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martes, 11 de febrero de 2020

El Fenómeno Psicosomático. Abordaje clínico psicoanalítico.

Una clínica no se hace sin una práctica y vamos, a partir de la presentación de un caso, pensar de qué se trata el tema que en este artículo nos convoca a trabajar.

Es importante que pensemos que toda nuestra práctica se funda en una pregunta. La pregunta abre y propone un espacio donde se devela lo que está oculto, lo que está subsumido en otras representaciones. La clave clínica para pensar en nuestro trabajo como analistas en relación al fenómeno psicosomático será la de abrir. Hoy intenttaremos diferenciar el fenómeno psicosomático del síntoma psicoanalítico. El síntoma es tal en la medida que se puso a jugar en el dispositivo del análisis, a través de la pregunta. Una pregunta es lo que nos llevará a la posibilidad de un desplazamiento significante. 

A Lacan lo invitaron en una mesa de médicos para hablar del cruce entre medicina y psicoanálisis. Lacan, en esa época, hablaba de la extraterritorialidad del psicoanálisis en la práctica del hospital. Yo invito a que cada uno construya y haga su lugar dentro del hospital. Lo que traigo hoy da cuenta de lo que se puede hacer con un paciente entre la medicina y el psicoanálisis. Yo no digo que el psicoanálisis sea extraterritorial, porque si cada quien asume el costo de su deseo, será posible que se haga un lugar dentro de los médicos. La medicina apuesta a nuestro discurso.

Caso Eugenia.
Hace muchos años, en el servicio de alergia e inmunología del hospital Ramos Mejía. Se presenta una paciente al servicio, de 26 años, embarazada de 6 meses. En el dispositivo que estaba instalado dentro del servicio era necesario que antes de la derivación tuviéramos un espacio de interconsulta entre el médico y el psicoanalista. En ese entonces, la medica psicoanalista que atendía a esta paciente cuenta que se trataba de una paciente con asma, con severas crisis, internaciones. Estaba cursando una crisis de asma al momento que yo iba a recibirla en la entrevista. 

El asma es una enfermedad de inflamación de las vías aéreas respiratorias, afectando al pulmón y a los bronquios. La medicina llama órgano de choque al lugar donde se presenta la manifestación. ¿Cómo podríamos pensar nosotros esto del choque en un órgano particular?

La médica también había dicho que la paciente tenía un tatuaje en su brazo, de una bebé y el nombre del bebé. Para ese entonces, yo recibía a los alumnos y entraba de a uno o de a dos en la entrevista con el paciente. Esta paciente me había estado esperando un rato largo en una lista de espera. Los alumnos dicen que ella esperó de pie, pese a que le ofrecieron el asiento en varias oportunidades. 

En el consultorio, el tono de voz de Eugenia es apaciguado. Entre palabra y palabra, donde nosotros podríamos ubicar un intervalo, se escuchaban las sivilancias. Entra muy abrigada, le pregunto si tenía calor y no se quería sacar el abrigo. Se saca la campera, la bufanda, un buzo y seguía estando abrigada. Le pregunto por qué se abrigó tanto, a lo que ella responde que la madre le dijo “abrigate”. Ese “abrigate”, en este caso, es una holofrase. Ella no se preguntó si tenía frío o calor. La madre le dijo que se abrigue y ella se abrigó. Es decir, allí se produce cierta respuesta directa y sin interrogación a la demanda del Otro. No hay una pregunta respecto de lo que el Otro le indica a la persona. 

Cuando se presenta, lo primero que dice es “soy asmática”. Ahí hay algo respecto de la nominación. Esta nominación hace pensar en un sr que representa la persona para el Otro. La primera intervención del analista ahí es preguntarle cómo se llama. Eugenia. Ella cuenta que estaba cursando un embarazo. Un embarazo hace que el cuerpo de la mujer esté más exigido que en otras ocasiones y también está más restringido de ser medicado, como en el ataque de asma. La medicación de mantenimiento es localizada en la zona de la afección, para los casos de urgencia a estos pacientes les inyectan adrenalina y cortisona y eso invade todo el organismo. Una mujer embarazada está llena de algo, ¿pero de qué? Si la ecuación simbólica se efectivizó, está llena de falo. También, esta paciente, tiene asma.

El asma es una enfermedad inflamatoria, que concierne a la hipereracción de las vías aéreas superiores y lo que caracteriza a la presentación es sed de aire o falta de aire. El paciente lo dice, siente que falta el aire. Los médicos me explican que no es que al paciente le falte el aire, sino que la dificultad es la de exhalar el aire. Por lo cual podríamos decir que hay otro llenado. En esta mujer, hay un llenado del falo y la cuestión del llenado por este aire. Este aire, nosotros vamos a hipotetizar, remite y responde directamente a la demanda del Otro.

Un año atrás a la entrevista, Eugenia había perdido a una bebé de meses recién nacido. Se fue a dormir la siesta y al despertar encontró a su lado, en su cama, “a un bebé tieso, rígido, frío, muerto”. Así lo definió ella. El certificado de defunción versaba muerte súbita. Sin embargo, la paciente dice “La ahogué”. Los hechos son de discurso. Hecho es el pasado participio del verbo hacer y se constituye en hecho una vez que decimos algo. Entonces, algo se constituye en hecho a partir de contarlo. En este sentido, este “la ahogué” es un hecho de discurso, pero que no concierne una falta. El hecho concierne a algo que ya se perdió. A partir del momento que cuento lo que hice el fin de semana, es que eso ya se perdió. Este “la ahogué” estaba presentado de manera distinta. 

Ella cuenta que tenía un tatuaje en el brazo, tatuaje al que yo me negué a ver. Cada vez que nosotros estamos con un paciente y el paciente porta algo del orden de una marca en la superficie del cuerpo, sea cual fuere, nosotros debemos evitar mirarlas. Esas marcas llaman a la mirada del Otro para que las signifique. Sea un tatuaje, sea una psoriasis, sea una quemadura, un eczema o una urticaria. “Mirá lo que tengo, mirá como estoy”, dicen. 

No, no me muestre, cuénteme- debemos responder.

Ese cuénteme va en la dirección de nuestro trabajo, posicionados en un lugar de vacío, de semblante de objeto a. El analista no está en el lugar del saber, sino justamente en el lugar de la falta de ese saber. A veces nos pueden agarrar desprevenidos y mostrarnos el tatuaje. Pero en este caso, le pedí por favor que no me mostrara, sino que me contara. En el brazo llevaba escrito, tatuado, el dibujo y el nombre de su bebé fallecida. Si bien sabemos que el duelo por un hijo es algo prácticamente imposible de elaborar (es una pérdida que no tiene nombre, al contrario de ser huérfano, viudo). Se trata de un duelo imposible de algo que para esta paciente nunca iba a estar perdido porque lo iba a llevar escrito en su cuerpo hasta los últimos días de su vida. Con lo cual, aquí tenemos una bifurcación entre duelo y sufrimiento. 

¿Cuál iba a ser el porvenir del bebé a advenir? El antecedente es que esta mamá perdió un bebé de muerte súbita. Sin embargo, el bebé estaba al lado de la cama y no en la cuna. En este decir “la ahogué” ya hay una marca para el próximo bebé a advenir, que va a forjar cierta economía singular de goce. Si antes veíamos la ligazón entre la demanda del Otro, que es voraz, y una marca, un punto de fijación en el organismo, la pregunta es cuál es el destino para ese bebé. ¿Cuántas veces iba esta madre a ver por demás si su bebé respiraba? Esto es lo que nos da a pensar que lo que concierne al fenómeno psicosomático no es del orden de lo reprimido. Freud en algún renglón dice que es del orden de lo sepultado, pero es aquello que no retorna como el síntoma (retorno de lo reprimido), sino que retorna en su falla en los tiempos de inscripción. Estamos hablando de tiempos instituyentes.

No hablamos de pacientes psicosomáticos, enfermos psicosomáticos, enfermedades psicosomáticos y por qué hablar de fenómeno psicosomático. Los fenómenos psicosmáticos pueden aparecer en cualquier paciente. Algunos incomodan, otros arriesgan la vida. Otros la quitan. 

Con Freud sabemos que la constitución del cuerpo es a partir de la constitución del organismo. Primero está el organismo y a partir de una serie de operaciones será posible pensar en el cuerpo. Esta serie de operaciones conciernen a lo que en Psicología de las masas… Freud llama las tres identificaciones. Veámosla con la lectura de Lacan:

Identificación primaria: concierne a lo real. Es a lo real del Otro real.
Identificación secundaria: es simbólica, es la identificación al trazo.
Identificación terciaria: identificación especular, que hace juntura entre la imagen y el símbolo.

