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lunes, 28 de agosto de 2023

La noción de falta de objeto

Hoy ubicaremos la noción de objeto desde la lectura que hace Lacan de los textos freudianos, donde nos trae los ejes de un desvío muy fundamental en las lecturas. Se trata de un ideal de relación de objeto armónica y completa que el texto freudiano contradice.
La noción de objeto se presenta de entrada en una búsqueda de objeto perdido. El objeto es siempre a reencontrar, por eso se trata de la búsqueda del objeto. Así lo puntualiza Lacan, siguiendo la letra freudiana.

En los “Tres ensayos de teoría sexual”, Freud nos plantea un concepto fundamental como el de sexualidad infantil y nos dice que dicha sexualidad contiene los rasgos de la pulsión sexual y el camino de su desarrollo.

Le da todo su valor a la latencia como fenómeno psíquico que se pone en juego entre los cinco, seis o siete años hasta cuando comienza la pubertad.

La latencia divide en dos partes la sexualidad en el hombre, por obra de la represión. Es un tiempo donde se forma lo que después serán inhibiciones de la pulsión sexual, los diques del asco, la vergüenza, la estética y la moral.

Estas construcciones no provienen de la educación, sino que tienen que ver con las etapas de construcción psíquica. Son los mecanismos de la sublimación y las formaciones reactivas de la pulsión.

Algunas veces la latencia no es silenciosa e irrumpe un monto de excitación sexual que no pudo sublimarse y produce síntomas.

La latencia, entonces, divide la sexualidad humana en dos tiempos, la etapa oral, anal y fálica por un lado, y por el otro la pubertad.

La elección de objeto también se da en dos tiempos, la primera entre los dos y cinco años, y la segunda con la pubertad.

Etapa oral

El chupeteo es modelo de las exteriorizaciones sexuales infantiles. La pulsión se satisface en el cuerpo propio (autoerotismo). Parte del chupeteo, pero avanza diciendo que otro sector de la piel o de las mucosas puede convertirse en zona erógena.

El concepto de zona erógena es importante. Cualquier sector del cuerpo o de los órganos internos puede tener la propiedad de la erogeneidad. Este desplazamiento lo vemos claramente, nos dice Freud, en la histeria.

Los labios del niño se tornaron zona erógena y la leche le dio placer. O sea que, al comenzar, la satisfacción erógena quedó unida a la necesidad de alimentación.

La meta sexual de la pulsión infantil es producir satisfacción por estimulación de la zona erógena. La necesidad de repetir la satisfacción se da, por un lado, por un sentimiento de tensión, de displacer, y por otro lado, por una sensación de estímulo proyectada a la zona erógena. El modelo de satisfacción es mamar.

Etapa anal

Al igual que la zona de los labios, la erogenización de la zona anal se apoya en funciones corporales. Este sector del cuerpo tiene un alto valor erógeno.

En la infancia, los trastornos intestinales procuran excitaciones en esta zona, ya sea por constipación o por múltiples evacuaciones. El juego entre expulsión y retención provoca sensaciones que son un fuerte estímulo.

También podemos considerar, nos dice Freud, que el hecho de que un lactante se rehúse a vaciar el intestino en el lugar donde se lo indica el adulto sea un signo de futuro nerviosismo (niños díscolos).

El contenido de los intestinos es tratado por el niño como una parte de su propio cuerpo. Representa el primer regalo que hace al adulto y expresa con él su obediencia o su desafío.

El “regalo”, más tarde, el niño lo significará como “hijo” según las teorías sexuales infantiles: un niño nace porque algo se ingiere y es dado a luz por el intestino.

La retención de las heces es una de las raíces del estreñimiento en los neuróticos.

Etapa fálica

En los varones y en las niñas, la etapa fálica se relaciona con la micción (glande y clítoris). Por las secreciones, por los lavados y cuidados higiénicos, son zonas de mucha excitación y de sensaciones placenteras.

Este tiempo también se caracteriza en el niño pequeño por el onanismo, que establece la primacía de esta zona erógena para la actividad sexual posterior.

Tenemos que distinguir tres fases en la masturbación infantil: la primera corresponde al tiempo de lactancia, la segunda se desarrolla hacia el cuarto año, y la tercera en la pubertad.

Si el onanismo de lactancia desaparece, puede volver a presentarse la pulsión sexual en esta zona cerca de los cuatro años, hasta que una nueva sofocación la detenga, o bien puede seguir sin interrupción.

Si continúa ininterrumpidamente hasta la pubertad, es problemática, ya que indica una excitación que no pudo ser sofocada o reprimida.

La segunda activación sexual infantil deja huellas inconscientes profundas que determinan su carácter y la sintomatología de la neurosis.

La vida sexual infantil, nos aclara Freud, muestra componentes pulsionales que, a pesar del lugar privilegiado de las zonas erógenas, son la pulsión del placer de ver y de exhibir, y el de la crueldad. Aparecen con independencia de las zonas erógenas, y más tarde entran en relación con la vida sexual.

El niño pequeño tiene curiosidad de ver los genitales de otras personas, quiere exhibir su cuerpo y andar desnudo por la casa. Luego, la vergüenza pone un dique y los niños se convierten en mirones.

La crueldad es característica del carácter infantil. La posibilidad de detenerse frente al dolor del otro se desarrolla más tarde. Freud lo conecta con la pulsión de apoderamiento: niños que ejercen una particular crueldad hacia los animales y los compañeros de juego.

Entre los tres y los cinco años se inicia una actividad que permanece unida a la pulsión de saber o investigar. La pulsión de saber de los niños recae con intensidad sobre los problemas sexuales y se despierta por ellos.

La pregunta fundamental sobre el origen de los niños y la suposición de que todos los seres humanos poseen un genital como el suyo pulsan e impulsan estos enigmas. Así es como el niño construye las teorías sexuales infantiles.

La investigación sexual de la primera infancia es solitaria. Es un primer paso hacia la orientación autónoma en el mundo y establece un apartamiento del niño de las personas de su entorno en los que fundaba su confianza.


Luego de la latencia, es decir, el tiempo de la represión, viene una oleada pulsional que abre otro tiempo.

Este nuevo tiempo nos trae una nueva meta sexual que se alcanza con la cooperación de todas las pulsiones parciales y las zonas erógenas que se subordinan al “primado de la zona genital”. La pulsión sexual se pone al servicio de la función reproductora.

Para que todo este pasaje se produzca con éxito, nos dice Freud, es preciso que se cuente con las disposiciones originarias y todas las particularidades de las pulsiones. Esto quiere decir que el pasaje no se da per se ni en todos los sujetos igual.

