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jueves, 20 de marzo de 2025

Más allá del diagnóstico: repensando el TDAH y la Infancia

 La Gran Bolsa del TDAH

"Niños de 5 años que se mueven demasiado, niños ensimismados, niños que hablan de modo desafiante, niños con dificultades para armar pensamientos, todos son englobados en esta gran bolsa de gatos en que se ha convertido el déficit de atención con o sin hiperactividad."
— Beatriz Janin

En la actualidad, la etiqueta diagnóstica del TDAH se ha convertido en un cajón de sastre donde caben múltiples expresiones del sufrimiento infantil. En lugar de escuchar lo que cada niño intenta comunicar con su conducta, se opta por reducir su complejidad a un diagnóstico rígido, perdiendo en el proceso la oportunidad de comprender su singularidad.

El Peligro de Congelar los Síntomas

Sigmund Freud hablaba del "sentido de los síntomas": una clave para acceder a la verdad subjetiva del niño. Sin embargo, cuando se patologiza la infancia de manera mecánica, se reemplaza ese sentido por una identidad prefabricada, vaciando de contenido la experiencia psíquica.

Esta supresión del conflicto en la infancia no desaparece, sino que resurge con mayor fuerza en la adolescencia, manifestándose en impulsiones, compulsiones, acting out, problemas con la ley o con el propio cuerpo.

Un Enfoque Ético en la Clínica Infantil

El trabajo del psicoanalista con niños debe basarse en premisas fundamentales:

  • Reconocer que el psiquismo infantil está en formación, abierto a transformaciones y nuevas posibilidades.
  • Respetar el derecho del niño a tener síntomas, pues estos expresan su verdad subjetiva.
  • Escuchar y descifrar el síntoma, siguiendo la enseñanza de Jacques Lacan: “El síntoma representa la verdad de su subjetividad.”
  • Incluir a las figuras parentales, estableciendo con ellas una transferencia positiva, sin culpabilizarlas, pero ayudándolas a asumir su responsabilidad.

El Contexto: Una Variable Ineludible

No se puede abordar el sufrimiento infantil sin analizar el entorno en el que el niño crece y se desarrolla. Las condiciones sociales y culturales de cada época atraviesan la crianza y modelan las problemáticas psíquicas.

El Psicoanalista como "Prestador"

Trabajar con la infancia es una labor artesanal. El psicoanalista no solo escucha, sino que también presta aquello que el niño necesita para estructurarse psíquicamente:

  • Un límite cuando está incierto.
  • Atención y amor cuando han sido insuficientes.
  • Un borde corporal cuando este se encuentra desdibujado.
  • El juego cuando ha quedado detenido.
  • Significaciones menos normativas y más deseantes.

La clínica infantil no puede limitarse a una etiqueta diagnóstica; debe abrirse a la escucha genuina del sufrimiento, ofreciendo herramientas para que el niño pueda simbolizar lo que hoy solo puede expresar con su cuerpo y su acción.

viernes, 7 de febrero de 2025

La crianza y el déficit de atención: una paradoja moderna

 La dificultad que muchos niños enfrentan hoy para concentrarse en la escuela y realizar tareas que exigen atención sostenida suele estar asociada a una crianza sobrecargada de estímulos y actividades compartidas con adultos y otros niños. En gran parte de las sociedades que se consideran cultas, se ha asentado como idea común que esta dinámica favorece el desarrollo intelectual, emocional y social del niño.

Sin embargo, esta especie de nueva "educación ideal" fomenta, más que la reflexión pausada y la atención prolongada, la habilidad del niño para moverse ágilmente de un estímulo a otro. Esto ocurre en detrimento de la capacidad de dedicarse sin prisa a lo que tiene frente a él o a lo que elegiría hacer de manera espontánea, sin la constante intervención de propuestas externas.

Detrás de lo que se denomina “déficit de atención” puede encontrarse, entonces, una habilidad hiperdesarrollada para desconectarse rápidamente de un estímulo y pasar al siguiente, sin profundizar en ninguno. Este patrón va más allá de lo cognitivo y se refleja también en la preferencia por contenidos breves y rápidos, siguiendo un recorrido que lleva del libro a la revista, de la revista a plataformas como Facebook, ahora “X”, y de allí a medios aún más efímeros como Instagram.

En síntesis, el llamado “trastorno por déficit de atención” podría estar relacionado con una adaptabilidad exagerada para no aferrarse a nada y conectarse rápidamente con todo, un rasgo promovido por ciertas prácticas de crianza contemporáneas.

lunes, 7 de octubre de 2024

El analista frente al TDAH en adultos.

La atención es un proceso cognitivo fundamental que nos permite focalizar y concentrar nuestros recursos mentales en una tarea o estímulo específico, ignorando o suprimiendo otros estímulos irrelevantes. Es crucial para prácticamente todas las actividades cognitivas, como aprender, tomar decisiones y resolver problemas. La atención puede dividirse en diferentes tipos, según cómo se utilice:

  1. Atención sostenida: Capacidad de mantener la atención de manera prolongada en una tarea o estímulo.
  2. Atención selectiva: Capacidad de concentrarse en un estímulo específico mientras se ignoran otros estímulos.
  3. Atención dividida: Capacidad de atender a múltiples tareas o estímulos al mismo tiempo.
  4. Atención alternante: Capacidad de cambiar el foco de atención de una tarea o estímulo a otro.

Por otro lado, también podemos dividir la atención entre primaria y secundaria.

La atención primaria (o focalizada) es el proceso inicial y más básico de atención, en el que dirigimos activamente nuestra concentración hacia un estímulo específico, dejando de lado otros. Este tipo de atención es intencionada y consciente, y es clave para tareas que requieren un alto grado de concentración. Se centra en un estímulo o tarea a la vez, ignorando distracciones. Por ejemplo, cuando estamos leyendo un libro en un ambiente ruidoso y logramos ignorar el ruido de fondo.

La atención secundaria, también conocida como atención dividida, se refiere a la capacidad de procesar más de una fuente de información al mismo tiempo. En este tipo de atención, el cerebro distribuye sus recursos entre diferentes tareas o estímulos, lo que puede disminuir la eficiencia en algunas de ellas, ya que la atención está "compartida".

Existen varias patologías o trastornos que afectan el proceso de atención. Entre las más comunes se encuentran:

  1. Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): Caracterizado por dificultades para mantener la atención, impulsividad y, en algunos casos, hiperactividad. Las personas con TDAH suelen tener problemas para concentrarse en tareas prolongadas o monótonas, lo que puede interferir con su desempeño escolar, laboral y social.

  2. Trastornos del espectro autista (TEA): En algunos casos, las personas con TEA pueden tener dificultades para centrar su atención de manera flexible o para alternar entre diferentes estímulos. Pueden enfocarse intensamente en detalles específicos y tener problemas para cambiar de tarea.

  3. Demencias (como el Alzheimer): Las personas con demencia a menudo presentan deterioro en la atención, lo que afecta su capacidad para procesar información nueva, seguir conversaciones o realizar tareas que requieren concentración sostenida.

  4. Trastornos de ansiedad: Las personas con ansiedad pueden tener dificultades para concentrarse debido a preocupaciones constantes. La hipervigilancia, característica de estos trastornos, puede hacer que la atención sea fácilmente interrumpida por estímulos irrelevantes.

  5. Depresión: Las personas con depresión suelen tener problemas para concentrarse y mantener la atención. Esto se debe en parte a la fatiga mental y la pérdida de motivación que acompañan a este trastorno.

  6. Síndrome de Fatiga Crónica: Las personas con este síndrome presentan agotamiento físico y mental, lo que afecta significativamente su capacidad para mantener la atención durante largos períodos.

  7. Traumatismo craneoencefálico: Los daños cerebrales resultantes de un traumatismo pueden provocar problemas en la atención, como la dificultad para mantener el foco en una tarea, cambiar entre estímulos o dividir la atención.

  8. Trastornos del sueño: La privación del sueño o los trastornos del sueño, como el insomnio o la apnea, pueden afectar gravemente la atención. La falta de sueño reduce la capacidad de concentración y puede hacer que las personas se distraigan fácilmente.

Estas patologías afectan de manera diferente la capacidad de atención según el tipo y la gravedad del trastorno, interfiriendo en la vida cotidiana y el rendimiento cognitivo general.

Ahora bien, el diagnóstico del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en adultos ha sido objeto de varias críticas debido a la complejidad del trastorno, la variabilidad de los síntomas y la subjetividad inherente en el diagnóstico.

Si el diagnóstico se basa en gran medida en cuestionarios y entrevistas que se les hace a los pacientes adultos, se introduce una considerable subjetividad con la que el mismo fue confeccionado. A diferencia de otros trastornos psiquiátricos, no hay biomarcadores o pruebas clínicas objetivas (como análisis de sangre o imágenes cerebrales) que confirmen la presencia del trastorno. Muchas veces, tampoco se hacen exámenes neurocognitivos. Esto puede llevar a errores de diagnóstico o a una sobreestimación de la prevalencia del TDAH.

Sumado a lo anterior, tenemos la confusión con otros trastornos. Los síntomas del TDAH en adultos (como falta de concentración, desorganización y dificultades para mantener la atención) pueden superponerse con otros trastornos psiquiátricos como la depresión, la ansiedad, el trastorno bipolar, el insomnio, o incluso los efectos del estrés crónico. Esto genera una confusión diagnóstica, y algunas personas pueden ser diagnosticadas erróneamente con TDAH cuando, en realidad, padecen otro trastorno o viceversa.

Otro punto a considerar es la variabilidad de los síntomas en adultos. El TDAH es un trastorno que típicamente se diagnostica en la infancia, y aunque algunos síntomas pueden continuar en la edad adulta, no siempre se presentan de la misma manera. Los adultos con TDAH a menudo presentan síntomas más sutiles que en la infancia, lo que puede dificultar la identificación clara del trastorno. En la vida adulta, los síntomas de hiperactividad tienden a disminuir, mientras que los problemas de atención y de organización se vuelven más prominentes, lo que puede hacer que algunos diagnósticos pasen desapercibidos o se confundan con comportamientos normales del estrés laboral o de la vida cotidiana.

