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viernes, 20 de junio de 2025

Frases geniales de Noam Chomsky

 El filósofo y profesor estadounidense, Noam Chomsky, pierde la capacidad de hablar y escribir a los 95 años, esto le obliga a ceder el trono de la palabra, en la que expuso la verdad sobre los sistemas globales algunos de sus dichos más famosos: - “No existe un país pobre. ¡Sólo existe un sistema fallido en la gestión de los recursos!

-Nadie pondrá la verdad en tu mente, es algo que tienes que descubrir por ti mismo “Si quieres conquistar a un pueblo, creale un enemigo imaginario que le parezca más peligroso que tú, entonces sé su. salvador.”

-Una de las lecciones más claras de la historia; “Los derechos no se otorgan, se toman por la fuerza”.

Hay un propósito en distorsionar la historia y hacer que parezca que los grandes hombres lo hicieron todo. Es parte de cómo se enseña a la gente que no pueden hacer nada, que son impotentes. y que simplemente deberían esperar a que lo haga un gran hombre.

- “El mundo es un lugar muy misterioso y confuso, si no estás dispuesto a confundirte, te conviertes en una réplica de la mente de otra persona”

- Para que puedas controlar a la gente. Hazle creer que él es la razón de su atraso y que vienes a salvarlo.”

- El mundo o Occidente se arrepentirán de sus ideas triviales que desvían a una persona de su humanidad o de su naturaleza. Deben conocer la religión correcta. y la creencia correcta.

miércoles, 23 de diciembre de 2020

Mitos y verdades de la libertad financiera.

La riqueza se puede medir según la cantidad de efectivo que tengamos en nuestra cuenta bancaria, pero según los expertos ser financieramente libre está más conectado a nuestros gastos.

Muchas personas consideran que ser financieramente libres significa tener mucho dinero, sin embargo no es la cantidad de dinero lo que te asegura esa libertad, como tampoco tener un sueldo fijo, comida, una casa, o ahorros para el momento del retiro. Hoy explicaremos qué significa y si es posible conseguir la tan anhelada ‘libertad financiera’ , un término del que muchos hablan, pero pocos realmente entienden.

La riqueza se puede medir según la cantidad de efectivo que tengamos en nuestra cuenta bancaria, pero ser financieramente libre está más relacionado a nuestros gastos. “Más allá de lo que usualmente la gente cree, la libertad financiera tiene que ver con una saludable relación con el dinero, con un equilibrio económico sostenido en el tiempo, y no tanto con una suma fija de dinero a la que hay que alcanzar para finalmente ‘ser libres’”, sostuvo Ezequiel Starobinsky. “La libertad financiera entendida como ‘llegar al millón de dólares’ o cosas por el estilo son un mito, porque hay gente de muchísimo más dinero que es totalmente esclava del dinero que tiene”, agregó.

Para el broker Ramiro Marra, en la teoría "la ‘Libertad Financiera’ consiste en poder sostener un estándar de vida sin necesidad de tener un trabajo formal o tradicional. En la práctica es solo un mito utilizado por ciertas empresas para jugar con la esperanza de los que están descontentos con su trabajo. No implica ser millonario o tener grandes lujos. Asimismo la libertad financiera trae aparejada un bienestar mayor al individuo ya que por supuesto disfrutara de tiempo libre extra”.

¿Realidad o mito?
La libertad financiera es tener mucho dinero para poder gastar en lo que te dé la gana. (Mito) 
Para Marra, “hay que ver en qué tengo ganas de gastar antes de ver cuánto tengo para gastar, porque si no es correr la zanahoria. Es más importante poner presupuestos y metas que gestionar capital”.

Por su parte, Santiago Llul señaló que “no significa tener dinero para no tener que preocuparse por los gastos, es mantener un delicado equilibrio entre el ingreso y el egreso. Al tener mayor ingreso podría destinarse a mayor inversión y por ende mayor rentabilidad. Es importante tener en cuenta la inversión en uno mismo y postergar las compras innecesarias”.

Solo la gente rica o la gente experta en finanzas pueden alcanzar la libertad financiera. (Mito) 
La gente rica o experta tiene más facilidades para tener ese ideal. Claramente cuanto menos plata tenemos de capital menos posibilitad tenemos para alcanzar la 'libertad financiera'. Hay que destacar que solo un grupo de personas creen estar cerca de la libertad financiera, los que reciben herencias, pero esos tienen grandes riesgos de utilizar capital en algún momento y de no tener las mismas consideraciones que tuvieron sus antecesores y no terminar dándole nada a sus herederos. Fuera de dar un mal ejemplo de 'no trabajar' a sus hijos”, planteó Ramiro Marra. Para Llul, “solo la gente que se lo propone lo logra, puede ser asesorada por expertos en finanzas o expertos en diferentes áreas que generen esos ingresos pasivos”.

Cuando alcance la libertad financiera me dedicaré a no hacer nada. (Mito)
Es un mito total. Excepto que uno quiera gastarse su capital, pero el tener un gran capital requiere dedicación para su administración. Si alguien cree que cobrar 10 alquileres por mes no trae problemas y ocupa tiempo es solo porque no los tiene”, indicó Marra.

Según Llul, “Eso es una decisión de vida, el hombre tiende a necesitar estar en actividad, por un equilibrio sano mental y físico. Cuando estamos mucho tiempo sin trabajar nos sobra el tiempo y nos falta el dinero, es un equilibrio similar”.

Cómo se construye la riqueza que necesitamos: qué evitar y qué empezar a poner en acción

Ramiro Marra planteó que “la principal riqueza que se puede construir en un individuo es la de la conducta, si uno no sabe para qué quiere el dinero ni porque lo gasta nunca va a ser rico porque está perdido. No es un concepto de auto ayuda sino contable, si uno administra su presupuesto, que es tanto ingresos, egresos, inversiones y objetivos seguramente va a llegar ser rico”. “Sin una administración adecuada del capital es más fácil que una persona con dinero termine siendo pobre que una con dinero termine siendo rica”, apuntó.

Según planteó Santiago Llul, “la riqueza se construye desde muy chico a través de la educación financiera, por lo que hay que entender que el ahorro y la planificación financiera es necesaria”. “Controlar los gastos innecesarios y superfluos y entender que la plata debe generar más plata a través de instrumentos de inversión o productivos”, agregó. Según Llul, “la riqueza como vimos anteriormente es un tema más filosófico que monetario, es construir la posibilidad de evitar una de las preocupaciones más importantes de los individuos: ‘el dinero’. Pero también debemos entender las diferentes etapas de la vida de cada uno de nosotros y recurrir a las herramientas más propicias para cada etapa”.

La riqueza no es opulencia, no es banalidad, no es frivolidad. Uno es rico cuando puede darle a los suyos lo que necesitan y eso genera una gran satisfacción, unas vacaciones, un regalo, un juguete, una viviendaTodas estos proyectos son de largo plazo, es mejor empezar ahora y entender que el dinero puede trabajar para nosotros”, concluyó. 

Para Ezequiel Starobinsky, “hay gente que con mucho menos tiene una relación saludable con el dinero, porque entiende que el dinero es un medio que debería dar libertad y no un fin en sí mismo”. “Cuando equivocadamente pensamos que el dinero es un fin en sí mismo reducimos, curiosamente, los grados de libertad que el dinero entendido como un medio nos brinda”, consideró. En ese contexto, detalló que ‘La libertad financiera´ se va dando en el tiempo cuando, combinadamente, uno cumple las siguientes premisas:

1) Conectarse con un sentimiento de abundancia de las cosas que uno ya tiene en la actualidad, y no con una emoción de carencia por las cosas que nos faltan. 