La identificación tercera o especular la ubicamos en varios textos como en el esquema óptico, en el estadío del espejo. En Freud tendríamos que ir a textos y ser puntillosos: los que aparecen después de que Jung escribe sobre la metamorfosos de la libido y la introversión de la libido en los casos de psicosis. Esto fue en 1914 , año a partir del cual aparecen los textos metapsicológicos de Freud. Estos textos son Duelo y melancolía, Introducción al narcisismo, Pulsiones y sus destinos, Lo perecedero

Freud seguía la modalidad de estudio de su época y se acompaña de la biología. No nos olvidemos que él fue médico. ¿Por qué no pensar en las enfermedades psicosomáticas y sí pensar en el fenómeno psicosomático? Hablar de la psicosomática o enfermedades psicosomáticas implicaría sostener y sustentar nuestro trabajo a partir del dualismo psique-soma, alma-cuerpo. Es con Descartes y el cógito ergo sum, pienso y luego existo, que tenemos la posibilidad de trabajar con algo de su invento: un sujeto. Hasta antes de Descartes, lo corpóreo sensible, el mundo exterior era algo dado sobre lo cual el hombre iba a edificar.
A partir de Descartes y la puesta en juego de la duda metódica, se pone todo en duda y la verdad, el mundo exterior, lo relativo a lo corpóreo y todo lo que corresponde a lo que la filosofía llamó “lo sensible”, va a estar dado a partir del sujeto del pensamiento. Entonces, con Descartes tenemos la primera posibilidad de poner a cargo al ser hablante el descubrimiento de lo que nosotros vamos a llamar el exterior, el mundo, la realidad, la verdad, etc. El sujeto de conocimiento en Descartes está puesto en el pensamiento. 

Lacan va a trabajar muchísimo con el postulado de Descartes y lo va a discutir, diciendo que ese lugar de saber que Descartes le supone al pensamiento, en realidad es un lugar de desvanecimiento. Es un lugar de pleno desconocimiento, como dice Lacan en el seminario del acto y que hoy no vamos a desarrollar. Lacan ubica en el lugar del “yo pienso” el lugar de máximo desconocimiento.

Decíamos que Freud estaba embebido en la cultura dualista. Sin embargo, él propuso una terceridad, tal vez sin saberlo. La terceridad que propone es la pulsión. Cuerpo, aparato psíquico, pulsión. La pulsión, como límite entre lo somático y lo psíquico, como la falla entre lo somático y lo psíquico, como la denuncia de esas tensiones internas que conciernen al aparato psíquico. Nosotros sabemos que la pulsión es un concepto que Freud toma de la física y la pulsión tiene 3 características que son fundamentales: la fuerza, la atracción y la materia.

Freud además habla de 4 términos de la pulsión: el empuje, la fuente, el objeto y la meta. Va a decir que las pulsiones son parciales. Las pulsiones están al servicio de la satisfacción de un aparato psíquico, que también involucra al “cuerpo”. Lo pongo entre comillas porque soma y cuerpo son desiguales. El soma pasa a ser cuerpo a partir de la segunda identificación, la simbólica, que concierne al trazo. El trazo es un significante al voleo, en menos, que va a hacer posible la serie significante, la vida para el ser hablante. No es posible la entrada al lenguaje sin una pérdida, sin una caída o un agujereamiento. 

También están las pulsiones del yo y las pulsiones sexuales y de objeto. Las pulsiones del yo y las sexuales en un momento se entrelazan y se ponen al servicio de la vida. La pulsión del yo es lo que concierne al armado del yo. Lacan trabaja al yo como una imagen. Freud, en El yo y el ello, va a decir que el yo es una superficie. El cuerpo es superficie, tiene forma, volúmen y movimiento. Todo eso va a pasar a partir de la imagen, pues es la imagen lo que nos da esta juntura entre imagen y símbolo, lo que nos da la posibilidad de decir “Tengo un cuerpo”. Podemos decir que el cuerpo es un obsequio del lenguaje.

¿Qué hace que el cuerpo sea tal? El recorrido de las pulsiones por las zonas erógenas, los agujeros con los que vinimos al mundo. En el esquema óptico vemos en la izquierda la imagen real; a la derecha, la imagen virtual. A la izquierda vamos a ubicar el yo ideal; a la derecha vamos a ubicar el ideal del yo. A la izquierda vamos a decir que se ve a propio cuerpo en los tiempos de la constitución del yo como un objeto exterior al niño y en el segundo tiempo (segundo narcisismo, que concierne a la imagen virtual) voy a amar al Otro en la misma modalidad que aprehendí a ser amado. Lo que estoy proponiendo, de la mano de Freud, es que es necesario pasar por el autoerotismo para luego poder tener elección de objeto y para que luego la sexualidad se ponga a jugar, acorde a los puntos de fijación de la pulsión. No podemos hablar de pulsión si no hablamos de fijación. 

En el seminario XXIII Lacan dice que las pulsiones son el eco de un decir en el cuerpo, pero para que ese cuerpo resuene y consuene, el cuerpo debe ser sensible. Lo que lo hace sensible son los agujeros, siendo el más importante es la oreja, que es el agujero que nunca se cierra y por donde entra la voz. Por eso, en el estadío del espejo no nos quedamos solamente con la mirada como fundacional del yo, del sujeto y el cuerpo, sino que también se trata de la voz, las caricias, los susurros que cada quien haya tenido en tiempos instituyentes lo que le dará la posibilidad de la modalidad de goce con un objeto fuera.

El destino no es la anatomía, sino que será a partir del discurso como cada quien se diga hombre y mujer, en tanto lados respecto de la función fálica. En un análisis nosotros podemos hacer hipótesis e intuir cómo se fue recibido, amado o despreciado. Pero si así fuera que fue despreciado, de todas maneras hubo un sentido para el Otro. El problema está cuando no lo hubo. El calificativo más espantoso aún está del lado del sentido. En alienación y separación, en el conjunto de la derecha Lacan pone el sentido. El sentido es lo que cada uno fue para el Otro, sea lo mejor o lo peor. Un psicoanálisis es un análisis de la economía de los goces que nos habitan. 

Lacan dijo que el trauma, a diferencia de Freud, concierne en la entrada al lenguaje. Todo lo que nosotros muchas veces confundimos con el trauma es lo que se edifica sobre ese trauma verdadero y original. Ese agujereamiento tiene que ver con una falta, con algo que se pierde en el origen. Eso que se pierde en el origen es el goce mítico, aquello que fue y que no tenemos la menor idea. Solamente sabremos acerca de las edificaciones sobre lo que en eso se fundó en la entrada al lenguaje.

El organismo es el conjunto de órganos, un sistema que tiene que funcionar en cierto orden para producir la supervivencia. Tenemos que grabarnos que en psicoanálisis no hablamos de origen, porque ese tiempo está perdido. En todo caso, hablamos de tiempos instituyentes, con lo cual también diremos que el organismo en funcionamiento, produciendo vida, no va a estar desde el origen, sino que se va a producir en un tiempo de compás mítico, maravilloso, que tiene que ver con la relación de la cría humana recién llegada al mundo con aquel que se apueste en el lugar de recibirlo en el lenguaje. En general, suele ser la madre, pero puede ser el papá u otros. Este es el único tiempo donde podemos pensar en una relación, pues el psicoanálisis propone que la relación no existe. En ese momento inaugural, algo de la mirada y de la voz de ese Otro apostado allí dándole la bienvenida al lenguaje al crío, es lo que va a hacer que se ponga en marcha este sistema que nosotros llamamos organismo.

Freud se atrevió a proponer 3: cuerpo, psique y pulsión. Con Lacan, tenemos más herramientas para trabajar esto que llamamos recorte. No hay pacientes ni enfermos psicosomáticos, sino que hay un recorte del organismo al que vamos a llamar fenómeno psicomático. Freud dijo en algún momento que estas presentaciones no eran analizables. Cuando él habla de las neurosis actuales en los artículos técnicos, tenemos que agregar una premisa, que es tiempo y paciencia. Sí es posible pasar a discurso aquello que concierne a la neurosis actual, pero en Iniciación al tratamiento tenemos que agregar tiempo y paciencia, sin prometer nada. 

Para estos casos, es de buen augurio trabajar de la mano de Lacan, pues con él estamos autorizados a decir que el inconsciente penetra en todos los rincones del cuerpo y del organismo. Lacan trabaja con tres: real, simbólico e imaginario. Estos tres están presentes desde el seminario n° 1. Estamos acostumbrados a ver el nudo en el plano, pero una vez que nos amigamos con él sirve mucho para la clínica. 

El fenómeno psicosomático tiene función en las estructuras, si bien el fenómeno psicosomático no es una estructura. Las estructuras clínicas son la neurosis, la psicosis y la perversión. En cada una de estas presentaciones o modalidades de goce, el fenómeno psicomático ubica una función.