Existe una falta de consenso sobre la continuidad del TDAH desde la infancia hasta la adultez. Algunos investigadores argumentan que el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo, y que los adultos diagnosticados con TDAH podrían estar experimentando otro tipo de problemas o síntomas, más que una continuación del trastorno infantil. Además, los criterios diagnósticos actuales se basan principalmente en estudios infantiles, y existe un debate sobre si los mismos criterios son válidos y adecuados para los adultos.

En algunos casos, se ha sugerido que el TDAH en adultos está sobrediagnosticado. Esta crítica se basa en el aumento significativo de diagnósticos en los últimos años, lo que ha generado preocupaciones sobre la posibilidad de que se estén diagnosticando casos "marginales" que no necesariamente cumplen los criterios clínicos estrictos. Parte de esta crítica señala que algunos comportamientos asociados al TDAH, como la distracción o la falta de atención, pueden ser respuestas naturales al estilo de vida moderno (multitarea, estrés laboral, sobrecarga de información), y no necesariamente indicadores de un trastorno clínico.

Relacionada con la crítica del sobrediagnóstico, existe preocupación por el uso de medicamentos psicoestimulantes, como el metilfenidato (Ritalin) o las anfetaminas (Adderall), para tratar el TDAH en adultos. Estos fármacos son altamente eficaces en el control de los síntomas, pero también tienen potencial de abuso y efectos secundarios importantes. Algunos críticos argumentan que el uso de estos medicamentos puede ser inapropiado en algunos casos de diagnóstico dudoso, y que se recetan con demasiada facilidad sin un análisis exhaustivo de los riesgos y beneficios.

Finalmente, el aumento en los diagnósticos de TDAH en adultos podría estar influenciado por factores culturales y sociales. Por ejemplo, en sociedades donde se valora la productividad, la eficiencia y la multitarea, las personas que no cumplen con estos estándares podrían buscar un diagnóstico que explique sus dificultades. También se argumenta que la publicidad y la difusión del TDAH en medios populares han contribuido a una mayor autodiagnosis y búsqueda de tratamiento, lo que puede llevar a diagnósticos incorrectos.

El diagnóstico de TDHA: quehacer del psicólogo.

Como vimos, el diagnóstico de TDAH en adultos es un tema controvertido que enfrenta críticas relacionadas con la subjetividad diagnóstica, la posible confusión con otros trastornos, el uso excesivo de medicación, y el sobrediagnóstico, entre otros. Aunque el diagnóstico y tratamiento de este trastorno han mejorado la calidad de vida de muchas personas, es importante que se realice una evaluación cuidadosa y completa para evitar diagnósticos erróneos y tratamientos inadecuados.

Si bien el diagnóstico puede proporcionar un sentido de alivio y explicación para algunas personas, también puede tener consecuencias estigmatizantes. Los adultos diagnosticados con TDAH a menudo enfrentan prejuicios y malentendidos sobre su capacidad para funcionar en el entorno laboral o personal. El estigma en torno al TDAH puede afectar negativamente la autoestima y la autoeficacia de las personas, lo que añade una dimensión social y psicológica compleja al diagnóstico.

Un punto dificultoso es cuando el paciente toma el diagnóstico como una forma de ser, valiéndose del sentido que brinda para los diversos padecimientos que poseen. El diagnóstico del cuadro, tal cual está descripto, puede ser tomado como causa para:

  • Impulsividad, actividad excesiva o inquietud.
  • Desorganización y problemas para establecer prioridades o planificar. Escasa habilidades para administrar el tiempo.
  • Problemas para concentrarse en una tarea. Problemas para realizar tareas y terminarlas
  • Problemas para realizar múltiples tareas a la vez.
  • Cambios de humor frecuentes, irritabilidad. Baja tolerancia a la frustración.
  • Problemas para enfrentar el estrés.

De esta manera, los pacientes pueden aparecer infatuados respecto al diagnóstico, es decir, creyéndose ser eso a lo que se identifica: "Soy TDAH", "Las personas con neurodiversidad...". Incluso, el paciente puede sentirse exceptuado de hacer ciertas cosas o excusarse de cumplir sus obligaciones invocando estas figuras, a las que relaciona con su forma de ser.

El analista debe ser cauto con estos tipo de identificaciones, en especial si el paciente se aferra a ellas con certeza, incluso las defiende. No es de extrañar que TDAH aparezca como suplencia de una psicosis, en la medida que esa identificación sea una forma de compensación o estabilización psíquica que evita que el trastorno psicótico se manifieste de manera abierta o completa. El TDAH, como significante, puede permitir mantener cierto lazo con la realidad, aunque de una forma particular o a través de actividades sustitutivas que suplen la carencia simbólica estructural. El diagnóstico de TDAH, por como está descrito, crea una auténtica estructura que da sentido a la experiencia subjetiva de la persona y le permite mantener un lazo simbólico con la realidad social.

Si el analista sospecha o confirma que se trata de una estructura psicótica, la nominación debe ser conservada, es decir no contradecirla y trabajar sobre las dificultades que el paciente traiga.

Ahora bien, si el paciente se presenta más desde la duda, por ejemplo al cuestionar el diagnóstico (sea que se lo dijo una persona significativa, un psiquiatra, etc) se puede trabajar en abrir la cuestión. Algunos puntos a tener en cuenta para esto es considerar:

- La historización del síntoma, cuándo comenzó, cuándo mejoró/empeoró.

- Indagar en el desempeño escolar y posibles problemáticas.

- Indagar acabadamente sobre los patrones de sueño.

- El consumo de sustancias y enfermedades médicas.

A mi gusto, si se tiene la posibilidad, me gusta incluir una batería de tests. La idea es averiguar qué parte del proceso cognitivo está afectada para realizar hipótesis y trabajarlas luego. Un buen test para ello es el de Rorschach. Este test, que esencialmente es un test neurocognitivo, muestra bien cómo funciona el proceso cognitivo del paciente, dando cuenta de diversas variables que pueden alterarlo, por ejemplo la influencia de los afectos o la manera de tomar decisiones.

sábado, 6 de marzo de 2021

ADHD. Attention-Deficit Hyperactivity Disorder / Trastorno por déficit de atención con hiperactividad

Aunque el síndrome se conoce desde hace un siglo, no siempre tuvo ese nombre. Binet pensaba en los niños que fracasaban en la escuela pero que no tenían problemas.

1939🡪 se unifica el cuadro y se llama “lesión cerebral mínima” (LCM). Ocurre luego de una epidemia de encefalitis.

1962🡪 Se pasa del órgano a la función. Se comprueba que no hay lesión cerebral y se pasa a llamar “Disfunción cerebral mínima”. Se piensa que la atención no funciona, pero se descarta lo orgánico.

1994🡪 Aparece el cuadro en el DSM IV.

1995🡪 Se adjudica el problema a lo cognitivo. Empiezan las hipótesis de base genética.

Hay tests que dan perfiles en esta patología. Déficit estructural es distinto a déficit funcional. En el déficit estructural, una parte del cerebro está alterada. En el déficit funcional, el mismo síntoma no tiene base anatómica. Ej: atraviesa un duelo o un problema familiar y no puede prestar atención.

El déficit de esta patología consiste en la dopamina en el lóbulo frontal (el prefrontal). La dopamina es un neurotrasmisor implicado en la motivación, la atención, la inhibición y el autocontrol. El lóbulo frontal madura entre los 18 y 20 años. Sus funciones son las ejecutivas y las atencionales

Las funciones ejecutivas nos permiten planificar a voluntad, organizarnos, pensar en estrategias necesarias para llegar a un fin. En el TGD también están afectadas estas funciones.

La atención nos permite inhibir los estímulos irrelevantes para poder enfocar en un estímulo, que muchas veces no es el más atractivo. Las funciones de la atención son:

  • Enfocar: dejar de lado lo que no es pertinente y enfocar a algo específico.

  • Sostener: la atención puede sostenerse durante el tiempo necesario. Acá está el problema del ADD.

  • Cambiar adaptativamente hacia otro foco atencional.

Medicación:

- Metilfedinato (Ritalina y anfetaminas). Las anfetaminas son adictivas, muchas veces son el camino para la adicción y las psicosis. Su abuso crónico da tolerancia.

- Antidepresivos tricíclicos.

Síntomas secundarios:

- Trastornos de la conducta motora.

- Signos neurológicos blandos, pequeñas dificultades en la motricidad fina, como agarrar mal la tijera.

- Trastornos perceptuales: les cuesta la integración de figuras, como se puede notar al copiar una de las láminas del Test Gestáltico Visomotor de Bender

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- Trastornos atencionales.

- Trastornos en la temporalidad de los relatos.

- Trastornos del pensamiento, sobretodo en la clasificación.

- Trastornos emocionales reactivos a lo anterior mencionado.

En las escalas verbales del WISC, obtienen puntajes buenos o por encima. Las escalas de ejecución dan por debajo de la media.

El test además consiste en ROMPECABEZAS y CUBOS (se evalúa lo perceptivo y lo motor), ORDENAMIENTO DE FIGURAS y COMPLETAMIENTO DE FIGURAS.

jueves, 15 de octubre de 2020

Aparato protector contra el trauma ¿cómo está constituido?

Para que un trauma se constituya, hay que alterar el aparato protector contra estímulos. ¿Qué es dicho aparato y cómo está constituído? 1) Percepción intermitente, 2) Representaciones disponibles de expectativa, y , 3) atención.

