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jueves, 15 de mayo de 2025

¿Cuál es la diferencia entre el ideal del yo y el yo ideal?

 La diferencia entre el yo ideal (Ichideal) y el ideal del yo (Idealich) en psicoanálisis es una distinción teórica importante que se desarrolla sobre todo a partir de las formulaciones de Sigmund Freud y luego se complejiza con Jacques Lacan. A continuación, te presento una explicación clara, comparativa y en dos niveles: primero desde Freud, y luego cómo Lacan retoma y reinterpreta esa diferencia.

1. En Freud:

Yo ideal (Ichideal):

  • Es una formación narcisista temprana.

  • Se refiere a una imagen de perfección que el sujeto cree haber sido o aspira a ser.

  • Es el sujeto idealizado por sí mismo, en un momento en que el yo aún no distingue entre deseo y realidad.

  • Aparece vinculado al narcisismo primario: ese momento en el que el niño se toma a sí mismo como objeto de amor, creyéndose omnipotente y completo.

Ideal del yo (Idealich):

  • Es una instancia superyoica que se desarrolla posteriormente.

  • Surge por la identificación con los ideales y exigencias del Otro (padres, cultura, autoridad).

  • Es una instancia normativa: vigila, juzga, impone cómo “deberías ser”.

  • Representa una instancia externa e interiorizada que ejerce presión sobre el yo.

Resumen freudiano:

  • El yo ideal es lo que uno quiere ser o cree haber sido (imagen ideal narcisista).

  • El ideal del yo es lo que debería ser, según los mandatos del Otro (ley, cultura, padres).

2. En Lacan:

Lacan retoma esta distinción y le da una nueva articulación:

🪞 Yo ideal (moi idéal):

  • Se vincula al registro de lo imaginario.

  • Es la imagen especular con la que el sujeto se identifica en el estadio del espejo.

  • Se trata de una identificación alienante con una imagen unificada, que oculta la división del sujeto.

  • Está asociado al narcisismo, la rivalidad y la ilusión de completud.

Ideal del yo (idéal du moi):

  • Se vincula al registro de lo simbólico.

  • Es el punto desde el cual el sujeto es mirado como “deseable” por el Otro.

  • Funciona como un punto de idealización desde el cual el sujeto busca ser reconocido.

  • Está relacionado con la mirada del Otro y con el lugar del superyó.

Resumen lacaniano:

  • El yo ideal es la imagen narcisista con la que me identifico (lo que parezco ser para mí o para el otro).

  • El ideal del yo es el punto simbólico desde donde soy mirado como ideal, y que organiza mi deseo y mis esfuerzos por ser amado o reconocido.

Diferencia central en ambos:
ConceptoYo IdealIdeal del Yo
OrigenNarcisismo primarioIdentificación con el Otro
Registro (Lacan)ImaginarioSimbólico
FunciónImagen de perfecciónNorma, ley, mirada del Otro
Relación con el sujetoLo que cree ser o quiere serLo que debería ser, según el Otro
Vínculo con el deseoAutoerótico, narcisistaMediatizado por la demanda del Otro

lunes, 7 de noviembre de 2022

¿Qué hay antes de la constitución del narcisismo?

El texto Introducción al narcisismo introduce un ordenador del aparato psíquico. Podemos preguntarnos, ¿Qué hay antes de ese período? Si no se constituye el narcisismo, ¿Qué deviene y qué lo estabiliza? ¿Hay algo circunscribible, nombrable o no? 

Si vamos a un texto anterior a Introducción al narcisismo, tenemos el texto donde Freud habla en Leonardo Da Vinci: (1910, p.93)

Tras ese estadio previo sobreviene una trasmudación cuyo mecanismo nos resulta familiar pero cuyas fuerzas pulsionantes todavía no aprehendemos. El amor hacia la madre no puede proseguir el ulterior desarrollo conciente, y sucumbe a la represión. El muchacho reprime su amor por la madre poniéndose él mismo en el lugar de ella, identificándose con la madre y tomando a su persona propia como el modelo a semejanza del cual escoge sus nuevos objetos de amor. Así se ha vuelto homosexual; en realidad, se ha deslizado hacia atrás, hacia el autoerotismo, pues los muchachos a quienes ama ahora, ya crecido, no son sino personas sustitutivas y nuevas versiones de su propia persona infantil, y los ama como la madre lo amó a él de niño. Decimos que halla sus objetos de amor por la vía del narcisismo, pues la saga griega menciona a un joven Narciso a quien nada agradaba tanto como su propia imagen reflejada en el espejo y fue trasformado en la bella flor de ese nombre.

El tema del narcisismo se venía discutiendo entre los discípulos de Freud, hasta 1914, cuando Freud publica Introducción al narcisismo. El narcisimo se encuentra presente en varios textos, aunque no se lo define ni se lo articula lógicamente. Está remitido a la idea de la perversión, donde el sujeto en lugar de tomar como objeto de amor un objeto externo, se toma a su cuerpo como objeto. Introducción al narcisismo viene a zanjar la dificultad que revestía este uso descriptivo y en definitiva patológico.

Freud ubica al narcisismo como una forma de investimiento pulsional necesario, pero sobre todo, precisándolo como concepto, lo cual es distinto a ubicarlo en la fenomenología, o de sus presentaciones sintomáticas en el adulto.

El texto retoma algunas dificultades que se presentan en la clínica con homosexuales, con la que se enfrentaba el proceso de análisis con los neuróticos. Hace la concepción de un narcisismo primario, cuando se comienza a pensar la demencia precoz (esquizofrenia) bajo la premisa de la teoría libidinal y algunas características de los niños y pueblos primitivos respecto de los pensamientos y las palabras. La argumentación plantea el destino de la libido sustraída a los objetos en el caso de la histeria y la neurosis obsesiva, respecto del destino en la esquizofrenia, para ubicar finalmente que el destino de esta libido sustraída a los objetos en el caso de la esquizofrenia es el yo.

