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miércoles, 25 de abril de 2018

Clínica de la angustia. Su lógica.


Apuntes de la conferencia dictada por Isidoro Vegh el 4/4/2017

Siendo la charla inaugural de este ciclo, se me ocurrió que podría serles de utilidad es ver qué sostiene a esa clínica con eje en la angustia: su lógica. Si Freud pudo atender a Catalina en las escalinatas de una montaña, o acompañarlo al gran músico y compositor Mahler por los bosques en los alrededores de Viena, o pudo dar un ejemplo en lo que califiqué como una buena sesión en el relato con el joven con el que viajaba en el ferrocarril, en lo que se conoce como el relato de aliquis, el segundo ejemplo de Psicopatología de la vida cotidiana; en todos esos casos si Freud pudo situarse como analista, es porque tenía bien articulada la lógica. Es decir, que si uno puede situar el mejor modo, la lógica que sostiene la clínica del psicoanálisis, tiene más libertad. Muchas veces se utiliza la teoría como corset. No es eso lo que propongo, sino transitar la lógica que sostiene la clínica para no quedar atados como un corset, sino para que puedan moverse con libertad.

Les propongo pensar esta charla como "Freud después de Lacan". Tal vez a muchos de ustedes les haya pasado lo que a mi me pasó, que después de haber leído un texto de Lacan, uno vuelve a leer un texto de Freud que ya tenía leído y subrayado y se pregunta qué había leído antes. Parece un texto nuevo. Y no sólo nuevo, sino que a uno le parece que Freud era un genio. Como dijo Lacan un día, "a mi me acusan de loco, pero el verdadero delirante -en el sentido positivo del término- fue Freud". Entonces voy a hablar desde esa perspectiva, de lo que sería una práctica recursiva: Freud después de Lacan.

A grandes trazos, en Freud se suele hablar de 2 teorías de la angustia. La primera, que demuestra que Freud desde el inicio no solo era un teórico, sino alguien que estaba ligado intensamente a una práctica clínica. Freud trabaja el tema de la angustia ya desde 1895, 5 años antes de ubicar lo que sería la ruptura epistemológica con la que podemos decir que nace el psicoanálisis, que es La interpretación de los sueños. Freud intenta distinguir la neurosis de angustia de otros cuadros que él llama neuropsicosis. Es decir, que el tema de la angustia lo toma muy precozmente. En ese trabajo, él plantea que alguna de las llamadas neurosis de angustia se pueden situar como un capítulo de lo que serían las neurosis actuales. Y se llaman actuales porque la causalidad no remite a una representación reprimida sucedida en otro tiempo, sino a causas actuales. Por ejemplo, si en una pareja el caballero sufre de eyaculación precoz, puede ser que si el caballero atiende a la dama por otros medios, ella no sufra de angustia, pero él sí. Él sí, porque la energía sexual, que Freud llamaba libido, no tendría la descarga adecuada. Esa ausencia de descarga adecuada, se transforma en angustia. Ese sería un ejemplo de neurosis de angustia como capítulo de neurosis actuales. Pero también puede suceder en las neurosis comunes. Si la represión de los deseos y las pulsiones sexuales funciona de modo tal que inhibe la realización adecuada del acto sexual, también se puede convertir en angustia. Es decir, en la primera teoría de la angustia de Freud, la represión lleva a la angustia.

En un texto muy posterior, del año 1926, un clásico también, Inhibición, síntoma y angustia, allí ya se trata de otro tema. Precisamente, el que va a retomar Lacan. Freud va a distinguir entre lo que sería la angustia automática o angustia de muerte, pero lo que nos va a interesar a nosotros hoy es la angustia señal. Una angustia que por el mismo hecho de llamarse señal, nos introduce una pregunta: ¿Señal de que? Esta angustia señal se caracteriza por tener una secuencia distinta de lo que es la represión. Es una angustia que cuando el sujeto la advierte, lo hace cambiar de dirección, de rumbo. Supongamos que se trate de una agorafobia, una fobia a salir al exterior. ¿Qué nos dice nuestro maestro Freud? El acercamiento al límite entre el interior y el exterior podría proponerle al sujeto que sufre esa fobia algo que sería una tentación sexual que sus ideales, sus valores o sus mandatos superyoicos se lo prohíben. La angustia es señal de ese peligro y entonces se instaura la represión y su efecto puede ser el síntoma. El movimiento es el contrario del anterior. En la neurosis de angustia, como Freud la plantea en en 1895, la represión causa angustia. En el año 1926, Inhibición, síntoma y angustia, la angustia señal hace que se instaure la represión. Esto es un antecedente de lo que Lacan encontró en la obra de Freud.

A veces me he encontrado con periodistas que me han preguntado si Lacan era famoso por una cuestión de moda o si introdujo algo. Introdujo algo importante: vamos a ver qué es lo que lacan nos propone respecto de la angustia y nos va a enseñar también cómo situarse con el padre, en este caso con su padre simbólico que era Freud. El neurótico, en general, tiene problemas para situarse con el padre: se somete, lo niega, lo pelea. El problema es cuando hacen teoría psicoanalítica, porque lo hacen desde su neurosis.

Lacan dedicó un seminario de un año a hablar de la angustia. Él mismo comenta que algunos le cuestionaron dedicarle un año a ese tema. Ya estaban bajo los efectos del post freudismo. Uno a veces escucha, incluso entre los analistas, que dicen que no hay que ver las cosas del pasado y en su lugar ver para adelante. Bueno, hoy a la noche cuando se acuesten, ustedes decidan que sus sueños serán para adelante: que no aparezca mamá, papá ni la abuelita. Ustedes se lo proponen... ¿Se dan cuenta de que es un absurdo? Lacan le dedica un año al tema de la angustia porque se da cuenta que para su maestro Freud era un tema esencial. Lo primero que nos dice es que si uno quiere buscar una respuesta en la tradición existencialista, lo que encuentra se acerca pero no llega: menciona a Sartre, a Heidegger, el cuidado, el darse cuenta de nuestra condición de das-dein, de ser arrojado al mundo, nuestro destino para la muerte. Para nosotros los psicoanalistas, dice Lacan, eso no es suficiente. Es más, ni siquiera está bien enfocado el tema. Entonces comienza con el ABC:

A) La angustia es un afecto.
No es un significante, no es una ilusión. Es un afecto. Y yo voy a hacer una distinción que no es de Lacan; me pertenece: es un afecto, no un sentimiento. Un afecto afecta a lo real. Pongamos un ejemplo de la vida cotidiana: si alguien pierde un amante, probablemente se deprima. Si es una relación que les importa, quizá por un tiempito no le sale fácil una carcajada o no tenía ganas de ir al boliche. Algunos tienen problemas para encontrarse con el apetito. Es decir, afecta a lo real. La dama por ahí no tiene ganas de maquillarse, los caballeros quizá por unos días no tenían ganas de darse la ducha cotidiana o de afeitarse. El sentimiento, en cambio, es la dimensión imaginaria del afecto. Si está enganchado al afecto, tiene un valor. Pero el sentimiento puede no estar enganchado al afecto. Es como si ustedes fueran al programa de Mirtha Legrand y ella te dice ¡Cuánto me gustás!, ¡Qué alegría verte! Y dentro de media hora no sabe ni cuál es tu nombre. Es la dimensión imaginaria del afecto. O en un drama por televisión, podemos llorar pero al ratito hacemos zapping y nos reponemos. Entonces, la angustia no es un sentimiento, sino un afecto. Por eso Lacan dice que la angustia no engaña. Si el analizante nos cuenta que hay angustia, ahí nos detenemos, porque ahí hay algo. En principio, un límite.