El aparato protector constituido no es un invento teórico. Freud se refiere a que por medio de la atención uno ve venir el estímulo; las representaciones de expectativa ó expectativa ansiosa son contenidos del preconsciente (memoria) que permiten ligar el estímulo a una representación, es decir, entenderlo, y por último la percepción intermitente se refiere a lo que Freud describe: donde hay percepción no hay memoria. Todo lo que pasa por el aparato perceptor desaparece de él apenas es ligado a una representación y eso permite que entre otra percepción. De lo contrario el aparato perceptor quedaría ocupado por una percepción y no podrían entrar otras. Supongamos que le lente objetivo se modifica con la primera foto que se saca con esa cámara: a partir de ahí todas las fotos tienen la marca de esa primera percepción.

Una persona que tiene muchas represiones, no cuenta con representaciones para ligarlas con los estímulos que le llegan, y esto está ligado con el trauma. La atención tiene que ver con esto de que no nos agarre por sorpresa, el trauma puede pasar por no estar preparado el yo, para ligar ese estímulo.

1) Percepción intermitente significa que el aparato perceptor conciencia recibe un estímulo y debe desalojarse enseguida para que entre otro estímulo, pues mientras el estímulo pasa por él no es estimulable. O sea, nuestra idea de una percepción continua es una elaboración secundaria, realmente percibimos en forma intermitente. Como ocurre con las películas de celuloide: se proyectan un montón de cuadritos que nosotros elaboramos como una continuidad.

2) Representaciones disponibles de expectativa. Representaciones preconscientes disponibles para ligar el estímulo que viene del mundo exterior. Cuantas más representaciones tenemos más pobibilidades de ligar los estímulos y como la represión elimina representaciones preconscientes nos deja más expuestos a situaciones traumáticas, a no poder ligar estímulos.

3) La atención: es la hipercatexis de representaciones de expectativa: permite poner en primer lugar a las representaciones para ligar los estímulos. La distracción, la falta de atención, nos expone al factor sorpresa, importante para provocar un trauma, un schreck, un susto.

lunes, 7 de septiembre de 2020

La dinámica de las pulsiones en la infancia

Notas de la conferencia dictada por Beatriz Janín, el 18 de junio de 2019

Hoy vamos a hablar de las pulsiones y de cómo pensar todo este tema en la clínica psicoanalítica con niños. Lo primero que tenemos que pensar es que las pulsiones sexuales se apuntalan en las pulsiones de autoconservación. O sea, es a partir de la satisfacción de la necesidad que aparece -como plantea Freud- la sexualidad. El erotismo aparece a partir de la satisfacción de la necesidad. Esto es básico y aparece en los primeros textos de Freud, como La interpretación de los sueños. Fíjense que siendo esto algo nodal en el psicoanálisis, nos da pie para pensar muchísimas cuestiones.

¿Qué pasa con aquellos pacientes, aquellos niños que aparecen desvitalizados, como si nunca hubiera aparecido en ellos esa “tensión hacia”, más allá de las pulsiones de autoconservación, más allá de la necesidad?

¿Qué pasa en situaciones de vulnerabilidad social, donde la la satisfacción de la necesidad no se da? ¿Qué pasa allí con la construcción de lo pulsional, en cuanto a pulsión sexual?

Uno podría pensar que las pulsiones se apuntalan en relación a las pulsiones de autoconservación, sobre la satisfacción de la necesidad, donde aparece ese plus -como dice Laplanche-, que es ese plus de ese armado que tiene que ver con la sexualidad del adulto. Es decir, tiene que ver con la sexualidad de la madre, la erotización y la libidinización de un cuerpo. Las pulsiones sexuales se constituyen en un vínculo, a partir de un Otro, a partir de las caricias, el contacto, las palabras, en esa relación.

A la vez, podemos pensar que un chico chiquito no suele tener demasiados frenos internos. Los chicos son pasionales e impulsivos, funcionan como pura satisfacción pulsional. Sabemos que las pulsiones son anárquicas, funcionan cada una por su cuenta. Lo primero que se opone a las pulsiones es el armado del primer yo. El primer yo es el yo de placer, que se constituye con el narcisismo. Es el yo del narcisismo, porque el yo de placer sería algo así como el yo del “yo quiero…”. Es el yo que va en el mismo sentido que las pulsiones en cuanto a su meta, pero a la vez es una organización. Como organización, frena el devenir pulsional. Si las pulsiones son anárquicas y a lo que tienden todo el tiempo es a la satisfacción, el yo como organización va a poner un freno a esto. O sea, cuando esto se pudo constituir y un chico pudo armar una representación unificada de sí, va a poder tener un mínimo freno pulsional, que a su edad es relativo, pero hay un freno interno. Se oponen simplemente porque el yo es una organización y lo otro no. No se oponen en tanto a sentido, por ejemplo podemos ver un chico de 3 años que dice “Yo quiero…” y eso no tiene mucho freno si no viene de los otros, porque el mismo yo va en el sentido de lo pulsional y quiere la satisfacción. Pero ya es de otra manera, porque decir “yo quiero…” no es tirar abajo todo y arrasar con los otros. Los chicos muy chiquitos ven que otro tiene un juguete, lo quieren y esto es casi signo de vitalidad: van, le arrancan el juguete al otro niño. Luego van construyendo frenos internos.

La impulsividad es propia de la infancia y esto me importa, porque en este momento se habla exageradamente de chicos impulsivos como patología. Se dice que nacen con problemas neurológicos o genéticos que los llevan a ser impulsivos y en realidad todos los chicos chiquitos son impulsivos y el freno a la impulsividad es algo que se construye a lo largo de la infancia. Es más, uno podría decir que se da con la constitución del yo de placer, pero es recién con la constitución del yo de realidad definitivo (el yo del El yo y el ello), ese yo que cabalga entre el ello, el superyó y la realidad como cuarta instancia; es recién ese yo efectivamente el que se va a oponer a lo pulsional. Ahí recién se arma una cadena de representaciones que frena el devenir pulsional. Bion dice que si no existiera el pensamiento, todos funcionaríamos de manera impulsiva. Es el armado de representaciones preconscientes lo que permite que frene. Durante la primera infancia esto se va construyendo y muchas cuando trabajamos con niños uno tiene que trabajar en relación a esto, cuando esto no se ha construído.

En la constitución de las pulsiones nos encontramos con varias cuestiones. Una de ellas es qué pasa cuando la pulsión no se constituye como pulsión sexual. Hay chicos que parecen sin ningún armado deseante. Están como en una retracción al vacío. En este momento está muy generalizado el diagnóstico de autismo, acá y en muchos países. Si además dicen que esto es biológico, entonces pareciera que estamos frente a una degeneración de la especie. Con lo que nos encontramos es con muchos niños que les falta esta cuestión de ir hacia el otro, como si la pulsión únicamente se satisfaciera autoeróticamente. O sea, no se dirige hacia un otro, entonces son niños que no se conectan con los otros. Son chicos desconectados de los otros. Allí hay algo en la constitución pulsional donde esto de la búsqueda del objeto para la satisfacción ha quedado en la vuelta sobre si mismo, al mismo punto de llegada, que en realidad es lo mortífero de la pulsión. Si uno va a Más allá del principio de placer, lo que se puede pensar es que hay un giro, donde están las pulsiones parciales y las grandes pulsiones (de vida y de muerte). En toda pulsión parcial hay un movimiento hacia afuera que tiene que ver con lo vital, con eros en juego, y un circuito de cierre que si llega a la fuente es lo mortífero. Sería la vuelta absoluta en cero, a la nada, a la no tensión. En estos chiquitos, hay algo de esto que es lo preocupante y no depende de causas biológicas. ¿Por qué se produce en esta época? ¿Cuál es su dificultad para libidinizar el mundo y dirigirse hacia el afuera? Para libidinizar al mundo, el mundo tiene que ser mostrado como algo digno de ser atendido.

Por otra parte, también nos encontramos con algunos niños que se conectan con los otros, pero tienen un funcionamiento particular. Por ejemplo, una niña de 5 años llega al consultorio. Está en preescolar y en la escuela suponen que no puede pasar a primer grado porque es una nena a la que no se le conoce la voz desde los 3 años. La diagnosticaron con TEA desde los 2 y estuvo con tratamiento cognitivo conductual. Le fueron cambiando el diagnóstico. La escuela relata que es una nena que llega a la escuela, la nena hace un gesto, va un nene y le saca la campera, otro le acomoda la mochila y ella no se mueve. La llevan, la traen, la ponen, la sacan y ella hace todo lo que los otros le dicen. Cuando la atiendo, le pregunto a la nena qué quiere hacer y ella me responde “Decí vos”. Le digo que yo no voy a decir. Yo le había dado un montón de material y le digo que puede hablar, dibujar, jugar, que elija ella. Varias sesiones en esa línea, donde yo le decía que si ella se quería quedar quieta y callada, yo no tenía ningún problema, que podía esperarla todo lo que necesitara, pero que no iba a decirle lo que tenía que hacer. Por supuesto, con otros nenes yo tengo una actitud mucho más activa, pero acá no.

Después de un tiempo, ella empieza a proponer tímidamente. Pero si se le caía un lápiz me miraba para que yo lo levantara. Hacía este tipo de cosas. No se ponía la campera sola ni se la sacaba. En esta chiquita, si uno lo piensa desde el punto de vista de las pulsiones, puede pensar que el movimiento de las pulsiones, así como hay un movimiento entre Rros y Tánatos; por otra parte la posibilidad de mirar el mundo, de acercarse al mundo y de dominarlo, sus objetos, el cuerpo, tal como se plantea en Pulsiones y sus destinos, esto se constituye en un vínculo con un Otro. Si las pulsiones se constituyen en un ida y vuelta. Freud plantea la cuestión de sujeto y objeto, pero no sujeto como lo entendemos, sino como posiciones en la pulsión.

¿Qué pasa con esta nena? Pareciera como si siempre hay Otro que toma el lugar activo. Es decir, la pulsión se puede fijar a un objeto pero también a una meta, a un modo de satisfacción. El modo de satisfacción en estos chicos, al que quedó fijado este tipo de chicos, es al polo pasivo. Siempre hubo Otro que irrumpió excesivamente y que no dejó margen para que alguien más apareciera. A partir de trabajar con esta nena, ella pasó a primer grado. Empezó a hablar en clase y a funcionar. Había en ella una fijación pulsional a una posición pasiva. Había que quebrar esta idea donde ella quedaba siendo mirada y movida por los otros. Ella no podía asumir el movimiento ni la mirada, que además son las 2 pulsiones (mirada y dominio) que se articulan en el deseo de saber.

