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viernes, 18 de junio de 2021

La formación del síntoma desde la metapsicología.

La formación del síntoma en las neurosis, la psicosis, en los border y en la psicosomática tomada desde la metapsicología nos permite interesantes cuestiones diagnósticas. El diagnóstico, en psicoanálisis, se hace de manera tópica, dinámica y económica. La formación de síntoma depende de esta concepción

Síntomas transaccionales de la neurosis

En psiconeuróticos, la formación de síntomas es compleja. El neurótico tiene un aparato psíquico dividido por la represión primaria, así que el síntoma ha sido precedido por la formación de retoños, en tanto la defensa preferida es la represión, que solo sucede porque hay represión primaria. La represión primaria supone que hay fijaciones, por lo tanto tarde o temprano estas fijaciones van produciendo introversión libidinal, que es diferente a la retracción libidinal de la psicosis.

Introversión libidinal quiere decir que el neurótico, por sus fijaciones, va fracasando en la inversión libidinal en objetos reales. Por lo tanto, esa libido que fracasa en colocación en objetos reales, se introvierte sobre objetos de la fantasía. Por lo tanto, esa libido se deposita sobre alguna representación que el preconsciente debe prestarle para que transaccione. Se ha incrementado una fijación incestuosa que demanda pasar al preconsciente y el preconsciente le presta una representación para que transaccione (supongamos, representación X) y que entonces la libido reprimida aumentada transaccione con la representación y que esta última se transforme en representación retoño de lo reprimido.

Al ser retorño de lo reprimido, la representación X es rechazada por el preconsciente y más atraída por las fuerzas del inconsciente. Ahí se produce, en este rechazo y atracción, la represión secundaria. Por lo tanto, esa representación X va hacia al inconsciente e incrementa lo prohibido, las fantasías e incrementa la introversión libidinal del neurótico. 

Este proceso puede ir acompañado de supresión del afecto. El afecto no se reprime, sino que se suprime o se desplaza. Puede ir acompañado de la supresión del afecto. Por ejemplo, supongamos una mujer histérica que no sienta atractivo por nadie (supresión del afecto) o puede sentir atracción por el portero del edificio donde vive (desplazamiento). 

Hecha la represión con desplazamiento o no del afecto, esta puede ser exitosa por un tiempo. Esto es difícil, porque los procesos de introversión libidinosa en una neurosis prosigue, o sea que tarde o temprano van a empezar a fallar los procesos de represión y se van a producir más retornos de lo reprimido. Es posible que emerjan angustias. Este es el proceso de la represión y la formación de síntomas en fobias, neurosis obsesivas e histeria.

La conversión del la histeria es una transacción. El inconsciente le otorga la representación pierna y transacciona. En Isabel, el padre la apoyaba en la pierna y ella se había enamorado del cuñado, con el cual deseaba caminar con él. Esa pierna que la llevaba a caminar con su amor, queda paralizada. El placer deseado y el castigo, el superyó. Ella querría caminar con el amado o tener al padre sobre su pierna, pero el deseo es incestuoso y el yo de R.D. no lo puede verbalizar. La parálisis es el castigo del superyó a ese deseo pulsional, que ha sido transaccionado con el castigo.

En todo síntoma, como retorno de lo reprimido, vamos a ver un deseo y un castigo transaccionado entre el ello, el yo y el superyó. La representación de la transacción la da el yo. El yo R.D. queda perjudicado por la parálisis, por ejemplo, pero no se angustia por el incesto.

Isabel no tenía ide que amaba incestuosamente a su padre ni que amaba a su cuñado. Cuando Freud se lo dice, ella se enoja. La represión le evita un pensamiento que angustiaría a su yo y que le traería problemas. Por eso es importante el timing en las interpretaciones de los pacientes, para que no se angustien.

La diferencia entre la fobia, la neurosis obsesiva y la histeria, en cuanto a la formación de síntomas, es la forma en que retorna lo reprimido y la manera de la transacción.

La neurosis obsesiva tiene la particularidad de la regresión del complejo de Edipo a la etapa anal, siendo patognomónico de este tipo de neurosis. La formación de síntomas es igual a las demás neurosis: fracaso libidinal, introversión libidinosa a las fijaciones...

Psicosis

Mientras el neurótico divide su aparato psíquico en ello, yo y superyó, el psicótico tiene una fijación "maligna" que ha impedido que lleguen bien todos los sistemas por una desestima a los complejos de Edipo y castración. Desestima es que el Edipo ni siquiera está planteado. Por lo tanto, lo que consideramos es que el yo y superyó en el neurótico, en el psicótico aparecen mal establecidos, sin base. 

El futuro psicótico tiene un proceso de retracción psicótica, no de introversión libidinal como el neurótico (de los objetos fijados hacia el complejo de Edipo). Las demandas de la vida van produciendo una retracción libidinal hacia estructuras pobremente establecidas, hacia objetos arcaicos, como las fantasía orales.

lunes, 16 de noviembre de 2020

La organización de la psicopatología psicoanalítica: Psicosomática

Nuestra última parada en la organización de la psicopatología psicoanalítica es la psicosomática. Si bien Freud no habló de psicosomática, hay un concepto que nos interesa: el afecto. La pulsión también es un concepto psicosomático, pues se trata de energía corporal que adquiere lugar psíquico al unirse a una representación, que justamente será representación pulsional y hallará lugar en el inconsciente. El inconciente está lleno de representaciones que son embajadoras de fuerzas corporales. 

Desde La interpretación de los sueños Freud habla de clave de afectos, que significa que los afectos primarios tienen descarga somática. Esto Freud lo retoma en Inhibición, síntoma y angustia cuando da la definición definitiva de la angustia. La angustia tiene descarga somática y Freud sostendrá que todos los afectos básicos tienen esta características. Los afectos básicos son sensaciones psíquicas que tienen descarga de una clave corporal. Esto ya está refrendado por neurobiólogos y Freud los llamó recuerdos filogenéticos, porque son reacciones antiguas que heredamos como humanos.

Un ejemplo es que al nacer, nuestra primera reaccion es la angustia de nacimiento. O sea, apenas se nos rompe la homeostasis al nacer, lloramos y nos angustiamos.

La relación entre el aparato psíquico y el cuerpo

¿Cómo es un afecto, cómo se estructura y cuál es su dinámica? La psicosomática no es un campo que Freud haya explorado. Usar teoría freudiana es utilizar su paradigma, con sus categorías, y no solo citarlo. Seguir a Freud no implica seguir todo lo que dijo; sino producir con las categorías que él produjo. Cuando un físico trabaja, no citan a Einstein o a Hawkings, sino que utilizan sus categorías. 

Freud no utiliza el término psicosomática, pero tiene dos categorías interesantes, aunque todo el aparato psíquico es un articulador entre el cuerpo y lo psicosocial. Estas dos categorías son la pulsión y el afecto. 

La pulsión es la embajadora de fuerzas corporales que se representan, en primera instancia, en las Vorstellungsrepräsentanz. Actualmente las neurociencias conocen cuáles son las hormonas o factores biológicos que inciden en el deseo sexual. Hay posibilidades de hacer engarces entre el psicoanálisis y las neurociencias. Esto no quiere decir que el psicoanálisis se valide por medio de las neurociencias ni transformar al psicoanálisis en una psiconeurobiología. Simplemente quiere decir que los psicoanalistas no pueden hacerse los distraídos con los avances de la ciencia que bordean las categorías psicoanalíticas.

