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sábado, 12 de noviembre de 2022

Cómo gestionar una internación

¿Qué pasa cuando en un consultorio privado un paciente representa riesgo para sí o para terceros? Antes del 2010, el psicólogo no debía hacer otra cosa que derivar a la guardia, pero con la Ley de Salud Mental actual dice que el psicólogo tiene la obligación de internarlo. Es decir, antes se podía "promover"; actualmente, se puede decidir una internación. Esto cambia las responsabilidades del psicólogo en los diversos ámbitos donde se desempeña.

Vayamos a un caso...

En una institución penitenciaria, hay una celda donde las personas están momentáneamente detenidas. Ingresa una persona, que es evaluada por la psicóloga, quien detecta que el paciente está descompensado: escucha voces, que lo persiguen, que lo miran mal... La psicóloga, habiendo detectado el riesgo, informa a la alcaidía y pide la derivación a PRISMA (un programa de tratamiento dentro de la cárcel de Ezeiza). PRISMA no tenía lugar, por lo que la psicóloga lo deja asentado en la historia clínica y le pide a un médico del lugar -no psiquiatra- que le inyecte un ansiolítico intramuscular, sin consignar ella en la historia clínica de cuál ansiolítico se trataba, qué dosis ni hacer constar un control y seguimiento de la medicación. El paciente se suicida, de manera que la psicóloga carga con un juicio por su responsabilidad profesional.

Este caso demuestra lo poco se sabe respecto al tema de la gestión de las internaciones y de lo peligroso que puede resultar, tanto para la integridad de los pacientes como para el ejercicio del profesional, por lo que en esta entrada veremos algunos aspectos de la misma.

1) Conocer (o armar) los protocolos de internación

Sin duda, las internaciones en contextos muy estresantes para todos, porque está en riesgo la vida del paciente o la de terceros. Es por eso que el profesional debería conocer de antemano los protocolos de internación, o pasos claros para no tener que improvisar en ese difícil momento. Por ejemplo, conocer qué instituciones son las adecuadas para derivar estos casos.

2) Qué NO hacer

Claramente, una internación no es darle un papel al paciente para que vaya sólo a un lugar a internarse, cosa que se ha visto hartamente entre los médicos psiquiatras. El paciente no se debe ir del consultorio, excepto que se lo lleve la ambulancia hacia una institución adecuada.

Tampoco el paciente se puede ir con un familiar que lo haya ido a buscar, con la orden de ir a tal institución. Esto es porque no hay garantía de que los familiares puedan contener al paciente, o que respeten la indicación del profesional. 

Todo esto pasa con suma frecuencia, no solo en los consultorios, sino en los hospitales que no tienen un servicio de internación..

3) Qué cosas SI hacer

Preventivamente, tener consignado el n° de afiliado del paciente, si tiene prepaga y el número de emergencia psiquiátrica de ese espacio en la historia clínica, para tenerlo a mano.

El psicólogo debe gestionar la internación del paciente. Si tiene obra social, se puede llamar a su prepaga. Si no la tiene, se puede llamar al SAME (llamando al 107). El profesional también puede ir a la guardia de un hospital e internarlo hasta que venga la ambulancia. El paciente no debería irse del control del profesional hasta que no sea internado.

En el caso de la psicóloga en la institución penitenciaria que recibe la negativa de PRISMA, ella debería haber buscado un hospital externo.

En ese día, el profesional pierde todo el día de trabajo, pero justamente gestionar el riesgo es es parte del trabajo en salud.

Se recomienda ser coherente con lo que el profesional escribe en la historia clínica y lo que hace luego. Ej: indica una internación y la gestiona como es debido.

5) Entender y hacer entender que se trata una emergencia, aunque las instituciones no quieran/puedan verlo

Tomemos un caso de ejemplo: Una psicóloga está evaluando a una persona en su oficina pericial con sus hijos y de repente se descompensa. La psicóloga tenía el n° de su prepaga, le pidió el carné a la evaluada, llamó. De la obra social dijeron que no mandaban psiquiatras, a lo cual la psicóloga insistió en que mandaran una ambulancia, pues ella tenía la orden de internación. A los 5 minutos llegó una ambulancia.

La profesional del ejemplo se paró en "Esto es una emergencia, me mandan la ambulancia". El riesgo es tanto en este caso como si un cardiólogo detectara un problema cardíaco. La derivación termina en el momento en que el paciente se subió a la ambulancia o entró a la guardia. En todos los casos, el profesional debe evaluar riesgos y además gestionar.

Si el paciente se va de la consulta y el profesional no lo puede retener, corresponde hacer una denuncia policial a la comisaría, explicar que se atiende a tal paciente, que se identificó el riesgo. Hay que solicitar una exposición civil para que ellos activen una búsqueda de paradero.

6) ¿Cómo evaluar el riesgo?

Hay un gran problema en la disciplina de salud mental (toda) para determinar riesgos, porque no hay criterios ni parámetros comunes para definir cuándo internar o no. La ley habla de "riesgo cierto e inminente", ¿Pero qué es eso en la clínica? Tenemos que no apropiarnos de los discursos jurídicos. Por ejemplo, riesgo va en contra de la certeza, porque se trata de probabilidades. 

¿Con qué parámetros evaluamos el riesgo? No hay un consenso amplio al respecto y uno no puede decir "Según mi experiencia...". Hay algunos instrumentos como el HCR-20V3 que miden la posibilidad del daño a terceros o contra si, en una evaluación de violencia general, que se usa tanto para el ámbito forense, como clínico y asistencial. esta técnica logra obtener probabilidades de que la conducta se produzca. Algunas están diseñadas para riesgo de violencia sexual. También hay evaluación de riesgo estructurado, que tiene variables de riesgo identificadas. También está SARA (Spousal assestment risk), que evalúa el riesgo de violencia doméstica. Y el SVR-20, que evalúa el riesgo de reincidencia del agresor. 

Ya abordaremos estas técnicas en otra entrada.

jueves, 10 de noviembre de 2022

¿Qué pasa con un paciente LEGALMENTE cuando es internado? Los mecanismos de salvaguarda.

La ley de salud mental permite las internaciones involuntarias por parte de los psicólogos y la misma se debe a dos causas.

1- Riesgo cierto e inminente para sí o para terceros. Ej. Suicidio.

2- Cuando la persona no puede consentir. Ej. El paciente padece un episodio confusional. 

Las internaciones involuntarias tienen tres caminos de salvaguarda.

1. El control de legalidad por parte del Juez. El Juez se encarga del control de la legalidad. Cuando el paciente se atiende en equipos interdisciplinarios, los profesionales tienen 10 horas para comunicarle al Juez acerca de la internación involuntaria. Tienen 48 horas para elevar un informe en donde fundamenten las razones de dicha internación. Este informe tiene que tener ciertas características, como el estado del paciente, las estrategias que se utilizaron para evitar la internación, entre otras.

