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lunes, 23 de diciembre de 2024

La Palabra en Psicoanálisis: su función y eficacia terapéutica

La metapsicología freudiana abarca tres dimensiones clave: la dinámica, la tópica y la económica. En los inicios de su planteamiento, Freud otorga especial protagonismo a la perspectiva tópica. Sin embargo, con el tiempo, este enfoque se desplaza hacia la dimensión económica, particularmente en el contexto de la segunda tópica, donde el ello adquiere un rol preeminente.

Este cambio implica una reformulación del principio rector del aparato psíquico, que transita del principio de placer al concepto de "más allá del principio de placer". En esta nueva fase, la dimensión económica se caracteriza por un flujo energético que no se liga y circula libremente, fenómeno que Freud relaciona con lo traumático, especialmente a partir de su obra Más allá del principio de placer.

En este marco, la eficacia de la palabra en psicoanálisis se torna un punto central. ¿Por qué la palabra cura? Porque es el medio que permite tramitar la dimensión económica, haciéndola accesible a la ligadura simbólica. La palabra posibilita un trabajo de reelaboración esencial, mencionado por Freud en "Recordar, repetir y reelaborar" y ampliado por Lacan en "Función y campo de la palabra y el lenguaje en psicoanálisis", bajo el concepto de rememoración.

La rememoración, entendida como un trabajo simbólico, permite a la palabra tamizar lo traumático de lo económico y resignificar los eventos significativos de la historia del sujeto. Este proceso, en palabras de Lacan, es "la asunción del sujeto de su historia". Así, la palabra cura porque une, porque media.

No obstante, no todo puede ser alcanzado por la palabra. Existen aspectos estructuralmente resistentes al lenguaje, lo que plantea la necesidad de repensar y desarrollar herramientas clínicas adicionales para abordar aquello que permanece fuera del alcance del discurso.

jueves, 10 de septiembre de 2020

Frecuencia de las sesiones. ¿Por qué Freud analizaba cotidianamente a sus pacientes?

La necesidad de la frecuencia implica el compromiso personal del analista de permitir la transferencia de los objetos que intervienen en el conflicto neurótico. Cuanto mayor es el espacio entre sesión y sesión se corre el peligro de desplazar el conflicto que surge en el análisis a otras personas y de cerrar el inconsciente, como dice Denicola. La menor cantidad de sesiones favorece la idealización de la palabra del analista y transforma el tratamiento en una especie de acompañamiento terapéutico interminable. El analista, así, se transforma en una especie de fetiche protector: aparecen fantasías de que mientras sigo no me va a pasar nada malo. Entonces nos encontramos con dos puntas de la resistencia al análisis a toda orquesta: las del paciente y las del analista.

S. Freud y la frecuencia.
Si bien Freud no estableció normas rigurosas para el dispositivo analítico, sin embargo, se desprende de sus escritos la necesidad de cierta frecuencia. El inconsciente se cierra fácilmente y es difícil la lucha de las resistencias.

La frecuencia cotidiana fue impuesta por los pacientes. Le abrían su corazón, sus secretos y luego él le decía: "Bueno, vuelvo a verla dentro de dos semanas". Y las pacientes protestaban, querían seguir trabajando contiunamente sobre su sufrimiento.

Luego FReud se dió cuenta de que al desplegarse la transferencia, la frecuencia permitía que se no se diluya la emergencia de la neurosis de transferencia, lo que permitía ponerse en el ojo de la tormenta.

Cuando por algún motivo se interrumpía la continuidad de las sesiones, los hilos sueltos por el análisis se anudaban a otras personas y se complicaban las relaciones. Por eso Freud habla de atraer la libido a la transferencia, para que se desarrolle allí la neurosis. Es decir: Freud no le sacaba el cuerpo al conflicto transferencial. 

Freud trabajaba con 6 sesiones semanales y así lo hacían todos en la década del 20. Un día Freud recibió una carta de Estados Unidos en la que un psiquiatra, Kardiner, le pide análisis junto a cuatro colegas más. (entre ellos Grinker y Oberndorf). Freud le contesta que apenas tenga 30 horas les avisa con tiempo. Un tiempo después ocurrió, les envió un telegrama, pues ya disponía de las 30 horas. A la fecha y hora, tocaron el timbre y Freud notó que habían 6 personas, no 5.

