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lunes, 24 de febrero de 2020

La singularidad de la relación de amor en la transferencia

Hoy vamos a hablar sobre la transferencia y el amor. La transferencia es evidencia del inconsciente y para Freud, fue un modo de decir del inconsciente en las vías de la creencia del Otro, ya que el Otro es el representante del inconsciente. Al comienzo de sus investigaciones, Freud ya había tomado en cuenta las diferentes formas de ese lazo discursivo en 2 vías:
  • Una que posibilitaba leer el inconsciente.
  • Otra por el cual se volvía un obstáculo.
En el comienzo de la experiencia analítica estuvo el amor. Es un comienzo que toca la relación entre un hombre y una mujer: Breuer y Anna O. Anna O., paciente de Breuer, tenía 21 años, una formación intelectual importante. Pasando tiempo cuidando a su padre enfermo, desarrolló una tos importante que no tenía explicación. Tenía dificultad para hablar, que terminó en mutismo. Luego decía expresiones en inglés y en su lengua natal era alemán. Cuando el padre enfermó, ella lo empezó a cuidar sin moverse de su cama. Al fallecer, ella empieza a rechazar la comida y se le presenta una serie de síntomas: perdió sensibilidad de pies y manos, tenía parálisis parciales, espasmos involuntarios y alucinaciones visuales. Pasó por cambios de humor e intentos de suicidio. Breuer le diagnosticó histeria.

Piensen que este es un comienzo donde Breuer comenzaba a escuchar pacientes con Freud. Freud era de algunas manera su discípulo. Breuer ayudó mucho a Freud, porque inclusive le dio la posibilidad de un consultorio, de que comenzara a tener pacientes. Fue alguien muy importante para Freud. Entonces, Breuer le diagnosticó histeria a Anna. A pesar de los estados de trance, ella podía hablar de fantasía y recuerdos y ubicó que esto la aliviaba. O sea, el hablar aliviaba.

Breuer llamó a este método como catártico o cura por la palabra. Todo transcurría existosamente en el tratamiento. Iba avanzando, aliviándose los síntomas, hasta que Anna dice estar enamorada del médico. También dijo estar embarazada del médico. Breuer se asusta de este efecto y abandona la cura de esta paciente dejando a Freud a cargo de este tratamiento. 

¿Qué consecuencias tuvo esto para Breuer? Él viaja a Venecia con su mujer y de este viaje nace una niña. Podemos decir, por los efectos inconscientes que estaban allí implicados, que el embarazo anunciado por su paciente se realiza con su mujer. 

Luego de un tiempo, Breuer y Freud escriben un trabajo juntos, donde están los primeros casos de histeria, y despupes de un tiempo Freud se separa de Breuer por diferencias teóricas. Freud va a servirse de este caso de Anna O. y servirse de la transferencia como efecto de la cura. No cree para nada que se trate de un verdadero amor. Ahí nace el psicoanálisis. 

Lacan nos propone, en este punto, colocar la interrogación en el fenómeno de la transferencia. El amor no es la transferencia, sino un efecto de ella. Surge en un segundo tiempo, tras la suposición de saber. La entrada en la transferencia produce el efecto sorpresivo del amor. Lacan va a poner en cuestión el concepto de intersubjetividad y nos dirá que es lo más ajeno al encuentro analítico. En relación a este punto, Lacan nos advierte para evitar toda situación de consuelo, consejo o seducción. Esa intersubjetividad es dejada en reserva por parte del analista para que aparezca la transferencia. El análisis es la única praxis en la que el encanto es un inconveniente, nos dice Lacan. El dispositivo analítico no es un lecho de amor. En el fondo de la relación analítica, se trata de que el analista muestre lo que le falta, lo que le falta en el discurso.

En el terreno del deseo entre un sujeto y otro, se trata de un sujeto y su objeto. Coloca allí el amor y el deseo. El amor está relacionado con la pregunta al Otro, acerca de lo que él puede darnos y lo que tiene que respondernos. No es que el amor sea idéntico a la demanda, pero se sitúa en el más allá de esa demanda, en la medida que el Otro puede respondernos o no, como última presencia. De lo que se trata del deseo es de un objeto, no de un sujeto. Frente a ese objeto, desaparecemos como sujetos. vacilamos, desfallecemos. Con el objeto ocurre todo lo contrario: es sobrevalorado. 

Con estos términos, Lacan pone a rodar la transferencia para ver las consecuencias en lo más íntimo de nuestra práctica. ¿Cómo conjugar las 2 vías de la transferencia -positiva y negativa?

La transferencia es el automatismo de repetición. Introducir la vía del amor es introducirnos en la transferencia por otro lado. En el origen, la transferencia es descubierta por Freud como un proceso espontáneo. Está vinculada con lo más escencial la presencia del pasado en el análisis. Por la repetición, es manejable por la interpretación y permeable a la acción de la palabra. Para tomar el caso de Anna O., la relación terapéutica con Breuer, fue el soporte donde se enlazó la transferencia de amor que tocaba su relación con el padre. Breuer creyó que era él el destinatario de ese amor y perdió su camino. Freud tomó el guante y ubicó que no se trataba de él, sino de otra cosa: de la presencia del pasado en el análisis.

Lacan nos aporta que en las neurosis, si el analista interpreta e interviene en la transferencia, tiene que hacerlo desde el lugar que la propia transferencia le otorga. A la transferencia y a la interpretación les antece un elemento muy importante: el deseo de analista.

Lacan comienza a articular la posición de la transferencia en lo que llama la disparidad subjetiva. La posición de los 2 sujetos no es equivalente y cuestiona la noción de intersubjetividad. En el discurso analítico no hay una relación analista - analizante, no se trata de una relación entre sujetos, ya que en el transforndo de una relación de amor, el deseo apunta a un objeto. Si la apertura de la trasnferencia requiere del amor para que pueda instalarse, es a su vez obstáculo, resistencia, cierre del inconsciente.

Freud, con Anna O., nos enseño a no retroceder frente a este efecto ni ceder ante los sentimientos amorosos de los pacientes ni de los propios. El amor de transferencia es un amor auténtico y como todo amor, es engañoso: desconoce el sostén de su fantasma y la trampa narcisista en la que se asienta. El sujeto hace en el análisis lo mismo que con sus objetos: transfiere en el analista el lazo que ha establecido con otros y la satisfacción que obtiene de su fantasma. La demanda de amor pide satisfacción directa al objeto que se dirige, repitiendo el tipo de satisfacción obtenida con otros. Pone al analista en el lugar al que se dirige la demanda de amor, revelando la disparidad del amor: el analizante como amante; el analista como amado. 

El analizante, por amar al analista, cree en su saber y por suponerle un saber, lo ama. Ante la demanda, el analista se deja tomar por la cobertura que el sujeto hace de sus objetos. Se prestará al fantasma, ¿pero para qué? Su respuesta por la interpretación y al deseo de analista apuesta a operar para poder trasmutar el amor en trabajo. Amor a los significantes del psicoanálisis y trabajo que implica saber. El analista apunta a que se anude ese amor a los significantes, al saber, para hacer surgir el inconsciente. Puede hacerlo por su deseo de analista, por su relación con los significantes del psicoanálisis. 