Freud plantea esta retracción de la investidura de objeto como un narcisismo secundario y ubica uno primario, según Freud "oscurecido por múltiples influencias". Esto lo lleva a plantear que:

Nos formamos así la imagen de una originaria investidura libidinal del yo, cedida después a los objetos; empero, considerada en su fondo, ella persiste, y es a las investiduras de objeto como el cuerpo de una ameba a los seudópodos que emite.

El tema es, si antes de eso no hay ningún sujeto, ¿Cómo es que el futuro sujeto tiene alguna referencia de sí mismo antes de la aparición de "sí mismo"? Este es un impasse del texto. ¿Cómo el niño puede identificarse con algo si antes no sabe que es él? Esto es lo que viene a salvar Lacan con la introducción del espejo plano en el estadío del espejo. No hay modo de pasar por ese lugar si no es por mediación del Otro. En términos freudianos, son las altyernancias del lust y el unlust que permiten empezar a ubicar unas regularidades en el exterior. En esa vorágine de cosas, aparece un sujeto. Si el yo definido por Freud en distintos textos como imagen, ¿puede devenir objeto? Esto es lo que Lacan intenta responder.

El texto continúa planteando una distribución de los objetos de amor que se puede tomar en función de la fijación libidinal del desarrollo. Esto completa lo planteado en el texto de Leonardo Da Vinci respecto de la posición narcisista. Así, la elección de objeto podrá tomar las siguientes vías:

1. Según el tipo narcisista: 

a. A lo que uno mismo es (a sí mismo),

 b. A lo que uno mismo fue, 

c. A lo que uno querría ser, y 

d. A la persona que fue una parte del sí-mismo propio. (Es decir, una parte de uno que fue relegada y posteriormente encontrada en otro que la porta)

2. Según el tipo del apuntalamiento: 

a. A la mujer nutricia, y 

b. Al hombre protector y a las personas sustitutivas que se alinean formando series en cada uno de esos caminos.

La distribución libidinal que retroactivamente se podría inferir que habitaba al futuro sujeto cuando se dan algunas condiciones, dan lugar a la constitución del yo como creación nueva y original, al ideal del yo y al yo ideal. Fíjense la complejidad de hablar de lo que antes de la constitución del yo habita a ese cuerpo. Antes de la constitución del narcisismo no hay yo, ¿Cómo denominar a todo eso que habita a ese cuerpo? Sin embargo, eso lo habita alguna orientación y organización tiene, porque hay una tendencia que culmina en el narcisismo. No es un caos errático que evoluciona desordenadamente, sino que hay unos automatismos (muchos descritos en El proyecto...), pero que sin embargo no son nombrables. 

En ese sentido, son interesantes los desarrollos de Piaget sobre las reacciones circulares: las primarias, secundarias y terciarias. Esas reacciones alguna marca dejan y eso debe comandar al estadio del narcisismo y del espejo, que es posterior. En el estadio del espejo ya hay un reconocimiento de la imagen del otro que ese sistema se va estabilizando.

Es un supuesto necesario que no esté presente desde el comienzo en el individuo una unidad comparable al yo; el yo tiene que ser desarrollado. Ahora bien, las pulsiones autoeróticas son iniciales, primordiales; por tanto, algo tiene que agregarse al autoerotismo, una nueva acción psíquica, para que el narcisismo se constituya. (p. 74)

En el apartado 3 se inicia con una concepción que no suele enfatizarse y que permite repensar lo señalado en la página 82, donde se interroga sobre la culminación del narcisismo primario y responde en diferentes formas. Dice que:

¿En razón de qué se ve compelida la vida anímica a traspasar los límites del narcisismo y poner {setzen} la libido sobre objetos? " La respuesta que dimana de nuestra ilación de pensamiento diría, de nuevo, que esa necesidad sobreviene cuando la investidura {Besetzung] del yo con libido ha sobrepasado cierta medida. Un fuerte egoísmo preserva de enfermar, pero al final uno tiene que empezar a amar para no caer enfermo, y por fuerza enfermará si a consecuencia de una frustración no puede amar. Algo parecido a la psicogénesis de la creación del mundo, según la imaginó H. Heine: «Enfermo estaba; y ese fue de la creación el motivo: creando convalecí, y en ese esfuerzo sané».

Este párrafo, tan lírico, tiene muchas objeciones. pensemos en cualquier niño frente a cualquier situación que le depare placer. ¿Cuánto podría seguir hamacándose o corriendo por el parque? Todo el tiempo que la fuerza se lo permita. No hay modo que los niños cedan a aquellas actividades que les depara un gran placer. Ejemplo, cuando a un  niño se le lee continuamente el mismo cuento. Esto de que hay que salir hacia el mundo, no se verifica. La fenomenología clínica que lo demuestra es el autismo. Pero más allá de la psicopatolog{ia, tenemos el caso de los niños y los bebés.

Sin embargo, el germen del argumento es el que llevó a Freud al planteo económico en las neurosis actuales. El argumento de la estasis libidinal es, justamente, el argumento de las neurosis actuales: una estasis libidinal no articulada, produce displacer. No obstante, vemos que en los niños esto no sucede: no hay displacer en la reiteración de acciones que los bebés realizan. 

Por otro lado, esta idea de que para no enfermar hay que llevar la libido a otro lado supone la existencia, desde el inicio, de una diferencia entre el futuro sujeto y lo que lo rodea. Lo que hace salir el niño del hermetismo de su narcisismo es volcar su libido en el mundo. El problema es que para ese niño, todavía no existe el mundo. El bebé no sabe dónde él empieza ni termina, eso es la indiferenciación. Lo que la indiferenciación inicial plantea es la inesxistencia original de otro territorio (no hay otro territorio) y no debe confundirse con el límite del cuerpo del niño, sino con todo lo que produce una percepción en ese cuerpo y cuya única percepción posible de ello es que lo percibido es todo.