En la psicosis siempre tenemos que tomarnos un tiempo para hacer una intervención. En un caso de asma, cuando yo era un aprendiz, si un paciente dijo “me ahoga, me ahoga”. Yo le pregunté “¿qué ahoga?” y ella dijo “Mi mamá”. Fue muy fuerte que ella escuche eso de ella en una primera entrevista. La paciente no volvió porque eso fue muy fuerte de escuchar. El Otro no necesariamente es la madre, y esa relación al Otro marca el destino de goce de alguien. La voracidad de la demanda del Otro es en tanto que aquello que pudo haber sido un sujeto del inconsciente, por tanto sujeto faltante, afanísico, sujeto del fadding, en ese lugar aparece una respuesta automática a la demanda del Otro. Con lo cual, el Otro se convierte prácticamente en un voraz pac-man. La demanda es voraz cuando el sujeto no tiene los elementos simbólicos con qué denegarse, para decir algo tan difícil como “no”. O, si seguimos la clase 16 del seminario XI de alienación y separación, diríamos que la demanda del Otro es voraz cuando el sujeto no puede interrogarla. 

En medio el nudo, participando del anudamiento de los 3, está el objeto a. El objeto a es un operador lógico que se presenta de una manera muy formal. En el seminario X aparecen 2 columnas, donde en el piso de arriba aparecen el Otro y el sujeto predeterminados, completos ambos. 

A  l  S
$  l  Ⱥ
a  l

Es necesario que se produzca una separación de este tiempo mítico donde la cría humana es ubicada como objeto de goce incestuoso de una mamá, que es necesario y se produce en un tiempo casi sin espacio, porque primero tiene que ver haber un espacio para que se produzca un embarazo. Es necesario hacer un lugar para ese crío que vino al mundo. Pero también es necesario que se produzca otra operación, que es la de separación. En el seminario XI hablábamos de la alienación, que es una elección forzada, donde no es posible acceder al lenguaje sin estar alienado a un Otro. Ahora, el Otro necesariamente tiene que mostrar su falta, que pone en falta a lo que nosotros llamamos sujeto, a condción de que haya una pérdida. Esa pérdida es el objeto a, el resto de una división, que es una nada. Esa nada que se pierde es la que funda el acceso al lenguaje y es la que funda el inconsciente. 

Con Lacan nosotros tenemos la posibilidad de trabajar desde el psicoanálisis, porque es el objeto a el que participa de todos los registros. En el registro simbólico, Lacan va a poner “muerte”. El circuito pulsional es lo que uno en la facultad vio como mortificación del cuerpo. ¿Y qué es eso? El recorrido de la pulsión sobre el organismo. A partir de la entrada de lo simbólico, tenemos la posibilidad de penetrar y jugar con lo real.

En el real, va a poner “vida” y en el imaginario va a poner “cuerpo”. 
• El real concierne a la ex-sistencia. No es la existencia, sino lo que está por fuera. 
• El simbólico, concierne al agujero.
• Lo imaginario concierne a la consistencia.

Son 3 propiedades que se van a dar en cada uno de los registros: consistencia, ex-sistencia y agujero. 

Entre real y simbólico, Lacan escribe goce fálico (Jφ)
En la intersección de real e imaginario, goce del Otro (JA)
Entre el simbólico y el imaginario, está el sentido.

¿Dónde ubicamos lo que Freud trabajó en Introducción al narcisismo? ¿Y dónde están las diferencias clínicas?

Lacan dice que el síntoma viene de lo real. Lo real es lo que no anda y que siempre retorna. Freud dijo que el síntoma era una transacción, una solución de compromisos. Esa transacción implica fuerzas contrarias y en conflicto entre sí, que se ponen de acuerdo a partir de un compromiso. Ese compromiso es el síntoma. El síntoma viene a sustituir aquello que como exigencia del ello se quiere manifestar e incomoda la homeostasis del aparato. Se trata de una transacción de un compromiso, donde lo que estamos hablando es de una sustitución, por algo menos incómodo. El síntoma es incómodo, pero lo es en menor medida para el aparato que la manifestación de aquello que estuvo reprimido. Es una lucha entre ciertas representaciones y la represión secundaria.

El síntoma, en tanto solución de compromiso, es una metáfora. Además, el síntoma concierne al cuerpo, porque simbólico, real e imaginario se entrecruzan todo el tiempo. Ubicamos al síntoma en el goce fálico, porque el síntoma concierne una escritura que se puede descifrar. Por ejemplo, la tos de Dora. El síntoma concierne a lo simbólico sobre lo real. 

Freud, siguiendo a Weisman, va a pensar en 2 cuestiones fundamentales para pensar la vida y estas son el plasma germinal y el plasma somático. El somático es mortal y el plasma germinal es el que hace que el individuo se perpetúe en la especie. A través de las gametas, nosotros somos portadores de una especie. Lacan va a decir que el individuo, de antemano, ya está muerto y se transmite de generación en generación como genotipo y fenotipo, pero no por individuo. Uno nace para morir, la muerte es parte de la vida. En Freud, el texto Lo perecedero habla de esta dificultad que tenemos porque lo bello deje de serlo, que el cuerpo decaiga, etc. 

Fuera del cuerpo, dice Lacan, el goce fálico es un fuera de cuerpo. ¿Qué quiere decir fuera de cuerpo? Si vemos en el nudo que el goce fálico es la intersección entre real y simbólico, fíjense como en el nudo queda demostrado que lo que concierne al síntoma en el cuerpo es fuera del cuerpo. El síntoma puede tener varios colores, algunos son relativos al cuerpo como las parálisis histéricas. Pero los síntomas no lastiman, no hieren, no marcan ni muerden la carne. Son estrictamente marcas descifrables y simbólicas que a través de las vueltas de la repetición va a haber la posibilidad de un simbólico que se interponga a la irradiación de lo real.

El fenómeno psicosomático (fenómeno: lo que se da a ver bajo su propia luz, encubriendo una verdad) es objetivable, pasible de cualquier estudio científico. Lo que no alcanza la ciencia es a hacer una radiografía del goce que se pone en juego en el fenómeno psicosomático. 

El fenómeno psicosomático no es una formación del inconsciente, porque concierne a lo que se llama una protoescritura, una escritura primaria, precaria y que no se deja leer. Lacan dijo que se trataba de un jeroglífico del cual no sabemos cómo descifrarlo. Y no sabemos cómo descifrarlo porque tiene que ver con algo anterior a los caminos de la represión. No es una formación del inconsciente porque no es una metáfora. Si uno al paciente le pide asociaciones respecto al fenómeno psicosomático, el paciente va a decir que le agarra, que es asmático, que lo toma de sorpresa. La posición del paciente en el discurso es en apariencia pasiva y también le da un nombre. 

En la clase de alienación y separación Lacan va a hablar del tatuaje y va a decir que la libido -nombrada en ese momento como órgano irreal- no se le impide infiltrarse. La libido, como órgano, puede penetrar y localizarse en un recorte del cuerpo. No se trata de libido ubicada en el exterior, donde habría un comercio: un cuerpo amado que permite amar a otro cuerpo fuera de él, en lo exterior, sea cual fuera la modalidad de goce que se imprimió en los tiempos instituyentes. Esto es la pulsión sexual, pulsión de objeto. ¿Pero qué pasa en estos casos donde una parte de la libido queda metida en un órgano o en un recorte del organismo? Eso no es libido sexual. Freud en ningún lugar habla de fenómeno psicosomático, pero sí habla de enfermedades somáticas. La coagulación de libido de la que se trata no es libido sexual, sino libido del yo, la que concierne al narcisismo primario, la primera, queda ubicada en ese recorte. 

Lacan dice que el cuerpo es sustancia gozante, entonces si la libido está para transaccionar con los objetos sexuales y eróticos del mundo, esa libido viene aireada y tamizada del Otro, porque el otro, la planta o el perro algún placer me va a dar. Nuestra pregunta es qué hace un cúmulo de libido metida en el organismo. Ese cúmulo, encima, representa al sujeto para el Otro. El sujeto en psicoanálisis se lo define como un significante que representa al sujeto para otro significante. Entre significantes, para que haya efecto sujeto (fallido, olvido, chiste, síntoma, lapsus) tiene que producirse una caída, que es la del objeto a, que deja en falta al sujeto. El sujeto, por eso, no es ninguna consistencia, sino una evanescencia. Por eso está mal que uno en psicoanálisis diga “El sujeto se presentó…”. El sujeto solamente es un efecto que se produce en el sueño, en el chiste, en el lapsus, en el equívoco de las palabras. Provenimos de un equívoco.

El fenómeno psicosomático concierne a la certeza, no al equívoco. No es una metáfora, sino algo objetivable, radiografiable, estudiable, sale en la tomografía, en el laboratorio. El goce puesto en juego no se puede observar. 

Nuestras intervenciones con el fenómeno psicosomático no tienen que ir en sentido de lo que éste representa, sino justamente lo contrario: a la paciente que dice soy asmática le pregunté “¿Cuál es tu nombre?”. El médico dice “Es alérgica, es asmática y lo será durante toda su vida”. En el texto de Lacan Ciencia y verdad, dice que el sujeto de la ciencia es el sujeto del psicoanálisis. 

El fenómeno psicosomático no es interpretable porque no tiene lectura posible. Se trata de un agujero en el organismo que tiene que ver con un despliegue en el nudo, donde lo real se ensancha más que el resto. Si el problema lo tenemos es entre real e imaginario, me adelanto a que concierne al goce del Otro. Lacan lo llama goce específico, por la especificidad del significante de ubicar allí una marca que representa el sujeto para el Otro. 

