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lunes, 25 de enero de 2021

Cinco sentencias necesarias sobre el trauma


Se había bastardeado tanto el término trauma y se lo utilizaba tan indiscriminadamente, que en 1965, Anna Freud dijo: Como cualquier otro, yo también he tendido hasta ahora a usar el término trauma en un sentido amplio; pero pienso evitar eso en el futuro. Hoy veremos qué es el trauma y en qué condiciones encontrarlo.

Primera sentencia necesaria: 
Si algo es recordado, no es un trauma. Debemos separar trauma de experiencia o sentimiento angustiante, doloroso, penoso, desagradable, etc. La condición para que algo puede ser considerado como un trauma es que produzca una efracción en el yo: inconscientización. Lo recordado penoso no es lo mismo que lo traumático.

Segunda sentencia necesaria: 
Lo que es traumático para unos no lo es para otros.

Tercera sentencia necesaria: 
Para constituir el trauma hay que alterar el aparato protector contra estímulos. ¿Qué es dicho aparato y cómo está constituído? 1) Percepción intermitente, 2) Representaciones disponibles de expectativa, y , 3) atención.

Cuarta sentencia necesaria: 
La intensidad del trauma no se vive por lo externo sino por la posibilidad del yo de ligar o no la excitación. Como ningún yo dispone de todas las representaciones disponibles necesarias para evitar cualquier trauma, si ante determinadas circunstancias un individuo no pierde la razón es que no tenía ninguna razón que perder.

Quinta sentencia necesaria: 
Aunque el trauma siempre es individual, los seres humanos comparten ciertos talones de Aquiles que son universales, que son traumas universales ineludibles y en la obra de Freud están mencionados en distintos lugares:
1) El nacimiento; 
2) La pérdida de la madre como objeto; 
3) La amenaza de pérdida del pene; 
4) El descubrimiento de la diferencia sexual anatómica una vez que el niño cae bajo la represión, lo cual lo lleva a crear las teorías sexuales infantiles; 
5) La pérdida del amor del objeto; 
6) El final del complejo de Edipo, como el mayor trauma de la vida sexual infantil y su heredero: el superyó la mayor formación reactiva contra él.

viernes, 18 de diciembre de 2020

¿Qué es eso que falta para que haya deseo de la madre?

Lic. Lucas Vazquez Topssian

Quizá la maternidad sea una de las actividades humanas más performadas, idealizadas, sobredimensionada y subestimadas al mismo tiempo. ¿Basta con decir que la maternidad es deseada?

Se da por sentado que quien tiene un hijo es porque quiere y quien no lo tiene, es porque no quiere, como si el contexto no pusiera determinaciones de ningún tipo. La maternidad, ciertamente, puede ser una imposición: es el sistema que determina que las mujeres deseen ser madres. También la maternidad puede ser deseada, aunque podemos preguntarnos ¿Qué deseo no es socialmente construído? 

Se piensa a la maternidad en términos evolutivos, en tanto la maternidad implica la constinuación de la especie y de las próximas generaciones. La familia aquí es tomada como natural, cuando también puede pensarse como un dispositivo de control que mantiene el status quo.

La maternidad como reaseguro contra la vejez: ¿Quién te va a cuidar cuando seas viejita? Buda decía que el hombre engendra hijos y, justamente, es la causa de la vejez y la muerte. Para Buda, si el hombre se diera cuento del sufrimiento que trae al mundo, desistiría de la procreación y podría detener el desarrollo de vejez y muerte. Es decir, se convoca al mundo a una persona cuya suerte no puede ser prevista por su madre/padre, aún sabiendo que está expuesto a múltiples amenazas de terribles sufrimientos y a la muerte, habitualmente traumática.

Colmar la falta con un hijo

En psicoanálisis se ha hablado generosamente sobre del deseo de la madre, que supone una falta que el parent (quien sea) porta y que intenta colmarla con el niño. ¿Quién dedicaría ese enorme esfuerzo que implica cuidar a un hijo si no le hiciera falta? No hay sorpresa alguna en decir que que maternar, en el sistema actual, implica una franca desigualdad. Ni bien es madre, gran parte de la sociedad le suelta la mano a esa persona, creyendo que la madre es una figura omnipotente. Maternar implica una triple jornada laboral, trabajo emocional y de cuidados gratuito, la imposibilidad social de renunciar a ella, violencia obstétrica, entre otras cosas.

