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viernes, 3 de junio de 2022

Teorías de las psicosis: la escuela inglesa y algunos contrapuntos con Lacan

Melanie Klein

Klein es quien inicia la escuela inglesa, posterior a Freud. Hace un aporte original que se opone a la concepción freudiana. 

Melanie Klein conoció a Freud en 1918, en el 5° Congreso Internacional de Psicoanálisis, a los 36 años. Freud tenía 62 años. Klein nació en 1882. Es decir, tenían una diferencia de casi 30 años de edad. Klein quiso estudiar medicina, pero las mujeres no eran aceptadas. Ella escuchó "Nuevos caminos en la terapia psicoanalítica", que es el texto que se publicó un año más tarde. 

Klein se analizó con Ferenczi, quien la alentó a una terapia con Anna Freud. Ambos le sugirieron encarar el trabajo con niños, que en ese momento era una deuda en psicoanálisis. Ella comenzó a investigar y entró a la Sociedad de Investigación de Psicoanálisis.

Los aportes fundamentales de Klein es la de un narcisismo primario, que se contrapone al de Freud, pues este es previo al de la la constitución freudiana. para Klein, el narcisismo se constituye en los primeros meses de vida.

Para Klein, las relaciones objetales son primarias y tampranas, con unas forma de transferencias que son distintas a las planteadas con Freud, que implican un campo distinto al planteado por Freud en los años 15 y 16. Se trata de una psicología que comienza con el lactante. Esto permite pensar el funcionamiento de la psicosis, con un aparato psíquico más primario, basado en tres eventos:

1) La posición esquizo paranoide, que fundamentalmente está presente en las psicosis, donde hay un punto de fijación en esta etapa.

2) Una posición depresiva.

3) La psicosis en Klein está basada también en un psiquismo más arcaico producto de una escisión psíquica más temprana de la que Freud detallaba, con objetos -algunos totales y otros parciales. Un Edipo temprano (primeros meses de vida, en comparación a la media infancia del freudiano). Klein también ubica un superyó temprano, mucho más severo que el superyó freudiano.

La idea del Edipo está tomada de Karl Abraham. La idea que Freud tomó de allí fue la idea de etapas de la libido psicosexual. De esta manera, Abraham tomaron la idea de que se iniciaba con la etapa oral y que progresivamente va tomando otras zonas, como la anal, la genital. Abraham habla de una etapa oral (primaria, canivalística; secundaria, de succión), una etapa anal (retentiva y expulsiva) y lo mismo para la etapa genital, que es la infantil y la adulta. 

La libido, que puede en algunos momentos traumáticos retroceder a estos puntos de fijación, supone por ejemplo que la etapa oral de succión está emparentada a la esquizofrenia, mientras que las psicosis maníaco depresivas están relacionadas a una regresión a la etapa sádica canivalística. la melancolía, por su parte, la paranoia corresponde en su primer fase a la etapa anal. Las neurosis se relacionan con la segunda etapa anal (para las neurosis obsesiva) y la etapa genital (histeria). 

En las psicosis hay que tener en cuenta el concepto de identificación proyectiva. 

En psicoanálisis hay dos posturas respecto a la psicosis. Una es la de genesia psíquica -por poner un término psicopatológico- y otra es la de regresión ó forma involutiva del psiquismo. esta es la posición freudiana y de gran parte de la escuela inglesa. En lacan no se ubica una regresión, sino que lo encontramos es una posición no lograda en las etapas de la libido. de esta manera, ante un hecho traumático y un episodio de frustración, lo que para lacan hay es una detención en esas etapas del desarrollo.

Klein supone que la posición esquizoparanoide mantiene una inaccesibilidad a la posición depresiva, que sería lo esperable en la evolución de la libido, marcada fundamentalmente por mecanismos de defensa mucho más primarios y cruentos:

- Para la esquizofrenia señala mecanismos de disociación extrema, proyección, introyección. 

- Pra la psicosis maníaco-depresiva, señala mecanismos de introyección y de identificación proyectiva. 

- Para la paranoia, corresponde los mecanismos de proyección, identificación proyectiva, racionalización.

Para Klein, las pulsiones son lo que producen esta primera etapa, con predominio de la pulsión de muerte y la creación de objetos parciales abundantes sobre los cuales se descarga la envidia, la hostilidad y la agresión. A partir de ellos y con la creación de este superyó temprano se generan objetos de castigo, objetos hostiles o retaliativos que conforman una fantasmática absolutamente paranoide y sombría. Con esta extrema escisión del mecanismo psíquico y de los objetos con el que el yo se relaciona, surge una angustia muy temprana y devastadora que Klein llamaba angustia de aniquilación, con la vivencia de una muerte inminente y mecanismos de defensa totalmente exacerbados, casi al borde de la omnipotencia, para hacer frente a estos temores. 

En la psicosis, el yo se encuentra extremadamente empobrecido y se encuentra afectada la relación entre el mundo externo e interno, la relación con los objetos, que aparecen en su fase totalmente hostil. la escisión psíquica es abrumadora y predomina una confusión en el psiquismo. esta identificación proyectiva es, en términos de Freud, la más originaria de las relaciones objetales. Incluso, la identificación señalada por Freud en 1914 y la forma de identificación más temprana, con un tipo de vinculación narcisista al objeto.

La concepción kleiniana hace perder un poco lo que podría ser el estatto energético y económico de la metapsicología freudiana. La clave es que el modelo para pensar la psicosis es Klein es la esquizofrenia, mientras que en Lacan el modelo es la paranoia. Lacan rara vez habla de la esquizofrenia, de hecho en el seminario III cuando habla de "Vengo del fiambrero" habla de los aspectos paranoicos, pero no dice que se trata de una esquizofrenia.

Donald Winnicott

Winnicott hizo una especie de transición entre Freud y Klein y presentó unas controversias con la teoría de Klein y se acercó más a Freud.

Notablemente, Winnicott toma en su obra el concepto de prematuración, mientras que de Klein toma el concepto de las relaciones objetales tempranas o arcaicas. No obstante, toma distancia de algunas concepciones kleinianas y se podría decir que en algunos aspectos se podría decir que se acerca a las aproximaciones de Lacan, quien le reconoció la creación del objeto a, aunque también dijo que fue parcial. Quien sugirió la creación del objeto a fue Winnicott con la creación del objeto transicional.

Dos aportes importantes de Winnicott son la creación del espacio transicional y el objeto transicional. También hizo incapié en la madre, como Klein, en todo lo que es la organización del aparato psíquico y sus posibilidades y detalló tres aspectos de la madre, cuyo aforismo es la de "suficientemente buena", esa madre que debe fallar necesariamente en su función para que pueda abrir, en términos lacanianos, un andarivel entre la demanda y el deseo.

La primer función materna es la llamada holding o de tenencia, que es la manera en que la madre sostiene al bebé de manera afectuosa, implicando una relación física y emocional con el bebé.

Otra función es la de handling, es decir, el manejo, la manipulación, que permite la unión, la asociación entre lo psíquico y lo somático, constituyendo una diferencia entre la realidad y la irrealidad. Al mismo tiempo, lo corporal permite ir construyendo una organización visomotriz y la experiencia de un yo verdadero.