B) la angustia es un efecto.
La angustia es un efecto de un software, de un programa que nos habita. Freud le puso nombre y lacan lo retoma: angustia de castración. ¿Qué quiere decir angustia de castración? Nosotros hablamos de castración como de la lluvia, nos entra por una oreja y nos sale por la otra. Pero no es así, porque ustedes saben que en las 4 paredes de un consultorio, salta la verdad. ¿Ustedes saben que muchísimos jóvenes toman viagra antes de ir a encontrarse con una chica? No tienen problemas de artereoesclerosis ni disminución de testosterona. Lo que tienen es angustia de castración. Es decir que esa castración no es una palabrita, produce efectos. Nadie lo cuenta, todos caminamos por la calle, especialmente los varones, con cara de macho latino. Pero donde se canta la verdad, que es en la cama o en el diván, las cosas saltan.

Para Freud, la castración era una amenaza. Si el nene malo se quiere acostar con la mamá, papá le dice que le va a cortar el pito. Narcisismo fálico, el chiquito hace una evaluación, consulta con un economista de confianza y dice "costo-beneficio: para acostarme con esta vieja arrugada, mejor cuido el pito y como me dijeron, el día de mañana tendré otras". Negocio redondo, resolución del Edipo, la castración culmina el Edipo. Esto es Freud. Su consecuencia moral es "deje de pelearse con su jefe en el trabajo y va a ver cómo se le va la angustia". Son psicoanálisis adaptativos, ¿se dan cuenta? En cambio, un psicoanalista que se ubique en la lógica que vamos a desarrollar, le diría al analizante: ¿Quiere que se le vaya la angustia? Decídase, ¡Asesine a su jefe! Eso sí, hay que aclarar que hay que asesinarlo simbólicamente. ¿Qué quiere decir asesinarlo simbólicamente? Vamos a verlos en unos pocos esquemas que muestran que algunas pocas veces, Lacan tuvo piedad de nosotros.

Este gráfico está en el seminario de la angustia. Hay una línea vertical que divide 2 columnas. Se trata de un esquema, que como todos los esquemas sirve como apoyo para el pensamiento. No es que acá vamos a encontrar loa fórmula de Juan Perez o Marta Gonzalez. Se trata de un esquema que muestra cómo sería la estructuración de un sujeto:

Piso de arriba: Para nosotros psicoanalistas, la historia comienza en un lugar específico: el bebé aparece en el mundo si hay un otro que lo desee. Sabemos que desgraciadamente no siempre es así y sabemos que eso tiene consecuencias serias. Pero partamos de cuando eso sí sucede. La A es la inicial de Autre en francés. En el inicio, tiene que haber un Otro que deseé un hijo. Escribimos la S, que es casi el único lugar donde lacan pone una S mayúscula para lo que voy a decir ahora, si no la usa para escribir "significante". Acá la usa para indicar que se trata de un sujeto mítico, un sujeto por venir. El concepto de sujeto no existe en Freud, es un concepto lacaniano. Sujeto viene en lugar de individuo, en lugar de persona. Sujeto quiere decir que está habitado por el lenguaje y que puede hacer ejercicio de la palabra. Cuando el bebé nace, tiene las condiciones neurológicas para adquirir el lenguaje, pero no lo tiene. Por eso es un sujeto por venir. En términos freudianos, un bebé es el falo imaginario. Se trata de un primer tiempo: madre fálica, el niño en el lugar de falo como objeto de ella, lo cual es necesario, como decimos a veces en broma, que a los 30 o 40 años hay que salir de ahí. Uno no puede quedarse siempre en ese lugar.

Piso del medio: Si todo sale bien y un terceridad interviene entre la madre y el niño, que se llama padre. Entonces pasan 2 fenómenos. Estas flechitas las pongo yo, no Lacan. El Otro, que es la madre, va a ser introyectado por el bebé pero barrado, Ⱥ. Por favor, no digan tachado. Barrado se relaciona con la barra de la castración. Quiere decir que el Otro tiene que aceptar, si funciona la metáfora paterna, que no puede reincorporar a su hijo. Tiene que soportar una falta. Pasa a ser un Otro incompleto, eso es lo que quiere decir Otro barrado. En la medida que Ⱥ se incorpora, dice lacan, esto es el inconsciente. El inconsciente es un conjunto de significantes donde al menos falta uno. Y el sujeto pasa a ser un sujeto barrado. Va a incorporar los primeros fonemas, se va a constituir entre un significante y otro y va a estar dividido entre consciente e inconsciente, entre lo que dice y lo que sabe, pero va a tener que pagar un precio.

Piso de abajo: El precio que paga, lo dice nuestra música popular, el tango: La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. En psicoanálisis, diríamos que es la vergüenza de haber sido el falo de mamá y el dolor de ya no ser ese falo. Por eso Lacan llama al sujeto manque à être. Falta en ser, dejar de ser un objeto del Otro. Por supuesto que el sujeto ganará en libertad, porque a partir de ese momento, podrá ser un sujeto de deseo. Y ese sujeto de deseo se va a constituir con un premio consuelo que es esto que Lacan escribe con la letra a minúscula. Del objeto a, Lacan dijo que fue su único invento. Si entre $ y a le ponemos ◊ (losange), tenemos la fórmula del fantasma $ ◊ a.

Fíjense cómo del primer movimiento, donde el bebé era el falo del Otro, un objeto al servicio del deseo o del goce del Otro, si acepta dejar de ocupar ese lugar y esa pérdida del ser, gana como sujeto del deseo. Lo decimos, por ejemplo, con el objeto oral: si se pierde el pecho en el destete, se abre lugar al apetito. Para que haya apetito, tiene que haber una operación de pérdida. Por eso Lacan, que le gustaba mucho ironizar, un día dijo “Pobres los ricos”, porque como están llenos de objetos, les falta la falta, lo que constituye nuestra esencia como sujetos deseantes.

El problema es el siguiente: ¿Cómo viene al consultorio alguien que viene a demandar análisis, en el campo de la neurosis? Viene con su inconsciente constituido, pero ocurre que el ser humano no soporta muy bien esa falta. Étienne de La Boétie, un pensador, escribió un libro que no publicó en vida porque lo hubieran liquidado, acerca de la servidumbre voluntaria. Él formula esta pregunta: ¿Cómo puede ser que haya tiranos? Y dice que solo hay tiranos en la medida que hay otros dispuestos a soportarlos. ¿Y cuál es el beneficio de soportar a un tirano? El tirano promete, con su dedo sabio, que él sabe a dónde hay que ir. Y la historia de la humanidad nos muestra situaciones increíbles. ¿Cómo puede ser que el 95% de los alemanes, el pueblo más culto de Europa, a un delirante paranoico como Hitler? ¿Cómo pudo el pueblo italiano con toda su historia, su relación con la estética, seguir durante décadas a Mussolini? Y con la realidad argentina mejor ni me meto. Entonces, el neurótico vuelve a retroceder y se ofrece como objeto para sostener al Otro:
Y nos postergamos como sujeto del deseo ($). Un ejemplo clásico: un analizante se recibe de arquitecta. Venía hablando de su sueño de irse a Europa a ver todas las construcciones romanas, góticas, neoclásicas… Para ella, un viaje soñado. ¿Pero qué le pasa? Viene a la sesión angustiada: “¿Pero cómo me voy a ir? Pobre mamá, ¿Cómo la voy a dejar?” Se está ofreciendo en el lugar de objeto para sostener al Otro, con el riesgo de postergar su deseo. En este caso hay angustia, pero no siempre ocurre eso. Si el sujeto no se da cuenta no se da cuenta que está en este lugar, puede seguir preso durante años. Es función nuestra y del análisis ayudarlo a que descubra dónde está retenido, donde está preso. Ejemplo simple: “Vivo con una mujer que me maltrata todos los días, pero no la puedo dejar”. Rápidamente surge en análisis que del mismo modo lo maltrataba su padre en la infancia. Es decir, sigue queriendo estar en ese lugar de sufrimiento, pero que para él es un lugar de protección. Solo se va a convertir en angustia (angst, en alemán), en angustia señal, cuando algo se le convierta en anuncio. Un anuncio que le diga dónde está encerrado.

