La imagen de la mujer insatisfecha cuyo amante eyacula, gruñe y se derrumba encima de ella es tan común que en nuestra cultura se ha convertido en un chiste, pero el cansancio que sienten los hombres después de la eyaculación es tan antiguo como el primer coito. (...) Durante la eyaculación disfruta brevemente de las sensaciones pero después se queda exhausto durante muchas horas"

Esto es interesante para aquellas presentaciones clínicas en donde se aprecia un permanente cansancio, la falta de ganas para hacer cosas, problemas de concentración, empobrecimiento libidinal... Y que aún así no se trata de personas en proceso de duelo ni de cuadros depresivos, rescatando así el concepto de neurastenia, que es la que tiene menos prensa entre las neurosis actuales en relación a la neurosis de angustia ó la hipocondría.

El letargo que produce la eyaculación es bien conocido por los deportistas y los artistas, que se abstienen ante un partido importante o un recital. Según Chia, la respuesta a esto sería separar al orgasmo de la eyaculación. 

La dificultad con la sublimación de esta energía sexual, como uno de los destinos posibles a la pulsión mencionados por Campot, es que ese drenaje le sirve al neurótico para diversos propósitos y no resulta tan difícil retirarlo sin un trabajo previo. Recurramos a la sabiduría del meme, para ilustrar un caso:

La caja de pañuelos y la notebook, que muestra el portal de videos pronográficos Xvideos- indican que el hombre (representado por el pato Donald) se ha ido a dormir en lugar de encontrarse sexualmente con la chica. Se trata de una solución sin síntoma ni angustia. Más precisamente, hay una salida de la angustia pero no a la manera del síntoma, sino por el lado de la acción. ¿Angustia ante qué? Si el meme se tratara de uno de esto casos, el paciente no podría decirlo, porque las complsiones aparecen antes del desarrollo de angustia y de cualquier pregunta.

Por supuesto, no se trata de demonizar a la masturbación, sino preguntarse sobre lo que lo desmesurado. El caso del meme hay también otra lectura posible, más sana: la masturbación es una excelente manera de dilucidar cuándo se trata de amor y cuándo de simple deseo sexual, cosa que muchos hombres confunden si están afectado por la cupiditas. Lo que corresponde identificar es cuándo se presenta de manera compulsiva, es decir, ante una forma de angustia rudimentria (como en las neurosis actuales), donde la eyaculación funciona como evitación al desarrollo de esa angustia. Dice Freud:

Los neurasténicos que han contraído su enfermedad a consecuencia de la masturbación caen en la neurosis de angustia en cuanto abandonan tal forma de satisfacción sexual, pues estos sujetos llegan a ser especialmente incapaces de soportar la abstinencia.

La masturbación compulsiva, de esta manera, tiene mucho de lo que se dice una "adicción sin sustancia", como en el caso de las ludopatías o la adicción al trabajo. La aceptación social actual de la masturbación hace que esta conducta, aún en su vertiente compulsiva, quede fuera de cuestión. Si aceptamos que la masturbación compulsiva -como cualquier otra compulsión- está más relacionada al ello pulsional, es difícil ésta que genere el deseo de saber. Incluso, se nota un malestar si el analista intenta a abrir a algo de esto. 

En vista de lo expuesto por Alejandro Campot, debemos tener en cuenta que puede existir este fenómeno, del que probablemente el paciente no hable espontáneamente en su análisis, aunque sí se queje de las consecuencias que ya vimos. Transferencia mediante, el analista puede traer el tema mediante preguntas, exponiendo las dificultades en los términos generales que vimos. De esta forma, se puede apostar sintomatizar algo que de otra manera queda como actual y sin pregunta y dar lugar así al análisis. La mencionada sublimación, sabemos, implica una reordenamiento de la satisfacción pulsional que requiere un trabajo psíquico que como analistas debemos propiciar.

jueves, 15 de julio de 2021

¿Qué son los fenómenos de angustia? ¿Se deshace el sujeto?

La angustia es un afecto que se produce en el yo y que apunta al sujeto. Funciona como un tiempo de bisagra que permite el pasaje del orden del goce a la lógica del deseo, como aprendemos en el seminario 10. Más allá de la angustia clásica, la angustia que Freud llamó angustia señal, que puede ser  desbordante y hasta tomar la forma de ataque de pánico, hay otras formas de presentación que insisten en la consulta: la angustia larvada, que es sutil y no tiene la fuerza de la angustia señal.