La tercera función es la de object presenting, es decir, una especie de presentadora objetal. Posiblemente la función más importante en las funciones paternas, que implica mostrarle los objetos al bebé, teniendo la posibilidad de poder manejar las angustias del bebé. Se trata de una forma de transferencia que Bion toma y que implica el establecimiento de una modalidad transferencial en la cual la madre puede tomar los sentimientos angustiosos del bebé y transformarlos en sentimientos menos inquietantes. Es lo que en Bion veremos como función alfa y función beta. Es una idea de cuidado y de protección de los impulsos del bebé, que son amortiguados por la madre. 

Winnicott dice que la posibilidad de la madre es lo que fomenta un buen yo, más sano, con mejores aptitudes para habitar el mundo. 

Cuando pensamos en la psicosis, se piensa en fallas en esta relación temprana con la madre. El padre, hasta aquí, tiene un papel más secundario.

Margaret Mahler

Más que en la psicosis, a Margaret Mahler se la reconoce más en sus aportes respecto al autismo. La concepción del autismo de Mahler no es la misma que el de leo Kanner o el de Asperger. Inicialmente la cuestión del autismo no se diferenciaba de las psicosis. Aún se discute la presencia de la psicosis infantil, sobre todo si se tiene en cuenta los fenómenos alucinatorios en la infancia. 

Mahler nombró 4 etapas en la evolución del aparato psíquico. Las fallas en alguna de esas etapas da origen al autismo y la psicosis. En 1977, ella crea por primera vez el concepto de psicosis autista infantil como una especie de autismo normal, una fase de evolución psíquica que se puede superar o detenerse allí y generar una patología. esto se da en las primeras semanas de vida y supone, según ella describe, suponen un estado crepuscular de la conciencia, donde no se da una clara diferenciación entre el yo y no-yo. Habría, por este efecto, satisfacciones que tienen un carácter más alucinatorio, con predominio de mecanismos omnipotentes. Mahler supone que estas satisfacciones se dan porque la los órganos de la sensopercepción todavía no están suficientemente investidos para conectarse adecuadamente con el mundo externo, creando esta especie de confusión entre lo interno y lo externo.

La segunda etapa la llama fase simbiótica normal, suponiendo que hay una simbiosis normal entre el bebé. Una tercera etapa es la de fase de separación y de individuación, con subfases, ubicadas a los 6-7 meses de vida. Hay una subetapa de diferenciación, otra de ejercitación y culmina a los 16-25 meses de vida, donde se da la última, que es la de constancia del objeto libidinal.

Si uno tomara las posiciones de Mahler y de Klein, habría que hacer una disgregación para más o menos hacer un contrapunto con la concepción freudolacaniana. Si uno pensara en el concepto de identificación primaria, tal como la planteó Freud y Lacan, habría que decir que estas fechas son situables: el tercer mes y el octavo. 

En el tercer mes describimos la primer fase de incorporación del signo en el cachorro humano, es decir, una primera fase de identificación imaginaria pasiva de los rasgos de la especie humana. Es la etapa de los gorjeos de los chicos y la etapa en la que los chicos responden a la sonrisa humana. Aquí el niño empieza a reconocerse como parte de la especie.

Al octavo mes, se produce dentro de la identificación primaria dos estapas. Una tiene que ver con lo que Freud llama la identificación al padre muerto, el Nombre-del-Padre en Lacan. La falla en esta identificación con inscripción al padre simbólico lleva al campo de la psicosis. 

Luego de esta primera identificación hay otra que es la identificación a la imagen especular, que básicamente es lo que plantea Lacan con el estadío del espejo, solidaria con que Abery planteara el concepto de signo en el espejo. Él descubrió que en los pacientes esquizofrénicos, cuando se producen los primeros síntomas antecedentes al desencadenamiento psicótico, empiezan a tener dificultades para reconocerse en el espejo. Hay una pérdida de esa identificación temprana de sí mismos frente al espejo. Con lacan esto lo pensamos desde el narcisismo primario, que se trata de una falla de esta segunda etapa de Mahler, alrededor del octavo mes, donde por efecto de la madre que hace ver a su bebé en el espejo, ella anticipa en esa prematuración un cuerpo imaginario. 

Es decir, la madre logra unir dos elementos separados (el jarrón y las flores) y forma una imagen virtual e imaginario (lado derecho) que es la ilusión de un cuerpo unificado. Esa imagen especular, representada por el jarrón y las flores completa, es a veces lo que puede fallar y cuando las fallas están antes de la incorporación del lenguaje hablamos del autismo, cuando esta identificación falla después de la identificación al lenguaje, hablamos del campo de las psicosis. Si hubo ingreso del significante, de la letra o no.

Bion

Bion supone una transición de la escuela inglesa, hacia la posición de Meltzer, considerado como un post-bionista.

Bion construyó una especie de vértice, un punto de vista original dentro de la escuela  y su gran aporte fue pensar una personalidad compuesta, por una parte, psicótica y enferma que se asocia con las esquizofrenia y una parte neurótica y no psicótica. Bion retoma la idea de identificación proyectiva y le da un sesgo más importante. Propone que la identificación proyectiva patológica es la consecuencia de la psicosis, produciendo una escisión masiva con un yo muy frágil y precario, intolerante a la frustración, con predominio de impulsos destructivos hacia el sujeto y los objetos, una exacerbación de los vínculos destructivos a ese objeto, un pensamiento en los que predominan los elementos beta. La madre tendría la función de transformar estos elementos beta en alfa. La madre podría, en esa función, recibir, metabolizar y contener esos elementos y devolvérselos al bebé, en esa transferencia que tiene con él, donde los temores, las ansiedades, los sentimientos hostiles se pudieran tornar en emociones un poco más benignas. 

La fragmentación de los objetos proyectados en las psicosis y las primeras etapas de la vida normal del bebé producen un yo, objetos y vínculos totalmente primarios, donde Bion dice que aparecen objetos bizarros que son restos del yo, con el superyó y esos objetos beta, con esas ansiedades tempranas y persecutorias. 

A Bion se le debe el sintagma de terror sin nombre, una sensación extrema a la que está expuesto un bebé en estas primeras etapas. Sobretodo cuando una madre no puede ocupar esta función materna.

Meltzer

Tiene aportes bastante originales en lo que refiere a las psicosis, aunque es un autor que cuesta seguirlo. 

Meltzer produce una exploración original sobre el autismo, más que de la psicosis. En esta confusión que se dio sobre el autismo, justamente, en 1979 escribió "Exploración sobre el autismo" mencionó conceptos como el de identificación adhesiva y fenómeno de desmantelamiento. Cuando estos fenómenos están presentes, llevan al autismo. 

Meltzer retomó el copncepto de función materna de Winnicott y en su concepción del autismo entró en una confrontación bastante clara con Melanie Klein. 



jueves, 24 de febrero de 2022

Algunas consideraciones sobre el pequeño Dick de M. Klein

 Presentación:

En el siguiente texto me ocupo de algunos aspectos del llamado Caso Dick, presentado por Melanie Klein, hacia 1930, en “La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo”, incluido en Contributions to Psycho-Analysis”, retomado de manera indirecta en “Contribuciones al Psicoanálisis”, y en “Amor, culpa y reparación”. En este marco voy a describir los antecedentes familiares e individuales. El motivo de consulta y la cuestión del diagnóstico. Las diferentes sesiones y las conclusiones teóricas. Durante este recorrido e intercalado comentarios y apreciaciones sobre el caso de diversos autores, entre ellos, A. Segal, Winnicott, y J. Lacan.