2) Establecerse en un saludable equilibrio (sostenido en el tiempo) entre ingresos y gastos. No gastar dinero que uno no tiene es clave, y sólo endeudarse para adquirir activos que se valorizarán en el tiempo o proyectos de inversión con alta probabilidad de éxito. Endeudarse para gastos de placer es disfrutar hoy a costa de resignar libertad mañana.

3) En la medida que uno pueda, tener cierto nivel de ahorro mensual, por muy pequeño que sea. En finanzas, muchas pequeñas monedas hacen una gran moneda. Con algo de administración del capital buscar ganarle a la inflación en dólares, o como mínimo resguardar el poder adquisitivo del ahorro.

4) Cuando uno se va estableciendo económica y profesionalmente, buscar trabajar en cosas que nos desafíen, que nos gusten y que el salario se transforme en un componente más en la ecuación, pero no el único componente. Trabajar con pasión en lo que nos guste y que sea útil para los demás atrae necesariamente al dinero.

“La libertad financiera se alcanza cuando uno mejora sostenidamente en los cuatro puntos anteriores. Habrá quienes alcanzan esa libertad con un pequeño capital, y otros que no lo pueden hacer ni con varios millones”, insistió.

En ese sentido aconsejó que “en lo práctico, uno debería pensar en ahorrar a largo plazo un capital que, invertido a una tasa de bajo riesgo (4% o 5% en dólares) nos genere una renta que nos ayude a tener más libertad laboral. Por ejemplo, alguien que consigue vivir en casa propia y ahorrar u$s 100 mil adicionales, tendrá una renta pasiva de aproximadamente $ 20 mil mensuales (a tipo de cambio de hoy), que será mucho o poco relativo al nivel de gastos de cada uno”. “´No es rico quien mucho tiene, si no aquél que poco necesita´ es una frase conocida, pero que en la vorágine consumista en la que vivimos, se torna fácil olvidar”, concluyó Starobinsky.

Fuente: SILVANA SALDISURI (17/4/2019) “Libertad financiera: mitos y verdades” - El Cronista.

miércoles, 30 de septiembre de 2020

In-analizables

1. Los primeros límites: En 1910 concluye aquella gloriosa primera década del psicoanálisis en que las curas se producían sin solución de continuidad, en la que los pacientes freudianos arañaban el fantasma luego de haber recorrido los significantes que los sobredeterminaban en un breve paseo en tren. El olvido de la palabra latina “aliquis” y la irrupción en la conciencia de los nombres de “Signorelli-Boltrafio” son testimonios. Freud escribe en esos años aquellos textos que cincuenta años después convocarían a la consigna de “la vuelta a Freud”. Nos referimos a La interpretación de los sueños, Psicopatología de la vida cotidiana y El chiste y su relación con el inconsciente. Una década que se ilumina bajo la pregunta ¿cómo cura el psicoanálisis?

Los problemas de la instauración de la transferencia llevaron a un corrimiento de la pregunta del cómo al hasta dónde. La interrogación ya se anticipaba en la carta 691, con el descreimiento en “su neurótica”, la deserción de algunos pacientes y la demora del éxito pleno. Se hace evidente cuando Freud encuentra que algunas histéricas prefieren la cura por amor –menos trabajosa y más práctica– que la cura analítica. Cura aconsejable si no fuera por las temibles consecuencias de dependencia para con su objeto. “Yo no quiero depender de mi analista” y para no depender del tratamiento dependerán del amor, del amor del otro hacia ellas y si es el amor de su analista mejor. Transferencia erótica, diremos, y el tratamiento se ha arruinado. Nos encontramos con las primeras in-analizables, las que no aceptan esa renuncia que la transferencia demanda. Sin embargo, aquí también se juega un momento decisivo del tratamiento pues el análisis ha podido producir “in situ” aquello de lo que padece el sujeto, sus “obsesivos e histéricos modos de amar”, su creencia en la relación sexual que no existe. Si la transferencia es el motor del análisis, devenida transferencia erótica, supone una llave posible de sus finales pues se abren al análisis cuestiones referidas a los modos de fijación de la libido y, por esa vía, al fantasma. Momento en el que el sujeto tendrá que optar entre la ética de la felicidad, de estar bien incauta e inmediatamente, y la ética del deseo que supone una elección en la que las promesas se subordinan al trabajo y a las necesarias pérdidas.

Paradoja de la paradoja. Este momento podría ser inatravesable porque además toca lo inanalizable y el sujeto podría no querer ceder “eso” que más le interesa y porque nunca es seguro el resultado de confrontar con “lo peor”. El problema se bifurca como monstruo de dos cabezas porque al grupo supuesto de inanalizados, habrá que sumarle la singularidad de lo inanalizable de cada quien al llegar a las entrañas del ombligo del sueño o al enmarañamiento de los filamentos del hongo en la metáfora freudiana. Aquí irrumpen algunos analistas que no escuchan que cada sujeto decide hasta dónde llega con su análisis. No se convencen, las resistencias vuelven a ser del analista y hasta tratarían de convencer bajo la fórmula de que ese amor, el de la transferencia erótica, no sería un amor “verdadero”.

Si quienes erotizan la transferencia se excluyen de la praxis, quienes no comienzan el proceso amoroso también se quedan afuera. Narcisísticas, “personalidades” narcisistas. Si la transferencia erótica impide escuchar razones, la falta de transferencia, impide escuchar significantes. Se ha presentado el Presidente Schreber. Freud entiende que la transferencia no es hacer regalos, ni llevarse bien con Fleschig, ni tener un buen vínculo con el terapeuta. Se trata de la instalación del sujeto supuesto al saber, de la posibilidad de recibir su propio mensaje en forma invertida y de producir, por la vía significante, una brecha que abra el camino de alguna verdad del sujeto y su posición deseante. Pero no sucede. Otros inanalizables. Estos por no acceder, ya desde el comienzo, a la única regla del procedimiento. Una sola y no pueden cumplirla. ¿No será demasiado forzado tratar de meter por la ventana del vínculo lo que Freud ha dicho que se ha ido por la puerta de la falta de transferencia? Sin embargo, nuevamente sin embargo, nuevamente la paradoja. Lacan insiste con la frase “latiguillo” de no ceder frente a la psicosis. Es cierto que el sintagma no promete avanzar, pero sigue siendo un terreno en el cual, incluso aquellos que no están dispuestos a escuchar lo que ellos mismos dicen, tampoco están dispuestos a dejar de decir. Cabe aquí entonces la consigna: “aun in-analizables, no ceder frente aquellos que tienen para decir”.

