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viernes, 15 de febrero de 2019

Topología de la perversión (2° clase).


Conferencia dictada por Héctor Rúpolo, en Fundación Triempo, el 15/01/2018. Ver la clase 1.

Quería partir de una referencia importante, que hace a la historia del psicoanálisis en Argentina. En la década del ‘60, hubo muchos trabajos de psicoanalistas formados en la IPA sobre una entidad que fue una creación de los psicoanalistas argentinos: psicopatía. La psicopatía era una entidad mórbida, porque no se entendía mucho qué era lo que pasaba con ciertos pacientes que traían ciertas problemáticas del estilo de insensibilidad frente al otro, de frialdad, de tomar al otro como objeto. Un montón de características que se recopilaron en libros de esa época. Los psicoanalistas de esa época eran en su mayoría kleinianos. Estos pacientes no caían dentro de lo que Melanie Klein había creado, que era la posición esquizoparanoide y los maníaco depresivos.

En el discurso común, el psicópata (o el perverso) es un ser insensible frente al otro. Es frío, no le importa el dolor del otro, puede ser un estafador, etc. Se toma una cuestión moral, pero ¿por qué? Parece inevitable, al enfrentarse con la perversión, la cuestión moral. El perverso te lleva a plantearte la cuestión moral. No sé si obervaron que en la clase pasada yo no mencioné la ley. Hablé de la perversión sin hablar de la ley, porque hay una cuestión que se hace imprecisa cuando se habla de la ley, aunque el mejor lugar para hablar de la ley sea la perversión. El perverso es el que pone en cuestión la ley, la pone en cuestión teóricamente. El perverso es un teórico de la moral, entonces hay que estar muy preparado para poder atender un perverso porque lo primero que te va a venir a cuestionar es lo que tiene que ver con la ley. Si uno tiene agarrado con alfileres que la ley es la ley de la prohibición del incesto y que es para todos, de una manera vaga, el perverso te da vuelta. Yo no parto de esta cuestión de la ley, sino que parto de la diferencia entre el significante de la falta en el Otro y el Otro absoluto.

S(Ⱥ)      A

Es decir, a mi me interesa mucho más pensar la ley, más que como una prohibición, pensar la ley como lo que habilita. Ustedes saben que la ley de la prohibición del incesto, en su sentido positivo, dice “Esta no, pero todas las otras sí”. Bueno, es distinto. Me he dado cuenta que con la cuestión de la prohibición, se hace como una especie de moral autoritaria. O sea, se produce un deslizamiento por el lado que la prohibición es la prohibición del padre, como si un analista tuviera que estar constantemente prohibiendo.

La vez pasada partimos con que había una relación entre la perversión y el deseo. Yo lo situé que más allá del velo (veil, cortina) que tapa al objeto fetiche. Lo interesante del veil es que se proyecta el fetiche, que viene a ser el objeto que va a topan la falta en el Otro. Sin embargo, la perversión se constituye a partir de un más allá, porque si el perverso taponara con el fetiche la falta en el Otro, sería lo mismo que la psicosis. En la psicosis no hay falta en el Otro. Como hay una diferencia entre psicosis y perversión, tenemos que pensar que en la perversión algo del deseo se inscribe. Lo que vamos a situar hoy es la perversión a partir del Otro, este Otro que es el Otro absoluto -que Lacan dice que no existe, porque siempre está barrado-. Para el perverso, sí hay un Otro absoluto.

Del Otro surgen 2 corrientes distintas:
  • El goce.
  • El objeto.
Freud había hablado del fetichismo, es decir, la necesidad de un objeto que vaya al lugar de la falta en la madre. Lacan analiza algo que Freud no había analizado, que es la obra de Sade. Sade es un autor, un escritor que ejercía el sadismo. Es decir, tenía víctimas, no necesariamente involuntarias y además escribía sobre esto. Por eso yo les dije que los perversos tienen un aspecto teórico. Sade plasmó este aspecto teórico y Lacan lo leyó. A partir de leerlo y hacer un trabajo, que se llamó Kant con Sade. Kant con Sade fue escrito por Lacan como introducción a Filosofía en el Tocador. Esta obra es interesante para comprender muchos problemas del sadismo.

Cuando Lacan estudia la cuestión del sadismo y después el masoquismo. Para eso, recomiendo los textos de Sacher-Masoch, que tiene los textos de “La Venus de las Pieles” y “Las confesiones de Wanda”, que era la mujer. Es muy interesante para entender el masoquismo.

En psicoanálisis, nos encontramos algo que le viene del Otro absoluto y que no es privativo de la perversión. En la perversión hay una constitución que es prioritaria de ser tapón del Otro. En la neurosis no hay un tapón de la falta en el Otro, pero hay represión. El neurótico reprime la castración del Otro, no hay falta porque está reprimida. Lo que pasa que el psicoanálisis, en la medida que hace aflorar un montón de cosas, va surgiendo ese enfrentamiento con la castración, que siempre es la castración es del Otro. El sujeto se pone contento de que su propia castración pueda ser algo que alivie la castración en el Otro. El neurótico plantea su propia castración “yo no puedo, yo no sé” para que no aparezca esta falta en el Otro.

Entonces, el problema que tenemos en el psicoanálisis y que va más allá de la perversión es el problema del goce. Se escucha mucho hablar de goce, ¿qué se entiende por goce? Es la satisfacción en el síntoma, por ejemplo. Ustedes piensen en esta terrible contradicción que tenemos los psicoanalistas: alguien viene a consultarnos por un síntoma y ese síntoma tiene que ver con un goce, ¿cómo hacemos? Es muy difícil, porque está queriendo sostenerse en un goce.

Un ejemplo: alguien que fuma, ¿por qué fuma? Porque hay un goce. Nosotros le podemos decir que no lo haga, porque le puede hacer mal. El paciente no va a dejar de hacerlo, quizá lo intentó varias veces pero no puede. No se lo puede convencer, pasa también con las drogas. ¿Cuál sería el método o la manera de encontrar una salida a este conflicto, con cualquier paciente y no solo con la perversión específicamente? Hay un rodeo que es el del deseo. Hay que hacer un rodeo por el deseo para lograr que ese goce se ponga en función de otro amo que el que tiene un goce común. Ese amo es el deseo. Por ejemplo, el goce de fumar está en el espasmo en los pulmones. Ese espasmo que recuerda el primer espasmo que fue cuando se nos inundaron los pulmones de aire. Es el primer espasmo que tiene que ver con la angustia que tuvimos. Porque el trauma del nacimiento no es la separación con la madre y la soledad en el mundo, sino esa cosa extraña que es el aie, que se meta en los pulmones. Entonces, recordamos eso fumando. Cuando uno se inicia en el tabaquismo, la primera o segunda vez se produce ese espasmo.

¿Cómo hacer para que alguien deje de fumar, si es que viene a eso? Tenemos que buscar si no hay algún deseo, que pueda de alguna manera dialectizar ese goce. Podría ser por el lado de la música y que tenga la posibilidad de tocar instrumentos de viento. Podría ser que si lo pudiéramos ayudar a que esa cuestión del instrumento musical tome un lugar, pueda ir abandonando el goce del cigarrillo, porque es un goce equivalente. Lo que no podemos hacer es aconsejarle, racionalizarlo, decirle que no, prohibírselo.

¿Qué es la ley? ¿Se trata de la prohibición del padre, como se dice? Porque si es la prohibición del padre, no podemos decir que el tipo fuma porque el padre no se lo prohibió. Freud nunca hubiera aprobado una cosa como la prohibición. Tampoco Lacan. Hay que tener cuidado con lo que nos han transmitido acerca de la prohibición del padre. Yo no voy a decir que el agente de la castración no sea el padre, pero no es el padre que se cree que es el padre. El padre es el agente real, es decir, el padre se reduce a ser un acto detrás del cual queda borrado. Ese es el padre de la castración, el que opera en la castración. Puede o no ser el padre biológico, puede ser un tío o el abuelo, con una intervención suficientemente justa como para que diga algo del orden de la prohibición y que la madre la sienta. Si la madre no la siente, no sirve.

Cuando hablamos de ley, a mi me gusta referirme al lado positivo. Cuando no funciona la ley, el sujeto se queda como en el dibujo de mi libro:
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En la tapa yo hice poner una foto que sacó una australiana de una madre con el hijo agarrado así. El hijo está absorbido por el abrazo de la madre. Pero como no podía conseguir conectarme con la autora de esa foto, le pedí a un artista si podía hacer de esa foto una pintura. Él hizo esa pintura. Fíjense ustedes esa imagen, que el artista le puso un víbora, porque es además fundamental lo que tiene que ver con el falo. Esa madre agarrando al hijo, que parece que lo está protegiendo pero por ahí lo está matando. Por eso, podemos pensar la ley como algo que permite que el sujeto salga de ese abrazo mortal. Que salga de ahí, de las garras de la madre y le dé la posibilidad de buscar otra mujer. Creo que esa es una versión mucho mejor que la ley, que la de la prohibición del padre autoritario. Porque además, esa versión del padre autoritario lleva al fascismo, que debe prohibir como prohíbe la policía, totalmente contrario al psicoanálisis. 

