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sábado, 26 de junio de 2021

¿Instinkt ó trieb? Acerca de la distinción entre el instinto y pulsión en la obra de Freud.

Mientras que en el instinto el objeto está filogenéticamente determinado y siempre es el mismo; en la pulsión, el objeto cambia. Normalmente suele decirse, sin revisar demasiado estos conceptos, que lo que impera en el humano es la pulsión y no el instinto. Ahora, Freud habló de simbolismos, etapas evolutivas, complejo de Edipo, superyó, fantasías primarias, en un momento u otro habla de la herencia arcaica.

En “Comentarios sobre la teoría psicoanalítica de los impulsos instintuales” (Heinz Hartman (1948) en el libro Ensayos sobre la Psicología del Yo, se dice: “En cuanto a terminología, Freud utilizó la palabra Trieb para contraponerla a la palabra Instinkt, usada en biología”. Sin embargo, curiosamente no menciona ninguna referencia en la obra completa en la cual se note esa contraposición. Es indudable que utilizó ambos términos - Instinkt y Trieb - pero nunca aclara que sean contrapuestos.

Un aporte de Ricardo Avenburg EL TÉRMINO “INSTINKT” EN LA OBRA DE FREUD (1995):
¿Por qué y cuándo usa Freud el término “Instinkt” en lugar del de “Trieb”, que es el usado por él habitualmente? ¿Son conceptos en sí diferentes o son simples sinónimos cuyas diferencias, si las hay, son solo de matiz? Para eso trataré de analizar los párrafos en los que Freud usa el término “Instinkt”.
Resumiendo, los comentarios (cada vez que uso el término instinto en este contexto, se corresponde al término “Instinkt” en Freud):
1) Instinkt usado en sentido convencional, parece referirse a una tendencia, tal vez biológica, pero parece que universal y supuestamente heredada.
2) Algo innato que parece tener un papel importante en la niñez equiparado a ciertas conductas animales. Actividades instintivas oníricas o lúdicas que sirven como preparatorios para una actividad ulterior
3) Un saber instintivo, semejante al de los animales, que es como una preparación para la comprensión de ciertos hechos. Este instintivo sería el núcleo de lo inconsciente, una actividad espiritual primitiva que va a constituir un estrato de lo psíquico cubierto luego por lo ulteriormente adquirido; este saber instintivo podrá a su vez atraer para sí representaciones de estratos superiores así como ese saber instintivo podrá ser incluido en el nivel de 16 sistemas mnémicos acordes en tanto surja un acontecimiento que evoque a dicho acontecimiento. Esas formaciones instintivas son parte del material con que se constituyen las neurosis y los sueños. Acontecimientos exteriores (que Freud llama aquí traumas) reactivan así como realimentan ese núcleo instintivo de conocimientos heredados.
4) Algo análogo al instinto de los animales, integra el núcleo del Inconsciente cuyo contenido es equiparado a una población primitiva psíquica. Considerando que la equiparación con la psicología social es más que una mera analogía (como luego se hará evidente en las referencias al respecto en “Moisés y el monoteísmo”), en el núcleo del Inconsciente existiría algo del drama de la horda primordial que, actuando como un instinto similar al de los (otros) animales, actúa en el animal humano como un conocimiento heredado, como categorías con las que el hombre enfrenta sus primeras experiencias.
5) Niega, en el ser humano, la existencia de un conocimiento instintivo específico: el del peligro exterior. Sin embargo el trauma del nacimiento, como modelo original de toda situación de peligro, podría ser considerado como una disposición instintiva para la ulterior señalización del peligro, que puede ser común al hombre con otras criaturas emparentadas con él.
6) Los “Triebe” rigen no sólo la vida anímica, sino también la vegetativa, o sea la vida en sus niveles más elementales. Los llamados “Instinkte” de los animales están supeditados a la naturaleza de los “Triebe”, de modo que el concepto de “Trieb” es más amplio e inclusivo que el de “Instinkt”; que le está subordinado. El concepto de “Trieb” abarca toda la vida vegetativa, el de “Instinkt” se remite a una manifestación de aquella, aplicable a los animales; el de “Trieb”, al referirse a la vida en general, incluyendo la vegetativa, abarca también al reino vegetal (lo que coincide con los significados aportados por los diccionarios consultados). Hasta ahora lo instintivo (instinktiv) se refería a contenidos representacionales, al núcleo de lo Inconsciente, aquel conocimiento innato que, análogamente al resto de los animales, es propiedad del hombre. Ahora, y referido a los animales, en relación no con el hombre sino con la vida en general, cuando Freud habla de Instinkt se refiere a una conducta, haciendo abstracción de todo contenido.
7) Freud integra la perspectiva sociocultural con la biológica al estrechar las grietas existentes tanto en el ámbito sociocultural, entre la psicología individual y la psicología colectiva, como en el biológico, entre el hombre y los demás animales: estas dos grietas se cierran con la inclusión de un concepto, el de la herencia arcaica, que guarda dentro de sí la experiencia de la especie, al modo del instinto animal, aunque con diferente alcance y contenido.
En resumen, el término instinkt es usado por Freud en contextos diferentes aunque con una coherencia de sentido. Desde ya no es un término que, como “Trieb”, tiene una especificidad en la teoría psicoanalítica (aunque con un sentido no siempre unívoco). Considerando los comentarios en sentido inverso al expuesto (del 7 al 1) podemos decir que el de Instinkt es un concepto relacionado con la herencia arcaica que tiende a integrar al individuo humano dentro de la historia de su propia especie formando parte del reino animal. A su vez, es un concepto subordinado al de “Trieb”, que hace a la esencia del fenómeno de la vida en general (por supuesto en la formulación definitiva de este concepto). Tiene que ver con el conocimiento adquirido por la especie y que para el individuo constituye una preparación para la comprensión y/o el enfrentamiento de ciertos hechos, que en el ser humano forma parte del núcleo de lo inconsciente y que es independiente de la experiencia individual aunque puede ser evocado por ésta.