2.- En el bestiario Y nuestra lista sigue. Tiempo de los pobres. Freud dice que las duras condiciones de la vida son una visa para habitar el mundo por fuera de la neurosis. Una carta de ciudadanía en ese territorio donde la neurosis golpea la puerta tímidamente. Sin embargo, no es menos es cierto que cuando allí se instala, no hay quien la saque pues el sujeto encuentra terreno fértil para los resentimientos y los beneficios secundarios. Avanzan y se hacen presentes por una gran puerta en la clínica hospitalaria. Freud se opone a lo hospitalario en sentido amplio, no hay entenados, y nada de atender gratuitamente a los hijos de los amigos, porque el tratamiento hay que pagarlo. La gratuidad abre la puerta a los peores avatares de la transferencia cuando se trata de las mujeres y a la renuencia a ser agradecidos a los hombres (de bien), posición subjetiva que Freud considera ineludible. Los tratamientos gratuitos, Freud dixit, serían ineficientes en términos del psicoanálisis. Los analistas no desfallecemos y creamos el artificio de suponerles un pago. Pago que por lo general se refiere a pagos ya hechos (léase los impuestos, la obra social, etc). Para Freud, inanalizables porque el pago debe ser hecho en forma oportuna y preferentemente en efectivo. Sin embargo, corremos el riesgo. Es cierto que la posición acreedora no es un obstáculo menor pero, también lo es que no es imposible encontrar alguna dialectización, algún punto de implicación, alguna construcción a través de la cual se puedan conmover las fijas posiciones de los resentimientos que permitan al paciente constituirse en sujeto de una pregunta más allá de la culpabilidad del otro, de la injusticia o del infortunio. Porque allí la pobreza y el resentimiento llevan las marcas de entrada y salida que Freud atribuía a la melancolía. Por narcisismo se entra, pero también por narcisismo se sale si resultara que la melancolía (o en este caso el resentimiento) deja de ser la última defensa para transformarse en un río que arrastra al sujeto. Entonces por qué no apostar ante esta eventualidad a la que la estructura empuja, allí donde hasta el Yo jugaría a favor de la cura. Como en las construcciones2, la ineficiencia no hace especialmente daño pues se trata simplemente de no haber podido modificar posiciones que de todas maneras ya estaban fijadas previamente. No minimizaremos los riesgos a los que ya he hecho referencia en el trabajo “El dinero, condiciones3; sin embargo, conocer los riesgos obliga a caminar entre la prudencia y la omnipotencia, pero supone caminar mientras sea posible.

En el bestiario, se acercan los psicosomáticos, con asma o con soriasis, los que tiene problemas cardíacos, y todos aquellos que no tienen pregunta alguna. Pero algún médico los manda para ver si encuentran causa de aquello que se ha dañado y que, como toda picazón, irrumpe y arruina la vida cotidiana. Guiados por Chiozza y los libros de las enfermedades psicosomáticas, buscan que los analistas encuentren problemas del corazón a los problemas cardíacos. No faltan psicólogos que supongan que quienes tienen leucemia seguramente se han hecho en vida mucha malasangre. A la enfermedad que padecen, le suman ser sus propios victimarios4Los analistas no soportamos que esta población que crece como hongos después de cada lluvia sea necesariamente inanalizable. Queda el recurso de atribuir a los pacientes alguna resistencia y olvidar la consigna freudiana de determinar si el procedimiento del análisis es adecuado para el sujeto –es ese el sentido del diagnóstico en las entrevistas preliminares–. Aquí los riesgos son mayores, para todos. Para los analistas porque queda a su cargo un terreno que no sabemos siquiera si nos pertenece. Un terreno que los médicos han cedido por dificultad, pero no con convicción. Si la psicosomática existe, si efectivamente existen enfermedades somáticas por razones “psi” –que lejos están de las conversiones histéricas pues no se originan ni remiten con la aparición de un significante que las recorta–, ¿a qué economía responde esta clínica? ¿son síntomas que, como las conversivas, valen por la vida sexual del neurótico? Y si no, ¿por qué valen? ¿Y si sustituyeran psicosomáticas más graves? No sea cosa que terminemos cambiando a las alopecias por crisis asmáticas, o a las soriasis por enfermedades cardíacas. Un médico dermatólogo del Hospital Fernández en 1983, refiriéndose a un paciente de once años con una alopecia, se acercó con el tono paternal de quien asume la responsabilidad de transmitir su experiencia a un profesional con ímpetus juveniles que podría no medir riesgos –otra vez la ética de la felicidad– y me dijo: “tené en cuenta que la alopecia se cura con un sombrero”. Si hacemos una nueva referencia a la ética de la felicidad es porque a veces acompaña nuestra praxis bajo la forma del furor curandi, que justamente no mide riesgos, ni calcula los precios, al desalojar al síntoma sin los recursos o los equivalentes posibles de parte del sujeto.

Psicopatías, perversión y borderline. Nombres de sujetos que nos complican, en una clínica en la que no se implican y una ley que, sin ser privativa de cada uno de ellos, responde a una lógica particular. No habrá aquí, entonces, lugar a la regla fundamental porque el significante pareciera atravesar el campo de la incertidumbre al quedar supuesto y propuesto por fuera del campo metafórico –lo que Freud llamaba “el cambio de vía”– para pretender, según estos sujetos, significarse a sí mismo. El recurso al dispositivo fracasa y los artificios están a efectos de no caer en las celadas con la que estos sujetos suelen intentar embaucarnos. Fuera de las costumbres que nos sirven de custodia y aun sintiéndonos amenazados... los analistas decidimos correr el riesgo. De eso se trata con aquellos que suponen una ley hecha a su medida. Las intervenciones no apuntarán a una discusión sobre una ley mejor o más justa que la de ellos, sino al encuentro con una Ley distinta dentro de la que ellos mismos habitan. Aquí la ética del deseo confronta con la ética de Lady Macbeth, con la ética del fuera de ley. La apuesta a la palabra se sostiene en que no hay Ley que no se derrumbe sin la legalidad que la precede, la del lenguaje en que se enuncia. In-Analizables, entonces, pero el sayo les cae durante las entrevistas de análisis. Quizás sea cierto que no haya, en estos casos, fines de análisis; no es menos cierto que vale el intento de llegar a los confines de los inicios.

En este recorrido no podrían faltar los que se han ganado la prestigiosa nominación de “paciente caño”. Lo han logrado a fuerza de no asociar, de decir “yo hablo así” después de cada fallido, de traer los sueños escritos en un cuaderno y dejárnoslo con la consigna “sé que son importantes, léalos y después me dice qué le parece”, o de decirnos “hoy hablá vos y decime cómo me ves, yo ya hablé un montón”. En los hospitales, los analistas les escapan, en los consultorios privados inquietan a los analistas y a las supervisiones llegan bajo la forma de “no sé qué hago con este paciente”. Pacientes que vienen, que generan un encuentro pegajoso, viscoso, pero que permanecen interesados en algún decir del analista, aunque no tanto en el decir propio y que en medio de nuestras dudas sobre si atenderlos o no, agregan “a mí, venir me hace bien, me siento bien viniendo aquí”.

Los niños ahora, nuestros locos bajitos. “Niño” es un tiempo lógico y cronológico en la constitución subjetiva y es un concepto en psicoanálisis que refiere a la transición de la castración al Edipo. Los niños son esos pacientes que “se caen”, que “se golpean”, que “se mean”, que irrumpen con padecimientos que no son síntomas, que no están sometidos a la estructura del chiste y por los que nos consultan. Allí la falta de texto hablado es sustituida con juegos, dibujos, tratamiento a los padres o tratamientos familiares. Este es el bestiario de los modos de tratamiento pero lo dejamos para otra ocasión. La regla, la regla fundamental, la única regla que funciona como garantía de un tratamiento psicoanalítico, no es habitable. Sin embargo, desde tiempos de Melaine Klein son nuestros pacientes aun cuando discutamos la conceptualización, la especificidad y la posibilidad de interpretar en este campo de la clínica. Y los atendemos porque podemos armar una lógica que da cuenta de su padecer y de su angustia que no es sin consecuencias para con su posición como sujeto: “es muy cierto que nuestra justificación, así como nuestro deber, es mejorar la posición del sujeto”5. Si a la luz de la regla son inanalizables, situados con relación a la demanda o al fantasma de sus padres, su posición subjetiva es pensable con nuestras categorías y nuestros conceptos.