La otra cuestión de la ley es que se la liga mucho al Nombre del Padre. Creo que ahí hay algo poco trabajado, aunque se repitan mucho las fórmulas. Yo les dije que el padre es el agente real de la castración, es decir, que más allá de ese acto queda borrado. Es como si no existiera más, es algo real. La renegación, que tiene que ver con un “si, pero no”, no es del padre. Es de la falta en la madre. Es muy diferente, porque no es que se reniega del Nombre del Padre. Se reniega de la falta en la madre. Yo creo que se pone mucho acento en el padre porque se quiere hacer con eso una especie de cuentito de que el padre es el que tiene que prohibir a la madre y si no lo hace se reniega la castración… Y en realidad las cosas no son así. Por ejemplo, en algunas paranoias el problema no es la renegación del nombre del padre. El problema es que el padre es un hijo de puta, así con esa palabra que les digo. Uno se encuentra con que el padre de un psicótico, muchas veces, es un soberano hijo de puta. Yo he visto, en el Borda, tipos maltratados como animales, que el padre lo ataba con una cadena a un árbol y le pegaba. Ese es el tipo de gravedad que puede llevar a alguien a la psicosis. No es el cuentito que aprendemos, es mucho más grave. 

La renegación de la castración es en la madre, tiene más valor la madre. La madre del perverso no quiere saber nada con la castración. No quiere que la separen del hijo para nada, es esa madre devoradora, la de la foto del libro, que está agarrada al hijo y no quiere que se lo saquen. 

Otra cosa que quería situar: el perverso es un moralista. Es un teórico y un moralista. Los ejemplos abundan. Siempre que ustedes vean un perverso, van a verlo. Ejemplo, tenemos el caso de aquel psicólogo que se dedicaba a dar clases en la facultad sobre la pedofilia. Escribía tratados sobre la pedofilia, daba cursos en el exterior sobre la pedofilia. ¿Qué se descubre? Que abusaba de los pibes. ¿Es una casualidad? Uno se pregunta cómo puede ser, ese hombre tan serio… ¡En la facultad no sabían qué hacer ni dónde meterse, porque era profesor titular! Esos son los perversos. El perverso en la superficialidad parece común. Tienen su familia, este del caso no. En el deporte cunden los perversos, sobretodo en los que alientan a los chicos para el fútbol. Los tipos moralistas son aquellos que son más posiblemente perversos. 

Había un tipo que estaba designado por el Estado, que se llamaba Miguel Paulino Tato, que era en censor oficial. Él cortaba las partes de las películas donde aparecían escenas obscenas. El tipo estaba con una cosa moral, que eso estaba mal. Él decía que tenía que ejercer ese control por la gente común y por los chicos. Este perverso, con todos los recortes, hacía una película para verla él. Ese era un moralista perverso que sufría toda la sociedad. Hubo películas que de joven yo no pude ver, como La Naranja Mecánica, que estaba prohibida en Argentina.

L: ¿Por qué este apego a la ley en el perverso?
El perverso, que es un teórico, pretende tener su propia moral. Por eso les dije que hay que tener cuidado porque es lo primero que el perverso viene a discutir. Hay 2 tipos de moral:

La que produjo Kant: En Crítica de la Razón Práctica, Kant produce una moral que tiene el siguiente enunciado: “Actúa de tal manera que la máxima de tu voluntad pueda valer de principio de una legislación que sea para todos”. esta es la máxima kanteana, que tiene un problema. Primero, piénsenlo, si esta máxima kantiana es la prohibición del incesto. Yo les voy a decir que no, porque la prohibición del incesto habilita a algo, por ejemplo, al varón, otras mujeres. A la mujer, otros hombres. Esta prohibición es absoluta, es el superyó, porque no hay objeto. No hay objeto posible, porque apenas lo llevás al objeto, empezás a encontrar contradicciones.

La de Sade, que dice: tomemos como máxima universal de nuestra acción el derecho a gozar de cualquier parte del prójimo como elemento de nuestro placer. 

La genialidad de Lacan es darse cuenta que esta definición de moral que da Kant se opone a la definición de Sade, pero son complementarias. La moral de Kant no puede ser referida al objeto, por lo tanto no puede ser definida al objeto del deseo. la de Sade, no puede ser referida a un sujeto. De ahí nace el sujeto puro del placer, no hay sujeto dividido. Para Sade, el sujeto dividido está en el orden de la tortura. Cuando está torturando y quiebra a la víctima, en esa intimidad aparece el momento buscado por él, porque es el momento donde se da la belleza absoluta según el sádico.

Este descubrimiento de que la ley kantiana no es la ley de la prohibición del incesto porque lo prohibe todo y la ley sadiana tampoco lo es, porque es una ley imposible para un sujeto, es la ley del abuso, porque tener derecho a gozar de un pedazo del cuerpo del otro porque se te ocurrió, lo que descubre Lacan es que todo esto sitúa muy bien lo que es el problema de la ley para la perversión. A partir de ahí, recuerden lo que les dije de la psicopatía, que sostenía que había gente que coma como objeto a otra, bueno, eso está mal. El sádico no toma como objeto al otro, lo toma como sujeto. Necesita de un sujeto para quebrarlo en su intimidad. El sádico es objeto del Otro. Esto vale para todas las perversiones. 

El perverso es un objeto del goce del Otro, por lo tanto, cuando atendemos a un perverso, lo que vamos a buscar es a ese Otro ante el cual él se coloca en forma de objeto. Es por esto que nunca se pudo avanzar respecto a quiénes mandaron a los torturadores. Porque había alguien que gozaba con eso. Los milicos lo dijeron, “nosotros fuimos traicionados, nos usaron”. Y si, los usaron. Tenían lo suyo, pero el Otro es fundamental en la perversión. Si en un análisis nosotros logramos -y esto es lo punico que es inconsciente en el perverso- que el sujeto empiece a tomar un poco de idea de que lo que él hace no es por él, sino para Otro, el avance es enorme. Es ahí donde para mí se sitúa el análisis de la perversión. Y esto en cualquier perverso.

¿Saben qué es el perverso situado en el lugar de objeto, quién es él como sujeto? La víctima. Aunque no lo crean, él como sujeto es la víctima, porque está en función del goce del Otro y porque pretende quebrar en lo que tiene que ver con el deseo a aquel con quien está identificado. Ahí es donde busca al sujeto. Si nosotros podemos armar algo de esto en un análisis, donde el sujeto está creyéndose que es el dueño del mundo -porque el perverso se cree que tiene todo a su disposición, que el teatro lo armó él- lo que no se da cuenta es que el teatro no se lo armó él, sino que se lo armaron. Ahí es donde podemos tener un gran avance respecto a la perversión.

Pregunta: La clase pasada habías marcado que no había complemento entre el sádico y el masoquista. 

H.R.: No hay complemento porque son estructuras totalmente diferentes. El sádico necesita de una víctima, que puede ser cualquier neurótico y tiene esta relación que les acabo de hacer respecto al sujeto barrado, para conseguir llegar al sujeto puro del placer. O sea, no hay sujeto, porque es él en relación al Otro. 

El masoquista tiene otra impronta, otro cometido. Su interés no es tanto obedecer al goce del Otro absoluto, sino llegar a darle angustia. Y la manera en que lo hace es sometiéndose a alguien. En Las Confesiones de Wanda, ella cuenta qué cosas hacía él. Él le hacía firmar un contrato donde va a ser sometido como un perro: caminar en 4 patas, que le peguen patadas, etc. Pero esto no tiene nada que ver con el sadismo, porque Wanda, que es una mujer que ejercía esas cosas que él le pedía, era porque él se lo rogaba. Ella era una neurótica, lo hacía porque él se lo pedía. 

Pregunta: Pero en ese contrato masoquista, ¿la división quedaba del lado de ella? Ella era la que se angustiaba con todo lo que él le pedía. 

H.R.: El masoquista apunta a la angustia del Otro. Ella era el Otro absoluto y el masoquista busca la angustia en ese Otro absoluto. 

Pregunta: Yo tenía entendido que en la perversión, más que deseo hay voluntad de goce. El punto de quiebre y la belleza está en hacerlo trastabillar en sus más íntimas convicciones. O sea, tratar que desaparezca ese piso que a esa persona lo sostiene. Entonces, lo que querría saber es si en eso que puede el otro dividirse, quebrarse, ¿qué es lo que pasa ahí?

H.R.: Ahí surge la belleza. para él es algo bello. Él se identifica al objeto que tapona la falta y en ese taponamiento se da la belleza. 

Hay que ver cómo está armada la escena. Si es una escena repetitiva, bueno. Ahora, si es algo que de repente pasó, puede ser un pasaje al acto psicótico. Tenemos un ejemplo actual: Nahir Galarza, tan bonita, todos confundiendo belleza con bondad ¡Y le pegó 2 disparos al novio! Además lo celaba, le pegaba. Ahí, el elemento fundamental es el padre. El Otro, que es el padre, que además es policía y le enseñó a usar las armas. Esta piba, probablemente debe ser un objeto del Otro, que seguramente es el padre. 

martes, 12 de febrero de 2019

Topología de la perversión (1° clase).


Fuente: conferencia dictada por Héctor Rúpolo, en Fundación Triempo, el 08/01/2017

Clase del 8/1/2018
En principio yo puse acá 2 matemas de Lacan, son muy importantes porque hay una transmisión muy errónea basado en algo que dijo Lacan: “El Otro no existe”. Lo dijo en varios seminarios y a partir de allí se pensó de que el Otro no existía en el sentido del inconsciente y no es así. El Otro que no existe es el Otro absoluto, ese que no tiene falta. 


