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miércoles, 2 de septiembre de 2020

¿Cómo diferenciar la epilepsia de una pseudocrisis?

Las personas que no tienen epilepsia, e incluso algunas que sí la tienen, pretenden a veces haber tenido crisis.  Estas pseudocrisis o crisis ficticias se inventan la mayoría de las veces para atraer la atención y la simpatía o para evitar responsabilidades.  Las crisis inventadas deberían tener muy poco efecto si pudiesen ser reconocidas como lo que son, pero es difícil determinar si una crisis es verdadera o no, aun cuando el observador esté familiarizado con la epilepsia.  Incluso los neurólogos experimentados sólo pueden identificar las crisis en tres de cada cuatro casos".

Las crisis ficticias ocurren tanto en los niños como en los adultos.  En las mujeres se dan un poco más que en los hombres, pero son comunes en ambos sexos.  Se inician, por lo general, entre los 22 y los 32 años.  Las personas con pseudocrisis presentan una incidencia mucho más alta de la media de enfermedades psiquiátricas, incluyendo enfermedades depresivas e intentos de suicidio en sus familias.  Los individuos con crisis imaginarias tienen también a menudo problemas sexuales, como impotencia o exhibicionismo.  Aunque las pseudocrisis se llaman habitualmente crisis histéricas o reacciones de conversión, términos que sugieren un trastorno emocional o del pensamiento, no son necesariamente causadas por un problema psiquiátrico.  Son ante todo una respuesta aprendida a ciertas situaciones y responsabilidades, una técnica que bruscamente deja el control en las manos de la persona que tiene el ataque.  Puede convertirse en un arma potente con la que manipular a la familia, los amigos y los extraños que no lo sospechen.

Las pseudocrisis tienen también sus desventajas.  La persona que las tiene se expone innecesariamente a los riesgos de los tests diagnósticos, así como a los efectos secundarios de los anticonvulsivos en la sangre, el hígado, los riñones y el sistema nervioso.  Diane, la joven esposa de un atareado y brillante ejecutivo, tenía convulsiones generalizadas cada vez más frecuentes y rebeldes a la terapia anticonvulsiva.  Ella y su marido aceptaron estudios altamente invasivos del cerebro, e incluso la cirugía cerebral, si era necesaria, como un último esfuerzo para el control de las crisis.  En el vuelo transcontinental hacia el centro de diagnóstico donde había de ser intervenida, tuvo una crisis que sólo remitió con una dosis masiva de medicación intravenosa.  Durante la investigación, su marido se mantuvo constantemente a su lado.  Las extensas pruebas efectuadas en el centro de diagnóstico no revelaron actividad epiléptica verdadera.  Las pseudocrisis de Diane le valieron muchas atenciones de parte de su familia y de los médicos, pero en una institución menos cuidadosa hubiera tenido que hacer frente a una serie de técnicas que comportan riesgos considerables.  Incluso si a última hora hubiese rechazado la cirugía, los estudios diagnósticos, justificados por la aparente severidad de las crisis epilépticas que ponían en peligro su vida, la hubieran expuesto a riesgos injustificables para la evaluación de lo que se demostró ser un problema psiquiátrico.

Si la familia se da cuenta de que los ataques son imaginarios, la persona que ha desarrollado la pseudocrisis para evitar el conflicto puede hallarse más implicada en él.  Las crisis del paciente pueden hacerse más severas mientras la familia trata de desacreditar la epilepsia como un problema real.  Si la familia no sabe que las crisis son inventadas, puede dedicar tiempo y esfuerzo considerables en el intento inútil de eliminarlas.

CARACTERÍSTICAS CLÍNICAS DE LAS PSEUDOCRISIS

Nadie sin epilepsia debería exponerse a los riesgos de una medicación anticonvulsiva, y cualquiera que finge crisis para hacerse la vida más fácil necesita ayuda psiquiátrica para desarrollar técnicas menos destructivas en sus relaciones con los amigos y familiares.  Dado que muchas personas con pseudocrisis no son médicamente cultas, sus crisis muestran rasgos que pueden hacer cuestionable su autenticidad.  Pero antes de abandonar el intento de controlar las crisis con medicación, el médico debe estar muy seguro de que los episodios son fingidos.  Establecer esto es a menudo muy difícil, incluso con la ayuda de registros de la actividad cerebral.  Sin embargo, existen algunos principios fiables a seguir para determinar si las crisis son auténticas.

Las crisis ficticias, como las verdaderas, tienen características que se repiten una y otra vez.  En cada persona con pseudocrisis, los mismos síntomas y la misma conducta ocurren en la misma secuencia con cada episodio.  El patrón que adopta la pseudocrisis varía algo con las diferentes culturas y períodos históricos, pero la similitud es mayor que la variabilidad.  Durante el siglo XIX, eran comunes movimientos semejantes a los de animales; actualmente, el tipo más común de pseudocrisis implica movimientos de las extremidades.