Podemos decir que mientras la angustia señal despierta al sujeto, las angustias larvadas son más incidiosas. Para referirse a estas angustias, Freud utilizó la metáfora de que esa angustia es a la libido como el vinagre al vino. Es una angustia impura. Estas presentaciones se hacen presentes: desasociego, melancolizaciones, "deshumanizaciones", cansancio.

El pequeño otro tiene una cara hostil y una cara necesaria estructural y estructurante para la formación del yo. La cara hostil fue la que hizo que Freud discutiera con el mandamiento bíblico de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". También Freud habló de las tres fuentes del malestar humano: las inclemencias de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo y el Otro. A su vez, el Otro nos precede y nos otorga un referente de identifificación, una imagen unificada en lo que es un cuerpo fragmentando, para formar una gestalt que llamamos yo.

El historidor doctorado en Oxford Yuval Noah Harari es israelí se preguntó por qué el homo sapiens triunfó frente a los otros homínidos que habitaban junto a él, como el homo neanderthalis y el homo florencis. Harari propuso que fue por una revolución cognitiva: el homo sapiens tenía una ventaja sobre los demás homínidos: el lenguaje. El homo sapiens podía transcender e lenguaje de señas y signos, que le servía para el chismorreo, además que para crear sociedades. Harari propone que el chisme, por ejemplo sobre quién era valiente, quién era trampoco, quién se escondía... Esto les permitió formar grupos mayores a los 150 miembros, que era la organización máxima de los demás homínidos. Los sapiens podían formar grupos de miles de individuos mediante la creación de ficciones y mitos. Seres hablantes con una mitología común, ideales comunes, organizan grandes masas sin la necesidad de conocerse entre todos.

El chismorreo actual se monta hoy en día en lo que Lacan llama las letosas. Las letosas, que Lacan hace en referencia al río Letes del olvido de los griegos, son los pequeños aparatos que sirven para el olvido de nuestra condición perecedera. Hay un precio a pagar: olvidarse de lo perecedero borra la falta, que es la que nos permite desear. Las letosas taponan la causa del deseo y causan un efecto melancólico.

El pequeño otro, en tiempos de pandemia, adelgaza: tiene dos dimensiones, producto de la pantalla. Se perdió una dimensión (la tercera). Ahora, sabemos por Introducción al narcisismo que el yo se enferma cuando no puede investir libidinalmente. Esto se ve en la clínica, con la pérdida de los rituales que regulan ese lazo con el otro. 

En la actualidad, el otro se ha transformado en un cyborg, un híbrido que trasciende a la división clásica de la cultura con la naturaleza. El humano cada vez se integra más a la máquina. Esto puede agudizar la angustia, el dolor o los fenómenos de angustia. La soledad o el "adelgazamiento" del pequeño otro hace que la libido no tenga drenaje. En la pandemia se perdieron las reuniones, las fiestas, los eventos culturales, los trabajos presenciales. Cuando las consultas no son por el desborde de angustia, aparecen estas cuestiones de "fenómenos de angustia", si nos basamos en el temprano artículo de Freud de 1895 Las neuropsicosis de defensa, donde habla de una angustia que luego quedará olvidada: la angustia actual, propia de las neurosis actuales. En ese texto, la psicopatología se divide entre las psiconeurosis de defensa y las neurosis actuales, donde se encuentra la neurosis de angustia. Para este tiempo, la angustia es una transformación de la libido, vinculada por la moral sexual victoriana y los métodos anticonceptivos de la época: coito interruptus o la masturbación. La retención de la libido se transforma en angustia, sin mediación psíquica. Esto es muy importante, porque en estos cuadros no están los recursos que sí aparecen en las neurosis de defensa, como por ejemplo preguntarle desde cuándo está así, qué le pasó, etc. El sujeto en transferencia responde y rápidamente arma su historia.