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En cambio, el primer matema, que es el significante de la falta en el Otro, es decir que el Otro es incompleto, es el inconsciente. Ese es el matema del inconsciente, ¿cómo Lacan va a decir que el inconsciente no existe?

Cuando preparaba las clases, me di cuenta que en realidad tenía que hablar de topologías de la perversión, por lo menos 2: 

  1. Hoy veremos la topología del deseo, ¿Cómo podemos pensar la estructura del deseo en la perversión? (Basada en el texto de Freud “El feticihismo” de 1927 y del seminario IV de Lacan, “Las relaciones de objeto”, del cual uno de los capítulos está dedicado a la perversión).
  2. La próxima clase veremos la topología que tiene que ver con el Otro en el caso de la perversión. Esta clase estará basada en el seminario de la Ética del Psicoanálisis, donde lacan da un acercamiento a la perversión muy claro. Y también en el texto que está basado el seminario, que es Kant con Sade. 

Con respecto a la perversión, una de las primeras cosas que yo pude pensar es esta relación con el deseo. Voy a citarles de El fetichismo de Freud algunas clases que nos van a venir muy bien para pensar aquello que quiero decirles hoy respecto a la perversión.

Sin duda despertaré decepción si anuncio ahora que considero el fetiche como un sustituto del pene, de modo que me apresuro a agregar que no es el sustituto de un pene cualquiera, sino de uno determinado y muy particular, que tuvo suma importancia en los primeros años de la niñez, pero que luego fue perdido. En otros términos: normalmente ese pene hubo de ser abandonado, pero precisamente el fetiche está destinado a preservarlo de la desaparición. Para decirlo con mayor claridad todavía: el fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre), en cuya existencia el niño pequeño creyó otrora y al cual -bien sabemos por qué- no quiere renunciar.

El proceso transcurrido consiste, pues, en que el niño rehúsa tomar conocimiento del hecho percibido por él de que la mujer no tiene pene. No; eso no puede ser cierto, pues si la mujer está castrada, su propia posesión de un pene corre peligro, y contra ello se rebela esa porción de narcisismo con que la previsora Naturaleza ha dotado justamente a dicho órgano. 

Más adelante dice:
Si no me equivoco, Laforgue diría en este caso que el niño «escotomiza» la percepción de la falta de pene en la mujer. Un nuevo término sólo está justificado cuando describe o resalta un hecho nuevo. Nada de esto, sin embargo, existe aquí: la pieza más antigua de nuestra terminología psicoanalítica, la palabra «represión», se refiere ya a este proceso patológico. Si en dicho concepto queremos diferenciar más agudamente el destino que sufre la idea de la vicisitud que sigue el afecto, bien podemos reservar para este último el término «represión», [...]
Esto nos trae un poco de dudas, porque Freud había dicho en La Metapsicología que el afecto no se reprime. Había dicho que el afecto se puede suprimir o desplazar, o transformarse en angustia. Los destinos para el afecto eran esos, no la represión. Pero acá habla de represión. Vamos a ver si le podemos dar alguna interpretación a esto. En cambio, la representación tiene otro destino, que ahora vamos a ver cuál es.
[...] y en tal caso la palabra que más cuadra al destino de la idea o representación sería «denegación» o «repudiación». 

Este sería el mecanismo que va a caracterizar a la perversión. Tenemos represión para las neurosis, rechazo o forclusión para la psicosis y desmentida o renegación para la perversión. 
El fetiche es el sustituto del falo de la mujer (de la madre), en cuya existencia el niño pequeño creyó otrora y al cual -bien sabemos por qué- no quiere renunciar.
No sabemos por qué no quiere renunciar… Porque se trata de la castración. Estas son palabras muy importantes, y lo digo porque ustedes ya se habrán dado cuenta que se refiere a la castración. La cuestión del fetiche, ese objeto sobre el cual se desplaza el falo de la madre, solo se puede dar en el hombre. Solo importa para el hombre; en la mujer no hay fetichismo. La mujer puede ser perversa, pero no con fetiche. La mujer tiene una relación a la falta distinta que la que tiene el hombre. “No; eso no puede ser cierto, pues si la mujer está castrada, su propia posesión de un pene corre peligro, y contra ello se rebela”. Con este texto, se empieza a hablar de la constitución de un objeto que va a venir a tapar, a poner un manto de olvido sobre aquella evidencia de que la madre no tiene falo.

Luego tenemos otro párrafo de Freud:
No es cierto que el niño, después de la observación que hace en la mujer, mantenga incólume la creencia en el falo femenino. La conserva, pero también la abandona; en el conflicto entre el peso de la percepción ingrata y el poderío del deseo opuesto llega a una transacción tal como sólo es posible bajo el dominio de las leyes del pensamiento inconsciente, o sea, de los procesos primarios. En el mundo de la realidad psíquica la mujer conserva, en efecto, un pene, a pesar de todo, pero este pene ya no es el mismo que era antes. Otra cosa ha venido a ocupar su plaza, ha sido declarada, en cierto modo, su sucedánea, y es ahora heredera del interés que antes había estado dedicado al pene. Este interés, empero, experimenta todavía un extraordinario reforzamiento, porque el horror a la castración se erige a sí mismo una especie de monumento al crear dicho sustituto.
Fíjense lo que dice Freud acá. Se crea el fetiche, que es un desplazamiento del pene de la madre para poder taponar la falta en ella. Pero al mismo tiempo, ese objeto representa el horror de la castración. Y acá tenemos que plantear la siguiente cuestión: si la neurosis reprime la castración y la psicosis la rechaza… El perverso, ¿en qué lugar está la cuestión de la castración? El perverso no es psicótico, o se que la castración ha sido afirmada. Pero al mismo tiempo que es afirmada, es renegada. Entonces, yo encontré una fórmula para esto: “Si, pero no”. Y si le damos una vueltita más, podemos decir “No hay un sí sin un pero”. El “pero” es la fórmula renegatoria y el “si” es la afirmación de la castración, porque en la perversión hay castración, pero a condición de ser renegada. Esta fórmula me pareció adecuada para la perversión, que está a caballo entre la neurosis y la psicosis. Por un lado está renegando, pero por el otro lado está aceptándola. Esto me dio a pensar algo que es muy importante: hay algo del orden del deseo en la perversión. La perversión no es puramente renegación, porque la estructura está basada en la castración, entonces en algún lugar, en algún momento, hubo una aceptación y eso nos da la posibilidad de pensar en un cierto deseo en la perversión.

Todos los psicoanalistas conocemos el caso de la joven homosexual. Se acuerdan que la joven homosexual, una paciente de Freud, le lleva un sueño, donde ella le dice que le gustaría casarse y tener hijos. Freud dice “me quiere engañar, me quiere mentir. Me dice que quiere casarse y tener hijos y en realidad lo que quiere es ser lesbiana”. Y Freud se equivoca, porque si lo interpretamos como dice Lacan, que la mentira dice siempre la verdad, también había en ella una verdad de que  quería casarse y tener hijos. Hay algo del orden del deseo, que ni la homosexualidad altera, ni el travestismo ni ninguna de estas cosas nuevas que ahora se han puesto de manifiesto y que me parece muy bien que sea así. La orientación sexual no se elige. Hasta en los homosexuales mujeres o varones, van a ver que uno se comporta como el hombre y el otro como la mujer, porque no hay más de 2 sexos. Lo sexos son dos y Freud y Lacan lo dijeron claramente. No se trata de que tenga o no un pito, eso es un cuentito que se armó en el post-freudismo. Lacan da en la tecla en la manera de definir el sexo: es en función del falo. Un sexo se define por tenerlo y otro por serlo. La mujer por ser el falo y el hombre por tener el falo… Cosa que ni el hombre lo tiene ni la mujer lo es. Pero digamos que en función del falo es que se define un hombre y una mujer.


En la perversión, cuando se produce el objeto fetiche, va a tener que ver con algún elemento usado por la madre, por ejemplo las medias. Entonces ese hombre no se va a calentar con un mujer si no tiene medias. O el zapato. Va a necesitar esa presencia para calentarse, ára tener goce sexual. 

Voy a escribirles acá 2 posiciones que son muy importantes que surgen de lo que sería el falo simbólico (𝚽). De ahí va a surgir el 𝛗 positivizado y el -𝛗.




Destaco estos 3 elementos porque ahora tenemos que avanzar un poquito más y vamos a tener que decir que el falo simbólico, que es un significante, es el significante más valioso, porque todos los demás significantes valen en función de ese significante que está por fuera. Ese significante que está por fuera es el S(Ⱥ), es un elemento que no está dentro del Otro, sino que está por fuera. Como tal, circula y nunca sabemos dónde está. De hecho, está en las ecuaciones simbólicas que hizo Freud: heces, regalo, dinero, niño… Todos esos elementos están en función del falo simbólico. Ninguno lo es y todos están en función de eso. 

Lo que me interesa destacar es que el falo simbólico se pone en juego de 2 maneras distintas, sería lo imaginarizado del falo. El 𝛗 y el -𝛗. El 𝛗, que yo lo llamo 𝛗 positivizado, es el fetiche. El 𝛗 es con lo que se tapa la falta en la madre. Y el -𝛗 es la castración, es la falta en la madre. 

