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lunes, 23 de junio de 2025

Pacientes Actuadores: Compulsiones, Acting Out y Pasajes al Acto

 ¿Con qué nos encontramos de manera frecuente en la Clínica? 

Cada vez más, en tiempos actuales, nos hallamos con pacientes poco sujetados a las palabras y, en cambio, propensos a la acción desligada del lenguaje. 

Son pacientes que, si bien su estructura psíquica se ha configurado como neurótica, tienen al Ello Pulsional y al Superyó como instancias dominantes, con poca conexión con el Campo Castratorio -con la Ley-, que marca que todo no se puede -propio de lo inconsciente-. 

¿Cómo se los refiere en la vida cotidiana? 
El núcleo familiar y/o social de estos pacientes suele formular: 
  • “Son personas que actúan sin pensar”.
  • “No se les puede hablar”. 
  • “No entran en razón”. 
Estas expresiones toman sentido porque son sujetos muy impulsivos, que suelen ir de Acting en Acting por la vida, que arremeten con sus acciones, en ocasiones con ímpetu y furia, y tienen -en general- poco miramiento por el otro/ra. 

 
¿Qué caracteriza a las acciones impulsivas y/o compulsivas? 
  • Son acciones desligadas de la palabra. 
  • Expresan la obediencia del sujeto a mandatos superyoicos crueles e insensatos (a causa de la marcada tendencia masoquista del Yo). 
Los Pacientes que denominamos Actuadores no se encuentran atravesados por el síntoma en el sentido propio del término, en tanto no se interrogan por aquello que les ocurre, menos que menos se formulan la pregunta acerca de la causa de sus acciones. 

Por supuesto que son sujetos que sufren, más que nada por las consecuencias de sus acciones y hacen sufrir en demasía a quienes los rodean. 


¡¡Clave Clínica!! 
La Investigación Psicoanalítica iniciada por S. Freud demuestra que, en general, estos Sujetos Actuadores en tiempos tempranos de su vida tuvieron por parte del Otro de los primeros cuidados un alojamiento y protección precaria. No fueron ni sostenidos, ni escuchados suficientemente. 

Los Pacientes Actuadores han tenido un fracaso en el orden del amor y del deseo por parte del Otro de los primeros cuidados. 

Por este motivo, se situaron más como un objeto del Otro que como aquel que representa su Falta. Solo si el niño o niña le representa al Otro primordial su Falta, será merecedor de consideración, amor y escucha. 


Estos pacientes actuadores que se sitúan más en la cara Objeto (sombría) del Deseo del Otro (de los primeros cuidados), impiden que la Pulsión de Muerte -que es primera y primaria en el aparato psíquico- se ligue en proporción considerable con la Pulsión de Vida (Eros) y, entonces, se articule con la palabra. 

En consecuencia, la Pulsión de Muerte domina al sujeto actuador y, por este motivo, se expresará -primordialmente- con acciones impulsivas, y en ocasiones compulsivas, que pueden tomar la forma de Acting Out y/o Pasaje al Acto.

 
¿Qué-hacer del analista en el campo de las impulsiones y/o compulsiones? 
Estas acciones buscan, sin que el sujeto sea consciente de ello, dirigirle un mensaje a alguien (los padres, un semejante, el analista) que apunta a que le dé un lugar,  una escucha y  fundamentalmente una lectura. El analista entonces tratará de:
  • Armar un vínculo transferencial de confianza, ayudando con sus palabras a hacer un puente para que el paciente encuentre las suyas. 
  • Demostrar su preocupación por las acciones intempestivas, darle de manera explícita un lugar y le ofrecerá su presencia (con más sesiones o llamados puntuales). 
  • Transmitirle al paciente que tratará de entender y hacer una lectura de la causa del desorden que en este tiempo presente lo habita. 

sábado, 1 de marzo de 2025

Urgencia en la clínica: pasaje al acto y acting out

 Una urgencia clínica se presenta cuando un sujeto se encuentra en riesgo para sí mismo o para terceros, muchas veces en el contexto de un Pasaje al Acto o un Acting Out.

El Pasaje al Acto es un acto impulsivo e irreflexivo, completamente desligado de la palabra, en el que el sujeto, en un momento de máxima angustia, siente que no tiene un lugar de alojamiento en un Otro significativo. En ese instante, el Otro se le presenta como omnipotente, sin falta, lo que lo impulsa a intentar "castrarlo" mediante su acción. A nivel subjetivo, esto provoca una caída del sujeto fuera de su mundo psíquico y la desaparición momentánea de la relación con el Otro. En muchos casos, este proceso puede conducir al suicidio, entendido por Lacan como el Pasaje al Acto logrado.

Desde una perspectiva clínica, la intervención en acto es la estrategia fundamental para detener el empuje pulsional del sujeto hacia su desaparición. En ocasiones, la internación es necesaria para preservar la vida y permitir, en un tiempo posterior, un abordaje desde la palabra de la angustia que el aparato psíquico no pudo tolerar.

Por otro lado, el Acting Out es una acción desligada de las palabras que se le presenta al analista como una escena. En este caso, el sujeto no desaparece de la escena del mundo, sino que sostiene su relación con el Otro y busca, mediante su actuación, que este descifre un mensaje inconsciente. Es un intento de encontrar un lugar en el deseo del Otro cuando algo de su ser se tambalea.

La maniobra clínica recomendada en estos casos es abstenerse de interpretar el Acting Out de manera directa, ya que esto solo lo consolidaría. En su lugar, el analista debe generar una pregunta o puntuación que implique al sujeto en su propia acción, enlazándola a su cadena significante.

La diferencia central entre ambos fenómenos radica en que, en el Pasaje al Acto, el sujeto queda desintegrado y en posición de objeto desechado, mientras que, en el Acting Out, se mantiene en la escena y busca que el Otro le otorgue un lugar mediante la interpretación de su acto.

viernes, 27 de diciembre de 2024

Suicidio: Interrogantes sobre el Pasaje al Acto y la Angustia

Lacan aborda el suicidio desde un ángulo que interroga tanto su lógica como su estructura clínica, en especial en relación con el pasaje al acto. En su análisis, el suicidio se presenta como una caída de la escena en la que el sujeto pierde su lugar, cayendo como un resto. Esta idea introduce una serie de interrogantes sobre la relación entre el suicidio y el acto, así como sobre las implicancias de la angustia en estos momentos críticos.

El Pasaje al Acto y la Caída de la Escena

Lacan plantea que el pasaje al acto no necesariamente lleva siempre al suicidio, aunque la relación entre ambos es clara: el suicidio puede ser entendido como un pasaje al acto extremo, pero no todo pasaje al acto culmina en un suicidio. La caída de la escena representa el momento en el que el sujeto pierde su lugar y desaparece de la situación simbólica, despojado de su lugar en el Otro.

Esta caída genera interrogantes sobre el rol de la angustia en este proceso. La angustia se presenta como un fenómeno que interviene en el momento del pasaje al acto. Así, surge la pregunta: ¿la angustia es una condición para detener el pasaje al acto suicida? En este contexto, ¿puede la angustia restituir al sujeto un lugar en la escena, o por el contrario, la intensificación de la angustia puede llevar a una caída aún más profunda?

El Suicidio como Acto Fallido

Lacan también se refiere al suicidio en el contexto del acto. El suicidio podría ser considerado un "acto logrado" desde una perspectiva fenomenológica, pero inmediatamente surge una paradoja: ¿quién puede dar cuenta de un acto tan definitivo como el suicidio? Si el acto se realiza en un momento en que el sujeto ya ha perdido su lugar, entonces, ¿es realmente posible llamarlo un "acto" logrado?

Esta contradicción resalta la idea central de Lacan de que todo acto es, en última instancia, un acto fallido. Un acto nunca está completamente realizado, ya que siempre hay algo de lo real que lo desborda. En el caso del suicidio, el "acto logrado" se convierte en un acto fallido precisamente porque el sujeto que lo lleva a cabo ha perdido su lugar en la escena simbólica, quedando fuera de alcance de cualquier intento de significación.