Freud, en Pulsiones y destinos de pulsión:
Imaginemos un ser vivo casi por completo inerme, no orientado todavía en el mundo, que captura estímulos en su sustancia nerviosa.'' Este ser muy pronto se halla en condiciones de establecer un primer distingo y de adquirir una primera orientación. Por una parte, registra estímulos de los que puede sustraerse mediante una acción muscular (huida), y a estos los imputa a un mundo exterior; pero, por otra parte, registra otros estímulos frente a los cuales una acción así resulta inútil, pues conservan su carácter de esfuerzo {Drang} constante; estos estímulos son la marca de un mundo interior, el testimonio de unas necesidades pulsionales. La sustancia percipiente del ser vivo habrá adquirido así, en la eficacia de su actividad muscular, un asidero para separar un «afuera» de un «adentro»."

Por eso es importante plantear, a diferencia de lo planteado, de cómo se va más allá del narcisismo originario, como vimos en la cita anterior con el poema de Heine. Al iniciar el apartado 3 dice Freud:

Las perturbaciones a que está expuesto el narcisismo originario del niño, las reacciones con que se defiende de ellas y las vías por las cuales es esforzado al hacerlo, he ahí unos temas que yo querría dejar en suspenso como un importante material todavía a la espera de ser trabajado; su pieza fundamental puede ponerse de resalto como «complejo de castración» (angustia por el pene en el varón, envidia del pene en la niña) y abordarse en su trabazón con el influjo del temprano amedrentamiento sexual.

Es decir, no tiene tanto que ver con la estasis libidinal de tener que volcar algo afuera, niño algo diferente... Lo que sea que pasa dentro del soma del niño, empieza a haber un privilegio de algunas cosas (línea gruesa) sobre otras:


Esto, en definitiva, no deja de ser una marca (M) en el cuerpo del niño. Eventualmente, esa marca se podrá transformar en significante (S1). Ahora, todo lo que el niño desarrolla para volver a encontrarse con esto, es una elaboración de saber (S2), lo que sería la letra de goce, ese significante.

Efectivamente, debe haber algo placentero que el niño realiza y eso se logra estabilizar a partir de ciertas coincidencias con el mundo exterior. Sucede que eso produce un saber, porque una cosa es un alarido cualquiera; otra es el llamado, etc. La madre (M) hace una escritura sobre ese grito, por ejemplo, diciendo que es hambre:
Es la madre que hace sobre determinada marca un significante (M/S1), siendo que el significante proviene de la madre y la marca está en el aparato del niño. Lo que de la marca no se transcriba en un significante y no se estabilice, no es articulable. Lo que vemos en la clínica del autismo es que la madre no puede articular ningún sentido a la marca, que queda vacía.

Para la madre, tiene que haber un deseo y una atribución de saber (que le atribuye al hijo). Si la madre supone que su hijo no va a poder, efectivamente el hijo no va a poder. Todas esas marcas provienen de la madre y son donadas al hijo por ella. A pesar de eso, marca y S1 no copula, es como un tetris que siempre falla. Es lo que relanza el deseo, como decía Freud, la diferencia de placer esperado y el encontrado.

De todo lo que habita al niño, mucho queda afuera y no es recubierto por el significante. Solo entra lo que los padres y el contexto cultural pueden nombrar de acuerdo al patrimonio cultural. Ahí sí volvemos al texto de introducción al narcisismo, en donde el niño tiene que salir al mundo a armar respuestas más eficientes. 

Esto es clatramente diferente a la consideración de un exceso que debe ser articulado y colocado en alguna parte. Freud claramente plantea que de dicha posición se sale porque algo externa a la misma lo hace caer. No es el exceso, sino el encuentro con un límite a dicho exceso y su articulación. Hasta este punto, el desarrollo ubica tres elementos que son necesarios en tanto supuesto lógico para la constitución de un sujeto: la posibilidad de registro en el campo de las actividades del placer, la compulsión a la búsqueda de su encuentro y un límite externo que introduce un acotamiento a las dos anteriores. 

Si neurológicamente hay una dificultad para el registro en el campo del placer de las actividades del cuerpo, toda esa constitución va a tener necesariamente una modificación, porque falta la premisa de lo que va a producir eventualmente marca. 

El texto freudiano continúa su argumentación luego de los comentarios acerca de la protesta masculina propuesta por Adler y fijar su posición. Destaca que la diferencia de comportamiento que se puede presentar en un adulto respecto al contenido de representación radica en las diferentes respuestas que origina respecto a la idea presente en ellos.

Dice Freud:

"Podemos decir que uno ha erigido en el interior de sí un ideal por el cual mide su yo actual, mientras que en el otro falta esa formación de ideal. La formación de ideal sería, de parte del yo, la condición de la represión.'''

Freud plantea que el narcisismo va a aparecer desplazado respecto a ese ideal del yo, que va a contar con todas las atribuciones de perfección que anteriormente recaían sobre el narcisismo. Respecto del sujeto, dice:

"No quiere privarse de la perfección narcisista de su infancia, y si no pudo mantenerla por estorbárselo las admoniciones que recibió en la época de su desarrollo y por el despertar de su juicio propio, procura recobrarla en la nueva forma del ideal del yo. Lo que él proyecta frente a sí como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio ideal."

Ahora bien, el sujeto no quiere privarse de la perfección narcisista, ¿Pero puede no privarse de ello? Porque así planteado, parece una maniobra del sujeto para preservar cierta posición. Cuando algo de esto sucede, en la clínica vemos a sujetos enfrascados. Lo que efectivamente sucede es que el sujeto comienza a encontrarse con una serie de circunstancias en las cuales empieza a presentársele diferencias entre lo que pretendía y lo que efectivamente encuentra. En esto cuentan las admoniciones que recibió: de tanto recibirlas, por una parte, y de recuperar lo que se supone que perdió por ello o por otra, las hace propias.