¿Cómo es esto? - preguntó. Es que se nos sumó este nuevo colega. Freud les dice que no tenía más horas, y que se los podía derivar a unos colegas muy recomendables: Abraham, Fererenci, Reik. Pero ninguno quiso. Entonces les dijo que vuelvan al día siguiente que iba a ver cómo lo resolvía. A la noche, a la hora de la cena, habla con su hija Anna quién le dice que 6 x 5 es lo mismo que 5 x 6.

Al día siguiente Freud los recibe y les dijo que su hija es un genio en matemáticas, que si ellos aceptaban los tomaba por 5 sesiones semanales. Y ahí empezó la reducción del número de sesiones semanales. Fue un tema económico, por influencia del dólar americano: la moneda austríaca se depreciaba velozmente, y los americanos eran apetecidos especialmetne por su aporte económico, salvo algunas excepciones: Dorothy Burlingham, Ruth Mack Brunswick, Hilda Doolittle, Smiley Blanton y algun otro).

Duración de sesiones vs Duración del tratamiento.  Sesiones breves.
No hay un parámetro fijo para la duración de sesiones. Lo que aprovechamos en el convenio con el paciente acerca de su duración es que entonces adquiere un sentido. Si no le doy un comienzo y un final a la sesion, convenidos, me pierdo un montón de oportunidades de encontrar sentido a lo que hace el paciente. Si no convenimos, p.ej. que la duración durará 40 o 45 o 50 minutos, que el paciente decida interrumpir la sesión a los cinco minutos todas las sesiones es desaprovechado para ver su sintoma, por ejemplo, de eyaculador rápido en escena transferencial. Y esa eyacualación rápida es la que será tratada de entender en la sesión, no el relato de una eyaculación rápida en un acto sexual con su pareja.

El trabajo analítico Freud lo llama en alemán Durcharbeitung, elaboración, que viene de laborar, laburar, trabajar, y el prefijo Durch significa darle el sentido de "a través", es decir, el análisis se lleva a cabo a través de la neurosis de transferencia...

El momento de neurosis de transferencia es de máxima resistencia, pero es el momento de trabajar con el paciente su neurosis que se ha hecho presente... La frecuencia de sesiones y el levantamiento de las represiones favorecen el despliegue de la neurosis de transferencia.

Para eso el analista tiene que estar preparado para ver qué objeto transferencial es en cada momento del tratamiento y no mostrar directamente que es dicho objeto, sino hacer consciente el conflicto transferencial. El analista que no está en condiciones de soportar las transferencias no puede analizar. Supongamos que el analista tiene muchas formaciones reactivas y considera muy importante, un logro, ser una persona "buena", en ese caso si el paciente transfiere mucho un objeto cruel en el analista el analista se defenderá de eso en lugar de analizarlo.

Durcharbeitung significa que no nos podemos anticipar en mostrar al paciente qué y cómo va a transferir, y tampoco vale de nada hablar del conflicto transferencial una vez que este pasó. El trabajo se hace a través de la neurosis de transferencia, mientras está ocurriendo.

lunes, 31 de agosto de 2020

La adaptación a la realidad y su relación con la represión.


Un colega en formación en Instituto de la ApA comentó un trabajo de un reconocido analista de habla inglesa para quién la represión permite la vida social, y adapta a la realidad. Y que el analista no tiene que levantar la represión siempre y hay veces en que es conveniente mantenerla o hacerla aparecer. ¿Entienden cuando a veces decimos que hemos aceptado como regalo al caballo de Troya en el psicoanálisis?

Toda represiṕn es una defensa patologica. El yo solo puede domeñar a lo que no esta reprimido. El inconsciente reprimido está fuera del dominio del yo. El inconsciente no reprimido, en cambio, es domesticable.

La represión originaria, que es la única represión, no actua "para lograr el acceso a la cultura". La cultura no es consecuencia de la represión sino de lo que retorna de lo reprimido. Los deseo parricidas e incestuosos reprimidos son irrefrenables, no dominables, domesticables, domeñables o sofocables por el yo. Sólo el levantamiento de la represión puede poner al impulso instintivo en manos del yo y llevarlos a un juicio en el cual decidirá si llevarlos a cabo o no, cuando y dónde hacerlo o si renunciar a ellos, pero ya bajo su dominio. No hay otra represión que la originaria, lo demás son efectos secundarios de la represión.

Llama la atencion la dificultad que produce al lado de la claridad conceptual y expositiva de Freud: Todos los llamados mecanismos de defensas, la represión y todas las demás, son patológicas. Hay defensas normales, son las que no producen inconscientización: lucha, fuga, desestimación por el juicio, elaboración, representaciones de expectativa, atención.

