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lunes, 5 de septiembre de 2022

Borges, sobre la Tauromaquia: bufones de la valentía

Carrizo: Borges, ¿Qué opina de la tauromaquia? ¿Cuál es su concepto sobre la figura del torero?

Borges: La tauromaquia es una de las formas vigentes de la barbarie. En cuanto a la figura del torero, creo que es esencialmente un cobarde. Un hombre que con todo un aparato racional de estrategias, entrenamientos, armas, estocadas practicadas, clases y mucho estudio premeditado, se mide frente un animal pasmado por la sorpresa, por la ansiedad; un animal que no tiene otro recurso que los reflejos de su instinto primario. Bajo esa disparidad podemos medir el valor de los toreros. La valentía verdadera no soporta desniveles tan abusivos. Por eso para mí los toreros no son valientes, sino más bien bufones; los bufones de la valentía.





miércoles, 10 de agosto de 2022

La depresión ¿Por qué se produce el aplastamiento del ánimo?

Como psicoanalistas resulta fundamental capacitarnos y contar con las herramientas clínicas para ayudar terapéuticamente a los sujetos que sufren depresión, procurando eficacia clínica.

La previa...
Testimonios que causaron impacto social sobre la depresión

Personajes del mundo de la actuación, el deporte, la literatura y la política. Nadie queda libre, exento, de sufrir está problemática tan sufriente, que afecta a gran parte de la población. Conocé a continuación los testimonios de su vivencia con la depresión.

Testimonios:

1- “Es algo que suena en el alma, es inexplicable, te pesa. Tenés ganas de no estar, de no sentir ese dolor y no te importa si sos famoso o no, si tenés gente que te quiere o no."
Roly Serrano

2- “Fue un momento complicado en el que ya no me reconocía, donde me sentía más pequeña, casi insignificante. Sentí una profunda y auténtica tristeza.”
Angelina Jolie

3- “Mi imposibilidad de comunicación con los otros. Mi soledad absoluta. Mi sensación de ser inferior física e intelectualmente.”
Alejandra Pizarnik

4- “Hay momentos en los que me siento absolutamente inútil, me apago por completo. Tengo esta ira por dentro. Más de una vez grité en voz alta: ‘¡Ojalá no fuera yo!’.”
Michael Phelps

5- “Tienes un deseo: morir. Y una esperanza: no morir.”
Alfonsina Storni

6- “Cuando sientes que nadie te escucha, todo tipo de cosas suceden. Te despiertas por la mañana sintiendo que no quieres levantarte de la cama, te sientes incomprendido y te sientes muy, muy mal contigo mismo.”
Lady Di

5 mitos sobre la depresión
La depresión se considera un padecimiento muy conocido, pero realmente ¿cuánto sabemos sobre este cuadro clínico? A continuación te contamos algunos mitos frecuentes

1° MITO: “Depresión es estar triste”
La depresión es un cuadro clínico en donde se manifiestan varios síntomas, además de la tristeza
. Repliegue sobre sí mismo, con recurrentes pensamientos negativos
. Pérdida del deseo
. Sentimiento de culpabilidad
. Trastornos del sueño, de la alimentación y/o cognitivos
. Pensamientos de muerte y suicidio

2° MITO: “La depresión la padecen las personas débiles”
Este es un cuadro muy frecuente, tal que se lo considera la “enfermedad del siglo”. Suele ser silenciado por vergüenza del sujeto o del núcleo familiar. Esto produce una encerrona y un padecimiento cada vez mayor.

3° MITO: "La depresión se cura con fuerza de voluntad"
La depresión es un estado anímico en donde el yo del sujeto está principalmente afectado, con baja autoestima y anestesia del deseo. Una de las funciones que se encuentra cancelada es el interés por el mundo y la inhibición de la voluntad.

4° MITO: “La depresión sólo afecta a personas adultas”
La depresión puede presentarse en cualquier edad, incluso en el bebé, en la infancia y/o adolescencia.
Por ejemplo, síntomas de depresión en un lactante son:
. No responder a los estímulos ofrecidos
. Falta de sonrisa
. Dificultades en la alimentación y/o en el sueño
. Inhibición en la iniciativa

5° MITO: “La depresión se padece de por vida”
Hay una salida. La depresión es tratable por medio de la psicoterapia, que en ocasiones se combinará con un tratamiento farmacológico suministrado por un psiquiatra.