El psicoanálisis, en estos casos y también en otros, muestra, que –además de ser un método de investigación y un tratamiento– es una praxis que supone un modo de pensar los problemas6. No es una cosmovisión, decía Freud, pero sí es un arte de leer, le agregamos. Desde esa perspectiva debemos abordar una gran paradoja de nuestra praxis: muchos inanalizables pueden analizarse, aun cuando digamos que vienen y no se analizan.
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1. Freud, S. Carta 69, en A. E., tomo I, p. 301.
2. Freud, S. Construcciones, en A. E., tomo XXIII, p. 263.
3. Dvoskin, H con Biesa, A. El medio juego, Letra viva, Buenos Aires, p.105.
4. “Una enfermedad es así un hecho básicamente psicológico, y a la gente se le hace creer que se enferma porque (subconcientemente) eso es lo que quiere”. Susan Sontag, La enfermedad y sus metáforas, Taurus, Madrid, p. 60.
5. Lacan, J. El seminario X, La angustia, en Paidós, Buenos Aires, p. 68.
6. Es en esa línea que he preferido reemplazar el término “supervisión” por el de “pensar la clínica con algún otro”.

Fuente: Dvoskin, Hugo (noviembre 2006) "In-analizables" - Imago Agenda

lunes, 7 de septiembre de 2020

La dinámica de las pulsiones en la infancia

Notas de la conferencia dictada por Beatriz Janín, el 18 de junio de 2019

Hoy vamos a hablar de las pulsiones y de cómo pensar todo este tema en la clínica psicoanalítica con niños. Lo primero que tenemos que pensar es que las pulsiones sexuales se apuntalan en las pulsiones de autoconservación. O sea, es a partir de la satisfacción de la necesidad que aparece -como plantea Freud- la sexualidad. El erotismo aparece a partir de la satisfacción de la necesidad. Esto es básico y aparece en los primeros textos de Freud, como La interpretación de los sueños. Fíjense que siendo esto algo nodal en el psicoanálisis, nos da pie para pensar muchísimas cuestiones.

¿Qué pasa con aquellos pacientes, aquellos niños que aparecen desvitalizados, como si nunca hubiera aparecido en ellos esa “tensión hacia”, más allá de las pulsiones de autoconservación, más allá de la necesidad?

¿Qué pasa en situaciones de vulnerabilidad social, donde la la satisfacción de la necesidad no se da? ¿Qué pasa allí con la construcción de lo pulsional, en cuanto a pulsión sexual?

Uno podría pensar que las pulsiones se apuntalan en relación a las pulsiones de autoconservación, sobre la satisfacción de la necesidad, donde aparece ese plus -como dice Laplanche-, que es ese plus de ese armado que tiene que ver con la sexualidad del adulto. Es decir, tiene que ver con la sexualidad de la madre, la erotización y la libidinización de un cuerpo. Las pulsiones sexuales se constituyen en un vínculo, a partir de un Otro, a partir de las caricias, el contacto, las palabras, en esa relación.

A la vez, podemos pensar que un chico chiquito no suele tener demasiados frenos internos. Los chicos son pasionales e impulsivos, funcionan como pura satisfacción pulsional. Sabemos que las pulsiones son anárquicas, funcionan cada una por su cuenta. Lo primero que se opone a las pulsiones es el armado del primer yo. El primer yo es el yo de placer, que se constituye con el narcisismo. Es el yo del narcisismo, porque el yo de placer sería algo así como el yo del “yo quiero…”. Es el yo que va en el mismo sentido que las pulsiones en cuanto a su meta, pero a la vez es una organización. Como organización, frena el devenir pulsional. Si las pulsiones son anárquicas y a lo que tienden todo el tiempo es a la satisfacción, el yo como organización va a poner un freno a esto. O sea, cuando esto se pudo constituir y un chico pudo armar una representación unificada de sí, va a poder tener un mínimo freno pulsional, que a su edad es relativo, pero hay un freno interno. Se oponen simplemente porque el yo es una organización y lo otro no. No se oponen en tanto a sentido, por ejemplo podemos ver un chico de 3 años que dice “Yo quiero…” y eso no tiene mucho freno si no viene de los otros, porque el mismo yo va en el sentido de lo pulsional y quiere la satisfacción. Pero ya es de otra manera, porque decir “yo quiero…” no es tirar abajo todo y arrasar con los otros. Los chicos muy chiquitos ven que otro tiene un juguete, lo quieren y esto es casi signo de vitalidad: van, le arrancan el juguete al otro niño. Luego van construyendo frenos internos.

La impulsividad es propia de la infancia y esto me importa, porque en este momento se habla exageradamente de chicos impulsivos como patología. Se dice que nacen con problemas neurológicos o genéticos que los llevan a ser impulsivos y en realidad todos los chicos chiquitos son impulsivos y el freno a la impulsividad es algo que se construye a lo largo de la infancia. Es más, uno podría decir que se da con la constitución del yo de placer, pero es recién con la constitución del yo de realidad definitivo (el yo del El yo y el ello), ese yo que cabalga entre el ello, el superyó y la realidad como cuarta instancia; es recién ese yo efectivamente el que se va a oponer a lo pulsional. Ahí recién se arma una cadena de representaciones que frena el devenir pulsional. Bion dice que si no existiera el pensamiento, todos funcionaríamos de manera impulsiva. Es el armado de representaciones preconscientes lo que permite que frene. Durante la primera infancia esto se va construyendo y muchas cuando trabajamos con niños uno tiene que trabajar en relación a esto, cuando esto no se ha construído.

En la constitución de las pulsiones nos encontramos con varias cuestiones. Una de ellas es qué pasa cuando la pulsión no se constituye como pulsión sexual. Hay chicos que parecen sin ningún armado deseante. Están como en una retracción al vacío. En este momento está muy generalizado el diagnóstico de autismo, acá y en muchos países. Si además dicen que esto es biológico, entonces pareciera que estamos frente a una degeneración de la especie. Con lo que nos encontramos es con muchos niños que les falta esta cuestión de ir hacia el otro, como si la pulsión únicamente se satisfaciera autoeróticamente. O sea, no se dirige hacia un otro, entonces son niños que no se conectan con los otros. Son chicos desconectados de los otros. Allí hay algo en la constitución pulsional donde esto de la búsqueda del objeto para la satisfacción ha quedado en la vuelta sobre si mismo, al mismo punto de llegada, que en realidad es lo mortífero de la pulsión. Si uno va a Más allá del principio de placer, lo que se puede pensar es que hay un giro, donde están las pulsiones parciales y las grandes pulsiones (de vida y de muerte). En toda pulsión parcial hay un movimiento hacia afuera que tiene que ver con lo vital, con eros en juego, y un circuito de cierre que si llega a la fuente es lo mortífero. Sería la vuelta absoluta en cero, a la nada, a la no tensión. En estos chiquitos, hay algo de esto que es lo preocupante y no depende de causas biológicas. ¿Por qué se produce en esta época? ¿Cuál es su dificultad para libidinizar el mundo y dirigirse hacia el afuera? Para libidinizar al mundo, el mundo tiene que ser mostrado como algo digno de ser atendido.

