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viernes, 9 de septiembre de 2022
viernes, 7 de diciembre de 2018
Puntuación de la clase 5 del seminario X.
Apuntes de la clase de Diana Ramos.
En esta clase Lacan habla de cómo en el fantasma del neurótico el lugar del objeto el sujeto pone una demanda. El neurótico lo que hace es hacerse demandar por el Otro, lo que pide es una demanda. ¿Cuál es el movimiento que el analista hace ahí? El neurótico siempre está pidiendo una demanda y el objeto a sería una demanda del Otro, en el sentido de que cuando aparece, aparece como una interrogación. Y como el neurótico se hace demandar por el Otro, en realidad lo que él obstruye es él mismo demandarle al Otro. En el punto en que el sujeto le demandaría al Otro, tendría la posibilidad de recibir del Otro. No estaría la falta en juego y de lo que trata el neurótico es de no saber absolutamente nada de esto. Entonces, se hace demandar. Pensemos en los pacientes que nos preguntan: ¿Cuántas sesiones por semana? ¿Cuánto me va a cobrar? ¿Qué me puede decir de tal cosa? ¿Cuándo me va a curar? Ahí el neurótico no pone en juego su falta. Si bien la demanda es algo que es articulable (el deseo no, porque se trata de un vacío), la demanda siempre se hace desde a, es decir, en relación a un objeto perdido. El a como causa y como objeto perdido. En realidad, va a poner en juego la falta del objeto.
Pregunta: ¿Cómo es esto de la demanda de hacerse demandar?
D: el neurótico lo que hace es hacerse demandar, pide una demanda, que el Otro le pida. Pensemos en la histérica, que le pide al Otro que le pida, más en el caso de los partenaires. El neurótico se hace demandar por el Otro, porque sino aparece la angustia. El encuentro con la falta, o la falta de la falta también, lo que adviene es la angustia. Se trata del vacío pre-subjetivo, dice Lacan. Cuando nosotros nos encontramos con un sujeto ya constituido, también la angustia es por un vacío en relación a un significante que le aparece opaco, donde hay algo del vacío y de la posibilidad de significar. Esto en realidad remite al trauma, porque uno va a ir a buscar esto, ese más allá y tratar de reelaborar ese momento traumático, ese momento pre-subjetivo y la constitución, donde aparece el sujeto dividido. Ante ese momento traumático no hay inscripción, luego adviene el inconsciente y esto va a hacer a la división del sujeto.
Nosotros como analistas a veces demandamos mucho al paciente. Ya el hecho de hablar es demanda, por el hecho de decirle cómo le va, cuente, hable. Pero hay que tratar, en este sentido, ser lo menos demandante posible. Si no es difícil que pueda aparecer ahí la angustia. Si no es por la angustia, es imposible que el sujeto pueda modificar algo de su posición.
Lacan habla de la dimensión del Otro, que en el neurótico lo encontramos constantemente porque de eso viene a hablar. Además se constituye en el campo del Otro, porque el inconsciente es el campo del Otro, de todas esas vivencias que el sujeto tuvo con su Otro y de todo eso es de lo que el inconsciente habla. Siempre está esta cuestión de qué hacer con el Otro, con el que no me deja, con el que no sé, con el que supuestamente sabe… Lacan de la dimensión del Otro como dominante y habla de 3 puntos.
- La demanda del Otro.
- El goce del Otro.
- Una forma modalizada, que por otra parte aparece como signo de interrogación y que es el deseo del Otro.
Lo interesante es que acá Lacan habla del analista en relación al deseo del Otro, en la medida que es el deseo que corresponde al analista, en cuanto interviene como término de la experiencia. El analista también se puede constituir como un Otro del paciente. Estamos en juego acá, no se trata solamente del deseo del Otro. Lacan dice que no vamos a hacernos los tontos en esto, que no hagamos lo que reprochamos a todos los demás. O sea, elidir al analista del texto de la experiencia analítica que interrogamos. Dice que la angustia cuya fóŕmula debemos aportar es una angustia que nos responde, una angustia que provocamos. Una angustia con la que llegado el caso, tenemos una relación determinante. En esta dimensión del Otro, nosotros encontramos nuestro lugar. Si estamos como Otro, ya sea como el que desea como el que goza, vamos a provocar angustia. Lacan dice que la provocamos y que tenemos una relación determinante. El deseo del analista va a provocar angustia, es imposible que no aparezca.
Cuando tenemos un paciente que viene muy angustiado, lo que vamos a tratar es de bajar el nivel de angustia, porque si la angustia es muy intolerante no se puede trabajar. Los sujetos que vienen muy angustiados no saben por qué, esto se empieza a trabajar. Pero la angustia cuando es muy grande es difícil de cernir, es innombrable, va directamente al cuerpo. Esto luego se anuda a las relaciones con el sujeto con el Otro, que por supuesto se va a replicar en la transferencia con el analista.
Lacan dice que le gustaría que pudiéramos percibir que en esta dimensión del Otro nosotros encontramos nuestro lugar eficaz en la medida que sabemos no menoscabarla: no está ausente de ninguna de las formas bajo las cuales se ha intentado circunscribir hasta hoy el fenómeno de la angustia. Es decir, no está ausente en el goce del Otro, en la demanda del Otro, en el deseo del Otro.
Habla de las neurosis artificiales o experimentales con los animales, para hablar de la neurosis artificial en la transferencia. Habla de Pavlov y la experiencia del reflejo condicionado para poder hablar de que la dimensión del Otro está siempre presente en la experiencia hasta tal punto que en algunos experimentos con animales se puede hasta provocar una lesión de órgano por el estrés. Esto en el caso de la presencia del Otro con animales.
Lacan dice que sí se sabe cómo se comporta un perro con aquel que se llama o no se llama su amo, se sabe que en todos los casos para un perro, la dimensión del Otro cuenta. Pero aunque no fuese perro, aunque fuera un saltamontes o una sanguijuela la dimensión del Otro está presente. Me dirán ustedes que un saltamontes o una sanguijuela, organismo paciente de esta experiencia, no sabe nada de esta dimensión del Otro. Estoy absolutamente de acuerdo. Por eso, ciertamente, todo mi esfuerzo durante algún tiempo consistió en demostrarle a ustedes un nivel comparable a nosotros sujetos. En este sujeto que somos, tal como aprendemos a manejarlo y a determinarlo, hay también todo un campo donde de aquello que nos constituye no sabemos nada. Es esto de lo traumático y no sabemos nada porque esto va a caer en el intervalo entre el a y el Otro y es el sujeto dividido. De eso, que es el objeto perdido y eso que cae, la experiencia como resto de eso, no sabemos nada.