El afecto es otra categoría que tiene anclaje en el cuerpo. Freud tiene una teoría del afecto a través de su teoría de la angustia en Inhibición, síntoma y angustia. Freud desarrolló tres teorías de la angustia:

1.- La teoría tóxica, de que la libido no procesada psíquicamente se volvía tóxica y se transformaba en angustia.

2.- La teoría de la metapsicología, que es parecida, pero que ya implica al aparato psíquico y que no es la primera. Aquí, la libido reprimida en el inconsciente se transforma en angustia. 

3.- La teoría de Inhibición, síntoma y angustia, donde la angustia es un afecto primigenio, donde Freud enuncia una teoría general de los afectos. Los afectos básicos, según Freud, son filogenéticos. La angustia es una manera primitiva de reaccionar ante situaciones de peligro, que hemos heredado. Las neurociencias han corroborado esto, es lo que conocen reacción de alarma o estrés que se evidencia en el miedo, la angustia y la ansiedad. Estas tres se pueden diferenciar, pero básicamente corresponden a esos tipos de afecto.

Freud dijo que el afecto tenía una clave somática, es decir, una reacción corporal que es decodificada psíquicamente como vivencia-afecto. Esto es totalmente corroborado por los estudios de las neurociencias y especificados. Por ejemplo, la vivencia de estrés tiene toda una descarga de neurotransmisores y hormonas que hoy podemos especificar. El afecto tiene una estructura tripartita que coincide totalmente con la idea de clave de afecto de Freud.

1- Estímulo emocionalmente competente para producir afecto. Produce un disparo de la amígdala de la clave de afecto.

2. Descarga neurovegetativa en el cuerpo. Aquí encontramos la clave de afecto de Freud.

Inervaciones neurosecretoras: hormona liberadora de corticotropina (CRH). Disparo en hipófisis, secreción de adrenocorticopropina (ACTH). Estimulación de glándulas suprarrenales. Secreción de hormona cortisol.

3. Información de la descarga neurovegetativa en la consciencia, que es lo que llamamos afecto para Freud, en descarga y vivencia afectiva.

Consciencia del afecto percibido: angustia, sobresalto, alarma, angustia, miedo, ataque de pánico. El feedback de la descarga es la clave de afecto en corteza sensorial. Descarga en Cc. Procesamiento representacional de la clave de afecto, mayoritariamente por sistemas secundarios: yo R.D. y Superyó. 

Esto tres constituyen el desarrollo de afecto y el tercer piunto es lo que llamamos afecto. El afecto, en si mismo no es investidura, pero la potencialidad de las investiduras de iniciar el disparo es cuota de afecto potencial de afecto. No debemos confundir investidura con cuota de afecto o desarrollo de afecto. 

La investidura es la capacidad de la representación de producir trabajo. Es la energética de la representación.

Cuota de afecto es la capacidad de la representación de producir desarrollo de afecto. Es una capacidad de la investidura. 

Por ejemplo, tenemos la representación "mamá". "Mamá" es una investidura, que tiene una cuota de afecto. Es decir, tiene la capacidad de desarrollar ciertas emociones. Entonces, no solo la capacidad de desarrollar ciertas emociones (por su cuota de afecto), sino de producir ciertos trabajos en la mente (por su investidura). El desarrollo de afecto proviene de la cuota de afecto y la cuota de afecto proviene de la investidura. 

La cuota de afecto puede ser inconsciente. Para Freud, las representaciones inconscientes solo tienen cuota de afecto. La pulsión tiene empuje (drang) y cuota de afecto. El empuje es la investidura, que en la pulsión se llama empuje porque es se trata de una investidura compulsiva.

Los afectos se conocen, pero el sujeto puede desconocer qué activó esa cadena de desarrollo afectivo. Una cosa es la cuota de afecto (tanto de la representación como de la pulsión) y otra es el afecto en tanto la estructura tripartita que estamos viendo. Cuando esta estructura es completa, hablamos de desarrollo de afecto.

La Vorstellungsrepräsentanz tiene como uno de sus componentes al afecto, diferente del drang (empuje) que es la potencia de su investidura. 

Ahora, la estructura tripartita del afecto puede ampliarse.

1) Disparo o estímulo emocionalmente competente. Se pueden conocer muchos desencadenantes representacionales, pero en el caso de la angustia, todas las fuentes representacionales disparan un nivel cerebral que del que hoy conocemos bastante: la amígdala.

2) Descarga neurovegetativa en el cuerpo. La inervación neurosecretora freudiana. Es la descarga amígdala-hipófisis-suprarrenales conocida como estrés. Es un nombre que designamos para el núcleo angustia-miedo-rabia. En suprarrenales, la angustia produce la hormona cortisol, la que asciende al cerebro.

3) Recepción de la información de la descarga por el cerebro inscripto o aparato psíquico. La información se dirige a consciencia, pero para eso tiene que atravesar gran variedad de representaciones; entre ellas a las preconscientes, dado que la consciencia adulta normal es consciencia cogitativa secundaria dependiente del yo de realidad definitivo y del superyó-ideal del yo.

4) Procesamiento representacional de la descarga neurovegetativa. Las representaciones no expresan, sino que transforman y procesan. Tramitan a la descarga neurovegetativa, dándole un baño de significaciones que la torna fenómeno psíquico, así como la longitud de onda se transforma en el rojo psíquico.

5) Descarga en consciencia. Es el afecto propiamente dicho.

Esto es importante de conocer para poder entender por qué y cómo tratar enfermos psicosomáticos. Es decir, los mismos neurobiólogos dicen que la descarga somática recibe un baño de significaciones para su descarga final en consciencia. Pese a que esta descarga somática se puede modular con psicofármacos, el psicoanalista apunta a otro lugar: a ese baño de significaciones, que se modula con palabras. Es por esto que no hay que pelearse psicoanalistas vs. psiquiatras, porque en algunos casos habrá que medicar. Sin embargo, el psicoanalista incide en el baño de significaciones que incide en la descarga somática. 

Gracias a la incidencia del psiquismo sobre el cuerpo, se pueden modular las descargas de angustia en los ataques de pánico, por ejemplo. Los mismos neurocientíficos entienden que esta descarga recibe un baño de significaciones. 

Freud dejó un concepto sumamente importante al hablar del afecto de la angustia en Inhibición, síntoma y angustia, que nos permite hoy hacer esta articulación con las neurociencias y mostrarnos dónde un psicoanalista incide con el enfermo psicosomático.

No obstante, quizá no todas las psicomáticas obedezcan a la deformación de la clave de afecto. Es posible que haya otras determinantes, pero quienes han estudiado psicosomática suelen estar de acuerdo en que la deformación de la clave de afecto tiene mucho que ver en la determinación del síntoma psicomático. 

En los psicomáticos hay un síntoma primario que es la alexitimia: suelen presentar dificultades en la expresión de los afectos y también en la propia sensación afectiva. Es decir, no tienen la sensación se algunos o muchos afectos. Alexitimia, justamente, es no poder leer ni sentir determinados afectos. En esto están de acuerdo casi todos los estudiosos de la psicomática.

La Escuela de Psicosomática de París planteó otro aspecto bastante notable en este tipo de pacientes: un preconsciente operatorio. Es decir, tienen un preconsciente aparentemente normal, pero desafectivizado. Por eso lo llaman operatorio. Piensan realísticamente, pero en algo fallan al ser un preconsciente un poco máquina.

La psicomática se ubica, justamente, en una falla en la clave de afecto. En el caso del estrés y el cortisol, sobrecarga el corazón dando lugar a hipertensión, o a problemas gástricos por la retirada de la sangre hacia las extremidades. Muchos síntomas psicomáticos se explican perfectamente por la descarga deformada de la descarga de estrés. En lugar de sentir miedo, angustia o rabia, el paciente solo siente problemas estomacales o hipertensión.

