viernes, 16 de junio de 2023
La crisis de la mediana edad
domingo, 16 de octubre de 2022
Dificultades en el sueño en los niños: intervenciones clínicas
Dormir es una actividad humana muy importante. Nunca conviene preguntar cuán bien o mal duerme una persona, sino cómo es la cualidad de su vigilia. Es allí donde vemos si el sueño ha sido reparador o no.
Dormir una cantidad suficiente de tiempo es un pre-requisito para el aprendizaje y la conducta. Por definición, el sueño es un estado biológicamente regulado que restaura y revitaliza todo el sistema en todos sus niveles: endócrino, inmunológico, metabólico, físico y emocional (National Sleep Fundation, Cardinali 2008)
Los desórdenes del sueño están asociados, en todas las edades, con:
- Mayor incidencia de errores y accidentes. Ej. accidentes de tránsito.
- Somnolencia diurna y estados del humor alterados.
- Ineficiente desempeño ocupacional (laboral, aprendizaje).
Al pensar una desregulación conductual y/o emocional, deberíamos tener como hipótesis la existencia de un desorden del sueño. Junto a un niño que no duerme, suele haber una familia que tampoco duerme, de manera que se afecta toda la salud del grupo familiar y no solo la del niño.
Los efectos del mal dormir en el funcionamiento cerebral y las funciones orgánicas son:
- Disminución de los umbrales de estrés.
- Reducción de la energía vital.
- Producción hormonal alterada.
- Debilitamiento del sistema inmune e ineficiente capacidad para sanarse.
- Función cognitiva disminuida y reducción de la memoria a corto plazo.
- Dificultades de autorregulación,
Las alteraciones en el sueño en niños son una frecuente preocupación reportada por los padres y a menudo interpretadas como conductas o hábitos mal adaptados. La incidencia de los problemas en el sueño de la población pediátrica es del 20% al 40%. En la población con niños con trastornos del desarrollo los trastornos en el sueño han sido estimados entre un 40% y 83% (Johnson, K.P y Mallow, B.A, 2006; Richdale & Schreck, 2009; Krokowiak y col., 2008). Esto se debe a que conciliar el sueño y mantenerse dormido no es algo que se dé de manera automática, sino que es algo que se aprende durante la infancia. No es algo dado que un niño duerma bien, sino que es algo que aprenden en los primeros años de vida.
Factores evolutivos
Los estadíos del sueño comienzan antes del nacimiento. El sueño REM aparece a los 6-7 meses de gestación y el no REM a los 7-8 meses de gestación. para el octavo mes gestacional, hay una estructuración completa del sueño, indicando buena coordinación córtico-subcortical.
Los recién nacidos entran en fase REM inmediatamente después de quedarse dormidos. A los 3 meses, el niño entra en no REM primero, patrón con el que continuará por el resto de su vida. En el recién nacido normal las fases de sueño REM superan al 50% total del sueño, esto indicaría la importancia de esta fase en el desarrollo cerebral. Las alteraciones de cualquier tipo a este nivel podrían intervenir en la modulación cerebral.
Cantidad de sueño en niños y adolescentes
Recién nacidos: 16 a 20 hs. por día, en períodos de sueño de 3 a 4 hs.
A los 6 meses de vida, el promedio de sueño total es de 14,2 hs. El período de sueño nocturno llega a 6 horas y hay varias siestas.
De 1 a 3 años, el sueño total declina a 13,2 hs. por día. El sueño diurno es consolidado en una sola siesta, en general por la tarde. Aquí las rutinas del sueño son importantes. Hay apego a ciertos juguetes (para conciliar y sostener el sueño) y aparecen los miedos nocturnos.
Edad prescolar (3 a 5 años): La mayoría de los niños suprime la siesta hacia los 4-5 años. Es esencial el mantenimiento de las rutinas de sueño; aparecen las parasomnias: terrores, pesadillas, bruxismo, etc.
Años escolares y pre-adolescencia (6 a 12 años): El sueño total a los 9 años es de 10,2 hs. A esta edad, durante el día el niño está muy alerta, casi no hay somnolencia diurna.
Adolescencia: Declina el sueño a 9 hs. hacia los 13 años. Necesitan dormir 9-10 hs, pero duermen generalmente 7 hs. por noche.
El conocimiento de esta evolución nos permite valorar el sueño según la edad del niño y tener una idea de la cantidad de horas que tienen que dormir.
Trastornos del sueño en la infancia (en todos los niños)
La somniloquia, hablar en voz alta, aparece en el 32%.
Las pesadillas: 31%.
Sonambulismo: 28%.
Insomnio: 23%
Enuresis: 17%
Bruxismo: 10%
Ronquido: 7%
Terrores nocturnos: 7%
Síndrome de apnea obstructiva: 1-3%
Estos niños demuestran respuestas atípicas a la estimulación sensorial y diferencias en el dormir respecto a sus pares en el desarrollo típico.
La sensibilidad y dificultades en el procesamiento sensorial han sido sugeridos como un factor contribuyente a los problemas de sueño que estos niños experimentan, especialmente en niños que exhiben hiper respuesta y tienen dificultades de "gating" o filtrado sensorial de los estímulos del ambiente (Reynolds & Lane, 2011). Son niños que se despiertan por cualquier sonido, por ejemplo.
Los factores que reducen nuestra habilidad de dormir y permanecer dormidos son:
- El estrés, que es más marcado en los niños con trastornos del desarrollo.
- Diferencias en el humor y la emoción. Ej. rabietas, berrinches.
- Excesiva estimulación desde el ambiente y ambientes no familiares, que hacen que el niño no pueda lograr un estado de confort y relajación.
- Estimulación de la glándula pineal por la luz, por el uso de luz artificial. En la práctica revisamos el uso de pantallas, el uso de luces para los niños.
- Imbalances nutricionales (selectividad) e inmunes (alergias, asma y otros).
Los factores que mejoran el sueño y la habilidad de alcanzar estadíos del sueño reparadores son:
- Rutinas para el dormir.
- Ejercicio y actividad física (4-5 horas antes de dormir)
- Reducción del estrés, trabajando con la comunicación.
- Implicancia de la luz social, ritmos circadianos bien establecidos. Muchas veces los niños retrasan la hora de despertarse, perdiendo horas de luz, que es lo que ordena el ritmo circadiano.
- Una alimentación que sostenga la salud y el adecuado funcionamiento de nuestro sistema gastro-intestinal e inmunológico.
Conclusiones:
Es de especial relevancia en la infancia la evaluación de las alteraciones del sueño por ser un período crítico en el desarrollo y evolución del ser humano.