La singularidad de cada relación de amor que cada análisis revela, tiene consecuencia sobre la tranferencia y su salida como fin del análisis. Por esta singularidad, existen tantos analistas como analizantes. ¿Qué quiere decir esto? Que la singularidad de la relación de transferencia entre analizante y analista es única, entonces ara cada analizante hay un analista. Por ejemplo, alguien que se analiza y deriva a su amigo al analista, ¿van al mismo analista? No, porque las condiciones de la transferencia que se establecen no son las mismas. Lo mismo podemos pensar para el final de análisis: hay finales de análisis con su particularidad. Hay "finales" porque no existe un solo final de análisis. Hay finales de análisis por las condiciones de amor que tocan el comienzo, o sea, el amor de transferencia.

viernes, 12 de julio de 2019

Entrevistas preliminares: ¿Cuándo se pasa al dispositivo analítico?

Alguien nos deriva un paciente: un colega, un conocido, un familiar, un amigo u otro paciente y pide una entrevista. Acordamos un horario y comienza un tiempo. Tenemos que tener en cuenta que los significantes de la derivación van a tener su peso en la constitución de la demanda, que solo se arma en transferencia, que es algo que se va construyendo.

El tiempo de entrevistas preliminares, como las denominó Lacan, es un tiempo lógico y no cronológico. Es un tiempo de una operatoria donde se da inicio o no a un tratamiento. No todos los pedidos se pueden constituir en demanda de análisis, por eso es un umbral que hay que atravesar. Las entrevistas preliminares tienen por función el establecimiento de la transferencia, del sujeto supuesto saber, de la demanda y la construcción del síntoma analítico

Decimos que es un tiempo de operatoria donde se da inicio o no a un análisis. Justamente, porque depende de la respuesta subjetiva, de la estructura clínica de aquel que consulta. Medir la relación al lenguaje, la trnsferencia, el síntoma, el lugar del saber, nos permite saber si se trata de una neurosis, una psicosis o una perversión. 

Vamos a partir de las entrevistas preliminares para la neurosis. El análisis no es una relación de diálogo. es necesario, en este tiempo, que el que consulta se instale en el trabajo con el lenguaje. Es corte con las relaciones habituales, es un tiempo necesario de instalación de una rutina, que se construye. Las entrevistas preliminares permiten al que viene plantear su padecimiento, su dificultad de relación al otro, su fantasma. 

En los primeros encuentros, mediante la operatoria de trabajo con el lenguaje, el analista hace posible la ubicación del tropiezo de lo dicho: lapsus, un relato que no cierra, unas palabras que se empiezan a marcar como significantes. Esto va haciendo a la emergencia de relatos de que quien consulta no pensaba decir o no tenía idea que eso podía enunciar. El trabajo con el lenguaje va a permitir la distinción entre enunciado y enunciación. Esta distinción entre enunciado y enunciación es un efecto de la represión. 

El analista tiene que operar para hacer surgir allí en quien consulta lo que no dice. Desde el lado de quien consulta, en este tiempo de entrevistas, hay descubrimiento de que en lo que padece está implicado el sujeto del inconsciente. Es llevado por algo que lo sobrepasa y lo domina: los significantes. El analista desplaza la queja personal para hacer captar al sujeto comprometido con su historia en las generaciones, no como algo fatal, sino como algo del orden de una cadena, sujetado en una cadena, sujeto sujetado al orden del lenguaje. 

Voy a leerles un párrafo de Lacan de Subversión del sujeto y dialéctica del deseo:

Pero de lo que se trata en Freud es de otra cosa, que es ciertamente un saber, pero un saber que no comporta el menor conocimiento, en cuanto que está inscrito en un discurso del cual, a la manera del esclavo-mensajero del uso antiguo, el sujeto que lleva bajo su cabellera su codicilo que le condena a muerte no sabe ni su sentido ni su texto, ni en qué lengua está escrito, ni siquiera que lo han tatuado en su cuero cabelludo rasurado mientras dormía.

Las marcas significantes. Ahora un párrafo más, de Función y campo de la palabra:

El inconsciente es ese capitulo de mi historia que está marcado por un blanco u ocupado por un embuste: es el capítulo censurado. Pero la verdad puede volverse a encontrar; lo mas a menudo ya está escrita en otra parte. A saber: 
—en los monumentos: y esto es mi cuerpo, es decir el núcleo histérico de la neurosis donde el síntoma histérico muestra la estructura de un lenguaje y se descifra como una inscripción que, una vez recogida, puede sin pérdida grave ser destruida; 
—en los documentos de archivos también: y son los recuerdos de mi infancia, impenetrables tanto como ellos, cuando no conozco su proveniencia; 
—en la evolución semántica: y esto responde al stock y a las acepciones del vocabulario que me es particular, como al estilo de mi vida y a mi carácter
—en la tradición también, y aun en las leyendas que bajo una forma heroificada vehiculan mi historia; 
—en los rastros, finalmente, que conservan inevitablemente las distorsiones, necesitadas para la conexión del capítulo adulterado con los capítulos que lo enmarcan, y cuyo sentido restablecerá mi exégesis. 

Me parecen que son 2 párrafos importantes, en relación a la marca significante y dónde leer el capítulo censurado, que están marcados por un blanco u ocupados por un embuste. ¿Dónde leer la verdad? Eso toca el trabajo en análisis y la ubicación en las entrevistas, que es el comienzo del camino. Freud usaba la metáfora de un viaje. 

Al comienzo de la tarea analítica está la transferencia, nos dice lacan. Luego hay otro termino que se anuda, que es el de sujeto supuesto saber. Tiene 3 términos: sujeto, el saber y la suposición. Al analista se le supone un saber sobre el inconsciente. Es una significación de saber, no un saber del analista o del paciente. El analista es soporte de esa figura de sujeto supuesto saber. No lo tiene que creer. Si cree que es el que sabe, se desvía. Se despliega en transferencia, ya que se sitúa entre paciente y analista. La transferencia es un fenómeno que incluye juntos al paciente y al analista. Es un fenómeno fundamental ligado al deseo, así es como Freud lo descubrió. 

En el caso de Anna O., una paciente histérica que la atendía Breuer y llegó a cierto punto donde Anna había armado un enamoramiento con Breuer. Se pensaba embarazada del médico y él se asustó de este amor, porque seguramente tenía puesto su deseo ahí. Dejó de atenderla y le pidió a Freud que siguiera. A partir de ese momento Freud descubrió que el fenómeno no era con el médico, sino que se pone en acto algo allí que tiene que ver con Anna y no con él. Esto tiene su historia en el psicoanálisis, porque después Breuer emprendió un viaje con su mujer. Parece que él la veía a Ana todos los días y su mujer estaba bastante enojada, entonces se llevó de viaje a la mujer y la embarazó a ella. Andaba dando vuelta ahí la cuestión del embarazo. 

En cuanto hay un sujeto que supone ahí un saber sobre el inconsciente, hay transferencia. La instalación de sujeto supuesto saber permite al paciente el pasaje de la transferencia imaginaria a la transferencia simbólica. Es la posibilidad de que surja ese "Yo no sabía", institución del sujeto supuesto saber. No sabía o nunca lo pensé así, distintas maneras de enunciarlo. No solo en la relación analítica hay efectos de transferencia. 