Ahora, todo esto es para decirles algo muy importante: ¿qué es aquello que está entre el sujeto y el fetiche? El veil. Es una cortina transparente, es el velo. Esa cortina, ese velo, es sobre el cual se va a representar el fetiche. ¿Por qué es importante esto? Porque Lacan comenta esto y dice que representa la manera en que se trataba, en la antigüedad de Grecia, la relación con el falo. Había una serie de fiestas agrícolas que tenían que ver con las cosechas, donde el falo era el elemento que iba a fecundar a la tierra. Habían estatuas con falos, falos directamente armados como si fuera un objeto. No había contacto directo con ese falo, porque hay un problema. Ustedes hoy en día pueden ir a Internet y pueden ver pijas de hombres, pero eso no es el falo. Esas son pijas de hombres, pornográficas. El falo es aquello que está velado. No está directo, tiene un velo. por eso Lacan destaca la importancia del velo, que por ejemplo está en la travesti. La travesti, atrás de su vestido, tiene lo que produce el efecto, que es el falo de la madre. Pero necesita el velo. 

Entonces, el objeto fetiche, que es el sustituto del falo, va proyectado en el velo. Y ese fetiche proyectado en el veil va ser el 𝛗 positivo, el objeto que tapona. El -𝛗 es la castración y es la neurosis. El 𝛗 positivizado es la perversión. Pero no podemos olvidarnos de lo que les dije antes, de que la perversión no es una psicosis, es decir, hay una aceptación de la castración. Por lo tanto, la perversión está hecha del -𝛗 y del 𝛗. Aparece lo que falta a condición de ser negado. Por eso esa fórmula, “Si, pero...”. Lo que nos importa de lo que dice Lacan respecto al velo y por eso traigo esta cuestión, es que Lacan dice que supongamos que este sea el velo sobre el cual es proyecta el objeto:

Sujeto    //veil//      obj → más allá.

El sujeto está a la izquierda y Lacan va a decir que lo que el sujeto ve proyectado en el velo es el sustituto del pene de la madre, pero sin embargo hay un más allá. Y este más allá es la castración. Entonces, lo que hoy les quería decir es que hay un más allá del fetiche, un más allá del taponamiento del perverso, con lo cual nosotros podemos trabajar. Por eso, el perverso es analizable. No cualquiera, obviamente, pero esto también pasa con la neurosis y la psicosis. No todos los neuróticos son analizables, ni todos los psicóticos.

Este fetiche, que está representando el falo de la madre, ¿qué es? Es el mismo sujeto puesto en lugar de ese objeto. Eso nos va a dar idea de lo que yo voy a trabajar la próxima vez, que es lo que Lacan inventó más allá de Freud y que nos permite realmente hacer un posible trabajo con la perversión. 

Yo una vez tuve entrevistas con un psiquiatra del Borda. Lo primero que me pasó con ese paciente es que cometió un fallido y le pregunté qué se le ocurría con eso que dijo. Él dice “No, nada, es una pavada…”. Yo le dije que esto era un análisis y que tratara de ver qué se le ocurría con eso. “No, yo no vengo acá a hablar de eso”, me responde. ¡Inanalizable! Ya se los planteo: el perverso que no quiere saber nada con lo que tiene que ver con las formaciones del inconsciente, es inanalizable. Lo cual no quiere decir que les van a venir a contar los sueños, los fallidos… Hay perversos que tienen una porosidad con el inconsciente que les permite plantearse preguntas. Hay, pero no todos. El perverso que no es analizable, no quiere someterse a la regla fundamental. 

Lo que les quería decir como finalización de esta charla, es que la perversión, a nivel del deseo, tiene una verdad reprimida, así como hay una verdad reprimida en la joven homosexual. Ella quería tener hijos y esa verdad reprimida tiene que ver con el deseo. Esto nos da una posibilidad de trabajo con la perversión. 

Pregunta: Usted plantea que no está totalmente desestimado el tratamiento. ¿Cómo podrían aprovecharse esos momentos?

H.R: Yo te diría que la próxima vez voy a hablar por qué lugar específicamente se puede entrar. Hay posibilidades, pero Lacan aporta algo crucial para poder pensar el análisis en una perversión. 

Pregunta: Con respecto a la aceptación de la castración y negación en la fórmula, ¿Cómo se da?

H.R: Vos vas a ver que siempre hay una aceptación de algo, pero a condición de después decir que no. “Si, el coche lo tenía mal estacionado, pero todo el mundo lo estaciona mal”. es muy común. El policía le quiere hacer una multa porque tiene el coche mal estacionado. Ocurre que la perversión está como estructura, pero también como discurso social culturalizado. 

Pregunta: En el texto de la negación de 1925, Freud habla de la bejahung. Quizás eso lo clarifique.

H.R: La bejahung es la afirmación de la castración. El perverso la tiene inscripta; en la psicosis no está.

Pregunta: ¿Cómo podemos pensar la perversión en la mujer, teniendo en cuenta que no se da en el orden del fetichismo?

H.R: Tengo 2 respuestas posibles. Una es que está poco estudiado la perversión en la mujer. Otra, lo que sería la clínica, donde yo he tratado pacientes perversas y se han conseguido resultados. No se trata de modificar la estructura, en este punto hay que ser bien claro de que la estructura clínica se mantiene, aunque se analice. La estructura no cambia, ya está hecha. Pero hay cambios que se pueden hacer, muy importantes, sobre todo para las personas que sufren, para que esa persona pueda vivir mejor. Esa creo que es nuestra tarea, poder ayudar a alguien que tiene sus problemas y que pueda vivir mejor. Por eso me parece que el análisis de la perversión es importante. 

Ahora, a nivel teórico hay analistas franceses que dicen que porque no hay fetichismo en la mujer, no hay perversión en la mujer. La clínica muestra otra cosa.

Pregunta: (inaudible)

H.R: El perverso, por lo general, tiene un partenaire neurótico. Por ejemplo, pueden encontrar 2 lesbianas donde una sea perversa y la otra neurótica. Se llevan bien, pero no es que se complementen. La relación entre 2 perversos es bastante difícil. 

Pregunta: ¿Cómo escuchar a un perverso desde la clínica?

H.R: Esa pregunta que vos hacés es importante, porque hay toda una historia en Argentina con respecto a la perversión. Antes de Lacan no se entendía bien la perversión, se creó una nomenclatura nueva que era la psicopatía. La psicopatía era el perverso que nosotros estábamos hablando ahora, pero se había creado la entidad porque con Melanie Klein no se entendía lo que era la perversión. El psicópata era un ser maligno que quería joder a los otros. Pero eso no es así: malos podemos ser todos, hay psicóticos, perversos y neuróticos malos. La estructura no determina la bondad.

Pregunta: La psicopatía está vista como un loco moral.

H.R: El problema está en cómo definir lo moral, para lo cual yo te recomendaría el seminario VII de Lacan. Él ahí va a definir claramente lo que es la ética, la moral y todo el resto de definiciones de la moral son cosas que no se sostienen. 

Pregunta: ¿Se puede pensar la perversión en la mujer como sadomasoquismo?

H.R: No necesariamente, porque hay homosexuales femeninas que no son sádicas. Yo tengo casos donde están más determinadas por una cuestión identificatoria., según avatares que produjeron la identificación con un hombre. Con eso, ya tenés una perversión femenina.

Pregunta: Me queda una duda en relación a la elección de objeto en relación a la perversión o si estamos hablando más bien de la castración. ¿Cuál es la relación entre una elección amorosa homosexual o heterosexual en relación a la castración?

H.R: Siempre es en relación a la castración. No hay una elección consciente del sexo. 

Pregunta: Pareciera que proponés que solamente una mujer lesbiana puede ser perversa. 

H.R: No, porque una madre que le pega a los hijos y los lastima, también. Hay todo tipo de cosas, no podemos abarcar todos los casos en una definición. No es seguro que una mujer a la que le guste otra mujer sea una perversa. Una podría serlo, la otra no. En general una lo es, una está identificada con un hombre. 

Se habrán fijado que yo no hablé de ley, pese a que esta sea una charla sobre la perversión. Es que en realidad lo más importante no es la ley del padre, que el padre prohiba a la madre… Lo más importante es que haya un significante falo que esté por fuera del Otro. Eso es la castración, no que el padre diga “tu madre está prohibida”, porque el padre quizá lo puede decir sin decirlo. Y como se han dicho tantas pavadas con el autoritarismo, lleva a cosas complicadas.

miércoles, 9 de agosto de 2017

La gravedad en la psicosis, la neurosis y la perversión.


Apuntes de la conferencia dictada por Héctor Rupolo, el 23/08/2016

Tengo que hacer una aclaración respecto al título: hablar de la gravedad en la psicosis, en la neurosis y en la perversión tiene como un halo de ser algo totalizante. Y yo quiero aclarar que de ninguna manera pretendo dar algo total o algo cerrado. Por el contrario, haber unificado psicosis, neurosis y perversión fue porque las 3 estructuras están alrededor de un agujero y eso es de lo que quiero hablarles hoy.