Tener en cuenta que el infante y el niño cuentan con muy poca capacidad de expresión de sus dificultades y tiene menor influencia o control sobre el entorno humano y el medio ambiente. Son los adultos que rodean al niño quienes pueden observar y ayudarlos en estos problemas. Esto es aún más marcado en niños con dificultades en el desarrollo, por la significativa implicancia en las alteraciones cerebrales y desarrollo cerebral.
Pautas y estrategias para el sueño y el dormir
Higiene del dormir. Establecer un horario para dormir que sea constante y temprano. Considerar que el niño tenga por lo menos 10 a 12 horas de sueño.
Estructura: el horario entre la cena y la hora de dormir debe ser un tiempo organizado, estructurado y calmo. Evitar actividades como lucha, saltar en la cama, etc. a la hora de dormir. No traer demandas a los niños en esos horarios. Eliminar TV, compu ó video juegos a esa hora.
Rutinas. Rutinas para irse a la cama que sean predecibles y estables. Por ejemplo: baño, lectura de un cuento, etc. Hay que tener en cuenta las características del niño, quizá para algunos sea convenientes bañarlos a la mañana o al mediodía, pero no a la noche. Tener definido dónde el niño duerme, que no sea cualquier lugar de la casa (el living, el auto).
Conciliar el sueño es un proceso. Comenzar por lo menos 45 minutos antes de la hora que queremos que el niño esté durmiendo. Hay que ir reduciendo actividades, estímulos, ir aquietándose. Al niño le toma años dormirse a sí mismo y que si se despierta pueda volverse a dormir.
No llevar al niño a su cama ya dormido. Propiciar que se quede dormido en su propia cama.
Proveer oportunidades de juego acerca del dormirse fuera del horario de ir a la cama y en situaciones de no-estrés. para trabajar entre otros temas la ansiedad de separación.
Crear un organigrama rotatorio, de manera que los padres no estén deprivados de sueño y puedan sostener las rutinas e higiene del dormir.
En esta clínica hay que ser creativos. A algunos niños los duerme el movimiento (mecedoras, el auto).
Fuente: Notas de la conferencia "Dificultades de sueño y del dormir en la niñez, una mirada desde la integración sensorial y PINE" - María Rosa Nico de la Escuela freduiana de Buenos Aires.
sábado, 19 de febrero de 2022
¿Cuáles son las características de la adolescencia?
La adolescencia es un fenómeno específico dentro del desarrollo humano en el que también influyen fenómenos sociales y culturales. Detrás de esa expresión sociocultural existe un basamento psicobiologico que le da a la adolescencia características universales.
Se produce el redespertar de la sexualidad. Se caracteriza por ser un periodo de transición entre la pubertad y el estadio adulto de desarrollo, se reformulan los conceptos que se tiene acerca de sí mismo y que lo lleva a abandonar su auto imagen infantil y a proyectarse en el futuro de la adultez.
La adolescencia debe tomarse como un proceso de cambio, de desprendimiento, pero que se teñirá con connotaciones externas peculiares de cada cultura.
Es una etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su identidad adulta, apoyándose en las primeras relaciones objetales-parentales internalizadas y verificando la realidad que el medio social le ofrece, mediante el uso de los elementos biofísicos, que tienden a la estabilidad de la personalidad en un plano genital, que solo es posible si se hace un duelo por la identidad infantil.
El proceso de duelo es básico y fundamental.
La estabilización de la personalidad se logra pasando por cierto grado de conducta patológica, que es normal en esta etapa.
ANNA FREUD, dice que es muy difícil señalar el límite entre lo “normal” y lo patológico en la adolescencia, y que toda la conmoción de este momento sería lo “normal” y la “anormalidad” estaría dada por el equilibrio
Se puede hablar de una verdadera patología normal de la adolescencia. Las luchas y rebeldías externas son reflejos de los conflictos de dependencia infantil que íntimamente persisten.
La mayor o menor “anormalidad” de este síndrome normal, se deberá a los procesos de identificación y de duelo que haya podido realizar. En la medida en que haya elaborado los duelos, que son en última instancia los que llevan a la identificación, vera su mundo interno mejor fortificado y esta normal anormalidad será menos conflictiva y menos perturbadora.
EL SÍNDROME NORMAL DE LA ADOLESCENCIA:
Características:
Búsqueda de sí mismo y de la identidad
Tendencia grupal
Necesidad de intelectualizar y fantasear
Crisis religiosas desde el ateismo mas profundo al misticismo total
Desubicacion temporal. El pensamiento adquiere las características de pensamiento primario
Evolución sexual (del autoerotismo a la heterosexualidad)
Actitud social reivindicatoria con tendencias anti o asóciales de diversa intensidad
Contradicciones sucesivas en todas las conductas, dominada por la acción que constituye la forma de expresión más habitual
Separación progresiva de los padres
Constantes fluctuaciones de humor y del estado de animo
1-Búsqueda de sí mismo y de la identidad
Poder llegar a utilizar la genitalidad en la procreación es un hecho biopsicodinamico que determina una modificación esencial en el proceso del logro de la identidad adulta y que caracteriza la turbulencia e inestabilidad de la identidad adolescente.
La maduración genital y la reactivación de todas las etapas pregenitales de la evolución libidinal, con la interacción de los procesos psicológicos básicos de disociación, proyección, introyección, e identificación iran estableciendo la personalidad mas o menos definida.
El cuerpo y el esquema corporal son dos variables del proceso de definición de sí mismo y de la identidad.
En la pubertad ocurren muchos cambios físicos: producción de hormonas, de óvulos y espermatozoides, desarrollo de las características sexuales primarias (crecimiento de pene y testículos y de vagina y útero) y el desarrollo de características secundarias (maduración de los pechos, ensanchamiento de caderas, crecimiento de vello. Se producen cambios de tamaño, de peso, y de proporciones corporales.
El esquema corporal es la representación que el sujeto tiene de su propio cuerpo.
Por eso es importante que se realicen los procesos de duelo del cuerpo infantil perdido, que obligan a una modificación del esquema corporal y del conocimiento físico del sí mismo.
El adolescente necesita darle a todo lo que le esta sucediendo una continuidad dentro de la personalidad, por lo que se establece una búsqueda de un nuevo sentimiento de continuidad y mismisidad.
La identidad es la creación de un sentimiento interno de mismisidad y continuidad, una unidad de personalidad sentida por el individuo y reconocida por el otro que es “ el saber quien soy”
A veces, en la necesidad de tener una identidad, la única solución es buscar una identidad negativa (ERIKSON), basada en identificaciones con figuras negativas pero reales. Es preferible ser alguien perverso, a no ser nada.