El informe tiene que ser suficientemente claro para que le dé al Juez las razones por la que la persona fue internada. El Juez puede considerar que la información en insuficiente y pedir ampliaciones.

2. Abogado del art. 22. Dice la ley de Salud mental:

ARTICULO 22. — La persona internada involuntariamente o su representante legal, tiene derecho a designar un abogado. Si no lo hiciera, el Estado debe proporcionarle uno desde el momento de la internación. El defensor podrá oponerse a la internación y solicitar la externación en cualquier momento.

Se trata de un abogado que vela por los intereses y es la voz de la persona internada en contra de su voluntad. En toda internación involuntaria se abre un expediente judicial, de manera que este abogado se entrevistará con la persona y le llevará su voz al Juez. Estos abogados suelen trabajar con equipos propios de psicólogos, trabajadores sociales, psiquiatras que los asisten etc. Suelen ser empleados públicos de los Ministerios Públicos. En CABA están en la Defensoría General de la Nación. También suelen ser defensores de menores e incapaces.

Muchos profesionales se preguntan por qué un paciente debería tener un abogado cuando está internado, siendo que se trata de una intervención terapéutica. Esto es porque la internación involuntaria es una forma de privación de la libertad, aunque se trate de una situación humanitaria o de salud. Otra forma de privación de la libertad conocida por todos es el marco penal, pero también están los geriátricos, los controles migratorios, etc. En todas estas situaciones el estado debe velar que no se vulneren sus derechos, hay diversas investigaciones que marcan que los derechos más básicos se vulneran en las personas privadas de su libertad, porque la comunicación con el exterior está restringida.

3. Órgano de revisión. Existe un órgano de revisión nacional y también los hay en las provincias. Participan de este órgano representantes de profesionales, asociaciones de familiares, organizaciones de DDHH, etc. Vienen de diversas profesiones y espacios institucionales e intenta ser lo más heterogéneo y representativo posible. La función que tiene es la fiscalización, el monitoreo de los lugares de internación. Suelen ir a las clínicas donde se hacen internaciones, pidiendo historias clínicas, entrevistándose con pacientes y las clínicas no pueden negarse a ello. Esto es así, incluso tratándose de clínicas privadas.

El órgano de revisión puede emitir opiniones. Últimamente, hubo dos temas que han causado tensiones. Una, el documento que se refiere negativa a la terapia electroconvulsiva y la otra es sobre las muertes de las personas internadas o que lo han estado. La recomendación del Órgano de Revisión acerca de estas muertes es que sean investigadas como "muerte por causa dudosa", una investigación judicial propiamente dicha.

miércoles, 21 de septiembre de 2022

Psicología en el ámbito asistencial: intersecciones con el ámbito judicial

Cuando el psicólogo trabaja en un dispositivo de salud mental, hay dos grandes áreas donde el psicólogo realiza su labor asistencial: Por demanda espontánea ó por pedido de otros organismos.


Vemos que en la asistencia de demanda espontánea que llegan al Equipo Interdisciplinario de Salud mental pueden haber situaciones tales como:

1) Emergencias en salud mental, donde hay un riesgo vital inminente. Son situaciones tales como:

- Paciente que ingresa con cuadro de sobreingesta de psicofármacos y alcohol

- Paciente que ingresa tras haberse arrojado de un segundo piso.

- Paciente que ingresa luego de haberse prendido fuego. 

En todos estos casos, el manejo en primera instancia es clínico, porque hay que estabilizar al paciente desde lo orgánico. Luego, será evaluado por el equipo de Salud Mental. 

2) Urgencias en salud mental, donde la situación es crítica pero no hay riesgo vital.

- Un paciente que ingresa con un cuadro de excitación psicomotriz.

- Paciente que ingresa con intento de ahorcamiento, intento de caída al vacío, etc.

- Paciente que ingresa con episodio de ataque de pánico.

- Paciente que ingresa con cuadro de consumo problemático de sustancias.

- Paciente que ingresa con cuadro de descompensación psicótica.

3) Situaciones clínicas diversas. Ej, un paciente que consulta por ansiedad. pero también:

- Menor que denuncia en el colegio malos tratos por parte de algún familiar.

- Paciente que solicita hablar por angustia asociada a problemas vinculares.

Estas últimas dos son situaciones clínicas que pueden tener conexión con lo legal, porque en CABA cada vez que un niño refiere un maltrato por parte de una persona adulta, hay un protocolo que implica la llamada al Consejo de Niños, niñas y adolescentes, una evaluación por parte del equipo de salud mental, un informe, etc. 

Otras situaciones que llegan a los centreo tienen que ver con oficios judiciales, intervenciones solicitadas por otros organismos relacionados (OVD, CDNNYAy otros).

Muchos psicólogos creen que lo anterior es lo único que van a hacer en una guardia de salud mental. La asistencia, no obstante, puede estar pedida por otros organismos, como el fuero civil, el penal y el Consejo de Niñas, Niños y adolescentes ó la Oficina de Violencia de Género. Muchas veces el trabajo asistencial se encuentra articulado con otros organismos, como el caso de las internaciones involuntarias con el fuero civil, las intervenciones con las infancias, intervenciones en abuso sexual.

Incluso hay situaciones que ocurren únicamente en el ámbito de demanda espontánea que requiere interacciones con el ámbito civil. Toda nuestra práctica está atravesada por leyes, que muchas veces se desconocen.

Evaluación del estado mental del paciente al momento de la consulta

Habiendo descartado causas orgánicas, el psicólogo procede a evaluar las funciones mentales del paciente: conciencia, memoria, atención, pensamiento, sensopercepción, timia, sueño, orexia, juicio.

La valoración de estas funciones son competencia del equipo de salud mental. De un análisis adecuado de las mismas depende un diagnóstico lo más certero posible, aunque presuntivo, que guía nuestra práctica y las intervenciones terapéuticas (en la guardia) que se determinen necesarias al caso.

La elaboración de un diagnóstico en Salud Mental requiere de una mirada interdisciplinaria. La mirada psiquiátrica, psicológica y social integradas son fundamentales.

Luego de la evaluación, se determina qué paso a seguir:


Las internaciones involuntarias están regladas por el artículo 20 de la ley de Salud mental 26657. Es para los casos de personas con riesgo inminente para si o para terceros que no acepta ser internada voluntariamente, sin contención interna o externa, cuando ya han fallado todas las demás intervenciones. 