La Angustia y el Suicidio

La pregunta fundamental que Lacan deja abierta es si la aparición de la angustia podría funcionar como una condición para evitar el suicidio. ¿Puede la angustia ser una señal que haga posible la restitución de un lugar para el sujeto en la escena simbólica? Si es así, ¿depende esta restitución de la magnitud de la angustia, o hay algo más que interviene en este proceso?

La angustia, en este contexto, aparece como una forma de confrontar lo real, un real que escapa a la simbolización y que marca la caída de la escena. La angustia puede ser vista como un modo de acercarse al real, pero también puede ser lo que impide al sujeto abandonar la escena, restableciendo, aunque sea brevemente, la posibilidad de un lugar en la estructura simbólica.

Conclusión

Lacan nos invita a pensar el suicidio no solo como un acto final, sino como un fallo del acto en el que lo real se impone, desbordando tanto la escena simbólica como la representación del sujeto. La angustia juega un papel clave en este proceso, pero su relación con el suicidio sigue siendo ambigua: puede ser un condicionante para evitar el acto o bien la puerta de entrada a lo real que hace posible el vacío del suicidio. La estructura del suicidio sigue siendo un terreno fértil para explorar las tensiones entre lo simbólico, lo imaginario y lo real, y Lacan nos deja con una serie de preguntas que siguen siendo pertinentes para la clínica contemporánea.

viernes, 29 de noviembre de 2024

Suicidio: ¿Acto o pasaje al acto?

Lacan aborda el problema clínico del suicidio, investigando tanto su estructura como la lógica que podría subyacer a esta acción, si se acepta el término. Este análisis se desarrolla en al menos dos momentos destacados de su enseñanza.

Por un lado, Lacan explora el suicidio en relación con el pasaje al acto, una noción que describe la irrupción de un movimiento donde el sujeto cae fuera de la escena. En el pasaje al acto, la escena "se parte" y el sujeto, al perder su lugar, queda reducido a un resto. Sin embargo, esta asociación no implica que todo pasaje al acto desemboque necesariamente en suicidio, aunque puede afirmarse que todo suicidio constituye un pasaje al acto.

En este marco, surge la cuestión de la angustia: ¿cuál es su papel en el pasaje al acto? Si se considera el suicidio como una caída de la escena, se abre el interrogante sobre cómo interviene la angustia en ese momento crítico. ¿Es la angustia un factor que detiene el proceso que lleva al suicidio? ¿Su aparición podría restituir al sujeto un lugar en la escena? Además, cabe preguntarse si este efecto dependería de una cierta intensidad o magnitud de la angustia.

El segundo momento en que Lacan reflexiona sobre el suicidio está relacionado con su conceptualización del acto. En este contexto, sugiere que el suicidio podría considerarse un acto "logrado". Sin embargo, emerge una paradoja: al no quedar nadie que pueda testimoniar sobre ese acto, lo logrado del mismo resulta problemático. Desde esta perspectiva, Lacan destaca que todo acto es, en cierto sentido, un acto fallido o fallado.

Estas paradojas plantean nuevas preguntas: ¿el suicidio como caída de la escena abre la puerta a una irrupción de lo real? ¿Qué lectura permite de la operación de lo imaginario en este contexto? Al mismo tiempo, ¿la angustia puede entenderse como un punto de retorno que ofrece al sujeto la posibilidad de reinscribirse en la escena? Estas interrogantes muestran cómo Lacan articula el suicidio en una red compleja donde se entrelazan lo simbólico, lo imaginario y lo real.

lunes, 21 de octubre de 2024

Clínica en el borde de la neurosis, ¿Que significa?

Las problemáticas psíquicas más frecuentes en la “Clínica en los Bordes de la Neurosis son las angustias arrasadoras, los consumos problemáticos, las autolesiones, las compulsiones, los pasajes al acto y el acting out.

Cuando nos referimos a la Clínica en los Bordes de la Neurosis, hacemos alusión a pacientes cuya estructura psíquica es neurótica, pero -a diferencia de la Neurosis Clásica- su Yo, a nivel del Narcisismo, se ha constituido con severas carencias y/o privaciones -en el origen de su estructuración-.

El Narcisismo Originario, en estos pacientes, posee severos déficits constitutivos. Los sujetos, cuyo Narcisismo Originario está fallidamente constituido, están atravesados por una historia de vida en donde el Otro Primordial desfalleció en su función -por motivos siempre únicos y singulares-.

Tal como S. Freud nos lo enseña, en los tiempos tempranos de la constitución, el Otro materno o quien ocupe su lugar, deberá prestar apoyo y auxilio en tanto el infans se encuentra en un estado de total desvalimiento e indefensión (tanto a nivel físico como psíquico).

El “Holding”. Tal como sostiene Winnicott, el “Holding” de la función materna, el sostén y apuntalamiento en los tiempos iniciales de la estructuración subjetiva, permite la constitución del Narcisismo (cuerpo) y la integración de este yo-no yo al resto del psiquismo.

“Sería agradable poder aceptar en análisis solamente aquellos cuyas madres, al comienzo y durante muchos meses de vida, hubieran sido capaces de aportar ‘condiciones suficientemente buenas’. Pero esta era del psicoanálisis, se está acercando irremediablemente a su fin“ .- Winnicott (1955).

¿Por qué motivos puede desfallecer el Otro de los primeros cuidados? El Otro de los primeros cuidados puede desfallecer de su función por múltiples motivos que la clínica nos demuestra: por estar atravesando un duelo significativo, por sufrir una depresión post-parto, por algún accidente vital, por ejemplo, una enfermedad importante. Esto provoca al Otro Primordial un Estado de fragilidad psíquica.

En otros casos, se comprueba una arista muy diferente con iguales consecuencias: el Otro Primordial cae de su función porque se presenta como absoluto, omnipresente, con demasiado poco espacio para ahuecar su falta y traducirla en el plano del equívoco. Esto le provoca al Otro Primordial un Estado de dura consistencia subjetiva.

Cuando el Otro de los Primeros Cuidados no pudo aportar condiciones suficientemente buenas -al decir de Winnicott-, ya sea por un estado de fragilidad psíquica o un estado de dura consistencia subjetiva, la estructura psíquica del sujeto por-venir tendrá dificultada en gran medida el soporte narcisístico normativo. El yo del sujeto se dispondrá, así, a ser el esclavo del Ello pulsional. Nos confrontaremos -así nos lo demuestra la clínica- con sujetos melancolizados.

Sujetos que consumen a pura muerte (sustancias, sexo, objetos), otros que se precipitan con furia a través de la acción impulsiva, como así también aquellos que ante una angustia arrasadora intentan poner un límite autolesionando su cuerpo (cutting).

sábado, 24 de agosto de 2024

Pasaje al acto: cuando el sujeto cae de la escena

 Es indudable que podemos afirmar que el fantasma es uno de los nombres lacanianos de la realidad psíquica en Freud; pero no es menos importante mencionar que el fantasma excede con mucho el planteo freudiano acerca de la realidad psíquica.

El fantasma conlleva en el planteo de Lacan una multiplicidad de lecturas posibles. Una de las cuales permite afirmar que implica la puesta en forma de un marco en el sujeto.

Esto quiere decir que el fantasma conlleva la dimensión de la escritura e implica la posibilidad de delimitar un campo. Un campo que es no solo un sitio, sino también una superficie. Y así, en ese lugar, en el fantasma como campo, es que el sujeto podrá hacer pie. Podrá hacer pie como modo de incluirse en el deseo como deseo del Otro.

En este punto se destaca otro matiz del fantasma: su carácter de escena. La relación del sujeto al deseo, la relación de deseo es una relación que tiene lugar en una escena, que requiere un bastidor, lo que engalana, el engalanamiento, o sea una escenografía, una puesta en escena.

Habiendo delineado apenas unos párrafos de estas funciones del fantasma, ahora podemos interrogarnos respecto de aquellas circunstancias en las que el sujeto se cae de la escena.

Es el caso palmario del pasaje al acto. En el pasaje al acto, el sujeto se precipita de la escena. El propio Lacan llega incluso a hablar allí del exilio del sujeto. El sujeto se exilia de la escena porque cae como objeto.