Existen problemas de seudoidentidad, que son expresiones manifiestas de lo que se quisiera ser y que ocultan la identidad latente, la verdadera. Las identidades transitorias son las adoptadas durante un cierto tiempo, como por ejemplo el machismo en el varón o la seducción histeroide en la nena. Las identidades ocasionales son las que se dan frente a situaciones nuevas, por ejemplo: el primer encuentro con la pareja. Las identidades circunstanciales son la que conducen a identificaciones parciales transitorias que suelen confundir al adulto, sorprendido a veces ante los cambios de la conducta de un mismo adolescente. , por ejemplo cuando no coincide la imagen que tiene el padre del hijo y la que tiene la escuela.
El adolescente realiza un verdadero proceso de duelo por el cual al principio niega la pérdida de sus condiciones infantiles y tiene dificultades en aceptar las realidades más adultas que se le van imponiendo, entre las que se encuentran las modificaciones de su propio cuerpo.
Las fuerzas necesarias para elaborar los duelos se obtienen de las primeras figuras introyectadas que forman la base del yo y del súper yo. Un buen mundo interno surge de una relación satisfactoria con los padres internalizados y de la capacidad creadora que ellos permiten.
La identidad adolescente es la que se caracteriza por el cambio de relación del individuo con sus padres. La separación comienza desde el nacimiento pero es en la adolescencia cuando quieren “desesperadamente “ ser ellos mismos. La presencia externa de los padres comienza a hacerse innecesaria. Las figuras parentales están incorporadas a la personalidad del sujeto y este puede iniciar su proceso de individuación.
El llamado a la genitalidad es otro de los factores que influyen en la búsqueda de sí mismo y de la identidad.
2-Tendencia grupal: Se produce un proceso de sobreidentifiación masiva, en donde todos se identifican con cada uno. Por eso se inclina a los dictados del grupo, en cuanto a los dictados de la moda, vestimenta, costumbres, preferencias.
Las actuaciones del grupo y de sus integrantes representan la oposición a las figuras parentales y una manera activa de determinar una identidad distinta de la del medio familiar.
Transfiere al grupo gran parte de la dependencia que tenia con los padres.
El grupo constituye la transición necesaria en el mundo externo para lograr la individuación adulta. Después de pasar por la experiencia grupal el individuo podrá separarse de la “barra” y asumir su identidad adulta. Por eso es que en el grupo se busca a un líder al cual someterse o se es líder para ejercer el poder del padre o madre.
3-Necesidad de intelectualizar y fantasear: Son las formas típicas del pensamiento adolescente. Recurre al pensamiento para recompensar las perdidas que ocurren dentro de sí mismo y que no puede evitar. Eso permite un ajuste emocional, un autismo positivo en el que se da una mayor intelectualización. Surgen las grandes teorías filosóficas, las ideas de salvar a la humanidad, comienzan a escribir versos, novelas, cuentos, se dedican a actividades literarias y artísticas.
Esto no implica que toda manifestación artística, cultural o literaria responda situaciones conflictivas inmanejables.
4-Crisis religiosas desde el ateismo mas profundo al misticismo total
Un mismo adolescente puede pasar por estos dos extremos. La búsqueda religiosa intenta solucionar la angustia del yo que se da por la necesidad de identidad y del enfrentamiento con la muerte definitiva. Además, comienza a separarse de los padres y a aceptar la posible muerte de los mismos, por eso el adolescente necesita identificaciones proyectivas con imágenes muy idealizadas (imágenes divinas), que le asegure la continuidad de la existencia de sí mismo y de sus padres
5-Desubicacion temporal. El pensamiento adquiere las características de pensamiento primario
La noción temporal del adolescente es de características fundamentalmente corporales, o sea basadas en el tiempo de comer, en el de jugar, en el de dormir, etc. Es un tiempo vivencial o experiencial. A medida que se van elaborando los duelos la noción espacial va adquiriendo otras características. Aquí es cuando surge la conceptualización del tiempo, que implica la noción discriminada del pasado, presente y futuro, con la aceptación de la muerte e los padres, la perdida definitiva de su vinculo con ellos y la muerte propia definitiva.
Cuando puede formularse un proyecto de futuro con capacidad de espera y elaboración en el presente, se supera gran parte de la problemática adolescente.
6-Evolución sexual (del autoerotismo a la heterosexualidad)
Oscila entre la actividad masturbatoria y la actividad genital.. Al ir aceptando su genitalidad el adolescente comienza la búsqueda de pareja.
En su búsqueda de definición de la sexualidad el adolescente puede pasar por periodos de homosexualidad, que suelen ser la expresión de una proyección de la bisexualidad perdida y anhelada, en otro individuo del mismo sexo. De esta manera podría, en su fantasía, recuperar el sexo que se esta perdiendo en su proceso de identificación genital.
La masturbación le permite al adolescente integrar a sus genitales a todo el concepto de sí mismo, formando una identidad genital adulta con capacidad procreativa, independencia real y capacidad de formar una pareja estableen su propio espacio y en su propio mundo.
7-Actitud social reivindicatoria con tendencias anti o asóciales de diversa intensidad
Las primeras identificaciones son las que se hacen con las figuras parentales, pero el medio donde vive determina nuevas posibilidades de identificación.
La cultura modifica enormemente las características exteriores del proceso, aunque las características intrínsecas del ser humano sigan siendo las mismas. La adolescencia es recibida en forma hostil por el mundo de los adultos, se busca aislarlos fóbicamente del mundo adulto. Los adultos se sienten amenazados por los jóvenes que vienen a ocupar su lugar y en muchas oportunidades tienen que adaptarse, sometiéndose a las necesidades que los adultos le imponen. En la medida que el adolescente no encuentre el camino adecuado para su expresión vital y la aceptación de una posibilidad de realización, no podrá ser nunca un adulto satisfecho.
8-Contradicciones sucesivas en todas las conductas, dominada por la acción que constituye la forma de expresión más habitual
La conducta del adolescente esta dominada por la acción, que es la forma de expresión más típica. No puede mantener una línea e conducta lineal y rígida aunque a veces lo intente, hay una inestabilidad permanente. Es una personalidad permeable, que recibe y que proyecta todo. Es el mundo adulto el que no acepta las identidades ocasionales del adolescente y exige de el una identidad adulta, que por ahora no tiene por que tener.
9-Separación progresiva de los padres
La aparición de la genitalidad es percibida también por los padres (que también realizan sus duelos.)Muchos padres se asustan y se angustian frente al crecimiento de sus hijos reviviendo sus propias situaciones edipicas, lo que da lugar a situaciones complejas. La evolución de la sexualidad depende de como los mismos padres acepten los conflictos y el desprendimiento que los hijos de una u otra manera pueden expresar. El proceso de separación entre padres e hijos produce una ambivalencia dual. Muchas veces los padres niegan el crecimiento de los hijos y los hijos viven a los padres con las características persecutorias más acentuadas.