Estos son los pasos en caso de una internación voluntaria:

ARTICULO 16. — Toda disposición de internación, dentro de las CUARENTA Y OCHO (48) horas, debe cumplir con los siguientes requisitos:

a) Evaluación, diagnóstico interdisciplinario e integral y motivos que justifican la internación, con la firma de al menos dos profesionales del servicio asistencial donde se realice la internación, uno de los cuales debe ser necesariamente psicólogo o médico psiquiatra;

b) Búsqueda de datos disponibles acerca de la identidad y el entorno familiar;

c) Consentimiento informado de la persona o del representante legal cuando corresponda. Sólo se considera válido el consentimiento cuando se presta en estado de lucidez y con comprensión de la situación, y se considerará invalidado si durante el transcurso de la internación dicho estado se pierde, ya sea por el estado de salud de la persona o por efecto de los medicamentos o terapéuticas aplicadas. En tal caso deberá procederse como si se tratase de una internación involuntaria.

Actualmente, para cualquier internación se necesita sí o sí de dos profesionales y uno de ellos tiene que ser psicólogo o psiquiatra. Ej: Un médico y un psicólogo; un trabajador social y un psiquiatra. El punto b) es fundamental, hay que buscar información sobre la red del paciente, tienen que ser datos concretos (donde viven, teléfonos), que permiten externar luego. Cuando no hay datos, un dispositivo en la Policía que se llama Búsqueda de personas

En cuanto a las internaciones involuntarias:

ARTICULO 20. — La internación involuntaria de una persona debe concebirse como recurso terapéutico excepcional en caso de que no sean posibles los abordajes ambulatorios, y sólo podrá realizarse cuando a criterio del equipo de salud mediare situación de riesgo cierto e inminente para sí o para terceros. Para que proceda la internación involuntaria, además de los requisitos comunes a toda internación, debe hacerse constar:

a) Dictamen profesional del servicio asistencial que realice la internación. Se debe determinar la situación de riesgo cierto e inminente a que hace referencia el primer párrafo de este artículo, con la firma de dos profesionales de diferentes disciplinas, que no tengan relación de parentesco, amistad o vínculos económicos con la persona, uno de los cuales deberá ser psicólogo o médico psiquiatra;

b) Ausencia de otra alternativa eficaz para su tratamiento;

c) Informe acerca de las instancias previas implementadas si las hubiera.

Informe de 10 horas: Cada vez que se hace una internación, dentro de las primeras 10 horas hay que hacer un informe que se eleva por vía jerárquica al Juzgado de turno (7.30 a 13.30 hs). No es la obligación del equipo de Salud Mental cuándo el Juzgado recibe el informe. Los Juzgados controlan la legalidad de lo que va sucediendo en una internación. Si la internación pasa a ser voluntaria, si el paciente se externa, si se escapa, si se le da el alta, son todas situaciones que hay que avisarle al Juez.

El juzgado que sea sorteado continuará controlando que lo que suceda en esa internación involuntaria esté dentro de parámetros legales. Se incluyen los equipos del órgano de revisión para dicha tarea. Todo lo que ocurra en esa internación debe ser informado por vía jerárquica hospitalaria.

Los jueces, en algunas ocasiones, pueden internar gente, en dos ocasiones:

ARTICULO 23. — El alta, externación o permisos de salida son facultad del equipo de salud que no requiere autorización del juez. El mismo deberá ser informado si se tratase de una internación involuntaria, o voluntaria ya informada en los términos de los artículos 18 ó 26 de la presente ley. El equipo de salud está obligado a externar a la persona o transformar la internación en voluntaria, cumpliendo los requisitos establecidos en el artículo 16 apenas cesa la situación de riesgo cierto e inminente. Queda exceptuado de lo dispuesto en el presente artículo, las internaciones realizadas en el marco de lo previsto en el artículo 34 del Código Penal.

Veamos qué dice el art. 34 del CP:

Artículo 34. No son punibles:

1. El que no haya podido en el momento del hecho, ya sea por insuficiencia de sus facultades, por alteraciones morbosas de las mismas o por su estado de inconsciencia, error o ignorancia de hecho no imputable, comprender la criminalidad del acto o dirigir sus acciones.

En caso de enajenación, el tribunal podrá ordenar la reclusión del agente en un manicomio, del que no saldrá sino por resolución judicial, con audiencia del ministerio público y previo dictamen de peritos que declaren desaparecido el peligro de que el enfermo se dañe a sí mismo o a los demás.

En estos casos, el Juez dicta una medida de seguridad, que puede ser una internación en PRISMA en Ezeiza. En la realidad, el Juez puede enviar a la persona a cualquier lugar, como el Borda o el Ramos Mejía. 

Otra de las razones por la que un Juez puede internar es cuando una internación se judicializa mediante un amparo, supongamos si una clínica no quiere aceptar a un paciente con indicación de internación. La clínica va a recibir una internación judicial. En este caso, no es el Juez quien la indica, sino que obliga al hospital a la medida de salud previamente indicada por los profesionales de la salud. 

martes, 5 de abril de 2022

La urgencia en la clínica ¿Cómo abordarla?

El sábado 6/3/21, la Lic. Elizabet Susella dictó el Taller Clínico Virtual, titulado "La urgencia en la clínica ¿Cómo abordarla?". A continuación, las notas del taller:

La primera herramienta para abordar una urgencia es que el analista no entre en urgencia, tanto si es el paciente que la trae, como si ésta se produce en el marco de un tratamiento. Para eso, hay que incorporar la dimensión de la pausa para ese escenario que no admite espera.

Lo segundo, es que se debe pasar de la urgencia clínica a la emergencia del sujeto. Este es el abordaje que veremos. ¿Pero qué es una urgencia subjetiva? En la obra de Freud y lacan no hay un desarrollo conceptual de la urgencia, aunque podemos tomar de ellos herramientas que nos permitan pensarla y trabajar con pacientes que tienen una urhencia.

En 1895, en El Proyecto..., leemos a la urgencia como aquella que se origina a partir de una descarga interna que genera displacer y necesita de la intervención ajena para pacificarla. El niño depende del Otro, porque en su estado primordial de desamparo no puede realizar ninguna acción específica sin un agente externo.  

En 1920, en Más allá del principio del placer, la urgencia está ligada a las excitaciones que por su intensidad rompen la barrera anti estímulos. Ante un acontecimiento exterior, que podemos definir como traumático, provoca sin ninguna duda una perturbación enorme en la economía energética del organismo y pondrá en acción todos los medios de la defensa. Algo del exterior anima a la pulsión de muerte y se vuelve contra el yo. Podemos decir que se trata de la ruptura de la homeostasis con que la vida transcurría, quebrando el equilibrio con el que se venía transitando la vida y todo lo que era parte de ella: la relación con los otros, lo cotidiano, el día a día.

Para Lacan, es lo imposible de soportar para un sujeto que ya nada divierte. Esta referencia la dio en unas charlas en Santán, aunque luego habló de otras cosas. Se trata de un momento donde el sujeto no se reconoce y está en suspenso todas las referencias que le permiten habitar el mundo. 

