lunes, 28 de agosto de 2023
La noción de falta de objeto
sábado, 11 de marzo de 2023
Tomás deja los pañales: Un cuento sobre crecer y probar cosas nuevas
miércoles, 27 de julio de 2022
Un cuento para abordar el control de esfínteres en los niños
viernes, 1 de enero de 2021
Sadismo y erotismo anal
lunes, 19 de octubre de 2020
Ordenamiento de las psicosis: la paranoia.
Hoy continuaremos con el ordenamiento las psicosis, específicamente con la paranoia, que no tiene el nivel de desorganización que vimos en la esquizofrenia. Esto quiere decir que ha niveles de organización del yo y del objeto un poco más avanzados.
Como todas las psicosis, la paranoia tiene la fijación oral maligna que veíamos la vez pasada, la cual produce la desestima de los complejos de castración y Edipo. La paranoia, en particular, llega a tener fijaciones en las etapas anales. Esto hace que en la paranoia hayan identificaciones especulares. Aunque Freud no las llama así, vemos que Freud habló del doble en Lo siniestro y lo describe que el emisario de la vida puede ser el emisario de la muerte, porque el doble de uno es una duplicación narcisista.
En el mito de Narciso, el muchacho era tan bello que se vio reflejado en las aguas de un río y queriendo abrazarse enamorado de su propia imagen, se cayó y se ahogó. Pocas veces se pudo describir tan bien el amor narcisista hacia uno mismo, que parece un amor vital en principio, pero es mortífero como lo vemos en Lo siniestro, donde el doble puede ser vital, pero termina siendo mensajero de la muerte.
En el caso Schreber Freud no menciona nada de esto, que es el texto más grande sobre la psicosis. El Presidente Schreber tiene un delirio absolutamente florido. El núcleo central del asunto es que él se siente perseguido por Dios. Dios lo ama y se quiere casar con él para engendrar una nueva humanidad. Schreber teme a semejante honor, pues cuando Dios se case con él lo va a transformar en mujer. O sea, Freud plantea esto como que el paranoide tiene un amor homosexual y da algunas transformaciones. Dice que el paranoide se enamora homosexualmente de otro sujeto, teme ese amor homosexual y entonces lo transforma en "Yo no lo amo, él me ama". Hace otra transformación, que es la de "Él no me ama, él me odia" y ahí se constituye la persecución. Schreber ha trasladado el delirio de Dios estas transformaciones.
¿Dónde está el odio escondido? Justamente en que el día que Dios se case con él lo va a transformar en mujer. No se trata solamente de la castración necesaria para transformarlo en mujer, lo tremendo en el delirio de Schreber es que cuando Dios concrete ese casamiento y transformación, Dios concretará un almicidio, o sea, le va a asesinar el alma. Ahí ya está constituído el delirio totalmente persecutorio. O sea, se ha proyectado el objeto homosexual, según Freud, del que tenemos que tener cuidado actualmente para no patologizar la elección homosexual de objeto. André Green habla de objeto homoerótico, porque no hay ninguna concreción sexual. El acento aquí está en el espejo, la imagen especular. Ningún paranoide quiere concretar una unión homosexual; el problema es lo homoerótico, la dobe imagen especular. El paranoide coloca todas las distancias ante la posibilidad de encuentro fusional, donde desaparecería el yo. Como en el mito de Narciso, si yo lo amor y me junto, desaparezco.
La paranoia ha tenido un grado más de avance en el aparato psíquico respecto a la esquizofrenia, por lo cual los delirios paranoides son célebres por ser mucho mejor armados que los delirios esquizofrénicos. Incluso, muchas veces son convincentes.
Las transformaciones yo lo amo, él me ama, él me odia, son transformaciones defensivas. Es interesante que André Green haya dicho homoerótico y no homosexual. En este último caso, se concibe el deseo como una elección sexual. En la paranoia, se trata de un deseo fusional, un amor narcisista donde el paranoico siente que puede desaparecer en el otro.
Hay formas no psicóticas de la paranoia, como el querulante. Se trata de gente que siempre está peleando y protestando y que encuentra argumentos para pelearse con diversas personas por las cuales sienten perseguidos. Simone de Beauvoir la describe en una amiga, al hablar de la erotomanía. Es gente que siente que alguien se ha enamorado perdidamente de ella, pero lo persigue. Sufren tremendamente por la persecución erótica, hasta un punto en que temen esa persecución, que es delirante. Cualquier llamado por teléfono o encuentro casual lo toman como una persecución hacia ellos y un intento de abordaje. Entran dentro de los trastornos narcisistas, donde el temor de fondo es a la fusión. La celotipia es también una forma paranoide.