Lacan sigue hablando de la cuestión del Estadío del espejo y lo especular y dice que aunque no existiera el psicoanálisis, igualmente lo sabríamos, porque hay momentos de aparición del objeto que nos arrojan a una dimensión muy distinta que se da en la experiencia y que merece ser aislada como primitiva y es la dimensión de lo extraño. Uno podría decir que en algún momento cuando le aparece el síntoma a un paciente, es como la dimensión de lo extraño.
Pregunta: ¿Esta dimensión de lo extraño, tiene que ver con lo ominoso del texto del Freud?
La angustia de Freud es la angustia de castración, es la angustia ante la falta del Otro. Pero Lacan en este seminario lo que introduce es la angustia lacaniana, que es más la angustia ante la carencia de la falta. La falta de la falta, digamos, que no es privativa de que en realidad se trata del objeto a, porque lo que está perdido es eso. Ahora, ese objeto a puede estar velado en el fantasma y permitirnos tener un marco para desear y manejarnos con nuestro sufrimiento o puede aparecerse en lo ominoso, presente. Por ejemplo, en el estadío del espejo Lacan habla de esta cuestión del chico, cuando está ante su propia imagen… Por eso dice que el primer objeto replicaría esta insuficiencia en la posibilidad de conocer al objeto y se ve bien en el estadío del espejo, porque el chico se ve entero donde no lo está y además presenta un sentimiento de mucho júbilo cuando se da vuelta y reconoce que el Otro lo está viendo. O sea, es necesaria la mirada y la voz del Otro. ¿Pero qué pasaría si en la experiencia del espejo uno se encuentra con la propia mirada? Es lo que le pasa a Freud cuando está en el tren y se encuentra con su propio reflejo sin la distancia de cuando uno se mira al espejo, por ejemplo. Entonces, se le aparece esta cuestión del fenómeno del doble, él mismo mirándose, que es un imposible porque aparece la mirada. Para que podamos vernos en el espejo y reconocernos, es necesario deponer la mirada. Si nosotros no deponemos la mirada, no la dejamos a un costado, se aparecería esta mirada, nos miraría y ese sería el fenómeno de lo siniestro, al aparecer el objeto que tiene que faltar. El objeto tiene que faltar para que podamos vivir y no estar en una angustia permanente, porque si el objeto aparece donde no tiene que aparecer (en la mirada, la voz), realmente es del orden de lo siniestro. Pensemos en una alucinación, que no es privativa de las psicosis, porque en una neurosis se pueden tener fenómenos alucinatorios. Lacan dice que la angustia es de la dimensión de lo extraño y va a hablar del horror y de lo siniestro.
De la angustia y de lo extraño, dice que esta no puede de algún modo captarse como algo frente a lo cual el sujeto permanece transparente frente a su conocimiento. Ante eso nuevo, el sujeto literalmente vacila y todo en la relación supuestamente primordial del sujeto con cualquier efecto de conocimiento es puesto en cuestión.
Cuando esto aparece, vacila el fantasma y todo es puesto en cuestión, porque el sujeto conoce desde su fantasma, es la respuesta que se dio a lo que el Otro lo quiere. Pero cuando aparece algo del objeto, que está velado por la demanda del Otro, que Lacan lo va a decir más adelante, toda la estructura del sujeto es puesta en cuestión. A veces, cuando nosotros tenemos un sujeto con una vacilación fantasmática importante, escuchamos a veces una posibilidad de una psicosis. Lo que pasa es que el neurótico luego puede dialectizar, historizar, quizá no enseguida y a veces hay que consultar con un psiquiatra, hacer una interconsulta para calmar porque a veces es realmente espantoso.
Este surgimiento del campo del objeto, de algo desconocido, experimentado en cuanto a tal, de una estructuración irreductible, se plantea también en la experiencia y pone el ejemplo de cuando los niños tienen miedo a la oscuridad. Dice: He aquí una respuesta concebible -en relación a por qué los chicos pueden tener miedo a la oscuridad- consiste en partir de la constitución del objeto correlativo del primer modo de abordaje, el reconocimiento de nuestra propia forma. Lacan está en el estadío del espejo, que es lo que les decía antes: nuestra propia forma, el yo. Plantea que dicho reconocimiento es en si mismo limitado, tanto del objeto en cualquier ciencia que se trata, hasta del objeto de sí mismo… porque deja escapar algo del revestimiento primitivo de nuestro ser, resultante del hecho de existir como cuerpo. Uno podría decir que se apunta a ese momento que no puede aparecer en el espejo. Es ese momento constitutivo de investimiento del ser, que tiene que ver con el objeto. El objeto está perdido, pero uno va a ir a esa experiencia traumática constantemente, tratando de elaborarla.
Dice que dicho reconocimiento en en si mismo limitado porque deja escapar algo del investimiento primitivo de nuestro ser, resultante del hecho de existir como cuerpo. ¿No es acaso una respuesta, no solo razonable, sino controlable decir que es este resto, este residuo no imaginado del cuerpo lo que mediante algún rodeo sabemos designar, viene a manifestarse en el lugar previsto para la falta? Cuando esto aparece, esto es lo que angustia.
Y de tal forma que al no ser especular, sitúa imposible situar. O sea, es imposible situar esto en el espejo, está caído. No es la angustia de castración, no es el -φ. Está caído, es imposible situarlo.
En efecto, una dimensión de la angustia es la falta de ciertos puntos de referencia. Es decir, es algo que se presenta que no puede ser imaginarizado. Es algo del orden de la estructura que tiene que estar velado. Cuando esto se presenta, ocurre esto de lo siniestro, el íncubo, aparece la dimensión de la angustia que es la falta de cierto punto de referencia. Es eso, la falta de ciertos puntos de referencia.
Lacan habla de la experiencia de la pesadilla: Uno se pregunta por qué se interesan tan poco por la pesadilla. Les recuerdo su fenomenología fundamental: la angustia de la pesadilla es experimentada como la angustia del goce del Otro. Lo correlativo de la pesadilla -acá el tema de lo siniestro- es el íncubo o el súcubo, aquel ser que te oprime el pecho con todo su peso opaco de goce extranjero, que te aplasta bajo su goce. Lo que se ve en el mito y también en la pesadilla es que aquel ser que pesa por su goce es también un ser que interroga. Ahí está el punto de la demanda. Es un ser que también interroga, no sólo una pesadilla. Es el Otro que viene a hacer con uno lo peor, lo que quiera, a gozarnos de la manera en que cada uno tenga su pesadilla, pero que además viene a interrogar al sujeto. ¿Qué me quiere? Si uno piensa en la figura de la mantis religiosa y esto que Lacan pone como escena de que él podría estar en la presencia de la mantis religiosa sin saber qué máscara porta, fíjense que acá está esta cuestión del goce del Otro, pero también de la interrogación, por la cuestión de qué me quiere el Otro, qué clase de objeto soy para el Otro. Sabemos que sí un objeto, por lo cual está el goce del Otro.