La presencia internalizada de buenas imágenes parentales, con roles bien definidos y una buena separación de los padres, facilitara el paso a la madurez. Así podrá pasar a la genitalidad adulta.
10-Cambios en el humor y estado de animo.
Son típicos en la adolescencia y es importante entenderlos sobre la base de los mecanismos de proyección y de duelo por la perdida de objetos anhelados como el cuerpo infantil, la identidad que se tenia, el cambio en la relación con los padres
Solo si el mundo adulto lo comprende adecuadamente y facilita su tarea evolutiva, el adolescente podrá desempeñarse adecuadamente, gozara de su identidad y elabora una personalidad más sana.
De lo contrario, siempre se proyecta en un adolescente las ansiedades y las patologías del adulto y se producirá una crisis generacional, que dificulta el proceso evolutivo y no permite el goce real de la personalidad.
Fuente: EL SÍNDROME DE LA ADOLESCENCIA NORMAL (por Mauricio Knobel)
jueves, 25 de noviembre de 2021
Los duelos en la adolescencia y sus consecuencias emocionales
El adolescente construye de sí una imagen ideal, basada en los criterios del grupo, sus valores y su moral. El adolescente sigue la moda del grupo porque es una manera de afirmarse. Va a establecer con el grupo una alianza y una integración. Necesita a su vez llamar la atención para que reconozca su existencia y en este llamar la atención aparece la provocación. Pero la provocación causa miradas del otro que tiene que soportar y saber aprender. El riesgo es perderse entre lo que el adolescente es y lo que demuestra. Mostrando lo que no es, lo que no se siente, es un peligro para la constitución de la subjetividad.
El adolescente debe lograr diferenciar belleza de encanto. La belleza queda en lo físico y el encanto abarca toda la personalidad.
Otra consecuencia es que en el adolescente puede aparecer la tendencia a huir y participar de experiencias peligrosas.
Aparecen manifestaciones contradictorias, introversión y extroversión.
La ambivalencia entre crecer y no querer crecer: quiere crecer a nivel grupal, no a nivel familiar.
Hay fluctuaciones en el estado del ánimo.
Puede haber cólera y temor. La cólera se manifiesta externamente (agresión física, verbal, descalificación del otro y mutismo) e internamente (cólera hacia sí mismo. Autodestrucción).
Existe la depresión puberal y la depresión propiamente adolescente. El adolescente necesita estar solo pero no sentirse solo.
El duelo por los padres de la infancia.
Se trata de un duelo doble, pues es vivido por el adolescente y por los padres. Los padres deben aceptar que ya no tienen un niño y que su hijo está creciendo para alcanzar la adultez.
El duelo por los padres de la infancia genera en el adolescente un período de introversión coincidente con la búsqueda de su identidad. En un segundo momento se da la extroversión, con una oposición a los padres. El adolescente necesita denigrar a sus figuras parentales para poder despegarse de ellas. Va a buscar básicamente la independencia y libertad, que va a tener como objetivo alcanzar la autonomía.
En los padres se da una crisis familiar por el desconcierto de la conducta del hijo. El padre debe desprenderse del hijo – niño y aceptar su evolución hacia el hijo adulto. Otra característica es la aceptación del nuevo cuerpo del hijo, que en la medida que él crece, él también envejece. Ahí al padre se le presenta claramente la idea de la finitud de la vida.
Los padres deben aceptar la pérdida del lugar del ídolo, aceptarla, y reconocer los logros que va alcanzando el hijo en forma independiente y enfrentarse a sus propios logros y reflexiones sobre lo hecho.
En los padres surge ambivalencia y resistencia. Pueden no aceptar el crecimiento del hijo y surge la imposibilidad del diálogo.
Los padres pueden negarse a la comprensión del cambio generacional. Cerrarse frente a conocer la nueva cultura en la que su hijo vive. Otra forma es adoptar el papel de amigo o quedarse a revivir su propia adolescencia. También se puede sobreproteger en lugar de proteger.
Se alcanza a resolver estos conflictos cuando:
El adolescente desidealiza a su grupo de amigos a quienes consideraba inseparables para verlos ahora como amigos adultos igual que él y logra a la vez ver a sus padres como tales.
El adolescente logra la madurez afectiva y biológica y entra en el mundo del adulto.
Los padres resuelven el duelo por los hijos cuando pueden identificarse con la fuerza creativa del hijo, así podrán comprenderlos y recuperar dentro de sí la vitalidad adolescente.
El adolescente pide libertad, que es deseada y temida a la vez. Cuando es dada de forma excesiva por parte de los padres, el adolescente lo vive como abandono. Frente a la desidealización de las figuras parentales, el adolescente no encuentra comprensión de su crecimiento. Esto le genera desamparo. El adolescente cuando busca libertad, también busca límites. El adolescente espera la libertad acompañada de diálogo que implica escuchar y ser escuchado. A mayor presión, mayor rebeldía. A mayores límites sin justificación, mayor oposición,
jueves, 4 de noviembre de 2021
El Síndrome de la adolescencia normal
Lectura de “La adolescencia normal” (Aberastury y Knobel) Capitulo 2: “El Síndrome de la adolescencia normal”
Normalidad y patología en la adolescencia (Knobel).
Estudiar la adolescencia, tan solo como una característica determinada seria realizar una abstracción muy parcial de todo un proceso humano que es necesario considerar dentro de una verdadera totalidad del conocimiento de la psicología evolutiva.
Considerar la adolescencia como un fenómeno dentro de toda la historia del desarrollo del ser humano, y por otra parte, estudiar su expresión circunstancial de tipo geográfico y temporal histórico – social.
No hay duda alguna de que el elemento socio – cultural influye con un determinismo especifico en las manifestaciones de la adolescencia, pero también tenemos que tener en cuenta que tras esa expresión sociocultural existe un basamento psicobiologico que le da características universales.
Concuerdo con Sherif y Sherif en que la adolescencia esta caracterizada fundamentalmente por ser un periodo de transición entra la pubertad y el estadio adulto del desarrollo y que en las diferentes sociedades este periodo puede variar como varia el reconocimiento de la condición adulta que se le da al individuo.
El problema de la adolescencia debe ser tomado como un proceso universal de cambio, de desprendimiento, pero que se teñirá con connotaciones externas peculiares de cada cultura que lo favorecerán o dificultaran, según las circunstancias.
En trabajos anteriores he llegado a definir a la adolescencia como: “la etapa de la vida durante la cual el individuo busca establecer su identidad adulta, apoyándose en las primeras relaciones objetales – parentales internalizadas.