Con lo cual entonces, cuando el sujeto cae de la escena, algo de su propia posición de objeto, fantasmática, ha sido tocado. Una posibilidad certera sea que esa posición de objeto queda en evidencia cuando sus velos se disipan.

Si aquello que la encubría, por engalanarla, dejó de velar, queda expuesta esa posición del sujeto. Esta puede ser una manera de considerar a las condiciones para que el sujeto se caiga de la escena, porque no hay manera de sostenerse allí sin los velos que ilusionan.

miércoles, 19 de junio de 2024

¿Cómo determinar la gravedad de un cuadro clínico? Las urgencias en la clínica

 El síntoma en psicoanálisis no es el correlato de un proceso mórbido. Con lo cual no es el signo de una enfermedad que pudiera eventualmente eliminarse, perspectiva (esta última) que conlleva la idea de alguna especie de equilibrio o salud posible.

El criterio de gravedad en el psicoanálisis reviste entonces una serie de particularidades e incluso de dificultades. En principio podríamos afirmar que no es solidario de la dificultad clínica.

No pocas veces el analista recibe casos clínicos, ciertas demandas, pedidos de consulta o tratamiento que implican una serie de dificultades en cuanto a que la posición del sujeto hace de obstáculo a la puesta en forma del dispositivo analítico, y al despliegue y funcionamiento de la palabra como función de sujeto.

Ahora, esto no necesariamente va acompañado de una gravedad en el cuadro clínico.

¿Entonces, con qué criterio podríamos pensar la gravedad en el cuadro?

En la medida en que el sujeto es lo que un significante representa para otro significante, a partir de lo cual carece de un ser, requiere de una serie de anclajes o puntos de apoyo para poder constituirse en el lugar del Otro. Estos puntos de apoyo son la consecuencia de una serie de operaciones que le proveen al sujeto un cierto plafond, las coordenadas de una escena donde tomar lugar, allí donde es definido como falta en ser.

La puesta en funcionamiento de este plafón fantasmático, con su correlato sintomático y las coordenadas propias de la dimensión del ideal dan el marco del campo del semblante.

A partir de este semblante el sujeto podrá asumir una posición en una escena, dirigirse a un partenaire e, incluso, hacer consistir un cuerpo. Podemos entonces considerar la gravedad en el cuadro clínico a partir de las vacilaciones o fallas de la estructuración de dicho campo, el del semblante, por cuanto una falla allí lleva al sujeto al riesgo del pasaje al acto.

Psicoanálisis y urgencia

 María Moliner, respecto de la urgencia, sitúa al verbo urgir como refiriendo a aquello que apremia al sujeto, que no solo lo condiciona, sino que esencialmente implica una exigencia, algo apremiante que conlleva fenoménicamente una cierta precipitación temporal.

Tomado desde el psicoanálisis la urgencia nos interroga acerca del funcionamiento de aquello que en el sujeto defiende frente a la irrupción pulsional. Quizás entonces podemos situar que la urgencia indica que estas defensas (para usar un término freudiano) cesan o interrumpen su funcionamiento o también sufren algún tipo de alteración.

En este sentido, en el psicoanálisis, una urgencia podría dar cuenta de un cuadro o de un contexto en un momento determinado en la vida de alguien, en el cual el entramado significante que le hace de sostén vacila, dejando al sujeto inerme frente a la irrupción pulsional.

Pero también es posible asociar cierta dimensión de urgencia, de un estar urgido el sujeto, como propio de ciertos tiempos decisivos en la constitución o la asunción por parte del sujeto de una posición sexuada.

Abordada por este último sesgo la urgencia sería un indicador de como la pulsión apremia al sujeto. Se trataría de la urgencia no como algo que se contrapone al equilibrio o la homeostasis sino como la puesta en forma clínica de aquello que ya Freud situó como imposible de dominar.

Urgencias transferenciales

Es indudable que la práctica analítica, como toda práctica clínica, puede tener momentos en los cuales se juega algo del orden de una cierta urgencia.

Las “urgencias transferenciales” para plantean, en el psicoanálisis en particular, esta dimensión de la urgencia implica, conlleva, el vínculo transferencial del sujeto, del analizante o del paciente con el analista.

Entonces podríamos afirmar que a veces las urgencias se juegan en la transferencia, en la medida en que por alguna contingencia de la vida o alguna otra circunstancia un sujeto, cuando llega a la consulta o en un momento determinado del análisis, queda tomado por algo que lo urge en el sentido de algo que lo desborda.

Acorde al planteo de Freud, que Lacan en este punto continúa, esta urgencia, este desborde asociado al quedar urgido se vincula a los distintos modos en que la pulsión puede irrumpir en el sujeto. Y tomo el término irrumpir para marcar cómo en ciertos momentos aquello que le hace de plafond ficcional (fantasma) puede vacilar en su función, y de allí el desborde.

Pero podríamos también señalar otro tipo de urgencia transferencial. Es aquella que se produce a veces del lado del analista, no pocas veces en los primeros pasos de la práctica. Esas urgencias transferenciales algunas veces pueden estar asociadas más que a una dificultad misma del material, a cierta precipitación, en el sentido de un intento de apurar el tiempo de comprender o una prisa del lado del analista por comprender lo que está en juego.

Esta aspiración por comprender es algo que Lacan ubicó como no propio de la función del analista. El analista no está para comprender, sino para escuchar, acto que puede comenzar por un estar atento, porque estar atento es prestar atención a los detalles y eso es hilar más fino.

lunes, 27 de mayo de 2024

Las manifestaciones de la angustia: Ataque de Pánico, Depresión, Acting Out y Pasaje al Acto

 LA ANGUSTIA “Un afecto que no engaña”. Brújula que orienta al analista en la cura

La Angustia, cuando se manifiesta, irrumpe -al decir de Lacan- como un huésped inesperado que nos anoticia de un peligro inminente: quedar en posición de objeto a merced del Otro primordial de nuestra historia o quien, en este tiempo presente, ocupe fantasmáticamente su lugar.

ATAQUE DE PÁNICO El sujeto se desarma

El Ataque de Pánico es el nombre contemporáneo de lo que Freud denominará “Ataque de Angustia”. Una Angustia Masiva (de fuente pulsional, traumática) que el aparato psíquico es incapaz de procesar. Produce un desborde y el sujeto se desarma. 

¿Cómo intervenir?

Cuando el sujeto está atravesado por la Angustia Masiva, no sólo su deseo está suspendido, sino también y fundamentalmente la palabra y la posibilidad de historizar o asociar libremente. Nuestras intervenciones se orientarán a:
  • Brindar nuestra presencia -nuestro estar ahí-.

  • Otorgar un encuadre confiable, la comunicación firme de que no se va a morir.

  • Interrogar las causas que han provocado el Ataque de Pánico.


DEPRESIÓN  ¿Cómo la padece el sujeto?

El sujeto que sufre Depresión:
  • Siente un gran abatimiento corporal, a consecuencia de que se halla anestesiado su deseo.

  • Se paraliza toda acción.

  • Un alto malestar psíquico y físico por la fuerte merma de la energía vital.

  • Falta de interés por el mundo exterior y aislamiento.

El sujeto está sin potencia porque está caído de su posición deseante.

¿Cómo intervenir?

La Depresión es un campo difícil de tratar. En muchas ocasiones, el sujeto es traído por la familia a consulta. El sujeto no habla, ni asocia, ni se muestra dispuesta a ayudar con ningún relato. 

Por este motivo, la interpretación clásica no tiene lugar y sí, en cambio, el analista intervendrá vía las Construcciones en Psicoanálisis.


ACTING OUT Esa acción desesperada

Definimos al Acting Out como la acción impulsiva de un sujeto (fuera de lo simbólico, de la palabra). El Acting Out tiene una significación inconsciente: es un mensaje, desesperado, comunicado por medio de la acción a un Otro significativo que se niega a ver y a oír una verdad importante del sujeto. 


PASAJE AL ACTO: El salirse de la escena del mundo a costa de la propia desaparición.