Entonces Lacan habla de la esfinge y dice que la intervención en el mito, no lo olviden, precede a todo el drama de Edipo. Es una figura de pesadilla, pero al mismo tiempo una figura interrogadora. Esta pregunta aporta a la forma más primordial de lo que es llamado la dimensión de la demanda. O sea que siempre que hablamos del goce del Otro, siempre que hablamos del objeto estamos hablando de la demanda. El goce del Otro viene en forma de interrogación para el sujeto.
Hemos aquí de nuevo sido conducidos a interrogar una vez más la relación de una experiencia, que puede ser llamada pre-subjetiva, en el sentido corriente del término sujeto y la pregunta en su forma más cerrada en forma de un significante que se propone a sí mismo como opaco, lo cual es la posición del enigma. El significante, como les dije en cierto momento decisivo, es una huella, pero una huella borrada. El significante se distingue del signo en el hecho de que el signo es lo que representa algo para alguien. El signo es unívoco, por ejemplo el signo de prohibido estacionar… Mientras que el significante es lo que representa un sujeto para un ser significante. El ser es significante, es lo que representa un sujeto para un ser que también es significante. De lo que se trata es de nuestra relación de la angustia con cierto objeto perdido, pero que seguramente no está perdido para todo el mundo. Les mostraré dónde se lo reencuentra, pues no basta con olvidar algo para que no continúe no estando allí, solo es que ya no sabemos reconocerlo. Para reencontrarlo convendría volver al tema de la huella. Lo que está hablando acá es del inconsciente. Es un objeto perdido, pero uno puede volver a encontrar al objeto, por ejemplo cuando en el inconsciente aparece un lapsus, un acto fallido, está hablando del objeto, de eso perdido. Es una huella vacía, digamos, un pista falsa según va a decir Lacan, porque no es completamente el objeto.
Lacan dice que el único capaz de dejar huellas falsamente falsas -que es bien niesztcheano- no es solamente el hombre, sino esencialmente significante. Un psicótico es también un humano, pero no puede dejar huellas falsamente falsas. En la psicosis se presentifica un objeto y también, en el caso de la inhibición, el sujeto tampoco va a dejar huellas falsamente falsas. Cuando una huella se la ha trazado para que sea tomado por una huella falsa, entonces sabemos que hay un sujeto hablante. Así sabemos que hay un sujeto como causa.
Pregunta: ¿Podrías dar un ejemplo de lo de la huella falsa?
Está el ejemplo de Freud, ¿Por qué me decís que vas a un lugar, queriendo hacerme creer que vas a otro lugar? Cuando uno le hace al otro creer, mediante una verdad, le hace creer que eso es una mentira. Pero en realidad se trata de una verdad. ¿Con quién estuviste anoche, amor? le pregunta el marido. “Con 3 tipos”, responde ella… Y en realidad ella estuvo. Esta es la posibilidad del ser humano, donde encontramos un sujeto.
El sujeto allí donde nace se dirige a lo que llamaré brevemente la forma más radical de la racionalidad del Otro. O sea, este comportamiento no tienen ningún otro alcance posible sino insertarse en el lugar del Otro en una cadena significante que no tiene el mismo origen, o si. Entonces, acá viene lo de la huella borrada, que es lo que yo les decía:
a $ A
Hay, pues, de entrada un a, el objeto de la casa y un A mayúscula. Un intervalo, en el cual el sujeto surge con el nacimiento del significante, pero como tachado, como no sabido. Entonces, tenemos el objeto de la casa, tenemos el Otro, pero en realidad este objeto a está en el campo del Otro y el sujeto cree que lo tiene, pero en realidad no lo tiene el Otro. Cuando el sujeto trata de preguntarse por un significante que lo pueda significar al Otro enteramente o a sí mismo enteramente, se encuentra con que el Otro está barrado. Esto da por resultado, entonces, el sujeto dividido. Cae el a, no hay completud en el Otro, se pierde el objeto y la posibilidad de acomodamiento y como contrapartida tenemos al sujeto barrado, pero como tachado, como no sabido. Sujeto barrado es sujeto no sabido, en la medida que no sabemos qué significante lo representa. En realidad no existe uno en relación al ser. Toda orientación ulterior del sujeto se basa -esto es importante porque lo vemos en los análisis- en la necesidad de una reconquista respecto a este no sabido original. Uno va una y otra vez a ese momento traumático. Aquí ven ustedes surgir la relación verdaderamente radical concerniente al ser que deberá ser nuevamente reconsquistado por parte de este sujeto que se encuentra entre el a chica y la primera aparición del sujeto como no sabido, lo cual significa inconsciente, el nacimiento del inconsciente.
La existencia de la angustia está vinculada al hecho de que toda demanda, aunque sea la más arcaica, siempre tiene algo de engañoso respecto a lo que preserva del lugar del deseo. O sea, un sujeto puede pedirle al Otro incondicionalidad, pero si el Otro le intenta dar esa incondicionalidad, va a intentar preservarla. Lo tenemos por ejemplo en la anorexia, donde el sujeto le pide algo a la madre… O le piden a la madre que les compren de todo. La madre lo hace, entonces la anoréxica trata de preservar su deseo y no come, por ejemplo, porque está tan lleno el Otro, quiere satisfacer tanto su demanda y en realidad se trata de restar de este Otro porque hay demasiada presencia de ese Otro. Entonces, toda demanda, aunque sea la más arcaica, siempre tiene algo de engañoso respecto a lo que preserva, el lugar del deseo. O sea, que ahí va a aparecer la angustia. Cuando el Otro da, da y da, demasiada presencia, ahí lo que aparece es la angustia. Aunque el neurótico demande presencia, siempre trata de preservar algo del orden de este fort-da, algo del orden del lugar del deseo.
Esto explica también el lado angustiante de lo que a esta falsa demanda y le da una respuesta que lo colma. Esto sería que el neurótico hace creer al Otro que le pide y es eso lo que pide y en realidad es una falsa demanda, porque lo que hace es tratar de preservar la falta. LO que el niño le pide a su madre está destinado a estructurar para él la relación presencia-ausencia que muestra la relación del fort-da, que es un primer ejercicio de dominio. Hay siempre un cierto vacío que preservar, que no tiene nada que ver con el contenido positivo ni negativo de la demanda. La demanda acude inevitablemente al lugar de lo que es escamoteado, al objeto. La demanda, en el fantasma, va a estar en el lugar de lo que es escamoteado, el objeto a.