Es difícil que alguien pueda aprender sin romper, sin dominar el cuerpo, la mano. Cuando un niño no aprende, a veces es por pasivos: no preguntan, son extremadamente “buenos”, no cuestionan. Y para aprender hay que cuestionar, preguntar, dudar de la palabra, investigar, meterse. Muchas veces los niños que tiran la escuela abajo aprenden, porque cuestionan, desafían y preguntan. En ese movimiento, van aprendiendo, aunque no sea lo que la escuela enseña. Son chicos que investigan, que buscan y quieren saber.

Veamos otro ejemplo. Niño más pequeño. Tanto el padre como la madre, tenían el mismo funcionamiento con este nene: cada vez que el nene iba a hacer algo y no le salía (ej. sacar una masa del envase o encastrar algo), el nene hacía una mínima protesta e instantáneamente alguno de ellos se lo hacía. Ahí hubo que trabajar con los padres, porque en el momento en el que ellos dejaron de hacerlo y que el nene pudo desplegar hacerse cargo de su propio cuerpo, tener una representación de sí que le permita moverse y que le permita irrumpir en lo otro y probar, empezó a hacerlo. Sin hacer mucho, a este nene le cambió la motricidad. Lo que nene estaba haciendo era apropiándose del mundo. estaba saliendo del circuito de pasividad en el cual, padres muy amorosos pero que no daban margen, hacían todo por él. A veces los padres no tienen tiempo, que es una cosa de esta cultura y no quieren esperar a que los chicos hagan. Esto también implica un modo de vínculo donde el otro deja de tener lugar de sujeto y queda como ojeto del Otro.

Si la pulsión queda fijada en el polo pasivo, van a haber dificultades para funcionar autónomamente, para aprender y curiosear. Las dificultades posibles son:

- Que no se constituyan las pulsiones sexuales o que el chico quede sujeto a las pulsiones de autoconservación.
- Que se se constituya la sexualidad, pero armada en una vía en donde queda exclusivamente ligada a una satisfacción autoerótica, sin hacer el pasaje del autoerotismo al vínculo con el objeto.
- Qué se constituyan las pulsiones sexuales, pero con predominio de la pasividad. Lo habitual es la alternancia entre el polo pasivo y activo de la pulsión. Freud dice mirar, ser mirado, mirarse… Va dando todo este circuito y hay chicos que quedan en una sola de estas fases y no pueden pasar a las otras.
- Que las pulsiones se armen, pero no logren articularse y que queden de un modo anárquico. Ahí hay una falla en el armado de una organización que ferene ese devenir pulsional. Con lo que nos encontramos ahí es con una falla en la constitución del sistema preconsciente y del armado narcisista.

Habría que pensar si saber es una pulsión o un deseo. De los chicos que se dicen impulsivos, que se llevan al mundo por delante, son chicos que funcionan como disparados. Ocurre también en estos chicos que corren de una punta a la otra del consultorio y que cuando agarran algo lo tiran. Esta modalidad de presentación se volvió muy presente en las consultas. La sensación es que no hay ningún freno. De lo que esto habla es que no se pudo construir una organización capaz de frenar todo esto. Y esto no se logra con consignas de afuera. Lo peor que se le puede decir a un chico así es “no te muevas, quedate quieto”. Para los chicos chiquitos, decirles que se queden quietos es equivalente a decirle “morite”. Lo entienden como “No me soporta” y un chico sin frenos no va a quedarse quieto porque se lo digan.

La única manera que algo de eso se vaya modificando es ir armando mediaciones. Hay que empezar a construir sistema preconsciente y armado narcisista. En la clínica con niños, uno tiene que posibilitar armado psíquico. Mucho más que desarmar, armamos. Con el adulto neurótico usamos la interpretación y desarmamos repeticiones. Con el niño también desarmamos repeticiones, pero armando psiquismo. Con los niños, la interpretación no tiene lugar, porque no hay aparato psíquico constituido. La interpretación implica interpretar el deseo reprimido. Si no se ha constituído la represión, difícilmente uno pueda interpretar algo. Un niño impulsivo con un sistema deseante pero sin frenos no se le puede decir “Vos en realidad estás furioso con tu mamá y te la querés comer”, va a salir corriendo a morder a la madre. No va a suponer que eso es la interpretación de un deseo, casi va a supener que es una certificación de lo que él quiere. Le estamos posibilitando eso, porque está consciente.

Piera Aulagnier, tomando Construcciones en psicoanálisis, plantea que con los psicóticos no se puede interpretar y que lo que hay que hacer es construir, armar construcciones, cadenas de representación que den cuenta de una historia. El tema es historizar, no interpretar. Con los niños, cuando digo que hay que armar mediatizaciones, es armar juego allí donde aparecía el puro funcionamiento pulsional. Si un chico corre de un lado al otro, intentemos a partir de eso armar alguna otra cosa que no sea el puro correr. Entonces, uno puede hacer que lo corre y que lo agarra, puede jugar a que saltan en caballito, pueden transformar el correr en aviones. Por supuesto que esto requiere poner el cuerpo y ponerse a correr con él. La clínica con niños no es de quedarse sentado en el sillón.

Si uno logra que el niño tenga un Otro armado, es decir, tener un armado a partir en el que arrojar objetos, por ejemplo, pueda ponerle palabras a eso que va haciendo, son maneras de transformar esa situación, que si no es algo que queda en una pura descarga. El modo de construir proceso secundario en la infancia es fundamentalmente a través del juego. Cuando son más grandes, también sirve el dibujo.

Hay niños que juegan solos y otros que lo incluyen a uno. En estos casos, donde no hay ninguna historia, en algún momento trato de hablar a ver qué historia hay en el juego y yo la escribo. Escribo lo que pasó hoy y podemos verlo la vez que viene, siguiendo con el juego. Se trata de armar historia y dejar algo que queden marcas, que no sea todo un movimiento al vacío. También se les pueden pedir que dibujen lo que pasó. El dibujo y la palabra son modos de traducción. Y el juego es un modo privilegiado en la infancia.

El deseo de saber puede quedar bajo una represión absoluta y aparecer problemas. Las manifestaciones posibles pueden tener que ver con la no investidura del mundo, la apatía, el retraimiento, la no adquisición del lenguaje. Pero además, fíjense como está en juego lo pulsional en muchísimas de las cuestiones que aparecen como cuadros del DSM, que no son cuadros psicopatológicos, sino carteles que no son diagnósticos de verdad. Ningún chico es TEA, aunque si hay chicos autistas. El TEA es un invento, como lo es el Trastorno con déficit de atención e hiperactividad, o el trastorno oposicionista desafiante. Son inventos funcionales a los laboratorios y que no tienen nada que ver con lo que a los chicos les pasa. Hay niños autistas, pero son mucho menos que los diagnosticados como espectro autista. Hay muchos chicos que no hablan ni se conectan y no son autistas. Y por otro lado, hay muchísimos niños que no atienden en clase por diferentes motivos. Muchos chicos se trepan por las paredes y muchísimos chicos que desafían todas las normas.

Problemas de atención.
Se toman como neurológicos a los problemas de atención. La atención que se le pide a alguien en la escuela es algo que se construye. Nacemos solamente con atención primaria y eso es casi refleja. Uno atiende solamente al estímulo, es la atención del pinchazo, donde a uno lo pinchan y reacciona. Lo que se le pide en la escuela a los niños es la atención secundaria, que requiere de la construcción del preconsciente para frenar el devenir pulsional. Necesita de la atención secundaria, selectiva, durante mucho tiempo y a cosas que a los chicos no les interesa. En realidad, tiene más que ver con la obediencia que con la constitución psíquica. Los chicos chiquitos no responden a consignas ni entienden por qué tienen que responder ni lo van a hacer si no tienen ganas. Funcionan mucho más de acuerdo a su propio sistema deseante que a la consigna que les da el otro. Distinto es el caso de los chicos de escuela primaria, que ya se han acostumbrado a que deben responder a consignas y si uno les explica bien, pueden entenderlo. Pero de los chicos más chicos no podemos esperar que funcionen como adultos ni como chicos más grandes.

Muchos cuadros que se diagnostican como TEA son dificultades para armar sistema preconsciente-consciente y un armado de organización narcisista suficientemente sólida como para frenar ese devenir pulsional. Entonces, se mueven sin rumbo, atienden a varias cosas al mismo tiempo y actúan impulsivamente.

Los chicos que no han logrado investir el mundo no son hiperactivos; más bien, pienso en los que se quedan muy quietos y no atienden a nada, como dormidos. Se conectan solo con sensaciones internas. A veces ni siquiera pudieron constituir el funcionamiento autoerótico, sino que la pulsión se dirige más bien a órganos internos del cuerpo. Son estos chicos que están pendientes de los latidos cardíacos, del calor y el frío, de sensaciones.

Los chicos que quedan fijados a un polo de la pulsión, por ejemplo fijados al polo exhibicionista, ser mirados por otro. Ellos tampoco van a poder escuchar en clase ni atender a otros, porque están esperando a ser mirados ellos. Solo a través del reconocimiento de los otros se puede constituir como siendo alguien.

Los niños que han sufrido situaciones de violencia no atienden en clase, porque están pendientes de mil cuestiones simultáneamente y porque predomina en ellos un ritmo asignado por urgencias. Entonces, un chico que se constituye de un modo en que lo pulsional funciona en forma de una excitación constante tiene puras cantidades pulsantes excitantes, están fragmentados.