Tres de cada cuatro pacientes con pseudocrisis no responden o responden de un modo raro a los estímulos verbales durante sus ataques.  Alrededor del 80 % tienen movimientos anormales, y el 70 % presentan náuseas, calambres, dolores abdominales, mal sabor de boca u otros síntomas relacionados con la boca o el tracto gastrointestinal.  Alrededor de un tercio tienen un cambio aparente en su patrón de respiración, y casi la mitad hablan, gruñen, gimen, sollozan, tosen, profieren zumbidos o hacen otro tipo de ruidos no verbales durante el ataque.

La conducta semivoluntaria es evidente en más de la mitad de los pacientes que tienen pseudocrisis.  Los síntomas, antes, durante o después de la crisis ficticia, incluyen desvanecimientos, dolor de cabeza, cambios visuales, sentimientos de despersonalización, accesos de calor, cambios auditivos y otros cambios corporales totales menos fáciles de describir.  Los fenómenos motores más frecuentes incluyen gesticulación, posturas raras de las extremidades y el tronco, temblores, espasmos y agitación de las piernas.  La conducta violenta es rara, pero los pacientes pueden correr, gritar, hacer adrede gestos obscenos o movimientos masticatorios.  Son comunes los sofocos, las náuseas, los chasquidos o lamedura de los labios y la hiperventilación.  Esta conducta anormal, por lo general, dura más que los fenómenos similares que ocurren en las crisis epilépticas verdaderas.

Una pseudocrisis es difícil de distinguir de una crisis parcial compleja (psicomotora), a menos que el paciente esté conectado a un electroencefalógrafo en el momento del episodio.  De más ayuda que lo que ocurre durante la crisis es lo que ocurre después de ella.  Como en muchas crisis parciales complejas auténticas, los anormales movimientos del paciente pueden incluir o progresar a movimientos tónico-clónicos de las extremidades y de todo el cuerpo, pero contrariamente a lo que le ocurre a la víctima de una crisis auténtica, el paciente poco sofisticado con pseudocrisis puede responder de modo pertinente y hablar sin dificultad a los pocos segundos de la fase.


EPILEPSIA Y PSEUDOCRISIS

Los pacientes que han tenido crisis auténticas durante varios años son los más hábiles para fingir crisis, pero es precisamente de estos pacientes que se supone que tienen crisis verdaderas hasta que la evidencia de las pseudocrisis es abrumadora.  De los pacientes con crisis rebeldes al tratamiento, entre el 8 y el 20 % tienen tanto pseudocrisis como crisis verdaderas.  Las crisis ficticias se dan en pacientes con todo tipo de trastornos epilépticos.  A veces no hay historia de problemas psicológicos, y las personas allegadas al paciente se ven a veces obligadas a aceptar que las crisis son auténticas.  El beneficio secundario proporcionado por la pseudocrisis es absolutamente obvio, pero el hecho de que el paciente se beneficie de algún modo de la actividad crítica no prueba que las crisis sean inventadas.

Si todos los ataques de un paciente son simulados, un electroencefalograma obtenido durante la crisis indica, por lo general, que es ficticia.  El trazado es normal excepto por la actividad eléctrica generada por la actividad muscular cuando el paciente se mueve.  Pero la obtención de tales trazados para descubrir las verdaderas crisis puede ser imposible en un paciente cuidadoso.  Un modo de hacer más fáciles de detectar las pseudocrisis es usar un equipo de registro que acompañe permanentemente al paciente, La monitorización continua del paciente, en especial si se combina con el vídeo, hace posible observar y analizar varios episodios.  El estudio de estos episodios recurrentes habitualmente permite al médico decir cuáles de ellos son verdaderos.

Detectar pseudocrisis en un paciente que además tiene crisis verdaderas es más difícil.  Alrededor del 90 % de los pacientes presentan ondas cerebrales anormales en el electroencefalograma efectuado en el intervalo entre verdaderas crisis (período interictal).  Por tanto, durante la pseudocrisis o inmediatamente después de ella se observa a menudo un electroencefalograma anormal, y esto hace difícil el diagnóstico en estos pacientes.  Pero varios trazados normales obtenidos inmediatamente después de las crisis hacen muy sugestiva la idea de un trastorno epiléptico simulado.