A las perturbaciones de este pasaje las que llama “inhibiciones del desarrollo”.

Es característico de esta etapa el crecimiento de los genitales externos y el desarrollo de los genitales internos.

Este aparato debe ponerse en marcha por estímulos externos (por excitación de las zonas erógenas), desde el interior del organismo y desde la vida anímica. Estos tres factores generan un estado de “excitación sexual”. Este estado provoca un sentimiento de tensión y alteraciones en los genitales (erección del miembro masculino y humectación de la vagina en la mujer) que es preparatorio para el acto sexual.



Dijimos, entonces, que durante esta metamorfosis las zonas erógenas se insertan en un nuevo orden, y tienen un papel importante en la introducción de la excitación sexual.

La excitación se conecta por una parte con el placer, y por otra con el aumento de la tensión que termina siendo displacentero. La excitación sexual reclama más placer, es pulsionante.

Freud aquí nos plantea un problema: “¿De qué modo el placer sentido despierta la necesidad de un placer mayor?”.

Las zonas erógenas cumplen un papel muy importante. Mediante su estimulación brindan un cierto monto de placer, y es desde aquí que se inicia un incremento de la tensión para llevar finalmente al acto sexual. El placer último, el de la descarga (el orgasmo), es un placer de satisfacción, y con él se elimina la tensión de la libido.

Este placer final es nuevo y depende de condiciones que sólo se instalan con la pubertad. El placer de las zonas erógenas pertenece a placer preliminar y deriva de la vida sexual infantil.

La activación autoerótica de las zonas erógenas es igual en ambos sexos en la niñez, y la diferencia de los sexos en este punto se establece en la pubertad.

El texto nos aporta una tesis en relación a las manifestaciones autoeróticas y masturbatorias: “La sexualidad de la niña pequeña tiene un carácter enteramente masculino”. Hace una distinción entre masculino y femenino, y se refiere a la pulsión activa o pasiva (que, nuevamente, debemos pensar como posiciones).

Junto con el cambio de lo autoerótico a la nueva meta sexual se da el hallazgo de objeto.

Nos dice Freud que el hallazgo de objeto está preparado desde la más temprana infancia.

El hecho de mamar el pecho materno se vuelve modelo para todo vínculo de amor. El hallazgo o encuentro de objeto es un reencuentro. Siempre se trata de restaurar la dicha perdida.

La elección de objeto es guiada por indicios infantiles, renovados en la pubertad, cuyos modelos de amor han sido los padres. Por la barrera del incesto esa elección se orienta hacia otras personas.

Lacan toma este texto en el Seminario IV: La relación de objeto, donde coloca sus aportes a este texto, la noción de falta de objeto y los tres registros (Real, Simbólico e Imaginario) en relación a las categorías de la falta. Así, nos puntualiza los desvíos de los psicoanalistas que siguieron a Freud.

sábado, 11 de marzo de 2023

Tomás deja los pañales: Un cuento sobre crecer y probar cosas nuevas

Había una vez un niño llamado Tomás que amaba jugar y explorar todo lo que podía. Pero había una cosa que lo hacía sentir incómodo: todavía usaba pañales.

Un día, mientras jugaba en el parque con sus amigos, Tomás se dio cuenta de que todos los demás niños estaban usando ropa interior y no pañales. Se sintió un poco avergonzado y decidió que quería dejar los pañales también.

Tomás le contó su deseo a su mamá y ella le dijo que estaba muy orgullosa de él por querer dejar los pañales. Juntos, decidieron que era hora de empezar a usar ropa interior.

El primer día fue un poco difícil para Tomás, ya que no estaba acostumbrado a sentir la ropa interior en su piel. Pero su mamá lo ayudó a recordar que era normal sentirse un poco extraño al principio. Con el tiempo, Tomás se acostumbró a la sensación y se sintió más y más cómodo usando ropa interior.

Un día, mientras estaba jugando en el parque de nuevo, Tomás se dio cuenta de que había olvidado pedirle a su mamá que le pusiera un pañal antes de salir de casa. Se preocupó al principio, pero luego recordó que ya no usaba pañales. Se sintió muy orgulloso de sí mismo por haber hecho un gran progreso.


Desde entonces, Tomás nunca volvió a usar pañales y se sintió mucho más grande y valiente. Aprendió que a veces, dejar atrás cosas viejas y probar cosas nuevas puede ser un poco difícil al principio, pero que siempre vale la pena.

miércoles, 27 de julio de 2022

Un cuento para abordar el control de esfínteres en los niños

En esta entrada vimos las características más importantes de la etapa anal y cómo acompañar al niño en el tema de la maduración de los esfínteres del niño. Una de las maneras de abordar el tema con los niños es a partir de los cuentos. Grato es saber que hay muchos libros sobre "dejar el pañal". 

En este caso, traemos el cuento "El topito que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza", de manera de poder compartir con los niños dónde van las heces en el cuento, dónde deberían ir, etc.





















 

viernes, 1 de enero de 2021

Sadismo y erotismo anal

Freud nos dice que “el hombre de la cultura trata los asuntos de dinero de idéntica manera que los sexuales”. En un caso y en otro, hablamos de una serie de equivalencias.

Hoy veremos cuáles son las equivalencias que operan en el desarrollo de la sexualidad, desde luego, no entendida como genitalidad, sino como aquel momento constitutivo de la subjetividad que es la sexualidad infantil.

Freud nos dice que “el hombre de la cultura trata los asuntos de dinero de idéntica manera que los sexuales”. En un caso y en otro, hablamos de una serie de equivalencias. Desde luego, no nos referimos a la genitalidad, sino a aquel momento constitutivo de la subjetividad que es la sexualidad infantil. El orden de equivalencias tal vez resulte más evidente en el caso del dinero. Hoy veremos cuáles son las equivalencias que operan en el desarrollo de la sexualidad.

Avanzados ya en nuestro recorrido por los textos de sexualidad en Freud, hoy nos preguntamos: ¿cuál es el destino del erotismo anal una vez que se establece la fase genital? ¿Este erotismo anal, se reprime, se sublima o se permuta por otra cosa?

Para responder, tomaremos los rasgos de carácter como la avaricia, la minuciosidad y la terquedad tal como son desarrolladas por Freud en un texto titulado “Sobre las trasposiciones de la pulsión, en particular del erotismo anal” (1917).

Como hemos visto anteriormente, antes de la fase del primado genital, se da una organización pregenital donde el sadismo y el erotismo anal tienen un lugar principal y directriz. En su dinámica, que se constituye en un juego de poder, hay un componente sádico: entre el retener y el expulsar hay una cuestión de dominio.