El síntoma psicomático implica la deformación del afecto. La alexitimia no solo implica una lectura de los afectos, sino que implica una deformación de la clave. En este sentido, la alexitimia puede ser una defensa.

La Escuela de París de Pierre Marty habla, también, de una depresión escencial en estos casos. 

Un caso de hipertensión arterial

Fernando, 43 años, con hipertensión severa. Medicado con Valium. Como los pico de presión continuaban, los médicos recomendaron que hiciera psicoterapia. En las sesiones le costaba hablar libremente. Lo hacía al estilo telegrama, por lo que la analista empezó a intervenir con preguntas.

- Ayer tuve dos subidas de presión.

- ¿Cómo se da cuenta que le sube la presión?

- Me duele la cabeza o se me ponen rojos y calientes los cachetes. A veces voy a casa y me tomo la presión con el aparato.

- Cuénteme qué pasó en las dos situaciones.

- Acompañé a esposa al hospital y sentí las mejillas calientes. Fui al baño, me miré al espejo y efectivamente las tenía rojas. A la tarde, fui a la oficina de X y no tenía listo el cheque con el que me iba a pagar. Al salir me dolió la cabeza, fui a casa y me tomé la presión. Tenía.

- ¿Qué sintió en las dos situaciones?

- Ya le dije: presión.

- En la segunda situación, por lo menos, hubiera sentido rabia.

- ¿Si? Sucede muchísimas veces que me bicicletéen con los cheques. 

Por otras sesiones, la analista averigua que a Fernando los hospitales no le gustaban. Reconstruye que les daba miedo y angustia. El paciente refiere en otra ocasión que el cuerpo es muy molesto y que debería ser biónico e ir reemplazando las partes que se gastaban. Por la historia infantil, se desprende que los padres de Fernando querían un niño robot. El se deseaba así, como lo habían querido ellos. Los padres no dejaban que él ni sus hermanos hablaran en la mesa y solo se hablaba del intercambio de mercancías y a los problemas del almacén que tenían.

¿Usted quisiera un corazón biónico, con buenas cañerías en lugar de arterias y venas, con sangre biónica? - Le pregunta la analista.

- Si, claro.

Gran parte del trabajo analítico consistió en que estas escenas que el hombre contaba a modo de telegrama y culminaban con la elevación de la presión, fue ponerle el afecto que faltaba: Debe haber tenido miedo, debe haber tenido rabia, debe haberse angustiado. La reconstrucción del afecto lo hacía por el sentido común.

Un día, Fernando descubre que es un ciego afectivo y se sorprendió muchísimo al escuchar que en todas las veces que le subió la presión había un afecto feo que él no era capaz de sentir porque le daba miedo sentido. Recordemos lo que hablamos de la alexitimia.

Con el tiempo, Fernando empezó a interrumpir lo que estaba haciendo cuando se le calentaban los cachetes o le dolía la cabeza, y a empezar a preguntar desesperadamente qué sentimiento tenía. Usaba toda la experiencia en sesión para etiquetar la experiencia, por lo que el espectro posible no era tan amplio. La desesperación no se acababa hasta que lograba dar con el nombre del afecto.

Lo interesante es que este paciente fue mal querido por sus padres, en la medida que lo quisieron robot. No lo hace un psicótico, pero está poco libidinizado. Sus propios padres eran así. 

Los intentos de dar con el nombre del afecto se trasladaron a la sesión. No se veían variantes en el color de las mejillas ni él sabía establecer un punto donde el dolor de cabeza cediera. 

- Voy a tener que andar con el aparato de tomar la presion.

- No, déjelo. Eso sería demasiado biónico. Prefiero que guarde el mecanismo en un placard y no le dé más bolilla.

La reconstrucción de su vida fue bien conectada con el recurso de la alexitimia, aín en una persona que se deseaba robot, pero nada robótica, como lo son las descripciones que hacen algunos autores del paciente con estructuras operatorias. La esposa un día lo definió "Vos sos inteligente, pero como un tablero de ajedrez: cuadrado con cuadrado". 

- Hábleme un poco más de la operación de su hijita.

- Ya le conté cómo fue la operación.

- Si, bueno, trate de contarme detalles aunque a usted le parezcan tontos.

- ¿Pero usred cree que así vamos a bajar la presión?

- Si, si, lo creo.

Los picos fueron bajando y el tratamiento se interrumpió por problemas económicos insalvables del paciente. Al año siguiente, el paciente llama a la analista y le cuenta que las cosas seguían bien.

Estas cosas aparecen en pacientes asmáticos y ulcerosos, además de los hipertensos. También en casos de contractura muscular.

El cuerpo de Fernando solo tenía presencia ante la enfermedad. Un día al acostarse boca abajo, siendo pequeño, Fernando se acuesta boca abajo y escucha el palpitar de su corazón. "Creía que tenía un animalito en el pecho". La familia era incapaz de ayudarlo en el procesamiento de los afectos.

Hacia la mitad del análisis, Fernando había reconocido que no lo educaron, sino que lo amaestraron. Dijo que con las sesiones había aprendido a hablar. Los padres lo amaron, pero como pudieron. Las carencias de las interacciones parentales iniciales no permitieron que se eslabonen bien los cuatros componentes de los afectos y estos discurren desorganizados, sobre todo descargando la clave sin investidura.

La alexitimia implica que la descarga somática no llega a ser decodificada por el psiquismo. La etimología implica que leer implica interpretar y no simplemente expresar. 

Caso Paula (Psoriasis)

Veamos como la elexitimia opera en contra del procesamiento angustia y cómo esta deriva en un fragmento de clave que implica a la piel. Uno de los efectos de la descarga normal del estrés es la horripilación: se paran los pelos de punta. El estrés tiene un efecto sobre la piel, además de los otros efectos que tiene en el cuerpo. El estrés prepara para la huída o la defensa, donde uno de los afectos susceptibles es la agresividad.

La paciente, en análisis, muestra un solo afecto y registraba diferencias cuantitativas del amor. En diversas situaciones, ella se refiere que le tiene afecto a los hijos, al marido, a los hermanos, etc. Desapercibía las distintas calidades del afecto y los brotes de psoriasis no le llamaban la atención, que no habían sido motivos de consulta. La analista los descubre e indaba sobre ellos. La paciente cuenta que fue a dermatologos a hacerse algunos tratamientos. La paciente no pensaba que el análisis tuviera alguna conexión con la psoriasis. Lo punico que aparecía en ella era un vago temor a las pérdidas, bastante racionalizado. La paciente tenía muchas dificultades para reconocer la rabia.

La analista hipotetió que si la paciente lograba procesar la angustia, los brotes psoriásicos iban a mejoras. Dos hechos de su vida la hirieron narcisísticamente de profundidad, pero ella dice que los tiene asumidos. Los dos hechos, según ella refiere, la habían hecho sentir en carne viva. 

La angustia percibida o afecto angustia fue percibida hasta ser una señal reconocida y utilizada. Cada tanto meses, la analista preguntaba por la psoriasis y la paciente contestaba que mejor. Con el tiempo, los brotes no aparecieron más y la hipótesis de la analista fue confirmada.

En este caso, la angustia está lejos de constituírse como señal y como significante afectivo que nos permite huir, luchar, tramitar la situación peligrosa. De la angustia como clave de afecto que termina en la hormona cortisol, la que es una señal para el cerebro para que haga cesar el disparo. Pero si la situación peligrosa no cesa, la señal se transforma en veneno autoproducido por nosotros, por los fantasmas y por la realidad. 