Yo les acerqué 3 gráficos. Uno es del yo y el ello de Freud; el segundo, de la conferencia 31 y el tercer gráfico es el que hizo Lacan en “La Tercera” en Roma. Y elegí estos 3 gráficos para referirme a ciertas cuestiones que hacen a las 3 estructuras. Si ustedes piensan la gravedad en pacientes o enfermos graves, necesariamente tenemos que pensar cuál es la normalidad, cuál es el punto de referencia. Y ahí, en ese punto, yo quería plantear que cuando conocí a Lacan, que fue una sola vez que lo vi por un hecho fortuito, cuando yo estaba aprendiendo lo que era el psicoanálisis. A todo un grupo nos pareció importante poder ir a Caracas porque nos habían anunciado que Lacan iba a ir. Cuando él dio la conferencia de Caracas, Lacan dijo algo muy importante. Él quería hablarnos, a los que él nombró como lacanoamericanos, una palabra inventada por Lacan, quería decirnos de su debate con Freud. Cuándo él nos habla del debate que tiene con Freud, piensen que Lacan estaba a un año de su muerte. Al año siguiente murió, o sea que estaba hablando de toda la vida del debate con Freud. Ahí nos dice que él, en ese debate que había mantenido con Freud, él pensaba que lo que él le legaba a sus discípulos, los iba a ayudar en la clínica porque era mejor que los 3 de Freud. Entonces, ahí es donde él hace referencia al nudo borromeo, que es el de la tercera de Roma.


Lacan sitúa en lo imaginario el cuerpo, en lo simbólico la muerte, en lo real la vida y en la intersección principal, el objeto a. La intersección donde dice J(A) es goce del Otro. La J𝜑 es goce fàlico. Después está el sentido, entre el cuerpo y la muerte. Lacan dice que estos 3 que yo les leo, real, imaginario y simbólico, cree que se sostienen mejor que los que legó Freud. Pero eso lo dice porque él había tenido una larga discusión, durante los comienzos de sus seminarios y a lo largo de toda su historia, con aquellos que habían sostenido que había una esfera libre de conflictos que era el yo. Entonces, debido a su debate con ellos, Lacan -que era muy estudioso- encuentra que había algo de eso, no era que lo habían inventado, sino que había en Freud una semilla para que allí naciera ese yo autónomo del cual tanto él criticó a los psicoanalistas norteamericanos.

Entonces, lo que me parecía importante es retomar el debate este, que tuvo con Freud. Más allá de que los 3 de Freud -ello, yo y superyó- sean mejores que lo real, lo simbólico y lo imaginario, planteo que hizo el mismo Lacan, es un debate que es productivo para el psicoanálisis. En psicoanálisis, cuando hay un debate riguroso, es productivo. Si nosotros los psicoanalistas tenemos algo para discutir, eso va a producir algo bueno, algún tipo de superación de las dificultades. Imagínense si no hubiera existido la discusión de Lacan con los analistas del yo: no hubiera tenido la riqueza que tuvo. En ese sentido, yo pienso que nos podemos apoyar en estos 3 gráficos, los 2 de Freud y el de Lacan, para plantear algo que nos permita pensar en la gravedad en el psicoanálisis, en las 3 estructuras.

¿Qué son las 3 estructuras sin aquello que las reúna? Lo que regula las 3 estructuras -neurosis, perversión y psicosis- es la castración, no el nombre del padre. El nombre del padre es un elemento que juega allí en la castración, pero la castración es el elemento fundamental, porque el sujeto se va a ubicar respecto a este agujero como una neurosis, como una psicosis o como una perversión. Cuando yo les hablo de la gravedad en las 3 estructuras, no me estoy refiriendo a ellas. Como se dice habitualmente “Ay, ¡Cuidado que es psicótico!”, “Ay, ¡cuidado que es perverso!”. Si no somos psicóticos, perversos o neuróticos, ¿Qué somos? No hay otra. Todas las estructuras, desde el psicoanálisis, pueden ser pensadas desde ese nudo que es la castración.

Entonces, ¿qué es lo que se debate hoy en día? Si nosotros estamos pensando la gravedad en aquello que es la estructura, ubicación del sujeto respecto a la castración, 3 estructuras que piensen el adelanto que introdujo Lacan: 3 estructuras que ya existían desde Freud, pero que no eran operables con el psicoanálisis. Con la psicosis y la perversión, no se podía trabajar desde la teoría freudiana. En cambio, con los avances que hace Lacan, se puede trabajar con las 3 estructuras. ¿Qué discusión hay hoy en día? Se trata de una que está desde el momento de la formación en la universidad. La formación de la universidad es muy importante. Muy importante, porque hoy en día casi todas las cátedras en la UBA son lacanianas. Hay quienes no van a la UBA porque es solamente Lacan. Entonces, hay algo que no se ha pensado: ¿cuál es el precio que se ha pagado para que el psicoanálisis sea oficialista? ¡Se ha pagado un gran precio! Ustedes piensen que para que el psicoanálisis se haya introducido en EEUU y haya sido aceptado, fue necesario pagar un precio. El precio que se pagó con el psicoanálisis fue la esfera libre de conflictos del yo, la reintroducción en el psicoanálisis de la psicología antigua. El precio que se está pagando hoy por la introducción del psicoanálisis en la universidad y que la continuación del psicoanalista sean posgrados, maestrías, se paga caro, porque se tiene que hacer al psicoanálisis como una teoría que sea digerible, que sea aceptable. ¿Y qué es del psicoanálisis si la teoría del psicoanálisis tiene que adaptarse al fenómeno que es el sujeto? El sujeto, en un punto, es imposible de domeniar, es imposible de controlar. Es la repetición hasta el hartazgo del goce. Entonces, ¿cómo vamos a hacer para meter al psicoanálisis en la oficialidad? ¡tenemos que vender nuestra alma! Porque tenemos que hacer una especie de psicoanálisis pedagógico. Ese es un punto.

Otro punto central de la discusión hoy en día: si en un psicoanálisis se escucha o se habla. Práctica cotidiana de cierta lectura del psicoanálisis que han hecho aquellos que supuestamente tratan de que el psicoanálisis progrese y le han puesto todos los impedimentos posibles. Entonces, es una cuestión que tiene que ver con la palabra. Si el psicoanálisis surgió de escuchar, ¿cómo puede ser que hoy el psicoanálisis se pueda sustentar en la práctica, por ejemplo, del cierre de la sesión? Cuando yo fui a Caracas, yo presenté un trabajo sobre el corte en la sesión analítica. Algunos vinieron a decir que lo que yo dije -lo resumo: la manera de estudiar lo que se podía pensar de lo que se decía en el término de una sesión, para encontrar el punto justo de corte. Esto lo trabajé con el apartado que Lacan incluyó en el seminario sobre la carta robada, en uno de sus escritos. Entonces, yo trabajé con eso para poder pensar de qué manera se podía pensar el corte de la sesión, que fuera coherente con lo que se dijo antes.  Entonces, si vamos a pensar verdaderamente en un psicoanálisis, cuando nosotros estamos escuchando, escuchamos 2 cosas: un discurso intencional, consciente, enunciado, y escuchamos algo que es ruptura. Nuestra escucha está agudizada para escuchar la ruptura, porque no hay traducción posible desde lo que se dice un inconsciente. El inconsciente no es una especie de vía paralela a la consciencia. Es algo que irrumpe en un determinado momento, como puede ser un lapsus, un sueño que no se entiende o un síntoma.

Entonces, el inconsciente, que Lacan dice “puta, qué macana que Freud nos legó esta palabra”. ¿Qué es el inconsciente? Y ahí vamos a remitirnos a los dibujos que les traje de Freud. Cuando ustedes piensan, por ejemplo, en el mundo pulsional de Freud, que está dado en el primero de los gráficos como una especie de bola, a la que se refiere Lacan en caracas, diciendo “Yo no les di esa especie de bolsa que está con bolitas -que son las pulsiones- que salen, sino que les di otra cosa


Esa especie de bolsa tiene, en su parte basal, el ello. Freud, lo que quería significar de esta relación del ello en la parte profunda y en la que luego aparece, en el otro gráfico, un poco más explícito agregando al superyó, allí aparece el ello en la raíz de lo inconsciente:
¿Qué va a decir Lacan sobre esto? Es lo que me quiero referir hoy para hablar de la gravedad en la psicosis, en la neurosis y en la perversión, que en otros términos quiere decir que en cualquiera de las 3 estructuras se puede dar la gravedad. No hay una estructura en la cual se dé algo más grave que la otra. No es la psicosis más grave que la neurosis ni la perversión menos grave que la psicosis. Son 3 estructuras y en las 3 hay graduaciones diferentes en donde va a haber más gravedad en un caso y menos gravedad en otro.

Esta cuestión de la gravedad: ¿cómo se constituye aquello a lo cual nosotros nos dirigimos, aquello que Freud escuchó junto a Breuer primero y Freud con sus otras pacientes histéricas? ¿Qué fue aquello que escuchaba Freud y que le empezó a hacer gestar esta pràctica tan especial? Ustedes se dan cuenta que es una práctica que va en contra de toda la progresión del mundo en que vivimos. Porque en el mundo que vivimos, lo que menos cuenta es el sujeto. Todo es una cuestión de masas, de cantidades de multitudes de gente.