Lacan habla de la fórmula de la pulsión, del fantasma, $◊a, que en realidad sería $◊D. Esta sería la fórmula de la pulsión. En realidad, la fórmula del fantasma se relaciona con la fórmula de la pulsión. Les he enseñado a escribir la pulsión que debe leerse sujeto tachado, corte de D demanda. Ello es así en la medida que el fantasma se presenta de una forma privilegiada en el neurótico como pulsión. El fantasma se presenta en el neurótico como el sujeto en relación a la demanda del Otro. Lacan dice que las pulsiones se muestran siempre como formas parciales y habla de los tipos de objeto. Dice: esto está muy claro al conocer la estructura que heredó de la pulsión en los primeros objetos aislados por el análisis. Tenemos el seno cortado como demanda a la madre. Más tarde, al invertir la demanda (objeto oral) la demanda de la madre es el objeto anal. Tenemos ese objeto que se llama escíbalo, que es el objeto anal. Hay que entender bien que también en este caso … el objeto tiene relación con una zona que se llama erógena. ¿Por qué tiene que ser el escíbalo? ¿Por qué tiene que ser el pecho y no el tracto digestivo, por ejemplo? El objeto se recorta, porque está en relación a la demanda del Otro: la mirada de la madre, a la relación del sujeto con el pecho de la madre, a la demanda de la madre respecto al control de esfínteres. Está la demanda del Otro, ¿pero por qué no el tracto digestivo, si en realidad cuando se alimenta pasa por ahí? Hay que entender bien que en este caso la zona está separada por un límite de todo el sistema funcional que desemboca y que es mucho más basto. Entre las funciones excretoras, ¿por qué el ano, sino por su función determinada por el esfínter que contribuye a cortar un determinado objeto? Este corte es el que da valor y su acento al objeto anal, con todo lo que puede llegar a representar en tanto que don, sino en tanto que identidad.
Tan solo se trata de un desecho que designa lo único que es importante, o sea, el lugar de un vacío. A ese lugar va ir el síntoma, para poder dar cuenta permanentemente de este vacío estructural. A ese lugar va a ir el síntoma y el fantasma. Así que la próxima vez empezamos con síntoma.
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domingo, 28 de octubre de 2018
Notas de lectura sobre Lacan y la anorexia.
por Silvia Elena Tendlarz
La perspectiva lacaniana se contrapone a toda psicologización de la anorexia. Más que de un cuadro clínico independiente se trata de un síntoma articulado en una estructura.
Lacan aborda la cuestión de la anorexia en distintos momentos de su enseñanza relacionándola con diferentes conceptos:
- la agresividad del narcisismo (1938);
- la dialéctica entre la necesidad, la demanda y el deseo (1958-60);
- la operación lógica de "separación" y el objeto oral como "nada" (1964-67); y
- el saber y el goce (1973).
Estas articulaciones no son arbitrarias, corresponden a distintas prevalencias de los registros en la enseñanza de Lacan: lo imaginario antes del inicio de su enseñanza en 1953; lo simbólico en la década del 50; lo real en los 60; y la equivalencia de los tres registros en relación con la primacía del goce en los 70.
1.- Agresividad del narcisismo
En "Los Complejos familiares" (1938), Lacan se ocupa del "complejo de destete" y de la "imago materna" puesta en juego en la forma oral de este complejo. Indica ciertas formas de suicidios no violentos que se manifiestan en "la huelga de hambre de la anorexia mental, envenenamiento de ciertas toxicomanías a través de la boca, y régimen de hambre en neurosis gástricas"[1]. Y concluye que "el análisis de estos casos muestra que en su abandono a la muerte el sujeto busca volver a encontrar la imago de la madre". La tendencia suicida invocada aquí se enlaza más bien con la vertiente mortífera del narcisismo que Lacan trata en "Acerca de la causalidad psíquica" (1945).
2.- La oralidad no es la nutrición: Necesidad, demanda y deseo
Lacan aborda esta cuestión en "La dirección de la cura" (1958) a partir del caso de Kris de los "sesos frescos"[2]. Se trata de un joven intelectual de treinta años que presenta como síntoma una inhibición para publicar sus trabajos. Se quejaba de ser plagiario: le sacaba las ideas a un amigo. En el momento en que estaba por publicar un trabajo importante, dice en la sesión que descubrió en la biblioteca un tratado, publicado unos años antes, que contenía sus propias ideas. Kris lee el trabajo mencionado y le indica al paciente que el plagio no era tal. En un primer análisis anterior-con Melitta Schmideberg- se había puesto de relieve su tendencia a robar, con un desplazamiento de los objetos a las ideas. La respuesta a la interpretación de Kris -usted no plagia- es un acting out: cada vez que sale de la sesión, dice el paciente, va a comer un plato de sesos frescos.
lunes, 18 de junio de 2018
La angustia y el goce del Otro.
Apuntes de la conferencia de Héctor Yankelevich, del 02/05/2017
Descripción de los cuadros expuestos en el pizarrón: El siguiente cuadro es de Lacan. Habla de las fases del objeto parcial en Freud, que es el objeto a: oral, anal, fálico, escópica e invocante.
Tiene la particularidad de que hay 2 pisos, aparte del fálico. Es decir, que el objeto oral remite al superyó y el objeto anal remite al objeto escópico.
Yo empecé a leer el seminario X de Lacan en 1975 y todavía lo estoy leyendo y nunca lo termino. Miriam hizo bien en recordar la referencia de Freud en El proyecto…, sobre el Otro. El Otro con mayúscula se va a dividir entre el otro y la cosa. Únicamente Lacan retomó esos conceptos de Freud, que Freud había olvidado, en parte. El manuscrito de Freud lo encontró el hijo de Fliess, que era el corresponsal de Freud en Berlín, porque él mismo se hizo freudiano liberándose de la influencia de sus padres. Él lo encontró y se lo dio a Anna Freud para que lo publicara, junto con las cartas. Ahora hay una edición completa de las cartas, antes estaban censuradas por Anna Freud. No es tanto lo que ella censuró, es mejor que la edición completa. Hay un género especial de psicoanalistas que es ir a los mínimos detalles de la vida de Freud que él ni contó. Esto no cambió la teoría ni la práctica analítica.