En el delirio psicótico, la trasmutación del amor al odio se debe a la fijación en las dos etapas anales y lo característico de ellas, que es la ambivalencia. El temor a la fusión es una regresión a la primera oral. En Schreber, esta fusión es mortífera, almicida. Las etapas anales son muy productivas en el odio, ya sea por la expulsión o por la retención. Todos los autores remarcan que hay sadismo expulsivo o retentivo. Son dos formas del sadismo y del odio.
Fuente: Encuentro n° 40 de Freud Desconocido
lunes, 21 de septiembre de 2020
El ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica: La neurosis obsesiva
Siguiendo con el ordenamiento de la psicopatología psicoanalítica (ver el ordenamiento de la fobia), hoy vamos a ver la neurosis obsesiva, que es una de las neurosis más complejas.
El hombre de las ratas, desde pequeño, sintió que el padre se oponía a su sexualidad masturbatoria. Esto empieza a mostrar algunos elementos teóricos que ya se puede marcar en el ordenamiento de la neurosis obsesiva: tiene, como toda neurosis, punto de fijación en el complejo de Edipo y en este caso notorias fijaciones anales. Algunos autores señalan primera o segunda anal, pero en realidad es a las dos: anal expulsiva, la primera y anal retentiva, la segunda. Estas fijaciones a las etapas anales corresponden a un gran estadío de expansión narcisista del yo, como vemos en el deambulador. Hay que levantar la casa porque el niño toca todo, explora el mundo circundante y aparecen los primeros controles "no toques eso" y el control de esfínteres. Todos los autores consideran que las primeras restricciones o prohibiciones con el retiro de los pañales.
En este caso, es la madre la que transmite la regla de restricción pulsional. Por lo tanto, aunque en el historial del Hombre de las Ratas no aparece la madre como gran frustradra, sí sabemos por diversos historiales que es la madre la que exige esta restricción. Esto hace que las etapas sean ambivalentes respecto a la madre y que se dé una batalla dominio-sumisión bastante importante.
En el Hombre de las ratas, cuyo padre se opone a su satisfacción sexual masturbatoria desde temprana edad, aparecen estimulaciones anales. Tuvo gusanitos anales, por ejemplo. Las fijaciones anales hace que se llegue al Edipo con un monto de ambivalencia hacia ambos progenitores. Es cierto que en el varón hay amo a la madre y rivalidad con el padre, pero aunque prevalezca el Edipo heterosexual, la ambivalencia con el objeto heterosexual hace que se torne altamente conflictivo y ambos Edipos, aunque hayan naufragado -que implica el establecimiento de la represión primaria y el superyó-, por la intensidad de los conflictos es la única neurosis cuya represión primaria es reforzada con una regresión hacia las etapas anales.
Las fijaciones anales hacen que los dos objetos edípicos sean muy ambivalentes. Eso torna ultraconflictivo al complejo de Edipo, aunque se logre el naufragio y el establecimiento del superyó. Si tomamos como ejemplo al varón, aunque se logra la represión primaria, la intensidad del conflicto al sortear el naufragio, hace que la represión primaria no sea tan estable como para que el aparato psíquico no demande un refuerzo que sea la regresión a las etapas anales que refuerzan la represión primaria. Se mantiene la represión primaria, pero le concede una regresión, por lo que el obsesivo hace una lectura "desde lo anal" sobre el conflicto edípico. Sabemos que el aparato psíquico avanaza por sobreinvestidura, donde se van suturando las ambivalencias. Se supone que se sale del naufragio del complejo de Edipo menos ambivalentes y también se supone que hemos elegido más claramente un posicionamiento heterosexual. Se supone que la polaridas masoquismo-sadismo ha tenido un cierto reparto preferencial -dice Freud- del masoquismo, pero de manera sublimada a la femineidad y el sadismo de manera sublimada hacia la masculinidad.
La regresión del conflicto edípico a las etapas anales tiene el efecto de abrir las polaridades y entonces el obsesivo oscila antre masculino y femenino, entre sadismo y masoquismo, entre amor y odio. La apertura de polaridades es el sustrato de la famosa duda del obsesivo. El obsesivo duda y no puede decidirse, cosa que se ve mucho en el consultorio.
La fijaciones anales, a pesar de la sobreinvestidura (el naufragio permitido por la represión primaria) tracciona la regresión a las etapas anales, manteniendo la represión primaria. Esto genera síntomas muy complejos, porque se trata de síntomas como rituales, deshacer lo hecho, aunque lo que más llama la atención son los síntomas del pensamiento. Lo sorprendente en Freud es que cataloga al pensamiento del obsesivo como preconsciente delirante, lo cual es un contrasentido, porque si es preconsciente no es delirante. Evidentemente es una metáfora.
El obsesivo presenta cosas contaminadas por la duda y fallas border llamativas, por ejemplo, piensa en aislamiento. Entonces cree que está asociando, cuando en realidad está repitiendo circuitos de pensamiento aislado que no llevan a nada. Dice cosas aisladas que no une, entonces el analista le tiene que armar el nexo. Pasado el tiempo, puede repetir lo mismo.