Pienso que la estabilización de la personalidad no se logra sin pasar por un cierto grado de conducta patológica que, según mi criterio, debemos considerar inherente a la evolución normal de esta etapa de la vida.
El adolescente, presenta una cantidad de actitudes también cambiantes.
El concepto de normalidad no es fácil de establecer varia en relación con el medio socioeconómico, político y cultural.
Anna Freud dice que es muy difícil señalar el límite entre lo normal y lo patológico en la adolescencia, y considera que, en realidad, toda la conmoción de este periodo de la vida debe ser estimado como norma, señalando además que seria anormal la presencia de un equilibrio estable durante el proceso adolescente.
Erikson habla de tres estadios en el proceso evolutivo, que sintetiza en: niño, adolescente y adulto, basándose en conceptos de Piaget y aceptando que uno no es un adulto adulto sin lo que Piaget llama conflicto y que él prefiere llamar crisis. Destaca que de hecho, para cada unidad de estas, corresponde una crisis mayor, y cuando, por cualquier razón, una crisis tardía es severa, se reviven las crisis más tempranas.
El adolescente atraviesa por desequilibrios e inestabilidad extremas. En nuestro medio cultural, nos muestra periodos de elacion, de ensimismamiento, alterando con audacia, timidez, incoordinación, urgencia, desinterés o apatía, que se suceden o son concomitantes con conflictos afectivos, crisis religiosas en las que se puede oscilar del ateismo anárquico al misticismo fervoroso, intelectualizaciones y postulaciones filosóficas, ascetismos, conductas sexuales dirigidas hacia el heteroerotismo y hasta la homosexualidad ocasional. Todo esto es el “síndrome normal de la adolescencia”.
Sintomatología que integraría este síndrome:
1. Búsqueda del sí mismo y de la identidad, El proceso de individuación es una de las funciones esenciales de esta etapa de la vida. El niño entra en la adolescencia con dificultades, conflictos e incertidumbre que se magnifican en este momento vital, para salir luego a la madurez estabilizada con determinado carácter y personalidad adultos. Se logra lo que Erikson ha definido como una entidad yoica, una entidad personal y lo que Nixon ha denominado la auto cognición es un fenómeno esencialmente biológico y se relaciona con el concepto de “sí mismo” o sea, el símbolo que cada uno posee de su propio organismo.
La idea del sí mismo o del “self”, es el conocimiento de la individualidad biológica y social, del ser psicofísico en su mundo circundante que tiene características especiales en cada edad evolutiva.
El cuerpo y el esquema corporal son dos variables íntimamente interrelacionadas que no deben desconocerse en la ecuación del proceso de definición del sí mismo y de la identidad. El esquema corporal es la representación mental que el sujeto tiene de su propio cuerpo como consecuencia de sus experiencias en continua evolución.
Aquí son de fundamental importancia los procesos de duelo con respecto al cuerpo infantil perdido, que obligan a una modificación del esquema corporal y del conocimiento físico de sí mismo en una forma muy característica para este periodo.
Para Erikson el problema clave de la identidad consiste en la capacidad del yo de mantener la mismidad y la continuidad frente a un destino cambiante, y por ello la identidad a un destino cambiante, y por ello la identidad no significa para este autor un sistema interno, cerrado, impenetrable al cambio, sino más bien un proceso psicosocial que preserva algunos rasgos esenciales tanto en el individuo como en su sociedad.
De la infancia no se pasa al pleno actuar genital pro creativo, sino que se atraviesa primero por lo que Erikson ha llamado “la moratoria psicosexual”, donde no se requieren roles específicos y se permite experimentar con lo que la sociedad tiene para ofrecer con el fin de permitir la ulterior definición de la personalidad.
En esta búsqueda de identidad, el adolescente recurre a las situaciones que se presentan como más favorables en el momento. Una de ellas es la de la uniformidad, que brinda seguridad y estima personal. Ocurre aquí el proceso de doble identificación masiva, en donde todos se identifican con cada uno, y que explica, por lo menos en parte, el proceso grupal de que participa el adolescente y del que enseguida he de ocuparme.
En ocasiones, la única solución puede ser la de buscar lo el mismo Erikson ha llamado también una identidad negativa, basada en identificaciones con figuras negativas pero reales. Es preferible ser alguien, perverso, indeseable, a no ser nada.
La realidad suele ser mezquina en proporcionar figuras con las que se pueden hacer identificaciones positivas y entonces, en la necesidad de tener una identidad se recurre a ese tipo de identificación, anómalo pero concreto.
Existen también problemas de seudoidentidad, expresiones manifiestas de lo que se quisiera o pudiera ser y que ocultan la identidad latente, la verdadera.
Las identidades transitorias son las adoptadas durante un cierto periodo, como por ejemplo el lapso de machismo en el varón o de la precoz seducción histeroide en la niña del adolescente “bebe” o del adolescente muy “serio, muy adulto”; las identidades ocasionales son las que dan frente a situaciones nuevas, como por ejemplo en el primer encuentro con una pareja, el primer baile, etc. y las identidades circunstanciales son las que conducen a identificaciones parciales transitorias que suelen confundir al adulto, sorprendido a veces antes los cambios en la conducta de un mismo adolescente que recurre a este tipo de identidad.
Este tipo de identidades son adoptadas sucesiva o simultáneamente por los adolescentes, según las circunstancias.
El adolescente realiza un verdadero proceso de duelo por el cual a principio niega la perdida de sus condiciones infantiles y tiene dificultades en aceptar las realidades más adultas que se le van imponiendo, entra las que, por supuestos, se encuentran fundamentalmente las modificaciones biológicas y morfológicas de su propio cuerpo.
El muchacho presenta el crecimiento del pelo asilar, pubiano, y facial, el cambio de voz, el incremento muscular y el comienzo de la emisión seminal. La niña también muestra la aparición del pelo axilar y pubiano, la acentuación de las caderas, del desarrollo del busto, y el comienzo de la ovulación y de la menstruación. Todos estos cambios que se van sucediendo crean gran preocupación.
El proceso de duelo que se efectúa, necesita tiempo para ser realmente elaborado y no tener las características de una actuación de tipo maniaco o psicopático, lo que explica que el verdadero proceso de entrar y salir de la adolescencia sea tan largo y no siempre plenamente logrado.
La integración del yo se produce por la elaboración del duelo por partes de sí mismo y pos sus objetos. Un buen mundo interno surge de una relación satisfactoria con los padres internalizados y de la capacidad creadora que ellos permiten, como lo señala Aberasturi, quien destaca que ese mundo interno, que posibilita una buena conexión interior, una huida defensiva en la cual el adolescente mantiene y refuerza su relación con los objetos internos y elude los externos, es el que facilita un buen reajuste emocional y el establecimiento de la identidad adolescente.