La paciente, en los dos episodios se había sentido afectada. Sintió angustia y debería haber sentido rabia. Los dos afectos que estaban sin procesar eran angustia primero y rabia después. Es notable cómo la rabia está tan prohibida en nuestra cultura, tanto sentirla como expresarla. 

Angustia y rabia son afectos que esta paciente no podía sentir. En su caso, funcionaba la clave somática de afecto, que no podía ser decodificada mentalmente como angustia o rabia. Una de las manifestaciones, la que va a la piel, se deformaba como psoriasis. La analista ponía mucho énfasis en las situaciones de angustia y en la posibilidad de sentirse herida y responder con legítima agresividad y defensa. La deficultad de esta paciente estaba en sentirse herida y defenderse.

En simbolismo de "Estoy en carne viva" no aparece en todos los psicosomáticos, aunque sí en algunos como en esta paciente.

Pierre Marti habla de una desorganización representacional en el propio inconsciente. Hasta las representaciones pulsionales, en estos casos, han fallado en ligar excitación libidinal. Si las Vorstellungsrepräsentanz han fallado desde el inconsciente, con mayor razón el preconsciente falla en sobreinvestir. Entonces es interesante lo que descubrió la Escuela de Psicosomática en París, sobre un preconsciente operatorio. Es decir, un preconsiente que funciona con sentido de realidad, pero está desvitalizado. Eso vimos en el paciente hipertenso de antes. No puede sobreinvestir adecuadamente libido que está mal representada desde el ello. En estos casos, vemos falta de fantasías masturbatorias, por ejemplo. No se trata de un tema represivo a la manera de la neurosis, sino de una falla en la excitabilidad. Se trata la no constitución de la excitabilidad.

Evidentemente, estas fallas tan primarias en la constitución de la Vorstellungsrepräsentanz, hace que tengamos que recuperar la teoría de la angustia tóxica de Freud, en tanto que la libido reprimida se transforma en tóxica. Pareciera que la excitación que no se transforma en representabilidad primaria (ligada) sí puede ser tóxica. Pareciera que se trata de una ecitación básica primaria que ni llega a libido, porque no alcanza a ser ligada psíquicamente.

Los psicoanalistas tenemos la secuencia de excitaciones de origen corporal, que se organizan en representaciones orales, anales, fálicas... Si esas excitaciones son de origen corporal y no alcanzan a tener representaciones orales, anales... ¿Cómo quedan? Como excitaciones generales. Para que se organicen en las distintas etapas, primero tiene que haber inscripción. Acá lo que falla es esa inscripción.

lunes, 9 de noviembre de 2020

El ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica: trastornos narcisistas y borders

En esta ocasión hablaremos sobre las patologías narcisistas, un cuadro que no se encuentra dentro de los descubrimientos freudianos, sino que son desarrollos posfreudianos. Veremos qué sucedió con la integración a la psicopatología de esos fenómenos descubriertos.

Los trastornos narcisistas son patologías posfreudianas, aunque en Freud hay un artículo clave que es La escisión del yo en el proceso de defensa. Freud previó el problema de que el yo no era tan cohesivo como se pretendía al ser una instancia secundaria y que estaba cruzado por disociaciones. 

Desde Winnicott se alcanzó a ver la división del yo. Él habló de personalidades patologías fronterizas. Acá ya entramos con el desorden categorial de los posfreudianos. Winnicott, de una manera muy caprichosa, abandonó la metapsicología, abandonando el paradigma que debería haber sido rector: yo, ello y superyó. Es decir, la estructura del aparato psíquico.

Heinz Kohut hizo otros aportes a los trastornos narcisistas de la personalidad. Él tiene un curioso párrafo donde introduce la categoría de self, en vez de hablar de yo. Dice que el yo no es muy perceptible y que él prefiere crear la categoría de self, porque lo ve más asequible a la percepción. Esto es totalmente caprichoso, porque ¿Por qué considerar perceptible a su nueva categoría? Por otra parte, en Freud está el sentimiento de sí, que es percepción de sí. Aunque Freud no la dearrolló, existe y es función del yo, que es la representación de sí. Nosotros podemos aceptar la categoría de self en tanto representación de sí, como función del yo freudiano.

Heinz Kohut

Otto Kernberg produjo mucho en lo que se refiere a los trastornos narcisistas. Él sí mantuvo el aparato psíquico freudiano: yo, ello y superyó. En estas patologías, no solo es el yo el que presenta patología: el superyó también. El superyó posmoderno colabora a que haya yoes inestables, que se muestran frágiles ante la labilidad de los valores posmodernos. 

Los trastornos narcisistas. A grandes rasgos, debemos definir los trastornos narcisistas, que implican fijaciones narcisistas del yo. Según los autores, esas fijaciones narcisistas mantienen cierta cohesividad del yo. En general, están en relación a la idealización de cierta figura parental. Esos trastornos narcisistas implican detenimientos en el desarrollo sublimatorio, ansiedades difusas. Si el yo es narcisista, vamos a encontrar una dificultad en transformar una imago parental idealizada en superyó. Por lo tanto, que se haya llevado libido idealizada al superyó y que pueda transformar el valor del superyó en un proyector de vida. Por eso se señalan depresiones como ansiedades difusas.

Las personalidades border tienen una fractura más grande, es decir, no alcanzan esa cierta cohesividad que tienen los trastornos narcisistas. Han crecido con fragilidad del yo, por lo tanto tienen cierta amenaza de derrumbe. Son derrumbes que no alcanzan a hacer la retracción psicótica; aún así suelen tener ciertos derrumbes parecidos a ciertos episodios psicóticos. 

Caso: Madre de familia, profesional, consulta porque temía hacerse pis. Ella se presentaba como fóbica y en principio, parecía una fobia a orinarse. A todo lugar al que entraba, tenía que tener un baño cerca. Tenía muchísimos problemas con su madre, que era autoritaria. Eso ya indicaba problemas no neuróticos, por la problemática preedípica. Un día llegamos a descubrir que el temor a hacerse pis era que no llegara al baño o a hacer pis fuera del inodoro el pis la disolviera. En rigor, el pis tenía una capacidad de disolución corporal. Esto no es un síntoma fóbico, sino uno mucho más grave de inestabilidad de la organización yoica. Aquí se trata de un objeto idealizado persecutoriamente. 

Las personalidades border tienen angustias de despersonalización, pérdida de la cohesión del yo, lograda a duras penas. Se trata de un yo que ha crecido no tanto por represiones, sino por escisiones. En el discurso de estos pacientes aparecen elementos e ideas que en los neuróticos están reprimidos. 

Las fijaciones, en estos casos, son muy tempranas. Tienen que haber habido trastornos con un objeto parental idealizado, como dice Kohut, que impidió la transmutación de libido idealizadora en libido cohesiva del yo. Johut señala que el niño idealiza a los padres, pero luego se transmuta en idealización del yo, que después va a parar al superyó, siempre en la medida que estos padres acompañen empáticamente esta desidealización.

Esta libido idealizadora es importante, porque esta corriente libidinal idealizadora va a acabar en los valores que van a representar al superyó. Aunque todos hemos idealizado a la figura idealizadora, el neurótico va retirando libido idealizadora mediante identificaciones al yo y finalmente esa libido idealizadora pasa al superyó como ideales maduros y abstractos. Este paso es el que no ha hecho el border, quedando eternamente idealizando a una figura parental. El resultado es un yo no armado, frágil frente a la fragmentación.