¿Qué es el goce del Otro? Es aquel goce donde el sujeto no tiene con qué negarse a lo grosero de la demanda del Otro. No es que el Otro lo goce: en el análisis se subjetiva eso que le pasa. Si nosotros decimos que el objeto a participa de cuerpo y organismo en todos los rincones, eso que le pasa tiene que pasar a una voz activa: Hacerse hacer. 

En estas presentaciones encontramos muchas veces un pegoteo excesivo, una falla en los filtros, una dificultad enorme para amar. Como lo que se pone en juego no es la libido sexual, sino la libido del yo, que es más originaria y precaria, nosotros tenemos que pensar en intervenir en función de algo que “me hago hacer”. La dificultad en amar está porque el amor es incompleto, solo es posible desde la incompletud. El amor debe estar atravesado por una falta, que es la que hace posible ir a buscar algo en el cuerpo del otro como semejante. 

Por ejemplo, paciente con problemas renales. En el análisis se descubre que el hermano le usaba la ropa, la familia le sacaba el dinero, y aparecía poco filtro con el Otro.

No obstante, siempre hay que consultar con los médicos cuando aparecen cuestiones con el cuerpo, aunque sospechemos que se trate de una histeria. Con las neurosis actuales, lo mismo: que vayan a la guardia todas las veces que se sienten mal a que no haya algo que esté realmente comiendo la carne. 

El fenómeno psicosomático es un significante, si, pero no representa al sujeto para otro significante. Se trata de un significante que lo marca y lo representa para el Otro. Cuando alguien dice “yo soy alérgico”, uno puede pensar que hay una sacralización de un órgano, por ejemplo de la piel o el esófago. La dificultad para nombrar del neurótico es insoslayable. El que nombra supuestamente es Dios. Cuando uno encuentra este término, es que hay un nombre específico que recorta al órgano de todo el aparato. Este órgano no participa del cuerpo, sino como recorte. Está sustraído de la imagen, falla lo imaginario y falla lo simbólico.

Nuestras intervenciones ante la sospecha del avance de lo real sobre los otros dos registros, es empezar a edificar simbólico e imaginario sobre esa marca que tiene un borde erótico (como dice Lacan en el tatuaje) y le da pertenencia a un conjunto (ej. Los alérgicos). El costado erótico de lo que es la alergia, el asma, etc., es desvergonzado, es un recorte melancólico. Tenemos que discernir sufrimiento de dolor. El dolor concierne a una pérdida y lo que estamos planteando tiene que ver con algo que no se pierde. 

Para edificar lo simbólico y que haya algo que mortifique para dar vida, esa intervención va a tener que ser del lado simbólico y del lado imaginario. Las intervenciones en lo imaginario no son “Qué linda que estás, qué fea la mancha”. No obstante, el fenómeno psicomático no es interpretable, al contrario del síntoma. Lacan dice que el síntoma no hay que agregarle sentido porque lo engordamos como a un pez. El síntoma sí tiene un sentido y ese sentido es real. En cambio, en el fenómeno psicosomático el sentido se lo damos nosotros.

Hay una propiedad de las células que se llama apoptosis, que es la condición que tienen las células de morir para poder generar nuevas. Ante la alarma de alguna enfermedad, salen a la luz esas células, se deshacen de lo que está enfermo y se desintegran inmediatamente para seguir el circuito de la vida. El proceso inverso, opuesto es la necrosis. El tejido necrótico implica células que no mueren, sino que se multiplican y van por todo. 

En ese “van por todo” va la intervención quirúrgica y la intervención del análisis. La palabra es lo que mata la cosa y la palabra mortifica, eso es lo que discute a esta multiplicación celular que es viva, pero produce la muerte. 

Pregunta: ¿Qué es el órgano de choque?
Llamamos órgano del choque al órgano donde impacta y se acumula la libido que debería estar transaccionando con el mundo.

Pregunta: ¿Qué destino tuvo el bebé del caso, que el médico dijo que iba a ser asmático?
El recorte concreto de la demanda se ubica en el pulmón de su bebé. Con lo cual, esta paciente, que solo fue a una entrevista, puedo pensar que es posible allí un recorte de fenómeno psicosomático. 

Texto confeccionado en base a las notas de la conferencia dictada por Juan Pablo Capdevielle, el 11.2.19

lunes, 9 de octubre de 2017

Cortes [en el cuerpo] como efecto de la incidencia de lo social contemporáneo y otros casos.


Finalmente, otro conjunto de autores coinciden en encontrar en los cambios sociales y, con ello, en las coordenadas de la subjetividad contemporánea, la variable determinante de algunos casos de cortes en el cuerpo. Es decir, que ubican en la incidencia de lo social contemporáneo sobre el sujeto el fundamento de esta intervención en el cuerpo para ciertos sujetos.

Dicha incidencia la encuentran, fundamentalmente, en la "delegación" del Otro tanto de la función regulatoria del deseo y el goce, como en la delegación de la operación de tratar simbólicamente el cuerpo en relación a los ideales -que vía las identificaciones sexuales sostenían la formas simbólico-imaginarias de ser mujer y de ser hombre-o También esta incidencia se sitúa en el desbaratamiento del ideal como núcleo del establecimiento del lazo social siendo el objeto y su función de plus de goce la nueva configuración del lazo, y, en la preeminencia de la imagen, de la ilusión que reniega de lo real e inunda el mundo con su virtualidad, que se evidencia tanto en la relación preponderante del sujeto con la imagen (virtual, digital, tecnológica), como en la relación del sujeto a su cuerpo.

1) Sujetos que se cortan como una modalidad de búsqueda de lo real cuando el cuerpo ha devenido pura virtualidad.
Slavoj Žižek, en su artículo "Bienvenidos al desierto de lo real" a propósito de las características de lo contemporáneo, toma en consideración esta práctica de la realización de cortes en el cuerpo.

Žižek ubica al siglo XIX como aquel tiempo basado en proyectos ideales, utópicos y científicos, es decir, un tiempo basado en el orden simbólico. Y describe el pasaje hacia el siglo XX -retomando nociones de Alain Badiou- como el tránsito hacia la época signada por el "encuentro con lo real". Žižek sostiene que el siglo XX se caracterizó por la revolución stalinista y con ella la experiencia de la aniquilación total y la violencia extrema. En este sentido, sostiene que se trató del tiempo de la "experiencia directa de lo real". Describe a la política del siglo XX como aquella que hizo asomar la crueldad, la atrocidad sin límite y sin velo, al modo de una irrupción real intramitable.

Ahora bien, desde esta perspectiva, a diferencia del siglo XX, invadido de la experiencia de lo real del ser hablante bajo la modalidad de la violencia y el desecho, sitlía a la pos modernidad como el tiempo de la "virtualización de la realidad contemporánea", como la época del "puro semblante" . Sostiene que la actualidad se caracteriza por la obsesión de la pura apariencia y que el sujeto habita la realidad desde la lógica del espectáculo teatral. Considera que por la incidencia del discurso capitalista, ya sea como modo de funcionamiento del capital, como forma de consumo y como modalidad de lazo, se ha consolidado la realidad del sujeto como una realidad virtual. Ubica a la égida de nuestro tiempo, el capitalismo, como un "capitalismo virtual", en tanto se trata del capitalismo de la especulación financiera desconectado de la esfera de la producción material. Lo mismo propone para la lógica subjetiva del consumo. Dice: "El paraíso del consumo capitalista es, en su hiperrrealidad, irreal, insustancial, privado de toda inercia material".

Žižek enfatiza el carácter de ficción impuesto a la realidad y al modo de habitar en ella. Denuncia la digitalización del mundo y su consecuencia, la "conciencia de vivir en un universo artificial". Señala que la realidad virtual ha venido al lugar de la realidad material. En este sentido es que Žižek nomina "desierto de lo real" a la época actual.