Melanie Klein presenta a Dick, de cuatro años, cuya pobreza de vocabulario y pensamiento le sirvió a  la autora para ubicarlo en el contexto de un niño de 15 o 18 meses. El historial fue escrito y publicado cuando el pequeño aún se encontraba en tratamiento (unos seis meses). Esta actitud (de publicar el material durante el análisis) fue desaconsejada por Freud. Es uno de diversos historiales de niños y adolescentes construidos por Klein, recordemos a: Félix (13 años), Rita (2 años y 9 meses), Pedro (3 años y 9 meses), Erna (6 años), Richard (10 años, primo de Dick, 6 años menor). El material que brindaron estos y otros niños, posibilitó el desarrollo del juego como técnica, que puede ser descripta como aquella que accede y comprende el juego a la luz de las condiciones y reglas propuestas por Freud (1900a) en “La interpretación de los sueños”. (Antar, 2008)

La importancia de este trabajo radica en que posibilitó el camino para el análisis de niños psicóticos. A la par que estimuló la investigación de la formación de símbolos.

La cuestión del diagnóstico:

Previo al análisis, el pequeño, había sido diagnosticado, por su coincidencia con las exteriorizaciones patológicas de los adultos, como un demente precoz. Al respecto, Klein escribe: “se trataba de un caso caracterizado por una ausencia casi total de afectividad y de angustia, gran alejamiento de la realidad y falta de accesibilidad, así como de rapport emocional, conducta negativista alternando con indicios de obediencia automática, indiferencia ante el dolor, perseveración -síntomas todos característicos de la demencia precoz-. Hasta aquí el diagnóstico es sólo descriptivo-sintomático. Luego, Klein agrega que esta evaluación se verificaba también porque puede excluirse la presencia de cualquier enfermedad orgánica, así lo puso de manifiesto el examen” (previo) y en segundo lugar porque pudo ser abordado con recursos de la psicología. También descartó la posibilidad de una psiconeurosis.

Para Klein hay dos cuestiones que hacen obstáculo al mencionado diagnóstico: a) En Dick se trataba de una inhibición del desarrollo, más que de una regresión y b) la demencia precoz tiene poca incidencia en la infancia, por lo que algunos autores no aceptan su presencia en la niñez.

Sin embargo, la autora, por su experiencia había llegado al convencimiento de que la esquizofrenia infantil era mucho más frecuente de lo admitido. En este contexto Klein propone ampliar el concepto de esquizofrenia y de psicosis como se presentan en la infancia, y ubica a Dick en el marco de la esquizofrenia infantil. Considera que si bien difiere de la esquizofrenia típica en que se trataba de un caso de inhibición del desarrollo, cuando habitualmente se trata de una regresión luego que el niño ha superado ciertos momentos del desarrollo. Agrega, que a la condición poco común del cuadro se añadía, en Dick, la gravedad del caso.

Por otra parte, Anna Segal en su libro sobre “Melanie Klein” considera que el diagnóstico probable de Dick sería el de autismo precoz, configuración clínica aislada por Kanner, en 1943. Por su parte, Frances Tustin afirma que el diagnóstico de autismo psicógeno podría adecuarse mejor a las características del caso clínico.

Presentación clínica

            Dick no se adaptaba a la realidad, tampoco sostenía vínculos emocionales con su entorno; se mostraba indiferente ante la presencia o ausencia de la madre o niñera. Al respecto Klein relata: “Desde el principio, sólo rara vez había manifestado angustia (...). No jugaba, y habitualmente sólo articulaba sonidos ininteligibles y repetía monótonamente ciertos ruidos”.

La madre informa que el niño presentaba una actitud negativa, que lo llevaba a realizar lo contrario de lo que se le pedía: “Por ejemplo: si la madre lograba hacerlo repetir junto con ella algunas palabras, con frecuencia Dick las alteraba completamente, aunque otras veces podía pronunciar perfectamente esas mismas palabras. Además, a veces repetía correctamente las palabras, pero seguía repitiéndolas en forma incesante y mecánica hasta que hartaba a todos”. A esta modalidad de rebeldía y obediencia Klein la diferencia de similares manifestaciones de un niño neurótico en función de dos parámetros: La oposición y obediencia del pequeño neurótico cursa siempre con afecto y cierta comprensión, en cambio, las exteriorizaciones de Dick carecían de ambos ingredientes (afecto y comprensión)”.

Por otra parte, mostraba insensibilidad al dolor cuando se lesionaba y no trataba de ser consolado. Era torpe en su motricidad y no podía utilizar cuchillos ni tijeras, sin embargo, y era llamativo que pudiera usar normalmente la cuchara con la que comía.

Historia Previa:

Klein afirma que el desarrollo quedó afectado -si bien el niño fue cuidado-, no recibió verdadero amor, ya que la madre se vinculaba con el niño desbordada por una intensa angustia.

Su lactancia fue tormentosa, “(...) durante varias semanas la madre había insistido en una infructuosa tentativa de amamantarlo, y el niño había estado a punto de morir de inanición. Se había recurrido entonces a la alimentación artificial. Sólo a las siete semanas se contrato a una nodriza, aunque sus mamadas no mejoraron. Tuvo problemas digestivos, prolapso anal y hemorroides.

Su padre y su niñera casi no le mostraron afecto. “Cuando tenía dos años de edad, tuvo una nueva niñera, hábil y afectuosa, y, poco después, pasó una larga temporada con su abuela, que era muy cariñosa con él. (...) Había aprendido a caminar a edad normal, pero hubo dificultades para enseñarle el control esfinteriano. Bajo la influencia de la nueva niñera, adquirió hábitos de limpieza mucho más rápidamente. A los tres años ya se controlaba y, en este punto demostraba realmente cierto grado de ambición y celo. Era sensible a los reproches, alrededor de los cuatro años la niñera lo encontró masturbándose y le dijo que era un acto “malvado” y se lo prohibió, lo que dio lugar a culpas y miedos. También a los cuatro años se esforzó por adaptarse a las exigencias externas, principalmente, procurando aprender mecánicamente nuevas palabras.

Por otra parte, y desde los primeros días la alimentación de Dick presentó complicaciones. Con la nodriza no expresó ningún deseo de mamar, rechazo que persistió en el tiempo. Luego se negó a tomarla mamadera y posteriormente se resistió a morder los alimentos más sólidos, sólo aceptaba papillas aunque a veces había que forzarlo. Con la nueva niñera mostró mayor interés por la comida, pero, las dificultades principales subsistieron. A esta producción Maldavsky (1986) la considera un núcleo de anorexia infantil vinculado a un duelo patológico.