Las coordenadas que se utilizan para un paciente en urgencia no son las mismas que en otro momento de un análisis. Para Élida Fernandez, la urgencia es un punto límite en donde el sujeto no puede escapar. Ante ese riesgo, apela y convoca a un Otro y llama a una intervención (y no a una interpretación). La urgencia es del sujeto.

En el momento de urgencia, hubo una ruptura de la cadena significante, de manera que el sujeto no puede ser representado. No está marcado por lo simbólico, por lo que interpretar en ese momento desaloja. Podemos decir que en ese momento, el sujeto está por fuera del discurso y de la significación. 

Habitualmente nombramos urgencias a las situaciones donde se ponen en juego el cuerpo y la acción, como el acting out y el pasaje al acto. También hay presentaciones que nombramos como urgencias, donde hay irrupción desbordante de la angustia. Otras presentaciones son la pérdida del sentido de la vida, posiciones melancólicas (más identificados al objeto y al borde de caerse), los brotes psicóticos. Lo importante es ubicar que todas estas son respuestas ante la situación de urgencia, en donde el sujeto no encuentra salida y respondió como pudo.

Los llantos y alaridos que no se articulan en el decir se transforman en un llamado si el analista está dispuesto a significarlo de esa manera. En La urgencia dicha, Ricardo Seldes dice: "Dichoso el caso en que la urgencia encuentra como partenaire a un analista". Critica al paradigma cientificista que hace desaparecer al sujeto en pos de los rótulos.

En la urgencia encontramos dos peligros: uno externo y uno interno, pues se trata de una situación traumática. Lo que Freud calificó como exigencia pulsional y angustia realista y la situación económica en ambos casos es la misma. La excitación es tan intensa que rompe la cadena de protección antiestímulos. 

En la urgencia se nos convoca a lograr una nueva estabilidad. Lo que urge se presenta como actual, agudo, pero es importante señalar que tiene una historia. El horizonte aquí es armar esa trama, que está en ese momento interrumpida, para que el sujeto tenga allí lugar en la cadena significante. ¿Pero cómo hacerlo?

Cuando hablamos de emergencia en psicoanálisis, siempre hablamos de la emergencia de un sujeto, término diferente al campo médico. Es el analista quien propicia esta emergencia desde el modo en que aborda el encuentro con la urgencia. Propiciar la emergencia subjetiva es posibilitar una pregunta por la causa de dicha urgencia, es decir, acompañar a quien consulta a subjetivar esa urgencia que lo trajo. En el momento de urgencia, la situación se le presenta al paciente como ajena, extraña, sin lazo. Lo importante aquí es que a la emergencia se le pueda poner un texto, que se subjetive. 

Para esto, vamos a tener que inventar. La urgencia convoca a la invención cada vez el dispositivo para poder abordar a la urgencia. Muchas veces la puerta entrada es por la vía de la construcción freudiana, como leemos en Construcciones en Psicoanálisis. Ahí es claro como el analista presta palabras y es el analista quien arma la cuestión, para que luego se pueda hacer otro trabajo.

Dada la suspensión de la cadena significante propia del momento de urgencia, debemos saber que en ese caso la persona llega en posición de objeto. Está aplastado, arrasado, extrañado como sujeto. Es la apuesta a la emergencia subjetiva la que va a permitir que se salga de la urgencia. Por eso el abordaje propuesto es ir de la urgencia hacia la emergencia del sujeto. 

En el medio de la urgencia subjetiva y la emergencia, ubicamos la intervención analítica. Que de la urgencia surja la posibilidad de un tratamiento será cuestión de hacer pasar un texto sin palabras a un texto que las tenga, porque en realidad el texto de la urgencia es un texto sin palabras, pero es uno que tenemos que leer. Eso que está dicho sin palabras debe ser leído, ubicando algunas cuestiones y que entre una dialéctica y salga por lo simbólico.

No existe "El Dispositivo" para atender urgencias, aunque podamos dar algunas orientaciones. Esto es porque cada urgencia es singular y no hay cura para la urgencia, porque está planteada como una manifestación subjetiva. Aunque la urgencia sea ruidosa o muda, es el modo habla del paciente, es una manifestación subjetiva. Intentamos leer la urgencia, acompañar a quien sufre a armar la escena que hay detrás de ella. Ricardo Seldes dice:
"¿Sabemos lo que hacemos en la atención de la urgencia? Por definición no sabemos lo que hacemos en nuestra docta ignorancia. Si algo sabemos es por los efectos, los efectos de una práctica orientada. El tema es saber si estamos bien orientados."

En tanto que en la urgencia se toca algo de ese desamparo que hablamos antes, lo que se percibe en los pacientes es un estado de mucha invalidez cuando llegan a la situación de urgencia al que el analista debería acercarse del modo más amoroso y cercano posible. Pensemos que vienen con los lazos rotos y muchas veces fueron expulsados hasta por sus mismos familiares. Necesitamos crear un lazo de confianza para que ese paciente pueda hablar y propiciar esta emergencia subjetiva, esta lectura que viene después.

La urgencia finaliza cuando se produce la subjetivación de aquello que al paciente le resultaba ajeno. Es decir, cuando aparece la dimensión del inconsciente. Ante la urgencia, podemos afirmar, la respuesta es el inconsciente, lo singular de cada quien.

Las intervenciones del analista necesitan de un trabajo previo para que se pueda trabajar, de un modo más propiamente analítico, no estar adherido a la teoría. Otelo dice que en la urgencia se nos queman los papeles. Es necesario un trabajo interdisciplinario y apelar a la red del paciente. Atender una urgencia solo es muy difícil. El analista debe preguntarse si eso que puede ofrecer (consultorio, por ejemplo) alcanza ó si hace falta algo institucional. 

También hay que ver de quién es la urgencia, que a veces puede ser más de la familia que de quien consulta. También a veces hay que hablar con quien deriva, pensar la frecuencia de las entrevistas, si es necesario trabajar con la familia. Estas cuestiones se piensan cada vez, se prueban y se corrigen.

A veces hay un pedido de la familia de volver todo a como estaba antes, lo cual es imposible porque lo que estaba antes fue lo que propició este resultado. En todo caso, uno volverá con una lectura de lo que pasó. Por eso es importante no entrar nosotros en urgencia. Los pacientes vienen en un tiempo de concluir y los analistas debemos apostar al momento de comprender, que solo va a ser posible si no nos apuramos.