El ideal del yo no se confunde con el yo ideal. Solo da lugar a co-fusiones la forma en que se lo presenta en el párrafo citado. El resto del texto permite ir precisando que son dos nombres diferentes, porque representan dos conceptos diferentes. Efectivamente, lo que proyecta frente a si como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido, es decir, lo que se propone como aspiración, lugar de llegada, es su yo ideal. Freud precisa: 

"La formación de un ideal del yo se confunde a menudo, en detrimento de la comprensión, con la sublimación de la pulsión. Que alguien haya trocado su narcisismo por la veneración de un elevado ideal del yo no implica que haya alcanzado la sublimación de sus pulsiones libidinosas."

Más adelante:
"No nos asombraría que nos estuviera deparado hallar una instancia psíquica particular cuyo cometido fuese velar por el aseguramiento de la satisfacción narcisista proveniente del ideal del yo, y con ese propósito observase de manera continua al yo actual midiéndolo con el ideal."

De donde surge claramente que del ideal del yo parten exigencias hacia el yo y el yo ideal es un punto de llegada comandado por el ideal del yo. Y lo más importante es que ubicará la constitución del ideal del yo como efecto de las palabras de los padres y con los que con ellos forman serie.

"La incitación para formar el ideal del yo, cuya tutela se confía a la conciencia moral, partió en efecto de la influencia crítica de los padres, ahora agenciada por las voces, y a la que en el curso del tiempo se sumaron los educadores, los maestros y, como enjambre indeterminado e inabarcable, todas las otras personas del medio (los prójimos, la opinión pública). Grandes montos de una libido en esencia homosexual fueron así convocados para la formación del ideal narcisista del yo, y en su conservación encuentran drenaje y satisfacción. La institución de la conciencia moral fue en el fondo una encarnación de la crítica de los padres, primero, y después de la crítica de la sociedad, proceso semejante al que se repite en la génesis de una inclinación represiva nacida de una prohibición o un impedimento al comienzo externos.".

Esto hace a la constitución del ideal del yo. El ideal del yo será aquello que como aspiración del yo estará en las expectativas para satisfacer las exigencias del ideal del yo. La conciencia moral y el censor del sueño quedarán adscriptos a la función del ideal del yo. En definitiva, el yo ideal no deja de ser una representación consciente. El paciente dice "Yo quiero ser así". En cambio, de lo que es el ideal, menos nos enteramos, y de la gran mayoría padecemos.

La distribución de linaje que retroactivamente se podría inferir que habitaba al futuro sujeto, constituirá el ideal del yo y el yo ideal. Luego el texto ubica que en la formación del ideal del yoes lo que aumentan las exigencias del yo y es aquello que favorece a la represión. habla de la sublimación como aquello que le permite al yo cumplir con dichas exigencias, sin dar lugar a la represión.

De estos elementos se destaca la creación ex-nihilo del yo. Antes de su instalación no existe nada comparable en sus funciones al yo. El yo es algo que se constituye a partir de esta primera identificación. Se trata de la primera constitución de algo que no puede ubicarse sencillamente dónde o en qué puede atribuirse su existencia, en el sentido que no puede ubicarse en una correspondencia unívoca aquello que es designado por "yo".

Lacan, en "Función y campo..." dice que esta identificación en una matriz simbólica, algo que como esquema es retomado por la función de lo simbólico, en tanto se nombra algo que está en otro lado. Ciertamente es muy difícil describir "quien soy yo", muy difícil de ubicar. Todo el conjunto de lo que uno es cuesta mucho circunscribirlo.

A partir de 1920 empiezan a producirse algunos impases respecto a estos desarrollos. En El yo y el ello, Freud plantea en una nota al pie de página:
Ahora, luego de la separación entre el yo y el ello, debemos reconocer al ello como el gran reservorio de la libido en el sentido de «Introducción del narcisismo» . La libido que afluye al yo a través de las identificaciones descritas produce su narcisismo secundario.

Más adelante prosigue con su desarrollo y agrega:
Ahora habría que emprender una importante ampliación en la doctrina del narcisismo. Al principio, toda libido está acumulada en el ello, en tanto el yo se encuentra todavía en proceso de formación o es endeble. El ello envía una parte de esta libido a investiduras eróticas de objeto, luego de lo cual el yo fortalecido procura apoderarse de esta libido de objeto e imponerse al ello como objeto de amor. Por lo tanto, el narcisismo del yo es un narcisismo secundario, sustraído de los objetos.

Esto produce una serie de dificultades. En principio, si no hay sujeto, ¿Qué clase de objetos se encuentran presentes ante el yo? ¿Para quién estarían presentes? ¿Cómo es que el ello hace tal o cual investidura si en principio no se le puede atribuir ninguna orientación? En realidad, toda la dificultad radica en la particularidad de la constitución del sujeto por la intermediación del Otro, el lugar que en él recibe y cómo ello es reglado. A partir de esta dificultad es que Lacan propone el estadio del espejo. 

Lacan va a responder a una serie de interrogaciones que se desprenden del texto freudiano, como Introducción al narcisismo, Más allá del principio del placer, El yo y el ello , preguntándose cómo el yo puede ser un objeto, más aún el primer objeto, si es una imagen. Su respuesta es la conceptualización del estadío del espejo. Lo delimita como:
"...consiste en poner en manifiesto la conexión de cierto número de relaciones imaginarias fundamentales en un comportamiento de una determinada fase del desarrollo"
"Este comportamiento no es otro que el que tiene el niño ante su imagen en el espejo desde los seis meses de edad"
y que caracteriza como
"...asunción triunfante de la imagen con la mímica jubilosa que la acompaña y la complacencia lúdica en el control de la identificación especular"

Lacan hace este desarrollo tomando la observación de Bernard Perez (1888), quien describe que:
Eldestein dice que esto, que nbo se articuló a Freud, quedó como una mera curiosidad psicológica hasta que Lacan la retomó. Las relaciones imaginarias que Lacan sitúa en el estadío del espejo consisten en:


En el seminario 1, cuando lacan comienza formalmente su enseñanza e introduce los tres registros, en la tópica de lo imaginario introduce un modelo del cual él dice que es sucedáneo del estadio del espejo. Lacan sigue la propuesta de valerse de modelos para aproximarse a un hecho desconocido, relaciones auxiliares para pensar los elementos teóricos.