Al cabo del primer año, la madre consideró que el niño era anormal, lo cual se debe haber constituido en un obstáculo. Klein postuló que en Dick lo “genital” había cobrado eficacia en una época muy temprana, lo que dio lugar a una exagerada identificación con el objeto atacado, lo que posibilitó una defensa prematura contra el sadismo. El análisis de los primeros niños, le permitieron a Klein postular una "fase de sadismo máximo". Esta incluía la segunda etapa oral y la primera etapa anal de las consideradas por Karl Abraham en 1924. En ella emergen el deseo de conocimiento y los momentos tempranos del conflicto adípico. Esta fase es la precursora de la "posición paranoide" (1946), que posteriormente recibe el nombre de "posición esquizo-paranoide" (1952), al incorporar algunos conceptos de Fairbairn. (Antar, 2008)

El pequeño Dick era indiferente a gran parte de los objetos y juguetes, y no entendía su finalidad. A pesar de esto le interesaban los trenes, las estaciones, las puertas, los picaportes, y abrir y cerrar las puertas.

            Klein relacionó el interés de Dick por objetos y acciones con la penetración del pene en el cuerpo de la madre. Así, las puertas y cerraduras remitían a los orificios de entrada y salida del cuerpo materno, mientras que los picaportes representaban el pene del padre y el también el propio. En este contexto lo que había generado el freno de la formación de símbolos era el temor al castigo que tendría fundamentalmente por parte del pene del padre, cuando se encontrase en el cuerpo de la madre.

“Además, sus defensas contra sus propios impulsos destructivos resultaron un impedimento fundamental de su desarrollo. Era absolutamente incapaz de cualquier agresión, y la base de dicha incapacidad estaba señalada en un período muy temprano en su rechazo a morder los alimentos. A los cuatro años, no podía manejar tijeras, cuchillos ni herramientas y era sumamente torpe en todos sus movimientos (...)”. Con relación a las dificultades alimentarias en este contexto Klein las consideró como una defensa ante la psicosis. Maldavsky, por su parte, ubica esta problemática (la anorexia) en el contexto de las configuraciones adictivas, en este caso, Dick no podía dejar de no comer.  

1era. hora analítica:

Cuando la niñera partió no expreso afecto alguno, y siguió a Klein al consultorio con total indiferencia. “Allí corrió de un lado a otro sin ningún propósito, y correteó varias veces a mí alrededor como si yo fuese un mueble más, pero no mostró ningún interés hacia los objetos del cuarto. Al correr de un lado al otro, sus movimientos parecían carecer de coordinación. La expresión de sus ojos y su rostro era fija, ausente y falta de interés (...)”. Lacan (Seminario I) afirma que Klein a pesar de ser ubicada en el lugar de un objeto inanimado (como un mueble) apela a la palabra, le habla, nombra los objetos que los rodean.

Así, cuando la analista le presenta los diversos juguetes, el pequeño los mira pero sin ningún interés: “Tomé entonces un tren grande, lo coloqué junto a uno más pequeño y los designé como "Tren papito" y "Tren Dick".[1] Entonces él tomó el tren que yo había llamado Dick, lo hizo rodar hasta la ventana y dijo: "Estación".[2] Expliqué: "La estación es mamita; Dick está entrando en mamita". El niño dejó el tren y corrió hasta el espacio ubicado entre las dos puertas de la habitación, y pronunció: "oscuro", y salió corriendo, lo que repitió varias veces. Klein intervino: "Dentro de mamita está oscuro. Dick está dentro de mamita oscura". El niño tomó de nuevo el tren, pero luego se ubicó otra vez entre las puertas. Mientras la analista le decía que “él estaba entrando en la mamita oscura”, Dick pronunció dos veces en tono interrogativo: "¿Niñera?" Klein le respondió: "Niñera viene pronto", el pequeño repitió la frase correctamente.[3]

2da. hora analítica:

Klein afirma que en esta sesión, el niño, se comportó de manera similar a la anterior, con la diferencia de que salió corriendo del consultorio hacia un sector oscuro del vestíbulo, donde dejó el tren, mientras preguntaba con insistencia: "¿Viene niñera?"

3era. hora analítica:

En esta entrevista la actitud de Dick fue semejante a la anterior, “sólo que además de correr al vestíbulo y entre las puertas, se escondió también detrás de la cómoda”. Pero se angustió mucho y llamó a Klein por primera vez. Preguntaba insistentemente por su niñera, a la que luego recibió con placer inusitado. “Vemos que simultáneamente con la aparición de la angustia había surgido un sentimiento de dependencia, primero hacia mí y luego hacia la niñera, y al mismo tiempo empezó a interesarse por las palabras tranquilizadoras: "Niñera viene en seguida"(...).”

Ahora bien, en esta sesión el pequeño miró, por primera vez, con interés los juguetes, evidenciando una tendencia agresiva. “Señaló un carrito de carbón y dijo: "Corta". Le di un par de tijeras y él trató de raspar los trocitos de madera que representaban el carbón, pero no pudo manejar las tijeras. Respondiendo a una rápida mirada suya, corté los pedazos de madera del carrito, que él arrojó en seguida, junto con su contenido, dentro del cajón; diciendo: "Se fue". Le dije que eso significaba que Dick estaba sacando heces del cuerpo de su madre. Fue entonces corriendo al espacio entre las puertas, y las arañó un poco, expresando de este modo que identificaba el espacio entre ambas puertas con el carrito y a ambos con el cuerpo de la madre, al que estaba atacando. En seguida regresó corriendo desde el espacio entre las puertas, vio el armario y se deslizó en su interior”.

4ta. hora analítica:

En esta sesión el niño lloró cuando la niñera partió y se tranquilizó rápidamente. Evitó el espacio que se encontraba entre las puertas, el armario y el rincón. Revisó y se  interesó por los juguetes. En este recorrido encontró el carrito que había roto en la  sesión anterior, y también su contenido. Dick empujó ambos hacia un costado y los tapó con otros juguetes. Klein le explica  que el carrito roto representaba a la madre, ante lo cuál el niño lo busca de nuevo, al igual que los pedacitos de carbón, y se los llevó al espacio entre las puertas.

Otras horas:

La autora nos dice que con el despliegue del análisis, el niño pudo derivar al exterior el objeto dañado y su propio sadismo mediante el juego. Dick se mostraba preocupado y ansioso cuando sumergía sus manos o las de la analista en el agua, y trataba de secarlas rápidamente. Una angustia similar manifestaba al orinar. Klein enlaza el lavatorio al cuerpo de la madre (lo simbolizaría) y considera que las materias fecales, la orina y el pene eran instrumentos con los que agredía el cuerpo materno, incluso a él mismo.

En cierto momento, Dick toma un hombrecito de juguete y se lo lleva a la boca: "Tea Daddy", lo cual significaba "Eat Daddy" ("Comer papito"). En seguida pidió un vaso con agua. La introyección del pene del padre demostró estar conectada a la vez con dos temores: el temor al pene como superyó primitivo y dañino, por un lado y, por el otro, el temor al castigo por la madre así robada, es decir, el temor al objeto externo y al objeto introyectado. (...) Por esa razón, Dick volvía a depositar sobre mi falda o en mis manos el hombrecito de juguete, guardaba todo otra vez en el cajón, etc. (...) Una vez, por ejemplo, Dick vio sobre mi falda algunos recortes de madera de lápiz y dijo: "Pobre Sra. Klein".[4] Pero en otra ocasión similar dijo, en el mismo tono: "Pobre cortina". Simultáneamente con su incapacidad para tolerar la angustia, su prematura empatía había sido un factor decisivo en la represión de sus impulsos destructivos. (...)”.