En la depresión, se tratará -vía la palabra- de ayudar al paciente a elaborar una pérdida (de una persona, la salud, el trabajo, la juventud). Dicha pérdida se vive como inaceptable, al punto que le quita al sujeto las ganas de vivir y lo pone cara a cara con la muerte.

🠟Conferencia🠟
El sábado 6/8/22, el Mag. Sebastián Salmún dictó el Taller Clínico titulado "La depresión ¿Por qué se produce el aplastamiento del ánimo?". A continuación, las notas sobre el taller:

A la depresión hay que abordarla bajo una lógica: por un lado, desde lo colectivo; por el otro, lo individual. En 1921, Freud recuerda que toda psicología es a su vez individual y colectiva. En la depresión hay algo de la época ligado a lo individual. ¿Puede la época marcar las causas de las depresiones? Los pacientes muchas veces se presentan diciendo que están deprimidos. Hay una especie de popularización del término.

En psicoanálisis no conviene hablar de La depresión, sino de depresiones. En psicoanálisis, los fenómenos se presentan multívocos, singulares, de ahí la importancia de darle la palabra al paciente. En esta ocasión, veremos los estados depresivos en las neurosis y no a las melancolías. La depresión es un cuadro, que puede cambiar de forma y trasmutar hacia otro estado mediante el trabajo analítico.

La época, etimológicamente, se refiere a la estación del tiempo. ¿Cuáles son las marcas de nuestro tiempo que causan las depresiones? Por otra parte, etimológicamente la depresión se refiere al hundimiento en sentido moral. Lo que decae, se aplasta. 

En la neurosis, la depresión se presenta con variaciones en el humor que trae decaimiento, ausencia de ganas, dificultad para investir al mundo en términos deseantes. Anhedonia, falta de deseo, cierta tristeza, indiferencia con el mundo exterior. Trastornos en el sueño, dificultades cognitivas. Incluso pueden aparecer ideaciones suicidas. En Duelo y melancolía, Freud habla de la revuelta de la vida anímica. ¿Pero qué es lo que la afecta?

Notamos que el aplastamiento interfiere con el trabajo de elaboración. En las supervisiones los analistas se quejan de la impotencia que a veces generan estos estados en los pacientes, donde es difícil intervenir. El estado de ánimo depresivo y esta impotentización se transfiere al espacio con el analista. Hay una inercia en las depresiones "Soy así...", "Estoy así...", una superficie en las palabras difícil de horadar. Tenemos la idea de lo real como aquello que vuelve siempre al mismo lugar, el más allá del principio de placer, que por supuesto no es algo voluntario sino algo que los excede y produce padecimiento. El analista, por otra parte, impone un trabajo, para intervenir esa producción de goce, que son los estados depresivos.

¿Qué hace un psicoanalista con las depresiones, cómo interviene? Los aplastamientos del ánimo surgen en circunstancias que tienen que ver con una pérdida, una desilusión, que causa la caída del narcisismo, una herida. Ubico en mi clínica dos series de eventos que pueden producir estos estados:

1- La psicopatología de la vida cotidiana: rupturas amorosas, fracasos laborales, peleas familiares, muertes, entre otros.

2- Eventos imprevistos: accidentes de tránsito, la pandemia, etc, donde también se juega la pérdida. Juan David Nassio, en uno de sus últimos libros, dice que la depresión es la pérdida de las ilusiones. 

Las depresiones son reacciones anímicas a diversas pérdidas. Dichas pérdidas, en lugar de ser elaboradas por el trabajo del duelo, quedan congeladas en un impasse. De esta manera, el duelo queda patologizado. La depresión es un tiempo sin tiempo, una suerte de inmovilización. En lugar del duelo, aparece el hundimiento del estado de ánimo. Una pérdida que se sigue produciendo y no termina de constituirse como tal.

Lacan dijo que la inhibición era un síntoma en el museo. Podemos pensar que los estados de ánimo con tinte depresivo son "el duelo en el museo". Lo que el analista tiene que construir, en esa historia, ese evento sin fecha que sigue sucediendo. El que llora por la leche derramada... sigue derramando leche. Por efecto de esa paralización del trabajo de duelo, aparece el estado de ánimo depresivo.