En las neurosis actuales, donde está presente la angustia actual, uno le pregunta a quien padece qué asocia y el paciente no puede decir nada: no trae un chiste, ni un lapsus, ni un sueño. El sujeto "se deshace", podríamos decir. No contamos en estos casos con el recuerso que Freud, en La interpretación de los sueños, llama "la otra escena". Allí Freud dice que los sueños se producen en otra escena, que es la manera que en ese tiempo él llamaba a lo inconsciente. En la angustia actual no contamos con esa escena, o sea que no aparece el efecto sujeto de Lacan, sujeto dividido por la represión, en donde está divido entre lo que dice y lo que sabe, la diferencia entre la enunciación y el enunciado... 

En la angustia actual tampoco está el recurso de la temporalidad inconsciente, que es la del nachtraglich, retroactiva según Lacan. Para darle un sentido a una vivencia, el sentido deviene en un segundo tiempo, de adelante hacia atrás. El psiconeuótico reedita su historia de esa manera, superando las fijaciones a las escenas traumáticas al darles un nuevo sentido. En la angustia actual, las respuestas son al estilo "Me pasa desde siempre", "No sé, no se me ocurre nada". El paciente padece, pero no está allí el sujeto, que es algo que se produce, que es un efecto entre los significantes que el sujeto produce para el analista. El sujeto está representado por un significante para otro significante, cosa que no pasa en estas presentaciones. No es que el paciente no pueda decir nada porque censure o reprima, sino porque no tiene el recurso.

¿Qué podemos inventar los analistas ante esto? Vía su deseo, apostar a un sujeto, aunque no esté. Si el analista aporovecha todas las contingencias, puede de alguna manera reemplazar el papel de las asociaciones. En la neurosis, el sujeto asocia y con las intervenciones del analista , surgen nuevas asociaciones. En los acudros de angustia actual, las contingencias de la escena analítica reemplazan a las asociaciones. Una contingencia es aquello que sucede o podría no suceder. El analista debe leer estas contingencias apostando a la efectuación de un sujeto y de paso eso permite hacer un diagnóstico en transferencia. Si el sujeto se produce, estamos ante cierta estructura; si no se produce, es otra.

La angustia actual, decíamos, se produce por retención libidinal. Puede tener las siguientes manifiestaciones: expectativa angustiada, que hace que muchas veces haya insomnio, ataques de angustia que describe como los ataques de pánico del DSM, ataques de angustia rudimentarios o ataques de angustia larvada, que Freud ubica como segunda causa del insomnio, y también los trastornos digestivos, hambre insaciable, náuseas, vértigos, diarreas. 

La angustia actual es un fenómeno, que no llega al estatuto de síntoma
☑ El síntoma interroga al sujeto, que va al analista porque supone que sabe de eso. Transferencia mediante, el analista soporta esa suposición de saber para transferir ese saber al sujeto que habita en el consultante. 
☑ En el fenómeno, noción que Lacan introduce tardíamente en referencia al fenómeno psicosomático, no hay hiancia entre los significantes (intervalo donde habita el sujeto). En el fenómeno hay holofrase, el S1 y el S2 están pegoteados y allí no hay efecto sujeto. 

Si bien en la angustia actual no hay lesión de órgano como en el fenómeno psicosomático, lo cierto es que en ninguno de los dos se trata de un síntoma que interrogue, que genere asociaciones o que cuente con la otra escena. 

Finalmente, hay que diferenciar lo actual de lo contemporáneo. Lo actual se refiere a esto de la angustia actual, donde no contamos con la otra escena, como Freud lo ubica en 1895. Lo contemporáneo es lo que pasa hoy en día. Se refiere a las patologías de nuestro tiempo, la subjetividad de lo contemporáneo. 

Fragmento de un análisis: cara de culo.
Un paciente de 42 años consulta viniendo de otro análisis, donde había acumulado mucho saber sobre su neurosis infantil y coordenadas edípicas, pero determinadas situaciones no cedían: dificultades para dormir, contracturas cervicales y mal carácter. El paciente no asociaba con nada. Él pedía insistentemente una interconsulta con un psiquiatra para que lo mediquen y algunos tips. hablaba de los problemas que tenía con su hijo de 5 años. Decía que era un mal padre y que la mujer le pedía que pusiera límites y los tips que pedían era sobre cómo intervenir. Hablaba mucho del trabajo, de que a él nunca lo promovían y que a sus compañeros sí. La explicación que se daba a esto era que su jefe decía que siempre tenía cara de culo, cuestión que la mujer también se quejaba. La analista no le sancionaba que tuviera o no tuviera cara de culo, ni tampoco accedió a la derivación a psiquiatría.