FAMILIARES CON CRISIS IMITADAS

En los parientes de una persona con epilepsia aparecen a veces crisis imitadas.  En realidad, los familiares que han presenciado las auténticas crisis pueden imitarlas de modo muy convincente. Los niños son especialmente proclives a representar la actividad epiléptica que han presenciado en sus padres o en sus hermanos.  La epilepsia ficticia se convierte en un juego para algunos niños, o en un modo de atraer su parte de atención.  Los adultos rara vez imitan las crisis sufridas por uno de sus hijos.  Dado que los parientes próximos de una persona con epilepsia tienen un riesgo más elevado que la población general de desarrollar crisis, cualquier actividad epiléptica en hermanos o hijos de las personas con epilepsia debe ser considerada auténtica hasta que la evidencia en contra sea abrumadora.

Fuente: Artículo de Richard Lechtenberg, La EPILEPSIA Y LA FAMILIA, Ed. Herder, 1989. 


miércoles, 4 de marzo de 2020

No hay que salvar a Freud.

Fuente: Eidelsztein Alfredo (2019), "No hay que salvar a Freud." (Imago-Agenda no 205, enero 2019)

Uno titubea en decirlo, pero no es posible defenderse de la idea de
que el nivel de lo éticamente normal es otro en el caso de la mujer. El
superyó nunca deviene tan implacable, tan impersonal, tan
independiente de sus orígenes afectivos como lo exigimos en el caso
del varón.”i
S. Freud, 1925

En su ya medianamente extensa historia, el psicoanálisis ha enfrentado oposiciones y objeciones, reales o imaginadas, de muy diversas fuentes, entre las que se pueden destacar: tanto la moral victoriana como los movimientos de izquierda (aunque resulte sorprendente), la psiquiatría, tanto las terapias breves (que sólo son designadas así en relación al psicoanálisis) como las cognitivo conductuales, las neurociencias y, finalmente, el feminismo y los estudios de género.

Luego del fallecimiento de S. Freud y con la salvedad de J. Lacan, la estrategia llevada adelante por los psicoanalistas para defenderse de las críticas recibidas –destacándose el hecho de que el psicoanálisis fue y es la práctica “psi” que ha despertado los rechazos más violentos y sistemáticos, los más virulentos y despiadados- fue, en general, replegarse sobre sí mismos, cerrar filas, y hacer como si esas críticas, objeciones y rechazos no existieran; el psicoanálisis asumió la peligrosa “política del avestruz”. Así permitió el avance de argumentos improcedentes e injustificados y, peor aún, se privó de “recibir su propio mensaje en forma invertida desde el Otro”, la mejor forma de evitar caer en necedad y obturación mental y de dejar abierta y próspera la “vía de la verdad”.

La base argumentativa explícita para sostener tal política utilizada para uso entre los psicoanalistas fue la aplicación del siguiente argumento: el psicoanálisis sólo se justifica y se critica –lo que todavía no sucedió- internamente. Se cree firmemente que su saber y su práctica surgen de sí mismo y que nadie de afuera tiene derecho a opinar. Su propia práctica le enseña al psicoanalista y lo que no puede aprender así, requiere de su propio psicoanálisis para su obtención. Consecuentemente para el psicoanalista, si algo es criticado o no comprendido del psicoanálisis, es el resultado de que quien realiza la crítica o el cuestionamiento no se analizó nunca o no se analizó suficientemente o que le falta práctica clínica. Este procedimiento de autovalidación del psicoanálisis fue diagnosticado como mito de autofundación por Jean-Marie Vaysse.ii

La aplicación sistemática de este mito como forma de desconocer, reprimir y desmentir las críticas recibidas implicó dos consecuencias, ambas graves a mi entender. Primer consecuencia: esta estrategia acarreó como resultado la imposibilidad del estudio sistemático y la consideración de las múltiples fuentes del modelo teórico freudiano; o sea: no sólo no se pudo considerar lo infundado del argumento -francamente contradictorio-: el psicoanálisis surgió de la práctica del psicoanálisis, sino tampoco se pudo estudiar e investigar la pertinencia de tales fuentes.

Para dar idea de la magnitud de la incorporación de conceptos de otras disciplinas y campos de saber que el propio Freud reconoce explícitamente haberlas obtenido de su lectura de textos no psicoanalíticos, aporto una lista parcial de la inclusión original de los saberes referidos por Freud aunque, obviamente, no pretendo negar que Freud haya sido el creador exclusivo del psicoanálisis como práctica y como disciplina, ambas absolutamente nuevas, que introdujeron en Occidente la posibilidad de reflexionar sobre dimensiones ni siquiera entrevistas antes de Freud sobre el sujeto:

Concepto incorporado al psicoanálisis por Freud y su fuente.