El psicótico nunca llega al complejo de Edipo, lo desestima. Las patologías border llegan mal al Edipo, porque instalan un superyó deficitario. Los ideales del superyó no alcanzan a traccionar a un yo quebrado y empobrecido. La ideantificación en el complejo de Edipo no es a los padres persona, sino a los valores paternos, lo que hace al superyó. El superyó es abstracto. Los borders tienen una libertad que los esclaviza, justamente, por un superyó que no exige nada y deja al yo a merced de las pulsiones, que son mortíferas. El control a las pulsiones que hace el yo, en estos cuadros, está severamente complicado. 

Por último, se trata de pacientes analizables.

El descontrol de los impulsos y la indiferenciación con el objeto

El paciente fronterizo presenta labilidad en la estructura del yo y en las fronteras del yo. Por lo tanto presenta dificultades en la diferencia yo-no yo. Esto trae enormes dificultades en las relaciones objetales. 

Por ejemplo, una paciente cuando se ponía de novia daba por sentado que la única chica a la que su novio podía mirar era a ella. En una fiesta, él le prestó atención a otra y ella no solo le hizo una recriminación feroz, sino que afuera de la fiesta le pegó y le arrancó la manga de la camisa al novio. Esto demuestra no solo una exigencia desmedida de posesión del objeto, que va mucho más allá de los celos neuróticos, sino una idea de posesión del objeto. En la sesión, ella defendió esta acción. Ella dijo "Cuando es mi novio, pata quebrada y en casa", aludiendo a la película Misery, donde la protagonosta secuestra al escritor quebrándole las piernas.

El sujeto fronteriozo suele perder la noción de objeto y pasa a ser un atributo del yo. En este ejemplo, también se aprecia la impulsividad y el descontrol de los impulsos. Justamente, esta es una patología del yo porque las funciones de esta instancia se encuentran alteradas. La chica del caso no tenían delirios, pero sí aspectos notables. Por ejemplo, ella iba caminando y de repente ella se tildaba y pasaba a otro mundo, fantaseando en la calle. O faltaba a sesión sin avisar y decía "Ah, me fui a la costa, no me di cuenta". 

Muchos borders pasan a las adicciones, porque la impulsividad los lleva al consumo de sustancias o a conductas delictivas, con muchos pasajes al acto.

APA sostiene que la definición de psicoanálisis son cuatro sesiones donde el proceso psicoanalítico se va a dar en transferencia. Esa es una definición absolutamente formal que no cumplen realmente puertas adentro. En realidad, psicoanálisis es la concepción de aparato psíquico con las transformaciones que ese aparato psíquico sufre en las diferentes patologías. Por lo tanto, sigue siendo psicoanálisis cuando se trata el análisis que comprende a un aparato psíquico psicótico, border, neurótico... Con las adecuaciones que deben hacerse a esas formaciones psicopatológicas y que no pueden definirse por la cantidad de sesiones ni tampoco si se da sitemáticamente la transferencia, cosa que ni ocurre así en las neurosis.

La técnica psicoanalítica requiere adaptaciones en cada caso, en sus maneras de intervención, tomando en cuenta de qué estructura clínica se trata. Las estructuras psicopatológicas son distintas: los trastornos narcisistas hacen transferencias idealizadas y no sistemáticas, así que el tratamiento será diferente.

Lo que intentaremos en estos cuadros es que eso que se repite como vivencia, logre ser una representación. Cada elemento patológico debe ser revertido en su propio mal. Hay que organizar lo que se desorganizó.

Fuente: Encuentro n° 42 y 43 de Freud Desconocido.

lunes, 2 de noviembre de 2020

El ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica: la melancolía

Continuamos con el ordenamiento de los diferentes cuadros de la psicopatología psicoanalítica freudiana. Hoy veremos la melancolía, que tiene un componente patognomónico que la distingue de otras psicosis. 

En Freud melancolía tiene una precisa descripción, aunque él no da los puntos de fijación. Por la descripción que hace, se deduce que podría ser a la primera y segunda oral, como todas las psicosis. Lo que Freud señala como patognomónico, es la elección narcisista de objeto. Hay muchas elecciones narcisistas de objeto, pero en este caso se trata de una elección narcicista "protésica" de objeto (Término propuesto por Isabel Lucioni), donde el melancólico elige un objeto que es prótesis del yo. El yo del melancólico se apoya y se sostiene en el objeto. Un objeto que se elige así, sólo basta una frustración en esta función de complemento y sostén del yo para que suceda la pérdida del objeto, sin pensar que se muera o que lo deje. Esta frustración, para el melancólico, ya es la pérdida del objeto.

El melancólico no puede hacer un duelo normal ante la pérdida de este objeto. En lugar de hacer el duelo, el melancólico ama y odia ferozmente a ese objeto. Por esta ambivalencia feroz podemos adjudicarle a la melancolía un punto de fijación a la segunda oral (la primera es divalente en tanto yo y objeto; la segunda, ambivalente). Al no poder hacer el duelo, el melancólico resuelve su dolor con una identificación narcisista, según Freud y claramente canivalística -agreguemos-: ingiere al objeto. Como se trata de un objeto amado y odiado, el yo del melancólico se divide en dos. Una parte, identificada al objeto odiado, se vuelve sádico y persecutoria del yo. La parte identificada al objeto "amado", se vuelve sometida, masoquista del yo. 

Duelo y melancolía aún no tiene muy elaborada la categoría del superyó. Además, Freud nunca diferenció ideal del yo del yo ideal. Por lo tanto, adjudica a la parte sádica la característica de un ideal del yo, superyó, sádico, que castiga y odia a un yo masoquista, que sufre internamente los embates de ese aspecto sádico de sí mismo, identificado con el objeto le ha hecho tanto daño (según el sujeto).

Este aspecto de la estructura melancólica psicótica lleva a los delirios de culpabilidad. Pueden pensar que son los culpables del calentamiento global, o de cualquier hecatombe que se haya producido y es una de las primeras explicaciones de un suicidio que se haya dado: es la primera metapsicología de un sucidio que Freud dio. Finalmente, esta lucha interna es tan insoportable que lleva al suicidio. No es el único suicidio que hay, pero es paradigmático.

Relacionado: Culpa obsesiva y culpa melancólica: ¿Cuál es su diferencia?

La melancolía tiene un reverso posible: la negación maníaca. Se trata de una defensa muy enérgica que aparece en algunos casos, que vuelven al cuadro bifásico. La negación maníaca de la culpa niega toda la dependencia de esta estructura y libera libido sin ningún motivo real, por lo tantp esa libido infla a un yo que se vuelve omnipotente. El yo maníaco tiene delirios de omnipotencia, de poderlo todo más allá de la realidad. Esta forma es psicótica, pero las depresiones son un mal muy común y algunas constituyen un conglomerado desde la forma psicótica hasta formas neuróticas. ¿Qué cambia? La elección narcisista proesica de objeto. 

Es decir, en las depresiones no psicóticas no vamos a encontrar algo tan primitivo como una elección oral, pero siempre va a tener ese sesgo de elección narcisista de objeto. Las depresiones siempre implican una afrenta narcisista. En esa pérdida está comprometido el narcisismo. El analista se pregunta ¿Cómo crear una existencia autónoma puede dárseles a estos pacientes, sin que sea el objeto que les dé una existencia?

La próxima vez comenzarmeos con la patología postfreudiana. Más allá de la psicosis, hay patologías donde el yo es frágil, que son las patologías border. 

lunes, 19 de octubre de 2020

Ordenamiento de las psicosis: la paranoia.

Hoy continuaremos con el ordenamiento las psicosis, específicamente con la paranoia, que no tiene el nivel de desorganización que vimos en la esquizofrenia. Esto quiere decir que ha niveles de organización del yo y del objeto un poco más avanzados.