            La fantasía y las formaciones simbólicas permitieron el acceso a lo inconciente, disminuyendo la angustia latente, de manera que cierta angustia logró exteriorizarse.  “Pero esto implicaba que la elaboración de dicha angustia comenzaba con el establecimiento de una relación simbólica con cosas y objetos, y al mismo tiempo se movilizaron impulsos epistemofílicos y agresivos”. Todo avance en el tratamiento implicaba la liberación de nuevos montos de angustia, que lo apartaban en cierta medida de aquellas cosas con las que tenía vínculos afectivos, y que, se habían constituido en objetos de angustia. “Al apartarse de ellos, se dirigía hacia nuevos objetos, y éstos también llegaban a convertirse en el objetivo de sus impulsos epistemofílicos y agresivos. Así, por ejemplo, durante algún tiempo Dick evitó totalmente el armario, pero en cambio se ocupó de investigar a fondo el lavatorio y la estufa eléctrica, examinándolos con toda minuciosidad y manifestando una vez más impulsos destructivos contra dichos objetos. Luego transfirió su interés a cosas nuevas y también a otras con las cuales ya había llegado a familiarizarse anteriormente, y que había luego abandonado”. Mostró de nuevo interés por el armario, con mayor curiosidad y agresión.

Junto con el aumento de intereses y el establecimiento de una transferencia cada vez más intensa hacia mí, había aparecido la relación de objeto que hasta entonces faltaba.

Con el transcurso del tiempo se fue configurando una afectuosa relación con la madre, la niñera y el padre.

Técnica                             

            En este caso Klein introduce modificaciones en sus recursos técnicos. (...) En general, no interpreto el material hasta tanto éste no ha sido expresado a través de varias representaciones, pero en este caso, en que la capacidad de expresión por medio de representaciones casi no existía, me vi obligada a interpretar sobre la base de mis conocimientos generales, pues en la conducta de Dick las representaciones eran relativamente vagas. Al lograr por este medio acceso a su inconsciente, pude movilizar angustia y otros afectos. Gracias a esta modalidad de intervención las representaciones fueron más fluidas y completas, lo que le permitió a Klein pasar paulatinamente a la técnica que utilizaba en el análisis de niños pequeños.[5]

            Al exteriorizarse la angustia, Klein recurrió a la interpretación y a la distribución para su elaboración, sobre nuevos objetos e intereses. Considera que se logró hacer evolucionar al yo y a la libido con el sólo recurso del análisis de los conflictos inconscientes, sin  ninguna influencia de carácter educativo como solía proponerlo Ana Freud.

            Para Klein el simbolismo revelado por diversos detalles en la técnica del juego (aunque no se limita a lo lúdico) permite el acceso a la angustia del pequeño, por lo cual su incapacidad para hablar no fue el mayor problema de este análisis. Considera que en Dick el simbolismo no se había desarrollado, debido a la carencia de una relación afectiva con su medio. A pesar de estas dificultades Klein procura realizar el análisis del inconsciente a partir del yo.

Bibliografía:

Antar R. (2008) El ingreso de Dick al campo de la clínica psicoanalítica. Revista Dick. Nro. 1

Klein M., (1930), “La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo”, en Contributions to Psycho-Analysis”-

Lacan J. (1953/54) Los escritos técnicos de Freud. Inédito

Maldavsky (1986) Estructuras narcisistas. Amorrortu Editores.

Winnicott; D. (1965): Carta a Michael Fordham En El gesto espontáneo. Paidós, Bs. As., pag. 240


[1] Al respecto, Lacan (Seminario I), nos dice que: “(...) Melanie Klein le enchufa al pequeño Dick el simbolismo! Comienza de entrada lanzándole las interpretaciones mayores”.

[2] Cuando se pone a jugar con su trencito, y pronuncia la palabra estación, Lacan (Seminario I) considera que es “Momento crucial en el que se esboza la unión del lenguaje con el imaginario del sujeto”.

[3] “Melanie Klein le devuelve lo siguiente: La estación es mamá, Dick entrar en mamá. A partir de ese momento todo se desencadena. Ella sólo hará este tipo de cosas, ninguna otra. Rápidamente el niño progresa. Es un hecho.

¿Qué ha hecho Melanie Klein? Tan sólo aportar la verbalización. Ha simbolizado una relación efectiva: la de un ser, nombrado, con otro ser. Ha enchapado la simbolización del mito edípico, para llamarlo por su nombre. A partir de entonces, y después de una primera ceremonia, que consistirá en refugiarse en el espacio negro para volver a tomar contacto con el continente, la novedad surge para el niño”(Lacan - Seminario 1).

[4] Lacan (Seminario 1) comenta que el niño presenta posibilidades empáticas. Fundamentalmente cuando “observa sobre la ropa de Klein virutas de lápiz, ‘Poor Melanie Klein’”.

[5] Para Winnicott (1965) las interpretaciones son sólo un recurso más del tratamiento. Incluso, en pacientes psicóticos o graves, las considera contraindicadas en un primer momento, dado que la conflictiva se centra en fallas de la adaptación ambiental ocurridas. En casos como el de Dick, Winnicott no procuraría hacer conciente lo inconsciente, sino en apelar a la regresión. Al respecto Winnicott (1965), menciona el tratamiento de un niño autista en una carta dirigida a Michael Fordham: "Sé de un niño autista que fue tratado mediante interpretaciones muy inteligentes y progresó bastante. Sin embargo, lo que puso en marcha el tratamiento fue algo que hizo su primera analista, y lo extraño es que jamás pude conseguir que su segundo analista reconociera la importancia de lo que paso a describir... La doctora Hall se encontró con este niño, que se había vuelto autista después de ser normal, y se sentó en el cuarto con él y estableció una comunicación haciendo todo lo que él hacía. Si él se quedaba quieto en su asiento durante un cuarto de hora, y luego avanzaba un poco uno de sus pies, ella avanzaba uno de sus pies. Él movía un dedo y ella lo imitaba; y así siguiendo durante largo tiempo. A partir de estos indicios, todo mostró signos de desarrollo, hasta que ella murió". Winnicott está de acuerdo con las intervenciones de la analista, que procura lograr una reestructuracíón del yo, mediante un recurso especular (el semejante). Sobre el segundo psicoanalista dice: "si yo hubiera podido lograr que el inteligente analista se sumase a todo esto, creo que a la fecha podría haber algo parecido a una cura...".

Fuente: Moreira, Diego, "Algunas consideraciones sobre el pequeño Dick de M. Klein"

miércoles, 21 de octubre de 2020

Etiología de la esquizofrenia en Melanie Klein: La posición esquizo-paranoide.