En algunas ocasiones, con los pacientes de urgencia hay que entrar por otros lados y no ir a lo que pasó, porque esta se le presenta como ajena y no tiene nada para decir. Incluso se enojan, por eso hay que entrar por otro lado para no confrontarlos con ese agujero regresivo. En Testimonios sobre Winnicott, Mannoni cuenta una situación de urgencia y dice:
"Lo importante es ubicar desde dónde habla el sujeto y en ocasiones, por quiénes es hablado. A veces alcanza con un poco de humor ó con una palabra concerniente a las cosas comunes de la vida, es decir, despegarnos de la vivencia persecutoria que hay en ese momento para desdramatizar esa situación y lograr que el discurso vuelva a partir de otros lugares"

Mannoni relata el caso de un hombre que amenazaba con tirarse de la Torre Eiffel con su bebé. Se movilizaron su psiquiatra, los bomberos, la policía y tal despliegue no hizo más que aumentar las amenazas que este hombre profería. Llegó una joven externada del hospital que pasaba por ahí y le dijo que tuviera cuidado con las corrientes de aire, que el bebé podía tomar frío. El hombre, automáticamente, baja sin ningún tipo de resistencia. La mujer entró por otro lado y mediante un efecto sorpresa, rompió esta cuestión de que no había otra salida. 

Si llega un paciente que acaba de cortarse, por ejemplo, uno no va a preguntarle por qué se cortó y cómo fue. Uno puede centrarse en cualquier otro detalle como para que el paciente pueda empezar a hablar. 

El riesgo en la urgencia
Quienes trabajan con urgencias, deben saber que las posibilidades de que un paciente pueda suicidarse o pasar algo del orden del pasar al acto existen. El analista no debe creerse omnipotente. ¿Pero cómo diferenciar el riesgo cierto e inminente, que pone en riesgo la integridad física propia y/ó de terceros (criterio de internación) del riesgo que no es del orden de lo inminente?

Existe un documento del Ministerio de Salud que se llama Lineamientos para la atención del intento de suicidio en adolescentes. Hay un apartado allí que sirve para pensar esta cuestión, donde habla de la responsabilidad legal que tiene el profesional tratante. Dice que la responsabilidad es de obligación de medios y de procesos y no de resultados. Es decir, nosotros estamos obligados a instrumentar medios y procesos posibles, pero no tenemos responsabilidad de resultados. También indica que está prohibido para los profesionales de la salud prometer la curación. Esto es importante porque los familiares también vienen con esa demanda. Uno si puede prometer trabajar para cambiar la situación en la que está. De esta manera, el profesional que hizo todo lo que tuvo a su alcance no es el responsable si el paciente se suicida, cosa que puede pasar aunque el profesional esté a la altura de la situación.

En ese documento del M.S., dice que:
Se promueve la atención en servicios de salud “amigables” , que favorezcan el establecimiento de una relación de confianza y seguridad, de manera tal que los/las adolescentes puedan recurrir en casos de necesidad. Es fundamental privilegiar la escucha y no intervenir desde la sanción moral. Un aspecto esencial de la asistencia es tener en cuenta el interés superior del niño, niña y adolescente, y el respeto por sus puntos de vista en todo momento (Convención de los Derechos del Niño arts. 3, 12; Ley N° 26.061, arts. 1, 3, 24).

Muchas veces cuando el paciente llega luego de un pasaje al acto, hay mucha sanción moral. "¿A vos te parece lo que hizo con tantas personas que quieren vivir?". Esta posición es siempre en el analista, pero en estos casos es aún más importante.

Las situaciones de urgencia nos llevan a evaluar el riesgo y a actuar en consecuencia. Cuando uno evalúa riesgo, se le da al paciente y a los familiares todas las herramientas que podemos y hacemos constar todo lo que hicimos en la historia clínica. Hay que tomarse muy en serio la cuestión de la historia clínica, que muchas veces se toma como poco importante. Élida Feráandez un día dijo que muchas veces la historia clínica es la primera novela familiar que tuvo un paciente. El paciente puede pedirla y es importante tener esto en cuenta cuando se la redacta. 

Las maniobras ante el riesgo de un paciente son que lo vengan a buscar, sobre todo si el riesgo del paciente es cierto pero no inminente, de manera que no se puede internar. Ahí hay que orientar a la familia con que el paciente quizá no se puede quedar solo, dar la indicación de que vayan a la guardia si ocurre algo, si tienen obra social que tengan a mano el número del servicio de emergencias. 

La idea es armar algo de la continuidad, es decir, que luego de este sufrimiento insoportable hay un mañana. Para decidir las medidas a tomar, es fundamental pensar en lo cierto y lo inminente del riesgo, cosa que es difícil. 
- Uno puede ver si el paciente sigue sostenido en alguna escena ó si no la hay. También ver si uno puede armar una escena posible. 
- ¿Hay lazos con otros? 
- Ver la presencia de angustia desbordante (que puede ser encauzada) ó si más bien se trata del anodadamiento subjetivo, donde ya se trata de la nada subjetiva. Acá no hay fórmula, es agudizar bien el oído, preguntar, tomarse el tiempo. 
- Cuando un paciente dice que se va a matar, ¿Con qué afecto lo está diciendo? Puede ser angustiado, enojado, apagado... Hay que evaluar desde donde lo dice.

El analista no tiene que asustarse al preguntar por las ideas suicidas. Piensan que van a darle la idea de hacerlo y es al revés. Cuanto más palabra haya, menos posibilidad de que pase a la acción. 

La marca de la internación, que no es cualquiera, debe estar totalmente justificada y es un acto del que no hay vuelta atrás. El recurso de la internación debería ser el último. La misma ley de salud mental dice que la internación debe indicarse cuando diera mayores beneficios que el resto de las intervenciones realizables en el entorno familiar. En el art. 15 agrega que debe ser lo más breve posible y siempre fundada en criterios terapéuticos interdisciplinarios. La internación va por el lado del cuidado, no es un castigo.

Cuando el paciente llega después de un acting, muchas veces los familiares dicen que quiere llamar la atención. Entonces, quiere decir que el paciente no encontró un lugar en el Otro. Hasta que no lo encuentre, va a insistir y eventualmente puede pasar al acto. 

En ocasiones, el analista debe intervenir desde el lugar del amo. A veces este es el único modo en volver a ordenar algo. A veces las instituciones producen este ordenamiento y es la que funciona como función paterna, porque a veces con el analista se arman cuestiones más especulares. 

sábado, 11 de julio de 2020

Ética profesional en el proceso de relación individual entre terapeuta y paciente.

Ética del inicio de la relación psicológica.

Decirle si se le va a cobrar la primera entrevista.

No centrarse en una cosa; tomar aspectos generales.

Informar sobre:

  • Horarios: buscar el más cómodo para el paciente. Una vez establecido, no se cambia.

  • Honorarios

  • Registro de datos: donde está, a quién pertenece.

  • Propuesta: cómo se va a trabajar

  • Confidencialidad (puede no ser en la 1° entrevista)

Luego de la primera entrevista, se le dice que piense si quiere seguir viniendo.



  1. Consentimiento Válido.

Es un deber primordial de todo psicoterapeuta al comenzar la relación con el paciente, abordar las primeras entrevistas teniendo como uno de los objetivos fundamentales, proporcionar a la persona suficiente y adecuada información para que esta pueda consentir (libre y sin coacción) sobre los pasos consiguientes que desee dar en el proceso terapéutico.