Como todas las psicosis, la paranoia tiene la fijación oral maligna que veíamos la vez pasada, la cual produce la desestima de los complejos de castración y Edipo. La paranoia, en particular, llega a tener fijaciones en las etapas anales. Esto hace que en la paranoia hayan identificaciones especulares. Aunque Freud no las llama así, vemos que Freud habló del doble en Lo siniestro y lo describe que el emisario de la vida puede ser el emisario de la muerte, porque el doble de uno es una duplicación narcisista. 

En el mito de Narciso, el muchacho era tan bello que se vio reflejado en las aguas de un río y queriendo abrazarse enamorado de su propia imagen, se cayó y se ahogó. Pocas veces se pudo describir tan bien el amor narcisista hacia uno mismo, que parece un amor vital en principio, pero es mortífero como lo vemos en Lo siniestro, donde el doble puede ser vital, pero termina siendo mensajero de la muerte. 


En el caso Schreber Freud no menciona nada de esto, que es el texto más grande sobre la psicosis. El Presidente Schreber tiene un delirio absolutamente florido. El núcleo central del asunto es que él se siente perseguido por Dios. Dios lo ama y se quiere casar con él para engendrar una nueva humanidad. Schreber teme a semejante honor, pues cuando Dios se case con él lo va a transformar en mujer. O sea, Freud plantea esto como que el paranoide tiene un amor homosexual y da algunas transformaciones. Dice que el paranoide se enamora homosexualmente de otro sujeto, teme ese amor homosexual y entonces lo transforma en "Yo no lo amo, él me ama". Hace otra transformación, que es la de "Él no me ama, él me odia" y ahí se constituye la persecución. Schreber ha trasladado el delirio de Dios estas transformaciones.

¿Dónde está el odio escondido? Justamente en que el día que Dios se case con él lo va a transformar en mujer. No se trata solamente de la castración necesaria para transformarlo en mujer, lo tremendo en el delirio de Schreber es que cuando Dios concrete ese casamiento y transformación, Dios concretará un almicidio, o sea, le va a asesinar el alma. Ahí ya está constituído el delirio totalmente persecutorio. O sea, se ha proyectado el objeto homosexual, según Freud, del que tenemos que tener cuidado actualmente para no patologizar la elección homosexual de objeto. André Green habla de objeto homoerótico, porque no hay ninguna concreción sexual. El acento aquí está en el espejo, la imagen especular. Ningún paranoide quiere concretar una unión homosexual; el problema es lo homoerótico, la dobe imagen especular. El paranoide coloca todas las distancias ante la posibilidad de encuentro fusional, donde desaparecería el yo. Como en el mito de Narciso, si yo lo amor y me junto, desaparezco.

La paranoia ha tenido un grado más de avance en el aparato psíquico respecto a la esquizofrenia, por lo cual los delirios paranoides son célebres por ser mucho mejor armados que los delirios esquizofrénicos. Incluso, muchas veces son convincentes.

Las transformaciones yo lo amo, él me ama, él me odia, son transformaciones defensivas. Es interesante que André Green haya dicho homoerótico y no homosexual. En este último caso, se concibe el deseo como una elección sexual. En la paranoia, se trata de un deseo fusional, un amor narcisista donde el paranoico siente que puede desaparecer en el otro.

Hay formas no psicóticas de la paranoia, como el querulante. Se trata de gente que siempre está peleando y protestando y que encuentra argumentos para pelearse con diversas personas por las cuales sienten perseguidos. Simone de Beauvoir la describe en una amiga, al hablar de la erotomanía. Es gente que siente que alguien se ha enamorado perdidamente de ella, pero lo persigue. Sufren tremendamente por la persecución erótica, hasta un punto en que temen esa persecución, que es delirante. Cualquier llamado por teléfono o encuentro casual lo toman como una persecución hacia ellos y un intento de abordaje. Entran dentro de los trastornos narcisistas, donde el temor de fondo es a la fusión. La celotipia es también una forma paranoide.

En el delirio psicótico, la trasmutación del amor al odio se debe a la fijación en las dos etapas anales y lo característico de ellas, que es la ambivalencia. El temor a la fusión es una regresión a la primera oral. En Schreber, esta fusión es mortífera, almicida. Las etapas anales son muy productivas en el odio, ya sea por la expulsión o por la retención. Todos los autores remarcan que hay sadismo expulsivo o retentivo. Son dos formas del sadismo y del odio. 

Fuente: Encuentro n° 40 de Freud Desconocido

lunes, 5 de octubre de 2020

El ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica: las psicosis

En esta serie del ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica freudiana, venimos viendo:

- La neurosis histérica.

- La neurosis fóbica.

- La neurosis obsesiva.

- La neurosis de angustia.

Hoy dejaremos atrás el campo de las neurosis y continuaremos con las psicosis. Las psicosis tienen un mecanismo estructurante que irónicamente es desestructurante: la desestima (Verwerfung). En lugar de ser la represión primaria como en la neurosis, el futuro psicótico no llega a atravesar los complejos de Edipo y castración, porque al llegar a esa altura, aplica una defensa muy enérgica, que es la desestima de los complejos de Edipo y castración. Desestimar como traducción de Verwerfung quiere decir que no arribaron, no se han considerado ni involucrado a los complejos de Edipo y castración.

¿Cómo es posible la Verwerfung? Freud no termina de explicar cómo es posible que el aparato psíquico haya llegado a esto. Hay un ariculo que nos da algunas explicaciones: La escisión del yo en el proceso de defensa. Este artículo, que es de los últimos de Freud, donde sostiene que la represión la tenemos todos y que la represión primaria es constitutiva del aparto psíquico. Todos tenemos represiones y neurótico es quien cuantitativamente ha aplicado más represiones. La diferencia entre alguien sano y neurótico es cuantitativa.

La escisión del yo en el proceso de defensa plantea que todos nos defendemos de represiones y que además todos los yoes han llegado a ser yo de realidad definitivo con cierta cuota de escisiones. Es decir, no solo tenemos represiones, sino disociaciones que no enferman, pero que están. Por ejemplo, pueden haber seres muy racionales, por ejemplo un científico, que sin embargo creen en la magia. Estas disociaciones llegan a la adultez. Para Freud, el aparato psíquico comienza disociado, con un yo de placer purificado y un objeto hostil. Es decir, comienza con dos núcleos representacionales absolutamente separados. Melanie Klein no leyó a Freud cuando tuvo la idea de la posición esquizoparanoide, donde hay un yo bueno y una teta buena; un yo malo y una teta mala persecutoria. Ella no cita esto de Freud.

El aparato psíquico comienza disociado en dos territorios: en el objeto hostil y en el yo de placer purificado, según Freud. Lo que él no tomó en cuenta en el avance estrato por estrato fue que estos dos espacios no se integraban de una manera total. Melanie Klein supuso que se integraban en la posición depresiva. Si leemos el artículo de La escisión del yo en el proceso de defensa, habría que suponer que hay una gran integración en la segunda oral, pero hay que suponer que esa integración no es perfecta y que el yo en su avance de integración y constitución del objeto, sufre imperfecciones que puede ir arrastrando, incluso, de estrato en estrato. 