Supongamos que somos espectadores de lo que sucede en una cárcel, como en el texto del tiempo lógico de Lacan. Supongamos que hay 10 presos que están en cadena perpetua y bueno, el ser humano es capaz de acostumbrarse a cualquier cosa. Ocurre su vida cotidiana en ese espacio, pero de pronto viene el Director de la cárcel y les dice “La semana que viene, 2 de ustedes van a salir en libertad”. Podemos aportar que a partir de ahí, empieza la angustia. Sören Kierkegaard, en su libro “El concepto de la angustia”, lo dice así: la angustia surge cuando la libertad se anuncia, pero nada la asegura.

Como se trata de una lógica para el sustento de una clínica ligada a la angustia, el camino más corto para mostrarlo en un cuadro clínico esto que acabo de señalar, que resume la diferencia entre Freud y Lacan. Para Freud, la castración era una amenaza y era la castración del órgano. En el esquema que vimos antes, la castración es la castración del Otro, y en lugar de ser una amenaza, es una oportunidad. La angustia señal, si el analista sabe acompañarla, es la oportunidad de acompañar a nuestros analizantes a un efecto de liberación. Liberarse de ese lugar de sujeción al Otro para poder instaurarse como sujeto del deseo. ¿Se advierte la diferencia de lo que es una vida transitada de un modo o del otro?

El caso Juanito, es el más clásico de todos. Juanito es presentado como un clásico historial de fobia, pero como toda fobia, lo que antecede es la angustia. Una crisis de angustia. Una mala lectura del caso como la de los postfreudianos diría que la angustia de Juanito es porque nació su hermanita. Pero la angustia surge un año y pico después de que surge la hermanita. Empieza en el mismo tiempo que Juanito comienza a toquetearse el pene, a sentir la cosquillita en el órgano sexual. El relato comienza con las anotaciones de un padre que era un admirador de Freud, como una contribución a la investigación, pero en realidad era el marido de una histérica que se había analizado con Freud y muy lejos no había llegado. Porque cuando Juanito le pregunta a la madre si también tiene una cosita de hacer pipí, ella le dice que tiene. Y cuando Juanito insististe con el wiwimacher, entonces la madre le dice “qué porquería”. ¿Por qué qué porquería? O sea que el padre de Juanito vuelve al analista a decir que le arregle a su mujer y las consecuencias: un hijo con fobia que no puede salir a la calle por miedo a los caballos. Esa fobia se le instaura después que él tiene un sueño donde él está solo, sin que la madre lo acaricie, lo cual hace que muchos analistas se confundan y crean que la angustia surja ante el hecho de quedarse solo. No, es exactamente al revés. Ese sueño, como formación del inconsciente, le está diciendo que él podría estar por el mundo sin estar todo el tiempo pegado a la mamá. Y no le surge en cualquier momento, sino cuando su pitito, mediante la excitación, le anuncia que en vez de ser él todo un objeto goce de la madre, podría tener su propio objeto de goce. Es lo que representa lo que Winnicott descubrió de un modo genial como el objeto transicional. ¿Qué es esa mantita, o esa muñeca rota que la nena no quiere cambiar por otra mejor? ¿Qué son esos objetos que el Otro no le gustan? Son sustracciones de goce al Otro. Por primera vez, el chiquito o la chiquita pueden decir “Yo tengo mi propio objeto de goce”. Así surge la angustia, y se trata de un padre teórico que no interviene. Como dice Lacan, “Zeus sin el trueno, no es Zeus”. Un gran poeta, Vinícius de Moraes, lo decía de este modo: quien no escuchó roncar a su madre, no sabe lo que es tener padre.

¿Qué le decía el papá de Juanito a Juanito? “Juanito, ¡no te tires en la cama donde está tu mama, porque eso no está bien, lo dice el Profesor Freud!”, y Juanito que era muy pillo le decía “Te propongo un negocio: vos te vas con tu mamá, yo me quedo con la mía”. ¿Así se interviene? Este es el papá de Juanito, un papá al que Juanito ya no sabía cómo hacerlo reaccionar. Dice Lacan que cuando Juanito le pega en la barriga al padre, es para ver si reacciona. No estoy diciendo que hay que maltratar a un chico, de ningún modo, sino que hay veces que es necesario poner límites. Si uno quiere ser padre o madre, no puede quedar anclado en el fantasma de querer que todos te amen. Tenés que aceptar que también te odien. Hay analista que quieren que los amen. Entonces después vienen a controlar y cuentan que el paciente le debe tanto dinero, otro le debe otro tante. Creen que si no cobran van a ser amados. Están equivocados, porque en un tiempo van a cosechar el odio del fracaso del tratamiento y además se van a quedar sin el dinero.

Hay 2 frases de lacan que definen bien la estructura de la angustia. Freud dijo, para diferenciar angustia de miedo, que en el miedo hay un objeto. Uno puede tener miedo a que caiga una bomba, como dijo en el caso de Melanie Klein. Pero en la angustia no hay objeto, dice Freud, aunque algo hay.

Lacan dice que la angustia surge ante el deseo del Otro. Para que surja ante el deseo del Otro, primero hay que cortar el goce con el Otro, sino no surge. Ese es el tiempo del anuncio. Es decir, el preso descubre que está en ese lugar porque lo comanda el deseo del Otro.

La segunda frase de Lacan es, a contrario de la Freud que dice que la angustia es sin objeto, Lacan dirá que la angustia es con objeto. ¿Y cómo lo entendemos? La angustia surge cuando el sujeto se da cuenta de que él está como objeto, a merced del deseo del Otro. Ahí se juntan esas 2 frases. ¿Qué hace un analista que acepta esta lógica que estoy exponiendo en un paciente que llega a ese tiempo de angustia señal? No hace el encuadre kleiniano rígido, no comparto. Si es posible, sin medicación.
  • Si la angustia es desorbitante, como diría mi maestro Pichón Riviere, le daremos una medicación. El mínimo y necesario para que pueda seguir hablando.
  • Pero si es posible y sin medicación, entonces le hablaremos por teléfono, le daremos 2 sesiones en un día, le damos una sesión al día siguiente. Porque de lo que se trata es ayudarlo a que pase. La angustia es señal de que se está frente a un umbral.
  • Tenemos que enseñar a nuestros analizantes a que no desesperen, a decirles incluso que no es malo que tenga esto, que no se desespere, que juntos lo vamos a transitar. Es muy importante que el analista no retroceda.
En Juanito, la angustia hace que Juanito no siga el modelo del padre, sometido a una mujer. Eso sería asesinarlo simbólicamente.

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre Freud y Lacan?
I.V.: Cuando yo mencioné lo de la angustia señal, tanto Freud y Lacan hablan de angustia de castración. Coinciden en eso. Freud explicita la cuestión de la castración en función del órgano y con Lacan pensamos que está mucho mejor expuesta cuando habla de la castración del Otro. Pero tengamos presente de que fue Freud que estableció las equivalencias simbólicas niño = falo. Es decir que Freud entendió que salir de ese lugar de falo imaginario del Otro es un equivalente de la castración. Es decir que Freud no es unívoco en ese aspecto. Lo que pasa es que si nos quedamos solo con la castración del órgano, que sería la castración en el tener, nos perdemos algo que nos dice la clínica, que es entender mejor esa castración del Otro, que además tiene un valor ético.