También se ha dicho que un hijo adquiere el valor de falo, es decir, el equivalente a un objeto que promete una satisfacción plena (que no existe) y que en varias culturas los representan con erecciones tales como obeliscos, tótems, palos de Beltane o directamente penes... Es incorrecto decir que lo que una mujer quiere es vía su hijo es un pene. El hijo, para una madre, es un objeto lleno de promesas. Tarde caerá en el engaño de que esto no es así y probablemente lo intente algunas veces más hasta convencerse de que toda satisfacción es parcial.

Ahora, es absurdo decir que el deseo de la madre sea exclusivo de las mujeres, pues cualquiera sabe que muchos hombres también tienen el deseo de tener hijos, incluso tratándose de una pareja de varones. Los psicoanalistas resolvieron la cuestión hablando de función materna y paterna, cualquiera sea quien las desempeñe. En los consultorios frecuentemente escuchamos sobre hombres que anhelan tener hijos, pero sus parejas no quieren.

Hay una cuestión de la que se suele leer bastante poco y es acerca de qué consiste exactamente esta falta que permite el deseo de la madre, digámosle deseo del parent, generalmente tratada como un mero agujero a llenar donde previamente no hay nada. En psicoanálisis, estamos acostumbradoss a los conjuntos vacíos, al das ding, a los intervalos desfallecientes, etc. Lo cierto es que nadie que no pueda tener un hijo viene al consultorio diciendo "No puedo colmar imaginariamente mi falta", por la que nos interesa situar algunas de estas cuestiones.

Con la ética negativa de Julio Cabrera, por proponer un autor, podemos  preguntar de qué se trata esa falta inicial del parentdesgastes, dolor físico, desánimo y falta de voluntad, cansancio, falta de fuerzas, sensación de falta de sentido, desmotivacióntedio y depresión. Para Cabrera, se trata de una situación estructural en la que nos encontramos desde siempre, a la que además se le agrega el destino decreciente (o “menguante”): todos comenzamos a acabar desde el mero surgimiento, siguiendo una dirección única e irreversible de desgaste y declive.

Julio Cabrera dice que el ser humano crea valores positivos para defenderse de todo lo anterior, siendo estos valores reactivos y paliativos. El ser humano se defiende de la estructura terminal de su ser. Afirma no todos consiguen soportar esa lucha precipitada, lo que lleva a consecuencias como el  suicidiosenfermedades nerviosas de mayor o menor gravedad o comportamiento agresivo. El autor dice que mediante su propio mérito, el ser humano puede tornar sus circunstancias más agradables, pero afirma que también es problemático procrear a alguien para que intente volver su vida agradable al luchar contra la resistencia de la situación difícil y opresiva que le damos al generarlo.

Para Cabrera, el propio ser de alguien es fabricado y usado, colocado en una situación dañosa de manera no-consensual y unilateral, premeditada o debido a negligencias; siempre vinculado a intereses (o desintereses) de otros humanos y no del humano creado. Además de su gestación, el proceso continúa en el proceso de educación del niño/a, donde será moldeada/o de acuerdo con las preferencias de los padres para su satisfacción. De esta manera, una persona puede ser creada para el bien de sus padres o de otras personas, pero que es imposible crear a alguien por su propio bien.

En este sentido, una de las críticas a las políticas natalistas más conocida es la de  la creación de seres humanos como meros medios o instrumentos para conseguir distintos fines, ya sean militares, económicos, políticos o étnicos.

jueves, 11 de junio de 2020

Visitas respetuosas a bebés y niños pequeños.

Hay pocos momentos tan hermosos como visitar por primera vez a un recién nacido, o ir los domingos a correr con los sobrinos chiquitos por el pasto. No obstante, es conveniente buscar que nuestro amor por esos niños y las ganas de verlos también se vean traducidos en visitas respetuosas, para ellos y sus familias convivientes. Debemos dejar de lado nuestros deseos y ansiedades y poniéndonos en el lugar de los niños y sus familias.

Si vas a visitar a un recién nacido:

Pedir permiso para ir al hospital o al hogar. Los primeros días no son fáciles, es un proceso de adaptación a la nueva situación de vida y tal vez sea conveniente postergar la visita. Las visitas cortas suelen agotar menos a los padres y a su bebé. Conviene dejar de lado los gritos y las estridencias, los perfumes fuertes y el olor a cigarrillo.