Por otra parte, también nos encontramos con algunos niños que se conectan con los otros, pero tienen un funcionamiento particular. Por ejemplo, una niña de 5 años llega al consultorio. Está en preescolar y en la escuela suponen que no puede pasar a primer grado porque es una nena a la que no se le conoce la voz desde los 3 años. La diagnosticaron con TEA desde los 2 y estuvo con tratamiento cognitivo conductual. Le fueron cambiando el diagnóstico. La escuela relata que es una nena que llega a la escuela, la nena hace un gesto, va un nene y le saca la campera, otro le acomoda la mochila y ella no se mueve. La llevan, la traen, la ponen, la sacan y ella hace todo lo que los otros le dicen. Cuando la atiendo, le pregunto a la nena qué quiere hacer y ella me responde “Decí vos”. Le digo que yo no voy a decir. Yo le había dado un montón de material y le digo que puede hablar, dibujar, jugar, que elija ella. Varias sesiones en esa línea, donde yo le decía que si ella se quería quedar quieta y callada, yo no tenía ningún problema, que podía esperarla todo lo que necesitara, pero que no iba a decirle lo que tenía que hacer. Por supuesto, con otros nenes yo tengo una actitud mucho más activa, pero acá no.

Después de un tiempo, ella empieza a proponer tímidamente. Pero si se le caía un lápiz me miraba para que yo lo levantara. Hacía este tipo de cosas. No se ponía la campera sola ni se la sacaba. En esta chiquita, si uno lo piensa desde el punto de vista de las pulsiones, puede pensar que el movimiento de las pulsiones, así como hay un movimiento entre Rros y Tánatos; por otra parte la posibilidad de mirar el mundo, de acercarse al mundo y de dominarlo, sus objetos, el cuerpo, tal como se plantea en Pulsiones y sus destinos, esto se constituye en un vínculo con un Otro. Si las pulsiones se constituyen en un ida y vuelta. Freud plantea la cuestión de sujeto y objeto, pero no sujeto como lo entendemos, sino como posiciones en la pulsión.

¿Qué pasa con esta nena? Pareciera como si siempre hay Otro que toma el lugar activo. Es decir, la pulsión se puede fijar a un objeto pero también a una meta, a un modo de satisfacción. El modo de satisfacción en estos chicos, al que quedó fijado este tipo de chicos, es al polo pasivo. Siempre hubo Otro que irrumpió excesivamente y que no dejó margen para que alguien más apareciera. A partir de trabajar con esta nena, ella pasó a primer grado. Empezó a hablar en clase y a funcionar. Había en ella una fijación pulsional a una posición pasiva. Había que quebrar esta idea donde ella quedaba siendo mirada y movida por los otros. Ella no podía asumir el movimiento ni la mirada, que además son las 2 pulsiones (mirada y dominio) que se articulan en el deseo de saber.

Es difícil que alguien pueda aprender sin romper, sin dominar el cuerpo, la mano. Cuando un niño no aprende, a veces es por pasivos: no preguntan, son extremadamente “buenos”, no cuestionan. Y para aprender hay que cuestionar, preguntar, dudar de la palabra, investigar, meterse. Muchas veces los niños que tiran la escuela abajo aprenden, porque cuestionan, desafían y preguntan. En ese movimiento, van aprendiendo, aunque no sea lo que la escuela enseña. Son chicos que investigan, que buscan y quieren saber.

Veamos otro ejemplo. Niño más pequeño. Tanto el padre como la madre, tenían el mismo funcionamiento con este nene: cada vez que el nene iba a hacer algo y no le salía (ej. sacar una masa del envase o encastrar algo), el nene hacía una mínima protesta e instantáneamente alguno de ellos se lo hacía. Ahí hubo que trabajar con los padres, porque en el momento en el que ellos dejaron de hacerlo y que el nene pudo desplegar hacerse cargo de su propio cuerpo, tener una representación de sí que le permita moverse y que le permita irrumpir en lo otro y probar, empezó a hacerlo. Sin hacer mucho, a este nene le cambió la motricidad. Lo que nene estaba haciendo era apropiándose del mundo. estaba saliendo del circuito de pasividad en el cual, padres muy amorosos pero que no daban margen, hacían todo por él. A veces los padres no tienen tiempo, que es una cosa de esta cultura y no quieren esperar a que los chicos hagan. Esto también implica un modo de vínculo donde el otro deja de tener lugar de sujeto y queda como ojeto del Otro.

Si la pulsión queda fijada en el polo pasivo, van a haber dificultades para funcionar autónomamente, para aprender y curiosear. Las dificultades posibles son:

- Que no se constituyan las pulsiones sexuales o que el chico quede sujeto a las pulsiones de autoconservación.
- Que se se constituya la sexualidad, pero armada en una vía en donde queda exclusivamente ligada a una satisfacción autoerótica, sin hacer el pasaje del autoerotismo al vínculo con el objeto.
- Qué se constituyan las pulsiones sexuales, pero con predominio de la pasividad. Lo habitual es la alternancia entre el polo pasivo y activo de la pulsión. Freud dice mirar, ser mirado, mirarse… Va dando todo este circuito y hay chicos que quedan en una sola de estas fases y no pueden pasar a las otras.
- Que las pulsiones se armen, pero no logren articularse y que queden de un modo anárquico. Ahí hay una falla en el armado de una organización que ferene ese devenir pulsional. Con lo que nos encontramos ahí es con una falla en la constitución del sistema preconsciente y del armado narcisista.

Habría que pensar si saber es una pulsión o un deseo. De los chicos que se dicen impulsivos, que se llevan al mundo por delante, son chicos que funcionan como disparados. Ocurre también en estos chicos que corren de una punta a la otra del consultorio y que cuando agarran algo lo tiran. Esta modalidad de presentación se volvió muy presente en las consultas. La sensación es que no hay ningún freno. De lo que esto habla es que no se pudo construir una organización capaz de frenar todo esto. Y esto no se logra con consignas de afuera. Lo peor que se le puede decir a un chico así es “no te muevas, quedate quieto”. Para los chicos chiquitos, decirles que se queden quietos es equivalente a decirle “morite”. Lo entienden como “No me soporta” y un chico sin frenos no va a quedarse quieto porque se lo digan.

La única manera que algo de eso se vaya modificando es ir armando mediaciones. Hay que empezar a construir sistema preconsciente y armado narcisista. En la clínica con niños, uno tiene que posibilitar armado psíquico. Mucho más que desarmar, armamos. Con el adulto neurótico usamos la interpretación y desarmamos repeticiones. Con el niño también desarmamos repeticiones, pero armando psiquismo. Con los niños, la interpretación no tiene lugar, porque no hay aparato psíquico constituido. La interpretación implica interpretar el deseo reprimido. Si no se ha constituído la represión, difícilmente uno pueda interpretar algo. Un niño impulsivo con un sistema deseante pero sin frenos no se le puede decir “Vos en realidad estás furioso con tu mamá y te la querés comer”, va a salir corriendo a morder a la madre. No va a suponer que eso es la interpretación de un deseo, casi va a supener que es una certificación de lo que él quiere. Le estamos posibilitando eso, porque está consciente.

Piera Aulagnier, tomando Construcciones en psicoanálisis, plantea que con los psicóticos no se puede interpretar y que lo que hay que hacer es construir, armar construcciones, cadenas de representación que den cuenta de una historia. El tema es historizar, no interpretar. Con los niños, cuando digo que hay que armar mediatizaciones, es armar juego allí donde aparecía el puro funcionamiento pulsional. Si un chico corre de un lado al otro, intentemos a partir de eso armar alguna otra cosa que no sea el puro correr. Entonces, uno puede hacer que lo corre y que lo agarra, puede jugar a que saltan en caballito, pueden transformar el correr en aviones. Por supuesto que esto requiere poner el cuerpo y ponerse a correr con él. La clínica con niños no es de quedarse sentado en el sillón.