El Pasaje al Acto es un acto impulsivo, de pura acción, producido cuando el sujeto está en un momento de “máxima Angustia” porque siente que ya no tiene un lugar en su Otro significativo.

Con máxima desesperación, intenta castrarlo y despertarlo, al precio de expulsarse de lo que hasta aquí lo sostenía en el mundo.



¿CÓMO INTERVENIR EN EL ACTING OUT Y PASAJE AL ACTO?

El analista interviene con lo que Lacan denomina “Manejo de la Transferencia”. 

En el Acting Out nuestro proceder está orientado a hacerle al sujeto preguntas que sirvan de “guía” para enterarnos de lo que ha sucedido antes de su acción desenfrenada.

En el Pasaje al Acto nuestro proceder es hacerle saber de manera explícita al sujeto -a través de nuestra presencia- nuestro interés por averiguar la verdad subjetiva que no tuvo lugar y fue excluída de su Otro primordial.

viernes, 6 de octubre de 2023

El lado oculto de la angustia: Acting out y pasaje al acto

La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser” – “Cuesta abajo” Carlos Gardel

La angustia es el afecto que le permite al sujeto que sufre psíquicamente -a través de síntomas, inhibiciones, enfermedades a repetición-, un despertar subjetivo. Este despertar es el primer paso imprescindible para producir una transformación que implica que sea el propio sujeto quien haga corte con aquello que retiene su deseo y que es, precisamente, la causa de su intenso malestar.

La angustia ese “afecto que no engaña”, le “señala” que, para que su deseo se pueda realizar, deberá dejar de ser -duelo mediante- aquel que colma la demanda de sus Otros significativos.

Cuando la angustia entra por la ventana: Acting Out y Pasaje al Acto

La angustia no en todos los casos, ni tampoco siempre, actúa como una señal que despierta. En muchas oportunidades, se expresa fuera del marco simbólico, es decir, de la realidad intrapsíquica del sujeto -su fantasma-.

Y esto ocurre cuando la angustia se oculta dentro de dos manifestaciones que se actúan en el mundo exterior: el Acting Out y el Pasaje al Acto.

El “detalle” con el que se distingue a la angustia en el Acting Out y el Pasaje al Acto

La angustia, en estos casos (Acting Out y Pasaje al Acto) no aparece, menos que menos se procesa, dentro del marco discursivo que nos trae el paciente cuando refiere su sufrimiento.

En estas manifestaciones, la angustia -que sobrepasa al aparato psíquico del sujeto- lo empuja, sin que haya un registro subjetivo, a la acción impulsiva que, en ocasiones, daña su cuerpo y/o las relaciones con sus semejantes.

¿Cómo distinguir al Acting Out en la clínica?

Un indicador clínico que le señala al analista la presencia de un Acting Out es la manifestación de una acción que aparece desligada de las palabras, y que a él le es mostrada como una escena (al modo de un actor que se dirige -con su actuación- al público).

Esta acción que se muestra es, nada más ni nada menos, que una verdad muy significativa para el sujeto y que no se pudo anudar a una formación del inconsciente (síntomas y/o inhibiciones).

Es un mensaje, que a nosotros está dirigido, con la finalidad -inconsciente- de que sea descifrado.

Maniobras Clínicas para el Acting Out

J. Lacan afirma: “El Acting Out, lo que dice, no es sujeto sino verdad”. La indicación clínica que propone J. Lacan para el analista es privarse de interpretar el Acting Out (porque no haría más que hacerlo consistir). El analista orientará su accionar clínico en producir una pregunta, una puntuación para implicar al sujeto en esa acción, para -de esta manera- unirla a su propia cadena significante.

¿Cómo distinguir al Pasaje al Acto en la clínica?

Un indicador clínico que le señala al analista la presencia de un Pasaje al Acto es la manifestación de un acto desenfrenado, en ocasiones violento, que rompe la escena del mundo que habita el sujeto, siendo él mismo quien cae por fuera.

En el Pasaje al Acto, el Otro significativo aparece como un absoluto sin castrar. El sujeto se percibe -inconscientemente- como siendo el objeto que lo completa. Para no quedar atrapado en ese Otro que lo posee, se auto-eyecta (se expulsa al exterior), cayendo así fuera de la escena del mundo, tanto el sujeto como el Otro.

Maniobras Clínicas para el Pasaje al Acto

La indicación clínica que propone Lacan para el analista es la intervención en acto. Esto es frenar el empuje pulsional que impulsa al sujeto con enorme fuerza a quedar por fuera del escenario del mundo. En muchos casos, esta caída puede implicar su propia vida. Lacan nos enseña que el suicidio es el Pasaje al Acto logrado.

Un ejemplo de una intervención en acto es la internación del paciente, para salvaguardar su vida. Proteger y amparar la vida del sujeto permitirá, en otro tiempo, un abordaje por la palabra de esa angustia desmesurada que al aparato psíquico le fue imposible tolerar.

jueves, 3 de febrero de 2022

Clínica de la gravedad: ¿Cuáles son sus presentaciones y a qué se deben?

 Las presentaciones clínicas complejas tienen que ver con el carácter, la tendencia a la actuación, un armado yoico débil, acting out y pasaje al acto. En todas estas presentaciones clínicas, encontramos características que S. Freud descubrió:

- Insuficiente ligadura entre el ello pulsional y el inconsciente.

- Reducida conexión entre Eros y Tánatos.

- Servidumbre del yo con respecto al ello, como consecuencia de que el campo pulsuional ha tomado al yo en demasía.

Cuando es el campo pulsional aquello que predmina en el sujeto, lo que ocurren principalmente son tres cuetiones.

La primera, es que hay poca relación con la castración, con el hecho de que todo no se puede.

Lo segundo, es que escasean las palabras y abundan los acting out y pasajes al acto.

Como tercera cuestión, encontraremos problemas serios en el lazo con los otros, que generalmente se encuentran severamente empobrecidos.

Dichas presentaciones clínicas, más ligadas a la acción que a la palabra, ubican el proceder clínico de otro modo que en las neurosis de transferencia. El analista aquí tendrá una posición activa, que lo ubicará como la instancia simbólica que se encuentra desfalleciente en esa subjetividad.

La instancia simbólica, necesaria de inscribir en las presentaciones clínicas ligadas a la acción, le marca al sujeto que no todo es posible, en tanto también existe el campo de lo imposible y lo prohibido.

Como consecuencia -esto es una ganancia clínica invaluable- el sujeto puede comenzar a darle a la palabra su verdadero lugar, teniendo eficacia en sus vidas. 

viernes, 3 de diciembre de 2021

Angustia: llamado al Otro o pasaje al acto

Durante su trayectoria, Freud fue ocupándose de la angustia y regalándonos diferentes conceptos sobre la misma, concepto que dada su valentía teórica, no tenía dificultad y refaccionar, reparar o reformular. En este seminario va a diferenciar la angustia de otros sentimientos y afectos. Por ejemplo, el miedo, el horror y otros.  Hace hincapié en que a diferencia de lo que sucede con el miedo, la angustia no tiene un objeto definible por el cual aparecerá, entonces, diría Freud que la angustia no tiene un objeto. 

Por otra parte, va a diferenciar lo que es angustia señal de la angustia automática, diciéndonos que la angustia señal es frente a un peligro interno o externo que se avecina, siendo la angustia lo que nos posibilita organizarnos para enfrentar dicho obstáculo. Aquí tenemos una dificultad, porque ya con Lacan y frente a lo que nos graficamos como la banda de Möbius,  sabemos que no es tan sencillo deelimitar interior de exterior. Por ejemplo, un examen puede generar un montón administrable de angustia para algunos y desparramar una angustia soportable para otros. O sea, el peligro supuesto exterior lo enfrentamos seún lo interior.

Esta angustia automática, que despedaza, para freud remitea lo que conocemos como estado de desamparo, que por ejemplo es el que vive el  el niño pequeño cuando es separado de su madre. Freud insinúa que la angustia es frente a la pérdida del objeto.  Freud va a tomar algunos episodios de separación, como es la angustia del nacimiento, el destete, la angustide castración, como improntas de angustias que padece el infantil sujeto. Podríamos decir, entonc,es que el crecimiento y la vida no es sin pasaje por la angustia. 