Dominio motriz.
Así como la atención se constituye en una historia, el dominio motriz también se constituye en una historia que implica al narcisismo, preconsciente… El dominio motriz se constituye a la par de representación unificada de sí. Si uno no se siente entero, no se puede mover, porque siente que se parte en pedazos. Pero además, el chico tuvo que haber sentido que se podía separar del Otro, de la madre o de quien ocupe ese lugar y volver. Tuvo que haber hecho un movimiento de ida y vuelta.

Con la atención decíamos que alguien tuvo que haber mostrado el mundo como digno de ser investido. El otro día pensaba que cuando los niños ven a los adultos con el celular, los chicos y aún bebés buscan el celular. Es a dónde se dirige la mirada del adulto que ellos dirigen la mirada. Pero entonces, lo que se les está dando es un mundo de pantallas e imágenes, pero no de personas. Lo que aparece libidinizado por los adultos son las pantallas. Los chicos que no se conectan con nadie suelen manejar las máquinas a la perfección y uno piensa que son genios por eso. En realidad las manejan porque las tienen desde que nacieron.

Hay veces que la constitución misma de la pulsión se da, pero en un vínculo que es sobreexcitante, sobrestimulante. No tienen la posibilidad de ligar la excitación y ligarla al deseo. No hay un armado deseante y esto los lleva a un movimiento sin rumbo, porque la manera que tienen de descargar la excitación es con el movimiento, que es lo único que puede hacer un chico: moverse, gritar y no muchas más posibilidades.

Dificultades en la distinción del adentro y el afuera. Si alguien está sobreexcitado, son chicos que quieren escaparse de lo interno. No pueden diferenciar entre estímulo y pulsión. La primera primera diferencia que se establece entre estímulo y pulsión, les es difícil de establecer y de realizar, porque se les confunde el afuera con el adentro. Por ende, se van a mover sin rumbo, porque tienen sed y se mueven, etc.

También existe, por parte del chico, la suposición de que su cuerpo es controlado por otro. Hay veces que sienten que es la madre la que controla sus movimientos y se van a tratar de escapar de eso. Intentan salirse de la mirada materna en el intento de recobrar un dominio, pero ahí se manifiesta la angustia como descontrol del dominio del propio cuerpo y hacen una vuelta por la que intentan volver a quedar bajo la mirada de la madre.

Todas estas son determinaciones que llevan hacia la hiperactividad, a la desatención, a que alguien no pueda frenar ni menos tolerar las 8 horas de clases que hay que tolerar ahora.

Niños desafiantes.
No son chicos con dificultades biológicas ni neurológicas. En general han armado el deseo de saber, tienen muy buen lenguaje, pueden aprender con relativa facilidad pero se pelean permanentemente con el mundo. Se pelean con el mundo porque suponen un mundo peligroso. Lo que a veces las escuelas no registran es que se trata de niños asustados. Suponen que desde afuera, esta idea de “comer” le viene desde los otros. No confían en los adultos ni en otros. Intentan sostener un armado narcisista precario. También suponen que las normas de los adultos son normas tiránicas.

Con estos niños hay que trabajar para construir un vínculo de confianza, en donde el adulto no es otro chico y pueda hacer sostén.

Con los padres, debemos posibilitar que este chico sea investido para que se despierte el funcionamiento pulsional y para que sea un buscador de objetos. Con los padres, hay que trabajar mostrando que ese nene es alguien digno de ser investido, que es lo opuesto que se hace cuando se les dice que es autista, que queda fuera de los intercambios simbólicos. El niño es vivido como un bicho raro, como alguien que queda afuera. Si uno demuestra que es un niño digno que se le hable, que se juegue con él, que es alguien con quien ellos pueden poner en él sus propios deseos, abrimos en el chico esta posibilidad de registro del mundo y de ubicación en él. Uno puede trabajar junto a los padres, dándole una representación diferente de ese hijo.

Algo que se puede hacer con los padres de hijos, cuando están totalmente desbordados porque les cuesta armar representaciones preconscientes, ayudarlos a ellos para que también puedan ir pensando modos de armado preconsciente para el hijo. Muchas veces esto tiene que ver con juegos, cuentos e historias. De esto los chicos actualmente carecen bastante: la palabra, el juego compartido, etc. Hay que sacarlos de la pasividad, ayudarlo a metabolizar las pulsiones. Todas estas son metas que vamos teniendo en el psicoanálisis con niños. Es un trabajo fascinante en el cual hay que jugar y jugarse bastante.

Héctor Yankelevich dice que con los chicos graves hay que poner el propio deseo de que el otro viva. La propia pulsión de vida, digo yo. Y muchas veces frente a lo mortífero de este funcionamiento pulsional, donde todo el tiempo hay un cierre y una repetición a lo idéntico, uno tiene que poner en juego la propia pulsión de vida, para que el otro viva y para uno sostenerse en ese vínculo.

Pregunta: Te quería preguntar qué pasa en las situaciones de vulnerabilidad social.
B.J.: Hay que preguntarse por la condición que tienen los adultos de libidinizar a otro cuando las urgencias son terribles. ¿En qué condiciones está una madre que siente que no puede satisfacer las necesidades básicas de sus hijos para erotizarlo? Muchas logran hacerlo.

Hace un tiempo me pasó que un chico me preguntó si le podía comprar algo para comer en la puerta del Burger King. Le dije que si. Yo le iba a comprar la hamburguesa más grande y el nene me preguntó si podía también tener el juguete. A mi me conmovió, pensé qué suerte que ese nene pueda pedir esto. Los chicos no solo necesitan comer. Esa es una base para que se pueda constituir la pulsión sexual, que insisto, es a partir del plus de la satisfacción de la necesidad. Que ese nene quisiera el juguete me pareció maravilloso. Es un movimiento deseante, no es solo la necesidad sino aquello que nos hace humanos, que es el deseo y no la pura necesidad.

Fíjense lo que se hace en los campos de concentración y en todas las situaciones límite: hambrean a la gente. Si uno quiere dominar a otro, lo lleva a situaciones de hambre, porque allí va perdiendo las cuestiones más básicas que hacen a lo humano. Es cierto que hubo gente en los campos de concentración que pudieron sostenerse, como se lo plantea en “Más allá del límite”. Habían madres que daban su pedazo de jabón, de papel y de comida para alimentar al chico que necesitaba. Pero hay un punto donde alguien queda reducido a la pura necesidad y se animaliza. ¿Hasta donde se puede sostener la sexualidad en una situación de carencia extrema, en donde lo que está en juego es la pura autoconservación?

Lo del nene que pide el juguete es lógico, porque es lo que piden todos los chicos. Que no se quedara sólo en saciar el hambre. Es fundamental que un niño tenga juguetes y pueda desplegar todo eso.

Los niños viven las situaciones sociales tanto o más que los adultos. Aunque no lean los diarios. En la crisis del 2002 apareció en un diario “Los niños están desatentos en las escuelas”. Obvio, los niños iban a estar desatentos en la escuela porque no había cabida en la cabeza de los padres para ellos.

De la misma manera que se habla de bajar la edad de punibilidad, cosa que es un disparate absoluto e implica no entender nada de nada de lo que es un adolescente. 

Si se sanciona algo así es porque en la vida pensaron en el funcionamiento psíquico de un adolescente. En una sociedad que privilegia el consumo por sobre todas las cosas, un pibe que no puede consumir va a forzar límites para poder hacerlo.

Un adolescente no deja de delinquir por las penas que pueda tener. Eso lo hace un adulto. Un adolescente jamás, porque los adolescentes quieren ser héroes. Díganle que lo van a matar si delinque y va a delinquir. Eso es algo mucho más valioso para un adolescente, que pensar que no le va a pasar nada. La lógica de “Hago si no me pasa” puede ser de un chico chiquito y puede ser antes de la constitución del superyó, de la conciencia moral de “si me miran, no lo hago y si no me miran lo hago”, porque no hay nada internalizado. En la adolescencia no es así: el adolescente quiere ser el héroe, su fantasía es de la heroicidad y entonces puede arriesgar la vida. La única posibilidad de detener la delincuencia no es aumentar las penas, sino darle proyectos alternativos. Garantizarles proyectos a futuro y meterlos en situaciones como orquestas, grupos de teatro, murgas, etc.


Pregunta: ¿Qué pasa con los chicos que cuestionan todo en la casa?

B.J.: Estos chicos de los que hablábamos cuestionan todo, no hay norma que les venga bien en el ámbito que sea. Son chicos que suponen que no hay diferencia niño-adulto, en una sociedad donde se han borrado las diferencias. Los adultos no sostenemos la diferencia con la infancia ni con la adolescencia, se confunde todo y criamos chicos que no soportamos.

Se les da una omnipotencia desde bebés, más o menos. Se les pregunta todo desde que nacen, lo cual está bien siempre y cuando sean las cosas que hacen a ellos, pero se les termina preguntando dónde vamos de vacaciones. Se les quiere hacer creer que ellos deciden lo que no deciden. Al darles un lugar indiferenciado con los adultos, se les da poder y todo chico se supone omnipotente. El problema es que los adultos los supongamos así. En el momento en el que se los supone omnipotentes, se les otorga un poder absoluto y absurdo, porque esto al chico lo deja totalmente desprotegido. Finalmente los adultos se violentan, porque siempre tienen más poder que los chicos. Entonces, se habla de que hay mucha violencia contra los chicos, pero los adultos están muy violentos con los chicos, porque justamente porque han primero dado un paso donde los han ubicado en un lugar imposible.

Hay que recuperar la idea del adulto protector, no el adulto autoritario como el de la horda primitiva. La única manera de transmitir normas es cumpliéndolas uno. O sea, los chicos no acatan normas que se les sean dichas. Los chicos aprenden lo que ven, lo que viven y lo que sienten. Si los adultos no respetamos las normas, los chicos difícilmente aprendan a respetarlas. Pero además, los adultos para ser respetados debemos funcionar como protectores, no como iguales ni autoritarios. La diferencia entre el niño y el adulto es que él protege al niño.