Según hemos visto, en las producciones del inconsciente, como los síntomas y las fantasías, los conceptos de caca (dinero, regalo), hijo y pene son permutados entre sí, tratados como equivalentes.

En la clínica de la mayoría de los casos de histeria nos vamos encontrando, luego de bastante tiempo de trabajo, con el deseo reprimido de tener un pene como el varón. Llamamos a esto envidia del pene.

En otras mujeres, en lugar de la envidia del pene lo que hay es el deseo de tener un hijo. El deseo de tener pene, nos dice Freud, es idéntico al deseo de tener un hijo.

Sin embargo, hay otro camino, en el que un sector del erotismo de la fase pregenital pasa a la fase genital. En este caso, el hijo es considerado como algo que se desprende del cuerpo y es allí donde se da la identidad entre hijo y caca (regalo).

La caca es el primer regalo. O bien el niño entrega obediente la caca (por amor), o bien la retiene para su satisfacción autoerótica o para colocar su voluntad. Se trata de una pelea entre el amor y el narcisismo del niño, y con la decisión de colocar su voluntad, se constituye la terquedad característica de este tiempo en ciertos niños.

Del erotismo anal, entonces, surge el desafío; primero con el significado de regalo, y luego mediante su equiparación al dinero.

En el varón hay un elemento más. En el tiempo en que descubre en la mujer la falta de pene, este pasa a ser considerado algo separable del cuerpo. El pene, entonces, es análogo de la caca, el primer trozo al que tuvo que renunciar. El desafío anal de este tiempo (entregar la caca o no entregarla) entra en la constitución del complejo de castración.

Este recorrido se da cuando la pulsión es reprimida o sublimada, lo que da lugar a las trasmutaciones que vimos, pero ¿qué pasa cuando un resto de la pulsión no transmutado queda del lado del autoerotismo?

Cuando el niño está dispuesto frente a la demanda del Otro, representado por la madre, a entregar sus heces a cambio del amor que recibe, la pérdida del objeto anal se subjetiva.

Cuando esa demanda propia de la analidad falla, el proceso queda alterado y el objeto es retenido en la fase anal formando rasgos de carácter propios de esta etapa pulsional. Se produce, entonces, una intensificación de la organización pregenital sádico-anal.

Podemos encontrarlo, por ejemplo, en sujetos codiciosos o avaros, en quienes siempre dejan de lado sus intereses; aunque esto no sólo se juega con el dinero, sino también en los lazos con los otros: hay quienes no pueden intercambiar nada, ni siquiera tiempo, quienes no se permitirían pérdida alguna, aunque sin tener registro pierdan lazos y no acumulen nada.

Todo exceso en retener o deponer debe llevarnos a una interrogación por el erotismo anal.

lunes, 19 de octubre de 2020

Ordenamiento de las psicosis: la paranoia.

Hoy continuaremos con el ordenamiento las psicosis, específicamente con la paranoia, que no tiene el nivel de desorganización que vimos en la esquizofrenia. Esto quiere decir que ha niveles de organización del yo y del objeto un poco más avanzados.

Como todas las psicosis, la paranoia tiene la fijación oral maligna que veíamos la vez pasada, la cual produce la desestima de los complejos de castración y Edipo. La paranoia, en particular, llega a tener fijaciones en las etapas anales. Esto hace que en la paranoia hayan identificaciones especulares. Aunque Freud no las llama así, vemos que Freud habló del doble en Lo siniestro y lo describe que el emisario de la vida puede ser el emisario de la muerte, porque el doble de uno es una duplicación narcisista. 

En el mito de Narciso, el muchacho era tan bello que se vio reflejado en las aguas de un río y queriendo abrazarse enamorado de su propia imagen, se cayó y se ahogó. Pocas veces se pudo describir tan bien el amor narcisista hacia uno mismo, que parece un amor vital en principio, pero es mortífero como lo vemos en Lo siniestro, donde el doble puede ser vital, pero termina siendo mensajero de la muerte. 


En el caso Schreber Freud no menciona nada de esto, que es el texto más grande sobre la psicosis. El Presidente Schreber tiene un delirio absolutamente florido. El núcleo central del asunto es que él se siente perseguido por Dios. Dios lo ama y se quiere casar con él para engendrar una nueva humanidad. Schreber teme a semejante honor, pues cuando Dios se case con él lo va a transformar en mujer. O sea, Freud plantea esto como que el paranoide tiene un amor homosexual y da algunas transformaciones. Dice que el paranoide se enamora homosexualmente de otro sujeto, teme ese amor homosexual y entonces lo transforma en "Yo no lo amo, él me ama". Hace otra transformación, que es la de "Él no me ama, él me odia" y ahí se constituye la persecución. Schreber ha trasladado el delirio de Dios estas transformaciones.

¿Dónde está el odio escondido? Justamente en que el día que Dios se case con él lo va a transformar en mujer. No se trata solamente de la castración necesaria para transformarlo en mujer, lo tremendo en el delirio de Schreber es que cuando Dios concrete ese casamiento y transformación, Dios concretará un almicidio, o sea, le va a asesinar el alma. Ahí ya está constituído el delirio totalmente persecutorio. O sea, se ha proyectado el objeto homosexual, según Freud, del que tenemos que tener cuidado actualmente para no patologizar la elección homosexual de objeto. André Green habla de objeto homoerótico, porque no hay ninguna concreción sexual. El acento aquí está en el espejo, la imagen especular. Ningún paranoide quiere concretar una unión homosexual; el problema es lo homoerótico, la dobe imagen especular. El paranoide coloca todas las distancias ante la posibilidad de encuentro fusional, donde desaparecería el yo. Como en el mito de Narciso, si yo lo amor y me junto, desaparezco.

La paranoia ha tenido un grado más de avance en el aparato psíquico respecto a la esquizofrenia, por lo cual los delirios paranoides son célebres por ser mucho mejor armados que los delirios esquizofrénicos. Incluso, muchas veces son convincentes.

Las transformaciones yo lo amo, él me ama, él me odia, son transformaciones defensivas. Es interesante que André Green haya dicho homoerótico y no homosexual. En este último caso, se concibe el deseo como una elección sexual. En la paranoia, se trata de un deseo fusional, un amor narcisista donde el paranoico siente que puede desaparecer en el otro.