Un valor ético que en la clínica, es decir, que para no hacer análisis melancolizantes tenemos que aprender a distinguir cuándo se trata de la intervención equivocada del Otro real y cuándo se trata de la respuesta equivocada del fantasma del sujeto. Sino, lo que haremos siempre es culpabilizar al sujeto. Si un paciente nos dice que la madre siempre le dijo que quería abortar y que nunca naciera, siempre le dijo que todo lo que hacía estaba mal, el paciente responde a eso de una manera comprensible: desconfía de todos. Una intervención equivocada sería decirle que lo que una escucha es que él desconfía de todos y que así no se puede vivir. Otra intervención sería decirle que con una madre que le dice eso, ¿Cómo usted no va a ser desconfiado? ¡Qué problema que tenemos! ¿Cómo haremos para que usted tenga confianza nuevamente? Es diferente. El analista distingue qué es lo que está relacionado al Otro real y qué es lo que corresponde a la posición equivocada del sujeto. Es decir, plantear la castración del Otro es entender que en el origen no está el gen. No se nace siendo un chico con desatención. Un chico con desatención, la mayoría de las veces, es un chico que está sobrecargado de conflictos en su casa. Los que trabajan en los colegios lo deben saber. Cuando se quiere resolverlos con la ritalina o apelan a una cuestión de genes, es porque eso sirve, además del negocio farmacológico, para desentenderse de la responsabilidad del Otro que está en juego. Es decir que pensar la angustia señal como castración del Otro nos permite avanzar en cuestiones que también Freud dijo, aunque de un modo menos explícito, hacia una clínica que tiene un mejor valor ético. Un valor ético sostenido.

Pregunta: En la clínica, a veces cuesta encontrar esto de la angustia como anuncio. Quizás en el caso Juanito es más claro, ¿Podrías precisar más acerca de ese momento?
I.V.: Hay un relato que es muy bueno del que Lacan dice unas palabras en el seminario de un Otro a un otro. En la parroquia lacaniana se ha difundido: el caso de Arpad de Helen Deutsch, de la fobia a las gallinas. La viene a ver a ella un jovencito cuya familia lo manda por ser homosexual, pero a él eso no le molestaba. Cuenta sus angustias y en el relato, Helen Deutsch sabe que eso no viene así nomás, cuenta que en su infancia tuvo una historia que fue la siguiente. Arpad era el hijo menor de una familia que vivía en una granja en el campo y la madre acostumbraba a llevarlo al gallinero. La madre le ponía el dedo en el orificio a las gallinas a ver si estaban por poner un huevo o no. Él iba con la madre a hacer eso y entusiasmado por ese gusto de la mamá que él percibe, él empieza a disfrutar con que su mamá le empiece a meter a él un poco el dedo en la cola. Arpad empieza a hacer caca y le da forma de huevito, la deja por distintos lugares de la casa y no entiende por qué la mamá se enoja. En ese jueguito de ir con la madre al gallinero, que la madre le toque la cola, pasa los años hasta que su hermano mayor, obviamente lleno de celos, lo toma un día de atrás y le dice “Yo soy el gallo, tú eres la gallina”. En ese momento llora desconsoladamente y tiene su primera crisis de angustia, que luego se convierte en una fobia a las gallinas. Imagínense que viviendo en el campo, es un gran problema. ¿Qué es lo que significó esa frase del hermano de “Yo soy el gallo, tú eres la gallina”? La respuesta de él en el medio de la angustia fue “Yo no seré una gallina”. Lo que le dijo el hermano, tomándolo de atrás, le funcionó de anuncio: ese lugar que él tenía con la madre, tenía un precio: no vas a llegar nunca a gallo, vas a quedar como gallina.

Ese es un ejemplo de anuncio. Es un relato muy paradigmático, se ve muy claro. Otras veces suceden con cosas más simples de la vida cotidiana. A veces puede suceder que de pronto alguien pierde una relación y recién ahí está disponible para interrogarse qué hizo él/ella para merecer eso. Se convierte en un anuncio que lo dispone para poder interrogarse. ¿En qué lugar estaba yo en esa pareja? El otro día me contaban de una relación de pareja donde el caballero empieza a sentirse mal cuando empieza a sentir que su mujer se enamora del jefe y no quiere saber más nada de él. Recién ahí se empieza  a preguntar cómo era su relación con esa mujer. Él bañaba a los hijos, hacía la comida, los llevaba al colegio, hacía la cama. Era una madre. ¿Qué mujer se puede calentar con mamá? Pero pudo recién empezar a interrogarlo cuando su mujer le dijo que le gustaba otro hombre. Nosotros le damos la bienvenida a la angustia, pero los pacientes muchas veces dicen que ya no pueden retroceder. Dicen que si sabían que el análisis les traía esto, no hubieran venido. Es como si prefirieran haber quedados presos y mejor enterarse a los 20 que a los 60.

Pregunta: Más allá de la supervisión y el análisis propio, ¿Cómo se puede posicionar el analista frente a su propia angustia por una situación del análisis?
I.V.: Es un caso donde se han invertido las posiciones. En lugar de que el analista esté en el lugar adecuado, se han cambiado los lugares y de pronto el analizante pasa a ocupar el lugar que debería ocupar él. Ha perdido su lugar. Eso nos pasa a todos en algún momento, lo importante es registrarlo y no hacer esto que es una trampa típica: salir del consultorio, o peor si trabajan en sus casas, y hablarlo con la pareja. Uno queda tomado por la angustia y contamina su ámbito familiar. Nuestra tarea es insalubre y si les pasa eso mi consejo es este: no salgan tan rápido del consultorio. Se sientan en sus cómodos sillones, miran la foto de Freud… ¿Saben por qué tenemos la foto de Freud? Porque podemos decir Freud me ama a mí más que a otros. Caminan, se calman un poco y tratan de recordar en qué momento el discurso del último paciente o del anteúltimo les empezó la angustia. Y les va a ir mucho mejor con los pacientes y con sus familias.

Pregunta: Me gustaría escuchar una breve mención de la diferencia entre angustia y ansiedad.
I.V.: Yo suelo plantear que la angustia para nosotros es esta angustia señal, es este umbral. También tenemos la angustia automática, que es ante un hecho actual. Cae una bomba y luego el recuerdo de eso funciona como trauma y precisa elaborarse. Freud clásico. Lo que se suele llamar ansiedad no es lo mismo que la angustia señal. Es una respuesta en el yo de una sensación de displacer por un apremio al que el sujeto no puede responder. No tiene letra para responder. Puede ser un apremio que venga de la realidad o que devenga de las pulsiones, o que devenga del superyó. hay algo que en su cotidianidad está desencadenado, que lo apremia por una respuesta que no puede encontrar. De ahí podemos entender 2 posiciones distintas: un psiquiatra clásico va a dar medicación para disminuir esa ansiedad al mínimo posible. Es como que a un médico uno lo vaya a ver por un intenso dolor de cabeza y le da una aspirina. Puede calmar el dolor, ¿pero si ese dolor de cabeza tuviera que ver con algo más grave? Está arruinando algo que está indicando que eso está a resolverse y la medicación no es una buena respuesta.

miércoles, 22 de febrero de 2017

El sueño de Hans: fundamento de la clínica con niños

Apuntes de la conferencia dictada por Cristina Marrone, el 11/08/2015)

Les voy a hablar del sueño en los niños, o mejor dicho, algunos acentos sobre el sueño en los niños, porque el tema es vasto, enorme y tengo que recortar mi interés por el tema. Hoy quisiera hablarles de algunos ángulos que son importantes para pensar el sueño en los niños. Y les voy a hacer una referencia muy breve al sueño de Hans, junto a otros sueños que voy a nombrar que ustedes seguramente habrán encontrado en las conferencias de introducción al psicoanálisis cuando Freud retoma el sueño de los niños, allá por el año ’17.