Si uno logra que el niño tenga un Otro armado, es decir, tener un armado a partir en el que arrojar objetos, por ejemplo, pueda ponerle palabras a eso que va haciendo, son maneras de transformar esa situación, que si no es algo que queda en una pura descarga. El modo de construir proceso secundario en la infancia es fundamentalmente a través del juego. Cuando son más grandes, también sirve el dibujo.

Hay niños que juegan solos y otros que lo incluyen a uno. En estos casos, donde no hay ninguna historia, en algún momento trato de hablar a ver qué historia hay en el juego y yo la escribo. Escribo lo que pasó hoy y podemos verlo la vez que viene, siguiendo con el juego. Se trata de armar historia y dejar algo que queden marcas, que no sea todo un movimiento al vacío. También se les pueden pedir que dibujen lo que pasó. El dibujo y la palabra son modos de traducción. Y el juego es un modo privilegiado en la infancia.

El deseo de saber puede quedar bajo una represión absoluta y aparecer problemas. Las manifestaciones posibles pueden tener que ver con la no investidura del mundo, la apatía, el retraimiento, la no adquisición del lenguaje. Pero además, fíjense como está en juego lo pulsional en muchísimas de las cuestiones que aparecen como cuadros del DSM, que no son cuadros psicopatológicos, sino carteles que no son diagnósticos de verdad. Ningún chico es TEA, aunque si hay chicos autistas. El TEA es un invento, como lo es el Trastorno con déficit de atención e hiperactividad, o el trastorno oposicionista desafiante. Son inventos funcionales a los laboratorios y que no tienen nada que ver con lo que a los chicos les pasa. Hay niños autistas, pero son mucho menos que los diagnosticados como espectro autista. Hay muchos chicos que no hablan ni se conectan y no son autistas. Y por otro lado, hay muchísimos niños que no atienden en clase por diferentes motivos. Muchos chicos se trepan por las paredes y muchísimos chicos que desafían todas las normas.

Problemas de atención.
Se toman como neurológicos a los problemas de atención. La atención que se le pide a alguien en la escuela es algo que se construye. Nacemos solamente con atención primaria y eso es casi refleja. Uno atiende solamente al estímulo, es la atención del pinchazo, donde a uno lo pinchan y reacciona. Lo que se le pide en la escuela a los niños es la atención secundaria, que requiere de la construcción del preconsciente para frenar el devenir pulsional. Necesita de la atención secundaria, selectiva, durante mucho tiempo y a cosas que a los chicos no les interesa. En realidad, tiene más que ver con la obediencia que con la constitución psíquica. Los chicos chiquitos no responden a consignas ni entienden por qué tienen que responder ni lo van a hacer si no tienen ganas. Funcionan mucho más de acuerdo a su propio sistema deseante que a la consigna que les da el otro. Distinto es el caso de los chicos de escuela primaria, que ya se han acostumbrado a que deben responder a consignas y si uno les explica bien, pueden entenderlo. Pero de los chicos más chicos no podemos esperar que funcionen como adultos ni como chicos más grandes.

Muchos cuadros que se diagnostican como TEA son dificultades para armar sistema preconsciente-consciente y un armado de organización narcisista suficientemente sólida como para frenar ese devenir pulsional. Entonces, se mueven sin rumbo, atienden a varias cosas al mismo tiempo y actúan impulsivamente.

Los chicos que no han logrado investir el mundo no son hiperactivos; más bien, pienso en los que se quedan muy quietos y no atienden a nada, como dormidos. Se conectan solo con sensaciones internas. A veces ni siquiera pudieron constituir el funcionamiento autoerótico, sino que la pulsión se dirige más bien a órganos internos del cuerpo. Son estos chicos que están pendientes de los latidos cardíacos, del calor y el frío, de sensaciones.

Los chicos que quedan fijados a un polo de la pulsión, por ejemplo fijados al polo exhibicionista, ser mirados por otro. Ellos tampoco van a poder escuchar en clase ni atender a otros, porque están esperando a ser mirados ellos. Solo a través del reconocimiento de los otros se puede constituir como siendo alguien.

Los niños que han sufrido situaciones de violencia no atienden en clase, porque están pendientes de mil cuestiones simultáneamente y porque predomina en ellos un ritmo asignado por urgencias. Entonces, un chico que se constituye de un modo en que lo pulsional funciona en forma de una excitación constante tiene puras cantidades pulsantes excitantes, están fragmentados.

Dominio motriz.
Así como la atención se constituye en una historia, el dominio motriz también se constituye en una historia que implica al narcisismo, preconsciente… El dominio motriz se constituye a la par de representación unificada de sí. Si uno no se siente entero, no se puede mover, porque siente que se parte en pedazos. Pero además, el chico tuvo que haber sentido que se podía separar del Otro, de la madre o de quien ocupe ese lugar y volver. Tuvo que haber hecho un movimiento de ida y vuelta.

Con la atención decíamos que alguien tuvo que haber mostrado el mundo como digno de ser investido. El otro día pensaba que cuando los niños ven a los adultos con el celular, los chicos y aún bebés buscan el celular. Es a dónde se dirige la mirada del adulto que ellos dirigen la mirada. Pero entonces, lo que se les está dando es un mundo de pantallas e imágenes, pero no de personas. Lo que aparece libidinizado por los adultos son las pantallas. Los chicos que no se conectan con nadie suelen manejar las máquinas a la perfección y uno piensa que son genios por eso. En realidad las manejan porque las tienen desde que nacieron.

Hay veces que la constitución misma de la pulsión se da, pero en un vínculo que es sobreexcitante, sobrestimulante. No tienen la posibilidad de ligar la excitación y ligarla al deseo. No hay un armado deseante y esto los lleva a un movimiento sin rumbo, porque la manera que tienen de descargar la excitación es con el movimiento, que es lo único que puede hacer un chico: moverse, gritar y no muchas más posibilidades.

Dificultades en la distinción del adentro y el afuera. Si alguien está sobreexcitado, son chicos que quieren escaparse de lo interno. No pueden diferenciar entre estímulo y pulsión. La primera primera diferencia que se establece entre estímulo y pulsión, les es difícil de establecer y de realizar, porque se les confunde el afuera con el adentro. Por ende, se van a mover sin rumbo, porque tienen sed y se mueven, etc.

También existe, por parte del chico, la suposición de que su cuerpo es controlado por otro. Hay veces que sienten que es la madre la que controla sus movimientos y se van a tratar de escapar de eso. Intentan salirse de la mirada materna en el intento de recobrar un dominio, pero ahí se manifiesta la angustia como descontrol del dominio del propio cuerpo y hacen una vuelta por la que intentan volver a quedar bajo la mirada de la madre.

Todas estas son determinaciones que llevan hacia la hiperactividad, a la desatención, a que alguien no pueda frenar ni menos tolerar las 8 horas de clases que hay que tolerar ahora.

Niños desafiantes.
No son chicos con dificultades biológicas ni neurológicas. En general han armado el deseo de saber, tienen muy buen lenguaje, pueden aprender con relativa facilidad pero se pelean permanentemente con el mundo. Se pelean con el mundo porque suponen un mundo peligroso. Lo que a veces las escuelas no registran es que se trata de niños asustados. Suponen que desde afuera, esta idea de “comer” le viene desde los otros. No confían en los adultos ni en otros. Intentan sostener un armado narcisista precario. También suponen que las normas de los adultos son normas tiránicas.