  • Imágenes mnémicas - Carl Wernicke
  • Libido - Richard von Krafft-Ebing
  • Autoerotismo - Havelock Elis
  • Bisexualidad - Wilhelm Fliess
  • Sexualidad infantil - Albert Moll
  • Zonas erógenas - Iwan Bloch
  • Oposición entre representaciones y pulsiones - Arthur Schopenhauer
  • Teoría económica del ataque histérico - Josef Breuer
  • Fuerzas de atracción y repulsión psíquicas - Ernst Brücke
  • Principio de constancia - Gustav Theodor Fechner
  • Inconsciente como “otra escena” - Gustav Theodor Fechner
  • Lo ominoso - Friedrich Schelling
  • Ello - Georg Grodeck
  • Método interpretativo indicial - Giovanni Morelli
  • Ambivalencia - Eugen Bleuler
  • Introversión de la libido - Karl Gustav Jung
  • Imago paterna - Karl Gustav Jung
  • Principio de inercia - Isaac Newton
  • Lapsus - Hans Gross
  • Omnipotencia de los pensamientos - Jean-Baptiste Lamarck

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Síntoma histérico, ataque histérico y fantasma histérico: Clínica y cura.


Apuntes de la conferencia dictada por José Zuberman, el ­ 03/06/14

El término histeria se usa para muchas cosas. Vamos a dilucidar distintos espacios donde se usa la palabra histeria. No es lo mismo el síntoma histérico, que el ataque histérico, que el fantasma histérico o el discurso histérico. No es lo mismo la histeria de la psiquiatría, que como Freud presenta este término. Pensemos que en la ciencia el sujeto del psicoanálisis es sujeto de la ciencia, no es porque la ciencia estudia lo mismo que el psicoanálisis, sino porque de la ciencia moderna no va a la sustancia de la cosa, sino a cómo se relacionan. Es decir, toda la ciencia moderna está establece un sistema de relaciones, o sea, de relaciones significantes. Entonces, ahí es donde va a ubicar al sujeto y ahí es donde podemos decir que lo que era la histeria de la medicina no tiene nada que ver con las cosas que vamos a hablar hoy. Que etimológicamente, histeria tiene que ver con histerum, que es útero. Se suponía que histerias eran femeninas y eran producidas por alguna sustancia que emanaba el útero. De ahí el nombre histeria, pero como ven, la etimología no determina nada desde que sabemos que hay histeria masculina o en cualquier momento que nos podemos poner a embromar con amigos diciendo “eso es ovárico”, “eso es uterino”. El sujeto de la ciencia moderna es el sujeto de relacionar este término con el otro, entonces, no es lo mismo lo que la medicina definía como histeria, lo que fue definiendo después la psiquiatría a través de diferentes definiciones, lo que Freud definió como síntoma y ataque, de lo que Lacan describe como fantasma histérico. Hay histeria masculina, la analizamos y lo comprobamos todos los días. Entonces, nada que ver con la etimología.

Síntoma histérico.

El significante no se significa a sí mismo. Histeria no es igual a histeria. Una cosa es el síntoma y otra cosa es el ataque, para empezar con las descripciones freudianas. Freud empieza todo su trabajo definiendo y trabajando sobre elsíntoma neurótico. Era lo que más le hacía preguntas en su consultorio en su momento: el síntoma neurótico. Con las coordenadas que nos propone Lacan, es decir, con los registros, tratemos de definir con citas de Freud a qué vamos a llamar síntoma. Lo que más trabaja Freud del síntoma, explícitamente, es lo simbólico​, que se define con una frase reprimida. Freud dice que el síntoma se sostiene en una frase reprimida, podemos decir de significantes reprimidos, que por estar reprimidos no es que desaparecen sino que tienen una eficacia suficiente como para provocar un síntoma. Entre el cariño que le tengo y las ganas de pegarle un trompazo, hago una parálisis de brazo, por ejemplo. El elemento simbólico es la frase esta que queda reprimida.

Sin embargo, Freud va a agregar que no es solamente una frase reprimida, dice que también hay una modificación del esquema corporal en cualquier síntoma histérico (aspecto imaginario del síntoma). El bolo histérico no le permite comer, o la astasia abasia, o los ojos desviados o afonía. Hay una modificación del esquema corporal. Como decía Freud, cualquier órgano puede tomar el valor de falo cuando se agranda, se hincha, se congestiona y se torna doloroso. Además, hay una modificación en lo real del goce del sujeto, en la economía del goce del sujeto. Recordemos frases como “la vida sexual del neurótico es su síntoma”. Si alguien no puede sostener el equilibrio y no puede caminar, eso también determina su punto de goce.

Pregunta: ​¿Cómo es esto que el neurótico goza de su síntoma?