El sueño de los niños son legalizados como tales, en la interpretación de los sueños, pero Freud los retoma en la segunda vuelta de su obra y yo creo que como analista, si elegí primero el juego y después el sueño, no es solamente porque el tema de los niños y la clínica con los niños me interrogó desde muchos años atrás, sino porque estimo que este tema que no queda encerrado en la clínica con los niños. No hay ninguna especificidad en cuanto a la clínica con los niños y el modo de pensar el juego y los sueños es un modo de pensar que abre a la práctica del psicoanálisis. Quiero decir, no me quedo con los niños, aunque sí estos sueños son de niños. Pero son de niños pero también acompañan el análisis de un neurótico adulto hasta el final del análisis. Los sueños son un enigma profundo que me ocupé de trabajar e investigar.

En la Conferencia 23, de esas conferencias en la etapa media de la producción freudiana, Freud tiene la sagacidad de decir que la infancia es el momento de la vida en que se produce la impronta de los acontecimientos o vivencias que constituyen el núcleo de los síntomas. En su lengua alemana, lo que observé es que Freud utiliza, en esa Conferencia 23, no es el sustantivo “vivencia”, sino el verbo “vivenciar”. Freud nos dice que en la vivencia del día, concluyen también las que corresponden a la pre­historia y que entonces las vivencias son transformadas por el vivenciar que un niño produce​. Esta es la expresión de Freud, pero yo me animo a comenzar diciendo que ese vivenciar que un niño tramita no es otra que una operatoria lúdica.​O sea, un niño no es un receptáculo vacío de las vivencias que le caen encima en su vida, sino que el niño es el que puede disponer de una operatoria lúdica si las cosas marchan bien, para transformar o vivenciar lo que vivencia en su vida cotidiana. Entonces, junto a esta Conferencia 23, que es una perla en el psicoanálisis, Freud introduce una pequeña mención que no explicita: los sueños de los niños encierran una clave.​No nos dice cuál es esa clave, pero se transformó en pregunta para mí en mi práctica en una especie de faro que iluminó: ¿Por qué es una clave? ¿Qué clave? ¿Por qué hay tan poco dicho sobre los sueños de los niños? Y sin embargo Freud dice que es una clave...

Un niño que juega instituye la repetición.​ La repetición es un concepto del psicoanálisis y yo lo subrayo. Se instituye la repetición y se pasa por repetidas veces el transformar las vivencias que lo agobian. Porque en esas vivencias suele haber demasiado peso para un niño. Dicho de otro modo, mencionando el juego, la repetición es la columna vertebral del juego. Si llamo al juego operatoria lúdica, estoy nombrando al juego de acuerdo a como lo nombro, es operatoria porque transforma: transforma “lo demasiado” de las vivencias en otra cosa,​que veremos después cómo podemos nombrar. Entonces, la repetición es la columna vertebral del juego pero al mismo tiempo es el puente entre juego y sueño​. Con el juego el niño enfrenta las vivencias que lo agobian en las que consta la acumulación de goce. Entonces, si la repetición es un puente entre juego y sueño, enfrenta la acumulación de goce en la misma repetición, por eso es una operatoria, pero también tendremos que apreciar que la repetición consta de manera central en el sueño de los niños​. Y debo decir que si el juego me hace pensar que el niño ejercita un pasaje, una transformación de una acumulación de goce, debo agregar que en el sueño hay otro pasaje para un niño. Los niños sueñan porque juegan, pero con su sueño establecen el paso del cuerpo al sujeto​. Deberemos decir qué estatuto de sujeto, que suele confundirse bastante entre los mismos psicoanalistas. Quiero destacar que el sueño del niño es tan importante y tan central como para decir que establece el pasaje entre el cuerpo y el sujeto y que ese paso es fundante del sujeto mismo​.

Esta clave que decía Freud, pero que no decía en qué consistía en la Conferencia 23... Los niños sueñan porque juegan. Estos sueños simples merecen ser honrados porque llegan hasta el fin del análisis y siempre le recuerdan en acto al ser hablante, acompañan el trabajo de transferencia y llegan hasta el final del análisis. Los analistas formados en las enseñanzas de Lacan estamos atentos a las cuestiones de final del análisis. Podemos advertir que estos sueños breves, simples, aparentemente simples, son tan nodales en la vida de un señor grande que llega hasta el final del análisis. Entonces, merecen ser honrados porque llegados hasta el final del análisis resguardan ese instante del despunte del sujeto. Estoy hablando del despunte del sujeto en tiempos instituyentes, ya lo voy a volver a mencionar. Entonces, repetición, saber y goce son columnas vertebrales del sueño en los niños​.

Daré un paso más, ya que no todos los niños juegan y no todos los niños sueñan. Recurriría, aunque sea rápidamente a cierta mención del S. XVI (De otro a un Otro), ahí donde Lacan destaca montado en los 3 registros de la experiencia, simbólica, imaginaria y real. Es inexacto pensar que Lacan se ocupó de lo simbólico en la primera parte de su enseñanza. En el seminario XVI y muy posteriores a ese, Lacan vuelve a retomar lo simbólico. Por ejemplo, en el S. XVI Lacan dice que lo simbólico no solamente implica un efecto liberador como el que acostumbramos a reconocer en la interpretación o en la estructura de un chiste. Ahí está lo simbólico liberador, uno hace un chiste y se produce un efecto liberador porque allí emerge por un instante el sujeto, el sujeto mirado desde lo simbólico. Pero la liberación del registro simbólico es solo un ángulo: Lacan nos dice en ese S. XVI que no es el único efecto, que también lo simbólico, mientras hablamos, hablamos y hablamos, el goce se acumula​. O sea, hay una cantidad de goce que aunque hablemos, se acumula y eso produce efectos en cada uno, aunque no los sepamos distinguir. Sí lo sabemos distinguir cuando vamos a un análisis. Entonces, lo simbólico produce un efecto liberador del sujeto, pero también lo hace acumular goce. Esto lo dice Lacan en el S. XVI. Lo voy a decir muy simple y muy breve: ustedes saben que Lacan habla del Otro como en lugar de la palabra. A veces lo escribe tachado, otras veces no. La barra es por la castración y otras veces lo trabaja sin la barra. Muy brevemente, Lacan dice que el objeto que se recorta (como una porción de goce que se recorta), que entre el Otro (el lugar de la palabra, del lenguaje, que tiene varios valores) y ese objeto a, que puede ser pensado al objeto a como goce, pero también podemos decir que para el Otro, lugar que corporiza una madre por ejemplo... Ese Otro hace cuerpo, corporiza, el niño ocupa ese lugar de objeto a.


A→a

Para el Otro, el niño ocupa el lugar de objeto a​. Si me ocupé de marcarles esto es para decirles simplemente que Lacan señala que puede haber, entre el objeto y el gran Otro, conjunción o ​disyunción. Hay separación o conjunción entre el objeto y el Otro. Esto lo digo porque el niño entra en el campo del lenguaje por ese ángulo, siendo objeto para el Otro que lo preside en el campo del lenguaje. Entonces, ese niño puede tener determinados destinos, lo sabemos todos.