Primero introduce la experiencia en el campo de la física: 


Este esquema tiene varias ventajas, como el hecho de crear un existente a partir de la nada. Se arma un florero con flores, donde antes estaba vacío. Las flores, si estaban en algún lado, es en el deseo de la madre y el florero podría ser el sustrato biológico.

El estadio del espejo contradijo los aportes de los posfreudianos en lo que respecta a su consideración de un yo autónomo, en este párrafo citado anteriormente. Si el yo fuera autónomo, no necesitaría del Otro para hablar o aprender a caminar.

Con la alienación con la que el yo se constituye, el sujeto recibe una serie de atributos, no importa tanto cuales, sino que serán portados por él, recibidos por la lengua materna, quien lo colma de dones, literalmente. 

El esquema óptico permite ubicar los tres registros: imaginario, real, simbólico. Las imágenes, tanto en la percepción directa del florero como la imagen real proyectada por el espejo esférico representa la dimensión imaginaria. En conjunto del aparato, lo real. Las leyes ópticas que subyacen a la producción de la imagen, lo simbólico. Esto último a veces se soslaya, pero es la dimensión simbólica en juego que permite que todo esto funcione. El ojo tiene que estar en determinado lugar y no en otro. 

Este esquema es perfeccionado por Lacan. Lacan observó que los animales se manejaban entre los registros real e imaginario únicamente. En los seres humanos, cuando se habla del narcisismo, la relación del sujeto con su propia imagen es siempre fallida, porque está siempre mediada por el Otro. Lacan va a introducir en su nuevo esquema el espejo plano, modifica la ubicación relativa del florero y el ramillete. Si se toma al cuerpo y sus agujeros como el florero y a las flores representando los objetos parciales de la pulsión, es alrededor de estos objetos parciales que para el psicoanálisis se constituye el cuerpo.


La nueva configuración del esquema óptico logra que la imagen del florero y el ramillete se armen como en la primera versión del esquema óptico, pero mediando ahora el espejo plano, como vemos en la imagen. para el ser humano, la imagen narcisista solamente es accesible a través de la mediación del Otro, representado por espejo plano. El Otro es el medio por el cual es sujeto humano encuentra su imagen. El esquema original de la física no representaba esto.

Es claro que para poder ser reconocido por otro, con anterioridad se debe producir que un otro se eleve a un Otro. Esto también lo posibilita este segundo esquema. Un Otro permite la configuración del sujeto bajo las formas de neurosis, psicosis y perversión.


jueves, 13 de octubre de 2022

El narcisismo: ruptura en la obra de Freud

Entrada anterior: ¿Qué es el inconsciente? El inconsciente como ruptura del discurso racional

En 1915 hay algo que produce una ruptura en la obra de Freud: los escritos metapsicológicos. la metapsicología es un término complicado, porque uno podría suponer que algo más allá, como su fuera una metafísica. Los escritos de Freud sobre metapsicología implica una serie de construcciones que se inician con la introducción del concepto de narcisismo:


El término se impuso a partir de la introversión de la libido implicada en la parafrenia, que es la demencia precoz (Kraepelin) o esquizofrenia (Bleuler), en donde hay delirio de grandeza y falta de interés por el mundo exterior. 


Bleuler leyó la división subjetiva en lo que él llamó esquizofrenia para lo que era la demencia precoz de Kraepelin. Es lo que Freud llamó parafrenia, donde dice:

Esto trae muchos problemas para establecer un vínculo transferencial. La megalomanía de la esquizofrenia se constituye a partir de la retirada de la libido objetal. En la megalomanía hay una pérdida de la realidad. Uno podría pensar que la neurosis es más cercana a la realidad y la psicosis más cercana a la pérdida de la misma, pero en el ensayo "La pérdida de la realidad..." veamos que tanto la neurosis como la psicosis hay una pérdida de la realidad objetiva. Lo que hay es una realidad subjetiva, psíquica.

El concepto de megalomanía le permite a Freud integrar aspectos del narcisismo. Lo mismo ocurre con el concepto de libido. Uno puede entenderla por el lado de las cargas pulsionales, pero también está la metáfora de la ameba y su seudópodo de Introducción al narcisismo:


Esta metáfora es la que utiliza Lacan para hablar de la libido. Para Lacan la libido no tiene que ver con la energética, sino con una característica que tiene que ver con lo que nosotros unimos a nuestro propio cuerpo como si fuera parte de él. Un ejemplo es el cigarrillo: al principio al fumador le da asco, pero luego se esfuerza hasta que lo acepta, porque piensa que eso le sirve en lo social. Las personas pueden incorporar el auto, cuando uno maneja, al punto que es parte de su campo libidinal. Uno se acomoda al cuerpo del otro porque lo ha libidinizado. 

Para Freud, el yo tiene que ser desarrollado, aunque los instintos autoeróticos son primordiales. Para constituir el narcisismo, a esas pulsiones primordiales, ha de venir un nuevo acto psíquico. Es decir, el yo no está desde el inicio, sino que se agrega por nuevo acto psíquico. En Lacan, ese nuevo acto psíquico es el estadío del Espejo como formador del yo. A diferencia del primate, el ser humano no puede autoabastecerse ni tener un conocimiento de su propio cuerpo, porque la mielinización no fue lo suficientemente rápida como lo es en el primate. El conocimiento del yo no es inoico, sino  paranoico (paranoesis, por fuera). 

Lacan introduce el Estadío del espejo en el año '38 y el escrito sale años después:
Un niño se reconoce a sí mismo en el espejo cuando su yo se ha constituido, antes se ve como otro. Ese yo es unificador de las sensaciones del cuerpo, que sino aparece como descompuesto. El yo viene a ser la imagen de la totalidad de ese cuerpo.