También ocurre que los niños están muy asustados, en la casa, en la escuela y en todos lados, porque esa misma omnipotencia que se les ha atribuido los deja indefensos y con un mundo que suponen totalmente hostil. Son chicos que salen al mundo como si fuera a la guerra, todos los días. Van a la escuela como si fuera a la guerra y van ahí a pelearse, porque suponen que los demás los van a atacar y que no hay adulto que los vaya a proteger. Además de lo que pueda pasar entre los chicos, no hay un adulto que ponga orden y proteja. Quedan librados a la anomia total y cuando los adultos dictan normas, lo toman como arbitrario. “Solo me reta a mi”, dicen.

Pregunta: ¿Podrías ampliar lo del armado deseante?
B.J.: En el camino del armado del deseo, no es la pura descarga pulsional, sino que hay una direccionalidad. Se arma el deseo a partir de las vivencias, vivencias en donde lo que se busca encontrar es algo que fue una vivencia de placer. El recorrido es para el reencuentro con una vivencia de placer. En este registro de tanto sobreestímulo y sobreexcitación no puede quedar ligada ni armada la vivencia. Quedan huellas como si fueran marcas sin estar ligadas entre si. Entonces no queda después una búsqueda clara a eso que jamás se va a poder encontrar, pero que es el movimiento mismo deseante. Pero si queda una búsqueda que no se sabe para qué lado va. Por eso digo, quedan en un estado de excitación permanente.

lunes, 31 de agosto de 2020

La adaptación a la realidad y su relación con la represión.


Un colega en formación en Instituto de la ApA comentó un trabajo de un reconocido analista de habla inglesa para quién la represión permite la vida social, y adapta a la realidad. Y que el analista no tiene que levantar la represión siempre y hay veces en que es conveniente mantenerla o hacerla aparecer. ¿Entienden cuando a veces decimos que hemos aceptado como regalo al caballo de Troya en el psicoanálisis?

Toda represiṕn es una defensa patologica. El yo solo puede domeñar a lo que no esta reprimido. El inconsciente reprimido está fuera del dominio del yo. El inconsciente no reprimido, en cambio, es domesticable.

La represión originaria, que es la única represión, no actua "para lograr el acceso a la cultura". La cultura no es consecuencia de la represión sino de lo que retorna de lo reprimido. Los deseo parricidas e incestuosos reprimidos son irrefrenables, no dominables, domesticables, domeñables o sofocables por el yo. Sólo el levantamiento de la represión puede poner al impulso instintivo en manos del yo y llevarlos a un juicio en el cual decidirá si llevarlos a cabo o no, cuando y dónde hacerlo o si renunciar a ellos, pero ya bajo su dominio. No hay otra represión que la originaria, lo demás son efectos secundarios de la represión.

Llama la atencion la dificultad que produce al lado de la claridad conceptual y expositiva de Freud: Todos los llamados mecanismos de defensas, la represión y todas las demás, son patológicas. Hay defensas normales, son las que no producen inconscientización: lucha, fuga, desestimación por el juicio, elaboración, representaciones de expectativa, atención.

Creo que una lectura de Freud hasta el final, ej. Construcciones en el análisis, harían innecesarias estas aclaraciones. Y con respecto al levantamiento de las represiones: eso que se acostumbró a denominar interpretación, Freud hubiese preferido llamar construcciones.

Pregunta: ¿Podría desarrollar la idea respecto de el Inconsciente no reprimido es domésticable?

Sólo cuando se levanta la represión, es decir, cuando acabamos con la represión de lo inconsciente, este puede ser dominado. Mientras esté reprimido, no tiene acceso a la conciencia y el Yo no puede hacer nada con él. Más aún, el Yo es arrollado por lo inconsciente reprimido. Tomemos un ejemplo sencillo; un tic. El yo se desespera por controlarlo, por dominarlo, se angustia y no puede hacerlo. Sólo haciendo consciente el deseo inconsciente y las escenas inconscientes el yo puede elegir satisfacerlo, posponerlo, o renunciar definitivamente a él, pero ya no genera síntomas, en última instancia frustración. Pero la frustración es algo de la vida cotidiana, no es un síntoma.

Ya desde 1894/1896: la represion desaloja representaciones del prec, y como estas estan indisolublemente unidas a un trozo de realidad, la represión aleja de la realidad.

Pregunta: ¿Estamos en estado de pura pulsion ?
No, retornamos al momento que Freud describe en el tomo V, pág. 588, en la que el chico pasa del proceso primario al secundario y viceversa sin obstáculos. Esa distinción entre Cc e Incc se da al principio y la represión sólo se instala una vez que esa separación haya sido nítida. Los partidarios del superyó y la represión advierten del peligro de su levantamiento, como si eso pudiera llevar a una actividad instintiva sin frenos. Todo lo contrario: sólo los instintos reprimidos son irrefrenables. La represión es un perjucio mayor a la cultura que su levantamiento. (La moral sexual cultural y la nerviosidad moderna, Malestar en la Cultura, etc, etc.)
 La famosa frase del artículo La represión remite a esa parte de la interpretación de los sueños.

Este texto se compuso en base a un debate originado en el grupo "Conceptos Fundamentales de Psicoanálisis: Grupo de Intercambio", dirigido por José Treszesamsky


lunes, 23 de septiembre de 2019

Problema de la entrada en análisis.

Por Alba Flesler
   
Los problemas para entrar al análisis no parecen específicos de nuestra actualidad. Ya sea que se susciten en el sujeto que consulta o en el analista que lo recibe, han ido tomando diferentes formas en cada época. Las causas que los promueven suelen ser de estructura pero se ven favorecidas especialmente en determinados momentos históricos. 

En los orígenes del psicoanálisis, los problemas del inicio, provenientes del consultante en cuestión, eran relevados en un ‘período de prueba’ necesario para todo comienzo, según advierte Freud. 

Sin duda que sus problemas, los de Freud, no eran exactamente los nuestros, pero que los tuviera, también él, se muestra revelador de, al menos, algunos ítems que considerados problemáticos, serían trascendentes a la época u ocasión. 
¿Qué problemas podrían, con frecuencia, entorpecer la entrada en análisis? 

Los problemas parecen presentarse no sólo para quien hace un llamado a causa de su malestar sino también para los psicoanalistas mismos, de quienes depende, en gran medida, el acto de apertura inicial. 

El analista, es él, quien en principio puede abrir o cerrar la puerta de entrada a un análisis. Él puede, según su punto de vista, su perspectiva al abordar el malestar, al considerar el sufrimiento o el síntoma con el cual alguien se acerca, atender al sujeto; pero también puede olvidarlo, puede objetivar su síntoma y psicoterapizarlo. Aún utilizando para su apreciación la más excelsa jerga psicoanalítica, puede hacer psicoterapia. 

viernes, 23 de agosto de 2019

Diagnóstico de ADHD: clínica de las pulsiones en la niñez


Notas de la conferencia dictada por Liliana Donzis, el 4/06/19

El año pasado, el ciclo trataba sobre el narcisismo. Freud planteó que la organización pulsional depende de la organización del narcisismo y del yo. Él planteó un tiempo en donde las pulsiones parciales autoeróticas funcionaban de manera turbulenta, sin quedar organizadas ni en función de la satisfacción ni al registro del cuerpo. Uno puede ver a un bebé pataleando de un lado para el otro hasta que alguien reconoce que tiene sed, hambre o lo que sea. En algún momento privilegiado, según Freud, se produce la unificación del yo y eso permite -tanto en Freud como en Lacan en el estadío del espejo- un enlace a los otros significativos. O sea, que conjuntamente con el yo, aparece el semejante. No hay yo sin una alteridad con el semejante. A veces se produce en forma de agresividad, pero lo importante es la unificación corporal que produce el yo.

Una mamá puede decir de su bebé “Mira, tiene manos de pianista” y cosas que aparecen desde el ideal de los padres y que se transmiten, entre gritos y susurros. En este tiempo de construcción de lo imaginario, siguiendo a Lacan, de la consistencia del cuerpo, de la mirada del Otro unificando ese cuerpo desde el lugar de la madre subjetivante (quien ocupe ese lugar) que pueda permitir desde una mirada propiciatoria y conveniente permite la falización y la libidinización del cuerpo del infans, creando una zona llamada cuerpo. Las pulsiones allí se organizan, generando bordes en el cuerpo, que constituyen una imagen del cuerpo. esta imagen del cuerpo está un poco alterada, porque no coincide con aquello que está fundando. Quien se ve, se mira desde Otro lugar. El cuerpo está recorrido, una vez que se constituye el yo, por lo pulsional, por las demandas del Otro. Ejemplo de demandas del Otro son tiene sed, tiene hambre, lo cambio, lo llevo a pasear, lo mando a hacer deportes… Pero también hay demandas muy actuales como mandar a un chico de 5 años a trabajar. 

La organización del yo es primera y acompaño a Freud en esto, como dice en Tres ensayos en la parte de niñez. Freud dice que la pulsión se produce en la niñez, entre el otro y el infans, generando bordes en el cuerpo, bordes pulsionales, recorridos pulsionales que son a su vez recorridos erógenos, marcando la zonas erógenas que son condición erótica y no solo erógena post puberalmente. En esta segunda vuelta, la adolescencia, se replantea el estadío del espejo. Es muy interesante, porque sabemos que en la adolescencia se replantea el Edipo. Freud plantea que se reestructura con las condiciones de la pubertad la imagen del cuerpo y la imagen del sujeto. Hasta ayer era el niño más bonito y hoy me sobran 20 kilos y dejo de comer. Nos encontramos con estos recorridos de la pulsión, que forman parte del cuerpo.

Hoy vamos a hablar de qué pasa cuando este cuerpo no está unificado: aparecen atipias. Puede haber identificación instituyente, identificación primaria, entrada en el lenguaje… Puede haber grandes estudiosos, al modo del Asperger, pero son atipías de distinto grado, que son formaciones atípicas de la constitución del yo. Aparecen en la infancia como problemáticas. El DSM planteó desde el inicio estos cuadros, que cuando yo era chica se llamaban hiperkinesia. Hablaban de dislexia, problemas en relación a la lectoescritura, etc. El DSM los organizó en ciertos ítems para que más o menos cuadren en la alternativa de un protocolo que cualquier asesor en salud pueda decir que con estos 6 ítems tenemos una hiperactividad. Esto está planteado desde Estados Unidos, con los que inmediatamente un psicólogo va tildando con un programa de acción mecánico y de adiestramiento del sujeto. 