J.Z: El goce fálico se sostiene de la palabra, en los varones de la erección fálica del deseo. Esto, en el síntoma histérico, queda ligado al goce del síntoma. Nadie larga así nomás el síntoma. Del síntoma también se goza. Que el dentista les explique que va a ser una gran economía para sus bolsillos si largan el chicle, el que tiene el estúpido goce del chicle, no lo larga así nomás por ahorrarse unos mangos. Cualquier síntoma implica la presencia de un goce que no abandonamos, salvo cuando podemos descubrir otro goce. Por eso Freud decía que el síntoma es la vida sexual del neurótico.

Entonces, en lo simbólico una frase reprimida, en lo imaginario una modificación del esquema corporal y en lo real una modificación de la economía de goce. ¿Qué particularidad tiene? Que interroga al sujeto. El síntoma es una pregunta para el propio sujeto, que es como llega a análisis la mayoría de los presentes.No sé qué pasa conmigo, que siempre gozaba tanto de la lectura y ahora me pongo a leer el libro y me quedo dormido”. Inmediatamente, como tengo esta pregunta sobre mí, yo no sé qué pasa conmigo, supongo que usted sí lo sabe. Se instaura inmediatamente la transferencia simbólica, el sujeto supuesto saber. Esto es el síntoma neurótico: hay una frase reprimida que modifica el esquema corporal, modifica el esquema de goce y que interroga al propio sujeto. La consecuencia de este interrogarse es que inmediatamente se instaura la transferencia simbólica, lo que Lacan llama sujeto supuesto saber. Le suponemos el saber sobre eso que no entendemos qué demonios nos pasa.

Freud decía que el interés de quien estudia la histeria, abandona pronto los síntomas para dirigirse a las fantasías de las cuales procede. Es decir, que no se queda en lo descriptivo de los síntomas histéricos, él dice claramente que hay que abandonar los síntomas para dirigirse a las fantasías de las cuales proceden. Luego retomaré esto de las fantasías, que es lo que nosotros llamamos fantasma.

En el síntoma histérico, la dirección de la cura va a ser ir del síntoma a la fantasía que lo sostiene. O sino, voy adelantando algo: voy a decir que la dirección de la cura es en el síntoma neurótico, el del síntoma al fantasma en el que se sostiene. Pero para no dar por sabido qué es el fantasma, voy a decirlo en términos más freudianos para que sepamos de lo que estamos hablando. Freud, en los escritos técnicos, dice que para que un síntoma se resuelva, pidan asociaciones, pidan una línea asociativa.

Puede ser que asociando libremente, esa línea asociativa determine ir a frase reprimida con la cual se resuelve el síntoma. Si esto no ocurre, pidan otra línea asociativa, que la grafico con una línea diferente. Y puede ser que así tampoco se resuelva elsíntoma. No les ataque el furor curandis, como dice Freud, operen según técnica como un cirujano, sigan pidiendo asociaciones. Pidan otra línea asociativa. Si aún no se resolvió el síntoma, es que además de la frase reprimida, hay que pensar en la fijación del sujeto a un objeto​, que Freud trabaja especialmente el objeto oral y el objeto anal. Él le dejó a Lacan trabajar la mirada y la voz. Además de las representaciones reprimidas, por hablar en freudiano, hay una fijación a un objeto. Si me permiten, todas estas cadenas de significantes determinan la posición del sujeto del significante​.

Los 2 términos del fantasma, son el sujeto y el objeto. Del lado del sujeto, del significante, podemos leer la dimensión del deseo que Freud leía en las formaciones del inconsciente: sueños, novela familiar del neurótico, fallidos, síntomas, chistes. Y del lado del objeto, el estilo de goce. No eslo mismo el goce oral, de alguien que traga libros, como decíamos en el colegio, alguien que quiere saber todo rápido, que el estilo anal de retener todo el saber, como le pasaba a una compañera mía de la facultad que antes del parcial tenía un desprendimiento impresionante porque se le iban los conocimientos. Los estilos de goce son distintos en uno y en otro, en cada uno de los 5 objetos que trabajamos con Lacan en la angustia: el objeto oral, anal, la mirada, la voz y el falo como objeto.

Hay 2 operaciones: la alienación, donde el sujeto queda alienado al objeto. El hombre de las ratas se presenta como un sorete, está hecho mierda, como diríamos en Buenos Aires. Pero, con la otra operación, la de separación, recupera su condición de sujeto, toma la palabra y así podemos saber a qué objeto está fijado. Entonces, aunque Freud decía que el interés de quien estudia la histeria abandona pronto los síntomas para dirigirse a la fantasía de cuáles procede, si yo les digo que el síntoma histérico, el camino del síntoma histérico al fantasma, en vez de la fantasía, es porque, agrego a lo que Freud definía de fantasía de la cadena de significaciones, es la fijación al objeto.