La identidad adolescente es la que se caracteriza por el cambio de relación del individuo, básicamente con sus padres. Es durante la adolescencia cuando los seres humanos, como dicen Gallagher y Harris quieren desesperadamente ser ellos mismos.
En la adolescencia el individuo da un nuevo paso para estructurarse en la preparación para la adultez.
Duelos por el rol y la identidad infantiles y por esos padres de la infancia a quienes tanto se los necesitaba y de los cuales se podía depender.
La presencia externa, concreta, de los padres empieza a hacerse innecesaria. Ahora la separación de estos no solo es posible, sino ya necesaria. Las figuras parentales están internalizadas, incorporadas a la personalidad del sujeto y este puede iniciar su proceso de individuación.
2. La tendencia grupal, En su búsqueda de la identidad adolescente, el individuo, en esa etapa de la vida, recurre como comportamiento defensivo a la búsqueda de uniformidad, que puede brindar seguridad y estima personal. Allí surge el espíritu de grupo al que tan afecto se muestra el adolescente. Hay un proceso de sobre identificación masiva, en donde todos se identifican con cada uno. A veces el proceso es tan intenso que la separación del grupo parece casi imposible y el individuo pertenece mas al grupo de coetáneos que al grupo familiar.
En otro nivel, las actuaciones del grupo y de sus integrantes representan la oposición a las figuras parentales y una manera activa de determinar una identidad distinta de la del medio familiar. En el grupo el individuo adolescente encuentra un reforzamiento muy necesario para los aspectos cambiantes del yo que se producen en este periodo de la vida.
El fenómeno grupal adquiere una importancia trascendental ya que se transfiere al grupo gran parte de la dependencia que anteriormente se mantenía con la estructura familiar y con los padres en especial.
Después de pasar por la experiencia grupal, el individuo podrá empezar a separarse de la barra y asumir su identidad adulta.
La utilización de los mecanismos esquizoparanoides es muy intensa durante la adolescencia, y el fenómeno grupal favorece la instrumentación de los mismo. Cuando durante este periodo de la vida el individuo sufre un fracaso de personificación, producto de la necesidad de dejar rápidamente los atributos infantiles y asumir una cantidad de obligaciones y responsabilidades para las cuales aun no esta preparado, recurre al grupo como un refuerzo para su identidad.
Precisamente, también por los mismo mecanismos de tipo esquizoide a los que me estoy refiriendo, el individuo siente que están ocurriendo procesos de cambio, en los cuales el no puede participar en forma activa, y el grupo viene a solucionar entonces gran parte de sus conflictos.
El fenómeno grupal facilita la conducta psicopatica normal en el adolescente.
Frente a la perdida del cuerpo infantil, se un el producto del descontrol del rol infantil que se esta perdiendo, aparecen entonces conductas de desafecto, de crueldad con el objeto, de indiferencia, de falta de responsabilidad, que son típicas de la psicopatía, pero que encontramos en la adolescencia normal.
En el adolescente normal es un momento circunstancial y transitorio que se somete a rectificación por la experiencia.
El adolescente normal tiene conflictos de dependencia pero que puede reconocer la frustración, la imposibilidad de reconocer y aceptar la frustración obliga a bloquear la culpa e inducir al grupo a la actuación sado-masoquista, sin participar de la misma. Puede hacerlo porque disocia pensamiento de afecto y utiliza el conocimiento de las necesidades de los demás para provocar su actuación, satisfaciendo así, indiferentemente en apariencia, sus propias ansiedades psicoticas.
3. Necesidad de intelectualizar y fantasear, La necesidad de intelectualizar y fantasear se da como una de las formas típicas del pensamiento del adolescente.
La necesidad que la realidad impone de renunciar al cuerpo, al rol y a los padres de la infancia, así como a la bisexualidad que acompañaba a la identidad infantil, enfrenta al adolescente con una vivencia de fracaso o de impotencia frente a la realidad externa. Esto obliga también al adolescente a recurrir al pensamiento para compensar las perdidas que ocurren dentro de sí mismo y que no puede evitar. El fantasear y el intelectualizar sirven como mecanismos defensivos frente a estas situaciones de perdida tan dolorosas.
Como lo ha señalado Aberasturi solo teniendo una relación adecuada con objetos internos buenos y también con experiencias externas no demasiado negativas, se puede llegar a cristalizar una personalidad satisfactoria.
Surgen las grandes teorías filosóficas, los movimientos políticos, las ideas de salvar a la humanidad, etc. Es entonces cuando el adolescente comienza a escribir versos, novelas, cuentos, y se dedica a actividades literarias, artísticas, etc.
4. Las crisis religiosas, El adolescente puede manifestarse como un ateo exacerbado o como un místico muy fervoroso, como situación externa.
Es común observar que un mismo adolescente pasa incluso por periodos místicos o por periodos de un ateismo absoluto.
Las tan frecuentes crisis religiosas no son un mero reflejo caprichoso de lo místico, como a veces suele aparecer a los ojos de los adultos, sino intentos de solución de la angustia que vive el yo en su búsqueda de identificaciones positivas y del enfrentamiento con el fenómeno de la muerte definitiva de parte de su yo corporal. Además, comienza a enfrentar la separación definitiva de los padres y también la aceptación de la posible muerte de los mismos.
González Monclus afirma que, entre ambos extremos, misticismo exacerbado, ateismo racionalista, es quizás oportuno señalar entre los adolescente una muy frecuente posición: la del entusiasmo formal en contraposición con una indiferencia frente a los valores religiosos esenciales.
Considero que en la construcción definitiva de una ideología, así como de valores éticos o morales, es preciso que el individuo pase por algunas idealizaciones persecutorias, que las abandone por objetos idealizados ego sintónicos para luego sufrir un proceso de desidealizacion que permita construir nuevas y verdaderas ideologías de vida.
5. La desubicacion temporal, Desde el punto de vista de la conducta observable es posible decir que el adolescente vive con una cierta desubicacion temporal; convierte el tiempo en presente y activo como un intento de manejarlo. En cuanto a su expresión de conducta el adolescente parecería vivir en proceso primario con respecto a lo temporal. Las urgencias son enormes y a veces las postergaciones son aparentemente irracionales.
Considero que es durante la adolescencia que la dimensión temporal va adquiriendo lentamente características discriminativas.
A las dificultades del adolescentes para diferenciar externo-interno, adulto-infantil, etc., debo agregar la dificultad para disntiguir presente-pasado-futuro. Se puede unir “el pasado y el futuro en un devorador presente”, presente que tiene características no discriminadas.