El goce del Otro: ¿Qué es lo que traduce Lacan acá? Yo les voy a decir algunas cosas, porque uno lo tiene que descubrir con cada paciente. El Otro no solamente tiene un bebé, sino que goza por el hecho de tenerlo. El cómo goza, es algo en gran parte inconsciente para ese Otro y mucho más inconsciente para ese sujeto, en las modalidades de ese goce. El concepto de goce del Otro es misterioso porque por su naturaleza no es algo que se pueda decir fácilmente con palabras. Hace mucho trabajo analítico para un sujeto, cualquiera sea su inteligencia. Y aunque el analista con su experiencia, como decía Freud con una expresión que no se dice más, haya adivinado en gran parte cuál era ese goce (o las modalidades de ese goce) eso sirve para ayudar al analizante a decirle que sí cuando se acerca a decirlo, pero no se lo puede decir porque eso tiene que ser introducido por el analizante con sus propias palabras. Y hay gente que es reacia a meterse en cuál fue el deseo de los padres y más aún cuál fue ese goce, ya sea poco, malo, demasiado que hubo en el Otro respecto a él mismo. Es totalmente singular y por eso Lacan deja ese vacío. No porque se le dé la gana, no porque esté jugando con el misterio. Lacan no es alguien que juegue con el misterio. Cuando algo lo apunta pero no lo rellena, es porque eso es para ser rellenado por cada analista y cada cura.
¿Y qué tiene que ver la angustia con el goce del Otro? Freud nos dejó la angustia como señal de alarma. Inhibición, síntoma y angustia. Y contrariamente a la mala traducción que se hizo, la angustia no es sin objeto. Esto lo dice Freud en los apartados después del texto. La IPA tradujo “es sin objeto”, pero es la angustia “no es sin objeto”. Aún el vacío es un objeto, si uno lo erotiza. El vacío es un objeto primordial, que los chicos lo descubren tarde. Los chicos tienen una visión topológica. Un niño pequeño puede no haber descubierto el carácter métrico de la percepción. O sea que hay que estarlo vigilando cuando se sube a una altura determinada, porque se puede tirar. Esto es porque aunque ve, la percepción no tiene carácter métrico en los pequeños. Si se subió, ¿Por qué no se va a poder bajar saltando? Esto no es algo que haya descubierto Lacan, se descubrió hace mucho. Lacan hizo de ese pequeño descubrimiento psicológico el espacio del inconsciente.
La angustia corresponde a lo que es, en el sujeto, el deseo del Otro. El deseo del Otro no solamente nos trae y nos sostiene en la vida; de hecho hay gente que nació sin el deseo del Otro. ¿Cómo crear un pago, una deuda, para que esa deuda nos permita vivir? Esto corresponde a la oralidad. Es ahí donde Lacan define al superyó. El superyó no es el que nos castiga por lo que hicimos mal o lo que nos exige hacer demasiado bien, ese es el ideal del yo en Freud y Lacan. Para Lacan, el superyó no es el heredero del complejo de Edipo. Tampoco es un superyó kleiniano. este superyó es una amenaza al ser del sujeto. No son castigos de objetos parciales, este superyó es la amenaza que puede tener alguien, donde hay algo de la oralidad no resuelto.
¿Qué es la traza? Hay que explicarlo al castellano porque lo traduje del francés. En francés se dicen trazas a las trazas de las materias fecales. Trace, como se dice en francés, hace que enseguida, un francoparlante piense en materia fecal. Lacan está jugando sobre dos registros: la traza mnémica o huella mnémica pero al mismo tiempo de la traza de la materia fecal, que es en realidad el primer objeto. El pecho es objeto gracias al objeto anal; por retracción el pecho se vuelve objeto. El pecho no es objeto cuando el bebé mama, sino que se vuelve objeto cuando el bebé puede desprenderse y jugar. Cuando ya está aprendiendo a retener, o por lo menos que la madre o el padre estén interesados en lo que hace. En francés también “hacer” es hacer caca. Hacer se puede hacer muchas otras cosas, pero en términos absolutos, es caca.
Vayamos al tercer nivel, al fálico. Estamos subiendo en el gráfico. El deseo. Ahí la angustia separa al deseo del sujeto del goce del Otro. Pequeña transformación de Freud: no es solo ante un objeto que el sujeto se angustia. En alemán, “ante”, no “de”. El alemán es un idioma muy visual y espacial. Tiene muchos complementos para indicar dónde está el sujeto, de dónde a dónde va, y dónde está el objeto. Es un idioma hermosamente preciso, un idioma topológico. Acá la angustia es angustia ante el goce del Otro, que es desconocido. De ahí la ilusión de que no hay objeto cuando alguien se angustia. La cuestión es dónde se va a detener el sujeto para afianzarse en el momento en que la angustia lo protege. Por eso, no hay defensas contra la angustia como dicen todos los postfreudianos, siguiendo a Anna Freud.
A nivel escópico, tenemos la imagen. Lacan la llama la potencia del Otro o en el Otro, depende del contexto.
Luego está la voz. La voz es la voz áfona. No es una voz operística, sino la voz del llamado pero que es sin sonido. Es el objeto por excelencia del deseo del Otro. Obviamente, el Otro no es algo exterior, sino que está en uno mismo. El otro existe, en Lacan, separado hasta un momento dado en la infancia. Pero “nosotros” somos nosotros sujetos con lo que nos quedó del Otro adentro, que es como una columna vertebral. El sostén óseo de cada uno, cada uno lo hizo hueso con lo que tomó del Otro, con lo que el Otro nos dio, con lo que uno eligió y con lo que el Otro nos dio y uno lo sacó. Porque el niño no solamente está interesado en lo que el adulto les da, sino que está interesado en dónde los alumnos gozan, qué desean. Muchas veces los niños hablan más de los padres que de ellos mismos. Por eso existe el psicoanálisis. Los chicos lo saben, el problema es que puedan decirlo. Lo dicen de maneras indirectas, nunca directamente. Lo dicen dibujando, jugando. Si no hablan se los digo yo y si emboqué en la manera de decirlo, me miran fijo y algo empieza a cambiar en ese chico. No es fácil, pero hay alguien que está escuchando detrás del autismo.
Caso clínico.
Para hacerlo más sencillo a esto -o más complicado- hice un pequeño esbozo clínico que por ahí se transforma en un fragmento del análisis de una histeria masculina. Ni Freud ni Lacan escribieron sobre la histeria masculina, pero yo me voy a animar a publicar un análisis fragmentario de histeria masculina. Se trata de un caso clínico de un paciente francés de hace 30 años.