Melanie Klein adjudicó a la actividad de las fantasías un desempeño preponderante durante las primeras experiencias vitales. La fantasía inconsciente es una expresión mental de los instintos o pulsiones, y por consiguiente, existe como éstos desde el comienzo de la vida. El aparato psíquico relaciona el instinto con la fantasía de un objeto adecuado a él de modo que, para cada impulso instintivo hay una fantasía correspondiente. Por ejemplo, el bebé somnoliento que mueve la boca con expresión placentera y hace ruidos de succión o se chupa los dedos, fantasea que está realmente succionando o incorporando el pecho, y se duerme con la fantasía de tener el-pechoque-da-leche realmente dentro de sí. En forma similar, el bebé hambriento, furioso, que grita y patalea, fantasea que está realmente atacando al pecho, desgarrándolo y destruyendolo, y vivencia sus propios gritos que lo desgarran y lastiman como el pecho desgarrado atacándolo en su propio interior. 

Cuando el sujeto proyecta una alucinación desiderativa o fantasía de realización de deseos en un estado de privación, está evitando la frustración de una realidad externa displaciente pero también se esta defendiendo contra la realidad de su propia hambre y de su propia ira, o sea, contra su realidad interna. 

El concepto freudiano de realización alucinatoria de deseos implica un yo capaz de establecer una relación objetal en la fantasía. En las primeras etapas del desarrollo el yo es lábil, se halla en constante fluencia, su grado de integración varía de día en día y hasta de un momento a otro; aquí el yo está expuesto a la innata polaridad y conflicto de las pulsiones de vida y muerte; el yo deflexiona la pulsión de muerte y el miedo original a ésta se transforma en miedo a un perseguidor. La intrusión de la pulsión de muerte se siente objetivada en el pecho escindiéndolo en muchos pedazos, de manera que el yo se encuentra a merced de multitud de perseguidores. El niño experimenta estados atribulados de ansiedad relacionados con sentimientos de frustración e impulsos de muerte, los cuales generan miedo a la propia aniquilación y son causa de ansiedades persecutorias. El superyó (instancia psíquica censora y prohibitiva que es presentida al transgredirla como sentimiento de culpa) aparece entre los 2 y 4 meses aproximadamente, iniciándose con las primeras introyecciones orales (la introyección es un mecanismo que busca, en la medida de lo posible, internalizar todo lo bueno del exterior, y es el par antitético de la proyección que intenta externalizar lo malo del interior y objetivarlo). En la posición esquizoparanoide (O a 3 ó 4 meses aprox.) la ansiedad predominante es paranoide y el estado del yo y de sus objetos se caracteriza por la desintegración y la escisión que son esquizoides. 

El «pecho malo» o frustador es odiado y adquiere cualidades oralmente destructivas. En sus fantasías el niño muerde y ataca al pecho y siente que el pecho lo va a atacar en la misma forma por proyección. La expulsión de las heces simboliza un enérgico rechazo del objeto incorporado y va acompañada de sentimientos de destrucción. A medida que los impulsos uretrales y sádico-anales progresan, el niño ataca al pecho con orina y excrementos; luego siente que el pechó puede ser explosivo y venenoso para él, erigiéndose ideas persecutorias y devastadoras del pecho malo vengativo. La introyección de los objetos malos persecutorios es hasta cierto punto determinada por la proyección de impulsos destructores y malevolentes sobre el objeto. El deseo de proyectar maldad aumenta por el temor a los «perseguidores internos». La ansiedad es la responsable del incremento de los impulsos a destruir objetos externos. Los sentimientos persecutorios aumentan aún más las ideas del «pecho bueno» en el deseo de que el pecho sea un refugio ante ellos. El periodo de fijación o clivaje de la esquizofrenia es en este momento de inmenso sadismo: la división del pecho en bueno y malo da origen a la sensación de que el yo está también disociado. El sadismo oral alcanza su nivel máximo durante e inmediatamente después del destete. Las ganas de chupar y morder dirigidas al pecho se extienden al interior del cuerpo de la madre que contiene más objetos parciales malos. «En los primeros meses de la existencia del niño, éste tiene impulsos sádicos dirigidos no sólo contra el pecho de su madre, sino también contra el interior de su cuerpo; impulsos de vaciar su contenido, de devorarlo y destruirlo por todos los medios que el sadismo puede sugerir» (M. Klein, 1934). La proyección hacia afuera de malos sentimientos y partes malas del yo produce persecución externa. La reintroyección de perseguidores origina ansiedad hipocondríaca. La proyección hacia afuera de partes buenas produce la ansiedad de quedar vacío de bondad e invadido por enemigos perseguidores. Para protegerse, el yo opta por el más desesperado de los intentos: la desintegración, hacerse pedazos y quedar pulverizado. La ansiedad no es sino la respuesta del yo a la actividad del instinto de muerte; ésta puede ser paranoide o depresiva. 

El buen desarrollo del bebé durante la posición esquizo-paranoide va a depender de que las experiencias buenas predominen sobre las malas. Las experiencias del bebé van a depender de factores internos y externos. La gratificación que proporciona el ambiente puede alterarse por factores internos hasta llegar a impedir tal gratificación. En esto intervienen tres emociones o impulsos básicos: la envidia, los celos y la voracidad. La envidia es la más elemental de estas emociones fundantes; es una relación de dos partes en que el sujeto odia al objeto por alguna posesión o cualidad. La envidia se experimenta fundamentalmente en función de objetos parciales (pecho, pene), aunque persista en relaciones de objetos totales (madre, padre) vistos como parciales, mientras que los celos implican una relación de objeto total. El objetivo de la voracidad es poseer todo lo bueno que pueda extraerse del objeto, pero la destrucción del objeto es contingente y no el fin. El fin es adquirir lo bueno a toda costa, estando, no obstante, impregnado de un vampírico instinto de muerte. Al atentar contra la propia fuente de vida y de amor, se la puede considerar como la primera externalización de la pulsión de muerte. 

El alimento percibido como habiendo formado parte del pecho, es en sí mismo destino de arremetidas envidiosas. La envidia utiliza la proyección -con frecuencia su mecanismo favorito-, por ejemplo cuando el bebé se siente repleto de ansiedad y de maldad, y siente que el pecho de la madre es una fuente de todo lo bueno, por envidia quiere estropear el pecho proyectándole partes malas y dañinas de sí mismo: en su fantasía lo ataca escupiéndole, orinándolo y defecándolo, con flatos y con la mirada penetrante proyectiva (el «mal de ojo»). 

A medida que se prosigue el desarrollo, continúan estos ataques dirigidos ahora contra el cuerpo entero de la madre (objeto total) y la relación coital de los padres (los celos). La envidia se puede fusionar con la voracidad, constituyendo así otro determinante del deseo de extinguir completamente al objeto, no sólo ya para poseer todo lo bueno, sino también para exprimirlo y destrozarlo a fin de que ya no contenga nada envidiable. Al atacar y arruinar al objeto bueno -que origina envidia- no se puede mantener el proceso de escisión en un objeto bueno y en uno malo persecutorio que es de capital importancia durante la posición esquizoparanoide. Un objeto «ideal» es aquel objeto perfecto y carente de toda maldad, siendo por esto mismo un objeto idealizado e inalcanzable fijado como fantasía contra los objetos malos y «extraños». Pero este recurso ha convertido a este objeto ideal en un verdadero encubridor de objetos parciales sumamente destructivos y persecutorios, quizás los más peligrosos de todos. 