Los instintos en los humanos recorren un camino diferente al resto de los mamíferos, a causa de nuestro nacimiento tan prematuro en términos de chances de supervivencia, que determina un larguísimo y fructífero período de aprendizaje y el establecimiento de complejos lazos amorosos y hostiles. Podríamos seguir llamándolos instintos, pero eso implicaría reconocer que en nosotros habita ese pasado -y presente- animal. El término trieb, quizá sea un eufemismo que mantiene la ilusión de haber perdido todo vestigio animal. Obviamente est postura es rechazada para muchos psicoanalistas, que como verdaderos mamífero, son bien territoriales.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Narcisismo, amor y sexo: su clínica.



Narcisismo, amor y sexo se hilan muy fácilmente, pero también se confunden porque su límite es bastante impreciso, tanto en la obra de Freud como en la de Lacan. Los 3 tienen en común que se prestan fácilmente para ser tematizados ideológicamente. La experiencia del amor y del sexo son suficientemente conmocionantes como para que en todas la culturas haya algo que intente normativizar y encarrilar estas experiencias. Por ejemplo, en el Código Civil está la reglamentación del matrimonio, que debe concretarse con la relación sexual. ¿Por qué tanta necesidad de que la moral sexual y amorosa tengan que estar tan establecidas? 

Hay un camino simple pero pobre, que es expresar que en el sistema capitalista es importante la estabilidad de la sociedad, de las relaciones y de la familia. Kraepelin llega a concebir algo bastante cercano a la verdad, que es la relación entre la psicosis y la familia del psicótico. Tiene razón en eso, algo pasa en la familia. Sigue el mismo camino que Charcot, quien le dio tanta importancia a la educación de las madres, que puede tematizar la histeria. Los pensamientos de Kraepelin fueron tomados por el nazismo, en el sentido de que la estabilidad familiar debía ser una condición necesaria para el sistema capitalista. Entonces, la educación y la normatividad de esto hacían que fueran eliminados lo homosexuales, por ejemplo. No digo que Kraepelin fuera nazi, porque él era de una época anterior, aunque su pensamiento haya tenido que ver con la política sexual y educacional del nazismo. 

Podemos definir a la ideología como un sistema que permite hacer pasar lo cultural por natural. Un obrero puede pensar que es natural ir a trabajar a una fábrica y que lo exploten, o que es natural casarse. O que si se tienen relaciones sexuales placenteras se tienen que enamorar y convivir. Estos deseos no son espontáneos ni naturales, tienen que ver con la cultura y con normas muy precisas establecidas en relación a esto. Una pareja tiene que ser de 2, no puede ser de 3 o 4. O la orientación sexual de cada uno.

Hay una fuerte tendencia a asociar un tipo de elección u orientación sexual con el ser. Y sabemos que la pasión del ser en occidente es fatal, causa de mucho sufrimiento. Una persona puede tener fantasías homosexuales, actos homosexuales o amores homosexuales. Eso tiene que ver con el deseo, el amor y el cuerpo. Ahora, “ser homosexual” no tiene que ver con estas cosas, ni con la pulsión, ni el deseo ni nada, tiene que ver con el ser. Si se hace vacilar el ser, aparece la angustia. Para la clínica es muy importante una expresión uruguaya, que es que si alguien viene y dice que es homosexual, heterosexual, yo le digo “Bueno, si usted lo dice...”. O sea, usted es el dueño de decir que cree ser, pero es una idea del ser parmenídea: el ser en Parménides es uno, único, nunca empezó ni nunca termina y es contínuo. Mucha gente dice “A los 5 años me di cuenta que era homosexual” por esto y por lo otro. No dice “Empecé a…” o “me gustó la idea de…”, sino que dicen que eran. Nunca empezó ni terminó, siempre va a ser así y es obligatorio. Para los psicoanalistas, es muy importante no creer y no asociar ninguna cuestión al ser. 

Hubo una discusión acerca de una afirmación de Lacan de que el analista aparece al final del análisis. Muchos tomaron esto como que había que analizarse antes de ser analista. No hace falta haber atravesado el fantasma ni un análisis demasiado avanzado para empezar la clínica, pero sí es fundamental e ineludible la posición del sujeto en relación al ser. Si el analista cree en el ser, entonces es muy complicado porque se le van a atribuir muchas cuestiones del ser en la transferencia. Un paciente tiene derecho a creer lo que quiera ideológicamente, en el ser y en sus distintas formas. Lo importante es que el analista no se lo crea. Esto no es reemplazar una moral por otra, sino que el analista no se crea la cuestión del ser, porque es condenatorio respecto de su analizante. 

El analista tampoco debe creerse de todas las cosas que parecen naturales. En el seminario del saber del analista, Lacan discute con Simone de Beauvoir, El segundo sexo, libro clásico del feminismo, porque si uno plantea que hay un segundo sexo, está haciendo consistir al primer sexo. Lacan dice que no hay 2 sexos, que estamos acostumbrados a pensar en el apareamiento biológico de los animales. Los animales se aparean y nosotros nos creemos que si tenemos relaciones sexuales nos estamos apareando. Esto no es propio de nuestra especie, el concepto de instinto consiste en pensar que hay una misma conducta en todos los miembros de una misma especie respecto del mismo estímulo. En la especie humana el instinto está especialmente roto. Hay una sexualidad y entonces uno se la puede agarrar con una persona del mismo sexo, del opuesto, con una columna o solo. Es muy difícil encontrar esto de la misma conducta desencadenada por el mismo estímulo en todos los miembros de la especie humana. Tenemos que hacer una limpieza ideológica. Hay que cuidarnos especialmente de ideologías como que si una pareja dura más, es mejor. El ideal de duración implica que la duración sea un valor positivo. Y en realidad que una pareja se detenga no es una cuestión de fracaso. También se asocia la vida en pareja con la salud. ¿Cómo está fulanita? - Muy bien, está en pareja. Hay que ver qué pareja y si está sola, no es que tenga un defecto.

Si hay algo que se fractura, es el narcisismo, la imagen del yo. Quiero aclarar que si uno interpreta por el lado del narcisismo, siempre la pega. No hay situación que no suponga al narcisismo, por eso la pega pero no logra decir nada. No se debe usar al narcisismo en lugar de la causa “lo hizo por narcisista”. 