Hay formas no psicóticas de la paranoia, como el querulante. Se trata de gente que siempre está peleando y protestando y que encuentra argumentos para pelearse con diversas personas por las cuales sienten perseguidos. Simone de Beauvoir la describe en una amiga, al hablar de la erotomanía. Es gente que siente que alguien se ha enamorado perdidamente de ella, pero lo persigue. Sufren tremendamente por la persecución erótica, hasta un punto en que temen esa persecución, que es delirante. Cualquier llamado por teléfono o encuentro casual lo toman como una persecución hacia ellos y un intento de abordaje. Entran dentro de los trastornos narcisistas, donde el temor de fondo es a la fusión. La celotipia es también una forma paranoide.

En el delirio psicótico, la trasmutación del amor al odio se debe a la fijación en las dos etapas anales y lo característico de ellas, que es la ambivalencia. El temor a la fusión es una regresión a la primera oral. En Schreber, esta fusión es mortífera, almicida. Las etapas anales son muy productivas en el odio, ya sea por la expulsión o por la retención. Todos los autores remarcan que hay sadismo expulsivo o retentivo. Son dos formas del sadismo y del odio. 

Fuente: Encuentro n° 40 de Freud Desconocido

lunes, 21 de septiembre de 2020

El ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica: La neurosis obsesiva

Siguiendo con el ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica (ver el ordenamiento de la fobia), hoy vamos a ver la neurosis obsesiva, que es una de las neurosis más complejas. 

El hombre de las ratas, desde pequeño, sintió que el padre se oponía a su sexualidad masturbatoria. Esto empieza a mostrar algunos elementos teóricos que ya se puede marcar en el ordenamiento de la neurosis obsesiva: tiene, como toda neurosis, punto de fijación en el complejo de Edipo y en este caso notorias fijaciones anales. Algunos autores señalan primera o segunda anal, pero en realidad es a las dos: anal expulsiva, la primera y anal retentiva, la segunda. Estas fijaciones a las etapas anales corresponden a un gran estadío de expansión narcisista del yo, como vemos en el deambulador. Hay que levantar la casa porque el niño toca todo, explora el mundo circundante y aparecen los primeros controles "no toques eso" y el control de esfínteres. Todos los autores consideran que las primeras restricciones o prohibiciones con el retiro de los pañales.

En este caso, es la madre la que transmite la regla de restricción pulsional. Por lo tanto, aunque en el historial del Hombre de las Ratas no aparece la madre como gran frustradra, sí sabemos por diversos historiales que es la madre la que exige esta restricción. Esto hace que las etapas sean ambivalentes respecto a la madre y que se dé una batalla dominio-sumisión bastante importante.

En el Hombre de las ratas, cuyo padre se opone a su satisfacción sexual masturbatoria desde temprana edad, aparecen estimulaciones anales. Tuvo gusanitos anales, por ejemplo. Las fijaciones anales hace que se llegue al Edipo con un monto de ambivalencia hacia ambos progenitores. Es cierto que en el varón hay amo a la madre y rivalidad con el padre, pero aunque prevalezca el Edipo heterosexual, la ambivalencia con el objeto heterosexual hace que se torne altamente conflictivo y ambos Edipos, aunque hayan naufragado -que implica el establecimiento de la represión primaria y el superyó-, por la intensidad de los conflictos es la única neurosis cuya represión primaria es reforzada con una regresión hacia las etapas anales. 

Las fijaciones anales hacen que los dos objetos edípicos sean muy ambivalentes. Eso torna ultraconflictivo al complejo de Edipo, aunque se logre el naufragio y el establecimiento del superyó. Si tomamos como ejemplo al varón, aunque se logra la represión primaria, la intensidad del conflicto al sortear el naufragio, hace que la represión primaria no sea tan estable como para que el aparato psíquico no demande un refuerzo que sea la regresión a las etapas anales que refuerzan la represión primaria. Se mantiene la represión primaria, pero le concede una regresión, por lo que el obsesivo hace una lectura "desde lo anal" sobre el conflicto edípico. Sabemos que el aparato psíquico avanaza por sobreinvestidura, donde se van suturando las ambivalencias. Se supone que se sale del naufragio del complejo de Edipo menos ambivalentes y también se supone que hemos elegido más claramente un posicionamiento heterosexual. Se supone que la polaridas masoquismo-sadismo ha tenido un cierto reparto preferencial -dice Freud- del masoquismo, pero de manera sublimada a la femineidad y el sadismo de manera sublimada hacia la masculinidad.

La regresión del conflicto edípico a las etapas anales tiene el efecto de abrir las polaridades y entonces el obsesivo oscila antre masculino y femenino, entre sadismo y masoquismo, entre amor y odio. La apertura de polaridades es el sustrato de la famosa duda del obsesivo. El obsesivo duda y no puede decidirse, cosa que se ve mucho en el consultorio.

La fijaciones anales, a pesar de la sobreinvestidura (el naufragio permitido por la represión primaria) tracciona la regresión a las etapas anales, manteniendo la represión primaria. Esto genera síntomas muy complejos, porque se trata de síntomas como rituales, deshacer lo hecho, aunque lo que más llama la atención son los síntomas del pensamiento. Lo sorprendente en Freud es que cataloga al pensamiento del obsesivo como preconsciente delirante, lo cual es un contrasentido, porque si es preconsciente no es delirante. Evidentemente es una metáfora.

El obsesivo presenta cosas contaminadas por la duda y fallas border llamativas, por ejemplo, piensa en aislamiento. Entonces cree que está asociando, cuando en realidad está repitiendo circuitos de pensamiento aislado que no llevan a nada. Dice cosas aisladas que no une, entonces el analista le tiene que armar el nexo. Pasado el tiempo, puede repetir lo mismo.

Al obsesivo le cuesta reconocer su deseo, como vemos en la película Mejor Imposible, donde el personaje se enamora de una chica, pero lo que hace es atacarla. Pueden coger muy bien con la esposa y aún sostener que no la desea. Producto de la ambivalencia, puede desear y odiar a la vez. El Príncipe Hamlet hace suicidar a la pobre Ofelia, la maltrata y está enamorado de ella. El padre aparece como fantasma y le dice que el tío lo envenenó poniéndole veneno en la oreja, que lo vengue... ¡Y Hamlet busca a artistas para que representen la escena para que el tío la vea! Hay una dificultad para la acción y la interpretación psicoanalítica es que el tío hizo lo que él hubiera querido hacer y por eso no puede vengarlo.

El aislamiento en el obsesivo aparece en el consultorio con ideas que se le ocurren desprovistas de afecto. El otro aislamiento es lo que mencionábamos antes sobre el circuito de ideas sin conexión lógica.