A nosotros nos interesa saber qué de la época interfiere con las cuestiones temporales. En esta época los tiempos son intolerados, con un empuje a la inmediatez. Además, la época también impone que hay que resolver de una vez y para siempre, que esa es la fórmula de la felicidad. ¿Cómo hacerle tiempo a la elaboración de un duelo? El apresuramiento, el endeudamiento, la realización a través del consumo, ¿Qué lugar para la temporalidad, si todo es el momento actual?

La clínica de las depresiones también tocan los ideales, que en este caso no han podido ser subjetivados por el paciente para poder tomar decisiones:

"El ideal del yo, por su parte, interviene en funciones que a menudo son depresivas, incluso agresivas con respecto al sujeto".
(Jacques Lacan, El seminario, 5, Las formaciones del inconsciente, Ed. Paidós).

En Televisión, Lacan hizo referencia a la "cobardía moral" en las depresiones. Hay que tener cuidado con este término, porque no se trata de un término peyorativo ni de una descalificación, sino un instrumento para pensar estos estados, eternizados en el tiempo presente. La cobardía moral que padece el hablante en estado depresivo es ese lugar que interfiere con un acto (ligado al deseo), inacción, impotentización. Hace poco se armó una discusión sobre esto entre colegas, en la arena pública. La cobardía moral no es algo peyorativo, sino una moral -que nos dice lo que tenemos que hacer- de la cobardía en el hacer. Cobardía moral en sentido de la búsqueda de investidura libidinal del mundo, donde la ética del deseo queda fuera de lado. 

Caso M
M es un joven varón de 30 años. Consulta por aquello que él llama depresión, con un discurso de queja e impotencia. Corporalmente, se veía fatigado, cansado. En las entrevistas preliminares cuenta acerca de su familia. Al tiempo dice, igual de apesadumbrado que como vino "No voy a venir más, me parece que esto no me sirve, no tengo ganas de hacer nada". 

Los pacientes con depresión se quejan de su padecimiento actual, su dolor les impide hacer una autobiografía. Frente a lo trágico, estos pacientes no suelen tener la capacidad de narrar. A veces los analistas nos preguntamos qué no escuchamos, sin preguntarnos qué escuchamos de más. Pareciera que a veces siempre escuchamos lo mismo. ¿Cómo varía esa escucha? El analista debe oponer una narrativa activa a partir de la construcción de la historia.

M habla de que no tenía ganas de levantarse a buscar trabajo, de lavarse la cara, que busca excusas para no hacerlo, que el único lugar que se siente protegido es la cama. 

El analista toma esta palabra, protegido, que implicaría un ataque y una defensa. El paciente asocia con un proyecto laboral que no había sido elaborado. A partir de esta desilusión de precipitó el estado depresivo.

Armando un poco la historia de él, se pueden ver las causas de ese estado actual. El analista debe hacer uso de la construcción y la historización. Las interpretaciones, sobre todo en las primeras entrevistas, suelen caer en saco roto. Las construcciones, en cambio, permiten situar ciertas referencias históricas, ciertas huellas a partir de las cuales el hablante puede orientarse respecto a lo que le pasa. 

En M encontramos una pérdida anterior, que quedó inmovilizada. En su pubertad, que es una época de duelos, perdió a un familiar importante a partir de la cual se genera un cierto desamparo por parte de sus padres. En pleno despertar de la primavera, le acontece un otoño interminable. Este duelo no resuelto, es el que reedita a partir de pérdidas actuales. Se trata de un dolor en el psiquismo que no cesa de inscribirse.

Esta coordenada le permite a M reubicarse. No es esta "La causa" de su depresión. de hecho, se hizo uso de la psicofarmacología para darle cuerpo a ese cuerpo vencido, paralizado, vencido. A los analistas no nos interesa el "anti-depresivo", sino el "antes de lo depresivo". Nos interesa la historia para poder ubicar qué estaría causando ese malestar. No vamos en contra de lo depresivo, sino que lo alojamos para poder historizarlo, buscar determinados determinantes, huellas que permitan ubicar coordinadas. Es importante buscar fechas puntuales, duelos puntuales y que no todo es un duelo infinito.

 Construcciones en psicoanálisis y Recordar, repetir, reelaborar son son textos que nos permiten pensar esto de hacerle lugar a lo acontecido para permitir una reinvención, un hacer diferente.

Caso J
J aparece en las primeras entrevistas acompañada por un familiar, pues no se podía desenvolver de manera autónoma en la vía pública. Se presenta como deprimida, que está mal, que piensa en tirarse frente a un colectivo, pero que no eso puede hacer.