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¿Por qué esto es importante? Lacan dice en el Seminario VIII, que si no entienden su idea de fantasma, remítanse a lo que es la fijación en Freud. La fijación de un sujeto al objeto que es lo que traté de demostrar en este esquema. El sujeto queda fijado a un objeto, esa idea freudiana de fixierung, es mi fantasma. Entonces yo puedo decir con esto que la dirección de la cura, en el caso del síntoma histérico, es del síntoma al fantasma que lo sostiene. Cuando Lacan dice en el seminario de angustia que el fantasma es sostén de mi deseo, del fantasma se sostiene el deseo, del deseo reprimido se arma el síntoma. Entonces, el camino de la cura en la histeria, será como dice Freud, del síntoma a la fantasía que lo sostiene y nos permitimos traducir fantasía por fantasma, haciendo la aclaración que no solamente estamos hablando de la cadena de representaciones, sino también del objeto al cual el sujeto está fijado. Con lo cual vemos no solamente el deseo del sujeto, sino su estilo de goce, el punto del objeto al cual está fijado.

Ataque histérico.

Freud dice que cuando se somete al psicoanálisis a una histérica cuyo padecer se exterioriza en ataques, no en síntomas, uno se convence fácilmente de que esto no se trata de otra cosa que fantasías proyectadas sobre la motilidad, figuradas de manera pantomímica. Son fantasías inconsciente, claro está, de la misma índole de lo que uno puede capturar inmediatamente en los sueños diurnos o desarrollar en los sueños nocturnos. Es como si se jugase al “Dígalo con mímica”, la frase hace que esto se suba a escena, se actúe pantomímicamente y entonces nos tocará descifrarlo, como cuando jugábamos a “Dígalo con mímica”.

Agrega Freud: “A menudo un sueño sustituye un ataque”. Si hay sueño, hay formaciones del inconsciente, no hay ataque. “...y con frecuencia, todavía mayor, lo ilustra, pues idéntica fantasía alcanza una expresión diversa en el sueño y en el ataque”. Es decir, la misma fantasía puede formar una formación del inconsciente (sueño, síntoma, novela familiar, chiste, lapsus) o puede armar un ataque histérico. La diferencia es que en una las fantasías quedan proyectadas sobre la motilidad, figuradas de manera pantomímica, pero son fantasías inconscientes de la misma índole que uno puede capturar inmediatamente en los sueños diurnos o desarrollar en los sueños nocturnos.

El ejemplo que primero nos surge, para recordarlo todos, es lo que leyeron en “Las fantasías histéricas y su relación con la bisexualidad”. Allí Freud describe un ataque histérico en que una mujer se saca la ropa como un hombre en una mitad del cuerpo y con la otra se defiende como una mujer, esto sería en los tiempos de Freud. Freud lee allí que si en una mano actuó como un varón y con la otra como una mujer, lee fantasía de bisexualidad en una paciente que no habla, en una paciente que sube esa fantasía, la proyecta en la motilidad y la actúa pantomímicamente. Nosotros diríamos “la sube a escena”. Aunque Freud nunca teorizó esto, fíjense que Freud lo lee en la escena, porque no es una paciente que asocie.

Pregunta: ¿Pero es unívoco un gesto?

J.Z: Freud no dice eso. El gesto es significante si lo hacés correr con otros significantes y vas descubriendo la fantasía que sostiene el ataque. No es solamente por lo simbólico del significante, desde Lacan, antes el acting out era de los actuadores, de los psicópatas. Después de Lacan, el acting out es subir la fantasía a escena y eso el analista lo lee en la escena de la sesión. Los de la APA decían que los que hacían actings eran inanalizables. La extensión de la validación del psicoanálisis al acting out y al pasaje al acto es de Lacan, que amplía nuestro horizonte enormemente. Freud esto nunca lo teorizó, pero dice que la fantasía queda proyectada sobre la motilidad de un modo pantomímico, que eso se lee en la escena y no solamente en el ataque histérico, también cuando la ve a Dora jugando con el monederito, habla de masturbación. Y no es que Dora dijo algo, sino que relacionó ese gesto con todo lo que viene ocurriendo y todo lo que viene diciendo ella. Cuando el hombre de las ratas se incorpora, él no dijo “me quieren meter una rata por el ano”, sin embargo Freud descubre esto y le presta las palabras que faltaban. Entonces, justamente el RSI de Lacan nos permite leer los 3 registros. Esto que Freud ve en la escena, pero nunca lo teoriza porque él solamente teoriza el valor de la representación, el valor de lo simbólico, es algo que Lacan nos permite extender la verificación del psicoanálisis en estos terrenos. Analizable antes era el síntoma neurótico, todo lo que nosotros no recibimos en los consultorios era expulsado del consultorio del psicoanalista y enviado al psiquiatra. Si podemos atender bulimias, anorexias, y todos esos cuadros... Una anorexia es como un ataque histérico, de entrada presenta su fantasma: muerta soy toda tuya. Tomá, ¿querés que sea toda tuya? Bueno, acá me tenés. Como decía Freud, mezcla de histeria y melancolía. Toda tuya, y muerta voy a ser más enteramente tuya. Entonces, ahí está de entrada el ataque, que hay que intentar leer. No es que le vamos a tratar de encontrar sentido, pero si estamos en una casa y nos llaman y hay una mujer que se despierta y dice que hace 24 horas que no se despierta y dice “¿Qué hace toda la familia acá reunida y todos vestidos de negro? ¿qué pasó?” Está claro lo que sube a escena, que no se quiso enterar quién se murió ni fue al cementerio ni nada y que hizo un ataque y estuvo allí desconectada todo este tiempo y luego pregunta qué pasó.