En la experiencia analítica la presencia del analista es una manifestación del inconsciente. Esto quiere decir la consecuencia de la palabra en el sujeto. El pasaje de la transferencia imaginaria (es con lo que llega a la consulta, tiene que ver con la derivación, con el primer encuentro) con: 
  • la instalación del sujeto supuesto saber posibilita la transferencia a los significantes del psicoanálisis, en esa suposición de saber adjudicada al analista; 
  • la constitución de la demanda, que como dijimos no es pedir. La demanda es inconsciente y es de constitución de construcción. La demanda no tiene continuidad con el pedido ni con la queja. Es un efecto de trabajo, se trata de pasar a contar a contarse. 
  • La dimensión del síntoma y no de la queja. Cuando alguien consulta llega con su limitado bagaje de significantes, con su queja, con su padecimiento a un analista. Llega del modo que le es propio y único. Propio y punico porque toca la constitución de cada sujeto: como es la relación con el otro, con el Otro. Pasar de la queja a un pregunta.

El analista puede pasar a ocupar el lugar de ese sujeto al que se le supone un saber, en la medida en que es objeto de la transferencia. El sujeto que consulta, en un principio no le da este lugar. Es un efecto de la operatoria del analista en las entrevistas. Esto que hace surgir el analista y que marca en el decir del paciente, tiene este efecto del "yo no sabía que esto estaba en mi, que esto era así". Ama la dimensión de la pregunta, del enigma. El analista, nos dice Lacan, no se presenta como un Dios. No es un dios para su paciente.

La formación del analista exige que sepa por dónde conducir a su paciente y esto le es transmitido a él en la propia experiencia del análisis. En la medida en que se supone que el analista sabe, se supone que irá al encuentro del deseo inconsciente. Lacan nos dice en Los 4 conceptos fundamentales del psicoanálisis que el deseo es el eje, el pivote, el mango, el martillo, gracias al cual se aplica el elemento fuerza, la inercia, que es tras lo que formula primero en el discurso del paciente como demanda, o sea, la transferencia. 

La transferencia simbólica es suposición de saber dirigido no al analista, sino a su posición. La posición del analista en relación al psicoanálisis o a los sinificantes del psicoanálisis. El psicoanalista semblantea ese lugar donde es soporte de ese saber supuesto. De lado del analista está en juego el deseo de analista, que tiene una función esencial, porque es una relación del deseo con el deseo. 

Para terminar hoy con este tiempo preliminar de las entrevistas, se arma la demanda. Lacan dice que esta demanda los fuerce a los que consultan a hacer un esfuerzo, esfuerzo que implica el comienzo de un análisis.  Cuando se construyen estos elementos que ubicamos hoy, es el momento de pasaje al dispositivo analítico. 

Les decía que aspi las entrevistas preliminares se dan para la neurosis, porque para la psicosis se presenta algo totalmente distinto. 

  • No está en juego la dimensión de la demanda ni del síntoma. Se trata de la irrupción de fenómenos de lo real que abruman, irrupción de un goce sin acotamiento, ya que el Otro está forcluido. 
  • Su relación al saber se presenta como certeza y no hay posibilidad metafórica en el trabajo con el lenguaje. No hay dimensión dialéctica.
  • El inconsciente está a cielo abierto, así que no está la dimensión del enunciado y la enunciación en juego
En este punto, el tiempo de las entrevistas es el momento en el cual se sitúan estos elementos para situar la dirección a la cura. 

miércoles, 13 de septiembre de 2017

¿Posición o Posiciones del analista en la transferencia? La escucha del analista (primera parte)

Apuntes de la conferencia dictada por Gustavo Szereszewski, el 20 de Octubre 2016.

La primera cuestión que quería comentarles es qué les pasa a los que estamos en el campo “psi”, ya sean estudiantes, recibidos o analistas, cuando estamos con amigos o con otra gente que no es de este campo. Algo frecuente es que te digan “Vos tenés que analizarte por todo lo que te hablan los pacientes, que te llenan la cabeza y después tenés que ir a analizarte”. Nosotros sabemos que el analista debe ser primero paciente de su experiencia para luego poder ponerse en los zapatos de sus pacientes. Pero esta idea popular de que los pacientes nos llenan la cabeza y luego nosotros debemos ir a vaciarla a lo de nuestro analista, presupone una determinada concepción popular de lo que es la palabra y de cómo se dirige de uno a otro, de cómo se transfiere de uno a otro. esta concepción tuvo un lugar en la historia del psicoanálisis, que es la concepción catártica, es decir, el hecho de hablar para descargar determinada tensión que se acumula en algún lugar y se descarga en otro. Vamos a ver que esto es una de las cuestiones y que es mucho más complejo que esto, pero esto fue el comienzo.

Quería comenzar con esto, porque de alguna manera será el final de la charla cuando hablamos de las condiciones del analista y por qué es tan importante esto.

Me interesa esto de posición/posiciones del analista porque hay 2 cuestiones que vengo escuchando en quienes vienen a supervisar sus casos clínicos.

1- Pacientes que vienen, cumplen con su horario, pagan, pero no se sabe por qué vienen. Sigue viniendo, se diluyó el tema por el que vino y nadie sabe qué pasa acá. ¿Viene por obediencia, por compromiso?

2- Pacientes que plantean interrumpir el tratamiento. Está pensando en dejar de venir o no viene con tantas ganas. Empieza a manifestar cierta resistencia. Pareciera que el analista no puede evitarlo y tampoco sabe por qué aparece esto. Todo andaba bien y esto en los casos que con suerte suceda que el paciente nos avise. A veces directamente los pacientes no avisan y desaparecen por completo. Por eso digo que en el caso Dora, Freud tuvo la suerte que ella le avisó: “Mire dr. que esta es la última sesión”. Ella ya se lo había dicho, pero no de esa manera, sino en un sueño. Estas son las cosas que tenemos que ir escuchando y aprender a escuchar para que no nos agarre tan mal parados y no saber por qué se está cortando el lazo transferencial.

Estas dos cuestiones -el paciente que viene y no sabemos por qué  o el paciente que quiere cortar el tratamiento y tampoco sabemos por qué- de alguna manera representa 2 fases de la transferencia que Freud sistematizó como transferencia positiva y negativa. Pero ojo, porque que la transferencia sea positiva no significa que no haya una resistencia ahí, por ejemplo, eso que hace que alguien siga hablando pero nosotros no sabemos por qué sigue viniendo. Pareciera que está todo bien, que no pasa nada, pero hay una resistencia ahí: no pasa nada.

Indaguemos cómo nace el concepto de transferencia y cómo se va desarrollando en la obra de Freud. Hoy lo vamos a ver desde el punto del analista, desde el punto de vista clínico y no tanto teórico.

El concepto de transferencia tiene un origen clínico, no teórico. Surge de una necesidad clínica de Freud y cuenta con una serie de antecedentes. El pecado original del psicoanálisis, según Lacan, es que algo en Freud nunca fue analizado. Es decir, hay un punto que permanece no analizado de Freud mismo, como sujeto, y eso es lo que determina un vacío inanalizable, inexplicado, que de alguna manera es la raiz en que se hunde el origen del psicoanálisis. Les propongo que nos metamos en ese pecado original.