Es un profesor de filosofía del secundario que me viene a ver. Llega a mí por una amiga de él, con la que tenía una relación no formal. Se trata de un chico lejano simpático. Es alto, rubio, de ojos claros, con modales distinguidos. Nada pretencioso en su manera de vestir y hablar. Es seductor, obviamente con las mujeres pero con los hombres también, por su distancia. Puede contar cosas dolorosas sin manifestar demasiada emoción. Motivo de la demanda: acaba de fracasar en uno de los exámenes más importantes de un curso de filosofía. Se trata de un examen prestigioso por el que pasó Sartre, Merleau-Ponty, Althusser, todos los grandes filósofos que pasaron por ese concurso. Es un examen que se hace por el prestigio, para trabajar menos y cobrar más. Levi Strauss, antes de ser sociólogo hizo también la carrera de filosofía en esa escuela, en donde se es pagado por estudiar. Este hombre fue al Normal Superior, pero desde el bachillerato él sentía que había algo que le decía que no iba a triunfar. hay una vocecita que le dice que él no va a triunfar y que si pasa un examen, es de casualidad. Hay algo que lo condena siempre a no ser lo que él quisiera ser. Hay algo en él que sobra, que él mismo sobra.
Viene de una casa medianamente acomodada. Su padre es un científico importante, dentro del ambiente científico. La madre no trabajaba. Hay algo muy extraño en su relación al padre y va a quedar para siempre extraño: no lo quiere, pero sus motivos son difusos. es gordo, habla demasiado, no las quiere a sus hermanas mayores y ellas le responden con la misma moneda. Él tiene asco a la gordura, si bien es alguien que mide 1,8 m, buen físico.
La madre murió de cáncer. Él nunca se sintió muy amado por ella. Cuando la madre murió, pasó el bachillerato (es un examen final), pero lo pasó escasamente. Ahí él comprueba que esa voz que le decía que él no podía tenía razón. Su puntaje le permite inscribirse en la formación superior, pasa los 2 años y al llegar el momento de dar el examen un profesor le dice “la filosofía no es una carrera para usted”. Eso puede pasar, por supuesto, pero para él es la voz del destino, no una voz contra la cual me voy a armar para desmentirla. Esto se lo dijo un profesor, no es que se lo dijo Sartre, ni Merleau-Ponty, ni Althusser… Él me viene a ver por haber fracasado. Yo no sé por qué fracasó y acá nos encontramos con una de las paradojas del psicoanálisis. Cuando alguien viene a decirnos que algo fracasó, si fracasó es porque no sabe por qué. No podemos preguntarle por qué cree eso, sino estamos entablando una terapia de apoyo, o una terapia para resolver algo como si fuera metodología del estudio y no algo que está inscripto en una voz que le dice que hay algo del fracaso. ¿De qué fracaso se trata, quién fracasa? ¿Por qué él es el que tiene que fracasar? Hay algo que no está subjetivado.
Su hermana mayor es profesora de inglés, es una solterona que vive en otra ciudad y ella fracasó en la vida, no en los estudios. Él es joven, tiene veintipico de años. Él empieza a hablar de las mujeres y a él siempre lo levantan. Por eso insistía tanto yo con su apariencia. No es un Adonis ni un Efebo, pero tiene algo de infantil y agraciado en él, que puede llamar la atención de una mujer. Este análisis ocurrió en el 1985, donde los análisis eran 3 veces por semana. Yo le cobro lo mínimo que podía cobrarle en aquel momento. Él vende el coche para pagar sus sesiones. Lo que sale en estos primeros meses de sesiones es ese superyó, la inconsistencia del tejido familiar y la movilidad social.
El abuelo paterno era un marino mercante comunista, que luego se hizo católico. Ascendió socialmente. Aunque se olvida del padre, no se olvida del abuelo. Es un precio del análisis que alguien tome la tangente y siga viniendo. O sea, que está buscando otra cosa. la pregunta es qué puede hacer que el sujeto busque sus trazas en lugar de salir por la tangente.
Acerca del aspecto de dandy que él tenía, en el dandismo hay algo de desesperación no dicha. Oscar Wilde era un dandy. Si no hubiera sido homosexual, de todas maneras, como gran histérico tiene algo de desesperado. Esa belleza fría emite a un aspecto de feminidad en la histeria masculina que no tiene nada que ver con la actividad sexual. Nunca relató ningún desfallecimiento sexual con ninguna mujer. Sin embargo hay algo que está esperando en una pasividad.
Me cuenta que se lo levanta una alumna de 17 años. En Francia no hay censura ni represión y estas cosas suceden. Hay una posición dentro del inconsciente, en que la posición masculina es la que da el primer paso. Una mujer también puede solicitar. Lo que tenemos que descubrir en un análisis es cómo el inconsciente interpreta el goce sexual. Porque el inconsciente es una máquina de interpretar, pero se equivoca. Por eso, el an{alisis es lo único que puede intentar, releyendo las trazas y los significantes en el que el sujeto se constituyó, corregir esa posición y que haya asunción, que haya una pérdida. En este caso, la pérdida de un goce pasivo de hacerse levantar para estar seguro.
Años después, me cuenta que está terriblemente enamorado de una profesora de literatura, pero que su amigo, el profesor de filosofía con el que comparte todas las clases, también lo está. Él está cada vez más enganchado y esta mujer le dice que lo va a seguir si se exilia de Francia. Él viene y me comunica, no para elaborar nada, que fue al Ministerio a averiguar qué posiciones de profesor de filosofía había del extranjero y que quedaban dos libres. Pekín y Buenos Aires. Él quería irse a Buenos Aires. ¿Cómo decirle a alguien que no puede interrumpir el análisis por un reto amoroso, frente a lo que muy posiblemente sea un engaño? El angelito que era, se iba a caer de entre las nubes. Yo me caigo en mi sillón de analista. Él sabía que yo había sido docente universitario en Buenos Aires. Él me mira inquieto y se va. A los 2 días me pregunta si tuve una dificultad cardíaca. Le digo que no, y me dice “Entonces yo lo maté”. Le digo que si, y me dice “yo era usted volviéndome a Buenos Aires”. Le digo que si y me dice “Lo maté por amor”. Efectivamente. Nunca creí que podría interpretar asesinato por amor de esa manera tan rápida. En el amor hay algo mortífero sin que la gente lo sepa. Lo sabe cuando se separan mal. Se toma algo de otro.