Al obsesivo le cuesta reconocer su deseo, como vemos en la película Mejor Imposible, donde el personaje se enamora de una chica, pero lo que hace es atacarla. Pueden coger muy bien con la esposa y aún sostener que no la desea. Producto de la ambivalencia, puede desear y odiar a la vez. El Príncipe Hamlet hace suicidar a la pobre Ofelia, la maltrata y está enamorado de ella. El padre aparece como fantasma y le dice que el tío lo envenenó poniéndole veneno en la oreja, que lo vengue... ¡Y Hamlet busca a artistas para que representen la escena para que el tío la vea! Hay una dificultad para la acción y la interpretación psicoanalítica es que el tío hizo lo que él hubiera querido hacer y por eso no puede vengarlo.
El aislamiento en el obsesivo aparece en el consultorio con ideas que se le ocurren desprovistas de afecto. El otro aislamiento es lo que mencionábamos antes sobre el circuito de ideas sin conexión lógica.
La anulación retroactiva aparece en la acción: hacer algo y después deshacerlo. En el historial del hombre de las ratas está en la piedra que él saca para que pase el carruaje de la amada y después la pone. Es hacer lo contrario de lo que desea o tiene que hacer.
El orden, la avaricia, la pulcritud, la duda de manera excesiva y la tenacidad para aferrarse a una idea aparecen como rasgos del carácter anal. En el Hombre de las ratas, la fantasía de la tortura de las ratas es fundamental para entender los síntomas del caso. El coito anal fantaseado aquí es sádico, con el padre y con la madre. El hombre de las ratas asocia ratas con penes, o sea que es una fantasía de coito sádico: el pene que desagarra, el pene dentado, etc.
Fuente: Encuentro n° 37 de Freud Desconocido, 17 de mayo de 2019.
lunes, 1 de junio de 2020
Maduración de esfínteres en el niño. Señales y formas de acompañarlo.
- Tener al alcance los elementos de higiene y varias mudas de ropa.
- Aunque es más difícil, optar por cambiarlo e higienizarlo de pie y no acostado.
- Darle tiempo a que avise. No revisarlo ni preguntarle a cada rato si se hizo.
- Favorecer el espacio: elegir un adaptador para inodoros o una pelela sencilla y, tras colocarla en el baño, explicarle para qué sirve. El adaptador tiene la ventaja que es más fácil de llevar.
- Leer libros sobre dejar el pañal para que el niño lo vaya incorporando de manera lúdica.
- Favorecer el juego con líquidos, juegos de adentro-afuera, limpio y sucio.
- Incorporar rutinas: me despierto, voy al baño (haga o no haga pis). Mostrarle dónde se tiran los pañales.
martes, 26 de mayo de 2020
La ontogénesis del aparto psíquico y las pulsiones.
Próxima entrada: Ontogénesis del aparato psíquico: falo, castración, sexo y sexuación.
miércoles, 11 de diciembre de 2019
¿Cuál es la diferencia entre síntoma y rasgo de carácter?
- Es el símbolo mnémico de impresiones y vivencias eficaces, o sea traumáticas.
- Es un sustituto mediante conversión del retorno asociativo de esas vivencias.
- Es la expresión de un cumplimiento de deseo.
- Es la realización de una fantasía inconsciente al servicio del cumplimiento del deseo.
- Sirve a la satisfacción sexual y figura una parte de la vida sexual en correspondencia con uno de los componentes de la pulsión sexual.
- Corresponde al retorno de un modo de satisfacción sexual que fue real en la vida infantil y reprimida por la caída de la masturbación.
- Es una formación de compromiso entre una moción pulsional y otra represora.
- Siempre tiene un significado sexual.
- Es la expresión de una fantasía sexual inconsciente masculina y femenina, que podría pensarse como activa y pasiva.
miércoles, 11 de septiembre de 2019
Aportes freudianos para pensar los trastornos de la personalidad.
- Pre genital: Características: se satisfacen en el propio cuerpo, es auto erótica. No hay desarrollo corporal que permita la libido objetal.
- Genital. Freud va a decir que son estas pulsiones pre genitales que involucran la parte oral, anal y fálica, van a luego sucumbir ante ciertos diques anímicos que contienen el caudal pulsional. Con la salida de la etapa fálica, en el psiquismo infantil ocurre el período de latencia. Los diques son el pudor y la vergüenza, el asco o repugnancia, la búsqueda de lo estético y lo moral. Un destino de estas pulsiones es la formación reactiva. El niño de esta etapa se toca, se muestra, se enchastra. Esto cambia y aparece su forma opuesta en la conciencia. No quiere que lo miren. Acá hay otro destino pulsional.