Con estos niños hay que trabajar para construir un vínculo de confianza, en donde el adulto no es otro chico y pueda hacer sostén.

Con los padres, debemos posibilitar que este chico sea investido para que se despierte el funcionamiento pulsional y para que sea un buscador de objetos. Con los padres, hay que trabajar mostrando que ese nene es alguien digno de ser investido, que es lo opuesto que se hace cuando se les dice que es autista, que queda fuera de los intercambios simbólicos. El niño es vivido como un bicho raro, como alguien que queda afuera. Si uno demuestra que es un niño digno que se le hable, que se juegue con él, que es alguien con quien ellos pueden poner en él sus propios deseos, abrimos en el chico esta posibilidad de registro del mundo y de ubicación en él. Uno puede trabajar junto a los padres, dándole una representación diferente de ese hijo.

Algo que se puede hacer con los padres de hijos, cuando están totalmente desbordados porque les cuesta armar representaciones preconscientes, ayudarlos a ellos para que también puedan ir pensando modos de armado preconsciente para el hijo. Muchas veces esto tiene que ver con juegos, cuentos e historias. De esto los chicos actualmente carecen bastante: la palabra, el juego compartido, etc. Hay que sacarlos de la pasividad, ayudarlo a metabolizar las pulsiones. Todas estas son metas que vamos teniendo en el psicoanálisis con niños. Es un trabajo fascinante en el cual hay que jugar y jugarse bastante.

Héctor Yankelevich dice que con los chicos graves hay que poner el propio deseo de que el otro viva. La propia pulsión de vida, digo yo. Y muchas veces frente a lo mortífero de este funcionamiento pulsional, donde todo el tiempo hay un cierre y una repetición a lo idéntico, uno tiene que poner en juego la propia pulsión de vida, para que el otro viva y para uno sostenerse en ese vínculo.

Pregunta: Te quería preguntar qué pasa en las situaciones de vulnerabilidad social.
B.J.: Hay que preguntarse por la condición que tienen los adultos de libidinizar a otro cuando las urgencias son terribles. ¿En qué condiciones está una madre que siente que no puede satisfacer las necesidades básicas de sus hijos para erotizarlo? Muchas logran hacerlo.

Hace un tiempo me pasó que un chico me preguntó si le podía comprar algo para comer en la puerta del Burger King. Le dije que si. Yo le iba a comprar la hamburguesa más grande y el nene me preguntó si podía también tener el juguete. A mi me conmovió, pensé qué suerte que ese nene pueda pedir esto. Los chicos no solo necesitan comer. Esa es una base para que se pueda constituir la pulsión sexual, que insisto, es a partir del plus de la satisfacción de la necesidad. Que ese nene quisiera el juguete me pareció maravilloso. Es un movimiento deseante, no es solo la necesidad sino aquello que nos hace humanos, que es el deseo y no la pura necesidad.

Fíjense lo que se hace en los campos de concentración y en todas las situaciones límite: hambrean a la gente. Si uno quiere dominar a otro, lo lleva a situaciones de hambre, porque allí va perdiendo las cuestiones más básicas que hacen a lo humano. Es cierto que hubo gente en los campos de concentración que pudieron sostenerse, como se lo plantea en “Más allá del límite”. Habían madres que daban su pedazo de jabón, de papel y de comida para alimentar al chico que necesitaba. Pero hay un punto donde alguien queda reducido a la pura necesidad y se animaliza. ¿Hasta donde se puede sostener la sexualidad en una situación de carencia extrema, en donde lo que está en juego es la pura autoconservación?

Lo del nene que pide el juguete es lógico, porque es lo que piden todos los chicos. Que no se quedara sólo en saciar el hambre. Es fundamental que un niño tenga juguetes y pueda desplegar todo eso.

Los niños viven las situaciones sociales tanto o más que los adultos. Aunque no lean los diarios. En la crisis del 2002 apareció en un diario “Los niños están desatentos en las escuelas”. Obvio, los niños iban a estar desatentos en la escuela porque no había cabida en la cabeza de los padres para ellos.

De la misma manera que se habla de bajar la edad de punibilidad, cosa que es un disparate absoluto e implica no entender nada de nada de lo que es un adolescente. 

Si se sanciona algo así es porque en la vida pensaron en el funcionamiento psíquico de un adolescente. En una sociedad que privilegia el consumo por sobre todas las cosas, un pibe que no puede consumir va a forzar límites para poder hacerlo.

Un adolescente no deja de delinquir por las penas que pueda tener. Eso lo hace un adulto. Un adolescente jamás, porque los adolescentes quieren ser héroes. Díganle que lo van a matar si delinque y va a delinquir. Eso es algo mucho más valioso para un adolescente, que pensar que no le va a pasar nada. La lógica de “Hago si no me pasa” puede ser de un chico chiquito y puede ser antes de la constitución del superyó, de la conciencia moral de “si me miran, no lo hago y si no me miran lo hago”, porque no hay nada internalizado. En la adolescencia no es así: el adolescente quiere ser el héroe, su fantasía es de la heroicidad y entonces puede arriesgar la vida. La única posibilidad de detener la delincuencia no es aumentar las penas, sino darle proyectos alternativos. Garantizarles proyectos a futuro y meterlos en situaciones como orquestas, grupos de teatro, murgas, etc.


Pregunta: ¿Qué pasa con los chicos que cuestionan todo en la casa?

B.J.: Estos chicos de los que hablábamos cuestionan todo, no hay norma que les venga bien en el ámbito que sea. Son chicos que suponen que no hay diferencia niño-adulto, en una sociedad donde se han borrado las diferencias. Los adultos no sostenemos la diferencia con la infancia ni con la adolescencia, se confunde todo y criamos chicos que no soportamos.

Se les da una omnipotencia desde bebés, más o menos. Se les pregunta todo desde que nacen, lo cual está bien siempre y cuando sean las cosas que hacen a ellos, pero se les termina preguntando dónde vamos de vacaciones. Se les quiere hacer creer que ellos deciden lo que no deciden. Al darles un lugar indiferenciado con los adultos, se les da poder y todo chico se supone omnipotente. El problema es que los adultos los supongamos así. En el momento en el que se los supone omnipotentes, se les otorga un poder absoluto y absurdo, porque esto al chico lo deja totalmente desprotegido. Finalmente los adultos se violentan, porque siempre tienen más poder que los chicos. Entonces, se habla de que hay mucha violencia contra los chicos, pero los adultos están muy violentos con los chicos, porque justamente porque han primero dado un paso donde los han ubicado en un lugar imposible.

Hay que recuperar la idea del adulto protector, no el adulto autoritario como el de la horda primitiva. La única manera de transmitir normas es cumpliéndolas uno. O sea, los chicos no acatan normas que se les sean dichas. Los chicos aprenden lo que ven, lo que viven y lo que sienten. Si los adultos no respetamos las normas, los chicos difícilmente aprendan a respetarlas. Pero además, los adultos para ser respetados debemos funcionar como protectores, no como iguales ni autoritarios. La diferencia entre el niño y el adulto es que él protege al niño.

También ocurre que los niños están muy asustados, en la casa, en la escuela y en todos lados, porque esa misma omnipotencia que se les ha atribuido los deja indefensos y con un mundo que suponen totalmente hostil. Son chicos que salen al mundo como si fuera a la guerra, todos los días. Van a la escuela como si fuera a la guerra y van ahí a pelearse, porque suponen que los demás los van a atacar y que no hay adulto que los vaya a proteger. Además de lo que pueda pasar entre los chicos, no hay un adulto que ponga orden y proteja. Quedan librados a la anomia total y cuando los adultos dictan normas, lo toman como arbitrario. “Solo me reta a mi”, dicen.