El paciente se desinscribe y después me dice que era mentira que la mujer iba a seguirlo. Ella ya estaba con su ex amigo y dice que lo tomaron de chorlito. esto me sorprendió mucho, pero no iba a ser el final de mis penas. Cada año, hasta ese momento yo había tenido un problema con él, porque llegado a principio del año lectivo (septiembre), me decía que no iba a poder venir ni el lunes ni el miércoles; solamente el viernes, porque le cambiaron las horas en el liceo. Yo el primer año le cambié las horas, pero no era fácil. El segundo y el tercer a{o me cansé y le dije que no podía. Le pregunto si él podía cambiar los horarios y me dice que no, que de la secretaría podrían decirle que no. Le pregunto por esto de que le cambian las horas todos los años, si no podía dejar las mismas. Él me dice “claro que puedo, pero yo dejo librado al azar”. Ya eran pasajes al acto, pero él no me avisaba que podía realizar un deseo y pedirle al rector que le dejara las mismas horas. Así, me pagó 2 meses sesiones que no vino y luego volvió. O sea, él tenía una relación al acto donde el que decidía era el destino. Un destino que era la computadora del Ministerio. Ese era el lugar del destino. Y esto ya me estaba hinchando a mí, en qué iba a decir, qué iba a hacer. Lo que me impresionó fue que esa necesidad de separación azarosa estaba en correlación con el “yo soy vos”. Yo le llevaba, fácil, 20 años. El “yo soy vos” estaba presente en ese juego de volverse a Buenos Aires y estaba flor de piel, no hundido en el inconsciente. Pero no estaba totalmente cifrado, estaba totalmente para decirlo cuando le siginifiqué, sin decirlo, esa manera de irse.
Volvamos a lo duro de la demanda: fracasa de nuevo. Él podía pagar su análisis porque además de sus clases hacía, como todo el mundo, horas extra. Las horas extra eran pagadas mucho más. En estas horas, los profesores viejos elegían a otros más jóvenes. A mi me atormentaba una pregunta que no podía hacer: ¿cómo estudia este hombre para fracasar? ¿De qué manera estudia, cuál era su ordenamiento lógico? El examen que él tenía que hacer no era un concurso. No bastaba con responder bien, sino que había que responder con aplomo y con inventiva, haciendo muestra de fuga intelectual, siendo exacto. Hacer muestra de brillo e invención. Para eso, hay que conocer los textos de izquierda a derecha, cuáles son las relaciones de los filósofos entre ellos, el texto del derecho al revés, por la mitad, las cartas que puede haber entre un filósofo y otro. Esto lo hace Lacan en el seminario. Las preguntas son ingeniosas, tienen 5 horas para responder por escrito y luego pasan al oral, que un profesor de filosofía tiene que ser, dentro de su estilo, un buen orador. Este hombre, la primera vez que había fracasado ese examen venía con un discurso que ya no me convencía.
Despechado por lo que le había ocurrido con una igual, con una profesora, se pone de novio con una vendedora de negocio de ropa femenino. A mi me asombró muchísimo, no tengo nada contra una vendedora, pero aparte del encuentro sexual, ¿de qué hablaban? Él no tenía familia, ella tampoco. ¿Cuál podría ser el terreno común para transitar? Ella debía tener el secundario obligatorio, nada más. En un momento la deja porque a él no le gusta como ella se corta el pelo. Era un estetismo absoluto, una imagen que cambia y que él podría no haberle importado. esta chica comía y vomitaba. Aparte de ese olor que no se va, en la bulimia hay una modificación de la apariencia del rostro. Yo le manifesté que no iba a andar, pero no con palabras. ¿Cómo le decís a alguien que no se case con esa mujer? Me pongo en posición de padre real… Y de otro siglo. Un analista no puede decirle eso a un paciente hombre que no se case, que no le corresponde. Hice lo que podía hacer para que viendo mi rostro, mi cuerpo, para avisarle a dónde el destino lo llevaba. Finalmente, a los pocos meses se empieza a aburrir, pero ya estaba casado.
Fracasa de nuevo. Él me había dicho que quería seguir un seminario de psicoanálisis. A mi me pareció que esto podría encaminarlo más al corazón de la tarea analítica. Él viene a mi seminario y justamente yo había decidido hacer una lectura en alemán, no todo, sino traducir yo los pasajes más importantes para mostrar los juegos de palabras de Freud. Freud siempre busca palabras polisémicas y siempre busca expresiones que pueden llegar a decir una cosa u otra. Sin llegar a lo que es Lacan, porque es un alemán claro, si uno ahonda descubre que debajo de una superficie hay otra que no se ve. Tenía un equipo de traductores oficiales y discutimos muy bien sobre por qué traducir de una manera u otra una palabra y terminado eso, cuando fracasa, le pregunto a mi paciente por qué no hacer un doctorado. Cuando uno presenta la tesis y es aceptada, está dado que el examen se decide entre 9 o 10. Él nombra como directora de tesis a su profesora de secundario que le enseñó filosofía y ahí escucho algo que no pude dar crédito: es una chica que sabe mucho, una excelente germanista. El problema es que ella es anti lacaniana y nos llevamos bien como se lleva uno con la caballerosidad de cuando uno piensa distinto. El director de la tesis tiene que tener una red como para encontrar un puesto de profesor adjunto y ella no la tenía. Esta chica yo sabía que podía ser profesora, tenía el permiso de la universidad para dirigir tesis, pero no tenía ninguna red. estaba ubicada en un lugar estratégico, pero sola. Con lo cual él se condenaba a alguien que no podía ser un apoyo, por más que supiera mucho de Freud. Y en Francia no se pueden hacer carreras universitarias sin apoyo. No basta con dar un examen, el Consejo Universitario Nacional está dividido en mayorías y minorías y en ese momento un sector de la IPA había pasado a un sector lacaniano particular. Él podía hacer el examen con ella, pero no iba a poder ser profesor. Ahí yo le sugiero que me comente cómo estudia, ya que no iba a dar más el examen. No pude creer lo que me dijo: “yo estudio lo que me gusta”. Estudiar lo que a uno le gusta, para el concurso nacional más cotizado de Europa, que en ese momento todavía tenía filósofos. La producción de filosofía siempre había sido francesa y en ese momento se estaba terminando. Pero él dice que él estudiaba lo que le gusta, que a él lo tienen que querer por sus bellos ojos. En lugar de su deseo, él se identificaba narcisisticamente… Y como él era profesor y tenía derecho a hacer eso como profesor de secundario. Pero en ese lugar él era un impetrante, alguien que pedía un grado y entonces yo entendí por qué fracasaba. Nunca me lo había dicho. Esa era a la pasividad a la que yo apuntaba.
La angustia de él remitía a esa nada en el goce del Otro donde estaba plantado el superyó, pero no podía darse las armas para armarse fálicamente en el campo que él había elegido ser sujeto, es decir, en el intelectual. Había una decisión de desarmarse fálicamente. Fálico es solamente penetrar a una mujer, sino también penetrar lo real que uno eligió como campo para su vida. A una mujer también hay que penetrarla fálicamente, como lo intelectual, hacerlo suyo, hacer un agujero donde esté su modalidad. El deseo es fálico, en una mujer también se plantea y hay estilos diferentes. La mujer también penetra su campo, en modalidades diferentes.