El conocimiento de ese cuerpo es paranoico, por paranoesis:

No es necesaria la experiencia de pasar por un espejo, sino de lo que se trata es de lo que nos vuelve de los otros. Hay una metáfora en Realidad y Juego de Winnicott, donde dice que el niño va a ser lo que se refleja en la córnea de la madre. De manera que el yo es una imagen. Lo imaginario es todo lo que ocurre en función del narcisismo, en el encuentro del sujeto con su yo y las imágenes especulares. Se trata de una identificación:

Esa imagen, que se forma como una gestalt, habla del ideal del yo:

El yo, entonces, es una imagen que uno adopta como completud del cuerpo. Estas cuestiones estaban tomadas por Freud desde otro aspecto. Los conceptos que él desarrolló a la luz del narcisismo le permitieron encarar una serie de cuestiones, que él encontraba como dificultades, fundamentalmente en la transferencia.


Otra cosa llamativa es cuando Freud habla de la hipocondría:

Esto de que la angustia hipocondríaca sería la contrapartida de la angustia neurótica es interesante para la clínica, porque la cuestión del narcisismo solo sería una forma resolución perfecta en la parafrenia, mientras que en la hipocondría es una forma imperfecta:


Lo interesante es que la angustia de la neurosis está homologada a la hipocondría. Bien podríamos decir que la fantasía es a la angustia, en la neurosis, lo que la megalomanía es a la hipocondría.

La megalomanía actúa en el delirio de la esquizofrenia como una forma de resolución perfecta. Vemos también como la hipocondría o la descomposición del cuerpo en la esquizofrenia habla del fracaso de la resolución. Hay un signo en la esquizofrenia que es el del espejo. Se miran en él porque su cuerpo se les vuelve extraño, se les deforma o sienten que se les transforma. No obstante, esto puede pasar en las neurosis, sobre todo en la adolescencia. En la adolescencia, que es un momento de transición, aparecen muchos síntomas que al analista le pueden hacer sospechar una psicosis. Incluso hay muchos adolescentes medicados por estos fenómenos, cuando en realidad no son psicóticos.

En Introducción al narcisismo, Freud va a proponer caminos para la elección del objeto:

El yo es una organización que incluye el yo actual, el ideal del yo y el yo ideal. Además, el yo se constituye por identificación:
La incorporación de la identificación primaria no es al padre ni a la madre, como vimos cuando vimos el esquema del Moisés y la religión monoteísta, donde se asemeja mucho a la devoración del cadáver del padre, para obtener su fuerza. Pero no es padre o madre, sino de un Otro indiferenciado. Esta es una idea original de Abraham, que Freud nunca reconoció.

La identificación secundaria es al síntoma, identificación a un rasgo del Otro, como cuando Dora se identifica a la tos del padre. Freud utiliza Ein Einziger Zug, rasgo unario.

La tercera identificación es la que él llama histérica. Es la que se da cuando, al juntar a un grupo de mujeres, se indisponen todas a la vez. 

En el capítulo 8 de Psicología de las masas, cuando habla del enamoramiento extremo, Freud propone que para que un yo se identifique a otro, es necesario que exista algo del orden del ideal del yo, que estabiliza la identificación de yo a yo.  

En una cancha de fútbol hay muchos "yo", pero bajo un ideal que los convoca. El ideal del yo es lo que estabiliza y es lo que uno quisiera llegar a ser. El esquema Lambda articula el yo con la imagen especular y a la vez con el sujeto.


jueves, 4 de junio de 2020

El memento mori, una alternativa a la depresión

Por Lucas Vazquez Topssian

Como siempre, la clínica nos provée de interrogantes a los que uno puede dedicarse a investigar. En este caso, una paciente cuenta que cuando se siente con baja autoestima, sale a dar un paseo por el cementerio. Camina sola entre los mausoleos, recorre las lápidas y al cabo de un rato refiere sentirse aliviada. Dice que siente que sus problemas resultan relativos y minúsculos ante la idea de morirse o de que alguien querido fallezca. El truco le funciona por algún tiempo; luego, repite el ritual. ¿Cómo funciona este comportamiento?

Lo que esta paciente no sabe es que está haciendo uso -y abuso- del memento mori. El memento mori literalmente significa "recuerda que morirás" y podemos ubicarlo en distintas expresiones artísticas, la literatura y la religión. Por ejemplo, tomemos el famoso reloj astronómico de Praga:

Allí vemos cuatro figuras que representan la lujuria, la codicia, la vanidad y la muerte. A cada hora, las tres primeras giran su cabeza de un lado al otro para negar los pecados que encarnan, menos la figura que representa a la muerte, que simplemente mueve su guadaña. Esto se ha interpretado como que la muerte tiene siempre la última palabra.

Localmente en la ciudad de Buenos Aires, encontramos una gran cantidad de ejemplos de memento mori en los cementerios, como podría ser el caso de la simbología que hallamos en la entrada del Cementerio de la Recoleta:



El huso y las tijeras: simboliza el hilo de la vida que se puede cortar en cualquier momento. 
La cruz y la letra P: la paz de Cristo en los cementerios 
La corona: voto de recuerdo permanente 
La esfera y alas: el proceso de la vida y de la muerte que gira incesantemente como la esfera. 
Cruz y corona: muerte y recuerdo. 
Abeja: símbolo de laboriosidad. 
La Serpiente mordiéndose la cola: el principio y el fin 
Manto sobre urna: abandono y muerte 
Antorchas con llamas hacia abajo:la muerte 
Búho: vigila atentamente y según algunas creencias, anuncia la muerte 
Reloj de agua o Clepsidra: el transcurrir del tiempo, el paso de la vida. 