Pregunta: ¿Podrías ampliar lo del armado deseante?
B.J.: En el camino del armado del deseo, no es la pura descarga pulsional, sino que hay una direccionalidad. Se arma el deseo a partir de las vivencias, vivencias en donde lo que se busca encontrar es algo que fue una vivencia de placer. El recorrido es para el reencuentro con una vivencia de placer. En este registro de tanto sobreestímulo y sobreexcitación no puede quedar ligada ni armada la vivencia. Quedan huellas como si fueran marcas sin estar ligadas entre si. Entonces no queda después una búsqueda clara a eso que jamás se va a poder encontrar, pero que es el movimiento mismo deseante. Pero si queda una búsqueda que no se sabe para qué lado va. Por eso digo, quedan en un estado de excitación permanente.

viernes, 7 de agosto de 2020

La mujer y la degradación de la vida erótica.

La degradación de la vida erótica no es privativa del varón. Hoy vamos a hablar de la forma en que se juega en la mujer. Rodearemos el problema a partir del complejo de castración.

En nuestro recorrido por los textos freudianos sobre sexualidad, vimos el artículo —“La degradación de la vida erótica en el varón”— para ver cómo se da la degradación de la vida erótica desde el lugar del varón a partir de la pregunta por la impotencia psíquica.

Freud responsabiliza por la impotencia psíquica a dos factores: la intensa fijación incestuosa en la infancia y la frustración real en la adolescencia.

Surgieron preguntas de parte de ustedes sobre el camino de la mujer en este recorrido. ¿Cómo se da esto en la mujer?

Para las mujeres podemos ubicar dos motivos para la aparición de la frigidez: que el varón no cuente con toda la potencia o que luego de la sobreestimación por el enamoramiento, a partir la relación íntima, surja el menosprecio.

Vamos a hacer un breve recorrido que nos va a situar en un marco. Para rendir cuentas del devenir hombre o mujer, Freud convoca al Edipo. El mito funda la pareja sexual por la vía de las prohibiciones y los ideales de cada sexo.

¿Qué es una mujer para Freud?
El proceso de sexuación está determinado por el hecho de que para la niña la castración tuvo lugar (la madre no le dio, la hizo incompleta), y por eso surge la envidia del pene o penissneid. Así, se dirige al padre para que le dé, ya que él lo posee. La niña espera el falo, o sea, el pene simbolizado, del que lo tiene.

Se trata de cómo se ha subjetivado el “no tener” y los efectos de esta posición en la vida: cómo se las arregla la mujer con ese “menos”, dando lugar a inhibiciones, por ejemplo en el estudio o en lo laboral, a un sentimiento de inferioridad y menoscabo, a cierta posición de pobreza, de falta de recursos.

La feminidad de la mujer deriva, entonces, de su “ser castrado”.

La posición femenina la detenta la mujer cuya falta fálica la lleva a dirigirse hacia el amor de un hombre. En principio es el padre, después la pareja. El padre es el heredero del amor que primeramente dirigió a la madre.

Posición sexual y castración
En el ensayo “La significación del falo”, Lacan nos plantea la prevalencia del complejo de castración en el inconsciente y su consecuencia para la asunción de la posición sexual.

Dice así: “el complejo de castración inconsciente tiene una función de nudo, primero en la estructuración […] de los síntomas […], segundo en una regulación del desarrollo […], a saber la instalación en el sujeto de una posición inconsciente sin la cual no podría identificarse con el tipo ideal de su sexo, ni siquiera responder sin graves vicisitudes a las necesidades de su partenaire en la relación sexual, e incluso acoger con justeza las del niño que es procreado en ellas”.

La relación a la castración condiciona el lazo de una mujer con el hombre.

Dentro de lo que escuchamos en la actualidad las mujeres pueden evitar a los hombres, y cada vez más, hasta llegar a una maternidad sin hombres, donde la ciencia se pone a su servicio. En cualquier caso, esto no implica una liberación de la problemática fálica, o sea, no quedan fuera de la problemática de la castración.

Degradación de la vida erótica
Vamos a tomar el texto “El tabú de la virginidad” de Freud de 1927 para ver la degradación de la vida erótica desde el lado de la mujer.

Freud nos dice allí que el tabú se encuentra enlazado a las fobias que sufren los neuróticos.

Trae investigaciones sobre los primitivos: ahí donde hay un tabú, es donde se teme un peligro, un peligro psíquico. Freud ubica la importancia de la virginidad en el inconsciente, más allá de los cambios culturales, unido a la presencia de este tabú.

¿Por qué es importante la virginidad? El primer coito es un acto especial, ya que por la desfloración puede aparecer sangre. Por el horror a la sangre, podemos pensar una articulación entre virginidad y menstruación.

Freud nos muestra que no sólo el primer coito con la mujer es tabú, sino que la mujer en un todo es tabú. El varón tiene miedo de ser debilitado por una mujer, a quedar contagiado por su feminidad y no comportarse de manera viril. Esto se conserva hasta nuestros tiempos en los fantasmas neuróticos bajo enunciados como “me dejaste agotado”, “me hacés perder la cabeza”, etc.

Desde el lado de la mujer, el primer acto sexual tiene consecuencias que no son esperadas por ella. Muchas veces, permanece fría e insatisfecha, y necesita un largo tiempo para obtener satisfacción del acto.

Hay una razón de desengaño con respecto al primer coito, donde la expectativa —muy cargada por la prohibición— no coincide con lo que efectivamente ocurre. Cuando hablo de prohibición, me refiero mucho más allá del comienzo muy temprano de la mujer en el encuentro sexual, en los ecos inconscientes de la prohibición a la pérdida de la virginidad.

Se escucha también en algunas novias, que quieren mantienen oculta la relación y así sostienen el valor de una relación secreta.

La prohibición, lo secreto, como formas de expresión del tabú.

Con la primera relación sexual, se actualizan antiguos impulsos reprimidos y surgen elementos contrarios a la satisfacción sexual que espera la mujer.

La envidia fálica, que apunta al anhelo de un significante de la completud imaginaria.
El deseo inconsciente de castrar a un hombre, dejarlo impotente.

La hostilidad contra el varón.
Todos estos factores tienen como fundamento la historia del desarrollo libidinal. Los deseos sexuales infantiles persisten, fijados al padre o a un hermano que lo sustituye. El partenaire nunca es más que un varón sustituto. Nunca es el genuino.

Para que se desautorice a la pareja por insatisfactoria, importa la intensidad de la fijación a la figura paterna.

Desde el punto de vista del desarrollo, dice Freud, la fase masculina o de envidia fálica de la mujer, de envidia al varón, debe ser la que permite la hostilidad de la mujer hacía el varón, siempre presente en las relaciones entre los sexos.

El tabú de la virginidad no se ha sepultado a través de las épocas, permanece en el inconsciente. Está anudado a la historia del desarrollo libidinal de la mujer, a su posición frente a la castración: cómo fue tramitada la envidia fálica, qué montante de hostilidad y hostigamiento hacia el varón. 

La clínica también nos muestra mujeres a las cuales no les resulta problemática la impotencia de su partenaire; es más, les viene bien. Puede existir una reacción de hostilidad, por ejemplo, en la que la mujer permanece en pareja, muy distanciada del hombre, donde no se juega para nada el deseo por él, pero sí la ternura.

Hostilidad, venganza, goce… problemáticas del complejo de castración para la mujer.