La forma que adquiere la relación amorosa a lo largo de la historia ha ido cambiando. Algo siempre queda de ese discurso en toda esta historia. Esto nos sirve para relativizar la idea del amor.

Safo.
Una vez en la AFBA estábamos empezando a ver el seminario de la ética con Antígona y convocamos a una persona que sabía muchísimo de la cultura grecolatina. La subjetividad con la que nosotros trabajamos es una subjetividad post-cartesiana. Lo que nosotros entendemos por sujeto es algo que tiene que ver con la instalación de la burguesía en el poder y con el racionalismo planteado por las tradiciones cartesianas. 

¿Pero cómo imaginar una cultura previa? Sólo podemos imaginarla por los textos, entonces esta persona contó que había recibido en la guardia a una mujer que había hecho un intento de suicidio buscando a un tal Osvaldito el colectivero. Ella estuvo de una punta a la otra, pasando de un colectivo a otro buscando a Osvaldito. Al no encontrarlo, hizo un intento de suicidio y llegó a la guardia. Las guardias eran lacanianas y hubo una discusión acerca de la mirada, la voz, etc. Ella se preguntaba qué tiene que tener una persona para que con su presencia o ausencia alguien decida estar vivo o suicidarse, no puede ser cualquier cosa, tiene que ser algo muy valioso. Ella decía que la otra persona tiene algo de lo sagrado. 

Para los griegos, el semejante portaba algo de lo sagrado. Esto quiere decir que los dioses hablaban en las personas. Cuando uno se enamoraba o estaba con alguien, estaba en contacto con los dioses. Los cristianos ponen un crucifijo encima de la cama matrimonial y eso es una idea que viene de aquella época. Por ejemplo, si un hombre tenía problemas de erección, iba y le hacía un sacrificio o un homenaje a Príapo, que era el dios de la erección. ¿Qué se la agarró Príapo conmigo, qué tengo que hacer para calmarlo? O iban a los templos a soñar, porque tenían la sospecha que en los sueños hablaban los dioses. Es que en lo que uno habla, habla de algo que no sabe qué dice. El otro no es pura consciencia, en el otro hay transmisión de objeto, de muchas cuestiones. En esta versión, impone pensar en lo sagrado. No hay nada más parecido al amor que la transferencia, porque hay alguien que escucha pensando que hay algo ahí que habla en el otro y que no es su yo. 

Safo tiene una oda donde convoca a Afrodita y a Zeus:
(...)
y qué es lo que tanto ahora en mi alma loca
conseguir quería: “¿A quién deseas
que al amor te traiga? Ah dime, Safo,
¿quién te hace daño?
Que, si huyó de ti, pronto irá a buscarte;
si aceptar no quiso, dará regalos;
y si no ama hoy, te amará muy pronto,
aun sin quererlo”.

Y Safo le responde que no quiere nada de eso, sino que su amor vuelva a su corazón. Pero de eso se va a encargar Afodita, no Safo. 

Lacan hace una diferencia entre amante y amado. Muchas veces se piensa que la separación es por perder el objeto o perder la persona. Y en realidad de lo que se trata es de impedirle al otro seguir siendo amante. “No hagas cosas para que no te ame”. Si se pierde el amor del otro se puede seducir, hacer muchas cosas. Pero si uno pierde el amor por el otro, ¿qué va a hacer? No puede convencerse a sí mismo de amar y esto es mucho más fuerte en muchos duelos que la de dejar de ser amado. 

Siglo de oro español.
En el año 1000 existieron las jarchas mozárabes. Eran poemas de 2 versos escritos por mujeres, donde uno puede ver la construcción de frases pulsionales. 

Hay poemas de Lope de Vega y Quevedo acerca del amor. Quería leerles un soneto de Lope de Vega y analizarlo. 

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Es verdad que quien lo probó lo sabe. Es interesante pensar que puede no probarse el amor, que alguien pase su vida sin este tipo de amor. Y esto es muy importante en relación al analista, para que pueda entender que las personas no se enamoran de una forma universal y obligatoria. Una vez tuve una supervisión con un psiquiatra en un caso de psicosis ordinaria en un paciente. Yo le decía que no era una psicosis, sino que estaba enamorado. El psiquiatra me miraba raro, ¿qué es esto de estar enamorado? Cuando Virgilio dice que los árboles aprendan a decir el nombre de Amarilis, eso es estar enamorado. El psiquiatra me miró peor, (risas) pero lo importante es saber la contingencia de esto y como el analista debe estar advertido que alguno de los fenómenos no son patológicos o psicóticos.

Desmayarse es una caída de la identificación a la imagen primera que sostiene la bipedestación. Ya ahí hay un contrapié al narcisismo. Y con esa alteración al narcisismo, encontramos que describe esa comunidad de sentimientos tan contradictorios. Agrega esto de “no hallar fuera del bien centro y reposo”. Si está el otro, todo se organiza y si no está todo se confunde. El poema de Miguel Hernandez, dice:

Menos tu vientre, 
todo es confuso. 
Menos tu vientre, 
todo es futuro 
fugaz, pasado 
baldío, turbio. 
Menos tu vientre, 
todo es oculto. 
Menos tu vientre, 
todo inseguro, 
todo postrero, 
polvo sin mundo. 
Menos tu vientre, 
todo es oscuro. 
Menos tu vientre 
claro y profundo.

El primer poema dice “huir el rostro al claro desengaño”, porque algo de la renegación hay en el amor. Y por otro lado se pueden beber las palabras del otro como un licor suave, cuando en realidad son venenosas, por ejemplo. También está esto que se tergiversan todas las lógicas y entonces creer que un cielo en un infierno cabe.