En todos estos casos, en que el que se sube pantomímicamente la fantasía a escena, la dirección de la cura va a ser, justamente la contraria. Del ataque histérico, que puedo reemplazar por fantasma, porque muestra al fantasma, a hacer de esto un síntoma. Si acá la dirección de la cura era ir del síntoma al fantasma que sostiene, en el ataque, la dirección de la cura, será ir del fantasma (que podemos leer de entrada) a hacer un síntoma. Es decir, algo que interrogue al sujeto, que se pregunte​. Debe implicarse en algún modo de por qué está en esta situación.

Hay casos de pacientes que llegan sin hacerse una sola pregunta y que hay que acompañarlos. El único que lo puede acompañar en este camino de ser un paciente a un analizante, es un analista. Los pacientes muchas veces no vienen con una pregunta, sino con un sufrimiento que ya no soportan. No vienen con una pregunta, no es un síntoma, nadie está obligado a tratar a ese paciente, pero en la clínica psicoanalítica de Buenos Aires nos hemos acostumbrado a recibirlo y me parece bien, porque a Freud lo interrogaban los síntomas neuróticos y las preguntas de su tiempo, qué es un líder, por qué esos fenómenos de masa. A nosotros nos interrogan otras cosas, especialmente no podemos dejar de hacernos la pregunta por lo que nos viene en el consultorio. Hacer de un ataque, un síntoma, es una dirección de la cura que también lo podemos traducir “hacer del paciente un analizante”.

Esto de la mostración del fantasma, no es solamente para estos efectos que se podrían agrupar como psicopático, sino que es algo que se lee en la escena del análisis. No es solamente lo que se escucha. Porque una colega muy dedicada me consultaba con qué pasaba con un paciente que se quería ir del análisis. Él había tenido otro terapeuta y con ella el paciente logró completar su carrera de derecho y acercarse a una mujer. Pero el paciente había visto en Página 12 un recuadro que anunciaba una conferencia con el primer analista que él tuvo, y él se interesa. La analista actual se enoja, porque ya la otra vez le había dicho que quería cambiar en análisis por el homeópata para ver si le resolvía las alergias y ahora le venía con éste. Ella le dijo a su paciente que estaba atacando su análisis, desvalorizando todo lo que produjo ahí para volver atrás. Como ella había sido kleiniana y me tenía confianza, le dije que lo único que faltaba que le interpretara, era que él cagaba sobre su pecho y en vez de la ansiada leche, recibía su propia mierda. Eso en los años  '60 era una etiqueta. Yo le dije algo que me habían dicho en la escuela primaria, que uno tiene 2 orejas y una sola boca para escuchar el doble de lo que habla, así que silencio. Que no se enoje tanto, que se calle y aguante un poquito. Cuando se calla, en la segunda supervisión, él le empieza a decir que se encontró con un primo que le hizo recordar que su madre no lo dejaba ir a la cancha ni a ningún lado por la alergia que tenía de chico, ni en verano ni en invierno. En la transferencia se jugaba esto de que él quiere ver al hombre importante, al gran hombre y la madre no lo permite. Ella había sido llevada por el movimiento de la transferencia al lugar de la madre. Este chico se sentía a punto de ser tragado, entonces se tenía que ir. No es lo que la analista no había escuchado,sino lo que no había podido leer en la escena.

En todo análisis ocurre esto de que, como dice Lacan, el fantasma se lee en la escena. No es lo que se escucha, sino lo que se lee en la escena y allí se escenifica la cuestión del fantasma.

Fantasma en la histeria.

Lacan, en el seminario de la transferencia, escribe el fantasma de la histeria y el fantasma de la obsesión.