Como en otros casos, la producción incesante de lo mismo hace que durante las primeras entrevistas, ella solo se refiera a su sufrimiento. "Quiero estudiar y no se qué, pienso todo el día en que no me decido y que no me voy a recibir". Se puede pensar, en este caso, en la cobardía que antes veíamos. En algún momento del tratamiento, el analista le dice que era tiempo que se decidiera, a la manera de un corte, en el sentido de que probara para hacer la experiencia, socializar, etc.

Finalmente ella se decidió por una carrera, aunque no le fue muy bien. No obstante, fue un movimiento que posibilitó desarticular ese incesante punto de no saber. 

La historización de la vida de J se trabajó en las diferencias en el no saber. Por ejemplo, no es lo mismo no saber qué estudiar que cómo estudiar. 

sábado, 5 de febrero de 2022

Cobardía

En el historial clínico “El hombre de las ratas”, Freud dice: "Por angustia ante la magnitud de su propia ira, se volvió cobarde desde entonces".

Freud descubre mediante el análisis un recuerdo infantil donde el paciente se había visto poseído por una ira incontrolable dirigida hacia su padre.

La magnitud de su propio impulso agresivo le había generado una gran angustia, pues temía causar un daño demasiado grande e irreparable. Desde ese momento, lee Freud, inhibió su propia potencia en función de proteger a la figura paterna; convirtiéndose en cobarde.

Más bien, convertirse en cobarde estaba en función -en su caso- de inhibir una posición empoderada que pusiese en riesgo al padre, simbólicamente (haciéndolo caer de su idealización al fango de lo terrenal).

Cobardía
Es interesante tomar esta dinámica, pues es extremadamente común el hecho de adoptar una posición débil por el miedo/vértigo que genera la posición contraria.

Este vértigo, angustia, miedo, nos muestra que lo que está en juego no nos es indiferente; que hay un costo a pagar, y uno, aparentemente, bastante alto.

«Quedé sólo en el mundo» -así podríamos hablar al atravesar esa frontera; la última que sostiene nuestra sensación de garantía, seguridad, de protección, al estar bajo el cobijo de un ser idealizado.

La certeza de que cuál es la verdad -el Bien y Mal- es gran parte de lo que nos aporta tal cobijo. Sin ella estamos ante la incertidumbre de nuestro propio criterio, nuestras propias elecciones.

Y sobre todo, arrojados ante el hecho de que toda elección conserva en sí su dimensión de apuesta.

viernes, 26 de noviembre de 2021

Depresión: ¿Cobardía moral? (Chusmerío e indicaciones clínicas)

En esta entrada vamos a hacer leña del árbol caído sobre una nota que publicó Luciano Lutereau "La depresión, cobardía moral" y el salto hacia su yugular (a.k.a "debate") que le hicieron algunos analistas cuando mencionó la famosa cobardía moral en las depresiones. De esta manera, no solo intentaremos sacar herramientas para clínicas, sino profundizar de qué se trata este concepto de cobardía moral.

Por empezar, él hace una distinción entre la tristeza y la depresión:

La tristeza, por ejemplo, la capacidad de estar triste, es un afecto depresivo, pero que en el transcurso de un duelo es absolutamente productivo. Poder estar triste durante un tiempo y que la tristeza quede parcialmente ubicada como un afecto de transición es hasta un afecto didáctico, en el sentido de que enseña algo. 

Este carácter didáctico del dolor y de la tristeza, según vimos, es bastante discutible y está sumamente extendido: hay una especie de manía por hacerle crecer flores a la bosta. No obstante, este no es el tema, por lo que seguimos la lectura del texto, donde aborda el tema del duelo como trabajo psíquico, que es más aceptada por todos.

Ahora sí, el tema de la depresión:
El deprimido es aquel que queda detenido, fijo, en su lugar, y eso se ve sobre todo en relación con las ganas: la manera en que el deprimido objeta el trabajo anímico, el trabajo psíquico, es perdiendo las ganas.
(...)
En ese sentido, el deprimido es alguien vengativo porque le cobra a los demás su falta de ganas: no solo no tiene ganas, sino que, al mismo tiempo, el deprimido testimonia su falta de ganas: “Estoy acá, tirado, y no tengo ganas”. Lo que está dicho entre líneas es: “Y vos no podés nada para que yo tenga ganas”. También hay que ubicar una distinción muy importante entre lo que se llama depresiones reactivas y depresiones endógenas.