  • Una información suficiente es aquel conjunto de datos merecidos por el paciente que se refiere a:

  • La capacitación y formación del psicoterapeuta, sus estudios previos, etc.

  • El tipo de psicoterapia que puede recibir de él: sus metas y objetivos.

  • Los asuntos relacionados con la confidencialidad y sus excepciones.

  • La forma en que serán registrados sus datos y si podrá o no tener acceso a ellos.


Se debe clarificar a la persona que consulta, aquellos aspectos fundamentales del proceso que se va a empezar de tal forma que el individuo pueda hacer un consentimiento válido. No es moralmente justificable que una persona inicie su proceso terapéutico sin que pueda decidir con una razonable información, cuáles son los riesgos y los beneficios a los que se expone (incluido el costo económico y temporal)


El profesional tendrá que hacer siempre el ejercicio clínico de discernir si “este” individuo concreto que sufre en “este” momento los síntomas de un determinado cuadro patológico es “actualmente” competente.

Si el paciente no está en condiciones de tomar ninguna decisión, será su representante legal quien tenga que hacer el consentimiento para poder iniciar la relación psicoterapéutica.


Las condiciones básicas que debe tener todo consentimiento para ser válido son:

  • Que lo haga una persona generalmente competente para decidir.

  • Ser informado (actuar con conocimiento).

  • Ser voluntario.


  1. Juicio Diagnóstico y Poder Terapéutico.

El “poder” psicológico se ejerce sobre los individuos o sobre al sociedad a través del diagnóstico. Este puede ser altamente manipulador en la medida que encierra una prescripción implícita de cuál debe ser el futuro de los individuos implicados.

Se ha visto, en ocasiones, que cuando hay intereses económicos, políticos o afectivos en pugna, los psicólogos y psiquiatras han intervenido para legitimar con su diagnóstico las pretensiones de uno u otro bando.


Entre las causas de que existan tantas variaciones entre los profesionales cuando diagnostican a sus pacientes, están:

  • Las diferencias de orientaciones, aprendizaje y experiencia profesional de los psicólogos.

  • Los diferentes contextos y oportunidades en que se hace el diagnóstico.

  • La clase social, cultura, raza y sexo del profesional.

  • Los prejuicios personales que tenga.

  • La ambigüedad de ciertas categorías psicopatológicas.


El problema de la relatividad del diagnóstico psiquiátrico sigue siendo una realidad insoslayable que hay que tener en cuenta por el alto componente estigmatizador que puede implicar.


Principal medio de los psicólogos para diagnosticar: los tests.


Hay 5 problemas principales relacionados con la elaboración y uso de los tests:

  • El asunto de qué es lo que se considera “normal”.

  • El problema de la validez, es decir, si un determinado test realmente describe lo que pretende describir; y de la confidencialidad (que a lo largo del tiempo mida lo mismo o con otros instrumentos)

  • El problema de los errores de interpretación de los datos objetivos obtenidos, debido a la distorsión que proviene de la subjetividad del psicólogo que los lee.

  • El problema del informe psicodiagnóstico. El psicólogo, al intentar buscar reconciliar los datos contradictorios que aparecen en los resultados del test para que sean coherentes con la teoría que él sustenta, puede dejar de lado datos de gran importancia.

  • En asunto del adecuado balance de los datos positivos y negativos encontrados en el test. El psicodiagnosticador, al darle al paciente su informe final, trata de que los aspectos positivos de la personalidad queden realzados frente a los negativos.


Código de Ética de la Asociación Americana para el Counseling y Desarrollo establece:

  • Los psicólogos que hagan tests deben saber para qué son, cómo se relacionan con la situación del paciente y como pueden ser usados los resultados. Debe conocer el instrumento.

  • Los tests no pueden ser usados aisladamente sin otros datos relevantes de la persona.

  • Sus resultados deben ser puestos en perspectiva con otros datos relevantes del contexto (socioeconómico, étnico y cultural)


Toda persona a la que se le hace un test tendría que ser informada también de la relatividad y limitaciones que puedan tener, con el fin de evitar eventuales daños en la autoimagen que el sujeto tenga de si mismo.


Ética del transcurso de la relación psicológica.

Una vez que el psicólogo hace una primera apreciación de la realidad del paciente (un primer diagnóstico más o menos somero de lo que le pasa) decide si quiere o no ayudar a la persona consultante.


  1. Objetivos terapéuticos.

Hay que tener claro que viene a buscar el sujeto. El motivo de consulta tiene que estar claro. No se debe ignorar su motivo de consulta.


Hay 3 grandes modelos de objetivos psicoterapéuticas que pertenecen a 3 teorías.


  1. Objetivo: Favorecer la autonomía del ser humano (autorrealización)

El objetivo de la terapia estaría orientado a satisfacer el mejor interés del individuo; y la insistencia se pone en lo que son las necesidades del sujeto como tal.

Consideran que no es posible encontrar qué es “lo” normal y “lo” sano; y optan por orientar los objetivos del proceso terapéutico según los valores del sujeto.

  1. Objetivo: Ayudar a que la persona se ajuste a los valores del medio ambiente y que esté en armonía con ellos de forma que su convivencia sea satisfactoria, tanto para sí mismo como para la sociedad.

El objetivo de la terapia está determinado por “nuestro” mejor interés.

  1. Objetivo: Que el paciente conduzca su vida de acuerdo con valores que se consideran verdaderos en si mismos, no solo para un grupo de personas.


Hay una clara idea de lo que es una persona “sana” y, al mismo tiempo, se conocen los medios para lograrlo.


La metodología, en la medida que estimula una responsabilidad desde el interior del sujeto o desde su exterioridad, implica una opción ética que tiene que ver con la libertad y con la concepción que tengamos del ser humano.


  1. Derecho a la Intimidad y Confiabilidad de los Datos.

La enfermedad mental es un elemento estigmatizante de gran fuerza en nuestra sociedad. En consecuencia, toda difusión de los datos psicológicos de los pacientes trae por consecuencia graves perjuicios sociales y emocionales para los implicados.

El derecho a la confidencialidad se refiere al uso de la información que concierne a una persona determinada y que es única e inseparable de ella.


Los datos que son objeto de este derecho a la intimidad y a la confidencialidad se refieren a:

  • El mismo hecho de informar que una persona es (o ha sido) un paciente.

  • La información transmitida en confidencia durante la relación psicológica entre el paciente y el terapeuta.

  • Las informaciones relativas al diagnóstico.


En principio, solo el consentimiento del paciente puede autorizar a que un profesional revele tales datos a terceras personas.