La suposición y propuesta sería que para llegar a una defensa tan fuerte como la desestima, tuvo que haber habido una fijación en la primera oral. Muchos posfreudianos sostienen que han habido injurias muy tempranas para que se llegue a una psicosis. Melanie Klein supone que tienen que haber habido trastornos en la esquizoparanoide para que se produzca una psicosis. La suposición de integración en la fase depresiva, en Klein, garantiza una neurosis. Freud no desarrolló esto de la fijación maligna en la primera oral, que no es de la misma manera que la fijación oral de la histeria, que está combinada con la fijación al complejo de Edipo. Esta fijación "maligna" de la psicosis, al ser una fijación de elementos disociativos, han ido trabando el avance integrativo poco a poco del resto de los estratos, hasta llegar a lo que hubiera ser el planteo de los complejos de Edipo y castración. Allí, ese aparato psíquico no puede asumir la triangularidad y entonces no la asume, la desestima. En cambio, la fijación oral de la histeria se trata de una demanda oral que llega al complejo de Edipo y logra establecer un yo y un superyó. La defensa organizativa de las neurosis es la represión.

A un psicótico es inútil plantearle problemas edípicos, porque tiene más bien problemas especulares con sus padres. Las instancias que hubieras debido ser propiamente secundarias (Yo R.D. y superyó) se instalen sobre bases pantanosas y de manera débil en el sistema pcc-cc. Freud habla de un hecho desencadenante del brote o crisis, pero podemos decir que ese aparato psíquico con disposición psicótica va fracasando poco a poco ante las demandas de la vida, hasta que hay un punto en que se produce la retracción psicótica.

La retracción psicótica es el primer tiempo del brote. El brote psicótico tiene dos tiempos: retracción y restitución.

En la retracción, las instancias secundarias se han establecido de manera lábil, ese momento de la vida en que ya fracasa la estabilidad del aparato psíquico hace que se empiecen a derrumbar parámetros de los sistemas secundarios, lábilmente establecidos. Retracción quiere decir que se derrumban parámetros sintácticos, semánticos, lógicos y de organización afectiva, que estaba débilmente organizados en los sistemas secundarios. Por lo tanbto, hay un derrumbe de estas corrientes de libido que retroceden hacia los sistemas inconscientes, hacia las representaciones cosa. Este prime tiempo del brote debe ser percibido como un déficit.

El paciente psicótico, en la retracción, siente una angustia de aniquilamiento al perder contacto con la realidad, el contacto con su propio cuerpo. Se retrae el sistema secundario. En este punto, no dicen delirios, sino que comienzan a hablar mal o de forma extraña: errores sintácticos, semánticos, neologismos, falta de lógica y aplanamiento afectivo. Es un lenguaje esquizofrénico que en este punto no llega a ser delirante, sino que muestra la caída de los parámetros del lenguaje, que pueden ser evidentes o no. Para muchas personas esta fase pasa desapercibida.

La vivencia del mundo que frecuentemente refieren estos pacientes se debe a la pérdida de investiduras y conceptos, que es lo que nos une al mundo. Como el psicótico los está perdiendo, tienen la vivencia de fin del mundo. Ya en este momento estamos ante la eclosión de la enfermedad.

La otra fase es la restitución, donde se ocupa el vacío que dejó la retracción con representaciones cosa del inconsciente. De esta manera, avanzan las pulsiones, las representaciones cosa del incinsciente y se producen los delirios, las formaciones bizarras. Se produce la restitución de un yo delirante. Es un intento de reorganización, aunque sea delirante y enfermedad, que es mejor al vacío.

Fuente: Encuentro n° 39 de Freud Desconocido.

lunes, 28 de septiembre de 2020

La neurosis de angustia

Hoy abordarmeos la neurosis de angustia, continuando con el ordenamiento de la psicopatología freudiana. 

Una de las observaciones más tempranas de Freud tuvo que ver con este afecto. La angustia es un afecto prínceps en psicoanálisis y en nuestra vida, pues angustiado nacemos. Estudiar a Freud implica una gran disciplina y una ubicación teórica-histórica. El pensamiento de Freud no es desordenado, sino que la teoría va cambiando y evolucionó, como en el caso de la angustia. La angustia tiene tres teorías en Freud:

1) La de los escritos pre-psicoanalíticos, anteriores a 1900. 

Es la teoría de la angustia tóxica, que aparece en los manuscritos de las cartas a Fliess. Ahí Freud suponía que la tensión sexual somática debía ser tramitada por el grupo sexual psíquio. Esto ya está mostrando, a pesar de lo simple del esquema, cómo Freud ya tenía concepciones psicosomáticas. Es decir, lo corporal debía se rtramitado psíquicamente para convertirse en deseo sexual. Aún desde los escritos más tempranos, el deseo sexual no era mera hormona (aunque Freud no tenía ese concepto), sino que era de origen somático, pero tramitado ideativamente por el grupo sexual psíquico. De esa tramitación surgía el deseo sexual propiamente dicho, desde el cual se realizaba la conexión con el objeto sexual y la relación sexual. Si esa relación sexual era satisfactoria, el orgasmo tenía una vía de retorno que se llamaba vía voluptuosa que reinformaba al grupo psíquico sexual del final exitoso de la relación sexual. El grupo psíquico sexual se enriquecía y se iba tornando cada vez más capaz de tramitar las excitaciones puramente biológicas.

¿Qué pasaba cuando ese grupo psíquico sexual era pobre o se empobrecía por viscisitudes de la vida? Era incapaz de tramitar las excitaciones somáticas. En esta carta a Fliess, la excitación somática no llegaba a ser tramitada y derivaba tóxicamente sobre el mismo cuerpo, descargando como angustia. Este circuito muestra muy tempranamente la relación necesaria somato-psíquica que Freud ya tenía en mente y que es un antecedente de la idea de pulsión. También es un antecdente importante de la teoría de los afectos. Pulsión y afecto son dos entidades distintas, hay que aclarar.

2) La represión causa angustia.

Pasado 1900, aparece la segunda teoría de la angustia, que ya está en la metapsicología. Freud considera que la libido reprimida que está estancada en estado de estasis en el inconsciente, por exceso de represión se descarga como angustia. 

3) La teoría de la angustia en Inhibición, síntoma y angustia (1920).

Freud comienza que el modelo de toda angustia es la del nacimiento, que es un reflejo biológico. El bebé está en un estado de homeostasis perfecta, que de repente se rompe al nacer. El niño recién nacido llora angustiado: es la angustia de desamparo y desvalimiento. Es decir, se rompen todas las condiciones que nos mantenían en homeostasis. Esta angustia implica una descarga de muchas secreciones neuro-hormonales que dan la vivencia de desamparo, de importencia frente a un peligro y va a ser el modelo de todas las angustias.

Cada afecto va a tener un tipo de descarga neuro-hormonal que sigue una clave somática de afecto. Este último concepto viene desde la Interpretación de los sueños, pero aquí ya tiene una embergadura definitoria. Esta clave, que llega a consciencia, le da la coloratura a los afectos. No hay afectos inconscientes, aunque pueden haber afectos a los que no se le pueda dar un nombre. También las claves se pueden deformar, como veremos en el caso de la psicosomática.

Según crezca el aparato psíquico, la clave de afecto de la angustia va a tener modulaciones diferentes: 

- angustia de destete cuando transcurra la primera oral a la segunda.

- angustia de pérdida de las heces.

- angustia de castración o de pérdida de amor en la mujer, que es el equivalente de la angustia de castración en el hombre.

- angustia frente al superyó.

La calve de afecto somática que fue la indefención originaria puede ser modulada psíquicamente por las representaciones en cada momento evolutivo. También, las representaciones la modulan en angustia señal, angustia traumática. Si alguien sale neurótico y hay exceso de represión, va a ser angustia neurótica. Puede ser angustia real frente a una estimulación real. 

La neurosis de angustia

Existe angustia en todas las neurosis, sobre todo en la fobia, pero en la neurosis de angustia se caracteriza porque prácticamente el síntoma es la inundación permanente de angustia. 