La anulación retroactiva aparece en la acción: hacer algo y después deshacerlo. En el historial del hombre de las ratas está en la piedra que él saca para que pase el carruaje de la amada y después la pone. Es hacer lo contrario de lo que desea o tiene que hacer.

El orden, la avaricia, la pulcritud, la duda de manera excesiva y la tenacidad para aferrarse a una idea aparecen como rasgos del carácter anal. En el Hombre de las ratas, la fantasía de la tortura de las ratas es fundamental para entender los síntomas del caso. El coito anal fantaseado aquí es sádico, con el padre y con la madre. El hombre de las ratas asocia ratas con penes, o sea que es una fantasía de coito sádico: el pene que desagarra, el pene dentado, etc.

Fuente: Encuentro n° 37 de Freud Desconocido, 17 de mayo de 2019.

lunes, 1 de junio de 2020

Maduración de esfínteres en el niño. Señales y formas de acompañarlo.

A partir de los 18 meses de vida del niño comienzan a aparecer, con cada vez más frecuencia, señales de la maduración del niño para controlar sus esfínteres. No cumplen ninguna cronología ni orden específicos y dependen de cada niño en particular, del dominio del lenguaje oral y su capacidad motora:

1) Se saca la ropa y el pañal.
2) Se resiste al cambio del pañal.
3) Pasa varias horas con el pañal seco, durante el día o la noche.
4) Cuando defeca, se esconde o juega a esconderse.
5) Diferencia sucio de limpio, en el juego o mientras come.
6) Reconoce y manifiesta sensaciones de que algo sale de su cuerpo. Mira y toca sus genitales.
7) Puede tener constipación por retención, pero de manera transitoria.
8) Juega con agua, tierra, arena o masas.
9) Se angustia o pide que lo cambien cuando tiene el pañal sucio.
10) Avisa que hizo o quiere hacer caca, hablando o señalando el pañal.
11) Asocia inodoro, adaptador, pelela con pis y caca, aunque aún no utilice esos elementos.

Los adultos deben acompañar este proceso con respeto, favoreciendo la autonomía del niño. No se debe forzar retirar el pañal cuando el niño no está listo. Tampoco retar, humillar o burlar al niño si se mancha o tiene un accidente.

El control de esfínteres no se da de manera unificada. Puede lograr controlar de día, pero no de noche; en casa pero no en el jardín. Si en este momento del niño aparece un hermano recién nacido, es esperable que haya rebeldía y berrinches.
  • Tener al alcance los elementos de higiene y varias mudas de ropa. 
  • Aunque es más difícil, optar por cambiarlo e higienizarlo de pie y no acostado.
  • Darle tiempo a que avise. No revisarlo ni preguntarle a cada rato si se hizo. 
  • Favorecer el espacio: elegir un adaptador para inodoros o una pelela sencilla y, tras colocarla en el baño, explicarle para qué sirve. El adaptador tiene la ventaja que es más fácil de llevar.
  • Leer libros sobre dejar el pañal para que el niño lo vaya incorporando de manera lúdica.
  • Favorecer el juego con líquidos, juegos de adentro-afuera, limpio y sucio.
  • Incorporar rutinas: me despierto, voy al baño (haga o no haga pis). Mostrarle dónde se tiran los pañales.

martes, 26 de mayo de 2020

La ontogénesis del aparto psíquico y las pulsiones.


Habíamos hablado, en la entrada anterior, de primera y segunda oral. Lo que no abordamos la vez pasada es que todas las pulsiones nacen apoyadas en la necesidad, como la necesidad de mamar, de hacer pis, defecar, etc. Estas necesidades siempre se satisfacen con la atención de los padres, es decir, es tan libidinizadas por la mirada y la atención de los padres. Muchos autores han llamado a esto apertura de las zonas erógenas, porque si bien la necesidad es interior, esta constitución de la zona erógena es siempre en interacción con el objeto, aunque en la primera oral ese objeto no sea reconocido como tal (se necesita el juicio del semejante que ocurre en la segunda oral).

La apertura de zonas erógenas, que van constituyendo a las pulsiones, por ejemplo la pulsión oral de succión, pulsión oral canibalística (que no es fusionarse con el objeto, sino comerlo), pulsión de micción; van constituyendo a la sexualidad de la función sexual, que en 1920 va a ser diferenciada esta sexualidad de la sexualidad de la pulsión Eros. La función sexual que va a culminar en la constitución de la genitalidad hacia el complejo de Edipo, constituyen muchas pulsiones. Freud nombró algunas. 

Nosotros estábamos diferenciando en la segunda oral una costrita sobre el ello que es el yo que hace el juicio del semejante y es el yo que va a ir creciendo con identificaciones primarias y con procesos intelectuales que complejizan al juicio del semejante. A su vez, el ello también crece con la constitución de pulsiones. Freud menciona el sadomasoquismo, no solo el amor y el odio son afectos constitutivos, sino que para Freud el sadomasoquismo también es una pulsión temprana. El sadismo dentario, por ejemplo, ya es una pulsión de la segunda oral. 

En la medida en que avanza, no solo persiste la dialéctica Eros-Muerte: por ejemplo en la pulsión sadomasoquista el polo sádico tiene un predominio de pulsión de muerte. El masoquista también, porque es una vuelta contra sí mismo de la pulsión de muerte, que es la pulsión destructiva. Esto nos tiene que hacer comprender que la sexualidad pulsional no es todo amor, sino que está siempre intrincada la construcción con la destrucción. Además tiene avatares, como la vuelta contra sí mismo, que sobretodo puede considerarse en el sadomasoquismo. Quizás en la pulsión voyeurismo-exhibicionismo, que también es muy temprana y que aparece indiferenciada en el encuentro de miradas madre e hijo y después se va diferenciando en el placer de mirar y en el placer de ser mirado.

Freud plantea en escritos tempranos, pero posteriores a 1900 y anteriores a 1920, una dialéctica del amor y el odio, como si fueran pulsiones. Esto hay que revisarlo para los que leen escritos de la etapa de la metapsicología, porque el amor y el odio, aunque lo diga Freud anteriormente a 1920, el amor y el odio no son pulsiones, sino afectos. Los afectos son una categoría diferente a las pulsiones. Recordemos que las pulsiones son representantes de fuerzas corporales que tienen fuente, objeto, meta y fin. Eso no corresponde a los afectos. Los afectos van a tener un desarrollo teórico en Inhibición, síntoma y angustia a través del afecto que más lo preocupó a Freud, que es la angustia. 