Freud señala la diferencia entre la angustia automática y angustia señal, conceptos que va a tomar y retomar Lacan, hablando de el estatuto más radical de la angustia y equipararlo al desamparo de Freud y también la angustia señal.El tema es que aquí y aparece una cierta contradicción: Freud dice que la angustia es sin objeto, mientras Lacan dice que hay un objeto preciso de la angustia. La angustia aparece frente a la presencia de un objeto, al cual él llamará objeto a. 

Recordemos que en muchos seminarios, Lacan va a decir de objeto a es su único invento. Claro que para entender este invento, hace falta todo un recorrido cierto por el camino lacaniano, pero al principio vamos a decir que si el sujeto no es sin el Otro. O sea, no podríamos pensar sujetos sin el baño de cultura, del lenguaje, caricias, miradas, alojamiento, por el lado del Otro. Los niños de Spitz nos gritaron en el silencio de sus muertes que no basta la asistencia médica para sobrevivir. El máximo deseo para Lacan es el de un deseo no anónimo, un deseo que se haga cargo de este infante, que será atravesado por este Otro para poder convertirse en sujeto.

En la constitución subjetiva hay un resto indivisible, hay algo que no termina de partirse: es un resto resto irreductible, que no encuentra un número específico, algo que no puede situarse en la recta numérica. No tiene representación y no tiene simbolización. Este es el objeto a, que en el seminario de la identificación Lacan lo va a representar por ese número que conocemos como la raíz cuadrada de menos uno. La raíz cuadrada de un número negativo no tiene resolución, no hay posibilidad de ubicar en el conjunto numérico a la raíz cuadrada de ningún número negativo. Éste es un número imposible de representación ni simbolización. 

Cuando Lacan habla de los tres registros -real, simbólico imaginario- los coloca anudados de manera tal que el desencadenamiento de uno, representaría el desencadenamiento de los otros dos. 
El registro de lo simbólico es un registro propiamente humano: es el registro de las palabras, el registro de los vocablos, de las frases. 
El registro del imaginario, como su nombre lo indica, es el registro de la ilustración de la representación. 
El registro de lo real quizás sea el registro más difícil, porque justamente lo real es lo inefable, lo indecible, lo irrepresentable. Lo real es lo que no se registra ni por la vida y lo simbólico, por la vía de la representación, o por la vía de la imagen. Una vez anudado a lo simbólico de lo real, deja de ser un real puro. 

En la intersección de estos tres registros, ubicamos este famoso objeto a.  Vamos a decir entonces que el objeto a es lo que resta lo simbólico, porque no tiene representación; lo que resta a lo imaginario, porque no es representable. Es decir, no tiene manera de ser simbolizado, no tiene manera de ser imaginarizado y resta a lo real porque ya no es un real puro.

Volvamos al seminario de la angustia, donde Lacan nos invita a pensar el momento de la angustia como un supuesto encuentro entre una persona que porta una máscara de una mantis y una mantis religiosa. Lacan nos recuerda que la hembra de la mantis religiosa tiene el hábito de decapitar al macho durante la cópula y luego se lo devora. 

Entonces textualmente dice: Pueden imaginar fácilmente que tenía alguna razón para no estar tranquilo ante la posibilidad de que debido a algún azar aquella máscara fuese impropia, induciendo mi partenaire a algún error sobre mi identidad. La cosa quedaba acentuada por lo siguiente que añadía, yo no veía mi propia imagen en el espejo neumático del globo ocular del insecto.  (página 14 del seminario de la angustia) 

De esta manera, hay un estatuto más radical de la angustia, donde el sujeto no sabe si va a ser gozado, devorado por el Otro y donde su identidad fracasa en algún punto: no sé quién soy para el Otro.

Caso clínico
Se presenta Teresa, derivada por una de sus profesoras de su carrera universitaria. Teresa no puede acercarse a rendir ningún examen, está detenida en su trayectoria de estudiante, pues una angustia despedazante la invade al momento de asistir a la mesa que la examinará. Durante el trabajo que realizamos en sesiones, nos contará que hace años no se visita con sus padres. La reconstrucción de algunas escenas nos permitirá ubicar el momento de su infancia, donde la madre abandona el hogar para marcharse con el novio de turno. Antes de esta huida, Teresa es abusada por su abuelo materno, situación que como tantas otras, deberá ser silenciada. Teresa no podía decir lo que sabía que pasaba. Cuando su padre ingresa a la casa a la mujer, ella quemará todo lo que pudiera representar la presencia de Teresa: fotos, cuadernos, cartas, etc. Podríamos decir que la decisión de no ver a sus padres apacgua en parte su angustia desbordante, pero no alcanza. Teresa se queda sin cuerpo al momento de presentarse a rendir.

Freud nos habla en varias oportunidades de la transferencia de sentimientos que se realizan de los padres a los docentes. Enfrentar a estos equivale a enfrentar a sus genitores. Es bastante sabido que con frecuencia presentarse a rendir, ser aprobado ó desaprobado, suscita la presencia de la angustia; pero mientras que para unos está se presenta en el modo señal, preparando al sujeto en este cimbronazo como para no estrellarse, cuando la señal fracasa nos la vemos con la mantis sin saber quiénes somos. 

Cuando en una sesión de teresa la analista pregunta por qué tanto miedo a reunirse con su madre, ella sin vacilar responde "temo que me coma". El Otro para Teresa es un gozador que devora, sin que ella cuente de momento con la manera de enfrentarlo, regresando así a la máxima sensación de desamparo. En otro trayecto de su análisis me pide que la acompañe a rendir. Me pide, de alguna manera, que donde mi cuerpo para soportar con algún recurso enfrentarse al Otro, en este caso representado por los profesores, pudiendo decir lo que sabe. Así fue enfrentando a diversas materias, afortunadamente con éxito. Este acompañamiento forma parte del trabajo terapéutico de un analista. El trabajo analítico seguirá desarrollándose en el marco del consultorio. 

Es interesante remarcar esta diferencia entre el trabajo terapéutico de un analista y el trabajo propiamente analítico, porque forma parte de la responsabilidad ética que nos cabe, poder administrar y dosificar el monto de angustia en un paciente así. Lacan dijo que  actuar es arrancar a la angustia una certeza. Podemos pensar que Teresa ha podido realizar un acto fecundo, un actor verdadero al poder pedir ayuda para enfrentar a esta angustia devoradora y efectivamente, hacer lugar a su deseo de poder graduarse. 

Hay que diferenciar al acto del acting out ó pasaje al acto. En el seminario 10 nos encontramos que en el primer capítulo nos va a proponer un cuadro de doble entrada:



De un lado, va a poner de izquierda a derecha a la dificultad, con una flecha indica que esta irá en aumento. Hacia abajo, menciona el movimiento. Inhibición, síntoma y angustia se encuentran intercalados con otros títulos, como el pedimento, el embarazo, la emoción, la turbación. 

Del lado de la máxima imposibilidad del movimiento, Lacan va a poner a la inhibición, planteada como un síntoma en el museo. Se trata de un síntoma que no puede trabajarse durante el análisis, a no ser que pase justamente de la inhibición al síntoma analítico, eso que un sujeto siente como extraño al yo y que en general promueve la angustia.

Hacia abajo de la inhibición  nos encontramos con la emoción y la turbación, cuando se desarrolla el movimiento. Podríamos decir que es algo que mueve a la inhibición y que Lacan lo llama turbación y es la evocación de un poder que no se presenta. El impedimento, para Lacan, está más del lado de la trampa, de algo que nos deja actuar, que nos impide, que no es más que la trampa narcisista: una trampa en el armado del narcisismo, donde el sujeto se queda capturado por la imagen especular. 

El embarazo sería la forma más ligera de la angustia y la angustia, que pone en el extremo máximo de la dificultad y el movimiento, queda empadronada y enmarcada por dos grandes incógnitas que demorará Lacan de ubicar: el pasaje al astro y el acting out. Esto pasará en la clase del 19 de diciembre de 1962. 