Este es el amor que fragmenta, que produce toda esta desestabilización yoica, el desmayo e imagínense cómo no va a haber algo en la cultura que intente darle un orden. Por ejemplo, el matrimonio. Yo hice una pequeña investigación acerca de las distintas formas de matrimonio. Había un matrimonio que a mi me producía bastante envidia, que es el de los verdaderos católicos. Una vez fui a uno y escuché al cura que hablaba de la importancia de formar una familia cristiana. Esto es lo importante, la trasmisión de la ideología. Y ahí me di cuenta que lo que me producía cierta envidia de estos matrimonios era que podían coger bien o mal, o no coger… Porque el pacto no era ese, sino armar cristianitos. También observé a los del PC. Los matrimonios ahí eran muy parecidos, armaban “pececitos” y transmitir la ideología. En el caso de Sartre y Simone de Beauvoir, me di cuenta que ellos tenían un acuerdo muy fuerte y que duró 30 años: manejar la cultura francesa. Lo hicieron, y no importaba si Simone de Beauvoir vivió 5 años con su amante a 5 cuadras de la cuadra de Sartre. Lo que importaba ahí era el manejo de la cultura. Lo mismo pasa con los matrimonios de la oligarquía argentina, donde lo que importa es el patrimonio. 

Las consultas de pareja que nosotros recibimos están vinculadas al amor, no a todo lo anterior. Por eso es tan importante que no se coja nunca, porque si el sexo no está funcionando, se amenaza la pareja. Lo único que sostiene a estas parejas son estas cosas, no hay otros elementos ideológicos como el patrimonio o la religión. Es muy amenazante la irregularidad sexual por esta razón.

Siglo XVIII.
Después del siglo de oro, las mujeres pasaron al interior de las casas. El siglo XV y XVI fue un desconche y ahora las mujeres están en sus casas, rezando con los niños en el interior. Los hombres, afuera haciendo dinero. Aparece la institución del cortejo en España o del chichisbeo en Italia. Las mujeres de las clases más altas tenían un marido y por otro lado un cortejante. Con el cortejante salían y con el esposo solo cogían y nada más. A su vez, el marido podía ser cortejante de otra. Esta institución fue al comienzo muy resistida, pero después se dieron cuenta de que convenía muchísimo: las industrias del calzado y la ropa de las mujeres proesperaron un montón. La ópera y otros entretenimientos causaron una movida económica muy fuerte a partir de esto. Estas mujeres, criadas en su casa, no sabían charlar. Entonces se les ponían profesores para que aprendieran. Pasado el siglo, se confundió todo: pasaron a coger con el cortejante y se disolvió la institución.

Nos trae la novedad de que se podía charlar con la pareja de uno. Es una idea bastante complicada, porque aparece la idea de que con la pareja se tiene una vida sexual, se cría a los hijos y con la que además hay que hablar. Hoy podemos escuchar en los consultorios que alguien sale con otro, que todo muy bien pero que quieren poder hablar de una película. ¿Por qué además de una película hay que charlar? Esto no es espontáneo, tiene que ver con esta institución del cortejo, que apareció y generó la idea que se podía hablar aparte de coger con la pareja. Se termina armando una especie de abuso de persona con la pareja de uno, porque hay que cuidar la vida sexual, la vida amorosa, charlar, entenderse, etc. 

Siglo XIX.
Aparece el amor romántico. Se trata de que lo imposible se jugaba en la relación y no en el entre dos. La relación se transformaba en imposible porque uno era tuberculoso, la mujer era prostituta, la diferencia de clase. La relación era imposible, como La dama de las Camelias. La relación directamente es imposible, no se trata de que algo sea imposible en la pareja. Esto en Argentina duró bastante, que está lleno de historias imposibles, como Gricel, Malena y todas estas historias tremendamente sufrientes.

No habrá ninguna igual, no habrá ninguna, 
ninguna con tu piel ni con tu voz. 
Tu piel, magnolia que mojó la luna. 
Tu voz, murmullo que entibió el amor. 
No habrá ninguna igual, todas murieron 
en el momento que dijiste adiós. 

O sea, desde ese momento “no habrá”, ¿pero durante? Es lo imposible de la relación, como en Casablanca, que en una época era el modelo del amor. ¿Qué modelo es ese que la mina se va con el marido y el tipo se queda con el gendarme? Luego se produjo un giro en la ideología del amor, a partir de 1960. Es un giro que puso en juego Cortázar. Él es un gran escritor de lo posible -no de lo imposible- en la escena íntima. También aparecieron algunas letras del rock nacional.

¿Qué sería lo esencial del amor? Que no incluyera todos estos agregados ideológicos. Con Lacan podemos decir que la demanda de amor es demanda de presencia o de ausencia. El amor, en su forma mínima, demanda presencia pero también la ausencia, cosa muy valorada por los fóbicos. Todo lo demás tiene que ver con la época, la ideología, las religiones, etc. Hay una reflexión de la filósofa María Zambrano, que fue la primera mujer que recibió el premio Cervantes. En el discurso de agradecimiento, ella dice que Cervantes tenía una mujer que estaba permanentemente presente, que no faltaba nunca y que no tenía el don de la ausencia. Por eso necesitó inventar a Dulcinea, inventar la posibilidad de la ausencia. En los consultorios tenemos a estas madres que se anticipan permanentemente a lo que el chico pueda llegar a demandar sin que él se lo pida. No tienen el don de la ausencia, que justamente, es poder no estar estando. En cambio en las jarchas, es “te pido que estés”.

Pregunta: Estas formas del amor no son naturales, sino culturales. Y es la misma cultura la que tiene que reglamentarlas. ¿Qué es primero?
E.M.: La cultura crea instituciones, no solo el matrimonio. Hoy en día se tiene que ser algo para el otro, caer en algún cuadradito: ser novio, chongo, amante… Estar ubicado en alguna clasificación, sino se angustia. Lo que es angustiante es no estar en ningún casillero. La cultura ese casillero como manera de poder tramitar estos fenómenos tan complicados. Qué somos y dónde estamos es una pregunta muy frecuente. 

A mi este año se me ocurrió hacer una clasificación distinta de las relaciones, basadas en géneros literarios. Hay parejas que están en una tragedia griega. Otras que están en una policial, metiéndose en el celular a ver si averiguan algo y donde el culpable siempre es el otro. Otras que son poéticas, que viven de momentos, porque la poesía son momentos, no es como una novela.