Si el bebé está siendo amamantado, tratar de dar intimidad a esa dupla que se está conociendo fuera del vientre. Incluso si la alimentación es por fórmula, es conveniente dar espacio al niño y al adulto que cumple la función de sostén.



Resulta saludable evitar comentarios sobre el cuerpo de la madre, de cómo amamanta, acerca de cuánta leche tiene, cuánta caca hace el bebé.

No tomar en brazos al recién nacido ni tocarlo si el padre y/o la madre no lo ofrece. El amor por un niño va más allá de tenerlo a upa en este momento. El bebé no conoce a nadie más que a su madre y/o su padre. Ya habrá tiempo para conocer a los demás y jugar juntos.

Usar el celular lo menos posible. Los celulares suelen ser un fuerte foco de microorganismos que pueden resultar patógenos para el recién nacido, por lo que se debe tener cuidado si se va a tocar al bebé.

Finalmente, se debe suspender la visita si estamos con mocos, tos o cualquier  otrosigno de infección. A veces, contener nuestras ganas es la forma de amor más grande.

¿Qué cosas sí debemos hacer?
Llevarles comida a los nuevos padres.
Ayudar a los padres con los hermanos del recién nacido, si los hubiera.
Ofrecerse a hacer las compras o limpiar alguna parte de la casa.

Recordar que cada familia es un mundo y de lo que se trata es de acompañar en una crianza más respetuosa. Hay familias que les encanta tener mucha gente en casa, lo importante es contar con toda la información.

martes, 26 de mayo de 2020

El rito como pasaje

El texto Culturas juveniles, de Rossana Reguillo, habla sobre los agrupamientos de los jóvenes y analiza las tribus urbanas en México, surgidas a partir de la crisis del 2001 de las instituciones. Se pregunta qué papel cumplen las vestimentas, los grupos, entre otros fenómenos. Describe 4 variedades de tribus: el anarquismo (punks anarquistas), los rastecas (rastas + aztecas), taggers (graffitis) y chamanismo electrónico.

Los rituales vienen de los mitos, del pensamiento arcaico. El rito separa al novicio de su madre y lo conecta con sus antepasados. Las ritualizaciones tratan de rescatar algo de la eficacia del rito.

¿Cuáles son las características de los ritos?

El cambio radical de régimen ontológico y de estatuto social. El primer rito es el bautismo, la circuncisión, etc. El pasaje del “venido” al pasaje del “nacido”, que ya fue libidinizado por el Otro. No alcanza con venir al mundo, hace falta otro. El ser se adquiere en este momento. Nadie muere hasta que se le hace un funeral.

Antígona, intentando enterrar a su hermano Polinices

El rito integra el sujeto a la sociedad. En la pubertad, el niño se enfrenta al rito de iniciación de la pubertad.

Implica una segunda identidad. Muere y vuelve a nacer. En estos ritos, el grupo iniciado es llevado al bosque o al desierto y pasa por prácticas tortuosas o que impliquen una destreza más el contacto con una divinidad totémica. Reik dice que el rito asegura que el niño no vaya contra sus propios padres.

Tiene una ceremonia tipo. El neófito es retirado de su familia y enviado “al más allá”, al bosque. La fiera es el maestro (que lleva emblemas del animal, que los conduce). Es un como sí que no es explicado. En otras partes se cree que los traga un monstruo. Los tatuajes son para testimoniar la iniciación. Se aprende una lengua secreta solo accesible al iniciado. El rito resuelve el pasaje del niño a la adultez.

En la adolescencia no tenemos el pasaje de la niñez a la adultez. Quizás exista porque no hay ritos. La pregunta de la autora es a qué responden las tribus urbanas, como si entre ellos se intentara hacer este paisaje.

La tribu comparte el mismo Dios y las máscaras son para representarlos. Los jóvenes se agrupan y forman un soporte identitario. El despertar del adolescente depende de ese soporte, de la banda. Aparecen los objetos, las marcas (máscaras). Buscan diferenciarse de otros y hacerse reconocer. Si todos los sujetos tienen que buscar este soporte, es que hay un déficit simbólico. Los grupos son intentos de producir una respuesta.