Observamos entonces que muy cerca de la angustia está el pasaje al acto y el anting out. Lacan ilustra con el relato hizo Freud de la joven homosexual paseándose con mujer de mala reputación. Ella camina a su lado hasta qué se topa con la figura de su padre y al encontrar en su mirada un gran rechazo, se arroja del puente hacia las vías del tren. Lacan propone a esta mostración como un llamado al padre y a esto lo llama acting out.  El arrojarse ya es una pérdida de la subjetividad, es como si el sujeto estuviese siendo presentificado por el objeto a; ese resto que debe perderse se hace cuerpo, en esta paciente que ya no llama al Otro, sino que en su desesperanza queda hecha trizas.

El más común de los pasajes al acto es el acto del suicidio: aquí ya no hay llamado ni esperanza: el sujeto se objetaliza. El suicidio un pasaje al acto propio de la melancolía, aunque también puede encontrarse en otras estructuras. En Duelo y Melancolía, Freud dice que la sombra del objeto recayó sobre el yo. Es una anticipación al concepto de objeto a lacaniano, pues este objeto incluye el objeto pulsional de Freud, el objeto transicional de Winnicot, pero que requiere de una formaización más compleja.  En la melancolía elo que vemos es s la tiranía del objeto a, que no deja lugar a la palabra, no deja lugar al llamado. 

Si volvemos a Teresa, podríamos decir que el acto de pedir ayuda es un acto propio de su deseo de deseo,  de su deseo de reconocerse como graduada y es una manera de salir de la angustia y del impedimento, pudiendo avanzar sobre su carrera. En estos tiempos de pandemia, a Teresa se le ocurre que como los exámenes van a ser virtuales, ella va a poder rendir virtualmente desde su casa cinco materias en dos semanas. Va, se inscribe y me lo informa, diciendo que "es una locura". La analistaa decide seguir acompañándola. En la primera materia es aplazada y esto desencadena un ataque de pánico del cual le cuesta salir. Esta locura que ella señala es un acting out. Es un darle a ver al analista y convocar la función paterna. 

Por suerte en las otras materias le va mejor, y cuando vuelve a la presencialidad del consultorio se trabaja sobre lo que ella ha hecho, algo así como  una pirueta sin red, que le ha costado un gran padecimiento y que ha tenido un gran costo subjetivo. Le lleva varios días poder calmarse y la analista le dice que posiblemente ha actuado para no recordar algo. Inmediatamente Teresa responde que lo estuvo pensando y sabee con certeza que por esto ya pasó y el trabajo de análisis continúa con su curso. 

El acting out muchas veces ocurre en el transcurso del análisis, sin que el analista pueda impedirlo. Freud nos recuerda que a veces el paciente actúa para no recordar. En este caso, esta paciente con su acting ha producido un recuerdo que continuaremos analizando en sesión. 

Hay una aparente contradicción respecto a lo que dijo Freud sobre la falta de objeto y sobre lo que dice Lacan sobre que la angustia no es sin objeto. Freud dijo que la angustia surge como reacción al hecho de advertir la falta de objeto. Más adelante dice que el miedo a la castración tiene por contenido la separación de un objeto muy estimado. ¿Ćomo articular esta frase con lo que nos dice Lacan cuando enuncia...?: 
"lo más angustiante que hay para el niño se produce, precisamente, cuando la relación sobre la cual él se instituye, la de la falta que produce deseo es perturbada y ésta es perturbar al máximo cuando no hay posibilidad de falta, cuando tiene a la madre siempre encima, en especial limpiandole en el culo, modelo de la demanda que no puede fallecer.

En principio, el sujeto y el objeto no están dados desde siempre. Si el sujeto es a advenir y ese advenimiento requiere del encuentro y la división con el Otro, produciéndose un resto que debe darse por perdido (objeto a), vamos a concluir que hay tiempos instituyentes. Por ejemplo, podríamos mencionar la primera, la segunda y la tercera identificación. En cada una de ellas, el sujeto se encuentra con el Otro y se desprende un objeto. Claro que estas identificaciones pueden estar fallidas, aún sin pensar nos en el campo de la psicosis. 

¿Cómo sale el niño del Otro? Mediante una invención del niño que conocemos como fort-da. El infante fabrica su juguete, en este caso un carretel, por el cual no sólo va a elaborar la presencia-ausencia de la madre, sino que como nos dice Freud al pie de página, mirándose al espejo diciendo "El bebé ohhh", el bebé se sale del Otro. Cuando se sale del Otro, lo deja en falta. El niño ya no completa, dando lugar al deseo. Faltarle al otro significa  no ser el objeto del Otro, por lo tanto, hacer lugar al deseo. 

La angustia de castración también tiene dos derroteros diferentes para el varón y para la niña. El varón lo resolverá día la represión, renunciando a su madre. Pero es una renuncia que permite desear a todas las otras. En la niña, las cosas serán más complejas y la cuestión se resolverá por desplazamiento. La angustia, en muchos casos, es la antesala del deseo en los tiempos instituyentes, donde el sujeto se barra  y barra al Otro, aceptando una perdida, que es el objeto a. 

Este objeto debe estar perdido, es decir, fuera del sujeto. El problema es cuando se presentifica al modo de la melancolía, por ejemplo, o al modo de ese acto por el cual frecuentemente un sujeto se arroja desde la ventana, convirtiéndose el mismo todo el en objeto a. Si en el sujeto el objeto a se encuentra separado, éste puede funcionar como causa del deseo, mientras que si está en el sujeto, puede dar lugar al pasaje al acto, por ejemplo. Esta operación, en los adultos, se reinicia.

Otro caso
María llega a la consulta derivada por la médica de emergencias. Ha tomado un frasco de pastillas y a posteriori llamó a sus padres. Cuando llegan los médicos, la encuentran somnolienta, sin reflejos. 

Llega a la consulta apesadumbrada. Su primer relato consiste en el conteo del sinnúmero de especialistas que la han examinado, sin encontrar causa ni tratamiento para un dolor intenso de ingle y pierna derecha. Está casada, tiene un hijo de aproximadamente 10 años. Sus problemas conyugales la desanimaron para tener otras hijos: discusiones, agresiones físicas y verbales. 

María dice sentirse desvalorizada y abofeteada en su autoestima. Es muy difícil alojar a María, que habla sin parar, sin pausas y sin escansiones. La analista no puede puntuar ni decir "hasta aquí por hoy". Algo le impide levantarse para terminar la sesión. A moso de acto analítico, la analista diagrama sesiones más largas. ¿Cómo se frena una hemorragia verbal, sino es dejando que drene? ¿En qué punto de su historia no hubo pausa para ser escuchada? 

Maria está tomada por una gran impulsividad, que la lleva a realizar conductas intespestivas y a comer vorazmente. Su cuerpo le pesa tanto como su vida. Es muy difícil reconstruir su historia e historizar su infancia. ¿Hay neurosis infantil? Sabemos que es la menor de tres hermanos, pero antes de ella naciera murió Luisa. María nace a continuación de esta muerte. ¿Habrá Luisa podido ser duelada, sepultada simbólicamente? ¿O seguirá como en tantas pérdidas no elaboradas simbólicamente, presentificándose?

Muy de a poco aparecen palabras que dicen, es decir, palabras que no se deslizan metonímicamente sin enunciar nada. María ha desistido de su vida sexual. La mirada de su esposo se le torna insoportable, sieniestra. Podemos recordar al hombre de los lobos en sus sueños de angustia, observado por las miradas perseguidoras invasivas de los lobos. María no trabaja, ni tiene amigos. Simbólicamente, habita la casa de sus padres. Dice que le gusta la pintura. 

¿Cuál es la estructura de María? No estamos en el campo en la psicosis y mucho menos en el de la perversión, pero tengo mis dudas de poder encuadrarla dentro de una neurosis. De momento, su transferencia es imaginaria, María no puede asociar ni recortar su síntoma. dentro del  poco margen de acción que me confiere, la ayudo y la estímulo digamos a ir a un taller para poder dedicarse a la pintura y pensarse como artista plástica. Afortunadamente, María puede sublimar y pintando, es ahora ella la que mira. Sublimación que produce alivio, sublimación o sinthome que viene siempre bien a la estructura, sea ésta cual fuere.