¿A qué se dirigía Freud y qué fue descubriendo? Lo primero que descubrió fue el inconsciente, que lo podemos definir de distintas maneras tomándolo, por ejemplo, desde lo descriptivo y lo tópico.
  • El inconsciente como estructura, en uno de los gráficos más relacionado con el ello
  • El inconsciente que tiene que ver con una posición de cómo una representación es ubicada en la tópica.
Para Freud, todo esto nacía de una especie de lugar limítrofe, que es el concepto de pulsión, limítrofe entre la psiquis y el cuerpo. Ahí ubicaba el nacimiento del ello y decía que las pulsiones están encabalgadas entre el cuerpo y la psiquis. Ahí, Freud estaba, de alguna manera, adaptando sus dichos a lo que había creado Descartes siglos antes, un concepto del cuerpo que hoy en día todavía nosotros adscribimos. El cuerpo de Descartes es el cuerpo de la extensión, pero es el cuerpo del dualismo, donde lo psíquico está identificado al pensamiento y el cuerpo está identificado a la extensión. Descartes, con el comienzo de la ciencia moderna, se interesa por el cuerpo e investiga el corazón en los animales vivos y muertos. Descartes usa, en sus libros, términos que igualan el cuerpo con una máquina. El cuerpo del dualismo cartesiano es una máquina muy precisa, es la que se había inventado en el siglo XIV, que es el reloj. El cuerpo estaba identificado como un reloj, ustedes piénsenlo y van a ver que todavía se sostiene, por ejemplo el intercambio de engranajes cuando se habla de la sesión de órganos de uno a otro. Fue famosa en esa época la creación de los autómatas, como el Casanova de Fellini, donde está ese pájaro que es el falo, que lo pone cada vez que va con una mujer. Y después está la última mujer, con la cual él se queda enamorado, porque es un autómata.

Freud ubica el ello en ese límite entre lo somático y lo psíquico. ¿Qué es lo que modifica Lacan de este aparato psíquico? Lacan va a ubicar el ello, es decir el nacimiento de la pulsión, en otro lugar. Y ese otro lugar es el Otro. Es decir, la definición de pulsión de Lacan es que la pulsión es un eco del decir en el cuerpo. Quiere decir que lo que dice la madre va a dibujar las zonas erógenas del chico y va a hacer que esas zonas erógenas sean vectores de las pulsiones a partir de la demanda de la madre. Por lo tanto, va a haber una demanda oral, una demanda anal, una demanda que tiene que ver con la mirada y otra con la pulsión invocante. esas son las 4 pulsiones, las cuales podemos dar cuenta. ¿Cuál es el gran descubrimiento de Freud y que Lacan sostiene? Que todo el circuito pulsional, que ha nacido bajo la palabra, enlazados en la palabra, tiene otra finalidad que ese lugar irreprimible, que es la pulsión. La pulsión, si ustedes quieren, es el goce pulsional, es la manera de llegar a un goce. Es decir, el goce sabemos que es satisfacción. La pulsión es una manera de satisfacerse. Lo que le da un cauce a esa fuerza irreprimible que es la pulsión es la palabra. La palabra se enlaza a cada una de esas pulsiones y de alguna manera hace que yo pueda estar hablando acá, como dice Lacan y no haciendo cosas eróticas. Yo hablo, pero la fuerza que tiene lo que sostiene mi palabra tiene que ver con un cierto goce. Ese goce no es necesario realizarlo. Por eso, cuando Lacan habla del goce oral, de la satisfacción de comer, en la medida que la palabra arranca del sujeto ese goce primitivo, que es irreprimible, viene la cuestión social: sentarse en una mesa, tener un menú, pedirle a la camarera un menú, por ahí mirarle las tetas -como dice Lacan- pero no se trata de pedir las tetas.

Entonces, así es como podemos llegar a pensar que en el inconsciente, que es aquello que descubrió Freud en un primer momento, es lo que está ligado a la palabra. ¿Por qué el inconsciente es lo que está ligado a la palabra, cuando hay otros que están diciendo otra cosa? Porque lo que caracteriza al inconsciente es que es algo que no constituye un todo. Por eso les dije que no crean que la conferencia que les voy a dar va a ser la de un todo. Contrariamente a eso, tiene que ver con el agujero. Entonces, el inconsciente es que a un conjunto de significantes, hay algo que lo hace como un no-todo. Esto que lo hace como un no-todo es el falo. Y el falo es lo que inicia el descompletamiento de la madre. ¿Por qué creen ustedes que cuando Lacan habla, en el seminario de la transferencia, dice que hay una pulsión oral, una pulsión anal, pero no hay una pulsión fálica? No hay una pulsión fálica porque el falo es aquello que no entra en el conjunto de la madre. Es, justamente, el elemento disruptor entre el niño o la niña y la madre. Ese elemento disruptor no puede estar fundado sin la demanda de la madre, porque la madre no demanda el falo, porque el chico o la chica ES el falo. Entonces, el falo viene a ser algo que rompe esa totalidad que hace ella con su hijo o hija.

Pregunta: ¿Vos decís que es y a la vez lo rompe? No entendí.

Son 2 planos totalmente diferentes. El niño es el falo, con lo cual el niño y la madre hacen una especie de todo, hay intercambios, se quieren, se aman, todo perfecto, están en el mismo plano. Cuando aparece el pito del varón, pongámosle Juanito, eso produce una dificultad en la relación madre-hijo. ¿Por qué? Porque empieza a aparecer una pulsión que la madre no está demandando. Cuando aparece la sexualidad, sea peneana, sea clitoriana, es un elemento que hace salir al chico o la chica de ese lugar de falo de la madre. Entonces, ustedes fíjense: el cuentito que hacen en la UBA es que las 3 estructuras -neurosis, perversión y psicosis- dependen del nombre del padre. Y el nombre del padre es un elemento en la cuestión, pero lo màs importante es que el producto del nombre del padre, de la intervención del padre y todo eso que suena tan lindo y tan acogedor, no se trata de eso... Se trata de si esa operación, llamada castración, se ubicó o no. Y si no se ubicó, qué es lo que la suple. Entonces, ustedes fíjense en el gráfico de Freud:
Está la percepción acústica, la percepción consciente, lo reprimido - que tiene estas 2 líneas-, el yo y el ello. El ello, se modifica, en la teoría lacaniana, porque es algo que va a entrar por la percepción acústica. Es decir, la demanda de la madre va a hacer que lo pulsional surja en el cuerpo del niño, a partir de lo que ella le demanda: el goce de ella. En el caso de Lacan, el problema está en que este mundo pulsional va a quedar reprimido, forcluido o renegado. Pero los 3 casos van a constituir, de una manera u otra, algo que se llama inconsciente, que es ese lugar descompletado, menos en las psicosis. La psicosis es un poco diferente, porque en la psicosis no hay inconsciente. Entonces, digamos que ahí la estructura tiene que ser suplida de otra manera. Pero hay otras cosas que suplen esa falta de castración, todos aquellos que tienen experiencia en psicosis lo saben. Hay maneras en que el psicótico puede suplir esa falta de castración y les hablo, por ejemplo, de una experiencia que yo tuve en el Borda. Había un paciente que estaba totalmente desestructurado: hablaba mal, no se le entendía lo que decía. Y el psicoanalista que lo trataba me contó que se llevó una sorpresa tremenda con ese paciente. El problema de muchos psicóticos es que hablan identificados con el interlocutor, entonces, es como si te hablara alguien que te está escuchando hablar a vos. Entonces, se hacen mucho quilombo. Lo que le pasó al psicoanalista es que fue a atenderlo el sábado y le dijo de ir a tomar un café. Se fueron a tomar un café y cuando el paciente se sienta en la mesa y pide el café, empieza a hablar bien. Entonces ahí el psicoanalista descubre que ese paciente era habitué de un bar, donde tenía sus amigos. En ese lugar, se estabilizaba. Ahí les doy un ejemplo de cómo se puede estabilizar la psicosis por intermedio de otra cosa que el inconsciente.

Sea como sea que se estabilice la psicosis, la perversión o la neurosis, necesitan del mundo de la palabra y lo que caracteriza a la palabra es que está metida en un lugar, que es el inconsciente, es decir, en el no-todo. Entonces, ¿qué hacemos nosotros cuando escuchamos al paciente? De alguna manera, estamos tratando de que el mundo de la palabra ubique este mundo pulsional, que es el ello en el caso de Freud, y que en Lacan sería “la vida”. En el nudo borromeo, yo ubicaría el mundo pulsional acá donde está la vida, incluso el cuerpo. Entre la vida y el cuerpo, está el goce del Otro, que es un lugar que está por fuera del mundo simbólico, que es el mundo de la palabra. Entonces, yo diría que la tarea del psicoanálisis es darle lugar a ese mundo pulsional para que, ligado con la palabra, pueda ir dando espacio al mundo de la incompletud. La tarea del psicoanálisis, me parece, de ligar el mundo de la palabra con el mundo pulsional, que no ha quedado reprimido (sino estaría bajo el mundo de la palabra). Acuérdense que la pulsión no es reprimible, sino su representante. Y si es como decía Freud, que lo que se puede reprimir es el representante de la pulsión, entonces tenemos que pensar que una de las tareas que implica al psicoanalista es ligar al mundo pulsional con el de la palabra. Me gustaría abrir el diálogo…

Pregunta: ¿Cómo ubicás la gravedad en cada estructura?
H.R.: En principio, yo diría que la gravedad no la ubico en una estructura, sino que en cada una de las estructuras pueden haber cosas más graves que otras. Puede pasar que una neurosis sea mucho más grave que la psicosis. La psicosis puede estar estabilizada y pasar desapercibida: el sujeto puede estar integrado a un grupo social y no producirse ningún síntoma. Hay neurosis que son muy complicadas. O sea, no es la estructura lo grave, sino lo que le está pasando a ese sujeto. Y yo dirìa que la accesibilidad que tenga ese paciente a aquello que se nos presenta en cada caso...