Lacan dice que el amor es una espacio donde puede haber una escritura en común. Hay que ver en la clínica de parejas si siguen escribiendo juntos o cada quien escribe otra historia. 

Pregunta: Me quedé con esto de clasificar las relaciones...
E.M.: Aristóteles inventa la lógica de clases cuando tiene que abordar el tema de los animales. Es una lógica de clases que surgió en la zoología. El DSM sigue esta lógica. El tema es que esto, que le sirve a un veterinario, cuando las personas hablan la conducta se vuelve muy confusa. Los pacientes se pueden creer lo que quieran porque están en su derecho, pueden ser marido, novio, etc. A mi gusto, la pareja es algo que autoriza a tratos espantosos. La pareja instala derechos y demandas y entonces se trata al otro como si fuera parte del psiquismo de uno. 

Pregunta: (pregunta acerca de la crítica al amor romántico y el sentido de la propiedad)
E.M.: Amor romántico para mi es el amor del siglo XIX. Se dice que poder participar de una relación de 3 o de 4 implica renunciar a la posición capitalista del deseo del Otro y soportar la exclusión. Es amor es simple, pero se lo complica el yo, se lo complica la propiedad, la posesión, la exclusión… 

Texto confeccionado en base a los puntes de la conferencia dictada por Enrique Millán, el 17/10/2018.

jueves, 17 de octubre de 2019

La infancia, pulsiones y sexualidad

Notas de la conferencia dictada por Alba Flesler 7/05/2019

Desde el psicoanálisis, intentamos dar respuesta de lo que nos está conmoviendo desde lo actual. Creo que cuando se trata de tomar cuestiones de lo real de nuestro tiempo el intercambio entre analistas, el debate nos encamina mejor que cuando nos mantenemos en cuestiones de dogmas personales. Cuando abordo lo real de nuestro tiempo, pretendo que las respuestas que nos damos a las preguntas sobre los tomas de actualidad, no sean respuestas teñidas predominante de una cuestión ideológica, que es la que en general nos surge cuando intentamos responder a eso que nos conmueve. Para introducir el tema de las respuestas a las preguntas por el tema de la infancia, de las pulsiones y la sexualidad no sean planteadas desde esta posición ideológico, sino desde la apelación, el recurso y el intento de acercarnos a una posición desde la lógica. Esto lo tomo de Lacan, que se desesperaba por transmitirnos sus elucubraciones y su experiencia, quien apelaba a la formación de una lógica, para apartarnos de lo que él llamaba la posición de las creencias. Esto está reflejado en la opinión que cada uno puede tener de un determinado tema. El sistema de creencia se diferencia de la lectura que nos aporta un saber. Por eso Lacan recurrió a formalizar los conceptos, para que no queden en lo que cada uno cree, sino el debate no tiene ninguna posibilidad de salida.

Las creencias nos habitan y respecto de la infancia pobló el modo en que se trató a los niños según las creencias que hubo de qué era un niño. Así, en determinadas épocas, se creía que en la infancia no había sexualidad. Hoy pensamos la sexualidad infantil, pero antes los niños eran inocentes, angelitos sin sexualidad. Era una creencia y así se trató a los niños. Hasta bastante avanzada la época medieval, no habia representación de la infancia. Si ustedes se acercan a lo que son las expresiones artísticas del S. XI, como lo retrata Philippe Aries, verán que él dice que se representaba una escena del evangelio en la cual Jesús llamaba a los niños. En ese llamar a los niños, parvuli. Parvuli es llamar a los niños. Cuando el artista tiene ue representar a los niños, no representa rasgos de algo que podamos reconocer de la infancia. Representa a los 8 niños que se acercan a Cristo como 8 hombres en miniatura. Es decir, no había estatuto de rasgo particular que definiera la infancia. Esto que leemos desde el arte muestra que los niños no tenían estatuto como tales. Eran adultos en miniatura. Esto es un sistema de creencias, cuya significación determinaba el modo de tratarlos. Por ejemplo, los niños podían morir en el colecho de los padres sin inscripción. sin un trazo que le fuera propio.

También puede existir la creencia de un niño que no sabe nada. Escuchamos “Es chico, no entiende, no sabe”. Y también puede existir la creencia del niño que ya sabe. Este sistema de creencias determina el modo en que se trata al niño en la actualidad. Para poder pasar a la lógica que hoy les quería plantear, voy a decir que Freud le dio estatuto al niño cuando le dio la palabra. Un niño puede ser tomado, dentro del sistema de creencias, como un objeto de observación. El niño observado, por ejemplo en una cámara, aún en nombre de su bien. En cambio, Freud le da la palabra.

El psicoanálisis no solo le da la posibilidad al niño de ser objeto de observación o ser tratado, sino la posibilidad de ser escuchado. Además, Freud también dijo algo que no cayó muy bien: un niño no es un angelito. Es lo que vemos en las representaciones de los ángeles-niño, siempre cubiertos para que no se les note la sexualidad. Freud dijo que la sexualidad y la infancia no eran disyuntos. 

¿Qué implica y qué implicó decir que el niño tiene sexualidad? Vamos a hacer algunas distinciones para la clínica. 

Si entramos en la lógica de lo que Freud plantea para la sexualidad, lo primero que hay que decir es que Freud dice muy claramente que sexualidad no es genitalidad. No puede definirse la sexualidad por la genitalidad ni por los caracteres primarios y secundarios. ¿Con qué concepto Freud plantea esta posición? El concepto clave es la pulsión. El texto de los Tres ensayos para una teoría sexual fue un texto revolucionario. Fue rechazado, sumamente criticado. Algunos criticaban que allí se hablaba de los desviados, de los pervertidos, de las perversiones. Otros dijeron que se lo criticó por hablar de sexualidad infantil y que quitarle ese halo de inocencia a los niños y hablar de sexualidad producía rechazo en los adultos. En parte fue por esto, pero es un texto con muchas adiciones y Freud permanentemente tiene que aclarar que no pretende ser el dueño de toda la verdad y que quiere contribuir al debate. 