En el fantasma de la histeria, del lado del sujeto, está el objeto arriba de la barra. En el álgebra lacaniano, lo que está arriba de la barra es lo manifiesto. Debajo de la barra, lo que es latente. En el fantasma histérico, la histérica se ofrece como objeto al Otro y no como sujeto. La histérica se ofrece como aquello que falta al Otro. En lugar de brillar por sus pinturas, por sus escritos, por su desarrollo profesional y por lo que puede manifestarse como sujeto de su deseo, siempre está al servicio del Otro, sostieniendo al Otro. Justo cuando está por descubrir la barradura del Otro, ella se ofrece como el objeto que lo completa. Dora, cuando descubre que el padre es impotente, dice que el padre tiene 2 mujeres, siempre lo salva y lo completa.

El tipo llega muerto de laburar, porque tiene una crisis en su empresa y ella dice “claro, te voy a creer que llegás a las 2 de la mañana de una reunión”. Allí ella se ofrece y lo rearma, porque lo transforma en un canchero bárbaro, que viene de divertirse. Allí es el objeto que sostiene al Otro como completo porque lo necesita. “Me trata como a una porcelana” decía una paciente. Es decir, no estaba preocupada por qué deseaba como sujeto ella, sino porque el hombre la trate como a una porcelana. Otra podrá decir “me trata como a un trapo de piso”, para el caso, no importa si es lindo, feo o valioso, sino que se ofrece como el objeto que sostiene la completud del Otro. Ella se sostiene de ser “la señora de...” y no de sostener su deseo. Por eso Freud dice “La histérica enfermera del Otro”, porque lo sostiene al Otro de este modo, lo cual hace que quede bajo la barra la castración, porque no reconoce la barradura del Otro. Ofreciéndose para completar al Otro, lo que Lacan llama “el goce sacrificial de la histérica”, que es la que va a la Iglesia a limpiar los santos para ganarse la eternidad, está sosteniendo la completud del Otro. O la que da la vida por el partido o por evangelizar a los infieles. Se sacrifica por sostener la completud del Otro, lo cual deja la castración bajo la barra (­φ).

Desde el principio dije que como el significante no se significa a sí mismo, histeria no es igual a histeria. Una cosa es decir síntoma histérico, otra cosa es el ataque de histeria y otra cosa es el fantasma histérico El síntoma y el ataque tienen distintas direcciones de la cura. Y el fantasma es lo que sostiene, es el goce último al que la histérica renuncia, a ser víctima. Atravesar el fantasma sería que la histérica deje de completar al Otro como objeto, el goce sacrificial y que el goce sea sostener la singularidad de su deseo. Faltaría nombrar el discurso histérico, que Lacan lo menciona en el seminario XVII.

Pregunta: ¿Qué relación hay entre el ataque histérico y el ataque de pánico?

JZ: El ataque de pánico es una entidad que inventó el DSM IV para vender algún remedio. Es al revés ahora, primero inventan el remedio y después nombran el cuadro. Entonces, el ataque de pánico es muchas veces una crisis fóbica, o es una crisis de angustia. Eso que se llama ataque de pánico puede ser muchas cosas. Pero se parece al ataque de que se muestran en escena, como dice Freud.

Pregunta: Cuando habló de que el fantasma de la histérica es completar al Otro, ¿con qué fijeza del objeto tiene que ver?

JZ: Lo que Freud llama fixierung, hay que distinguir la fijación del objeto de la pulsión de lo que es la fijación al objeto del fantasma. El objeto pulsional del hombre de las ratas son las heces, diríamos “llegó hecho mierda”. El objeto del fantasma, es la rata, que es una forma más singularizada. La fijación pulsional del hombre de los lobos es la mirada y lo anal, que se combinan. El objeto del fantasma es el lobo, que aparece cuando las ventanas se abren. Entonces, el objeto del fantasma tiene una singularidad que no es tan generalizable como cuando nombramos al objeto de la pulsión, que son 5 objetos. El goce sacrificial es ofrecerse como el objeto que le falta al Otro y primero hay que ver lo que piensa que le falta al Otro y en qué lugar se ofrece.A esta Iglesia hace falta que alguien la limpie”, en ese caso el objeto es más anal.

Pregunta: La dirección de la cura en el ataque, que dijo que era del fantasma al síntoma, ¿Puede pensarse en un primer tiempo?

JZ: Si. Uno puede leer de entrada en la anorexia “soy piel y huesos, así soy toda tuya, hacé de mí lo que quieras”. Después cuando vamos trabajando y se hace una pregunta sobre sí, va construyendo su fantasma. La dirección de la cura es a veces del síntoma al fantasma, pero a veces es al revés.