Las defensas paranoides van a conducir a una confusión entre lo «bueno» y lo «malo» que interfiere en la escisión y va a impedir preservar al objeto bueno y la identificación con él, por lo tanto el desarrollo del yo debe sufrir necesariamente. Cuando la envidia es muy intensa lleva a la desesperación. Al no encontrar objetos buenos no hay esperanza de recibir amor y ayuda: los objetos arruinados y despedazados provocan incesante persecución y luego culpa durante la posición depresiva. 

Si estas experiencias malas superan a las buenas, se planteará un devenir patológico donde la realidad se vivencia en esencia como persecución. Se odia con vehemencia toda experiencia interna o externa. Cada diminuto pedazo en que ha sido fragmentado el objeto se convierte en una fracción violentamente hostil del yo u «objeto extraño». El bebé esquizoide vive en un mundo muy distinto ya al del niño normal, con quien compartía en un principio las mismas experiencias malas. Tiene su aparato perceptual dañado, se siente rodeado de objetos proyectados caníbales y voraces (los «objetos extraños»), sus vínculos con la realidad están cortados o son muy dolorosos, y su capacidad de establecerlos y de integrarse se ha desbaratado. 

La posición depresiva es un concepto de importancia suprema en la teoría de Melanie Klein y corresponde a una etapa posterior de ansiedad depresiva que oscila entre el tercer y sexto mes, y aún después, incluso hasta el final del primer año. Aquí el bebé puede distinguir objetos totales (personas), y crece su poder para expresar emociones. Su ansiedad depresiva está referida al miedo de perder al objeto amado y la motiva la posibilidad de que la propia agresión aniquile o haya aniquilado para siempre al objeto, siendo ésta la primera experiencia depresiva que padece todo ser humano. El amor, el odio, lo bueno, lo malo, se enlazan ahora a personas enteras. El temor de perder al objeto amado por haberlo oprobiado y estropeado ocasiona ansiedad depresiva y ésta a su vez aumenta la avidez. La ansiedad de sentir a la madre expuesta al peligro de ser aniquilada o desaparecida para siempre conduce al infante a una fuerte identificación a fin de asegurarse la permanencia interna del objeto envilecido y fulminado por su odio. Como en esta etapa surgen sentimientos de congoja, culpabilidad y arrepentimiento muy intensos, aparecen los impulsos de reparar al presunto objeto injuriado y agotado del abastecimiento nutricio. Los padres ambivalentemente amados durante la posición depresiva forman el núcleo del superyó. El niño debe identificarse con el objeto comiéndoselo para conjurar la maldad y la venganza. 

En la cúspide de la ambivalencia puede sobrevenirle la desesperación depresiva al recordar que ha amado, y que en realidad ama aún a su madre -la madre buena-, pero siente que ha atentado contra ella, que ya no la merece y que por tanto ha quedado desamparado y condenado. El conflicto depresivo es una lucha constante entre la destructividad del bebé y sus impulsos eróticos y reparatorios. El bebé cree omnipotentes sus impulsos tanto buenos corno malos. Las defensas maníacas contra la ansiedad depresiva se dan ante la sensación de haber perpetrado una atrocidad contra la madre en virtud de ser una «madre mala». Este es uno de los mecanismos ejercitados por el bebé durante la posición depresiva de odio. La negación de los sentimientos depresivos se puede conseguir temporalmente triunfando sobre ellos; esto está ligado a la derrota del objeto durante el primer ataque infligido por la retaliación depresiva. Este sentimiento de triunfo omnipotente coadyuva a no permitir que afloren los sentimientos de dependencia depresivos, que se evitarán, negarán o invertirán. El desprecio es una manera de negar la valoración del objeto, y por ende los sentimientos de pérdida y culpa. Más aún, es motivo para seguir ensañándose con él por envidia. En otro sentido, la realidad procura restaurar al objeto bueno internalizado amado y dañado. Dicha reparación puede usarse como parte del sistema de defensas maníacas, en cuyo caso adquiere las características maníacas de control, manipulación, negación y desprecio. 

El punto de fijación o clivaje de las enfermedades psicóticas yace en la posición esquizo-paranoide y en los comienzos de la posición depresiva. Cuando se produce una regresión a estos puntos tempranos del desarrollo, el sentido de la realidad se enajena y el individuo se psicotiza. Pero si se alcanzó la posición depresiva y se la elaboró por lo menos en parte, las dificultades que aparecen en el desarrollo posterior no son de carácter psicótico, sino neurótico. En este punto se puede advertir la génesis de la formación de símbolos. Al comienzo de la posición depresiva el superyó es vivenciado aún como muy severo y persecutorio -la madre o padre malos-, luego los impulsos reparatorios destinados a recomponer y restaurar los objetos buenos prefiguran las bases de la confianza, la creatividad, la sublimación y el amor futuro. Sólo a través de un proceso de duelo, culpa y nostalgia puede producirse una renuncia y expiación exitosas. La formación de símbolos resulta ser la consecuencia de una pérdida. La posición depresiva nunca se elabora completamente. Siempre tenemos ansiedades relacionadas con la ambivalencia y la culpa, y situaciones que reavivan experiencias depresivas de remordimiento («re-morder»). 

Fuente: Sparrow, César, "Explicaciones etiológicas de las psicosis" - Instituto de Investigaciones Psicológicas - UNMSM Revista de Investigación en Psicología Año II No. 2 138

miércoles, 3 de junio de 2020

¿En qué consisten la posición esquizoparanoide y la posición depresiva de Melanie Klein?

Lo primero que debemos saber es que ella habló de posición y no de etapas. La teoría de Melanie Klein es conocida como la teoría de las relaciones objetales. Describe cómo se posiciona el yo frente al objeto. Hablamos de posición, porque observamos cómo se posiciona el yo frente a ese objeto, cómo se relaciona.

Yo primitivo.

Para Melanie Klein, el niño ya nace con un yo precoz, llamado “yo primitivo” o “yo arcaico”. A la vez, aparece un objeto. No hay yo sin objeto y no hay objeto sin yo. En la realidad psíquica, siempre hay objetos.

Frente al trauma del nacimiento  se produce la angustia de aniquilamiento, que según Melanie Klein es fundante. Esto produce una impresión en el bebé, que es captada por un yo arcaico. Esta marca es tan fuerte, por la pulsión de vida y de muerte, que produce el mecanismo de escisión. Entonces hay 2 aspectos del yo: un yo bueno y otro malo. Esto ocurre porque el yo apenas puede determinar lo que es bueno y lo que es malo.


La sensación de gratificación o sentirse mal tiene relación directa con un objeto. Pero el niño no puede determinar si el bienestar o malestar viene de afuera o de adentro, así que piensa que viene desde afuera. Lo mismo pasa con el objeto, con la diferencia que el objeto se disocia en objeto bueno (aquel que me satisface) y objeto malo (aquel que me mortifica). Esta posición dura toda la vida, podemos amar y odiar a alguien en un determinado tiempo.

Posición esquizoparanoide (0 a 3-4 meses).