En realidad, Tres ensayos...  fue un texto tan resistido porque habla de nosotros, de cómo estamos hechos los seres humanos. Más específicamente, de cómo gozamos, de cómo goza nuestro cuerpo y de cómo la estructura humana distribuye sus goces. De la sustancia gozante que determina nuestras elecciones. En 1905, Freud pone la piedra del escándalo. Hasta el día de hoy, nos encontramos, respecto a las formas de goce del cuerpo humano, con debates siempre apasionados. Nos podemos encontrar con esos debates en una juguetería, donde podemos ver a la vendedora criticar a la madre porque no le compra a su hijo varón una muñeca. ¿Por qué no lo deja elegir libremente? La vendedora se esacandaliza y critica por qué se lo está etiquetando y no le permite que elija los objetos con los que él quiere jugar. Es más, la vendedora, que no conoce los detalles de la nueva ley de identidad sexual, dice que por qué no permite que el niño elija según como libremente él se autopercibe. ¿Se puede entender por qué los Tres ensayos recibieron críticas? Vamos a la lógica de eso que llamamos cómo gozamos.

En Tres ensayos, lo que ocurrió fue que Freud colocó, entre la infancia y la sexualidad, a las pulsiones. Las pulsiones generaron tanta rechazo porque hablar de pulsiones y de los goces del cuerpo no es algo que solo Freud haya hablado. Lacan dice que el concepto de pulsión es uno de los conceptos fundamentales, y cuando dijo fundamentales no solo dijo que era importante. Fundamental quiere decir de fundamento. Freud dice que el ser humano no busca su objeto de satisfacción, no busca su goce buscado por el instinto. Esto es lo que sigue discutiendo hasta hoy. Y hace una distinción profundamente disjunta entre instinto y pulsión. Esta diferencia es tan resistida, que si ustedes buscan las traducciones que se hicieron a lo largo de la historia hasta la de Echeverry, van a ver que Ballesteros confunde 2 conceptos en alemán que son bien diferentes: instinct y trieb. Freud no dice que la sexualidad humana tenga que ver con el instinto, sino que justamente para hacernos humanos perdemos el instinto.

¿Qué quiere decir que perdemos el instinto? Quiere decir que la ley que regula el goce humano no tiene la característica que tiene el instinto animal. No tiene nada de natural. ¿Y cuál es la característica del instinto? Que el objeto y fin de su satisfacción están predeterminados y orientados por la naturaleza. A la vaca no se le ocurre pedir un menú para saber qué pasto va a comer. Tampoco va a sufrir bulimia ni anorexia. La vaca sabe cuál es el objeto que le va a dar satisfacción. En cambio, la pulsión se caracteriza por un objeto para el goce que es profundamente contingente. No está trazado por la naturaleza. 

Freud dice algo aún mayor: dice que cada agujerito de nuestro cuerpo goza, es decir, se erogeniza. Y que esa excitación de cada uno de los agujeros del cuerpo erogenizados no tienen un objeto justo y adecuado para satisfacerse. Con lo cual, se trastoca completamente la naturalidad. No nos alimentamos con lo que nos hace bien y es sano. Tampoco dejamos de fumar porque el cigarrillo es tóxico. No vamos a mirar lo que es adecuado ni escuchar solo lo que es adecuado para el volumen de nuestros oídos, ni vamos a defecar justo y claramente en el lugar adecuado. Las características de los goces de cada uno se va a guiar lo que Freud llama una tensión constante, que en la lengua de nuestro tiempo es “Quiero todo y lo quiero ya”. 

Las pulsiones, además, van a responder a una gramática que no se condice con el agujerito. Es decir, puede que comamos con los ojos, que caguemos a puteadas, y así podemos continuar. Nada es natural. Ni la fuente, ni el objeto. Perdido el instinto, con la pulsión no sabemos para dónde ir. 

Entonces, primera cuestión: el niño no es libre ni elige. El niño no elige porque está alienado a la demanda del Otro. Cuando nacemos, lo hacemos en un estado de prematurez. No podemos ni buscar la teta. Lo que vamos a tomar para erogenizar nuestro cuerpo nos viene ofrecido por Otro. Es el Otro el que va a interpretar nuestras necesidades y al hacerlo va a invertir la demanda diciendo que es el niño el que quiere. “Quiere comer, quiere upa, quiere venir a la cama, quiere teta, quiere dormir, quiere que lo cambien”. La demanda que viene con la oferta del Otro es inconsciente. Lejos está de lo natural; el Otro interpreta las necesidades del viviente, que es prematuro y no puede decir nada. El Otro interpreta la dosis y gotita a gotita va erogenizando el cuerpo del niño con su interpretación. Nada de libertad. El cuerpo y sus agujeros se erogenizan, el objeto de satisfacción viene del campo del Otro, quien lo ofrece. Cuando decimos que el niño elige, estamos diciendo, en principio, que elige según la demanda del Otro. 

En la actualidad se sostiene que el niño tiene derechos y la Declaración de los Derechos del Niño fue una ganancia enorme. Pero al creer que el niño sabe y tiene derecho a elegir se está partiendo de una teoría llamada vitalismo: creer que naturalmente el niño puede elegir libremente. Se está retando la incidencia que el otro real tiene en la erogenización de los cuerpos. Se plantea una creencia de un niño que nace libre, de un niño que sabe y al que hay que respetar en sus derechos. Cualquier intento de torcer lo que el niño quiere, entonces, será acusado de no respetarlo. En ese mismo proyecto, se cree que como es el niño el que elige, se le puede ofrecer neutralidad. Por ejemplo, no ofrecerle una pelota de fútbol a un varón o una muñeca a una nena. Pues bien, la demanda del Otro puede ser que el niño sea “ni”. Toda oferta es una demanda y la oferta de información que se les da al niño también son una demanda. Nosotros podemos hacerlo por su bien, pero la concepción que tengamos del niño va a incidir en su modo de tratarlo.