Hay un niño famoso, el niño de las gallinas​, un niño que se tornó en un paradigma de una madre que lo atrapaba en su goce, por lo tanto es un ejemplo paradigmático de conjunción del niño y el Otro. Cito al niño de las gallinas porque pienso que justamente es un niño al que podemos poner en un lugar de oposición o diferencia con el pequeño Hans​. En “Infancia e Historia” hay un capítulo que yo aprecio de modo especial y tiene algunas frases que me gusta transmitir. Una de ellas es, hablando del juego y de la diferencia entre juego y rito: dice que los niños juegan para olvidar lo sagrado. Esto quiere decir que el niño de las gallinas, en conjunción con el Otro, no puede olvidar lo sagrado. Es más, me indica que no juega, está atrapado en una escena ritual fija, donde el goce no se pierde y donde el goce entre él y la madre no se pierden. Entonces, traigo estas clases para indicar que los niños juegan para olvidar lo sagrado. Lo que diferencia al niño de las gallinas de Juanito es que Juanito fue capaz de jugar y de soñar.​Él pudo producir con su sueño la disyunción que le permitió despuntar como sujeto. No sé si está claro que el niño de las gallinas quedó atrapado en un cuerpo y que Juanito despuntó como sujeto... Yo diría que Juanito no solo fue un niño que jugó, pero cuando se instaló su fobia se interrumpió su juego.​No sé si podemos entender ese lugar absolutamente nodal del juego para la estructura del ser hablante. Es un niño que jugaba, tenía amiguitos y cuando se impone la fobia deja de jugar y vuelve a jugar después de la intervención de Freud. Pero yo no quería detenerme en esto, sino en lo que yo sitúo como el primer sueño de Hans​. Un día en Viena, ya cursando la fobia, Juanito sueña y le dice a sus padres su sueño, que es para mi gusto, paradigma del sueño de un niño:


“Estoy solo... Completamente solo con Marield”

Este sueño es una pequeña joya para ver lo que es el sueño de un niño. Juanito acá nos deja el testimonio de sus 2 posiciones. “Completamente solo con Marield” es una de estas posiciones. Entendemos que allí Marield, esa niña grande viene al lugar de la madre (sin forzar clínicamente nada). Me interesa que puedan advertir que allí está mostrada la repetición, porque el término “solo” se repite.

En la posición de “completamente solo con Marield”, Juanito revela su posición de objeto. Si damos un pequeño paso para ver lo que ya dije del S. XVI, la posición de objeto es que está completamente solo con el Otro, o sea que hace conjunción. Su lugar es de objeto en el campo del lenguaje. Esa es la presentación que hace Juanito de sí. Pero Juanito va por más, no se queda allí, porque descubrí después de haber leído muchas veces el historial, es que no es lo mismo el primer “estoy solo” que el segundo “completamente solo”. Esto es lo que la repetición siempre es repetición de que la diferencia no se está señalando​.

Entonces, Juanito se afirma como sujeto cuando dice “Estoy solo”, donde está en disyunción con el Otro. Si en la segunda parte está como objeto, en la primera parte podemos suponer el despunte del sujeto en el campo del lenguaje, un sujeto incipiente pero es un sujeto que despunta del cuerpo, que emerge como en otro estatuto para la vida​. Ya no es ese cuerpo pulsional de antes, sino que se dice de otro modo: sujeto. Entonces, yo diría que al soñar un niño, establece una disyunción con el Otro. Establece un pozo con el Otro. La separación con el Otro es imprescindible para que haya un estatuto de sujeto naciente. Yo creo que con lo que dije hasta acá es suficiente para seguir abordando lo que la clave del sueño de los niños encierra. Habíamos dichos que esos sueños son breves, aparentemente simples pero encierran un enigma.

Me voy a ocupar del saber en el sueño de los niños. Yo no sé si ustedes tienen presente esto, pero los sueños de los niños no se interpretan​. Marcan una orilla de la clínica psicoanalítica: en una orilla, los analistas interpretamos el sufrimiento del sujeto que nos viene a consultar. En la otra orilla no interpretamos, no quiere decir que no hacemos nada, porque para algo vienen. Pero tenemos que generar modos de abordajes, porque es un sufrimiento que no se corresponde con la interpretación. La interpretación asienta su eficacia en lo simbólico exclusivamente.​Entonces, si les estoy diciendo esto es porque estoy abriendo el tema del saber en el sueño de los niños, porque hemos aprendido que el sueño de un adulto es la via regia, dijo Freud, hacia el inconsciente. O sea, la cuestión del sueño nos plantea de lleno la cuestión del saber inconsciente. El sueño no es el saber inconsciente, sino la vía regia, el camino hacia el saber inconsciente. Pero la pregunta que yo les hago es: ¿Y entonces? Si los sueños de los niños no se interpretan, ¿cómo es esto del saber en el sueño de los niños? ¿Qué estatuto tiene el saber? ¿Es el saber inconsciente, es el saber de la consciencia? ¿Qué clase de saber es?

Pregunta: ¿El saber cómo real, como que marca un punto donde se puede ir y volver?

CM: diríamos que sí, que toda la clínica con los niños nos enfrenta al estatuto de lo real de la clínica. Por ejemplo, el sueño de Hans, es indudable que ahí está la repetición. Eso es lo que traté de trasmitirles de modo muy sencillo. ¿Por qué hay algo de lo real? Porque acá están estos puntos suspensivos [ver oración del sueño de Hans]. O sea que el hecho de que la repetición haga su trabajo y planteé una diferencia entre sueño, es lo que me permite pensar que allí el sueño desemboca en lo real, que para que surja el sujeto como sólo acá, este sujeto incipiente que acompaña, que va transitando hasta fin del análisis en la transferencia, ocurre así porque aquí hay una desembocadura en lo real. Es en eso que llamé “pozo” hace un rato, es lo real mismo, lo real perdido. Es decir, que surge porque algo de acá (del A) se perdió. Perdió la conjunción con el Otro. Se perdió algo de goce y surge algo nuevo, que es este sujeto que llamamos “el despunte del sujeto”. Pero cuando yo lo llamó así, es porque acá se perdió una porción de goce y al perderse se generó un vacío, que es un vacío lúdico al mismo tiempo, y que es lo real lo que permite que surja. Lo real es la perspectiva, no solamente un registro, del surgimiento de lo nuevo en la clínica psicoanalítica. Lo nuevo no solamente viene por lo simbólico, el efecto de lo nuevo también viene por lo real, pero quiero avanzar.

En unos artículos que mencioné en las convocatorias clínicas, de 1925, uno se llama “Los límites de la interpretabilidad de los sueños”, el otro “La significación ocultista de los sueños”, en realidad no son artículos, porque tienen una página y media cada uno, que eran notas adicionales que Freud quería incluir en la interpretación de los sueños. Es interesante ver cómo Freud aborda el límite de la interpretación de los sueños y hace mención al sueño de los niños. Los sueños de los niños constituyen la excepción a la interpretación. Cuando Freud habla de qué constituye ese límite, dice que en ese límite hay motivos pulsionantes y hay una presión de resistencia en juego. El encuentro con ese límite exige, piensen en el ombligo del sueño cuando llegamos a ese límite, Freud dice que no podemos avanzar. Lacan dice que sí, esto es una cuestión a considerar importante. En el límite de la interpretación nos encontramos con motivos pulsionantes. Freud no dice “goce”, porque ese término es de invención lacaniana, no es de Freud. Pero dice “motivos pulsionantes”, no “pulsión”, de una presión que hace resistencia​. Presión es fuerza, no dice que es la estructura de la pulsión lo que nos encontramos en el límite de la interpretación. Está diciendo que es la fuerza de la pulsión, que es uno de los elementos de la pulsión. Esa fuerza de la pulsión, eso que es un puro real, es a eso que en definitiva que con unas cuantas vueltas, dada por su producción teórica Lacan comenzó a llamar goce. Cuando hay límite a la interpretación, estamos tocando un núcleo de goce. Ese núcleo de goce no puede ser enfrentado por la interpretación​. Pero el sueño de los niños nos indica que hay una operación a hacer, que es posible hacer algo.