El transcurrir del tiempo se va haciendo mas objetivo, adquiriéndose nociones de lapsos cronológicamente ubicados. Podría hablarse de un tiempo existencial, que seria el tiempo en si, un tiempo vivencial o experiencial y un tiempo conceptual. El tiempo vivencial y el conceptual puede corresponder respectivamente a los llamados tiempo rítmico y tiempo cronológico por Rolla.
Como defensas, el adolescente espacializa el tiempo, para poder “manejarlo” viviendo su relación con el mismo como un objeto.
La noción temporal del adolescente es de características fundamentales corporales o rítmicas, o sea, basadas en el tiempo de comer, el de jugar, el de dormir, el de estudiar, etc. ese es el que denomino tiempo vivencial o experiencial.
A medida que se van elaborando los duelos típicos de la adolescencia, la dimensión temporal adquiere otras características. Aquí es cuando surge la conceptualizacion del tiempo, que implica la noción discriminada de pasado, presente y futuro, con la aceptación de la muerte de los padres y la perdida definitiva de su vinculo con ellos y la propia muerte.
Los primeros intentos discriminativos temporales se efectúan a nivel corporal; por ejemplo el adolescente afirma, refiriéndose a su pasado: “cuando era chicos”, refiriéndose a su futuro: “cuando sea grande”.
Considero que la percepción y la discriminación de la temporal seria una de las tareas más importantes de la adolescencia, vinculada con la elaboración de los duelos típicos de esa edad.
Cuando este puede reconocer un pasado y formular proyectos de futuro, con capacidad de espera y elaboración en el presente, supera gran parte de la problemática de la adolescencia.
6. La evolución sexual desde el autoerotismo hasta la heterosexualidad, en la evolución del autoerotismo a la hetero-sexualidad que se observa en el adolescente, se puede describir un oscilar permanente entre la actividad de tipo masturbatorio y los comienzos del ejercicio genital, que tiene características especiales en esta fase del desarrollo, donde hay mas un contacto genital de tipo exploratorio y preoperatorio, que la verdadera genitalidad precreativa, que solo se da, con la correspondiente capacidad de asumir el rol parental, recién en la adultez.
Al ir aceptando su genitalidad, el adolescente inicia la búsqueda de la pareja en forma tímida pero intensa.
El enamoramiento apasionado es también un fenómeno que adquiere características singulares en la adolescencia y que presenta todo el aspecto de los vínculos intensos pero frágiles de la relación interpersonal adolescente. El primer episodio de enamoramiento ocurre en la adolescencia temprana y suele ser de gran intensidad. Aparece ahí el llamado amor a primera vista, que no solo puede no ser correspondido, sino que incluso puede ser totalmente ignorado por la parte amada de la pareja, como ocurre cuando ese ser amado es una figura idealizada, un actor de cine, una estrella del deporte, etc., que tiene e realidad las características de un claro sustituto parental al que el adolescente se vincula con fantasías edipicas.
La aceptación de la genitalidad surge con fuerza en la adolescencia, impuesta por la presencia difícil de negar de la menstruación o de la aparición del semen. Ambas funciones fisiológicas que maduran en este periodo de la vida imponen al rol genital la procreación y la definición sexual correspondiente.
Lo que vemos en la adolescencia, es el fenómeno de la evolución del autoerotismo a la heterosexualidad (masturbación, primero, como fase genital previa; actividad lúdica que lleva al aprendizaje –que es el aprendizaje lúdico del otro sexo a través del toqueteo, bailes, juegos, deportes- lo que constituye también una forma de exploración).
Cabe también aquí el problema de la curiosidad sexual. El exhibicionismo y el voyerismo se manifiestan en la vestimenta, el cabello, el tipo de bailes, etc.
Así como durante la fase genital previa se establece el triangulo edipico, en la adolescencia este se reactiva con toda intensidad porque como la instrumentación de la genitalidad se hace factible, el individuo se ve obligado a recurrir a mecanismos de defensa más persistentes y enérgicos.
Hay un fenómeno especifico de la mujer, que es el de la menarca, vivida en nuestra cultura como algo peligroso, dañino, y que refuerza todo tiempo de fantasías persecutorias y destructivas. Debo destacar, sin embargo, que este tipo de situación no es la que fatalmente se da siempre, aunque por supuesto, en una gran proporción de niñas de nuestra cultura es dable observarlo. Cuando las fases genitales tempranas y la sexualidad en general son mas aceptadas por los padres y cuando estos mantienen una relación armoniosa, brindando entonces una imagen externa de escena primaria positiva, la aparición de la menstruación puede ser vivida como una confirmación de la sexualidad femenina e iniciar entonces en la niña una verdadera etapa de satisfacciones y realizaciones genitales muy positivas.
Es normal que en la adolescencia aparezcan periodos de predominio de aspectos femeninos en el varón y masculinos en la niña.
Es que la sexualidad es vivida por el adolescente como una fuerza que se impone en su cuerpo y que le obliga a separarlo de su personalidad mediante un mecanismo esquizoide por medio del cual, el cuerpo es algo externo y ajeno a si mismo.
En la búsqueda de definición genital el adolescente suele tener que pasar por periodos de homosexualidad, que pueden ser la expresión de una proyección de la bisexualidad perdida y anhelada, en otro individuo del mismo sexo.
No deben pues alarmar a nadie las situaciones fugaces de homosexualidad que presente el adolescente y sobre todo aquellas que aparecen enmascaradas a través de contactos entre adolescentes del mismo sexo, salidas, bailes, etc.
Puedo decir que la raíz de la homosexualidad –que suele darse transitoriamente como una manifestación típica de la adolescencia- es preciso buscarla en la circunstancia de que el padre no asume sus roles o esta ausente. Entonces, tanto el varón como la niña van a ir a la homosexualidad, porque ambos quedan así obligados a mantener la bisexualidad como defensa frente al incesto.
El proceso masturbatorio esta presente desde la temprana infancia hasta la adolescencia avanzada.
La actividad masturbatoria en la primera infancia tiene una finalidad exploratoria y preparatoria para la futura aceptación de la genitalidad.
La masturbación, como fenómeno normal de la adolescencia, le permite al individuo en esta etapa de su vida, pasar por la etapa esquizo-paranoide de su personalidad, considerar a sus genitales como ajenos a sí mismos, tratar de recuperarlos e integrarlos, y finalmente realizar el proceso depresivo a través de una angustia, primero persecutoria y luego depresiva, e integrar sus genitales a todo el concepto de si mismo, formando realmente una identidad genital adulta con capacidad procreativa, independencia real y capacidad de formar una pareja estable en su propio espacio y en su propio mundo.
Es decir, habrá llegado el individuo a la genitalidad procreativa.
7. Actitud social reivindicatoria, no todo el proceso de la adolescencia depende del adolescente mismo, como una unidad aislada en un mundo que no existiera. No hay duda alguna de que la constelación familiar es la primera expresión de la sociedad que influye y determina gran parte de la conducta de los adolescente.