Ahora, el cuerpo, la realidad del cuerpo no está exenta de esta desertificación. Y, a su vez, el sujeto, frente a esta desertificación, busca salida. Žižek sostiene que existe cierta "búsqueda" de este real que se ha virtualizado, que existen diferentes modalidades que apuntan, lejos de la ficción, a una "pasión de lo real", a una "persecución de lo real". En esta dimensión de la búsqueda de la experiencia de lo real, como tratamiento de un cuerpo invadido por la percepción de inexistencia, es que Žižek ubica la práctica de las autoincisiones para algunos casos. Concibe los cortes como una modalidad patológica de retorno a lo real en el cuerpo, en tanto recurso para encontrar asidero en la realidad, en la realidad del cuerpo. Es decir, propone esta intervención en el cuerpo como una forma contemporánea de "persecución de lo real" como respuesta a la virtualización actual. Žižek postula:


"Así, si la pasión de lo Real acaba en un puro semblante de teatro político, entonces, en una inversión exacta, la pasión 'postrnoderna' del semblante de los últimos hombres acaba en algún tipo de Real. Recuérdese el fenómeno de los 'cutters' (principalmente mujeres que experimentan un irresistible impulso por cortarse o herirse a sí mismas con cutters o navajas de afeitar), estrictamente en correlación a la virtualización de nuestro entorno: representa una estrategia desesperada para retornar a lo real del cuerpo. Como tal, cortarse contrasta con las normales inscripciones, tatuaje en el cuerpo, los cuáles garantizan la inclusión del sujeto en el orden simbólico (virtual). Con los cutters (quiénes se cortan con ellos), el problema es el opuesto, a saber, la aserción de la realidad misma. Lejos de ser suicida, lejos de señalar un deseo por la auto aniquilación, cortarse es el esfuerzo radical para (re)obtener una fortaleza en la realidad, o (otro aspecto del mismo fenómeno) para fundamentar firmemente nuestro ego en nuestra realidad corporal, contra la insufrible ansiedad de percibirse a sí mismo como no-existente. El reporte estándar de los cortadores es que, después de ver la calurosa sangre roja fluyendo fuera -de la herida auto infligida, se perciben vivos de nuevo, firmemente arraigados en la realidad. Así, aunque por supuesto, cortarse es un fenómeno patológico, es, no obstante, un esfuerzo patológico por recobrar algún tipo de normalidad, para evitar caer en la psicosis total."


Žižek denuncia que nos encontramos con casos en los que la experiencia del cuerpo se evapora en la percepción de la inexistencia. Da cuenta de la experiencia en la que el cuerpo, lejos de ser asidero del yo, sede de la dimensión pulsional, base de la inscripción significante, se transforma en una instancia evanescente para el sujeto. Y, es el corte, cuya función en estos casos es el fiuir de la sangre, es lo que devuelve el registro de la existencia.


Asimismo, Pommier se ocupa del tema. En el libro Los cuerpos angélicos de la posmodernidad, en un análisis de las condiciones contemporáneas, especialmente de la "pulverización del patriarcado" y sus consecuencias, presta especial atención a los efectos sobre el cuerpo. Describe varias y distintas formas de afectación del cuerpo. Una de ellas se basa, como en las referencias anteriores, en la "virtualización". Y propone la función del corte como un recurso frente a la percepción de su ausencia. Circunscribe el declive del Ideal y la incidencia semiótico-tecnológica como determinante del desplazamiento de lo real a lo virtual:

"La posición del cuerpo en relación con el ideal se modifica con el paso del modernismo -que tiene un ideal declarado- al posmodernismo, que pretende no necesitarlo. [...] Al dictar la ley desde lo alto, el ideal anclaba la carne en la tierra. Y si el ancla se corta, los cuerpos, reducidos al conjunto de sus funciones, se desunen, ya que solamente el ideal, tan ficticio como eficaz, hacía que se mantuvieran como una totalidad: ahora desarrumados, cada vez más numeroso y transparentes, flamean y flotan. [...] esto significa que dejo de distinguir lo real de lo virtual. En todas partes, en todos los lugares públicos, el sueño me televisa, me celulariza, me internetiza, me webiza. Por otra parte yo también voy en ese sentido: saco fotos, filmo, grabo y lo pongo en un disquete. Me imagino que después vaya usar todas esas imágenes. El desplazamiento en el tiempo me hace desaparecer del espacio actual. [ ... ] En cada momento siento que mi pensamiento es sonsacado: los medios de comunicación piensan en mi lugar sin descanso. Si me dejo ir mi vida puede volverse totalmente virtual."

En este contexto, Pommier plantea la realización de tajos en el cuerpo como una práctica entre otras (escarificación, branding, piercing) cuya función es la de "hacer sentir" el cuerpo, provocar una sensación con el fin de materializarlo contrarrestando su virtualización. De este modo, alude a esta función, sin especificar más sobre el mecanismo de acción:

"El cuerpo como obra de arte contemporáneo, sacralizado a falta de
rituales, va a ser torturado, va a volverse verdadero. Esto se parece al masoquismo o al sadismo, pero no lo es: se hace sólo para intentar sentir vivir un cuerpo que se ausenta. Es para intentar que entre en su caja. Y para nada para que sea reconocido por los otros, como en los antiguos ritos de iniciación. No, es una anti-iniciación, para que salga del lugar social y entre en sí mismo."

Es de esta manera que, nuevamente, se ubica al tajo en el cuerpo como recurso frente a la experiencia de su ausencia.

2) La realización del corte como manifestación de la dificultad de la integración del cuerpo narcisista y pulsional.
El viviente en fragmentos se constituye como una unidad corporal gracias a la función de la imagen especular que brinda a lo real del cuerpo una solución formal de tipo ideal.

Recalcati explica que existe una recuperación de la importancia por la propia imagen especular en la adolescencia. Interés por la imagen que se conjuga con el advenimiento de la dimensión pulsional del cuerpo propia de este período. Es decir, que la importancia por la propia imagen se conecta con las transformaciones puberales del cuerpo que demandan una rectificación de la imagen narcisista del sujeto. Y, dice que la enfática relación con la imagen de sí en la adolescencia puede darse por tratarse de la búsqueda de la confirmación de la propia constitución narcisista frente a la irrupción de lo real de la pubertad.

Ahora bien, Recalcati señala que, por las características de la época y su incidencia, el encuentro con el límite que tiene la imagen narcisista para especularizar esa irrupción de lo real pul si anal puede, en algunos casos, presentar dificultades. Especialmente, Recalcati propone que ciertos casos de jóvenes que se practican cortes en el cuerpo pueden estar referidos a las dificultades de los sujetos de simbolizar la dimensión real del cuerpo pulsional al encontrarse en ausencia de un soporte identificatorio adecuado, el ideal del yo, que es lo que orienta esta tarea.

El declive del Otro contemporáneo en su función, específicamente respecto del Ideal, conllevaría para el sujeto una "identificación simbólica debil" para subjetivar lo real de la sexualidad. Y propone que el corte real en el cuerpo viene al lugar del corte y marca simbólica para la constitución del cuerpo. Recalcati dice:


"[...]la 'adolescencia como síntoma de la pubertad', es un aspecto de esta dificultad de integración de los dos cuerpos - narcisista y pulsional-, que acusa la declinación histórico-social del Otro contemporáneo, es decir, de otro que no ofrece ya recursos de identificación suficientes para simbolizar el suceso puberal. El mismo fenómeno actual de los cutters es otro indicador de esta dificultad, puesto que la proliferación de los cortes reales en el cuerpo entre los jóvenes (grabados, tatuajes, piercings, mutilaciones de partes del cuerpo) parece ser efecto de la ausencia de un corte simbólico socialmente reconocible y ritualizado colectivamente,""

3) Sujetos que se cortan como efecto de la actual segregación social
Goldstein es quien también aborda las autoincisiones como práctica determinada directamente por el contexto social. Y se acerca al fenómeno tomando como objeto de análisis, más que al sujeto que se corta, a grupos de jóvenes que llevan adelante esta acción en el cuerpo. Se entiende como una de las características de la época la égida del nominalismo y de la adecuación funcional. Se trata de la época de la eficacia, la producción de gadgets y el gozo de su consumo. El Otro contemporáneo exige la competitividad en el marco de sus parámetros.

Es, en este punto, que Goldstein concibe a la realización del corte como una acto de "violencia contra sí mismo" tributario de aquellos sujetos que no quieren o no pueden responder a las exigencias de la cultura hipermoderna. Es decir, lo concibe como la práctica de un grupo constituido en y a raíz de la segregación social.

Goldstein postula no sólo que los referentes subjetivos (familia, escuela, etc) no dan lugar a la Singularidad de ciertos jóvenes, sino que la cultura posmoderna profundiza los aspectos segrega torios de los lazos sociales, segregando al pobre, al discapacitado, al feo, etc. Sostiene que todo hecho segregatorio, a su vez, genera universos "concentracionarios". Y define a las tribus urbanas y suburbanas como grupos que se concentran para identificarse y para inscribirse en el lazo y obtener un nombre, emos, dark, punk, etc. Goldstein atribuye a estos grupos segregados la práctica de tajerase la piel, como efecto de la segregación y como remedio frente a ella. La autora define al fenómeno como práctica y lo ubica como característica de un grupo segregado y núcleo de concentración de individuos:

"La práctica de tajearse es un fenómeno de jóvenes y de tribus o sea, jóvenes que se agrupan y concentran en espacios predeterminados para excluirse de su contexto y a la vez alcanzar presencia en ellos, es decir, de algún modo conseguir estar presentes en la escena de! mundo, reincorporarse a alguna escena desde la cual sentir el cuerpo propio."

Otros casos
Cabe mencionar, aún, que se pueden ubicar otros casos donde los cortes cumplen otras funciones y se basan en otros mecanismos psíquicos que, sin embargo, no fueron incluidos en esta clasificación ya que no hay publicaciones que los hayan considerado teóricamente. Y, el desarrollo teórico-clínico de cada uno de ellos en este trabajo excedería el objetivo de la presente investigación que se abocará específicamente al estudio exhaustivo de un grupo particular de casos que se detallará en el capítulo siguiente.