En 1880, Freud se había recibido de médico. La formación médica de la Viena de aquella época estaba muy orientada a la fisiología, a la anatomía y a la zoología. Freud se recibe y va a trabajar al laboratorio de Brook, que era un científico muy reconocido, quien pone a Freud a investigar cortes anatómicos de animales: anguilas, cangrejos. En un momento se pone a estudiar la sexualidad de las anguilas. En el laboratorio de Brook, Freud conoce a una gran médico de aquel momento, bastante mayor a Freud, que era Breuer. Breuer era investigador, científico, médico clínico reconocido como médico de familia, que atendió a muchos famosos de la época.

Freud conoce a Breuer y se hacen muy amigos. En esa época, el tratamiento tenía dos grandes líneas: la línea psiquiátrica y la línea neurológica. La línea psiquiátrica es la de las grandes enfermedades mentales, donde estaba Charcot y se encargaba de los grandes cuadros mentales que estaban en los manicomios. Y luego estaba la neurología, que se encargaba de las enfermedades nerviosas. Existía también la psicología conductista, que tenía modelos copiados del mundo animal.

Breuer le contó a Freud acerca de un caso excepcional, que se salía de la serie de los pacientes que Breuer venía atendiendo, a los que les aplicaba hipnosis. A sus enfermos nerviosos, que eran los normales, Breuer los trataba con hipnosis, que consistía en someter al paciente a un estado hipnótico (perdía la consciencia) y se le indicaba sugestivamente que tal síntoma iba a desaparecer una vez que se despertara. Si el paciente tenía dolor de estómago, por ejemplo, se le hacía una señal de tachadura y le decía que iba a desaparecer ese dolor y tenía cierto efecto. Ahora, con Anna O, esta paciente de Breuer de 1890, aparece algo radicalmente diferente.

Anna O. caía espontáneamente en períodos de autohipnosis, que ellos lo llamaban “estadio segundo”. A la mañana se levantaba lo más bien, estaba contenta, charlaba, escribía y de pronto durante la tarde caía en un estado alucinatorio, en donde se podía poner a hablar en francés, en italiano o en inglés. Anna O. tenía una amplia cultura y le pasaban cosas extrañísimas, como ver que sus cabellos eran serpientes. Entraba en alucinaciones de terror, así como que si nada mediara entre uno y otro estado, en este estado segundo, Breuer iba, la hipnotizaba o en ese momento la inquiría a ver qué le pasaba. Ella relataba lo que le pasaba y resulta que al día siguiente sus síntomas habían desaparecido. Entonces, hay un momento fundamental donde Breuer se encuentra con esta sorpresa. Les voy a leer ese fragmento:

La primera vez que por una declaración casual, no provocada, en la hipnosis del anochecer desapareció un síntoma que ya llevaba largo tiempo, quedé muy sorprendido. En el verano hubo un período de intenso calor, y la paciente sufrió mucho a causa de la sed; entonces, y sin que pudiera indicar razón alguna, de pronto se le volvió imposible beber. Tomaba en su mano el ansiado vaso de agua, pero tan pronto lo tocaban sus labios, lo arrojaba de sí como si fuera una hidrofóbica. Era evidente que durante esos segundos caía en estado de ausencia. Sólo vivía a fuerza de frutas, melones, etc., que le mitigaban su sed martirizadora. Cuando esa situación llevaba ya unas seis semanas, se puso a razonar en estado de hipnosis acerca de su dama de compañía inglesa, a quien no amaba, y refirió entonces con todos los signos de la repugnancia cómo había ido a su habitación, y ahí vio a su perrito, ese asqueroso animal, beber de un vaso; ella no dijo nada pues quería ser cortés. Tras dar todavía enérgica expresión a ese enojo que se le había quedado atascado, pidió de beber, tomó sin inhibición una gran cantidad de agua y despertó de la hipnosis con el vaso en los labios. Con ello la perturbación desaparecía para siempre.

Y acá viene la cuestión cero de la cuestión: Breuer cuenta cómo ella, relatando un “episodio traumático”, desaparecía un síntoma y esto Breuer se lo va contando a Freud.

Pasemos a 1885: Freud se entera que hay una pasantía en Paris, con el gran Charcot, que era el gran psiquiatra de la época. Él daba maravillosas clases magistrales. Hay cuadros donde se lo ve sosteniendo en sus brazos a una paciente desmayada.

Charcot presentaba casos de histeria y es uno de los puntos importantes de lo que le va pasando a Freud. Breuer le va contando el caso de Anna O. y por otro lado Charcot, que también fue un revolucionario en su época por haberle dado carta de ciudadanía a la histeria. Es decir, incluye a la histeria dentro de las enfermedades nerviosas. hasta ese momento, la histeria era un trastorno uterino, demoníaco, degenerativo. Las mujeres se hacían operaciones para extirparse el clítoris, pues se consideraba que era una cuestión orgánica. Charcot da vuelta esa página y demuestra que la histeria no solo era del orden de lo anímico, sino que tampoco era privilegio de las mujeres. Es decir, esta cuestión de que un síntoma histérico por hipnosis desaparecía, sucedía tanto en hombres como en mujeres. Freud queda fascinado por esto, se acerca a Charcot y le dice que esto que Charcot hacía en París, en Viena lo estaba haciendo Breuer. Freud le cuenta el caso de Anna O., pero Charcot no le presta demasiada atención. Charcot no estaba interesado en la terapéutica de la histeria, sino en la mostración de la fenomenología de la histeria.

Breuer tampoco estaba interesado en la histeria, sino más bien aterrado porque Anna O. no dejaba de presentar síntomas todos los días. Breuer veía a Anna O. todos los días, varias veces por día. Los síntomas desaparecían, pero iban cambiando de lugar y de forma. Anna, de 21 años, parece que era una paciente muy atractiva. Tanto es así que luego que la atiende Breuer, la internan en un psiquiátrico y el médico que la atiende “pierde la paz de su corazón”. Así lo dice Jones en la biografía de Freud. El mèdico se enamora de Anna O. y parece ser que varios más también. En el historial clínico de Anna O., Freud le señala a Breuer un punto que le llamaba mucho la atención. En una oportunidad -dijo Jones- Freud le señaló con el dedo un pasaje de este libro, diciéndole que había una laguna en el texto. Se refirió al episodio que puso fin al tratamiento de Anna O. y dice Strachey que Freud le contó a él lo que había pasado. Breuer había escrito:

De esta manera llegó a su término la histeria íntegra. La propia enferma se había trazado el firme designio de terminar con todo para el aniversario de su traslado al campo. Por eso a comienzos de junio cultivó la «talking cure» con grande, emocionante energía. El último día reprodujo, con el expediente de disponer la habitación como lo estuvo la de su padre, la alucinación angustiosa antes referida y que había sido la raíz de toda su enfermedad: aquella en que sólo pudo pensar y rezar en inglés; inmediatamente después habló en alemán y quedó libre de las incontables perturbaciones a que antes estuviera expuesta.