¿Cómo es que el Otro aliena en su demanda a través de la erogenización pulsional? El Otro no solo estimula la fuente erógena en el cuerpo, indicando líneas para los goces oral, anal, escópico, invocante y fálico… El Otro también introduce mandatos y órdenes de cómo gozar. Ideales de cómo se debe gozar y que son las transmisiones de las regulaciones de los goces. Ahora se duerme, ahora se come de determinada manera, vestirse de determinada forma, caminar de tal otra… Estas órdenes de cómo mover el cuerpo, de a dónde dirigir el cuerpo, en el inicio, son percibidas por el niño como mandatos. Son mandatos de goce y tienen una legalidad diferente que lo pulsional para ordenar los goces del cuerpo. Lo pulsional tiene la característica de lo pulsional: perentoriedad, eminencia, intento de satisfacción inmediata, contingencia del objeto… El mandato de goce que viene del ideal superyoico son mandatos que no toleran que se goce de otro modo que como se indica según el ideal. Estos mandatos son los que generan la intolerancia.

En algún momento, me puse a trabajar las distinciones de las violencias que se generan por las tensiones pulsionales, a diferencia de las violencias que generan los mandatos superyoicos. Ejemplo: cuando tenemos en la clínica alguien que puede matar por conseguir droga está comandado por la pulsión. No puede parar. Pero es distinto que aquel que mata por un ideal superyoico, como quien en nombre de un ideal racista considera que la única forma de existir es siendo de determinada manera y dirige la diferencia al diferente. El Otro, entonces, no solo erogeniza y produce en el cuerpo lo pulsional, sino que también dicta los mandatos de goce. Fíjense la incidencia del Otro real sobre cómo gozamos y nuestra estructura. 

El Otro también propone una imagen en la cual nos reconocemos. Es decir, nos da un espejo en el cual mirarnos y nos vamos a percibir en ese espejo del Otro. Cuando se plantea la autopercepción, la percepción se sostiene de la imagen que el Otro le propone. No hay autonomía en la percepción de la propia imagen. Nos vemos tan lindos como nos propusieron, tan gordos como nos propusieron, etc. Tenemos muchos casos de adolescentes que se ven gordas y no lo son. La mirada del Otro puede, en el espejo, proponer que el sujeto se perciba como el Otro le demanda. Entonces, la autopercepción también es teoría de la autonomía. 

Estas distinciones de lo que viene del campo del Otro, Isidoro Vegh lo desplegó en un diagrama de flujo. Lo que es interesante situar es que hay una anterioridad lógica del Otro. Cuando leemos libros que plantean que a los 18 meses alguien dice “Yo nena”, podemos pensar que es una afirmación de la libertad o tenemos, desde la lógica de la constitución del cuerpo humano, pensar la incidencia del Otro que está rechazada en eso que es la afirmación del niño. Podemos negar la incidencia del Otro y pensar que el niño libremente, a los pocos meses de nacer, ya tiene la autopercepción de su ser. Nosotros debatimos en ese punto: no creemos que haya una fuerza vital que permite que un niño a los 18 meses, sin la incidencia del Otro, esté haciendo una libre elección en lugar de pensar que se trata de la demanda del Otro encarnada en el cuerpo del niño.

Que la incidencia del Otro marque los agujeros del cuerpo, la erogenización del cuerpo, ¿quiere decir que uno está destinado y determinado absolutamente por el Otro? Me gusta decir que no. El Otro oferta, hay una anterioridad lógica en la demanda del Otro, el Otro anticipa y propone al niño ser varón, ser nena, ser ni, cómo gozar, etc. Pero el sujeto responde al Otro. Es sí como Lacan definió al sujeto: el sujeto responde al Otro. Podemos entender que responde en el sentido de la sumisión. Pero el sujeto no es idéntico al niño. El niño es el niño que el Otro le propone ser al ser viviente y el sujeto, como respuesta, introduce un trazo singular. Con cada respuesta del sujeto, se hace una marca, como si le dijera al Otro “no soy idéntico al niño que me proponés ser”. Cada trazo da existencia al sujeto. 

De este modo, el Otro espera al niño y le demanda que sea el niño de su fantasma. Pero donde espera al niño, puede hallar al sujeto. Ahí es fundamental apelar a la lógica que debe operar para que pueda haber respuesta del sujeto. Nuevamente el debate: hay quien propone que la respuesta como fuerza vital, surge del nacimiento. Que no es necesario trabajar con los padres porque de lo que se trata es evaluar cuál es la respuesta del sujeto. Diré que para que haya respuesta del sujeto, es necesario que el Otro done un intervalo donde pueda haber algo que no sea idéntico. Es responsabilidad del Otro real introducir un intervalo en el goce que propone. Es lo que los analistas llamamos castración, que en términos de lógica es una lógica de incompletud. No es lo mismo las pulsiones enlazadas a la castración, el superyó enlazado a la castración, la percepción de la imagen yoica enlazada a la castración… Lo que viene de la incidencia del Otro puede o no donar un intervalo de goce, que da lugar a que haya una respuesta del sujeto.

¿Qué pasa si hay respuesta del sujeto? Con cada respuesta, se inicia un movimiento temporal. Yo creo que no hay que tratar por edad a los pacientes, que no tenemos que referirnos a niños, adolescentes y adultos según su edad, sino que nos preguntemos qué tiempo tiene. Los tiempos no tienen una evolución natural ni una psicogénesis, sino que se producen con cada respuesta. Si en la respuesta no hay identidad y si la respuesta que se puede dar a la demanda del Otro es, por ejemplo, escupir alguna vez la comida que la madre le da, el síntoma es una respuesta. Es decir, no idéntico al goce que el Otro me demanda ser. 

Con cada respuesta hay tiempo. Podemos hablar de tiempos respecto a la infancia y a la sexualidad. Les propongo una distinción para la sexualidad de nuestro tiempo. Una diferenciación que plantea que el sexo no es lo mismo que la sexualidad. El sexo es el sexo real con el que nacemos. No es solamente los órganos genitales, sino lo hormonal, cómo funciona nuestro cuerpo acorde al sexo con el que nacemos. Todos nacemos con un sexo y solo hay 2: varón y mujer. Eso es el sexo, lo real. 