La confidencialidad es una norma moral “prima facie”, es decir, que debe cumplirse moralmente en principio, siempre que no entre en conflicto con bienes morales mayores como la vida o la integridad física o psíquica de terceros inocentes.


Excepciones a la norma de confidencialidad:

  • Revelación de datos a terceras personas con consentimiento del sujeto. Cuando es el paciente el interesado en que se rompa la confidencialidad, sería muy necesario que le firme al psicólogo un consentimiento explícito en el que autoriza la revelación de esa información.

  • Revelación de datos de niños o incompetentes. Como criterio general se piensa que ningún dato debe darse a los padres sin que el hijo mayor de 12 años de expreso consentimiento. Habría que exceptuar de este criterio aquellos casos en los que el adolescente esté poniendo en riesgo la vida o integridad física o psíquica de terceros.

  • Acceso del sujeto a sus propios datos. El individuo tiene derecho a acceder a sus propios datos, si estos están registrados como “historia clínica”. Pero esto implica que pueda ejercer este derecho de cualquier manera y sin ningún limite. La sociedad o las instituciones respectivas (o el prof. en su práctica clínica individual) deberían establecer criterios claros, justos y conocidos al respecto.


  1. Manipulación de la Dependencia y de la Contratransferencia.

El problema ético está en las consecuencias terapéuticas que pueden derivarse por no tomar conciencia de los sentimientos experimentados por el terapeuta (contratransferencia) y no evitar sus efectos distorsionantes en el proceso de recuperación de la autonomía que él debe facilitar en el paciente.


Las principales consecuencias perjudiciales que esto podría tener son, que el psicoterapeuta:

  • Distorsione su percepción de la realidad del paciente eludiendo el tratamiento de ciertos temas o insistiendo tozudamente en otros.

  • “Pase a la acción” en cuanto a los deseos eróticos o socio-afectivos.

  • Incremente una actitud de protección que mantenga al paciente en una continua dependencia.


Algunos procedimientos que se pueden usar para fomentar la dependencia:

  • Usando técnicas sofisticadas que impresionen al paciente.

  • Reforzando la expresión positiva que reciben del sujeto por medio de alabanzas o gestos amistosos.

  • Usando contactos afectivos fuera del marco estricto de la entrevista.

  • Frases como “pronto se pondrá mejor”, “Ud. aparenta estar mucho mejor que la última vez”.


  1. ¿Neutralidad ante los valores éticos del paciente?

El psicólogo debe ser particularmente cuidadoso de no imponer a la persona sus propios valores o concepciones éticas.

Además, debe tener igual consideración y respeto por todo ser humano.

Pero hay situaciones en que puede consistir un deber moral romper la relación terapéutica y la neutralidad, para plantear abierta y sinceramente al paciente, el repudio que merecen determinadas acciones suyas que van contra la Declaración Universal de los Derechos del hombre. De otra manera, la indiferencia del psicólogo, se volvería complicidad con esas faltas éticas, e incluso, complicidad con el delito.


  1. El psicólogo que se desequilibra repentinamente.

Agotamiento psíquico, depresión, manía, psicosis de todos los tipos, son algunos de los imprevistos que pueden aparecer en los psicoterapeutas.

No es fácil que un sujeto en proceso de tratamiento psicológico se de cuenta de los cambios mas o menos profundos que se producen el terapeuta.

Corresponde a los colegas el deber de evitar que un psicólogo que empieza a sufrir un proceso de deterioro patológico, siga dañando a sus pacientes.

Es importante que haya un Comité de Ética en cada asociación profesional para resolver este tipo de casos sumamente complejos.


Ética de la terminación de la relación terapéutica.

Cada terapeuta tiene la obligación moral de terminar su función tan pronto como su trabajo ya no traiga mejoras adicionales y significativas para el sujeto.

Se termina la terapia porque:

  • Se alcanzaron los objetivos

  • No se alcanzaron los objetivos deseados, propuestos (corto, superviso o derivo)

  • El paciente desea terminar el tratamiento y considero que no es un riego publico. Le debo explicar que seria preferible que se quede.


Las personas involucradas.

Ética en la relación con el enfermo mental crónico.

La solución al derecho de una vida digna que tienen los enfermos mentales crónicos, depende, en parte, de medidas administrativas y legales. Pero en buena manera, de la capacidad de las instituciones de hacer tratamientos diferenciados, conjuntivos, personalizados, accesibles, flexibles y continuados.

Depende, sobre todo, de que la sociedad organice cómo apoyar a las familias en el logro de la difícil tarea de ayudar a estos pacientes; y de que creen suficientes alternativas de tratamiento como para que se evite en la asistencia de este tipo de enfermos, la masificación, el anonimato, la soledad, el institucionalismo y la dependencia.

La sociedad debe tomar cc. ética de que “la enfermedad mental no es curable, pero la indiferencia ante el enfermo mental, si lo es”.


  1. Asistencia Personalizada.

Una actitud asistencial personalizada es la más acorde con una ética de respeto a la dignidad del enfermo mental.


La personalización asistencial como actitud ética implica las siguientes características:

  • Accesibilidad: Que la persona pueda tener fácil acceso a los servicios y al personal terapéutico.

  • Relación: Que haya adecuada comunicación y empatía entre el paciente y el equipo terapéutico para que aquel pueda expresar su realidad psíquica, necesidades y sentimientos.

  • Comunicación: Que el diálogo sea entre los distintos sectores y servicios sanitarios que brindan asistencia psico-psiquiátrica al sujeto.

  • Individualidad: Que las necesidades específicas del paciente individual sean los que se usen para decidir el tratamiento en cada caso.

  • Conjunción: Que haya coincidencia y comprehensividad de todos los elementos que componen un tratamiento integral.

  • Flexibilidad: Que ninguna planificación preestablecida cobre prioridad sobre la evaluación individual de cada sujeto y la manera como va alcanzando los objetivos terapéuticos

  • Continuidad: Que la asistencia sea permanente y continuada en el tiempo.


El criterio de personalización implica el deber ético de orientar a cada paciente a aquella forma de vida más adecue a sus necesidades y que más respete su condición y posibilidades psíquicas:

  1. Vida independiente o autónoma: El enfermo mental, al mismo tiempo que tiene un trabajo remunerado de acuerdo con sus facultades, cuenta con la posibilidad de un fácil acceso al equipo terapéutico.

  2. Hogares de apoyo: Puede ser la misma familia del paciente, cuando se reúnen las condiciones simultáneas de supervisión y cuidado por una parte, y libertad y respeto por otra. 

  3. Hospital de día: El paciente vive con su familia, o por su cuenta, pero asiste al hospital durante varias horas al día. Allí comparte con colegas las actividades de laborterapia, terapia de grupos, etc.