¿Cuál era la laguna de la que Freud le habló a Strachey? Breuer se había encargado de decir, en el historial de Anna O., que lo que le llamaba la atención en esta chica es que el elemento sexual estaba llamativamente no desarrollado, como que era una chica muy asexuada. entonces Freud le cuenta a Strachey que aludió a este episodio la contribución a la historia del psicoanálisis en 1914.

Bastará decir que, cuando el tratamiento había llegado en apariencia a una consumación favorable, la paciente exteriorizó de pronto una intensa transferencia positiva no analizada hacia Breuer, de inequívoca naturaleza sexual. Según Freud, fue esto lo que movió a Breuer a postergar por tantos años la publicación del historial clínico y lo llevó, a la postre, a rehusar toda colaboración a Freud en las ulteriores investigaciones de este.

Así como Charcot no estaba interesado por la terapéutica de la histeria, Breuer estaba aterrado por la histeria. Entonces, el elemento sexual estaba asombrosamente no desarrollado. Fíjense en estas 2 caras de la transferencia, cómo se muestra por un lado al médico como algo “todo bien, buen paciente”, el médico que va e hipnotiza; pero detrás de esto había un mar de fondo, que era esta transferencia positiva sexual muy intensa hacia Breuer.

Fíjense lo que dice Freud en este texto de 1914:

Para el restablecimiento de la enferma se le ofreció a Breuer el más intenso rapport sugestivo, que precisamente puede servirnos como paradigma de lo que llamamos [hoy] «trasferencia». Ahora tengo fuertes motivos para conjeturar que, tras eliminar todos los síntomas, él debió de descubrir por nuevos indicios la motivación sexual de esa trasferencia, pero, habiéndosele escapado la naturaleza universal de este inesperado fenómeno, interrumpió en este punto su investigación. como sorprendido por un «untoward event» (12).

Muchos años después, Freud cuenta a Jones (amigo de Freud que hizo una de sus biografías) lo que verdaderamente sucedió, quien habla de…

Conocí por Freud mismo un relato mucho más intenso del que éste hiciera en sus obras acerca de las peculiares circunstancias en en medio de las cuales llegó a su final este nobel tratamiento. Parecería ser que Breuer desarrolló lo que hoy llamaríamos una poderosa contratransferencia frente a su interesante paciente. En todo caso, se dejó absorber de tal modo que su mujer terminó por sentirse fastidiada de no oírle hablar de otro tema que éste y al poco tiempo, además, celosa. Si bien no manifestó esto último abiertamente, la mujer de Breuer, se mostró desdichada y de mal humor. Breuer, con el pensamiento bien distante de lo que ocurría del otro lado, tardó bastante en comprender lo que significaba este cambio en su mujer. El descubrimiento provocó en él una violenta reacción, mezcla de odio y de culpa hacia su mujer, que llevó a la decisión de poner fin al tratamiento. Esa misma tarde, se le hizo saber así a Anna, que entonces ya se sentía mucho mejor, y se despidió de ella. Esa misma tarde, tuvieron que traerlo nuevamente a la casa de la paciente, a quien halló en un estado de gran excitación y, al parecer, más enferma que nunca. La paciente, que en su opinión se había mostrado como un ser asexual, que durante todo el tratamiento no había hecho la menor alusión a tal escabroso tema, estaba sintiendo ahora los dolores de un falso parto histérico, culminación lógica de un embarazo imaginario que se había iniciado y que había seguido su curso inadvertidamente a la atención directa de Breuer. Aunque sumamente violento ante esto, Breuer consiguió calmarla hipnotizándola y bañado en frío sudor, abandonó la casa. Al día siguiente, partió con su mujer rumbo a Venecia, donde pasaron una segunda luna de miel, cuyas consecuencias fueron el nacimiento de una hija. Este relato se confirma en lo escencial según los términos de una carta de Freud de esa época, escrita a Marta.

Como broche de color a todo esto, 10 años más tarde Breuer lo llama a Freud por un caso rarísimo que tenía. Freud ya había inventado el psicoanálisis. Breuer le describe el casoa Freud, quien le dice que es muy simple, que se trataba de un embarazo histérico. Breuer salió disparado nuevamente, antes de que se le repita la cuestión.

¿Qué podemos decir nosotros ahora? Que evidentemente Breuer estaba afectado por un deseo de ser padre. Entonces, se le repetía con sus pacientes esa contratransferencia y no es casualidad que le pasara repetidamente este evento desafortunado. Entonces, habiendo dado un paso atrás, Breuer por un lado, Charcot por el otro, Freud estaba en la encrucijada justa, en el momento justo: por un lado, la histeria pasaba a ser terreno de lo anímico; por el otro, el caso que le cuenta Breuer hace que Freud se dé cuenta de la naturaleza sexual de la transferencia.

Así empieza Freud con esta historia: la naturaleza de la transferencia sexual en la cura de estas pacientes histéricas. Hay una frase muy freudiana de Lacan, del seminario XI, donde Lacan dice que la transferencia es la puesta en acto de la realidad sexual del inconsciente. es una manera lacaniana de definir este fenómeno freudiano.

Damos un paso en esta historia. En 1887, Freud emprende el tratamiento de su primer paciente Emmy von N. Emmy está internada. Los psiquiátricos de esa época eran como un Spa: se hacían baños de agua caliente, masajes, curas de sueño, descanso. Freud es llamado para hacer el tratamiento de Emmy. Ella es una paciente de cuarenta y pico de años, que presenta un síntoma muy raro, que es que de golpe le dice al que está con ella “deténgase, no hable, quédese quieto” y hace una especie de chasquido con la boca. Luego, sigue hablando lo más bien, con consciencia de lo que acababa de hacer.  Freud emplea el método catártico de Breuer, pero ya desde el inicio Freud estaba interesado en otra cosa, que eran estos fenómenos raros de la transferencia.

Cuando a Emmy le estaban haciendo masajes, Freud llegaba un rato antes de que le tocara a él y resulta que Emmy empezaba a contarle cosas antes de la hipnosis, que Freud anotaba en un diario. Freud anotaba lo que pasaba antes y durante de la hipnosis. En un momento la paciente le dice a Freud que no la ande interrumpiendo, porque Freud le hacía muchas preguntas. Emmy le pide que la deje hablar hasta el final, que así se le iba la angustia. Freud se deja guiar por esto, pues estaba mucho menos interesado en curar que en saber. Freud era un gran curioso y tenía un alma de investigador. Freud ahí se da cuenta que tiene que dejar hablar la paciente espontáneamente, a ver qué surge. Es el antecedente de la asociación libre.

Hay una nota al pie de este caso, que es la nota 25, en donde Freud habla de algo importantísimo. Habla de algo que sucede en el fenómeno hipnótico, que es que cuando a alguien lo hipnotizan y le dan una orden y el paciente una vez despierto ejecuta esta orden sin saber que un médico le impartió esta orden, al preguntarle a la persona por qué hizo lo que hizo, los pacientes le dan una explicación.  Por ejemplo, a alguien se le da la sugestión post-hipnótica de que tras el chasquido de los dedos se va a llevar los pulgares a la boca, cuando el médico le pregunta por qué lo hizo, responde que se mordió la lengua, o que hace unos días que le estaba doliendo. O si a una persona se le da la orden de ir a Tribunales y matar a determinada persona. La persona lo intenta hacer, la policía lo agarra y él dice que la persona le hizo una afrenta, que está muy indignado por eso, etc., aunque ni conocía a la persona que atacó. Es decir, los pacientes dan una explicación de algo que no tiene explicación. No es la explicación verdadera. A esto Freud lo llama falso enlace. Los pacientes inquiridos por el motivo, por la causa de lo que hicieron, dan una explicación que no es verdadera.