Tomar un frasco de pastillas, ¿un pasaje del acto o un acting out? Aquí hay un llamado, descifrar ese mensaje tomará tiempo y no sabemos si será posible. ¿Quería María representarse como muerta, tal como la hermana que la precedió? ¿Por qué se sostiene María en el hohgar de su infancia?  Son sólo preguntas.

Mientras tanto, Maria ha construido nuevos lazos y ha mejorado la imagen de sí misma. Recordemos que el acting out es un llamado a la función paterna, un llamado para que esta función de corte haga corte y recorte lo que debe perderse. Es decir, el objeto perdido debe estar perdido para hacer lugar al deseo. En este sentido, Lacan nos dice que la angustia aparece cuando falta la falta, es decir, cuando no hay lugar para la inscripción de la falta que genere el deseo. Falo es el significante de la falta en el Otro y también el significante del deseo. Por eso, dosificar la angustia no significa anularla, ya que es ella la que indica el movimiento, mostrándose en las antípodas de la inhibición. 

La angustia es la señal que nos convoca a salir del goce del Otro, sea como fuere que se presente, ya que no siempre aparece bajo la imagen de la mantis. Puede, por ejemplo, presentificarse bajo la forma de una satisfacción pulsional peligrosa para el sujeto, ya que este exceso podría dejarlo al margen del deseo. 

Recordemos también que la función paterna es la que anuda el deseo a la ley. En este sentido, el deseo nada tiene que ver con el capricho. La angustia, entonces, es la guardiana del deseo y opera como función paterna o convoca a la misma. Por supuesto, cuando la angustia fracasa en su función no lleva al acto, sino al acting out o al pasaje al acto.  

La angustia, nos dice Lacan, es un afecto, en el sentido de que el sujeto está afectado. Es el único afecto que no engaña, en tanto que los otros afectos y sentimientos, como el amor, el odio... pueden estar desplazados o sustituidos ya que los significantes que los amarran están reprimidos. La angustia, como emergencia de lo real se siente en el yo, se siente en el cuerpo. La angustia está presente en todas las estructuras. Quizás sea el autismo la defensa más radical contra la angustia, al externarse el autista del yo y del Otro. 

Fuente: Notas de la conferencia dictada por Clemencia Baraldi 30 de junio 2020 en la Institución Fernando Ulloa. 

miércoles, 11 de noviembre de 2020

Qué hacer con el acting-out del paciente... ¿Y del analista?

El acting out es un llamado al Otro, en una escena fuertemente escópica y visual (se da a ver). Los detalles aparecen relatados sin titubeos y el sentido acerca de su significado es contado con total seguridad por el paciente. 

El tema del acting out está muy desarrollado en la teoría, pero no en la práctica. 

Se dice que el acting es "un decir sin sujeto", lo cual es discutible. El acting implica la asunción de un objeto e implica algo que el paciente no logra poner en palabras, porque no entra en la cadena asociativa. Se trata de un sujeto sin recursos frente a esto que actúa. El pasaje al acto, por otro lado, implica a un sujeto que se va hacia la pulsión de muerte en diferentes maneras, ya sea la muerte del cuerpo, muerte subjetiva, etc. El pasaje al acto ocurre cuando no se escucharon los llamados al Otro.

- En el acting hay escenario, se pone algo en escena para obtener una respuesta más justa. El fantasma está conservado.
- En el pasaje al acto hay una caída de la escena, el sujeto se cae del escenario.

El acting aparece de manera abrupta y no necesita ser una situación grave, aunque el pasaje al acto sí puede serlo. Si lo que el sujeto pone en escena en el acting no es pescado, el sujeto pasa al acto, desalojándose de los sostenes simbólicos e identificándose al resto: no hay operación que lo incluya. En este punto, se trata de la forclusión de un punto que no hay otra forma de hacerlo presente, sino por vía del acting. Aquí el analista debe tomar el significante como punto de Verdad, significante desprovisto de sostenes y empezar a historizar.

El acting puede tomar la modalidad de lo que Freud llamaba transferencia salvaje, donde aparece algo que no está escrito en el guión y atropeya. Por ejemplo,  una paciente que ha salido con un hombre casado y del cual se ha enamorado. El hombre le dice que no podrán seguir viéndose y angustiada, la paciente llama a su analista. Llega angustiada, irrumpe en el consultorio diciendo que ya no puede más y en lugar de sentarse en el sillón, se sienta en el piso y se pone a llorar. El analista lee el objeto que sube a la escena, ella frente al desplante del hombre casado y toma el significante "me siento en el piso" (sentarse-sentir)

Cuando se empieza a historizar el acting, siempre se descubre que el sujeto cayó del lugar de falo que lo sostenía y que creía tener. Entonces, arma una escena que pone en juego el desasimiento de los lazos.

Otra forma de acting out se da cuando el relato del paciente se cierra sobre sí mismo. El paciente relata y al analista le encuentra entrar e intervenir, el paciente se cierra a que "esto es así". En estos casos, hay que tener mucha calidez, porque el sujeto está muy complicado subjetivamente, pero a la vez hay que tener mucha firmeza para ubicar cuál es el objeto en juego para empezar a historizarlo.

Luego de un acting, se avanza hacia un nuevo tiempo. Hay un antes y un después del acting y éste tiene valor de acontecimiento.

En las supervisiones, se suele acusar a los analistas de no haber escuchado lo suficiente cuando aparece un acting. Esto implica desconocer la lógica del anudamiento de los tres registros -real, simbólico e imaginario-, pues en el acting hay algo que no ha logrado ingresar a la cadena simbólica. Lo real y lo imaginario se anudan a lo simbólico. Y hablando de los analistas...

El acting out del analista
Los analistas, por angustia o por otras situaciones que los exceden, pueden apresurarse en sus intervenciones y hacerlas antes de tiempo. Si el analista no logra escuchar o acompañar en ese proceso y se adelanta, no aloja, tiene encuadres demasiado rígidos, podemos hablar de acting out del analista.

Cuando se dice vulgarmente "El analista se autoriza de sí mismo", rápidamente concluimos que esto no es tan así. El analista también puede, por su propia angustia, hacer un acting y salir de la escena transferencial. Es por ello que para Freud es muy importante la supervisión de los casos, la teoría y el análisis personal para acotar el acting.

Es importante el registro del analista mismo cuando se evalúa un acting, ya que a veces el analista puede expulsar al paciente. Hay que respetar la velocidad que cada paciente pueda, teniendo respeto por los tiempos del paciente. No debemos olvidar que el psicoanálisis es el oficio más humano que hay, pues trabaja con las cuerdas del paciente y las del mismo analista.

viernes, 30 de octubre de 2020

Adolescencia y pasaje al acto: peligro y urgencia

En la clínica con adolescentes, nos encontramos con situaciones que traen aparejadas riesgos y peligros. La pubertad es un pasaje. Si el fantasma es una respuesta al deseo del Otro, en la adolescencia, ese fantasma es a medio construir. Cuando hablamos de fantasma, hablamos de amparo, del recurso y herramientas del sujeto, que comande la incipiente formación de síntomas. Para los analistas, el síntoma es un lugar de llegada, no de partida.

La diagonal de la inhibición, del síntoma y de la angustia es propia del neurótico, tanto en Freud como en Lacan. En el seminario 10 de La angustia, vamos a encontrar aquellos nombres que hoy nos interesan: el pasaje al acto y el acting out, que nos interesan en tanto situaciones de peligro, como el suicidio.


Ahora, no todo pasaje al acto es mortal. Hay una caída fundante del sujeto en el campo del Otro. Por otro lado, tenemos la evidencia clínica de la Joven Homosexual de un pasaje al acto que, lejos de ser mortal, ajusta o mejora la posición del sujeto con respecto al deseo. Hay una lectura muy interesante acerca de esa caída como una parición, un parir del sujeto, de un sujeto que se pone más cerca del deseo.