La historia nos enseña que en la antigua Roma, cuando un general victorioso marchaba por las calles, se acostumbraba a que un siervo le recordara permanentemente que él no era un dios y le advertía lo limitado de la naturaleza humana, según se dice, para que él no se excediera en su poder por sobre las leyes y la costumbre y no incurriera en la soberbia.

Posteriormente, durante el Barroco y en los Países Bajos, aparece el género artístico vanitas (vanidad, del latín vanus, "vacío"), un subgénero de la naturaleza muerta. En este tipo arte aparecen pintados objetos que aluden a cualidades humanas efímeras como el saber, la riqueza, el placer o la belleza, acompañados por cráneos, relojes, velas consumidas, fruta podrida, insectos, vasos vacíos. El conjunto representa, de esta manera, lo breve y lo efímero de la vida. El género siguió hasta nuestros días. Por ejemplo, podemos ver en las modernas instalaciones artísticas donde usan animales muertos o huesos.


En el texto de Freud Lo Perecedero, este es el tema en cuestión que le plantea Rilke: ¿Por qué alegrarse por el florecimiento de una campiña, si vendrá el invierno y arrasará con todo aquello?

En cuanto al memento mori, nos preguntamos ¿A quién le sirve realmente? La opinión generalizada apunta a que se trata de una advertencia contra la soberbia. En este sentido, soberbia se define por el diccionario como el sentimiento de superioridad frente a los demás que provoca un trato distante o despreciativo hacia ellos. De esta manera, según esta lectura, lo que el memento mori haría es un llamado a la humidad: cuidado que la gloria es efímera, así como también lo es la vida.

Lo que se omite en esta última versión es la posición de los espectadores del general victorioso romano que camina por las calles. ¿Qué beneficio obtienen exactamente ellos al resaltarle su transitoriedad? Salvaguardar su narcisismo. Recordemos que el yo y el narcisismo es en relación a otros. Solo puede haber admiración por el general victorioso si los demás pasan a un segundo plano. Es decir, salvo en el caso del amor (no del enamoramiento) y en el agradecimiento, la estima al objeto es en detrimento del yo.

Ahora, sabemos por el consultorio que cuando un paciente nos dice que su autoestima está baja, si uno se pone a escuchar y a historizan un poco, lo que se descubre es un enorme amor propio. Por amor propio y amor a uno mismo no se está conforme con aquello a que se accedió. ¿A lo que se accedió respecto a qué? Al ideal del yo.

Recordemos qué es el ideal del yo, literalmente según Freud:

Aquí, como siempre ocurre en el ámbito de la libido, el hombre se ha mostrado incapaz de renunciar a la satisfacción de que gozó una vez. No quiere privarse de la perfección narcisista de su infancia, y si no pudo mantenerla por estorbárselo las admoniciones que recibió en la época de su desarrollo y por el despertar de su juicio propio, procura recobrarla en la nueva forma del ideal del yo. Lo que él proyecta frente a sí como su ideal es el sustituto del narcisismo perdido de su infancia, en la que él fue su propio ideal.

A propósito, el terreno de las depresiones neuróticas justamente se ubica entre el yo y el ideal del yo. Aquí hay un desarrollo muy interesante que hace Dardo Tumas al respecto. En esta entrada, también Daniel Paola sostiene en ubicar aquí el conflicto y nos dice además que la cara oculta de la depresión es la soberbia. En el discurso depresivo, se escucha un desprecio por todos aquellos que gozan un poco de la vida.

La depresión del estado de ánimo se debe a la pérdida del ideal del yo, que afecta a su economía libidinal narcisista y también la relación con los otros. ¿Dónde ubicamos al memento mori? En un paso previo a la depresión y como un movimiento preventivo ante ella. Como dice el escritor Alfonso Reyes, se trata de un suicidio filosófico, algo que también observamos en la envidia. En la envidia, partimos de un sujeto totalmente capaz cierta cualidad pero que ha reprimido su deseo. No obstante, el envidioso aún logra ver esa capacidad en otro. Ni bien la ve, el invidioso intenta destruir al portador de esa capacidad, que es la constancia de todo aquello a lo que el envidioso renunció. El envidioso no tiene esa cualidad y de lo que se trata es de que el otro tampoco la tenga. Se trata de un sentimiento masoquista, porque en el otro está proyectado algo propio que el envidioso quiere destruir.

El envidioso siempre nivelará por lo bajo: con tal de no vencer los obstáculos internos que hacen que él no pueda tener algo, intentará destruir a quien le recuerde sus deseos frustrados. "Recurda que morirás", dice el memento mori y para el envidioso, aunque a él también el principio lo incluya, dirigírselo al otro resulta en un conveniente -aunque masoquista- mantenimiento de la homeostasis de su aparato psíquico.

martes, 26 de mayo de 2020

¿Qué es el Estadío del Espejo? Implicancias clínicas

En el Estadio del Espejo propuesto por J. Lacan, la relación especular con otro semejante se confirma por Otro. Ese Otro es uno mismo y así se consolida el yo como una unidad. Este es el primer aporte de Lacan en el año ’36. 

El texto parece evolutivista, porque habla que se da a los 6 meses. La operación del espejo se constituye jubilosamente, el sujeto se constituye como cuerpo y eso causa júbilo. La constitución del sujeto produce alegría. 

En el Seminario 1 – Clases X y XI apoya a esos escritos. “Los 2 narcisismos” – “Ideal del yo y yo ideal”.

A partir del estadío del espejo, Lacan da un paso más y propone, siguiendo a Freud, tomar un ejemplo de la óptica para pensar el aparato psíquico. Freud ya lo había hecho en la Interpretación de los sueños. Lacan se pone a estudiar fotografía y da con el esquema óptico, tomado del físico Bouasse:

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El modelo del ramillete invertido. Es un modelo a partir de la óptica, del cual se pueden crear efectos ilusionistas. La ilusión se crea a partir de que la luz está enfocada de una cierta forma, el espectador está en un lugar determinado, y por efecto del espejo cóncavo,  se ve las flores en el florero, que son ilusorias.