Las depresiones reactivas son situacionales, en respuesta a una situación. Las endógenas, son las que no se deben a un factor externo, como en el caso de la melancolía. El tipo de depresiones de las que habla en el artículo, son las depresiones reactivas. Y ahí dice:
Lo importante es ubicar que las depresiones reactivas son aquellas que tienen un conflicto, que nacen de una situación, como puede ser una separación.

Luego da una indicación clínica importante, que atañe al que-hacer del analista:
El terapeuta, en ese momento, podría entrar en una vía de: “¿Cómo hago para que una persona que no tiene ganas tenga ganas?”. De hecho, ahí aparecen los tratamientos farmacológicos y los antidepresivos o estabilizadores del ánimo. En algunos casos funcionan, pero, desde el punto de vista psicoterapéutico, lo peor que podría hacer un psicoterapeuta es tratar de incentivar a un deprimido: es como tirar nafta en un fuego. Porque el deprimido más se va a afincar en su posición de deprimido si el terapeuta trata de convencerlo de vivir o de que la vida tiene un montón de cosas lindas para aprovechar. Así, más se va a empecinar en su estado deprimido y más va a rechazar el tratamiento o va a tener una reacción negativa a este. Por eso, el punto no es cómo hacer para que quien no tiene ganas tenga ganas, sino ubicar el modo puntual en que, para ese paciente, la falta de ganas, el sacrificar las ganas, cumple un papel protector, y muchas veces la envoltura de esa protección que es el enojo.

O sea, el psicoanalista no es un motivador, sino que trata de descubrir qué hay detrás de la fanta de ganas, donde lo que va a encontrar es algo del orden de la frustración y el enojo. Confiesto que esto del enojo nunca lo había leído en ninguna otra parte, así que no puedo afirmarlo ni negarlo, aunque resalto que Esteban Levin lo cuestionó. Lutereau dijo:
El reverso de la falta de ganas es la forma de objetar el lazo a través del enojo. Por eso mencioné anteriormente que las personas deprimidas son personas muy enojadas y que, más que tratarlas por la falta de ganas, hay que ubicar cómo responden a una situación perdiendo las ganas, las ganas de comer, las ganas de lo que sea.

De esta manera, Luterau nos explica la lógica de las depresiones (¿Qué no es la misma que las inhibiciones?)
El vaciarse de voluntad como manera de mostrar o de impotetizar el deseo y mostrar, de forma más descubierta, el malestar. (...) la depresión es una forma de responder al deseo. Sin embargo, en la depresión o en el deprimido, hay deseo, pero se le pone una plomada; se abomba el deseo. No es que faltan las ganas, sino que perder las ganas es una forma de defenderse de algo. Perder las ganas es una forma enojada de defenderse de algo.

Y acá va el párrafo de la polémica de la cobardía moral en el deprimido:
Lacan mencionaba a la depresión como una cobardía moral. Porque uno se planta y dice: “No voy a encontrarme con ese conflicto, voy a enojarme y punto, ya está”. Eso es muy propio del discurso deprimido, instalarse en esa posición de “no se puede hacer nada”. ¿Por qué cobardía moral? Porque la moral tiene que ver con las costumbres, con los actos; esta es una cobardía respecto de los actos, es alguien que dice: “Yo ya no voy a actuar, punto”, “me desentiendo del conflicto”. ¿Por qué? Porque me deprimo. Hoy en día es mucho más difícil atravesar un conflicto, hacer el duelo que hay que hacer, perder lo que haya que perder, aceptar que muchas veces nosotros no elegimos las relaciones en las que estamos o las condiciones que las relaciones nos imponen. La respuesta se vuelve más frágil, queda en un nivel de “si no es como yo quiero, entonces no lo quiero”.

Uno de los contestó al asunto fue Pablo Minini en su artículo "Depresión y salud mental, sin condenas morales" en La Izquierda Diario, quien expresó:
Algo así sucede con este artículo: no es depresión el tema, sino falta de empatía. Y no de los casos clínicos que divulga el autor, sino falta de empatía del autor mismo. Parece que elige un tema candente (depresión) y un título pegador (llamar cobarde a un padeciente).