La angustia merece por si misma una ontogénesis y de hecho, paralela a la ontogénesis del aparato psíquico, de las pulsiones. Hay una ontogénesis de los afectos, fundamentalmente modalizada por la angustia. Hay angustia originaria, que es la angustia con la que respondemos al nacer. Hay angustia del destete, hay angustia por temor a la pérdida de objeto, angustia por temor a la pérdida de las heces (etapa anal). 

La etapa anal es una etapa muy importante, donde se dan esta angustia, que es un afecto y además una serie de transmutaciones de las pulsiones, que cambian representaciones en sus objetos pulsionales. Por ejemeplo, la barra fecal puede ser un objeto en si mismo narcisista en tanto se lo considera un aspecto valioso que pierde el cuerpo, que es una producción del cuerpo. Muchos nenes hacen una ecuación materia fecal - producción del nene. Es decir, antropormorfizan a la materia fecal. Este es uno de los avatares de la vorstellung representanz, de la pulsión anal y es un antecedente del pene, en tanto la périda de la barra fecal puede ser un antecedente de un pedazo de cuerpo que se pierde, que va a ser antecedente representacional del temor a la pérdida del pene. La etapa anal, por supuesto, tiene una evolución en la representación del yo y la representación del otro. 

Lo que no se dijo es que desde que se contruye la representación del semejante hay una dialéctica que clínicamente tenemos que considerar siempre, tanto como la dialéctica Eros-Muerte: la dialéctico libido objetal-libido narcisista. Durante toda la vida, mayormente inconscientemente y a veces conscientemente hacemos inversiones libidinales, para el yo y para el objeto. Actualmente esa dialéctica está bastante visible si tomamos las rupturas de pareja, por ejemplo. Se ha hecho bastante evidente que ya no se invierte tanta libido en los proyectos de pareja porque hay mucha libido invertida en proyectos personales. Eso tiene que ver con una sociedad individualista, lo cual no es una crítica, sino la época que nos toca vivir y que tiene un desarrollo de la individualidad con cosas buenas y malas. 

Hablando de economía, es buena la palabra "invertir", porque es una economía libidinal. ¿Cuánto se invierte en el objeto o los objetos y cuánto invierte en sí mismo, sus deseos, sus proyectos? Hay una tensión constante entre el yo y el objeto. En la identidicación, por ejemplo, hay una apropiación de cualidades y condiciones que el yo se apropia y de hecho en el complejo de Edipo, cuando el sujeto se identifica a los padres y esa identificación superyoica (a los valores de los padres) es una identificación que da una gran autonomía. Es una identificación que produce un desasimiento de los padres, incluso a los 7 años, que es cuando se produce, donde el niño ya puede hacer alunos juicios de valor propios. Esa identificación al superyó crece durante toda la adolescencia con identificaciones a modelos sociales, valores elegidos socialmente, al grupo de pares. Con lo cual la identificación superyó da una gran autonomía narcisista.

Es importante que el primer objeto sea un campo hostil y odiado, porque nos marca que el primer narcisismo es absolutamente placentero. Nos marca un inicio de huevo narcisista que expulsa a todo lo malo. Melanie Klein llamó a esta etapa esquizoparanoide, después de explicar psicosis muy regresivas o personas que regresan a puntos muy arcaicos donde hacen esa división al estilo "yo soy todo lo bueno y lo exterior es malo". Sin ir a la psicosis, esto también lo vemos en el pensamiento fanático, que regresa a esta etapa, con rasgos de pensamiento dualista que ve en muchos fenómenos psíquicos. El odio, en este sentido, tiene un papel estructurante.

En Freud hay dos teorías de la perversión. La segunda es la de la desmentida, pero en la primera teoría de la perversión Freud habla de que el yo era un yo complaciente, impotente ante el avance de la pulsión, como en el caso del canibalismo dentario de la segunda oral. Un bebé de la segunda oral, a punto de cumplir un año, no puede hacer mucho con sus pulsiones. Su yo es apenas esa costrita de la que hablábamos, el niño aún es pequeño. 

En la etapa anal el niño ya es un deambulador y camina. Ya puede manipular, tiene el desarrollo de las pulsiones sádicas y de poder. La pulsión de poder se va desarrollando de apoco, la pulsión de saber, que es muy importante porque hace que el bebé sea curioso. En la pulsión de saber confluyen el voyeurismo, la destructividad, el goce sensual de la manipulación de los objetos. La curiosidad sexual infantil es el antecedente de la pulsión de saber, del mismo modo que la pulsión de dominio, que está muy asociada, también es un antecedente de la pulsión de saber. Saber es poder y tiene que haber desarrollo del deseo de dominio, de manipulación de los chicos para que tengan deseo de saber. 

Los niños deambiladores de la etapa anal, todos los psicoanalistas reconocen que antes de la prohibición del incesto las primeras prohibiciones, que hay que imponerlas. 

Toda identificación tiene un sesgo canibalístico, dice Freud, porque toda identificación, aunque no destruya al objeto, se incorpora. 

Fuente: Entrada confeccionada con las notas del Encuentro n° 20 del canal "Freud Desconocido"

Próxima entrada: Ontogénesis del aparato psíquico: falo, castración, sexo y sexuación.

miércoles, 11 de diciembre de 2019

¿Cuál es la diferencia entre síntoma y rasgo de carácter?

Dos textos freudianos nos abren la escucha hacia la diferencia entre la dimensión del síntoma, con el sufrimiento que conlleva, y un rasgo del carácter del sujeto.

Continuamos en la temática de la sexualidad infantil para ir avanzando en la teorización de Freud, según el modo en que fue interrogando su práctica.

En Fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad de 1908, nos plantea el nexo entre las fantasías histéricas y los síntomas neuróticos; luego extiende este concepto a las neurosis.

Las fantasías son tanto conscientes (sueños diurnos) como inconscientes, y una vez que han devenido inconscientes, es decir, que han sido reprimidas, pueden expresarse en síntomas y ataques.

Las fantasías inconscientes mantienen un vínculo estrecho con la vida sexual, son idénticas a las fantasías que sirvieron al niño para su satisfacción sexual durante el período de masturbación.

El acto masturbatorio se daba en dos momentos: primero se convocaba la fantasía y luego había un segundo momento de autosatisfacción. Es decir que había una soldadura entre fantasía y acto masturbatorio, como hemos visto en el texto “Tres ensayos de teoría sexual” (Aquí y aquí).

Luego, en el momento de la renuncia a la satisfacción masturbatoria, la fantasía misma cae por medio de la represión, y pasa de ser consciente a ser inconsciente.