Ahora, ¿Esta explicación es un invento? ¿Es una creación del paciente de la nada? ¿Hay alguna verdad en esto que dicen? La persona que dice que se llevó los pulgares a la boca porque se mordió la lengua, se mordió la lengua y por eso hace un falso enlace con esto. Esa otra persona que va a matar al empleado de Tribunales, tuvo también una afrenta moral con alguien y entonces lo enlaza con eso. Por lo tanto, esos argumentos del falso enlace son falsos, pero son verdaderos en la medida que tienen una raíz verdadera. Esto es muy importante, porque fíjense cómo este falso enlace va a tener que ver con el núcleo del concepto de transferencia, que después Freud va a decir que es el enlace del paciente con el analista.

Pasemos ahora al texto sobre la Psicoterapia de la histeria, que también está en el mismo tono del estudio sobre la histeria. En “Psicoterapia de la histeria”, Freud dice:

Uno necesita de la plena aquiescencia, la plena atención de los enfermos, pero sobre todo de su confianza, puesto que el análisis por regla general lleva hasta los procesos psíquicos más íntimos y sobre los cuales se guarda mayor secreto.

Freud ahí da el modelo de lo que es el germen de la transferencia y es que el paciente pueda decirle al médico “ante ti no me avergüenzo y puedo contarte todo”. Este sería el modelo de la transferencia. Yo digo que es lo que podemos hacer con nuestro amigo más íntimo, al que le podemos contar nuestras cosas más prohibidas, aquello que nosotros rechazamos de nosotros mismos y podemos contarlo porque sabemos que no vamos a ser juzgados, que nos van a escuchar bien y podemos confesar ese tipo de cosas. Pero aquí aparece el segundo término, que Freud dice que es el segundo paso del germen que va dando lugar a la transferencia, que es la confianza. Y siempre digo, como dice Freud, que esa confianza nos la tenemos que ganar. Nos tenemos que ganar la transferencia y esa confianza. Esto es muy importante, porque los que nos analizamos pensamos que esa transferencia que tenemos con nuestro analista es la que nuestros pacientes van a tener con nosotros, olvidando que a nosotros nos llevó un tiempo entrar en transferencia y tener esa plena confianza en nuestro analista, que a veces se logra hasta ahí. Hay que pasar por varios análisis para poder confiar en un analista plenamente. El analista se tiene que ganar la confianza. Esto es algo que les digo siempre a mis alumnos, que en las primeras entrevistas, que puede durar muchos meses y también años, los pacientes nos testean a nosotros. Se trata de un período donde nosotros conocemos al paciente, pero el paciente también nos testea a nosotros y nos va poniendo diferentes pruebas, que son chiquititas y sutiles, para ver qué clase de persona somos nosotros. Es importante no dar por hecho la transferencia que nosotros tenemos con aquellos con quien tenemos transferencia.

Pasemos ahora a otro texto. Ya pasamos el método freudiano, que es la asociación libre, cuando Freud abandona la hipnosis. En “Dinámica de la transferencia”, Freud habla del importante papel que corresponde a la persona del médico. Freud va pasando, de a poco, de interesarse de los fenómenos transferenciales sexuales que pasan en los pacientes, a empezar a interrogar el lugar del analista, qué tiene que ver el analista con eso que les pasa a los pacientes, si está implicado o no tiene nada que ver. Habla del papel del médico en motivos creados para agotar las fuerzas psíquicas de la resistencia. Freud habla de las resistencias y dice que, particularmente en las mujeres (la mayoría de sus pacientes eran mujeres),  que hay 3 tipos de resistencia:

  1. Cuando la enferma se cree renegada, menospreciada o afrentada por algo que escuchó del médico, algún prejuicio que tiene en relación al tratamiento. Dice que esto no es problemático, que se disuelve.
  2. Cuando la enferma es presa del miedo a acostumbrarse demasiado a la persona del médico, perder su autonomía de si y hasta caer en la dependencia sexual de él. Para Freud esto es más complicado, pero también se puede resolver.
  3. El más importante, que es cuando la enferma se espanta por transferencia a la persona del médico.

Acá aparece por primera vez la palabra transferencia, en alemán Übertragung, que significa transferencia. En alemán es una palabra muy común, no es invento de Freud, aunque él la toma del tesoro de significantes. Übertragung significa “pasar de un lugar a otro”, como una transferencia bancaria, o llevar a un lugar. Es una palabra que, como toda slas que usa Freud en su obra, son las palabras más llanas del alemán.

Respecto al tercer punto, dice Freud:

Cuando la enferma se espanta por transferir a la persona del médico las representaciones penosas que afloran desde el comienzo en contenido del análisis. Ello es frecuente y aún de ocurrencia regular en muchos análisis.

Prestemos atención, la transferencia aparece desde el comienzo y también dice que es bastante frecuente. Fíjense cómo, cuando estábamos en el caso de Breuer, se trataba de un evento desafortunado o un accidente. Acá hablamos de que sucede con bastante frecuencia, que no es tan accidental y que sucede frecuentemente. Entonces dice:

La transferencia al médico acontece por enlace falso.

Ahí está el punto que retomamos en el caso de Breuer. Da un ejemplo clínico:

Origen de un cierto síntoma histérico era, en una de mis pacientes, el deseo que acariciara muchos años atrás, y enseguida remitiera a lo inconciente, de que el hombre con quien estaba conversando en ese momento se aprovechara osadamente y le estampara un beso.

Peligro de gol, porque imagínense que Freud estaba ahí y ella tenía la fantasía de que el hombre con el que ella estaba hablando se aprovechara de ella y le estampara un beso en la boca.

Las cosas habían ocurrido, pues, del siguiente modo: Primero había aflorado en la conciencia de la enferma el contenido del deseo, pero sin los recuerdos de las circunstancias colaterales que podrían haberlo resituado en el pasado; y en virtud de la compulsión a asociar, dominante en la conciencia, el deseo ahora presente fue enlazado con mi persona, de quien era lícito que la enferma se ocupara; a raíz de esta mésalliance -yo la llamo enlace falso- despierta el mismo afecto que en su momento esforzó a la enferma a proscribir ese deseo prohibido.

Retomemos: ella tuvo una fantasía con un hombre e inmediatamente la reprimió. Ahora con Freud se repite nuevamente la escena al estar hablando con un hombre, que era Freud. Le surge esta fantasía, no la dice -por supuesto- pero de golpe detiene sus asociaciones y deja de hablar. No se le ocurre nada, tiene la mente en blanco y en esos casos casos Freud les decía “Seguramente hay algo de mi persona o de mi consultorio, que tiene que ver conmigo y por eso no asocia más”. Entonces Freud marca que eso es la transferencia, es que transfirió por enlace falso algo que era una vieja fantasía y la resistencia se vuelve el alma de la transferencia. Y ahí se pregunta por qué, si el más poderoso motivo de la cura, la transferencia, se vuelve resistencia. Entonces dice:

Al principio me incomodaba mucho esta multiplicación de mi trabajo psíquico, hasta que aprendí a inteligir lo sujeto a ley de todo este proceso, y después eché de ver que esa trasferencia no supone un considerable recargo de trabajo.