Creo que una lectura de Freud hasta el final, ej. Construcciones en el análisis, harían innecesarias estas aclaraciones. Y con respecto al levantamiento de las represiones: eso que se acostumbró a denominar interpretación, Freud hubiese preferido llamar construcciones.

Pregunta: ¿Podría desarrollar la idea respecto de el Inconsciente no reprimido es domésticable?

Sólo cuando se levanta la represión, es decir, cuando acabamos con la represión de lo inconsciente, este puede ser dominado. Mientras esté reprimido, no tiene acceso a la conciencia y el Yo no puede hacer nada con él. Más aún, el Yo es arrollado por lo inconsciente reprimido. Tomemos un ejemplo sencillo; un tic. El yo se desespera por controlarlo, por dominarlo, se angustia y no puede hacerlo. Sólo haciendo consciente el deseo inconsciente y las escenas inconscientes el yo puede elegir satisfacerlo, posponerlo, o renunciar definitivamente a él, pero ya no genera síntomas, en última instancia frustración. Pero la frustración es algo de la vida cotidiana, no es un síntoma.

Ya desde 1894/1896: la represion desaloja representaciones del prec, y como estas estan indisolublemente unidas a un trozo de realidad, la represión aleja de la realidad.

Pregunta: ¿Estamos en estado de pura pulsion ?
No, retornamos al momento que Freud describe en el tomo V, pág. 588, en la que el chico pasa del proceso primario al secundario y viceversa sin obstáculos. Esa distinción entre Cc e Incc se da al principio y la represión sólo se instala una vez que esa separación haya sido nítida. Los partidarios del superyó y la represión advierten del peligro de su levantamiento, como si eso pudiera llevar a una actividad instintiva sin frenos. Todo lo contrario: sólo los instintos reprimidos son irrefrenables. La represión es un perjucio mayor a la cultura que su levantamiento. (La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna, Malestar en la Cultura, etc, etc.)
 La famosa frase del artículo La represión remite a esa parte de la interpretación de los sueños.

Este texto se compuso en base a un debate originado en el grupo "Conceptos Fundamentales de Psicoanálisis: Grupo de Intercambio", dirigido por José Treszesamsky


domingo, 24 de mayo de 2020

¿Qué defensas son normales y cuáles son patológicas?

Freud discrimina defensas normales de patológicas.
Las defensas normales son aquellas que no terminan en una inconscientización. Las siguientes:
a) lucha, 
b) fuga, alejamiento del displacer, pero el recuerdo no es tan intenso como para defenderse de él, requiere la condición de que esté unido a la sexualidad,
c) elaboración psíquica,
d) juicio de condenación o desestimación por el juicio, y 
e) aparato protector antiestímulo constiuído por:. 1) atención, 2) representaciones de expectativa o apronte angustiado, y 3) percepción intermitente

La represión y todas las demás son las defensas patológicas. Desde 1894 Freud se pone a escribir sobre las Neuropsicosis de Defensa, y vemos entonces que para el psicoanálisis la psicopatología no depende de las manifestaciones sintomáticas sino de los llamados mecanismos de defensa, cuyo traducción al inglés y al castellano dan lugar a confusiones porque no son mecanismos de defensa de una estructura psíquica, sino mecanismos de rechazo de representaciones. La palabra alemana ABWEHR, quiere decir defensa en el sentido de rechazo, no de protección. Más aún: el Yo queda menos protegido luego de cada defensa. En cambio, las enunciadas anteriormente no generan inconscientización de representaciones y por lo tanto el YO no se empobrece.

La represión es la piedra angular del psicoanálisis. Toda su teoría se desarrolla a partir de su descubrimiento. Freud utiliza hasta 1925 indistintamente la palabra represión y defensa, aunque al final de ese período ya se nota que tiene bien claras las diferencias y las similitudes. Si no consideramos la represión como piedra angular dejamos de considerar los síntomas, los sueños, la transferencia y las neurosis como el retorno de lo reprimido, dejamos de considerar que hay una historia detrás de cada uno de ellos, mejor dicho, una prehistoria. Sin la teoría de la represión no hay psicoanálisis. La represión y las defensas en general, al eliminar o deformar de la conciencia una representación, y como estas está indisolublemente ligadas a un aspecto de la realidad exterior, tienen como consecuencia alejar al yo de la realidad. Las neurosis y las psicosis se alejan de la realidad por los mecanismos de defensa. Es muy interesante y digno de estudio el hecho de que muchísima gente enaltezca a los mecanismos de defensa, así como al superyó.