Yo no me olvidé que empecé hablando del saber, porque la pregunta es cómo es posible que llamemos saber a la frase del sueño de un niño. Es decir, si les destaqué los motivos pulsionantes, si destaqué esa presión o esta fuerza de la pulsión en este punto de límite... Entonces estos motivos pulsionantes o núcleo de lo real, algo tiene que ver con el sueño de un niño. ¿Qué es lo primero que tenemos que decir? Que la frase del sueño de un niño parece simple porque se ofrece simplificada. No necesitamos interpretar, ahí la tenemos a la vista, al desnudo, sin disfraz. Pero diría que estos motivos pulsionantes deben ser pensados como que si ahí está, también podemos pensar que el sueño de un niño nos pone a la vista ese núcleo de lo desconocido, de lo radical de lo desconocido.​


Entonces, aunque parecen simples, nos hacen asomar a algo que llamamos radicalmente desconocido, lo desconocido. Estos sueños simples nos enseñan que se asoma a otro estatuto del saber​. Por ejemplo, les voy a recordar, además del sueño del pequeño Hans, del niño que va de paseo y que le dicen que va a llegar al refugio de Simoni, en uno de los montes de la campiña vienesa, y resulta que no lo llevan hasta el monte, pero entonces él sueña al día siguiente... Saben ustedes que los restos diurnos están en el corazón del sueño del niño. En el sueño de un adulto, los restos diurnos se acompañan de muchísima figurabilidad, pero en el sueño de los niños no. En el sueño de Hans y en el sueño del niño que le prometieron ir hasta Simoni, no lo llevaron y entonces él sueña al día siguiente “Estuve pensando anoche...”. Los niños no dicen que sueñan, sino que piensan y eso está en los textos de Freud. “Estuve pensando anoche que estuvimos en Simoni”. O sea, no lo llevaron, pero él se sueña en Somoni. Para Freud, Ana Freud con su sueño. Entonces Ana Freud, que sueña con presas cuando está a dieta, fresas silvestres, papillas... Estaba a dieta pero ella soñó con todas las exquisiteces de la cocina. Por último, la niña que estaba atraída por el vecinito, un niño de 12 años que lo lleva la familia a Freud. El niño era más grande que ella, se paran en una vidriera donde veían chocolates y entonces dice “He soñado que Emilio (el niño) era uno de los nuestros y que mamá ponía tabletas de chocolate envueltas en papel azul y verde debajo de nuestras camas”. O sea, el vecino era uno de los suyos y la mamá había puesto chocolate debajo de las camas. Entonces, todos estos sueños nos dicen el estatuto del saber. Lo voy a decir así, ahora desde el ángulo del sentido: es una frase que se despliega con un sentido opuesto al que el sentido de la vida diurna marcaba.​Emilio era un vecino, no era hermano. Los chocolates quedaron en una vidriera con paquetes azules y verdes. O sea, la niña sueña con un saber consabido , acá subrayo esto para hablar de los estatutos (ver nota 1) del saber del psicoanálisis... Parece que fuera un saber consabido, que en realidad lo dice con palabras del código compartido, o sea que es un aparente saber consabido, pero no es, porque el sentido de la frase es opuesto al sentido recibido. Vamos con Emilio el vecino a pasear, vemos los chocolates, mamá quiero chocolates, no. ¿No es cierto? O sea, indudablemente, aunque parece un saber de la consciencia, o consabido, no es un saber consabido. Entonces, si son paradigmas estos climas que acabo de decir, ¿Qué es? Si no es un saber de la consciencia, si no es un saber consabido, si permite el despunte del sujeto o implica el despunte del sujeto, ¿Cómo podemos llamar a este saber?

Hace un rato hacíamos referencia al saber inconsciente, entonces, saber consabido es un estatuto del saber y saber inconsciente es el que Freud nos ofreció para siempre a la cultura de los seres hablantes, que es el saber inconsciente porque es un saber no sabido. No está a disposición del sujeto. Ese es el saber al que abren los sueños de los adultos cuando un neurótico nos trae un sueño y decimos “¿Qué se le ocurre?”. Lo dejamos hablar y los pasos que va dando nos va señalando el despliegue de la cadena de los significantes con el saber inconsciente, no sabido.

Entonces yo les digo que la frase del sueño de un niño no es una frase de la consciencia, pero tampoco puede llamarlo una frase como despliegue de un saber no sabido​. O sea, lo esencial de esto es poder pensar que el inconsciente se produce en un análisis, pero se produce en análisis a lo largo de la vida de un sujeto. Se produce para nosotros netamente en un análisis, en la transferencia. Pero lo que nunca podemos decir es que el sueño de un niño, ese que nos ofrece a un sujeto en estado naciente, nos ofrece al sujeto en cuanto a un saber inconsciente, o sea un saber no sabido. Por eso, no vale la interpretación. Entonces, ¿de qué se trata? Entonces, propongo pensar esto: este saber no sabido (unbewusste) es el término alemán que significa inconsciente. Lo que Lacan nos ofrece, muy avanzada su producción en el S. XXIV, es la idea de que sin pensar que haya 2 inconscientes, es el “saber insabido”.​El sueño del niño nos permite situar nada más ni nada menos que esta diferencia en cuanto al saber. El saber de la conciencia, no es lo mismo que el saber no sabido y el saber no sabido no es lo mismo que el saber insabido.​Lacan lo dice de una manera que vale la pena recordar hoy: El ubbewustte (saber no sabido, inconsciente) resuena. Un analista debe poder apreciar cuando escucha a su analizante si en lo que dice algo resuena, porque si algo resuena es que estamos en el camino de escuchar al significante. Algo está pidiendo cancha, está resonando un equívoco, algo que se dice de un modo, pero podría decir otra cosa. Pero siempre estamos en el registro de lo simbólico. Esto es cuando estamos con un neurótico adulto, donde es posible situar esta resonancia cuando asocia libremente. Es el camino para extraer al significante que será aquel que represente al sujeto. Es reprimido, significante extraído de la represión que hará presente por un instante a nuestro sujeto. Pero acá, este saber in­sabido, ese unbewusste no es el que representa a Juanito con su significante, sino que es este saber in­sabido al que Lacan, en ese seminario que mencioné recién, llama así. Éste es otro modo de nombrar al inconsciente, no dice que sea otro inconsciente, ni que haya 2​. Es otra cara del inconsciente. ¿De qué inconsciente? Del inconsciente desde la perspectiva de lo real. De un inconsciente que hace borde con el cuerpo, porque si el sueño es el despunte del sujeto, es el pasaje del cuerpo al saber in­sabido, a un saber que está pegadito al cuerpo, por eso pegadito a los motivos pulsionales.​Pegadito al goce, del que no voy a tener tiempo hoy... Pero esa frase que aparece en el sueño de un niño compacta, intraspasable, como el muro del lenguaje, en realidad un niño nos lo enseña para el resto de la política psicoanalítica, de que él realiza una operación y que si en vez de pensar que solamente la interpretación es lo que despeja el sufrimiento del sujeto​, si en vez de pensar en la exclusividad de la interpretación, nos abrimos a lo que el sueño nos enseña, llegamos a que aquí hay otra cara del saber. Y yo lo voy a llamar “saber de repetición”​. El sueño del pequeño Hans me lo muestra: ahí está un saber que se muestra, un saber sin disfraz, un saber humilde, un saber de repetición que se constituye por la repetición, que está pegado al cuerpo y que nos dice que a la clínica psicoanalítica también le concierne el cuerpo. Los niños nos enseñan que este saber, que generalmente para saber esto tenemos que acompañar al sujeto durante largos años, pero que estos sueños nos muestran si allí está lo real acumulado como sufrimiento, no solamente por lo que mamá o papá le tiraron encima sin darse cuenta como exceso, sino lo que las generaciones anteriores dejaron ahí​. Lacan lo dice muy bien en el S. XXI, que hay un saber que es empecinado. Por eso les digo repetición, porque la repetición no cesa. Lacan agrega que es un saber de siempre, que es la articulación soportada por las generaciones anteriores​. O sea, que no es solamente lo traumático que los niños reciben por el exceso de la vida cotidiana, sino por la acumulación de goce de más de una generación​. Todo eso que no quedó tramitado como simbólico, todo eso que no quedó despejado. Los niños nos enseñan que jugando y soñando son capaces de reducir esa acumulación de goce que los agobia.