La conexión de las fantasías con los síntomas no es simple, sino múltiple y compleja. Un síntoma no corresponde a una única fantasía inconsciente, y no se trata de una correspondencia arbitraria, sino sujeta a leyes del inconsciente.

Freud puntualiza para el síntoma histérico:
  • Es el símbolo mnémico de impresiones y vivencias eficaces, o sea traumáticas.
  • Es un sustituto mediante conversión del retorno asociativo de esas vivencias.
  • Es la expresión de un cumplimiento de deseo.
  • Es la realización de una fantasía inconsciente al servicio del cumplimiento del deseo.
  • Sirve a la satisfacción sexual y figura una parte de la vida sexual en correspondencia con uno de los componentes de la pulsión sexual.
  • Corresponde al retorno de un modo de satisfacción sexual que fue real en la vida infantil y reprimida por la caída de la masturbación.
  • Es una formación de compromiso entre una moción pulsional y otra represora.
  • Siempre tiene un significado sexual.
  • Es la expresión de una fantasía sexual inconsciente masculina y femenina, que podría pensarse como activa y pasiva.
Para ubicar el nexo entre el erotismo anal y la neurosis obsesiva, Freud nos presenta el trabajo “Carácter y erotismo anal”. También es de 1908, año en que ya escribía sobre el Hombre de las Ratas. Este texto describe personas que tienen como rasgos de carácter el ser ordenadas, ahorrativas y empecinadas o tercas.

Llama la atención a Freud algo que sucedía en la infancia de estas personas con relación a la función excretora y de los órganos que participan en ella. La experiencia clínica lo guió hacia un nexo entre el tiempo de la analidad y estos rasgos de carácter, que son sublimaciones o inhibiciones pulsionales. No se trata aquí de represión.

El campo de significación de la palabra ordenado también incluye metódico, honrado, decente. Ordenado incluye el aseo y la escrupulosidad en cumplir obligaciones, y también la formalidad, todas formaciones reactivas. El carácter ahorrativo puede llegar hasta la avaricia, la terquedad puede llegar hasta el desafío, la ira y la venganza.

En la primera infancia de estas personas se da mucha dificultad en el control de esfínteres. Son niños que se rehúsan a responder a la demanda materna de evacuar el intestino en el lugar indicado, y al mismo tiempo el retener las heces les trae una ganancia de placer en la zona anal.

Podemos pensar en una sobredimensión erógena de la zona anal. El erotismo anal es uno de los componentes de la pulsión.

Vemos otro nexo entre el interés por la defecación y el dinero. Freud nos dice que las constipaciones más importantes de los neuróticos pueden eliminarse cuando se toca en el paciente un complejo relativo al dinero. Freud presenta la identificación entre oro y caca como una oposición entre lo más valioso que el hombre conoce y lo menos valioso, que arroja de sí mismo como deshecho.

El dinero está vinculado a los excrementos en las culturas antiguas, en los cuentos tradicionales, en el mito, la superstición, en los sueños y en la neurosis; en el inconsciente. Por ejemplo, del despilfarrador, el habla popular dice que “caga la plata”.

El interés erótico por la defecación está destinado a desaparecer en la madurez, y el interés por el dinero surge como nuevo e inexistente en la infancia.

El texto nos permite avanzar sobre los rasgos de carácter que son continuaciones inalteradas de pulsiones originarias, sublimaciones o formaciones reactivas contra ellas.

Vemos en estos textos el anudamiento de lo pulsional con sus etapas y, por un lado, la dimensión sintomática que incluye la represión, y por otro, ciertos rasgos de carácter como resultado de formaciones reactivas y sublimación de la pulsión.

Estos rasgos de carácter de los que Freud habla pueden presentarse como un destino posible de la pulsión. Se trata de la pulsión anal cuyos componentes sádico-eróticos no han sido alcanzados por la represión.

En los rasgos de carácter falta el mecanismo fundamental de las neurosis: el fracaso de la represión y el retorno de lo reprimido.

Entre otros aspectos, estos textos nos abren la escucha para la clínica cotidiana en cuanto a la diferencia en un pedido de análisis entre la dimensión del síntoma, con el sufrimiento que conlleva, y un pedido de análisis por el carácter.

Tomando esta segunda posibilidad, la de un pedido de análisis por un rasgo de carácter, para abrir la posibilidad de un trabajo es imprescindible hacer surgir la dimensión sintomática o del malestar.

miércoles, 11 de septiembre de 2019

Aportes freudianos para pensar los trastornos de la personalidad.

Anteriormente, nos preguntamos por el concepto de personalidad, para pensar los trastornos de personalidad del eje II del DSM.

Para seguir acercándonos a los trastornos de la personalidad, hoy vamos a incluir un concepto con los cuales hoy en día no se trabaja en los manuales de clasificación diagnóstica. El DSM no plantea esta clasificación, pero que sí data de la época de Freud. Vamos a diferenciar neurosis de carácter, neurosis actual, psiconeurosis, neurosis narcisistas y neurosis de transferencia. Vamos a ver de qué trataba cada uno y su resignificación actual.

Neurosis de carácter: Es un tipo de neurosis en la cual el conflicto no se traduce en la formación de síntomas claramente aislables (delimitables) sino por rasgos del carácter o formas de comportamiento e incluso una organización patológica del conjunto de la personalidad. 

En 1915 Freud diferenció:
Neurosis actuales: Es un tipo de neurosis que se diferencia de las psiconeurosis ya que su origen no debe buscarse en conflictos infantiles sino en el presente. Los síntomas en las neurosis actuales no constituyen una expresión simbólica sino que resultan directamente de la falta o inadecuada satisfacción sexual. Freud incluyó en las neurosis actuales la neurosis de angustia (trastornos de ansiedad hoy) y la hipocondría.

Psiconeurosis: Los conflictos datan del pasado. Freud dice que todos los síntomas tienen un significado, que están en relación con la vida psíquica del paciente. El origen debe hallarse en determinados acontecimientos reprimidos en el pasado. Son las que hoy nosotros llamamos neurosis fóbica, neurosis obsesiva y neurosis histérica. Pero es una clasificación tradicional, porque hoy el DSM IV no habla de eso, sino que se habla de trastornos de ansiedad, en donde está la fobia específica, la fobia social. Está el trastorno dismórfico corporal, el trastorno por estrés post traumático, el trastorno obsesivo compulsivo y dentro de lo que nosotros decimos neurosis histéricas, están los trastornos sómatomorfos, dentro de los cuales está el trastorno de somatización y los trastornos de conversión.