Sin embargo, dejamos al menos consignados sintéticamente algunos de estos otros casos que considero que se pueden distinguir en la clínica y que deberán ser desarrollados y analizados detenidamente:

1. Existen casos de cortes donde no sólo se pone en juego para los sujetos el dolor físico, sino que específicamente se configura como el elemento predominante. Es decir, se trata de casos donde los jóvenes se cortan "para sentir dolor". Dentro de estos, hay casos donde la acción de propiciarse dolor estaría íntimamente asociada a la función de castigo y cabe conjeturar que se trataría de casos donde la incidencia del superyó en su dimensión punitiva se configura como la variable determinante. Joana, de 17 años, en una de sus internaciones y sobre los reiterados cortes en su cuerpo dice "Me pongo agresiva, siempre me peleo en los boliches, vaya Metropolis, tengo una causa por desfiguración de rostro. A mí también me pegaron pero yo aguanto el dolor. Me agarra agresividad y me entro a cortar. Empiezo de a poco hasta que empiezo a sentir el dolor. Me cortaba con un tramontina. Me quería hacer daño a mi misma y pagar las cosas que había hecho. Estaba enojada porque había hecho muchas cosas que no me gustaban, cosas a mis abuelos. Me quería dañar, hacer doler para sacarme el enojo" .

2. Se presentan otros casos, a su vez, donde también producirse dolor físico es el factor determinante y la condición del corte sobre el cuerpo pero bajo otra función. Se trata del dolor físico al lugar del dolor anímico, tal como Freud lo ha enseñado, por medio de la sobreinvestidura libidinal del "lugar doliente del cuerpo". Una paciente describe "Me empiezo a cortar. Me duele. Me voy cortando más profundo y me duele mucho más. Me empieza a salir sangre. La sangre significa que me duele lo suficiente para desplazar todos los otros dolores"." Elocuentes las palabras de Josie, otra joven "Cortarse sustituye el dolor interno con un dolor físico que puedo controlar y que es más fácil de manejar. El dolor ahora es real y tangible".

3. Hay casos donde la acción del corte no responde a una práctica metódica y limitada, sino estrictamente a una compulsión. Se trata de casos donde los sujetos testimonian que luego de comenzar a hacerse tajos en la piel "no pueden parar de cortarse" . Casos, donde, presentados los cortes en su dimensión compulsiva, puede suponerse en la base un trastorno de la pulsión. Un paciente llega a la guardia de la Clínica Psiquiátrica donde me desempeño con su cuerpo lleno de cortes. El paciente relata que hasta que llega la hermana a la casa y le quita la gillette no podía dejar de hacerse cortes, que quería parar pero seguía uno tras otro. Este episodio ya se había repetido dos veces. Y él mismo lo enlaza con lo que llama las "crisis" de su "trastorno bulímico y anoréxico", cortes como atracones de los que no puede salir. El equipo de enfermería informó que el paciente presentaba más de 120 cortes en su cuerpo.

4. Se encuentran casos de cortes donde prima el lugar de la sangre. Es decir, casos donde el objeto del corte es el fluir de la sangre, sujetos que se cortan para sangrar. Se trata de casos en los que en el decir no es el dolor la sustancia del corte sino la sangre, a la manera, podría considerarse, de una condensación de goce en este objeto, como objeto plus de gozar. "Fran de 18 años dice: "Cortarme sin que salga suficiente sangre es como pedir una ensalada y un yogurt en vez de un bife de carne con papas". Lukas dice: "El sentimiento que obtengo cuando la sangre comienza a salir es mejor que cualquier cosa. Es mejor que tomar, es mejor que cualquier droga que alguna vez haya tomado, es mejor que el sexo"."

5. Encontramos también, claro está, cortes que se constituyen como síntoma, como acción sintomática, que vale como retorno de lo reprimido comandado por un significante sustitutivo que implica el ciframiento del inconsciente. Se trata de casos donde el significante enigmático del trauma sexual y el término al que viene a sustituirse en la cadena actual fija una significación, coagulada en el síntoma y conduce a la articulación con otros significantes y a la posibilidad en el dispositivo del despliegue de cadenas asociativas. Estela, de 39 años, llega a la internación por un intento de suicidio con psicofármacos. Viene de una provincia donde vive desde los 17 años y tiene cinco hijos de su primer matrimonio. En la entrevista de admisión comenta que ella tiene "depresión", que está allí por eso y no porque esté loca. Su diagnóstico psiquiátrico la avala nominando su cuadro bajo el rótulo de Depresión mayor. Mostrando las marcas en sus brazos, relata: "En el baño, un día, me empecé a cortar, no sentía dolor, era esa adrenalina, veía la sangre que salía y era una descarga ... No es lindo lo que vaya decir pero era como cuando se le corta el cuello a un animal y sale un chorro de sangre; era sacarme mochilas muy pesadas de la espalda". Dice que esos cortes en ningún caso eran para suicidarse, simplemente era la manera de sacar "la sangre mala", significante que la remitía a toda una historia de violencia que comienza en su infancia. "A los 8 años me abusaron: un tío de la casa, amigo de mi papá. Me tocó, me metió la mano ... Cuando le dije a mi mamá, ella me pegó una cachetada y me rompió el labio. Me dijo que me callara la boca. Por eso nunca se lo dije a mi papá. Pienso que a lo mejor, antes que se muera se lo vaya decir pero él sufre del corazón, mirá si le pasa algo" . La paciente cuenta que el padre de sus hijos, con quien se casó y se fue a vivir a la provincia para escapar de las constantes agresiones de su madre hacia ella, también era "violento". Dice que todo parecía color de rosa al llegar -ella tenía 17 años y estaba embarazada de E, su primer hijo- pero que a los quince días de estar allí, su marido le pegó una cachetada porque ella no le planchaba las camisas como lo hacía su madre. Esa fue la única vez que ella le devolvió el golpe, diciéndole: "Te casaste conmigo, no con tu mamá". Él le volvió a pegar y le rompió el labio"

6. Existen casos de cortes (que en general se conjugan con automutilaciones, quemaduras y otro tipo de intervenciones en el cuerpo) que pueden ser descriptos como "prácticas masoquistas" , pero que se tratan no de una estructura perversa, sino más bien de una suplencia perversa en una psicosis, es decir, casos donde el alcance de las incisiones en el cuerpo, acompañado de otras prácticas, por un lado testimonian el particular modo de anudamiento signado por el desprendimiento de lo imaginario y por un goce no regulado por el límite fálico, al mismo tiempo que configuradas como una práctica perversa otorga un lugar y constituye una solución para ciertos sujetos. Un caso clínico paradigmático al respecto es el caso que presenta Maleval sobre el paciente de M'uzan."

7. Hay casos de cortes en los que se trata de sujetos que, luego de algún desplante del Otro, se generan tajos precipitándose como desecho del Otro, en lo que podría considerarse un pasaje al acto. Aunque, claro está, no siempre la concreción de los tajos tiene que darse de igual manera para enmarcarse como pasaje al acto, he asistido a dos situaciones donde los sujetos, en estas coordenadas, se generan cortes que los dejan des-hechos en la cama de un hospital. No se trata de tajos superficiales en la piel, sino en general de cortes profundos en el cuerpo que si bien no tienen la estructura de un intento de suicidio, requieren de atención médica de urgencia, debiendo acudir a internaciones hospitalarias.

8. Encontramos casos de cortes en la melancolía, o más precisamente, como respuesta a ella. El melancólico, especialmente en los cuadros que no presentan delirio de indignidad, pone en evidencia diversos fenómenos de mortificación, particularmente aquel desprendimiento total de los objetos y de la vida. Es una totalización de la negatividad del lenguaje sin recuperación de goce propio de la castración y por ende la ausencia de valor fálico es lo que se le impone al sujeto. Se configura, en algunos casos, a través de los cortes en el cuerpo, el recurso privilegiado para hacerse existir frente a la experiencia de la vida mortificada. Un paciente explicaba respecto de los cortes: "Era un modo de sentir algo. Yo no siento nada. Nada. Es como estar flotando en la vida. No me alcanza estar para existir. Aunque existir me pesa".