Fíjense cómo primero hablaba de un evento desafortunado, después que es bastante frecuente y ahora dice que siempre sucede. Es estructural, sucede siempre. Entonces, tenemos la famosa frase de Dinámica de la transferencia:

[...]sigue constituyendo un enigma por qué en el análisis la transferencia nos sale al paso como la más fuerte resistencia al tratamiento[...].

Este enigma vamos a tratar de resolver la próxima clase. Esa transferencia positiva que se vuelve la más intensa resistencia. Entonces, en toda cura, en definitiva, la batalla se libra en el terreno de la transferencia.

Es decir, que eso que el paciente trae de afuera, de su historia, tiene que entrar poco a poco en la transferencia.

Pregunta: Cuando un paciente nos habla, ¿tiene que ver con la transferencia positiva?
G.S.: Tiene que ver con la transferencia positiva, pero cuando no pasa nada en el tratamiento, también tenemos que pensar en una resistencia. La transferencia siempre es resistencial y es por eso que hay un punto muy importante que es cómo manejamos la transferencia, porque si estamos muy distantes del paciente, no termina de confiar en nosotros. Si nos ponemos muy abstinentes, muy silenciosos, muy distantes, muy profesionales, la cosa se enfría. La transferencia es algo caliente y es algo oscuro.

Pregunta: ¿Cómo hacer cuando la transferencia está como una resistencia y parece que no pasa nada? ¿Cómo sacarlo de ahí?
G.S.: Habría que ver cada caso, pero en general diría que si la transferencia está muy resistente y entonces no aparece material… Por ejemplo, esos pacientes que nos cuentan con lujo de detalle qué hicieron en la semana, como si fuese un relato pormenorizado y no nos dice nada, tendríamos que pensar que nosotros no estamos haciendo algo bien para darle confianza al paciente. Entonces el paciente viene, nos dice un speech para taparnos y que todo esté tranquilo, que no pase nada. Entonces, nosotros tenemos que pensar a qué no estamos dando lugar, que no estamos haciendo sentir al paciente suficientemente relajado y en confianza y con ganas de contarnos algo. Nosotros tenemos que lograr que el paciente se muera de que empiece su horario de sesión y venga a contarnos eso que pasó, que pensó o que soñó. Para eso tenemos que hacer que el paciente se sienta cómodo y confiado. Por ejemplo, una de las cosas que tenemos que evitar es abrir juicios sobre lo que dice. Esto lo vamos a ver la vez que viene. Una de las artes del analista es cómo lograr decirle cosas al paciente sin juzgarlo, sin dirigir lo que está diciendo, cómo hablarle mucho al paciente sin decirle nada. Que el paciente sienta que se le habla pero sin decirle nada, en el sentido de nada que corte el bacalao.

Pregunta: [inaudible]
G.S.: Es muy importante supervisar a esos pacientes donde no pasa nada. Es frecuente que uno supervise a los pacientes que le pasan cosas espectaculares y no se supervisa tanto la posición del analista con los pacientes con los cuales no pasa nada: vienen, habla y uno no escucha nada. Porque a veces pasa que el paciente se dedica a tapar los oídos del analista como cosa defensiva. Ahí tenemos que pensar la posición del analista como provocando esa defensa en el paciente. Entonces se arma una especie de círculo vicioso donde el analista se siente ansioso porque siente que tiene que abrir algo, interviene más y es peor, porque mete más la pata todavía y el paciente se cierra más, hasta que dice que se siente mejor y que no va a venir más.

Pregunta: Vos mencionaste lo del pecado original del psicoanálisis. No me quedó claro.
G.S.: Eso lo dice Lacan, que hay un pecado original de algo que no fue analizado en Freud. Pienso que no se trata de hacer la psicología de Freud para ver por qué inventó el psicoanálisis. Así como Freud no se dedicaba a hacer la psicología del artista, sino que tomaba su producto del artista, la obra, y no se ponía a hacer análisis de por qué ese artista llegó a ser así. Esto es lo mismo que con lo que llamamos real. En vez de ponerse a buscar una explicación, como hicieron los post freudianos, que empezaron a buscar un referente biológico. Estamos tratando de explicar algo que es un enigma. El deseo de Freud sigue siendo un enigma, no lo vamos a explicar. El pecado original es que algo en Freud no fue analizado, inanalizable, que fue esa chispa que se produjo en él. Uno dice “deseo del analista”, que es ese punto de interrogación que siempre persiste en el analista y que se opone a darle sentido a lo que dice el paciente.

El deseo del analista es lo que lleva al analizante a seguir hablando, hablando y hablando, buscando una última significación que el analista no da. No solamente porque no la tiene, sino porque está habitado por un deseo. ¿Cómo fue ese nacimiento en Freud? Esa es la gran pregunta y el pecado original. Yo creo que el pecado original del psicoanálisis está entre Anna O. y Charcot y cómo Freud se quedó impactado por esa transferencia erótica en esto que Breuer tapó, porque en el relato oficial Breuer tapó la historia. Freud toma esto tapado y yo creo que ahí nace su deseo de saber, de destapar, de descubrir.

miércoles, 17 de mayo de 2017

Cómo reconocer la estructura a partir de una alucinación.

Las alucinaciones no son patrimonio exclusivo de las psicosis: pueden aparecer también en los cuadros neuróticos. La fuente de error más común de equiparar las alucinaciones con la psicosis se que se toma la categorización que hace la psiquiatría.

La diferenciación de estructura se hace escuchando a la letra el fenómeno discursivo en cuestión.

Definición general de la diferencia:

  • La alucinación neurótica da cuenta de la estructura que la promueve. Es posible hacer una lectura de la misma; a partir de dicha lectura, nos encontramos con. que la castración no está forcluida en lo Real; por el contrario, es posible leerla, reprimida, en dicha. alucinación.

  • La alucinación psicótica siempre pone en juego un significante excluido del mundo simbólico, pero este significante implica siempre a la castración expulsada.

Diferencias entre ambas estructuras y los fenómenos relativos a cada una de ellas.

  • Las neurosis se caracterizan por estar construidas alrededor de la castración, cuya represión genera los síntomas. En la manifestación de las neurosis, encontramos las "Formaciones del Inconsciente", que reúnen todas una serie de características comunes, las que ya señalara Freud, tales como las de ser producto del Inconsciente, responder al motor del deseo y tener como núcleo la castración. En comparación con la psicosis, la neurosis dispone de más recursos para enfrentarse a lo real.

  • En las psicosis la castración no ha tenido cabida en el registro simbólico y ha sido expulsada a lo Real (forclusión). En cuanto a las psicosis, donde el inconsciente y el deseo no están estructurados por la castración, las manifestaciones que les son propias y que designamos "Formaciones elementales", se caracterizan por ser la expresión de aquel significante que, forcluido en lo Simbólico, aparece en lo Real. Siguiéndolo a Lacan, éste es el registro portador de la castración simbólica excluida y cualquier movimiento que se produzca en él hará sobrevenir la castración no simbolizada.
El Inconsciente en la psicosis está más inerme ante lo Real que en las neurosis. Las Formaciones elementales" son el modo según el cual la estructura psicótica pone de manifiesto su compromiso con lo Real.