Pregunta: Dijiste que los niños soñaban porque juegan. ¿Podrían explicar un poco más acerca de la operatoria que el juego permite para [inaudible]?

C.M. Los niños sueñan porque juegan. La pregunta de la colega me permite volver al tema de la repetición. La repetición es como la columna vertebral del juego, les dije, y no me dediqué a eso porque si no, no podría haber llegado hasta el tema del saber por cuestión de tiempo. También dije que si sueñan porque juegan, la repetición consta en primer lugar, tanto para el juego como el sueño, pero me permito decir algo más, solamente en cuanto a la repetición. La repetición es el mecanismo prínceps de la estructura de los seres hablantes.​Es el más importante, según Lacan que se apoyó en la obra de Freud de 1920, “Más allá del principio de placer”. La repetición implica que nos analizamos, repetimos, hablamos, hay insistencia del significante y repetición de lo real no ligado, en términos freudianos. Podemos concluir nuestro análisis, pero no porque lo terminemos la repetición cesa. Esto quiere decir que la repetición hace un trabajo por sí sola, y por eso digo que aunque no sepamos que jugamos, seguimos jugando hasta el último día de nuestras vidas, si somos neuróticos, porque no sabemos que jugamos, pero mientras la repetición repite, como procedimiento apuesta a una transformación. Freud me enseñó que ahí está, donde está lo no ligado. Lo enseñó en 1920. Lacan se apoyó ahí y trabajó el tema de la repetición a lo largo de toda su obra, pero centralmente en el S. XIV hasta el final, la conferencia de Yale. El modo en que a mi me gustó el trabajo sobre estas cuestiones para señalar las repeticiones, es que la repetición tiene 2 brazos:​

Hacia el goce: Acumulación de cantidad no ligada, o sea, lo real. La repetición acá va a buscar siempre el encuentro con lo real, que es siempre fallido, porque lo real no se agota nunca. La ciencia da cuenta de ello, pero el psicoanálisis también, pero de otro modo. Entonces, la repetición es una fuerza que jala (dice lacan), que empuja hacia lo real, no porque lo vaya a acabar, no porque lo vaya a agarrar, pero siempre en ese trabajito incansable que es parte del trabajo lúdico, la repetición engancha algún fragmento de ese real y el resto se le escapa. La repetición se dirige a lo no ligado.

Marca, escritura, sujeto​: Cuando pudo recortar esa porción de goce (que no es ni más ni menos que el objeto a que nombré antes), cuando le retiró algo a lo real y produjo un vacío, la repetición con su empecinamiento, permite que en este recorte de esa porción de goce se produzca un vacío. Ese vacío instituye lo que Lacan llamó “una marca”. Esa marca es lo mismo que decir que ahí hay escritura.
Entonces, el sujeto ya no está como un objeto en lo real, tomado como el niño de las gallinas, sino como Juanito: el primer “solo” del sueño es porque hay escritura de la pérdida, el rasgo unario.

Pregunta: En el niño de las gallinas el rasgo unario, en cuanto a lo imaginario, sería la parte masculina...

C.M.: No, justamente el niño de las gallinas quedó allí en el gallinero porque no puede escribir el rasgo que lo inscribe como sujeto.

Pregunta: Pero en la intervención que tiene el hermano en cuanto le dice que “yo gallo, tú eres gallina”.

C.M.: No, pero no escribe, sino que queda tomado... O en todo caso, la impronta de goce queda. Queda la marca, pero no instituye un sujeto como rasgo unario. O sea, la marca no instituye al sujeto como rasgo unario. No es lo mismo marca que rasgo unario. Entonces, cuando yo pongo este sujeto acá, pongo “rasgo unario”. La marca es marca por recorte de goce. Y el rasgo unario es lo que hace el significante que llamamos S1, pero en el sentido de letra. Entonces, ahí si tenemos lo que el sueño de un niño nos enseña. Es el saber que es in­sabido (l’une bévue) porque toca este real que es el saber in­sabido. Es in­sabido pero alienta a la posibilidad de que algo se escriba.​Entonces, lo que nos enseña el sueño del niño es que al goce se lo puede escriturar​. No se lo interpreta con el significante para acotar el sufrimiento que produce. Gozamos cuando hablamos, pero me refiero a la acumulación de lo real del goce. Eso se acumula escribiendo, entonces la clínica psicoanalítica tiene 2 orillas: en una se habla de asociación libre, mientras que en la otra hay que estar atentos a lo que no se dice, a lo que se encuentra en los intervalos de lo que se está diciendo.​Ahí está lo real. El sueño de los niños nos abre a la perspectiva de lo real.

Pregunta: Cuando se habla del saber in­sabido, ¿hay una conjunción entre saber y verdad como en el saber no sabido?

C.M.: No hay una conjunción, porque en realidad hay disyunción para lo no sabido entre saber y verdad, pero también lo que nos enseñó Lacan con los 4 discursos es que el saber pasa al lugar de la verdad, o sea que esto quiere decir algo muy importante, pero que no me voy a meter: si tu pregunta se centra en cómo vemos el estatuto de la verdad, desde el saber in­sabido, te diría que no es que hay conjunción de saber y verdad, sino que la verdad es una verdad varieté, dice Lacan, una verdad en su variación. O sea una verdad impregnada de lo real, una verdad que se muestra, no que se escucha en el equívoco, sino que se muestra.

Creo que me quedó algo en el tintero: cuando dije lo del ​unbewusste,​el saber no sabido, estamos atentos a lo que resuena. Cuando se trata del ​l’une bévue,​ del saber in­sabido, estamos atentos a lo que repercute,​a lo que golpea, porque está cerca de la pulsión. Entonces, la verdad está afectada por ese estatuto de real, no es en conjunción.

Pregunta​: Me interesó esa otra faceta del inconsciente del saber in­sabido, que está casi en el límite de lo corporal, y estaba pensando en el adulto con el tema de las somatizaciones. No del síntoma de conversión, sino de la verdadera somatización como lo que quedó fuera de la cadena significante, la somatización como aquello irreductible de lo real y si cuando ese saber in­sabido repercute y va llegando a un acercamiento con el significante, ¿eso tendría alguna posibilidad de reducir –valga la redundancia­ algo de eso irreductible de lo real?

C.M.: Yo creo que sí, tampoco voy a decir que... Sabemos por nuestra formación y nuestros propios análisis que tenemos el límite y no hay garantía. Un niño suena porque en el Otro no hay garantía. Juanito soñó, pudo establecer una disyunción con su Otro primordial precisamente porque algo falló en la estructura. Esa barra de la castración está, entonces no hay garantía. Yo creo que, al enfrentar a la psicosomática, depende de qué se trata y Lacan en Ginebra menciona a Juanito y menciona a la psicosmática. Entonces yo dije que ahí había algo que valía mucho, porque nombra a Juanito no como lo hacía en el S. IV, sino que lo nombra diciendo que el caballo de Juanito viaja, corcovea, hace ruidos, se cae al suelo, se levanta... O sea, señala los ruidos. Para mí gusto, la psicosomática es un ruido, es un golpe que merece ser escriturado por un analista en transferencia. No es fácil, pero merece por lo menos la chance de escriturarlo.

Pregunta: Había una analista, Nassio, que hablaba de las somatizaciones como forclusiones parciales, que si bien no se podían significantear, se podían abordar desde los bordes.

C.M.: No sé si yo estaría tan de acuerdo con las forclusiones parciales, pero sí estaría de acuerdo con la escrituración posible para la psicosomática. Gracias por la atención.

Notas:
1. Un saber consabido es un saber de la consciencia.