En ese terreno, junto con el DSM, vino de la mano con la ritalina y la atomoxetina. Se fabrica un problema, se la organiza a través de las palabras de los factores conductuales y la propuesta de medicación de los grandes laboratorios. La ciencia empieza por las ciencias básicas. Por ejemplo empezando a trabajar por una célula de un neonato. Son investigaciones patrocinadas por los laboratorios. Si la investigación es exitosa, pasa a la multiplicación para pasar a ser materia de consumo propia de la sociedades en las que vivimos. El lucro de aquello que empezaron a investigar está en la producción sistemática de los laboratorios. No se trata de estar en contra de la medicación, sino en tener en cuenta que a muchos les puede servir y a muchos les puede taponar.

Ante un niño sin cuerpo, sin libidinización materna, donde las pulsiones que no están organizadas en relación al cuerpo sin contorno, el psicoanálisis oferta un espacio, una escena lúdica, gráfica, donde el niño pueda ir argumentando y pueda apoyar lo constituyente, lo subjetivante de un niño. Y esto no es sin los padres. Son los casos que en la cultura son el Asperger, ADD, hiperactividad. Lo que se ha constituido como un diagnóstico basado en un protocolo de 6 puntos que deben presentarse por 6 meses debe desarmarse. 

Puede ocurrir una estigmatización de un niño inquieto (y no hiperactivo) que corre, salta y se trepa en las paredes. El tratamiento y la posición de los padres puede virar de distintas maneras, pero cuando un profesional le dice a los padres “Su hijo padece de un trastorno grave de de la personalidad”, los padres pueden obstaculizar la cura. Los padres no solo contribuyen a una cura, a veces son una pared con la que hay que trabajar muy finamente. La relación y la transferencia con los padres resulta de enorme valor, donde puede propiciar o detener un análisis. Un padre con esos diagnóstico puede salir desolado y mirar al hijo de tal manera que si no le pasa eso, lo consiguen un tiempo más tarde. La mirada del Otro constituye e instituye el ideal en el que se mira al hijo. Debemos tratar que en la clínica los chicos no queden impregnados con títulos, esquematismos e incluso tratamientos que apaguen al sujeto. El psicoanálisis es una oportunidad de darle un lugar a la verdad que porta el sujeto y esa verdad no obedece a ninguna constelación protocolar. Es lo mejor que tiene el psicoanálisis y es una cuestión difícil para el analista, sin importar el tiempo que haga que estamos trabajando, porque lo real de la clínica aparece igual y no tenemos todas las respuestas. Menos cuando estamos implicados en la transferencia, ahí podemos estar más o menos sordos. 

Caso clínico 1: El demoñito.
Cerca del año 2000, atendí a un niño al que llamaremos O. Era un niño muy admirado, muy bonito, primer hijo y los padres estaban condenados a amarlo. este nene me enseñó que no había con qué darle a la hiperactividad. Corría, saltaba, se comía la plastilina, terminaba una resma en un minuto al rayar todas las hojas. Eran juegos realmente agresivos.  En el seminario XI, Lacan dice que cuando el cuerpo no tiene sustancia, lo más probable es que se choque contra las paredes. Estos chicos chocan contra las paredes, aterrizan en ellas porque buscan allí un lugar para constituirse. Si no hay un cuerpo y un yo constituido, puede ocurrir que las pulsiones se desintrinquen del narcisismo y de esa cohesión que trae el yo y el Edipo. Entonces, las pulsiones andarán en el autoerotismo, en lo que Freud llama representaciones primarias, sin que el cuerpo pueda alojar el drang pulsional, la fuerza pulsional que lo lleva a sufrir enormemente, porque golpean al de al lado, o se golpean contra las paredes.

Este niño era realmente difícil. La familia no podía ir a ningún lado, porque si iban a una quinta, el nene le rompía los rosales a los vecinos. En un cumpleaños de un amiguito, a la media hora lo tenían que ir a buscar porque miraba a todos y tiraba lo que había en la mesa de cumpleaños y arruinaba la fiesta. Pegaba, insultaba, pataleaba, escupía… Lo más cercano a una organización era el dibujo. El dibujo organiza, porque se puede plasmar la estructura del cuerpo en un monigote. No se necesita mucho más. Es la proyección, el pasaje de la imagen a la superficie de la hoja que requiere de una serie de operaciones psíquicas que no son banales para la constitución subjetiva. Entonces, con el dibujo organizaba un poco el mundo.

Los padres esperaban algo del psicoanálisis, pero el padre del niño había perdido a su propio padre siendo muy niño y a él le costaba mucho aparecer y figurar en la escena como padre. Era un padre demasiado permisivo o demasiado agresivo y el nene hacía lo que podía con ese padre. Uno de los problemas serios de este chico era que la madre miraba hacia otro lado. No tenía relación con la situación de su hijo, ella veía lo lindo que era y para ella era un perfecto extraño. Lo amaba en el ideal. Esa mirada que organiza el cuerpo estaba ausente. 

En un momento, este nene empieza a venir disfrazado al consultorio. Empezó a ponerse vestimentas arriba del cuerpo. Un día era Superman, otro día era el Hombre Araña, Batman… Tenía buenos disfraces o pequeños disfraces, que me sugiere que estaba armando de a poco, invistiendo y dando un margen a su cuerpo para ubicarse en cierto lugar ante el Otro. Él empezó a buscar imágenes de si mismo, una imagen yoica que pudiera representarlo en el campo del Otro. Este campo del Otro, en este caso, venía con algunos deslices donde esa mirada no constituía al niño. El padre tampoco podía ayudar.

Un día jugábamos a Batman y Robin, o yo era el Guasón… Teníamos todos los personajes a mano, pero eran personajes. Hay algo de su cuerpo que ya estaba representado por la imagen y el trazo. ¿Qué pasa en la hiperactividad? Imagen y trazo (reflejo especular y trazo simbólico significante) están separados. No coinciden. Tendrían que estar anudados, pero en su lugar están muy rígidos, entonces imagen y trazo quedan desmembrados. Con el juego, él representaba algo en el campo del Otro, constituyendo una imagen y un nombre que lo reflejaba. Se dio por casualidad, la clínica con niños es muy azarosa, como dice Serrat, es caprichoso el azar. Es difçil saber qué va a pasar. 

En este caso, O. produce una imagen en el interior de su análisis. Ahí empieza a devenir un sujeto precario. No rompe tanto las paredes, deja de escupirle al de al lado, de la escuela me llaman menos… Hay pequeños pasos. Un día O. viene vestido con una camisa, un chaleco y un moñito. “Hoy vino el de-moñito”, le digo. No me di cuenta… Eso abrió completamente el trabajo clínico. ese demoñito, que por un lado era un chico muy demonizado por su hiperactividad, y se golpeaba contra las paredes buscando un margen, empezó a encontrarlo en el espacio analítico. Después de un tiempo, él quería jugar al Capital Piluso y yo era Coquito. Esto es algo completamente extemporáneo, porque para esa época Olmedo ya no estaba. Un día me pide fabricar una máquina de parar. 

Los padres se enojaron mucho conmigo por la mejoría del niño. No estaban muy a gusto, ellos estaban más acostumbrados a decirles que no, pero era un no que faltaba en la estructura, el no escritural y de la negación que Freud nos propone tanto para el armado de las pulsiones, como una zona del superyó infantil, muy primaria y primitiva. La creación del no fue planteada adelantadamente por Spitz cuando la planteó como un soporte lógico para la estructura psíquica, al decir que primero venía el no y después el si. Lacan retoma esta idea y dice que es el primer no, estas primeras negaciones que implica la constitución subjetiva del niño, que son las que permiten a los niños pequeños “tener el superyó de mi perro”. Eso quiere decir, simplemente, que acepten la voz del Otro que prohíbe o acepta. Es un no práctico, como dice Spitz. En algunos niños, ese no práctico no ha sido instituido por falencias en la estructura de la transmisión de la lengua materna. O sea, es un efecto de transmisión de la lengua materna y de la posición de los padres. 

Otra cita: Un hijo es el producto del malentendido sexual entre los padres. Malentendido inevitable, aunque se lleven fenómeno, porque entre hombre y mujer siempre hay historias diferentes que le serán transmitidas, epopeyas, situaciones de elogio o de adversidad el espejo con el cual se miran, situaciones con las que tienen que salir del espejo, por ejemplo, para tener amigos. Hay un punto de la imagen especular que es primero la imagen real, la imagen virtual como constitutiva del yo. Esta imagen virtual ya implica que que el florero y las flores se junten, que pueda haber un cuerpo. Pero si nos quedamos mirándonos al espejo en la imagen virtual vamos a tener un problema que llamamos narcisístico, donde el otro puede pasar por al lado como si nada. Es un problema en el segundo tiempo del estadío del espejo, que tiene que dar lugar a un tercer paso, que es dar vuelta la cabeza y esa imagen donde está el nene o la nena para que el Otro, generalmente la madre, autentifique ese nombre. Ese movimiento genera la posibilidad del ideal -ya sea fuerte o liviano- y genera la posibilidad del lazo social con el semejante. 

O. avanza mucho en este terreno. Los padres podían esperar más o menos, pero al final me dice de fabricar una máquina de parar. ¿Cómo se arma una maquina de parar? Fuimos construyendo con un revólver de plástico que había en el consultorio. Él quería parar, darse la cabeza contra la pared, tanto en su conducta habitual, en su juego y su relación a los otros. Él generó una demanda de análisis y fue realmente una experiencia de la que aprendí mucho. 