Lo esquizoide de esta etapa tiene que ver con la división entre bueno y malo. Lo paranoide tiene que ver con la ansiedad, el miedo al objeto malo. Si el yo se relaciona con un objeto (vivencias o sensaciones gratificantes o displacenteras), lo que se produce entre el yo y el objeto es una tensión. El sistema tensional está cargado de ansiedad. Como el yo es muy primitivo y tiende al mecanismo esquizoide (gratificación – displacer), esto produce ansiedad. Este sistema existe desde el primer momento de vida. 

La posición es muy primitiva, divide entre bueno y malo y está pendiente al sufrimiento de los objetos malos. Por la presencia de otros, el yo se va fortaleciendo.

En esta etapa los objetos son parciales, son objetos buenos o malos, es una visión parcial. Esta no es la única clasificación que podemos hacer del mundo. Las estructuras que quedan más impregnadas por esta posición son las psicóticas.

Este yo posee un nucleo y para que sea lo más normal y sano posible, va a tener que introyectar suficiente cantidad de objetos buenos que lo fortalezcan, le den autoestima y fortaleza yoica.

Aquellos bebés privados de situaciones gratificantes y cuidados, introyectan menos objetos buenos y más objetos malos. El yo queda debilitado.

En la psicosis, el paciente quedó relacionado con los objetos parciales y no con objetos totales, que se producen en la otra posición. Acá la defensa es la escisión y no la represión. Hay objetos buenos y malos y el psicótico va a tener una ansiedad paranoide, se siente perseguido por estar más relacionado con los objetos malos.

Introyección y Proyección.

Según Melanie Klein, la posición esquizoparanoide es un sistema defensivo. Se escinde el yo y simultáneamente se disocia el objeto (en buenos y malos). Idealizar algo es un mecanismo defensivo primitivo. Todos lo hacemos por haber pasado por eso, pero el neurótico puede darse cuenta.

A la disociación se le agrega la introyección, la proyección la idealización y el control omnipotente.

Introyección

El yo no tiene noción de lo interno y externo desde el inicio. Puede en esta etapa hacer esta diferencia entre lo externo y lo interno al yo. El yo quiere para sí las experiencias gratificantes, que son introyectadas para así formar parte del núcleo del yo. El bebé lo hace con ayuda de los padres. A veces, es necesario introyectar algo malo. El yo no siempre introyecta objetos buenos, a veces introyecta objetos malos. Introyectar objetos malos es una forma de conocerlos. El yo tiene un conocimiento que le permite defenderse mejor a posteriori. No solo se queda con el miedo, sino que se queda con el objeto para conocerlo y poder controlarlo. Otra función de hacer esto es que los objetos malos van a ser las representaciones de nuestros propios impulsos agresivos u hostiles. El yo lleno de objetos malos puede traer un sujeto con dificultades de agresión, en el lenguaje, etc.

Proyección

En el sentido más primitivo usado por Melanie Klein, proyectamos hacia afuera lo malo y lo que causa displacer o me irrita. El yo nunca está solo, donde desaparece el malo, aparece el objeto bueno. Cuando necesitamos gratificarnos con algo, es porque nos fue mal todo el día. La proyección es también un mecanismo primitivo. 

Idealización

Es una defensa del yo que protege de los impulsos. Idealizar a los objetos buenos los fortalece en la fantasía. Entonces me siento más protegido, más fuerte contra los objetos malos. Melanie Klein dice que es lógico que aparezca porque si los objetos son buenos y malos, puede aparecer la idealización o la desvaluación. Se puede idealizar lo bueno y lo malo.

Cuando se idealiza, algo se devalúa. Esto crea diferentes representaciones en el aparato psíquico, que produce fantasías que permiten al niño desarrollar su capacidad simbólica. Estas representaciones son fantasías de relaciones de objetos. Melanie Klein habla del mundo interno del niño, además del mundo externo que contenga. 

Control omnipotente.

Es el primo hermano de la idealización. Le hace sentir al niño que tiene controlada la situación. Es como si el niño dijera “Esto va a seguir así”. Defiende contra el miedo a perder el estado de bienestar y poder sobrevivir a los objetos malos (que los siente como si tuviera la intensión de matar al yo). El psicótico piensa que lo van a matar, tiene mucha angustia. La realidad del psicótico no es con el exterior.


Posición depresiva.

Si todo sale bien, el niño va a enfrentarse a un nueva posición relacionada con el polo perceptivo de la consciencia: eso que cambia (que el yo se posicione frente al objeto como venía) lo produce esta percepción nueva y totalmente diferente. Esta percepción implica percatarse que el objeto antes disociado es bueno y malo a la vez. En la percepción, se pasa de clasificar “pecho bueno – pecho malo” a la madre entera. El objeto ya no son 2, aparece un sentimiento novedoso que es la culpa. La culpa es por haber dañado o maltratado a ese objeto  malo, que ahora también es bueno. Esta culpa es muy primaria, es de la etapa oral, entre la posición esquizoparanoide y la posición depresiva.

Melanie Klein piensa que el superyó no surge a partir del Complejo de Edipo, sino que se crea en esta etapa depresiva. Hay un Edipo temprano.

Frente al daño que el niño le produjo al objeto, éste se defiende con la negación maníaca: trata de negar temporalmente los daños causados, minimizarlos para sentir menos culpa.

Para Melanie Klein, el concepto de reparación es nodal. El yo se pasa la vida reparando los propios objetos dañados. Cuanto peor fue la vida de ese yo, más hay para reparar. No se trata de una defensa, sino de una nueva función, un lugar del yo que ahora puede reparar el objeto y a sí mismo. Ej: consolar a alguien. Un yo resiliente tiene mucha capacidad para reparar. Si la reparación maníaca, no es sano, porque el sujeto se agota y cae en la depresión.

Se produce la integración del objeto, ahora el objeto es total. Tolerar esta integración del objeto implica culpa con un mecanismo (negación maníaca) para negar temporalmente la destrucción y que pueda empezar la reparación del objeto. Para reparar, hay que ver si hay en la función materna y paterna de darle al yo las herramientas para eso. La negación maníaca es temporal, porque deben seguirle defensas nuevas. 

Durante la posición depresiva se pasa de la ansiedad paranoide a una ansiedad depresiva. El yo siente culpa y se entristece por haber dañado a sus objetos de amor. Hay que ayudar a que controle sus relaciones hostiles con el objeto, para que sienta que pueda reparar en situaciones futuras. El nivel de disociación, de proyección e introyección, tienen que ir disminuyendo junto a otras defensas. Esto ocurre en la etapa oral y la anal, donde aparecen otras defensas, como la transformación en lo contrario y las demás defensas de Freud.

La melancolía se origina en el pasaje entre la posición paranoide y la depresiva al no poder reparar el objeto dañado. Uno se queda llorando esos objetos por siempre, lo que causa la melancolía psicótica. El yo no abandona nunca la disociación y se queda lleno de objetos destruidos. Los objetos están idealizados en lo destructivo.

Las estructuras perversas y border están en la posición depresiva, pero no han logrado un pasaje exitoso desde la posición esquizoparanoide, por lo que no pueden integrar el objeto. Tanto psicóticos como perversos tienen la defensa prevalente de escisión y los intentos de integración son fallidos.