Para finalizar, y a raíz de todo lo expuesto, cabe resaltar -al contrario de lo que muchas veces sucede- que es imposible hablar de "los cortes en el cuerpo" como un fenómeno unívoco. Es elocuente cómo esta práctica, que circula en la cultura, detenta su plasticidad al demostrarse apta para encarnar distintas funciones. Es decir, que esta intervención en el cuerpo puede erigirse frente a diversas coyunturas, instalarse como distintos modos de respuesta del sujeto e, incluso, presentarse del lado de cualquiera de los tres registros (R, S, 1). Más aún, es posible vislumbrar en la clínica que no sólo esta práctica de generarse tajos en la piel puede adquirir distintas funciones (llamado al Otro, goce masoquista, inscripción significante, etc.) en distintos sujetos, sino que para un mismo sujeto, esta intervención en el cuerpo puede implicar más de una función en juego. Y no sólo porque en muchos casos ciertas funciones sean inherentes o compatibles entre sí (cortes que devuelven cierta consistencia al cuerpo al mismo tiempo que pueden operar como un acting out), sino porque ciertos sujetos hallan en este "uso" del cuerpo una suplencia a varios factores en juego. Es decir, que hacen de esta práctica una "multiintervención", una pluralización de la orientación de sus efectos. Análogo -en este punto- a la función del síntoma, son varias, -simultáneas o sucesivas- operaciones que pueden encontrar asidero bajo el mismo cauce, bajo el mismo recurso, sabiendo y al mismo tiempo ignorando el sujeto sobre ellas. Daphne dice: "A veces me corto para hacerme sentir algo, porque estoy totalmente dormida. Otras veces me corto para dormirme porque no puedo tolerar lo que estoy sintiendo, sobre todo lo hago cuando estoy enojada. Tal vez fui criada para no estar enojada o no demostrarlo, pero cuando estoy enojada me hallo a mi misma culpable, entonces me castigo"


Por lo tanto, queda en la virtud del clínico poder ubicar la posición del sujeto, su tipo de respuesta y la función -o las funciones- que el corte viene a adquirir en cada caso.

viernes, 6 de octubre de 2017

Cortes como un modo de relación del sujeto al Otro.


Algunos autores, más allá de la estructura clínica del sujeto, hallan casos de cortes en el cuerpo, específicamente, en función de la relación del sujeto y el Otro. Más precisamente, ubican casos de auto incisiones bajo la función de algún modo particular de relación al Otro, como una forma de dirección al Otro.

1) Sujetos que se cortan como un intento de situar su lugar en el Otro.
Si bien Lacan no toma en su enseñanza al fenómeno de los cortes, hace alusión a la función de la "incisión" en el cuerpo en el seminario. Esta referencia, estrictamente, es en relación al tatuaje y a la escarificación. Sin embargo, se considera de valor para el tema, ya que no toma la imagen-signo que deja el tatuaje, ni la lesión propia de la escarificación, sino que se refiere a la función de la "incisión" en estas intervenciones en el cuerpo. Lacan aborda este tema en el capítulo "El sujeto y el Otro: la alienación". En dicho capítulo, trabaja la constitución del sujeto a partir del Otro y sus implicancias:

"El Otro es el lugar donde se sitúa la cadena del significante que rige todo lo que, del sujeto, podría hacerse presente, es el campo de ese ser viviente donde el sujeto tiene que aparecer. Y he dicho que por el lado de ese ser viviente llamado a la subjetividad se manifiesta esencialmente la pulsión."

En este punto, Lacan especifica las operaciones de la constitución del sujeto en su dependencia significante respecto del Otro (alienación y separación). Enfatiza que la relación del sujeto y el Otro se engendra en una hiancia y que, este proceso surge de la estructura del significante: "Esta estruchua se basa en algo que inicialmente denominé la función del corte, y que ahora, en el desarrollo de mi discurso, se articula como función topológica del borde".

Efectivamente, el significante es corte. Los significantes son discontinuos, discretos. Y es en el corte entre un significante y otro donde reside el espacio del deseo. Asimismo, el significante produce un corte. El lenguaje recorta el cuerpo, se trata del "efecto cizalla que entraña el lenguaje para el animal que habla"." Hay sujeto por la incisión originaria del significante sobre el cuerpo, el significante fragmenta, recorta el objeto, recorta la zona erógena y le permite el borde a la pulsión. En esta misma operación, el significante produce cortes que operan como marca, como inscripción.

Es también a través del significante que hay un corte de la superficie y por eso un borde. El borde es e! límite de un conjunto. Se trata del borde de los conjuntos del sujeto y el Otro. Y, en relación a esta cuestión, Lacan hace hincapié en la cuestión de la falta:

"Aquí se superponen dos faltas. Una se debe al defecto central en torno al cuál gira la dialéctica del advenimiento del sujeto a su propio ser en la relación con el Otro - debido a que el sujeto depende del significante y el significante está primero en el campo del Otro-o Esta falta retoma la otra falta, la falta real, anterior, que ha de situarse en el advenimiento del ser viviente, o sea, en la reproducción sexuada. La falta real es lo que pierde el ser viviente, de su posición de viviente, o sea, en la reproducción sexuada."

Para encarnar la parte que falta, perdida para siempre, sustituye el mito de Aristófanes, mito de la totalidad, por el de la laminilla. La laminilla designa la libido como "órgano irreal":

"Así, desafiando, acaso, por primera vez en la historia, el mito tan prestigioso que Platón adjudica a Aristófanes, lo sustituí la vez pasada por un mito destinado a encarnar la parte faltante, que llamé el mito de la laminilla. Es una importante novedad porque designa la libido, no como campo de fuerzas, sino como un órgano. La libido es el órgano esencial para comprender la naturaleza de la pulsión. Este órgano es irreal. Lo irreal no es lo imaginario. Se define por articularse con lo real de un modo que no podemos aprehender, y por ello, justamente, requiere de una presentación mítica, tal como la nuestra. Pero ser irreal no impide a un órgano encarnarse. De inmediato les doy su materialización. Una de las formas más antiguas de encarnar, en el cuerpo, este órgano irreal es el tatuaje, la escarificación. La incisión tiene precisamente la función de ser para el Otro, de situar en él al sujeto, señalando su puesto en el campo de las relaciones del grupo, entre cada uno y todos los demás. Y, a la vez, tiene de manera evidente una función erótica, percibida por todos los que han abordado su realidad.""

Pareciera que Lacan ubica la incisión en el cuerpo -a raíz del tatuaje o escarificación- como un intento del sujeto de alojarse en el Otro, a través de esa operación libidinal. Se trataría de una forma de inscripción en relación al Otro. Lacan señala que, a través de encarnar, de atrapar la libido vía la incisión en el cuerpo, el sujeto se sitúa en relación al Otro como algo que "es". Fija su lugar en el Otro, inscribe su puesto más que su falta. Lacan más adelante ilustra el contrapunto de la operación de la incisión del tatuaje o la escarificación que fija su lugar respecto de! Otro, de la operación enunciada por e! niño "puedes perderme" en relación al deseo y propia de la separación.

Asimismo Lacan, como enseña Freud a partir de su elucidación sobre la psicología de las masas, destaca que es la posición del sujeto respecto al Otro, que es el signo de su posición al Otro -tatuaje o escarificación- lo que por añadidura le devuelve a su vez un lugar respecto de sus semejantes.

2) Sujetos que se cortan como un intento de separación del Otro
Es en el seminario 11 que Lacan, en función de las relaciones del sujeto con el Otro, formaliza -para la constitución y la realización del sujeto en e! campo del Otro- no sólo la operación de alienación, sino la operación de separación como condición de posibilidad de la dirección al Otro. Dice de la separación:

"Esta operación lleva a su término la circularidad de la relación del sujeto con el Otro, pero en ella se demuestra una torsión esencial. [ ... ] Allí se producirá la segunda operación a la que esta dialéctica conduce al sujeto. Es tan esencial definir esta segunda operación como la primera, pues en ella vemos asomar el campo de la transferencia. La denominaré, introduciendo así mi segundo término nuevo, la separción."


Es Brocca quien aborda a partir de casos de su práctica, la función de los cortes, sumado a ciertas automutilaciones, en el marco de esta lógica de relación al Otro.

Sostiene que los cortes y las automutilaciones se constituyen como una acción destinada a la "separación" del sujeto respecto del Otro. Ubica, en las automutilaciones, a la mortificación en el propio cuerpo, pero, cuya función sería la de la separación del Otro, que fue introyectado en el cuerpo a través de una identificación de tipo melancólica. Dice:

"Una pasión que se traduce en una repetición obscena de los gestos de carácter mortífero: el gesto de cortarse ... del Otro, pero también el de (se) darle muerte... [...]. Una vez más la tesis que defiendo es la siguiente: en la automutilación se apunta al Otro, y es al mortificar su propio cuerpo que se puede alcanzar el cuerpo del Otro. Este mecanismo de separación en estado bruto se opone a la alienación pero conserva su simetría irritante. La bolsa o la vida."

En este sentido, y apoyándose en su clínica, Brocca incluso ubica en serie, respecto del mecanismo de separación, a las auto mutilaciones con los intentos de suicidio:

"En las dos viñetas tomadas de mi práctica que les propongo analizar, encontramos en el primer plano auto mutilaciones que se renuevan, y luego gestos suicidas reiterados, destinados a separarse del Otro. Podrían objetarme rápida y justificadamente que se trata de dos manifestaciones heterogéneas y que intento forzar teóricamente al ligar las dos. Pero defiendo mi posición: lo que me interesa es el mecanismo psíquico que organiza estas respuestas. Ambas se dirigen al Otro y tienen el mismo objetivo, separarse del Otro luego de haberlo engullido."