El carácter de la neurosis de angustia es la magnitud de la represión sobre prácticamente toda la sexualidad, que hace que el sujeto prácticamente sea una bomba de tiempo. Ante las presiones pulsionales, responde permanentemente con angustia frente a cualquier demanda social, el trabajo o ante la posibilidad de salir con alguien. Si esta acumulación de angustia debido al exceso de represión es masiva, puede llegar al gran ataque de angustia que Freud decribe en los primeros trabajos. El gran ataque de angustia es el tan conocido ataque de pánico: un terrible ataque con varios síntomas somáticos, como opresión precordial, dificultad de la capacidad de respirar, vivencias de muerte, desmayos, entre otras. 

Hay una claudicación del yo, que se ha inundado con la clave de afecto de la angustia y es el cuerpo el que responde. Se reinstala la indefención originaria y la sensación de muerte, que es la que debe sentir el bebé cuando nace. La clave de afecto de la angustia que hoy se conoce como ataque de pánico implica una cascada de hormonas y neurotransmisores sobre la que los psiquiatras pueden intervenir con psicofármacos para tratarla.

La angustia señal implica una parte de la clave de afecto de la angustia que hace al sujeto anticiparse al peligro y dispara la represión o dispara el alerta. Acá hay una modulación, de manera que la persona puede decir que está angustiado. En el gran ataque de angustia, la persona siente que se muere. 

lunes, 21 de septiembre de 2020

El ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica: La neurosis obsesiva

Siguiendo con el ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica (ver el ordenamiento de la fobia), hoy vamos a ver la neurosis obsesiva, que es una de las neurosis más complejas. 

El hombre de las ratas, desde pequeño, sintió que el padre se oponía a su sexualidad masturbatoria. Esto empieza a mostrar algunos elementos teóricos que ya se puede marcar en el ordenamiento de la neurosis obsesiva: tiene, como toda neurosis, punto de fijación en el complejo de Edipo y en este caso notorias fijaciones anales. Algunos autores señalan primera o segunda anal, pero en realidad es a las dos: anal expulsiva, la primera y anal retentiva, la segunda. Estas fijaciones a las etapas anales corresponden a un gran estadío de expansión narcisista del yo, como vemos en el deambulador. Hay que levantar la casa porque el niño toca todo, explora el mundo circundante y aparecen los primeros controles "no toques eso" y el control de esfínteres. Todos los autores consideran que las primeras restricciones o prohibiciones con el retiro de los pañales.

En este caso, es la madre la que transmite la regla de restricción pulsional. Por lo tanto, aunque en el historial del Hombre de las Ratas no aparece la madre como gran frustradra, sí sabemos por diversos historiales que es la madre la que exige esta restricción. Esto hace que las etapas sean ambivalentes respecto a la madre y que se dé una batalla dominio-sumisión bastante importante.

En el Hombre de las ratas, cuyo padre se opone a su satisfacción sexual masturbatoria desde temprana edad, aparecen estimulaciones anales. Tuvo gusanitos anales, por ejemplo. Las fijaciones anales hace que se llegue al Edipo con un monto de ambivalencia hacia ambos progenitores. Es cierto que en el varón hay amo a la madre y rivalidad con el padre, pero aunque prevalezca el Edipo heterosexual, la ambivalencia con el objeto heterosexual hace que se torne altamente conflictivo y ambos Edipos, aunque hayan naufragado -que implica el establecimiento de la represión primaria y el superyó-, por la intensidad de los conflictos es la única neurosis cuya represión primaria es reforzada con una regresión hacia las etapas anales. 

Las fijaciones anales hacen que los dos objetos edípicos sean muy ambivalentes. Eso torna ultraconflictivo al complejo de Edipo, aunque se logre el naufragio y el establecimiento del superyó. Si tomamos como ejemplo al varón, aunque se logra la represión primaria, la intensidad del conflicto al sortear el naufragio, hace que la represión primaria no sea tan estable como para que el aparato psíquico no demande un refuerzo que sea la regresión a las etapas anales que refuerzan la represión primaria. Se mantiene la represión primaria, pero le concede una regresión, por lo que el obsesivo hace una lectura "desde lo anal" sobre el conflicto edípico. Sabemos que el aparato psíquico avanaza por sobreinvestidura, donde se van suturando las ambivalencias. Se supone que se sale del naufragio del complejo de Edipo menos ambivalentes y también se supone que hemos elegido más claramente un posicionamiento heterosexual. Se supone que la polaridas masoquismo-sadismo ha tenido un cierto reparto preferencial -dice Freud- del masoquismo, pero de manera sublimada a la femineidad y el sadismo de manera sublimada hacia la masculinidad.

La regresión del conflicto edípico a las etapas anales tiene el efecto de abrir las polaridades y entonces el obsesivo oscila antre masculino y femenino, entre sadismo y masoquismo, entre amor y odio. La apertura de polaridades es el sustrato de la famosa duda del obsesivo. El obsesivo duda y no puede decidirse, cosa que se ve mucho en el consultorio.

La fijaciones anales, a pesar de la sobreinvestidura (el naufragio permitido por la represión primaria) tracciona la regresión a las etapas anales, manteniendo la represión primaria. Esto genera síntomas muy complejos, porque se trata de síntomas como rituales, deshacer lo hecho, aunque lo que más llama la atención son los síntomas del pensamiento. Lo sorprendente en Freud es que cataloga al pensamiento del obsesivo como preconsciente delirante, lo cual es un contrasentido, porque si es preconsciente no es delirante. Evidentemente es una metáfora.

El obsesivo presenta cosas contaminadas por la duda y fallas border llamativas, por ejemplo, piensa en aislamiento. Entonces cree que está asociando, cuando en realidad está repitiendo circuitos de pensamiento aislado que no llevan a nada. Dice cosas aisladas que no une, entonces el analista le tiene que armar el nexo. Pasado el tiempo, puede repetir lo mismo.

Al obsesivo le cuesta reconocer su deseo, como vemos en la película Mejor Imposible, donde el personaje se enamora de una chica, pero lo que hace es atacarla. Pueden coger muy bien con la esposa y aún sostener que no la desea. Producto de la ambivalencia, puede desear y odiar a la vez. El Príncipe Hamlet hace suicidar a la pobre Ofelia, la maltrata y está enamorado de ella. El padre aparece como fantasma y le dice que el tío lo envenenó poniéndole veneno en la oreja, que lo vengue... ¡Y Hamlet busca a artistas para que representen la escena para que el tío la vea! Hay una dificultad para la acción y la interpretación psicoanalítica es que el tío hizo lo que él hubiera querido hacer y por eso no puede vengarlo.

El aislamiento en el obsesivo aparece en el consultorio con ideas que se le ocurren desprovistas de afecto. El otro aislamiento es lo que mencionábamos antes sobre el circuito de ideas sin conexión lógica.

La anulación retroactiva aparece en la acción: hacer algo y después deshacerlo. En el historial del hombre de las ratas está en la piedra que él saca para que pase el carruaje de la amada y después la pone. Es hacer lo contrario de lo que desea o tiene que hacer.

El orden, la avaricia, la pulcritud, la duda de manera excesiva y la tenacidad para aferrarse a una idea aparecen como rasgos del carácter anal. En el Hombre de las ratas, la fantasía de la tortura de las ratas es fundamental para entender los síntomas del caso. El coito anal fantaseado aquí es sádico, con el padre y con la madre. El hombre de las ratas asocia ratas con penes, o sea que es una fantasía de coito sádico: el pene que desagarra, el pene dentado, etc.

Fuente: Encuentro n° 37 de Freud Desconocido, 17 de mayo de 2019.