...De modo que, si las "Formaciones del Inconsciente" reenvían siempre al agujero que caracteriza al registro Simbólico, las "Formaciones elementales" remiten al significante que, ausente en lo Simbólico, aparece en lo Real. Así, este ordenamiento permitirá que hablemos, por ejemplo, del sueño en las psicosis, sabiendo que su núcleo no será el deseo inconsciente, sino este significante en lo Real.

Casos clínicos.

Caso Nº 1: psicosis.
Relato que nos hace el paciente de su alucinación, en el curso de una presentación de enfermos en el Hospital Borda. El paciente dice que luego de un viaje de vacaciones a Mar del Plata, se encuentra en la ruta caminando durante seis días. Tiene una visión: la de una conjunción, un conjunto de una gaviota y un perro. De pronto, al perro se le desprende la cola. Agrega que eso se convierte para él en una señal: "Estaba diciéndome que tenía que cortar la cola del mal, la cola del mal de la gente."

¿qué términos de la alucinación da cuenta de la estructura?

  1. El uso que el paciente hace de las palabras "conjunción" y "conjunto". ¿Qué quiere decir que ve una conjunción o un conjunto de una gaviota y un perro? Es evidente que allí hay un significante que no está presente sino por alusión, el de la conjunción "Y", la letra "Y", que en nuestro idioma se llama "cópula". La palabra del sujeto sigue aquí el mecanismo de la metonimia, es decir, el desplazamiento de un término a otro. Así, corresponde entender su relato, que incluye esta palabra "conjunción", como la cópula de una gaviota y un perro.
  2. El hecho de que al perro se le desprende la cola. La cola del perro que se desprende, puede ser tomado como un símbolo fálico. Esta interpretación se sostiene precisamente en el punto del relato que alude al hecho de su desprendimiento. En efecto, sabernos que una forma de caracterizar al falo es precisamente ésta, que alude a la castración.
Ahora bien, que este desprendimiento sea el objeto de una alucinación, le otorga una categoría diferente de la que hubiera tenido si aparecía en un sueño. La referencia a la castración en una "Formación del Inconsciente" —como sería el sueño—, nos estaría diciendo de la necesidad, en la estructura neurótica, de encontrar una válvula de escape frente a la represión que atañe a la castración. Algo bien diferente, entonces, de la emergencia de la castración en una "Formación elemental" como es la alucinación. Tal es el caso del dedo cortado en el Hombre de los Lobos, relatado por Freud. Es decir que, en psicoanálisis y a partir de las mismas conceptualizaciones freudianas, alucinar la castración implica que ella no tuvo lugar en lo Simbólico y por eso aparece en lo Real.
3)  El significado que toma para él. La considera una señal, nos dice, un mensaje con sentido dirigido a él. Este sentido, por lo general, se transforma en delirio, esto es, en pensamientos que procuran dar cuenta de esta experiencia alucinatoria.

Caso Nº 2: neurosis (alucinación de Anna O.)
La paciente relata que estaba sentada junto al lecho del padre enfermo, con el brazo derecho sobre el respaldo de la silla. Cayó en un estado de sueño despierto y vio cómo desde la pared una serpiente negra se acercaba al enfermo para morderlo. Quiso espantarla, pero estaba como paralizada. El brazo que se apoyaba en el respaldo se le había dormido y, cuando lo observó, los dedos se le volvieron pequeñas serpientes rematadas en calaveras. Cuando la alucinación desapareció, quiso rezar, pero no pudo hablar en ninguna lengua. Dio finalmente con un verso infantil, en inglés, y a partir de él pudo rezar en ese idioma. Todo esto se interrumpe con el silbido de la locomotora que anuncia la llegada del médico que viene a atenderla.

Tenemos también aquí la presencia del símbolo fálico, pero nada remite a la castración. No hay desprendimiento, ni corte, ni pérdida de miembro alguno. A lo sumo, siguiéndolo a Freud, podríamos interpretar la multiplicación de falos —los dedos de la paciente que se transforman en otras tantas serpientes- como su equivalente. Pero el detalle de que cada una de las serpientes remata en una calavera, nos está indicando algo importante, como es la relación en la que aquí se sitúan la castración y la muerte, en un contexto donde la paciente está cuidando de su padre enfermo, es decir, donde la idea de la muerte está presente.
En el otro paciente (psicosis), el desprendimiento del objeto fálico se mostraba en el texto mismo del relato; quedaba situado como objeto imaginario —i(a)—, objeto fálico que no es otro que el de la castración simbólica. Precisamente porque aparece en el texto de la alucinación, es decir, en lo Real, nos está informando acerca de la estructura,
determinada por la castración en lo Real.
En el caso de Anna O. la castración no aparece figurada bajo el modo del corte, la separación o el desprendimiento del símbolo fálico, sino por su multiplicación. Esto nos indica que el núcleo alucinatorio mismo da cuenta de la presencia de la castración.

La actitud de la paciente neurótica respecto de la alucinación. Anna O. intenta rezar, pero las palabras en alemán (su lengua materna) no acuden, sólo surgen en otro idioma y por
la mediación de la poesía. La sustracción de las palabras es otra manera de indicar qué está ocurriendo allí con el significante: no se trata de una desaparición que deja al sujeto perplejo, como ocurriría en una psicosis —Cf. "El Hombre de los Lobos" y la alucinación del dedo cortado—, sino que el significante que falta, aparece en otro lugar, el idioma inglés.

El hecho de que todo se interrumpa con la llegada del Dr. Breuer señala, además, la importancia de la transferencia algo que no encontraríamos en el caso de un paciente psicótico.

Otras características de la alucinación en la psicosis.

  • En la psicosis, el fenómeno alucinatorio reviste suma importancia para el paciente.
  • Si no lo relata, se debe a que no hemos logrado establecer con él un vínculo de confianza suficiente para que lo haga. La reticencia es, por cierto, un fenómeno bastante generalizado.
  • En numerosos casos, las voces mismas prohíben al paciente hablar al respecto. Las voces tienden, en efecto, a establecer por lo general una relación de intimidad y exclusividad con el sujeto, como si se tratara de otras tantas personalizaciones de aquello que les dio origen: el discurso del Otro.
  • La alucinación se engendra en el significante de la castración rechazado en lo Real, cuyo retorno la determina y hace tan penoso su relato. Asimismo, la alucinación denota, señala, delata, el agujero que se ha producido en el tejido simbólico imaginario a partir, precisamente, de alguna irrupción de lo Real.
  • Una manera de tomar contacto con ese agujero en lo simbólico (con aquello que debería estar en lo Simbólico pero ha sido expulsado a lo Real) es a través de la alucinación. La función restauradora del delirio, es justamente en virtud de sus entretejidos imaginarios, que tienden a llenar ese agujero de la trama simbólica.

Fuente: Héctor Rúpolo: “Clínica psicoanalítica de las alucinaciones” Cap. 9: “La estructura de la alucinación”