Pregunta: Yo pensaba la gravedad como aquello que se desata de la pulsión, que no puede encontrar cauce en la palabra, a través de la estructura.
H.R.: Si, pero no es solamente la falta de la palabra, también hay elementos de lo real que inflyen. Por ejemplo, la definición mía de psicosis es que el lugar que ocupa el inconsciente en el neurótico, en la psicosis lo ocupa en lo real. Para mi el inconsciente del psicótico es lo real, punto en el cual hace que cualquier modificación en lo real pueda hacer una crisis. El neurótico tiene un gran almohadillado frente a lo real, tanto que hasta pasa desapercibido. En el psicótico se ve claramente, porque si un psicótico tiene, por ejemplo, una relación que lo estabiliza (la esposa, el marido), si se rompe esa relación, ahí se producen los sucesos más claros del brote. Ese puro pulsional está, en ese sujeto, un poco a disposición de ese real.

Por ejemplo, yo tuve una paciente que vino a verme al consultorio en una estado de exaltación maníaco. Ahí hubo que dar intervención a la medicación. En ese estado de gravedad màxima en la psicosis, generalmente se necesita medicación. Pero es bueno ir preparando al paciente con la palabra, que va a hacer que después se pueda sostener la intervención. Lleva mucho tiempo construir una relación transferencial en la psicosis, pero si eso se da, después se pueden sostener todos los brotes. Yo siempre cuento que tengo un paciente que hace 20 años que viene al consultorio a hablar de lo mismo, que está siempre igual y un día me viene a decir que está angustiado. Ese día que empezó a estar angustiado, empezó a venir todos los días y en una semana logramos parar el brote, pero llevó muchos años de escucha, en donde yo sabía qué elemento era el que podía estar funcionando mal y con eso pudimos arreglar la situación, sostener un cierto equilibrio. Luego volvió a ser todo igual, a venir una vez por semana.

Pregunta: ¿Y la perversión en el consultorio?
H.R.: La perversión es totalmente tratable en el consultorio, obviamente que depende de qué tipo de perversión. Si es muy grave, no es tratable. Por ejemplo, si es Etchecolatz, no puede ser tratado. Si el tipo, en cambio, goza haciendo tríos, no le hace mal a nadie. Eso puede ser escuchado en el tratamiento psicoanalítico. Si el tipo hace fiestas orgiásticas todas las semanas, y bueno, no pasa nada. Ahora, si el tipo es un pedófilo y anda buscando chicos por el barrio, es distinta la posición. Eso es lo que evalúa un psicoanalista cuando escucha un paciente, hasta dónde da, que es lo que puede llegar a hacer, esa capacidad de escucha y hablar. Uno de los parámetros que yo encontré con la perversión, respecto a hasta dónde una perversión es posible de ser escuchada en un consultorio psicoanalítico, es la capacidad que tiene el sujeto para ser tocado por una formación del inconsciente. La mayoría de los perversos rechazan, por ejemplo, el acto fallido. Vos le decís “Bueno, pero vos dijiste tal cosa, ¿Qué se te ocurre con eso?” Te responde que quería decir otra cosa, que lo que quería decir… Y no quieren hablar de eso. Esos son los casos que yo me di cuenta que son más intratables. En cambio, hay otras perversiones que tienen un costado más permeable con la castración y pueden dar cuenta que se equivocaron, o que tuvieron un sueño… Pero ya les digo, esto es algo a construir con la perversión. En general, al principio son un poco renuentes a otra interpretación que no sea la de ellos y tener que asociar. Esos son los elementos que yo encontré como más precisos en una perversión, que sea accesible o no al psicoanálisis. Y lo encontré más en perversiones que en otras estructuras, aunque también hay neurosis que son también muy renuentes al análisis y tiene que ver con esta misma cuestión, hasta qué punto son permeables a esa ruptura de un fallido, de un síntoma.

Pregunta: ¿Y cómo ubicás al inconsciente en una perversión?
H.R.: Una muy buena pregunta. Lo que nosotros aprendemos, fuera de lo que dicen los profesores universitarios, es de los mismos pacientes. Lo que yo fui aprendiendo con la perversión es que el perverso se sitúa en una relación, yo les diría, vacilante respecto al inconsciente. Hay momentos que lo acepta y hay momentos que no. Lo más claro que encontré respecto a la perversión inconsciente, es el perverso que se pudo encontrar con la descompletud del inconsciente, pero que después tuvo que hacer un acto para renegarlo. Esto es lo más claro: lo acepta, pero después aparece la negación, como un borramiento de lo que había aceptado, cosa que en la neurosis nunca pasa.

Pregunta: ¿Y el fantasma perverso?
H.R.: El fantasma perverso se diferencia del fantasma neurótico porque el fantasma perverso se realiza. El goce está en juego en la realización del fantasma, es una fantasía realizada. En cambio, el neurótico tiene una fantasía de la cual se defiende, que es perversa también, pero es fantasía y no la lleva al acto nunca.

Pregunta: ¿Cuál es la gravedad en la perversión?
H.R.: En la perversión, lo más grave es cuando el perverso se engancha con una institución. La perversión tiene un imán para las instituciones, como eso ponía el ejemplo de Etchecolatz. Y las instituciones los usan, por eso en la época del proceso, todos los que torturaban eran perversos y fueron usados, obviamente. Pero ahí, cuando están enganchados con la institución, es muy difícil modificar algo. Para una institución, el perverso es beneficioso. Podemos pensar en el torturador, pero también en quien se dedica a negocios no santos y está institucionalizado en determinado lugar. Ahí, el perverso busca en qué lugar insertarse y un lugar donde le dan la posibilidad de ejercer.

Pregunta: ¿Y las patologías del acto?
H.R.: No hay manera de reprimir eso, que no sea ligándolo a la palabra. Si vos lo que querés es que el tipo no llegue a consumir tanto como para matarse, es lo mismo que decirle a alguien que deje de fumar o que deje de tomar bebidas alcohólicas. Ese tipo de directivas no funcionan.

Pregunta: [pregunta acerca de los bordes, que deriva en “Los Bordes no tan simples una carta”]
H.R.: Se trata de un trabajo que yo hice hace muchos años, respecto a una carta que comenta Borges en un cuento que se llama Guayaquil. En ese cuento, Borges comenta que una carta que se había encontrado de Simón Bolívar, de venezuela, revelaba algunos secretos de la entrevista entre San martín y Bolívar, que fue en Guayaquil. Entonces, tomé el comentario del cuento de Borges y la cuestión histórica del encuentro de San Martín y Bolívar, le puse ese nombre, los bordes no tan simples de esa carta que había sido la que se encontró de Simón Bolívar, que daba alguna posibilidad de entender esa entrevista, que solo no se entendía por la idealización del padre que había puesta en San Martín. Digamos que el valor de ese texto mío fue promover una revisión del texto de San Martín que tradujo distintos historiadores. Lo que yo ahí decía en el trabajo, es que en el cuento de Borges está que la cuestión de San Martín estaba muy ligada a la renuncia. Él, después de Guayaquil renuncia al protectorado de Perú, entonces, yo demuestro en el trabajo que San Martín no había renunciado tácticamente como se dijo, sino que por el contrario había renunciado 7 veces en su vida. Era una cosa que se desconocía. Entonces, yo trato de analizar en ese texto la relación que hay, para los argentinos, el nombre del padre el hecho que se dice de que el padre de la patria haya renunciado justo cuando haya liberado el sur de las provincias unidas, lo cual da lugar a que surja la tiranía de Rosas. an martín se va de Guayaquil, renuncia y de Perú se va para Francia. Vuelve una sola vez al Uruguay y cuando se entera que Lavalle mató a Dorrego, se vuelve a Europa.

Pregunta: Me gustaría escuchar algo sobre la relación al sentido, en la intersección del imaginario a lo simbólico. A veces se homologa esta cuestión del sentido con algo del orden del goce. Se hace un juego de palabras con jouisense, goce-sentido. Al estar por fuera del registro de lo real, a mi siempre me hace falta dar una vuelta más para entender esta cuestión.

H.R.: Lo que yo pienso respecto al sentido en este lugar, es que ahí tiene que estar articulado algo de la religión. Algo tiene que ver con el padre en relación al cuerpo y en relación a lo simbólico, porque no se olviden que el sentido es aquello que le da sentido a la vida, esa es la causa de que el sentido esté ubicado por fuera de lo real. El sentido es aquello que trata de darle sentido a la vida, para qué vivimos.

Pregunta: ¿Pero cómo se homologa al goce?
H.R.: Acá no está como goce. Lacan no lo incluye y no lo pone en el gráfico. En este gráfico que hace en La Tercera, no pone al sentido como goce. Pone al goce del Otro, el goce del objeto a que sería lo pulsional y el goce fálico.

Pregunta: Vos hablaste de la devaluación de algunas corrientes en relación a la palabra.