Lo dejé y él me dice “Estoy traduciendo Freud y termino”. Le pregunto por dónde empezó y me dijo que por los escritos preanalíticos, los neurológicos. Le pregunto por qué empezó por ahí y me dijo que iba a traducir todo Freud antes de empezar la tesis. Le explico que los traductores que vinieron a mi clase dependían de otros traductores, que a su vez dependían de un discípulo de Lacan que era una gran germanista. Es imposible para un hombre solo traducir todo, que aparte no era un germanista. Leía alemán, como un filósofo francés lee alemán. Ese era el “no” al padre también. Algún mérito podría haber tenido el padre, que era un científico. Seguramente va a hacer una tesis cuando termine de traducir el alemán. estaba traduciendo en el ‘93 y se estaba acercando a La interpretación de los sueños. Ese trabajo le impedía angustiarse. No había más sensación de fracaso, no había más sensación del goce del Otro, de angustia que lo amenazaba con vaciarlo de su ser. Hay algo parecido al análisis con Dora, el querer mantener el síntoma. Freud dice que si se le dice algo en la histeria, la respuesta va a ser el “no”. Yo me arriesgué a nunca decirle algo que no, porque sino la respuesta iba a ser sí. Logró no tener más angustia.
Cuando lo vi hace algunos años, crió él al hijo de su matrimonio. estaba divorciado hace mucho. Pensaba que su relación con las mujeres no era el aspecto más importante de su vida y decía que tenía una vida que no era la que él hubiera querido. No había tenido otro análisis, estaba satisfecho con lo que había tenido. No tenía más demanda a la vida, con la que se había puesto en situación de duelo por su madre y esto le hacía de barrera a cualquier otro deseo. Era feliz criando a su hijo, como tal vez su madre no fue feliz criándolo a él. Él decía que su madre no lo quiso mucho y era terriblemente fría y distante. El problema con las mujeres fundamental era la visión fugaz de un perfil que lo molestaba al punto de hacerle mal físicamente, era la falta de amor. Por supuesto todos tenemos perfiles que no le gustan al Otro, es imposible tener un perfil que sea siempre en línea, siempre hermosa. Aún siendo jóvenes, no podemos tener todos los ángulos correctos para ser perfectos. A alguien que le importa esto, lo que hace que eso caiga es el amor. Es la palabra, el cuerpo, la compañía… El cuerpo, aparte de lo erógeno, es una de las funciones esenciales del amor. La presencia. Él ocultaba el cuerpo siempre, ese era su atractivo. Él estaba lejos. No era un gustar del cuerpo fóbico, sino un tema de cercanía que no se puede poner en palabras.
Cada uno tiene que resolver esa relación con el goce del Otro y cómo nuestro deseo es una defensa, pero no de la angustia. Con el deseo rodeamos ese goce del Otro y tratamos de irlo aminorando. Se transforma en significante para rechazar o adoptar, con qué condiciones eso que es goce del Otro lo puedo hacer mío o no.
Fuimos más allá de lo que fue hacer un trabajo de Freud para la universidad. Un trabajo infinito, eso mantenía el deseo. El trabajo de un análisis es que el sujeto encuentre cómo mantener su deseo. Con una operación subjetiva, él podía darle un nombre a algo respecto de lo que se pretende. Él consiguió un objeto para mantener vivo el deseo. De esta manera mantenía la distancia con el padre y con la madre, que era distante por naturaleza mediante un deseo apasionado, al menos, durante un tiempo. Hubo poco goce del Otro para hacerlo sujeto. En el goce de ese Otro, lo real del Otro, había algo impenetrable.
Pregunta: Vos mencionaste mucho la palabra fracaso…
H.Y.: Si, yo diría que es un fracaso a medias. Salió del círculo angustiante con una confesión tardía y que no fue subjetivada, porque no escuchó lo que decía de que él estudiaba lo que le gustaba para el concurso. Fue un fracaso a medias porque había tenido un hijo, había descubierto una parte de su deseo, que era la paternidad, de ser un padre diferente al que sus padres fueron con él, de no ceder al espejismo de si una mujer se enamoraba de él eso formaba una pareja. Una pareja es otra cosa que un espejismo, aunque eso sea necesario. Además, porque tenía un trabajo infinito y se sentía confortable traduciendo. Tiene grandes pasiones intelectuales con gente que no lo valía. Él creía que habían filósofos que eran lo mejor que le pasó a Francia y la verdad que no era así. Les traje un problema, no una resolución.
Hay rocas y no siempre son de la castración. Acá la roca fue no poder deshacer su imagen ante mi y no poder ver el poco amor del cual fue objeto. ¿Cómo puedo sostener mi deseo para hacer algo con lo poco que tengo? Porque la frialdad de la madre y la distancia con el padre… hay gente que lo hizo. El quiso sostener su imagen contra mi. La voz que le vacilaba, al principio era mucho más que la voz, era con qué sostener esa voz. El problema era el no desfallecimiento sexual una vez en una mujer hubiese significado qué es penetrar a una mujer. No va de suyo qué es penetrar a una mujer. Si uno hace análisis, e puede preguntar qué es penetrar a una mujer. ¿Me enamora hacer el amor con esa mujer o no me enamora? Y si me enamora, ¿qué más se sustenta? Él tampoco pudo poner en palabras por qué iba a casarse con una chica con algo tan grave como una bulimia. Su decisión no tenía peros, ni interrogantes. No era una certeza, pero no admitía que hubiera condiciones. Él no era un obsesivo, no dudaba nunca. Pero no era un verdadero juego, no jugaba. Tenía la apariencia de haberse jugado, pero no había camino por hacer. La otra mujer lo había engañado y lo habían hecho el hazmerreir del grupo.
En el análisis, uno dibuja virtualmente una puerta. Si se toma esa puerta, se transforma en un camino en la realidad. Es uno de los caminos, la realidad obedece al análisis si se permite. No si en el análisis se viene a contar lo que sucedió en la realidad y ya fue decidido. En ese caso el análisis es una cámara de registro y no el lugar donde se esboza otra realidad. El análisis no puede ser una cámara refrendataria de lo que se decidió en otro lado. Es en el análisis donde se deciden los movimientos fundamentales del sujeto, escuchando el analista lo que él dice. El análisis es el lugar que curva la realidad, toda la realidad está curvada por lo que se habla en la transferencia en análisis, no el análisis para contar lo que se decidió.
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