Freud va a diferenciar, en las psiconeurosis, a las afecciones psíquicas cuyos síntomas constituyen la expresión simbólica de conflictos infantiles, entre las cuales destaca las neurosis de transferencia y las neurosis narcisistas. El síntoma está simbolizando algo que está reprimido. Por ejemplo, la idea obsesiva que presenta un paciente neurótico, es una idea que se le presenta repetidas veces y no se la puede quitar de la cabeza. Puede sentir que está sucio, que está desordenado, entonces esto lo lleva a realizar determinados actos que repetidamente tiene que realizar para calmar la angustia que le generan esas ideas. La persona sabe que es absurdo y que se debe al pasado, pero está reprimido lo que da lugar al síntoma, que es lo que aparece. El síntoma expresa algo que está oculto. El neurótico fóbico se da cuenta de que tiene un miedo exagerado que lo paraliza, pero no puede dejar de tener miedo. Tiene conciencia, lo que es un punto muy importante para poder diagnosticar una neurosis y no por ejemplo un trastorno de personalidad evitativo o un trastorno de personalidad obsesivo compulsivo. El paciente se da cuenta de que tiene que hacer esas cosas, y aunque le parezca ridículo que ya se haya lavado las manos 10 veces, tiene que volver a hacerlo. El fóbico también se da cuenta, pero siente mucha angustia, o que no va a poder.

Neurosis narcisistas: Este concepto no se utiliza actualmente. En la obra de Freud designa a la enfermedad mental caracterizada por la concentración de libido en el yo. Incluye la psicosis. Hoy hablamos de formas de psicosis. En la melancolía, la libido está concentrada en el yo. En la salud, la libido está en el yo pero buena parte de ella sea libido objetal, el amor, al interés en otras personas, a hacer actividades, etc. Y además que haya libido suficiente para que nos podamos interesar por cosas nuevas. Hay patologías en las que la libido está concentrada en el yo. Esto ya no es una forma de neurosis, porque en las neurosis la persona tiene vínculos con el otro, hay libido objetal, pero esta situación o esta persona tiene una determinada significación que remite al pasado, a la historia.

Neurosis de transferencia: Es una neurosis que surge de la cura psicoanalítica. Se trata de una neurosis artificial en la cual se organizan las manifestaciones de transferencia, que en realidad se trata de una reedición o actualización de los vínculos parentales. En la transferencia el paciente traslada de manera inconsciente y repite con el analista aquello que vivió con sus padres. Está ligado a la técnica psicoanalítica. La transferencia se da siempre, lo que pasa es que el analista interpreta esa transferencia.

En el texto "3 ensayos..." Freud va a hablar de la sexualidad infantil. Freud plantea varias cuestiones. Una tiene que ver con la importancia de la sexualidad infantil y otra con la existencia de la pulsión sexual en la infancia. No recién en la pubertad como se creía, sino que existe la pulsión sexual desde el nacimiento. Es una premisa en la obra de Freud.

Freud diferencia 2 momentos, la vida o sexualidad pre genital a diferencia de la genital propiamente dicha.
  • Pre genital: Características: se satisfacen en el propio cuerpo, es auto erótica. No hay desarrollo corporal que permita la libido objetal.
  • Genital. Freud va a decir que son estas pulsiones pre genitales que involucran la parte oral, anal y fálica, van a luego sucumbir ante ciertos diques anímicos que contienen el caudal pulsional. Con la salida de la etapa fálica, en el psiquismo infantil ocurre el período de latencia. Los diques son el pudor y la vergüenza, el asco o repugnancia, la búsqueda de lo estético y lo moral. Un destino de estas pulsiones es la formación reactiva. El niño de esta etapa se toca, se muestra, se enchastra. Esto cambia y aparece su forma opuesta en la conciencia. No quiere que lo miren. Acá hay otro destino pulsional.
Las pulsiones se organizan bajo la supremacía genital a partir del desarrollo puberal.

Freud va indicando a partir de estas etapas con qué actividades va logrando el placer. El sadismo en la etapa oral, el sadismo en la etapa anal, el sadismo en la etapa fálica. Cómo es que esta pulsión de vida y de muerte aparecen mezcladas en los vínculos que se van estableciendo.

El carácter y el erotismo anal:
Entre las personas que lo consultan, hay quienes tienen ciertas rasgos, ciertas cualidades del carácter. Freud plantea que puede haber una particular relación entre estas cualidades del carácter y algunos órganos. Los pacientes son cuidadosos, económicos y tenaces. Son pulcros (limpios, prolijos), escrupulosos en el cumplimiento de sus obligaciones. Su economía está aumentada hasta la avaricia. Y son tenaces, es decir, persistentes y perseverantes. Pero también pueden ser obstinados.

En la historia infantil necesitaron más tiempo para dominar sus esfínteres, la incontinencia. Incluso pudieron tener fracasos posteriores. Pareciera que los niños se niegan ir a defecar porque esto les genera accesoriamente un placer. Confiesan en años posteriores que les gustaba retener la deposición, incluso, refiriéndose a qué hacían con la caca después. De estos, deducimos, dice Freud, una marcada acentuación erógena de la zona erógena anal en la constitución de la personalidad. Hay como una cierta fijación en esa etapa. Pero pasada esa etapa de la infancia, no descubre resto alguno. Aparentemente la zona anal ha perdido erogeneidad, no se mantiene sino que desaparece. La constancia de esta tríada de cualidades podría estar relacionada con la desaparición del erotismo anal.

En estos individuos, estas características parecen ser resultado de la sublimación del erotismo anal. Significa que estas pulsiones ligadas a lo anal, en vez de ser satisfechas directamente, van a ser canalizadas en características normales. Ser cuidadoso en su aseo personal y ser prolijo es la sublimación de eso. Alguien sumamente pulcro, con orden y la escrupulosidad dan la impresión de ser producto de la reacción contra el interés por lo sucio.  Es otro destino pulsional, la formación reactiva o la transformación en lo contrario. El extremo orden es una defensa como algo vivo como lo opuesto.

Freud muestra que este interés del niño por el control de esfínteres se va desplazando en otros representantes simbólicos, como el dinero. Entonces así como el niño puede ser sumamente retentivo con su materia fecal, puede después hacerlo con el dinero. O si es extremadamente expulsivo, puede aparecer la transformación en lo contrario que es la retentiva. Estas características también aparecen en determinados trastornos de la personalidad, apareciendo conductas impulsivas en distintos aspectos de la vida.

Por último Freud habla de una fórmula: Los rasgos permanentes del carácter son continuaciones de las pulsiones, sublimaciones de esas pulsiones o reacciones contra estas pulsiones.