Luego nos da la explicación del tema de la cobardía moral:
La frase viene de Lacan y él también la usaba desafortunadamente. Moralizar la depresión, decir que alguien está deprimido porque cede, porque no le da lugar a su deseo, es un reduccionismo psicologicista y moral.
Lacan lo sabía (no podía no saberlo, siendo el de familia católica) que llamar cobardía moral a la depresión remite a la parábola que cuenta Jesús: un padre le da monedas a dos de sus hijos y uno de ellos invierte y reproduce las monedas en tanto que el otro las guarda a la espera de que regrese su padre. Cuando el viejo regresa alaba al hijo que invirtió y multiplicó sus dones y deplora al otro, que sólo se limitó a no gastar. Esa es la primera referencia que encuentro a la desafortunada frase de Lacan.

La propuesta de Minini es sacar a la depresión de la psicología individual:
La cobardía la usa la clase dominante como concepto para deshonrar a quien no quiere pelear. Pelear por los intereses de la clase dominante, se entiende.
(...)
Porque otra cuestión que sobrevuela el artículo de divulgación es que no se menciona qué permite la movilidad y qué la impide. Si nos metemos en ese lado, no podemos dejar de ver que el capitalismo es el gran impedimento al ocio, al trabajo pleno, a la movilidad física y la creación mental y poética, a la actividad grupal y de provecho colectivo y singular, al pleno desarrollo como individuos y como comunidad. He visto gente deprimida que no estaba enojada o sin ganas: simplemente, o no tanto, estaba cansada de ritmos de trabajo extenuantes y de ver que el producto de su trabajo se lo llevaba otro. ¿No deprime ver que todo nuestro esfuerzo suma cero? ¿No nos hace preguntarnos si no haríamos mejor bajando los brazos de una buena vez?

¿Qué quiso decir Minini con tanta cháchara de izquierda (Izquierda Diario, hola), para los términos clínicos que aquí nos importan? Que hay depresiones relacionadas con el impedimento, en los vectores que indican el cuadro de la angustia: un grado de movimiento mínimo, pero con más "dificultad" que la inhibición. Aquí vimos que más que dificultad, habría que pensar ese eje en términos de un frenado del sujeto en lo externo, porque tanto dificultad como embarazo tienen este costado de lo externo que detiene.

Otro que escribió en respuesta al artículo de Luterau fue Santiago Levin, llamado "Depresión no es cobardía moral", en donde destacó que:
La afirmación es inaceptable desde el punto de vista sanitario, científico y filosófico, a la vez que hiere, innecesariamente, la sensibilidad de quienes intentan superar un episodio depresivo. Se afirma en la nota que un sujeto que se deprime elige de ese modo rechazar un conflicto para no hacerse responsable frente a él, y que esto constituye una forma de venganza con el objeto de impotentizar a los demás.

También hace referencia sobre la cobardía moral en las depresiones:
La frase sobre la cobardía pertenece a Jacques Lacan, y solo tiene sentido en un contexto muy específico fuera del cual opera simplemente como un agravio.
(...)
Lo último que le faltaba a quien padece un episodio de depresión: enterarse de que el deprimido es un cobarde lleno de odio y deseos de venganza.

Sobre las causas de la depresión y su abordaje, Levin apela a la multicausalidad y al paradigma de la complejidad:
Sus causas continúan siendo objeto de estudio y de controversia, pero algunas cosas sabemos. El enfoque más razonable parece ser el multifactorial. Hay factores internos al sujeto y factores externos, cuya combinatoria es variada y requiere de enfoques flexibles y especializados que permitan el abordaje desde la complejidad y sin reduccionismos. Cerebro, genes, infancia, biografía, personalidad, crisis externas e internas, psicología, violencias de todo tipo, historia, lenguaje, vínculos, inequidad social, son algunos de los factores involucrados. Somos 100% biológicos y 100% culturales, afirmaba el filósofo Edgar Morin para salir de la trampa de los porcentajes e invitarnos a pensar lo complejo.

Lo que Levin dice es muy cierto y pese a que no lo da como indicación clínica (más bien es algo que se dice en todos los círculos académicos), sí podemos sacarle "leña". Lo que se llama "depresión (del estado de ánimo)" es más bien un complejo campo, más que un cuadro clínico específico. Conocemos las depresiones por causas médicas como los casos del hipotiroidismo o por consumo de ciertos anticonceptivos, pero también encontramos duelos patológicos, inhibiciones. Incluso, recientemente en este blog rescatamos a la vieja neurastenia, que implica un desgano producto del malgasto energético en la masturbación compulsiva, que pocas veces suele llamarle la atención a los profesionales.