El acting out, tan mencionado en la clínica de adolescentes, tampoco tiene siempre un tenor patológico. Estructuralmente, el acting out es un llamado al Otro para hacerlo existir, como dice Lacan en el seminario del acto. En el libro de La adolescencia normal de Mauricio Knobel ya se había empezado a corregir el desvío patológico que se hacía sobre el acting out en los adolescentes. Muchs de los fenómenos de la adolescencia son fundantes y estructurantes, aún con el riesgo que eso significa: caídas y cortes.

Hablando de cortes, estos pueden mitigar retornos imprevistos de lo real cuando se trata de la constitución de la imagen corporal, ahí donde la metáfora se ha retirado. Los cortes en el cuerpo pueden ser una manera de armar cuerpo entre lo real y lo imaginario. 

El acting out es un llamado al Otro estructural y es denominado por Lacan como transferencia salvaje. Esto no autoriza verlo como algo patológico, aunque se trate de problemas clínicos a atender. La transferencia salvaje es un llamado al padre en su función de corte de un goce incestuoso. Muchas veces tenemos que ser soportes de esa función de corte en la clínica. La clínica con adolescentes es una de la clínicas más complejas y requieren de tacto, prudencia, tiempo y paciencia.

Ahora, ¿Qué es ser soporte del corte? Se trata de un movimiento de báscula, que tiene que ver con lo imaginario y tiende a la estabilidad. Fernando Ulloa trabajó mucho el dispositivo de demora, de espera, para darle tiempo a esta dialéctica que viene con todo el empuje pulsional y la irrupción real. El analista debe soportar esa temporalidad, que tiende a ser barrida por el empuje pulsional. La demora a la que se refiere Ulloa es a la pulsión, para que ella haga su recorrido y se produzca el vacío. El resorte de ese recorrido siempre va a estar en el vacío. 

Daniel Paola, en su libro Transadolescencia, nos dice:
En la adolescencia el sujeto se topa por primera vez con la dialéctica de la propiedad del cuerpo que determina la aparición del síntoma. Ya ha dejado de ser el cuerpo objeto propiedad de otro y al librarse se topa con la afirmación de la inexistencia de la propiedad, que aunque intolerable al principio, se convierte luego en síntoma que lo borra de esa verdad.

En la adolescencia no hay una adecuada representación del cuerpo, en tanto que no se los puede contar de a uno. Los adolescentes hacen masa por esa inadecuada representación del cuerpo. 

La película turca Mustang: belleza salvaje alude, en su título, a un caballo indomable. En la película se habla de la potencia de lo joven y lo bello, pero cuando este potencial no es bien encauzado. La película trata de una familia que vive en un lugar rural, alejado de la ciudad, con pautas muy tradicionales y conservadoras de ese contexto.

La película nos muestra a cinco chicas, algunas más chicas; otras, adolescentes. Toda la primer parte de la película nos va a mostrar esa suerte de masa entre las chicas: son partes de una misma fruta que luego será desgajada. ¿De qué manera? Nos enteramos durante la trama que el padre abusa de ellas. La mirada de la cámara es la mirada de la más pequeña de ellas, que lleva el hilo de la historia y nos muestra lo que sucede en la casa.

La historia no termina bien. Los padres arreglan casamientos con los familiares de zonas cercanas; ellas no son escuchadas ni tenidas en cuenta en su deseo. El padrone dispone con violencia y abuso, con consecuencias trágicas. Una de ellas se suicida, dos se casan y las dos menores se escapan hacia la ciudad. 

Este caso podemos sumarlo a El despertar de la primavera, donde también está en juego la tragedia de púberes adolescentes. En esta última, aparece el enmascarado que viene a poner un poco de orden entre los vivos y los muertos, en los discursos cínicos suicidas, en trazar un horizonte vivificante para alguien te tambalea, vascila y tiembla ante la posibilidad de tentarse por el llamado de los muertos. El enmascarado produce un corte, casi como una figura paterna. Además, propone un horizonte, una perspectiva vivificante. 

Freud, en el simposio sobre el suicidio adolescente, dijo que en el momento donde alguien se está desasiendo de la familia, es donde mayor apoyo necesita. Esto es importante para los docentes y cualquier adulto que acompañe ese pasaje. Tiene que haber alguien que produzca un giro hacia lo vivificante, hacia el Eros y que plantée algo del orden de la confianza. En la dirección a la cura de adolescentes, sabemos que debemos instalar un lugar de confianza de secreto pautado y ordenado, pautando a los padres para que no quieran investigar, mirar ni interferir demasiado en lo que acontece. A veces, ese solo aislamiento es terapéutico. No obstante, este punto se tiene que transgredir si el paciente tiene riesgo suicida, por ejemplo llamando a los padres. Sino, el secreto pasa a ser una complicidad gozosa con esa situación.

A veces, una serie de actings o la posibilidad de un pasaje al acto implica intervenir de otra manera. ¿Cómo intervenir ante un desenlace horrendo y ominoso como el de la película? A veces llegamos tarde y somos consultados cuando esto ya se produjo y hay que trabajar sobre el saldo de esa situación.

No todo intento de suicidio tiene el propósito de quitarse la vida. Debemos separar el deseo de muerte, fantasear con la muerte, pulsión de muerte no son sinónimos. Hay muchos manuales de suicidología, lo cual le ha agradado a la psiquiatría enormemente. Hay protocolos estandarizados con señales para tratar, prevenir el suicidio. En realidad, cada caso hay que verlo en su singularidad. 

A veces, un intento de suicidio es un intento de parirse como sujeto. Recordemos que el acting out es la demanda a que el Otro haga lugar y que aloje. Nosotros estamos trabajando en una línea muy fina, donde alguien puede caer y no de una manera estructurante, sino cruel porque el Otro no aloja, no mira, ni le importa, ni le hace falta. Acá esta peligro si es que el analista no logra producir un realojamiento. Este punto jamás debe ser desestimado (ej: "No, es un llamado de atención")... ¡Fue un llamado! 

Hay dos tipos bien marcados de intentos de suicidios o de suicidios logrados. Uno es el que conocemos como vaciamiento de sentido, de que nada tiene sentido: el melancólico, el depresivo, en donde no hay manera de producir algún objeto que merezca ser duelado por el sujeto. En este estado, el paciente es bastante impenetrable a las intervenciones. Su anidamiento de la idea de fantasía de muerte continúa por mucho tiempo.

Hay suicidios por impulsión, mucho más sorpresivos y que no suelen avisar. Son suicidios por identificación que causan algún tipo de contagio. Puede darse que varios chicos decidan quitarse la vida, incluso con rituales. A veces está relacionado a adicciones. En Las Desventuras Del Joven Werther de Von Goethe, cuando salió la novela, causó una oleada de suicidios por lo que cuenta Werther. Goethe dijo 
Mientras yo me sentía aliviado y liberado por transformar la realidad en poesía, mis amigos se confundieron creyendo que había que transformar la poesía en realidad, imitar la novela y matarse. 

Lacan, sobre el suicidio, hace una reflexión:
[...] el suicidio posee una belleza horrenda que lleva a los hombres a condenarlo de forma tan terrible, y también una belleza contagiosa que da lugar a esas epidemias de suicidio de lo más reales en la experiencia.

Esta "belleza horrenda" es el goce, del que hay que salir pero no de una manera salvaje con el conocido "acotar el goce". Hay un terrorismo de ir a acotar de cualquier manera al goce, como si la función del analista fuera algo limitadora y prohibitiva. Acotar requiere de una evaluación, de una dosificación y no de una eliminación.

El analista debe ser soporte de las manifestaciones con nuestro propio deseo de analista, que se orienta a eso real que se aparece de manera disruptiva. El ordenamiento fálico tiene que ver con la producción de un vacío, de un significante. Ese vacío es el que nos permite pivotear sobre pel, que a veces tiene que ver con cuestiones creativas con cierto camino sublimatorio de la pulsión. 

Fuente: Nota redactada con las notas de la conferencia " Adolescencia: pasaje al acto. Peligro y Urgencia" Dr. Demetrio Demirdyian del 3 de octubre 2020