Luego está la sexualidad, que es la marca que la demanda del Otro deja en el cuerpo del sujeto. Podemos tener un goce de la mirada, un goce de la oralidad, un goce de lo anal, o de lo fálico… Pero tenemos que diferenciar sexualidad, que no se reduce a la genitalidad, del sexo que es real. La sexualidad no es libre, es lo que cada uno puede hacer con eso. 

Finalmente, está la sexuación. ¿Decirse hombre, decirse mujer? La sexuación es la respuesta del sujeto a la demanda del Otro. 

Sexo, sexualidad y sexuación son tiempos que reclaman operaciones para poder responder y hacer elección. Sin operaciones no hay posibilidad de decir que el niño elige. Es el Otro el que le imprime con su demanda el espejo en el que se ha de ver. Los tiempos del sujeto implican redistribución de los goces y eso depende de que el Otro done el intervalo y que encuentre letra para poder identificarse en cada uno de los tiempos. Esa letra viene de una operación que Lacan llamó nominación. Lamentablemente nuestro tiempo rechaza esta operación. “No me definas, porque me etiquetás” Se considera que el nombre es una etiqueta. Puede serlo si no dona el intervalo, pero la nominación también es lo que permite orientar los goces, que se desorientan profundamente en los tiempos de la demanda del Otro. Sin nominación no hay libre elección ni margen de respuesta que el sujeto tiene.

¿Qué pasa si las operaciones de redistribución de goce no se producen? Los tiempos tampoco. Y alguien puede quedar en lo que Freud llamó una fixierung, una fijación, pero no a la que vuelve, sino a la que no sale de ahí. Esta sexualidad que introduce variables, la diversidad, puede perfectamente buscar el objeto contingente de goce en cualquiera de los agujeritos. No necesariamente en el cuerpo de otro, ya lo dijo Freud. Es más, lo puede buscar en otro del mismo sexo, de otro sexo, en el cuerpo de un niño… ¿por qué no vamos a aceptar la diversidad? Hoy hay quienes piden que no se considere más abuso el que elige libremente buscar el objeto de goce en el cuerpo de un niño. Habrá quien goce de una muñeca inflable o de un animal. Esto es la estructura revolucionaria que Freud planteó en Tres ensayos: que nuestra sexualidad no es normal. Que el objeto lo podemos buscar en cualquier lugar. Que no está predeterminado. 

La creencia de nuestro tiempo de un niño libre que elige, ¿no lo deja esclavo de la incidencia del Otro sin que nosotros podamos intervenir? 

Pregunta: Hace poco salió el caso de un niño de 8 años que pidió un cambio de sexo. ¿Hasta dónde está el deseo del niño y la impronta del Otro? ¿Se puede diferenciar de alguna manera?
A.F.: En principio, escuchando. Lo que seguro no podemos pensar es que hay un gen cerebral que ya vino. En más de 0 años de analista, no podría decir que esta lógica tenga incidencia sobre la elección. Se da ahí como un ideal de libertad, pero entendido como una ausencia total de reglas. Que cualquier introducción a una restricción o prohibición de goce es conservadora, patriarcal, etc. 

Lo que sí preocupa a los médicos es que para tomar como real la imagen de autopercepción rechazan lo real del sexo. Por ejemplo, que se rechace un papanicolau, o un control prostático. La pregunta es si con todos estos cambios hormonales para cambiar los caracteres secundarios, no vamos a tener una problemática seria a nivel fisiológico. 

Hay algo de la fixierung, de la fijación de sentido cuando un niño dice “soy nena” y le dan estatuto real en lugar de darle estatuto de juego, por ejemplo. El juego implica siempre una movilidad de la representación del ser. 

Pregunta: (pregunta por la bisexualidad)
A.F.: El síntoma de esta época es la desorientación. No solo ocurre en los chicos, sino en las consultas de padres desorientados, que no saben qué hacer y no se autorizan. Bisexuales somos todos, esto lo dice Freud en 1905 y definimos la nuestra sexualidad por pérdida de goce. Toda definición implica pérdida de goce. Si yo digo “Esto es una mesa”, también estoy diciendo “Esto no es una cama”. Cada vez que nominamos estamos haciendo una pérdida. Por eso lacan dice que la nominación es una operación del padre, es la operación que a él le corresponde.

Creo que vivimos en una época donde se cuestiona el abuso del padre. El pater romano, del que somos herederos, tenía derecho a decidir sobre la vida y la muerte. Para desprendernos de ese padre es que arrojamos al padre. Ya no tiene importancia la operación y se rechaza la operación fundante del padre, que es la nominación. Cuando Lacan trabaja el nombre del padre, no es ponerle el nombrecito original. Él dice que el padre es padre por el nombre y eso es decir que el padre no es Dios. Nuestra época tiene algo que ya comenzó hace tiempo, que es la declinación de la función paterna. Si uno hace el rastreo de la función del padre en la historia, vemos cómo se fue pasando del sistema de filiación de la antigüedad de ser “hijo de”, aunque haya sido padre. esto se mantiene en algunas colectividades. Es decir, la filiación como lugar de pertenencia se va perdiendo. Esto deja una ilusión de que es posible no perderse ningún goce. Y lo cierto es que cuando se prueba, el cuerpo se erogeniza y queda marcado, entonces queda esclavo del goce. Es casi incorrecto decirlo, pero me autorizo.

Pregunta: ¿Podrías aclarar un poco lo de los tiempos y la redistribución de los goces?
A.F.: Esto implica todo un desarrollo, es el hilo de mi investigación en psicoanálisis. Te recomiendo mi libro “El niño en análisis y el lugar de los padres”. Todos los temas que yo voy investigando, los pongo sobre el eje de la temporalidad, porque creo que a alguien le pueden pasar los años sin que le pase nada. Esto lo vemos mucho en la clínica. El analista debe detectar qué tiempo de goce está reteniendo al sujeto para relanzar en su redistribución. Para poder acceder a un nuevo goce, la condición es perder un goce anterior. Por ejemplo, nadie llega naturalmente a querer besar los labios de un partenaire si sigue tomando la teta de la madre. Está lleno de niños que no hablan porque tienen la boca ocupada con la teta a libre demanda. Los tiempos son dependientes de pérdidas de goce sucesivas en cada uno de los agujeritos.