De este modo sitúa, en estos casos, una particular configuración del sujeto respecto del Otro, que es lo que daría lugar a la realización de estas acciones sobre el cuerpo. Propone que el mecanismo psíquico de la "identificación de tipo melancólico" es lo que está en la base de las automutilaciones como intento de separación. Escribe: "El problema central que organiza mi exposición trata el mecanismo psíquico que estaría, a mi parecer, en su origen: la identificación de tipo melancólica". Y así la define: "Estas dos viñetas muestran de forma clara y evidente la estructura de la identificación de tipo melancólico. Es la introyección del objeto, que dirige los aspectos más sobresalientes de la enfermedad".

Concibiendo, de esta manera, tanto la identificación como la separación del Otro en juego en las automutilaciones, Brocca concluye: "El sujeto se mortifica en su cuerpo para mortificar al Otro, para separarse de su objeto. Es una estrategia que no termina de cumplir con esta separación"

3) Cortes que se constituyen como acting out.
Una de las modalidades de la dirección del sujeto al Otro es el acting out, en tanto patología del acto. El acting out es fundamentalmente aquella escena del sujeto orientada francamente al Otro para señalar el lugar en que lo ha dejado. Lacan dice:

"El acting out es esencialmente algo, en la conducta del sujeto, que se muestra. El acento demostrativo de todo acting out, su orientación hacia el Otro, debe ser destacado. [ ... ] El acting out es esencialmente la demostración, la mostración, sin duda velada, pero no velada en sÍ. Sólo está velada para nosotros, como sujetos del acting out, en la medida que eso habla, en la medida en que eso podria hacer verdad. Si no, por el contrario, es visible al máximo, y por ese mismo motivo, en un determinado registro es invisible, al mostrar su causa. Lo esencial de lo que es mostrado es aquel resto, su caída, 10 que cae en este asunto."

El acting out necesita del Otro, consiste en un llamado al Otro. Es una acción velada dirigida al Otro sob re la verdad del sujeto. La acción de cortarse puede ubicarse dentro de estas coordenadas. Es decir, que la realización de los cortes puede darse en el marco de la producción de una escena velada para el sujeto y dirigida al Otro.

Joucla presenta y conceptualiza un caso de su práctica en Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, donde postula -como se señaló- que, si bien en su paciente los cortes adquirieron en el curso del análisis la función de significantes de la demanda, estos comienzan a raíz de la identificación con otra paciente, y que al principio esta acción de cortarse cumplía la función de una escena dirigida al Otro. Ubica una primera función de la realización de los cortes según la figura clínica del acting out. Es a través de los cortes que su paciente encuentra la vía de orientación al Otro. La paciente hace de los cortes una escena que dirige al Otro. Específicamente, aparecen los cortes como escena chantajista para el médico. Jauda describe:

"En efecto, Nelly se hace incisiones en los brazos en su relación con el otro: identificación con el otro en cuanto a lo que descubre como Uinsignia" de la enfermedad mental, y de dirección al otro de la que usa y abusa con los enfermeros sobre un fondo de alianzas y enfrentamientos, hasta que el médico decide su salida. No se necesita más para que las reivindicaciones y la insatisfacción de Nelly se enfoque sobre él.""

Verónica Buchanan también encuentra una serie de casos, en histerias "borders" -como se mencionó- donde los cortes, si bien inciden a nivel de lo imaginario del cuerpo, alcanzan lo simbólico con otra función, constituyendo un acting out. Acting que opera bajo la rúbrica de la reparación ya que evita la caída del sujeto por fuera del Otro.

La autora ubica que en una serie de casos los cortes se producen frente a la falta de localización del sujeto en el Otro, en el deseo del Otro. Coordenada que, a su vez, incide en otra variable determinante de este tipo de casos, la "precariedad de la escena fantasmática". Plantea que en ciertos pacientes, si bien se ha producido la identificación primaria, sostén del sujeto, no se verifica la operación de la identificación secundaria, condición de posibilidad de las formaciones del inconsciente. Y en relación con ello, propone, que en este t ipo de casos, no es la vacilación, sino más bien, la realización del fantasma lo que se pone en juego, produciendo un encuentro donde el sujeto no tiene lugar en el Otro sino como objeto de goce. Dice: "El hecho de haber planteado que en estos casos se trataría de una operación (reparación) real, abre la vía para pensar su relación con la realización del fantasma y el encuentro aterrador con el goce del Otro. Si el Otro sabe como gozarlo, entonces no hay lugar en el Otro para el sujeto sino en tanto objeto del goce"."

Así los cortes se constituyen como una particular direccionalidad al Otro, cuya función es sostener el deseo. Dice de los cortes: "[ ... ] son los propios cuerpos los que son cortados para que el otro los mire. [ .. . ] en la pregunta por el lugar en el deseo del Otro, en el segundo caso [el de los cortes] encontramos una operación real sobre el cuerpo entregado a la mirada del Otro". Es decir, que se trata, en estos cortes, de un modo de actuar la escena en la que el sujeto dirige al Otro la pregunta por su lugar en el deseo; la "histérica border" se ofrece como objeto a caer a través del cuerpo para restarse del Otro. Y Buchanan especifica: "¿ Cuál es la particularidad de estos actings? En ellos es el cuerpo del sujeto mismo el que es ofrecido en sacrificio para lograr el reconocimiento de su lugar en el Otro. De este modo radical dirige al Otro la queja por haberlo dejado sin espacio. Llegados a este punto, podemos preguntamos si no es el acting out lo que arranca al sujeto de la realización del fantasma (que lo deja por fuera del Otro) . Considero que sí, y que es importante pensar clínicamente la función de reparación que tienen estos actings; en efecto son reparaciones que enloquecen, pero que preservan al sujeto de su caída por fuera del Otro."

4) Sujetos que se cortan como una modalidad de satisfacción de la pulsión escópica.
Sin duda, la satisfacción pulsional es una función del ser hablante. Se trata de la función del plus de gozar, función que remite al origen del sujeto, al objeto a en su dimensión real. El objeto a puede captar el plus de gozar a través de sus cuatro formas, voz, mirada, heces y pecho. Función implicada no sólo en relación al objeto sino respecto del Otro. Lacan dice:

"A nivel de la dimensión escópica, en la medida en que la pulsión interviene en ella, encontramos la misma función del objeto a que podemos determinar en todas las demás dimensiones. El objeto a es algo de lo cual el sujeto, para constituirse, se separó como órgano. Vale como símbolo de la falta, es decir del falo, no en tanto tal, sino en tanto hace falta [ ...] A nivel escópico, ya no estamos a nivel de la demanda, sino del deseo, del deseo al Otro.""

A diferencia de la fórmula constitutiva del deseo humano, Lacan explica que la pulsión escópica se constituye como una propuesta al Otro a través de su captación por la mirada. La satisfacción pulsional en el nivel escópico convoca a "mirar". Lacan enseña a distinguir la función del ojo con la mirada, esquizia que elide la mirada para poder ver. Pero, cuando además de lo visto y de ver, en lo pulsional hay algo dado a ver, allí, se sitúa la mirada. Esta es la función que, algunos autores, hallan en ciertos casos de cortes en el cuerpo, la satisfacción de la pulsión en la acción del corte, la satisfacción de hacerse ver provocando tajos en la piel. La satisfacción de la captura de la dimensión escópica del objeto alcanzando al Otro.

En este caso, la realización del corte en el cuerpo no vale más que para atrapar-gozar de la "mirada". De este modo, el corte es conducido por el goce. Se trata de incisiones gozosas. Goce no localizado en la ejecución de la lesión, sino en la medida en que el ojo la bordea en su dimensión de objeto.

En Los inclasificables de la clínica psicoanalítica, Joucla, en el caso que reporta, también ubica esta dimensión en juego. Dice que la realización de las incisiones en el cuerpo de su paciente, si bien responden a un complejo entramado de las relaciones entre el significante y el goce, poseen también la función de satisfacción pulsional en relación a la mirada. Joucla sostiene, a propósito del trabajo con su paciente, y dentro de lo que enmarca como una estrategia de la relación del sujeto histérico con el Otro: "La pulsión se articula con el aspecto de erotización de las incisiones: hacerse ver por el Otro, que se cruza con ser todo para el Otro".

Alberto Santiere, en su análisis sobre aquel grupo de adolescentes, también resalta la función del goce escópico en la práctica de los cortes. Explica que, bajo el semblante de un "juego", y bajo la rúbrica de la demostración de valentía entre incipientes varones, se trata de una intervención en el cuerpo en tanto "atrapamiradas que perforan la carne". Dice: "Mostrando la huella del 'valor', anzuelo en busca de la mirada del Otro".

El corte en el cuerpo puede constituirse, más que como mascarada de virilidad a través del coraje, según los enunciados de mucho jóvenes, como un terreno de goce pulsional que consiste en hacerse mirar, en provocar la fascinación y el regodeo en la mirada.