Para una clínica de la hiperactividad, hay que poner en la escena la pulsión una escena lúdica, una escena gráfica, una escena argumentativa. La pulsión no puede ponerse arriba de la mesa, la pulsión es un recorrido del que incluso Freud dice que es un mito. La pulsión es un mito, pero hay que nombrar los recorridos de las zonas erógenas y la constitución de las zonas erógenas en relación al objeto. La pulsión aparece desde la fuente, hace un recorrido alrededor del objeto, no lo acapara. Si se trata del oral, solo podría ser morderse sus propios labios. Freud lo dice y Lacan también: se trata de girar alrededor del objeto a, que no es ningún objeto encontrable. El objeto a se especifica en las especies de los objetos pulsionales. No me como mi boca, simplemente hay un objeto que puede aparecer en los campos pulsionales: oral, anal, invocante, escópico. Participan como un objeto a, que causa el recorrido de la pulsión y bordea zonas del cuerpo, no atrapa el objeto en sí mismo. Por eso puede haber 2 personas obesas que el objeto oral les funciona de manera diferente, porque el recorrido de la pulsión es diferente. A uno le puede gustar lo salado, lo dulce, besar, morder, lo que fuera. Recorre una zona, pero nunca lo atrapa totalmente, momento por el cual ese no atrapamiento del objeto permite un nuevo recorrido de la pulsión. A veces esto es de tal intensidad, que no para, como en la hiperactividad. Acá no hay cuerpo ni objeto a recorrer, esto hay que armarlo en la clínica.

Por otra parte, estos recorridos pulsionales van a indicarnos dónde estamos respecto a la constitución subjetiva de un niño. No todos los momentos son iguales. Hay tiempos instituyentes y hay tiempos instituidos (post Edipo). Tanto Freud, como Lacan o cualquiera de nosotros podemos decir que el recorrido de la pulsión es la única satisfacción registrable. La demanda y la satisfacción pareciera que van juntas, pero se llevan bastante mal y desacuerdan todo el tiempo. El drang pulsional cuando no hay relación de objeto o el cuerpo no está configurado con la relación objetal, el drang funciona de manera imparable y constituye la hiperactividad. Podemos darle alguna medicación, dormirlos o anestesiarlos, pero tengo la impresión que no es lo mismo pasar del demoñito al “de moñito” tan elegante. Creo que eso cambió su situación ante el Otro.

Caso de ADD: Paula.
Se trata de una nena que la perdí en manos de INECO. No fue nada sencillo y aprendí muchísimo con su caso. Fue complicado el lugar del analista, el lugar de la fonoaudióloga que se llamaba también Liliana, del neurólogo y la escuela. Era una nena que parecía siempre un poco atontada. Cuando llegó al consultorio, yo ya sabía que era melliza de un hermano que padecía de autismo. Ella nunca rendía en ningún nivel de la escolaridad. Desde el jardín de infantes venía presentando problemas de adecuación en cualquier currícula. Decía cosas extemporáneas que quedaba fuera de lugar. Era muy simpática. En el consultorio, me dice “Qué lindo lugar, ¿me lo podrías prestar para hacer una pijamada?” Ela quería estar con otros. 

El trabajo con ella no fue sencillo. estaba medicada por un neurólogo muy conocido, con vitaminas para un mejor funcionamiento cerebral. Yo me sorprendí por el tratamiento que había indicado, pues lo conocía de nombre. Ella decía que no le servía, que cuando todos los compañeros escribieron una página, ella escribió poquito. Ella se daba cuenta de la problemática. Caracterizada como déficit atencional por todo el equipo tratante, me la derivan vía la analista de la madre, pero nunca estuvieron muy de acuerdo. 

Para los padres, el problema de Paula comienza a partir de un litigio familiar, cuando la nena era muy chica, donde dicen que la nena quedó descoldaga del mundo y la trataban como tal. Nunca una invitación a un amiguito, nunca favoreciendo el lazo… La mamá estaba en otra cosa, que era el tratamiento del hermanito, que padecía de algo más grave y profundo. Paula era poco invocada por el deseo materno. La empleada que la iba a buscar cuenta que la madre comía alfajores y no le decía ni una palabra de los chicos. Paula nunca estuvo en el campo materno, pero se las ingeñó para acceder a la lectoescritura, para acceder a simbolizaciones, para acceder a enlazar trazo e imagen, significante y cuerpo. Ella podía decir muchas cosas, como “¿Viste que mi mamá siempre está distraída? Después me dicen a mi que hago lo mismo”. “Ella mira para otro lado y a mi no me salen las cuentas”. 

Una gran colega presentó un trabajo llamado “Madres desatentas, hijos distraídos” y casi es un aforismo del tema del ADD. A veces hay causas neurológicas, orgánicas, que no descartamos porque no somos necios. No todo pasa por la ocurrencia de la palabra; podemos descartar problemáticas que pueden incidir en la llamada desatención. Hay desatenciones de varios tipos, algunas que generan dificultades muy difíciles de atravesar y otras que se las llama así de modo genérico sin tener en cuenta la singularidad del niño. Escuchar la singularidad del niño.

Paula se negó a tomar las pastillas de Ritalina que el neurólogo recetó, que iba a aprender todo lo que en la escuela le dijeran. Era así, tres pasos más adelante de lo que podía ver la familia. Se negó a tomar la medicación, decía que la dejaba dormida y que en lugar de estar mejor estaba peor. Ella producía todo este material simbólico y también podía producir en la escuela. Podemos decir que esta desatención de los padres estaba vinculada a un secreto familiar. En un momento tengo una entrevista con los padres, como las entrevistas que mantenemos habitualmente en la clínica con niños. Y mientras ellos hablaban de sus hijos, les digo que hay cosas que Paula no entiende porque no sabe o porque están ocultas. Yo me refería a la fertilización asistida por la que había pasado. Y los dos me contestan, al mismo tiempo, “Nosotros nos prometimos nunca decirles la verdad, que son producto de ovodonación”. Esto no tiene nada particular hoy por hoy. Me dicen que yo tampoco podría decirlo. ¿Qué hace un analista con un secreto familiar? ¿Cómo transmitir algo que me piden que no transmita? Una vez que entró por acá, no tiene remedio. Ese saber insabido y que además tenía que permanecer en secreto oculto para varios niños, mi impresión - que se las dije a los padres- era que justamente iba a traer obstáculos en el conocimiento y en la adquisición de nuevos conocimientos curriculares y escolares. Ahí es donde me parece que Paula hizo síntoma y empezó a salir, sin que yo dijera nada. 

Paula dibujaba a la madre con un tercer ojo, que a veces veía algo y a veces no veía nada. Daba gusto esperarla en la consulta. Ese secreto familiar y no querer informar, que seguramente estaba en la tela de transmisión familiar, producto del malentendido sexual de los padres; cuando eso tapona, tapona también la adquisición de conocimientos, que los americanos llamaron déficit de atención. Esto tiene mucho que ver con la tela del lenguaje familiar y el caso de Paula es muy interesante, y la verdad tiene un lugar muy importante cuando el analista tiene ganas de escuchar.

Pregunta: Hoy en día hay un discurso que propone la libertad del niño para elegir. ¿Cómo los determina en su constitución?
L.D.: Me parece que estás relacionando algo que pasa en la cultura de este momento, que vía los discursos de la tecnología, lo jurídico y lo médico alguien puede elegir al sexo al cual quiere pertenecer con una facilidad muy grande, desde la técnica y desde lo jurídico. En el tiempo del espejo cuando el nene dice soy Juan o soy Juana, que el Otro le ratifica lo que el niño dice, eso tiene consecuencias, más allá de la ley social, de identidad de género, que es un avance dentro de nuestras cuestiones jurídicas. ¿Puede un niño elegir al sexo al cual quiere pertenecer? Es el adulto el que ratifica una imagen, el deseo no da lugar a tanta cosa. La tecnología de hoy nos permite que yo mañana venga y diga que soy Alfredo Donzis.

La tecnología médica permite opciones quirúrgica y terapias hormonales que permiten estos cambios. ¿Puede hacer esto un niño? A mi me gusta plantear que la infancia es un tiempo de espera, pero hay padres que les resulta divertido llamar a su hija Cacho, por poner un caso,  y eso no es sin consecuencias en la sexualidad dee sa hija. En cuanto al tercer tiempo de asentimiento de Juan o Juana, tenemos el tiempo de declaración de sexo y eso no es ningún asunción sexual. El niño, en ese tiempo, declara un sexo u otro, lo que pase con eso no es banal ni sin consecuencias. 

Pregunta: Más allá de la sexualidad, ¿Qué pasa si este Otro materno no dice nada por suponer que ese decir nada otorga la posibilidad de poder elegir? Más allá de lo sexual...
L.D.: Aunque querramos decirlo todo, eso es imposible. No hay ningún simbólico que cubra lo real, no hay manera de esto y lo que no se dice con palabras se dice con la punta de los dedos, según Freud. No hay ninguna forma discursiva que complete, no hay universo del discurso. 

Pregunta: Pensaba, en esto de elegir,  si el deseo era el del niño o de ese Otro.
L.D.: No hay manera que podamos definir un discurso directivo de los padres para formular. En el caso de la Joven homosexual, cuando el padre dice que quería que su hija fuera heterosexual, y Freud dice que es es tan poco práctico transformar a alguien que decidió cierta línea sexual, ya sea transformar a un heterosexual en homosexual o a un homosexual en heterosexual. El discurso familiar incide, pero no solo es el enunciado, sino la enunciación.

Un niño surge del deseo, dice Lacan, siempre que ese deseo no sea anónimo. Eso quiere decir que tiene que tener un nombre. Como es caprichoso el azar, no podemos pronosticar que de ese discurso de los padres surja tal o cual cosa, porque los avatares de lo real van a incidir que de la historia de cada chico vayan incluyéndose situaciones que incidan en su subjetividad. El ideal familiar va a incidir en el niño, la libertad nunca es absoluta. Está determinada por la cultura, por la enunciación, por el ritmo del deseo.