Lacan se encuentra discutiendo a Lagache, ya que ambos se preguntaban “¿Qué es una persona?”. Se decía que el yo era una máscara, ¿pero qué pasaría si detrás de esa máscara no hubiera nada? Lagache dice que detrás de esta máscara se encuentra el ser, que se encuentra en relación con la máscara. La pregunta de Lacan es qué pasaría si detrás de esa máscara no hubiera nada.

Al igual que Lagache, Lacan sostiene que somos un polo de atributos; en el mejor de los casos alguien nos espera al nacer. El sujeto, antes de nacer, son significantes más o menos ligados en un discurso. El sujeto es en principio algo en torno al deseo de los padres. Está el polo de los padres y el polo del sujeto.

¿Qué sujeto se constituye en la relación con un Otro? Hay un polo de expectativas en palabras, que el sujeto debe responder al advenir. El sujeto empieza a conquistar algo de la unidad. El sujeto neuro-motoramente no está listo; el sujeto se constituye por anticipación a esa condición. Sin embargo, por una identificación imaginaria con el Otro, adquiere una identificación de sí. Pero el espejo requiere que todo esté en un lugar específico, sino la ilusión deja de ser armónica. Bouasse había agregado un espejo plano al esquema anterior. 

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El florero del primer esquema es la imagen real, que no quiere decir que es la realidad. El espejo plano es la imagen del Otro. El sujeto ve lo que se refleja en ese espejo. Nadie puede ver sino es por intermedio del Otro. “Su majestad el bebé” tiene que ver con eso. El ojo no puede ver lo que sucede adelante del espejo, sino el florero que se forma arriba de la tarima. Esto Lacan lo llama imagen virtual, que es la imagen que genera el ilusionista: espejo cóncavo + espejo plano.

La imagen virtual se constituye en el campo del Otro. Esta es la imago corporal, el cuerpo unificado. Salimos de la fragmentación corporal y del caos de la pulsión por medio de la unificación, que ocurre en el campo del Otro. Se ve la relación con el par (a’) y con el A. El Otro sostiene la escena, sino no se da la operación. El narcisismo se da en el campo del Otro. El narcisismo es una operación fundante, pero también es una ilusión. Hay que tener cuidado con investir demasiado la imagen especular o virtual. No toda la libido tiene que ir al yo, sino es una psicosis. El sujeto se guarda algo que es una reserva libidinal operatoria que se dirige al objeto y puede volver. ¿Por qué alguien saldría del narcisismo? Por la amenaza de castración.

El yo ideal marca algo de la falta, porque es un ideal que hay que seguir, hay un trabajo que hacer.

El sujeto se ve en el espejo, es decir, el campo del Otro. No puede verse tal cual es, se ve a través de ese espejo plano que es el campo del Otro. Si la persona no hace análisis, la persona queda capturada por la imagen en el espejo.

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Esto se tiene que resolver con un tercero, sino lleva al transitivismo imaginario, que lleva a la lucha. El psicoanálisis no se puede quedar en el campo de lo imaginario. Un psicoanalista que juega sobre lo simbólico conquista sobre el inconsciente.

El transitivismo es un fenómeno de lo imaginario, en donde el yo se confunde con otro yo. Lo imaginario sin los simbólico hace confrontar sin un tercero, como en la psicosis.

El ideal del yo tiene la semilla de la castración, es un heredero del Edipo. Es una de las llaves que el sujeto puede contar para salir a la exogamia. El ideal del yo se trata de que el yo tenga un ideal, tener esto o lo otro.

El yo ideal es un aparato de captura, porque crea espejismos que capturan. Estar en un yo ideal es narcisismo, es no tolerar a otro que le haga sombra. Es una identificación de yo a yo, extraer un rasgo del líder e incorporarlo.

Lacan critica a Freud indirectamente, porque ideal del yo y yo ideal son diferentes.

Si se produce la operación (rota el espejo plano 90°):

En el ideal de yo, se logra salir de la captura del espejo. Sale del narcisismo ideal del yo, deja de ser para tener. El ideal del yo cuenta con la castración como semilla.

El sujeto se constituye en un espejo, que es un espejismo. Todos necesitamos vernos en el Otro, en la mirada del Otro y constituir nuestra propia imagen. Pero debemos salir de esa imagen (figura 3) vía el análisis. La dirección de la cura es a partir de ese modelo y no quedar atrapado en la virtualidad. Hay que poder ver algo del yo real (según Freud) y lograr la traslación como otra operatoria. Los ideales como “ser como mamá”, “trabajar como papá” deben deshacerse, porque capturan al sujeto. 

El espejo, en el análisis, debe poder vascular, moverse, bajar. Tiene que ver con la descompletud, encontrarse con la falta y con algo real del sujeto. El sujeto asume en el análisis su discurso inconsciente. Ej: “Hago tal cosa porque lo hizo mi papá”. Asumirlo como propio es salir de la queja. Es similar a atravesar el fantasma. Es verse desde el lugar en el que estaba y poder verse desde algo de lo real. Esto ocurre en análisis, donde ve su propio goce y se hace cargo. Todo esto sería detrás del espejo. 

En la figura 3 el sujeto está barrado y cambió de posición. Lo real propio hace ver algo diferente de uno mismo. El florero con las flores es cuando te querés ver como “el empleado del mes”. En esa traslación, el sujeto pasa del espejo y tiene acceso a los significantes. El sujeto borra, progresivamente, a una posición de 90°, entonces, las marcas donde uno está identificado van cayendo, ve el propio goce, confronta sus marcas y el sujeto puede cambiar de posición.

En el niño, supongamos un niño que mancha todo puede ser que esté en ese lugar dado por el adulto, que le dice “el que siempre arruina todo”. Esas marcas pueden estar condicionando el lugar de sujeto y el analista debe ayudar a separarlo de esas marcas, esos significantes del Otro. Hay que despegarlo del espejo.