H.R.: El problema es cómo se entiende la palabra. Por algo Lacan construye grafos, para decir que hay una palabra, que es la palabra corriente, la del discurso; y otra palabra que es la que se forma con la cadena significante. Ese gráfico en donde hace una especie de anzuelo y después otra línea que atraviesa ese anzuelo, son 2 formas de la palabra, y lo dice en las formaciones del inconsciente. Una es el discurso y el otro es la cadena significante. ¿Qué es la cadena significante? Es la manera en que la palabra puede estar significada en fonemas, en partículas, en sílabas en la que se descomponen las palabras, por ejemplo, familionario.
Yo hice, recientemente, un trabajo para mis discípulos de Ulloa para poder dar cuenta de la formación del inconsciente. Porque yo entiendo que el problema que tiene el desciframiento de las formaciones del inconsciente es que está expresado en el idioma francés o alemán. Entonces, con un chiste en francés o en alemán, nosotros no nos reímos. Y si ustedes no se ríen, no hay chiste.Porque el chiste tiene que estar sancionado porque alguien se ría. Entonces, yo tomé un chiste en nuestras palabras. Y tomé un chiste de Les Luthiers e hice un análisis de “San ictícola de los peces”, no sé si recuerdan el sketch: son unos pescadores de la aldea Roca Povera, que van a rezarle a San Ictícola porque no ha habido `pesca. Entonces, se va a lo procesión y el cura les decía que ellos eran todos pecadores, que por eso no aparecían los peces y en un momento, cuando están haciendo la procesión para seducir a San Ictícola y que les dé peces, y el cura les cuenta que San Ictícola estaba en contra de la pesca

[...]Los pescadores primitivos ya entonaban fervorosos himnos litúrgicos para obtener una buena pesca, práctica que cayó en desuso porque dichos cánticos halagaban a los dioses, pero ahuyentaban a los peces.
Por eso, los pescadores de la aldea de Roca Povera, en el sur de Italia, le rezan a San Ictícola de los Peces, también llamado San Ictícola de la Mar, y le rezan por una buena pesca en la ermita del santo, situada en plena montaña, donde los peces no puedan oírlos.
La aldea de Roca Povera depende para su subsistencia de unos pocos cultivos y de su empobrecida pesca; o sea, que su economía es típicamente "agropescuaria".
La aldea de Roca Povera es pobre aún en leyendas místicas: nunca un milagro, nunca una imagen que derrama lágrimas; no solamente a ninguno jamás se le apareció la Virgen, sino que en la iglesia de la aldea desaparecieron varios santos, un cáliz y dos relicarios.
Pero los pescadores no pierden la fe; una vez más, como cada año en su día, se dirigen en procesión guiados por el cura párroco a la ermita de San Ictícola de los Peces, para pedirle que, esta vez sí, atienda sus ruegos.
- Hijos míos, vamos todos a la ermita de San Ictícola para pedirle una buena pesca.
- La verdad, padre, desde que le rezamos a San Ictícola cada vez pescamos menos.
- Antes si que había buena pesca por acá, con el santo que teníamos antes, pero lo trasladaron.
- Es que San Ictícola sabe que entre nosotros hay herejes, perjuros, apóstatas... y por eso está molesto.
- Padre, si le molesta la apóstata, ¿por qué no se opera?
- ¿Falta mucho para le hermanita del Santo?
- La ermita.
- ¿Falta mucho para la termita del santo?
- ¡La termita!... ¡¡La ermita del santo!!
- ¿La marmita del santo?
- ¡¡ La ermita, el santuario, la capilla!!
- ¿Está en capilla la marmota de la hermanita del santo?
- ¡Aaaaaah, ya estamos llegando!, vamos, vamos
(Todos)
San Ictícola de la mar, San Ictícola de los peces te queremos solicitar
que nos des una buena pesca, al contrario que otras veces
no nos vuelvas a fallar.
Con fervor y con fe, te venimos a rezar,
pero tú también pon un poco de voluntad.
San Ictícola de la mar, San Ictícola de los peces,
no nos vuelvas a fallar.
(...)
- Silencio, hijos recordad hemos venido en el día del santo para rezarle al santo en su saaaantoooo. Silencio, silencio.
(Todos) (Gregoriano)
San Ictícola de los peces, en tu día te imploraamos.
Cumple nueestro pediido, cumple nuestros ruegos en tu díia...
¡Cumpleaños feliz!
- Hermanos, cada vez hay menos peces... Y la culpa, ¿de quién es? ¡La culpa es de vosotros porque vivís en pecado!
- No, padre: vivimos del pescado.
- Oremos: San Ictícola de los peces, ten piedad de estos pobres pecadores.
(Todos): San Ictícola de los peces, ten piedad de estos pobres pecadores.
- Te confesamos todas nuestras faltas.
(Todos): Falta ropa, falta comida. falta dinero.
- Nos retractamos de las ofensas inferidas.
(Todos): Nos retractamos de las ofensas inferidas.
- A nuestros padres, a nuestros hermanos...
(Todos): A nuestros padres, a nuestros hermanos. Nos retractamos.
- A los hijos, a los cónyuges...
(Todos): A los hijos, a los cónyuges. Nos retractamos.
- A los tíos, los primos, los sobrinos, los cuñados, los suegros, los yernos, las nueras...
- (Todos): Sí. Nos retractamos.
- Se ve que es un retracto de familia.
- San Ictícola de los peces, perdona a estos pecadores inícuos, impíos, perjuros, perversos, despreciables, degenerados.
- (Todos): No le crea, no es para tanto.
(Todos)
San Ictícola de los peces, danos pescado abundante
o caeremos en la tentación de la carne y la maldición del colesterol.
Alabado sea el lenguado, y el bacalao alabao;
luz divina la sardina y divina luza la merluza.
- Entonemos grandiosos salmos ¡salmones! y loas al atún.
(Todos)
- Loas atún, loas atún, atún, atún loas atun..ombre.
- Y ahora leeré la vida de San Intícola
- ¿Toda Padre?
- Don Ictícola Fiorentini fue un honesto mercader que vivió en la Toscana en el siglo XI, que descubrió su vocación
religiosa el día en que casi muere atragantado por una espina de besugo. Su abnegada esposa salvó su vida extrayéndole
la espina, pero esos instantes de pánico le causaron una tremenda impresión. Ictícola nunca había visto tan de cerca a la
muerte, ni a su esposa. Entonces decidió tomar los hábitos... sobre todo el hábito de no comer pescado, y comenzó su prédica.
Prédica contra el consumo de todo tipo de pescado. Desde 1718 fue canonizado como San Ictícola de la Mar, protector de los
peces. encargado de mantenerlos alejados de las redes de los pescadores...
- ¡¿Y qué estamos haciendo aquí?¡, ¿qué estamos haciendo aquí?¡ ¡¿se puede saber qúe estamos haciendo acá?!. Pila de años
que estamos viniendo a esta roca podrida a rezar al miñequito y ahora...
- Esta parte no la había leído nunca...
- Era San Ictícola el que nos arruinaba la pesca... ¿te das cuenta?. ¡Tan santito que parecía!
(...)
- Pero ¿en qué quedamos? Si ruega, porque ruega, si no ruega, porque no ruega...
- Hablando de Noruega, ¿se acuerdan de las turistas noruegas que vinieron el año pasado?
- ¿Y qué tiene que ver eso?
- Dejemos la pesca y dediquémonos al turismo. Aprovechemos nuestras hermosas playas, el sol del Mediterráneo... Sí vienen
las turistas noruegas que no se mueran de frío...
- Esas turistas nórdicas son impúdicas...
- No, noruegas.
- Los hombres las espían, y luego viene la tentación y los malos pensamientos.
- Toman el sol con el torso desnudo. (jejeje) Esas cosas nunca vienen solas.
- No vienen de a pares... la tentación y los malos pensamientos.
- No voy a permitirlo... No insistan.. .Bueno, está bien.
- Padre, ¿a quién le podemos rezar para que nos mande turistas: suecas, belgas, alemanas...
- Con el torso desnudo... hay una santa: ¡¡Santa Dominga de los Lactantes!! vamos a rezarle para que nos manden turistas
(Todos)
Suecas, belgas y alemanas son mujeres muy completas con su cuerpo seductor...
por la gracia de sus piernas, por la gracia de sus...
¡por la gracia del Señooor!.

Todo el chiste, en castellano, se reduce en la palabra “agropescuaria”. La palabra agropescuaria tiene la diferencia con la palabra agropecuaria en una S. También, hay todo un juego con el pescado y el pecado. En ese juego entre el pecado y el pescado, es donde le cura le puede decir que ellos pecaron, entonces, el chiste aparece simbolizado en lo que Lacan analiza en el seminario V, respecto a famillonario, que hace la metáfora y dice que es así:
Agropecuario     .    pescado
pescado                     x


Lacan dice que la metáfora de famillonario se crea a partir de que aparece en el S1 la formación famillonariamente. Nosotros lo sustituimos por agropescuario, que es la condensación entre agropecuario y pescado. Entonces, los fieles se preguntan qué hacen rezándole a San Ictícola de los peces, se preguntan a quién pueden rezarle y al cura se le ocurre, tras saber que los últimos visitantes eran mujeres turistas, deciden rezarle a Santa Dominga de los Lactantes. De esta manera, el pecado tomó el lugar del pescado. este es el tipo de palabra que uno necesita analizar para poder entender cómo está estructurado lo inconsciente.