La misma situación edipica que viven los adolescentes, la viven los propio progenitores del mismo.
Muchos padres se angustian y atemorizan frente al crecimiento de sus hijos, reviviendo sus propias situaciones edipicas conflictivas. No son ajenos los padres a las ansiedades que despierta la genitalidad de los hijos y el desprendimiento de los mismo, y los celos que esto implica.
Se provoca la situación de “ambivalencia dual”, ya que la misma situación ambivalente que presentan los hijos separándose de los padres, la presentan estos al ver que aquellos se alejan.
Las primeras identificaciones son las que se hacen con las figuras parentales, pero no hay duda alguna de que el medio en que se vive determina nuevas posibilidades de identificación, futuras aceptaciones de identificaciones parciales e incorporación de una gran cantidad de pautas socioculturales y económicas que no es posible minimizar. La ulterior aceptación de la identidad esta forzosamente determinada por un condicionamiento entre individuo y medio que es preciso reconocer.
El comprender los patrones culturales puede ser sumamente importante para determinar ciertas pautas exteriores de manejo de la adolescencia, pero el comprender la adolescencia en si misma es esencial para que estas pautas culturales puedan ser modificadas y utilizadas adecuadamente cuando el adolescente claudica en la patología.
La adolescencia es recibida predominantemente en forma hostil por el mundo de los adultos.
Se buscar aislar fobicamente a los adolescentes del mundo de los adultos.
Frente al adolescente individual, es necesario no olvidar que gran parte de la oposición que se vive por parte de los padres, es trasladada al campo social.
8. Contradicciones sucesivas en todas las manifestaciones de la conducta, La conducta del adolescente esta dominada por la acción, que constituye la forma de expresión más típica en estos momentos de la vida, en que hasta el pensamiento necesita hacerse acción para poder ser controlado.
El adolescente no puede mantener una línea de conducta rígida, permanente y absoluta, aunque muchas veces la intenta y la busca.
La personalidad del adolescente es permeable, que recibe todo y que también proyecta enormemente, es decir, es una personalidad en la que los procesos de proyección e introyeccion son intensos, variables y frecuentes.
No puede haber una línea de conducta determinada, eso es una normal anormalidad, de una inestabilidad permanente del adolescente. Solo el adolescente mentalmente enfermo podrá mostrar rigidez en la conducta.
En el adolescente, un indicio de normalidad se observa en la labilidad de su organización defensiva.
Es el mundo adulto el que no tolera los cambios de conducta del adolescente, el que no acepta que el adolescente pueda tener identidades ocasionales, transitorias, circunstanciales y exige de el una identidad adulta, que por supuesto no tiene por que tener.
9. Separación progresiva de los padres, Uno de los duelos fundamentales que tiene que elaborar el adolescente es el duelo por los padres de la infancia. Una de las tareas básicas concomitantes a la identidad de l adolescente, es la de ir separándose de los padres.
La aparición de la capacidad efectora de la genitalidad impone la separación de los padres y reactiva los aspectos genitales previa. La intensidad y calidad de la angustia con que se maneja la relación con los padres y su separación de estos, estará determinada por la forma en que se ha realizado y elaborado la fase genital previa de cada individuo, a la que se sumaran, por supuesto, las experiencias infantiles anteriores y ulteriores y la actual de la propia adolescencia.
Muchos padres se angustian y atemorizan frente al crecimiento de sus hijos reviviendo sus propias situaciones edipicas, da lugar a situaciones conflictivas sumamente complejas que es preciso tener en cuenta.
La evolución de la sexualidad depende en gran parte de cómo los mismos padres acepten los conflictos y el desprendimiento que los hijos de una manera u otra pueden expresar.
Muchas veces los padres niegan el crecimiento de los hijos y los hijos viven a los padres con las características persecutorias más acentuadas.
La presencia internalizada de buenas imágenes parentales, con roles bien definidos, y una escena primaria amorosa y creativa, permitirá una buena separación de los padres, un desprendimiento útil, y facilitara al adolescente el pasaje a la madurez, para el ejercicio de la genitalidad en un plano adulto.
Por otro lado, figuras parentales no muy estables ni bien definidas en sus roles, pueden aparecer ante el adolescente como desvalorizadas y obligarlo a buscar identificaciones con personalidades más consistentes y firmes, por lo menos en un sentido compensatorio o idealizado.
En esos momentos la identificación con ídolos de distinto tipo, cinematográficos, deportivos, etc., es muy frecuente.
En virtud de la necesidad de negar las fantasías genitales, y la posibilidad de realización edipica, los mecanismos esquizoparanoides suelen ser muy intensos. Gran parte de la relación con los padres esta disociada y estos son vividos entonces como figuras o muy malas o muy buenas, lo que por supuesto depende fundamentalmente de cómo han sido introyectadas estas figuras en las etapas pregenitales, entre las que incluimos la fase genital previa. Las identificaciones se hacen entonces con sustitutos parentales en los cuales pueden proyectarse cargas libidinales, especialmente en sus aspectos idealizados, lo que permite la negación de la fantasía edipica subyacente. Es así como aparecen relaciones fantaseadas con maestros, héroes reales e imaginarios, compañeros mayores, que adquieren características parentales y pueden empezar a establecer relaciones que en ese momento satisfacen más.
10. Constantes fluctuaciones del humor y del estado de animo, Un sentimiento básico de ansiedad y depresión acompañaran permanentemente como substrato a la adolescencia.
El yo realiza intentos de conexión placentera –a veces displacentera-, nirvanica con el mundo, que no siempre se logra, y la sensación de fracaso frente a esta búsqueda de satisfacciones puede ser muy intensa y obligar al individuo a refugiarse en sí mismo. He ahí el repliegue autista que es tan singular del adolescente y que puede dar origen a ese sentimiento de soledad tan característico de esa tan típica situación de frustración y desaliento y de ese aburrimiento que suele ser un signo distintivo del adolescente. El adolescente se refugia en sí mismo y en el mundo interno que ha ido formando durante su infancia preparándose para la acción.
La intensidad y frecuencia de los procesos de introyeccion y proyección pueden obligar al adolescente a realizar rápidas modificaciones de su estado de animo ya que se ve de pronto sumergido en las desesperanzas más profundas o, cuando elabora y supera los duelos, puede proyectarse en una elacion que muchas veces suele ser desmedida.
Los cambios de humor son típicos de la adolescencia y es preciso entenderlos sobre la base de los mecanismos de proyección y de duelo por la perdida de objetos. Al fallar estos intentos de elaboración, tales cambios de humor pueden aparecer como microsis maníaco depresivas.