  4. Hogares satélites: Pueden apartamentos o casas grandes que dependen de una institución “madre” (hospital). Viven en pequeños grupos de 2-5 pacientes sin el acompañamiento permanente de ningún supervisor especializado en la casa. Los pacientes comparten la responsabilidad de cocinar, hacer compras, limpieza. El equipo terapéutico está accesible cuando se lo requiere.

  5. Residencias permanentes: No son cerrados, se provee 3 comidas diarias, control de medicamentos y un mínimo de atención psiquiátrica. Hay apoyo, estructura, tratamiento y supervisión permanente.

  6. Instituciones de captación y paso: Incluyen cuidados especializados para aquellos pacientes que requieren un servicio de supervisión intensiva. Son cerradas y con una estructuración muy meticulosa del horario. Los programas son meticulosamente organizador y el que no quiere involucrarse, es invitado a que se traslade a otras instituciones. Pueden abarcar meses o pocos años, pero no se concibe como permanentes.


  1. Ética de la hospitalización del enfermo mental.


  1. Internación compulsiva.

Se la justifica en las siguientes situaciones:

  • Cuando la persona sufre severa enfermedad mental o trastorno de la personalidad que la incapacitan para valerse por si mismo, y pone en riesgo su vida o la vida de terceros; o puede causar daños irreparables al mismo sujeto o severos perjuicios a otros.

  • Cuando es incapaz de hacer un consentimiento válido para ingresar a un hospital o para recibir el tratamiento psiquiátrico imprescindible.

  • Cuando hay una razonable posibilidad de que ese desorden pueda se tratable en el medio hospitalario o en la alternativa institucional menos restrictiva.


No seria justificable la internación compulsiva de una persona que no esté concluida en alguna de estas condiciones, ya que la internación de emergencia tiene como finalidad brindar el tratamiento necesario para evitarle al paciente perjuicios irreversibles y ayudarle a que recupere la autonomía, siempre que eso sea posible.


En caso de que el paciente no pueda hacer el consentimiento para la internación compulsiva, es la familia o tutores legales quienes deberían hacerlo.


El punto límite que permite discernir si está justificado éticamente negarle a la persona el derecho a rechazar el tratamiento psiquiátrico, se da cuando, de no recibir el tratamiento, el paciente:

  • Se vuelve peligroso para sí mismo o para otros

  • Se hace incapaz de valerse por sí mismo en los aspectos físicos, hábitos de vida y convivencia de tal manera que volvería a requerir la internación compulsiva en el futuro próximo.


En caso de que el paciente haya superado la etapa de emergencia y haya recuperado su capacidad de juicio, pero continúa negándose a recibir el tratamiento psiquiátrico permanente, caben 2 alternativas de acción:

  • Si el paciente podría deteriorarse nuevamente y entrar en severa crisis si no continúa el tratamiento, el profesional, antes de aplicar un tratamiento compulsivo, tiene 2 posibilidades de acción: Convencerlo pacientemente de la conveniencia de continuar con el tratamiento Requerir la autorización expresa del Juez.


  • Si el paciente no es peligroso para sí mismo o para otros, pero puede volverse incapaz de valerse por sí mismo en los asuntos cotidianos de la vida y de la convivencia, se le debe informar detalladamente este hecho y verificar si es cc. de los riesgos que corre sin tratamiento. Si el paciente siendo competente, persiste en su rechazo al tratamiento, debe ser dado de alta.


  1. La vida intrahospitalaria y sus dilemas éticos.

Ética de la vida intrahospitalaria: Debe basarse en el imperativo de hacer todo aquello que asegure que los internos vivan con el máximo de dignidad humana posible.


Dilemas éticos de la internación:


  • Tratos que afectan a la dignidad humana:

No recibir castigos corporales es un derecho del paciente; y la reclusión y la restricción en caso de ser necesarias, deben ser hechas siempre con un objetivo terapéutico y en conformidad con la buena practica psiquiatrica.


No es lícito incluir jamás dentro de los castigos que se apliquen a un internado, la supresión de los derechos humanos básicos: alimentación básica, comunicación con la familia y amigos, tiempo mínimo de sueño, etc.

Tampoco deberían suprimirse aquellos procedimientos o acciones que puedan ser considerados de forma clara y evidente como parte del proceso terapéutico: laborterapia, juegos terapéuticos.

En cambio, actividades suplementarias como mirar Tv., pasear fuera del centro de internación, comprar cigarrillo, bebidas o golosinas, podrían usarse (en determinadas circunstancias) como para estimular conductas constructivas dentro de la convivencia hospitalaria.

De todas maneras, es imprescindible que el tipo de conductas que se premian o refuerzan y las que se castigan o no refuerzan, sean sometidas a la supervisión de un Comité ético.

También es mandatorio que el ambiente del paciente sea saludable y humano: limpio, seguro, confortable, con adecuada alimentación y con los servicios médicos necesarios.

También es un derecho del paciente poder recibir visitantes con razonable privacidad, así como comunicarse con amigos y familiares de forma accesible y fácil, por carta o por Tel. El ejercicio físico y la recreación deben estar disponibles a los pacientes.


Convivencia mixta entre enfermos: Lo que parece más recomendable es una internacion separada por sexos, en el cual hayan oportunidades de intercambio social supervisadas por el mismo equipo terapéutico.


  • Tratos que favorecen la independencia.

Es necesario una atención diferenciada de pacientes, especialmente de aquellos que solo son internados de forma temporal para tratar sus crisis, a fin de que no se creen dependencias y se favorezca la vuelta a la vida real.


  1. La desinstitucionalización forzosa o irresponsable.

Hay una ambivalencia por  parte de la sociedad. Al mismo tiempo que exige que estos pacientes sean liberados de los hospitales, no se los acoge con alternativas viables y verdaderamente humanizadoras. La sociedad quiere verlos libres pero no responsabilizarse.

La consecuencia inmediata de la desinstitucionalización forzosa e irresponsable desde el punto de vista ético, ha sido el problema de las personas (psíquicamente enfermas) que deambulan por las calles y duermen a la intemperie, en las puestas de los edificios o en las estaciones de colectivos (“transeúntes”).

El transeúnte enfermo mental, en la mayoría de los casos, no esta en condiciones de proveerse de las necesidades básicas como comida, alojamiento y vestido. Menos aún, de controlarse respecto a los medicamentos que necesita.

Es necesario recurrir a la internación compulsiva de algunos transeúntes, por tratarse de casos que no se pueden cuidar a sí mismos. Lo contrario seria aceptar que estos seres humanos llegaran progresivamente a las más degradantes formas de vida.

En el asilo, el transeúnte enfermo mental puede verse libre de las tensiones de la vida social, sentirse cuidado desde el punto de vista físico y psíquico y, simultáneamente, suficientemente autónomo como para separarse de la convivencia si prefiere un periodo de soledad.

Fuente: Ética para Psicólogos –Desclee de Brouwet- Cáp. 5: Ética de la relación individual entre terapeuta y paciente.