Un día, él toca el timbre y la analista baja a abrirle. En una ocasión, en el ascensor el paciente le dice a la analista "Pisé mierda, ¿Querés que me saque los zapatos para entrar al consultorio?". La analista le dijo que entrara así, pues un paciente que decía que tenía cara de culo, ¿qué podría ser ese olor nauseabundo? Ahí está la contingencia que la analista no dejó pasar. El paciente cuenta que se quedó muy conmovido por una intervención de la analista de la semana anterior: le había dicho que él estaba enrocando al hijo por la mujer, en el sentido que era más fácil hablar de su hijo de 5 años que hablar de su mujer. El paciente rechazaba cualquier intervención relativa a su mujer, que permanecía intocada. La analista le dice "La verdad, te tirás mierda a vos mismo hablando de lo pésimo padre que sos y enmierdes a tu hijo de 5 años".

La mirada de los otros le enrostraban su cara de culo. Esto abrió a una serie de asociaciones de su trama edípica, que antes no había tenido lugar: el lugar que él había ocupado como hijo, muy exigido académicamente, con ideales muy altos, en donde "O cumplis esos ideales o sos una mierda". La maldición de no cumplir esos ideales funcioba aen esa portación de rostro "cara de culo". Fue la contingencia del olor, anudada a su imagen, la que permitió hacer dialogar ambos términos. Esto, que estaba enquistado en el carácter y en la forma de presentación, se bre a un tiempo donde puede empezar a hacerse preguntas y a dejar de pedir medicación.

Fragmento de otro análisis: Elizabeth
Es un caso de análisis virtual en tiempos de pandemia. La madre consulta porque la paciente (14) está enojada, tiene mala onda, no tiene ganas de hacer nada, parece que nada le importa, se queja de le cuesta conciliar el sueño y que sufrió bullying en la presencialidad de su escuela. La paciente dice que no quiere ir porque "no está loca", pero la madre insiste que vaya un par de sesiones.

La analista se da cuenta que la paciente además de Whatsapp, no tiene ninguna otra plataforma instalada en su teléfono. Se conectaa la escuela por una plataforma propia de la institución y las sesiones son por la cámara de Whatsapp. La primera intervención analítica es contarle a la paciente que hay distintas plataformas, algunas más estables que otras. Ella elige el Skype. El diálogo con ella era muy difícil, más allá de que no tuviera la plataforma -letosa- adecuada para hacerlo. Tampoco se enfocaba correctamente en la cámara, por lo que aparecía su frente y su pelo. 

Elizabeth cuenta que tiene una única amiga, que de lo que se trata es hablar mal de todo el mundo. Cuenta que tiene problemas para dormir, que todo le da fiaca, que si bien tienen algunos intereses, no se levanta de la cama. Los padres de Elizabeth están separados y en una pelea legal y económica. El padre es bastante injuriante con ella y para él se trata de ser triunfador, no tener amigos. La madre tiene una especie de superioridad moral, donde dice que al padre hay que entenderlo porque tuvo muchos problemas. 

La analista interviene diciéndole que acá estaban para hablar de ella y de lo que le pasa, lo cual no es una interpretación, pero que apuesta a un sujeto aún antes de que esté funcionando, porque no hay temporalidad, ni otra escena, ni formaciones del inconsciente. Ella se centra en la cámara, se corta el pelo y empieza a contar que le gusta pintar y dibujar. Ella muestra sus dibujos, que son antropomótficos, con los ojos muy grandes y sin boca. Del tema de la pintura empiezan a salir preguntas, como si ir a un taller. Se empieza a alejar de esta amiga, que era una sucursal del padre e integrarse a otros compañeros, al poder ver las cosas de otra manera. Ella continúa preguntándose por otros proyectos artísticos relacionados con la música.

Entonces, de la angustia automática se puede pasar a un tiempo de la angustia señal. Esta última es la que convoca al sujeto, que le abre las puertas al deseo.

Fuente: Notas del Taller Clínico Virtual, "¿Qué son los fenómenos de angustia? ¿Se deshace el sujeto?" a cargo de la prestigiosa Lic. Carolina Polak