Hace no mucho, dos nenes de 12 años caminaban por uno de los centros de la Ciudad de La Plata con una piedra en la mano, mientras tanto, un hombre gritaba de la cuadra de enfrente que los iba a matar y una mujer que llevaba dos niñeces le decía que se calmara, que eran apenas unos niños. Me acerqué al nene que llevaba la piedra en la mano y le pregunté si estaba bien. Me dijo que sí sin soltar la piedra. Le propuse que lo hiciera y les pregunté a ambos si tenían hambre. “Sí, tengo hambre”. Fuimos a un almacén, entraron corriendo. Me quedé cerca de la puerta.
domingo, 23 de octubre de 2022
Baja de edad de imputabilidad (políticas que no)
lunes, 11 de octubre de 2021
Métodos en el diagnóstico clínico-criminológico en la institución penitenciaria
1-La entrevista: es una técnica sumamente valiosa en las instituciones penitenciarias ya que permite aprehender la situación global que vive el individuo. Se aplica generalmente:
Al ingresar el individuo a la institución.
En la visita familiar.
La entrevista a la pareja.
En la visita que psicología y trabajo social realizan a la casa de la familia del interno.
En los estudios victimológicos.
Como técnica de tratamiento para la preparación de la salida del individuo a nivel de orientación y control.
En los controles post-institucionales.
Las personas que aplican la entrevista son generalmente los profesionales o técnicos de las diferentes disciplinas. La entrevista es el instrumento o técnica fundamental del método clínico y es por lo tanto un procedimiento de investigación científica. La entrevista puede ser de dos tipos: abierta o cerrada (focalizada). La entrevista intenta el estudio y la utilización del comportamiento total del sujeto en todo el curso de la relación establecida con el entrevistador durante el tiempo en que dicha relación se extienda. La regla básica de la entrevista consiste en obtener datos completos de su comportamiento total en el curso de la entrevista. Este comportamiento total incluye lo que recogeremos aplicando nuestra función de escuchar, pero también nuestra función de vivenciar y observar. Cada entrevista tiene un contexto definido en función del cual se dan los emergentes y estos últimos sólo tienen sentido y significación en relación y función de dicho contexto. El tipo de comunicación que se establece es significativo de la personalidad del entrevistado, especialmente el carácter de las relaciones interpersonales. En la relación interpersonal que se establece en la entrevista hay que contar con dos fenómenos altamente significativos: la transferencia y la contratransferencia. La transferencia se refiere a la actualización en la entrevista de sentimientos, actitudes y conductas inconscientes por parte del entrevistado, que agregan una dimensión importante al conocimiento de la estructura de la personalidad y al carácter de sus conflictos. En la contratransferencia se incluyen todas las conductas, actitudes y sentimientos que aparecen en el entrevistador, como emergentes del campo psicológico que se configura en la entrevista.
La ansiedad del entrevistado es uno de los factores más difíciles de manejar y el investigador tiene que poseer la capacidad para tolerarla e instrumentarla. Frente a la ansiedad no se debe recurrir a ningún procedimiento que la disimule o reprima; la ansiedad debe ser manejada comprendiendo los factores por las cuales aparece.
En la entrevista operativa, que tiene como fin el diagnosticar una situación o acción crítica, el diagnóstico representa: diagnosticar la emoción básica más actuante que se traduce en dos miedos básicos: miedo a la pérdida de algo amado y miedo al ataque por algo odiado; diagnosticar el objeto (persona o situación) a que se refiere este miedo; diagnosticar el vínculo que se establece; y el diagnóstico de los mecanismos de defensa de la personalidad.
2-Historia clínica-criminológica: tiene como objetivos fundamentales:
Conocer los datos y etapas de la vida del individuo desde el punto de vista físico, psíquico y social.
Conocer el desarrollo, evolución de la historia del individuo, de su núcleo familiar y social.
La conducta delictiva en relación a la personalidad e historia personal y familiar.
Cada departamento técnico penitenciario acentúa las investigaciones sobre las áreas que le competen.
Esta historia, a su vez, permite conocer:
El proceso que condujo al delito.
La historia clínica es el inicio de las investigaciones que conducirán progresivamente a una explicación de la conducta antisocial realizada por el individuo.
Abarca todos los datos relacionados a la vida de un individuo: de su pasado, presente y de sus perspectivas futuras.
La dinámica y complejidad de la historia clínica criminológica revela múltiples facetas del individuo, diferentes roles en la relación interpersonal que serán valiosos para comprender la relación delictiva, especialmente la relación autor-víctima.
Los datos nos permiten: el diagnóstico clínico-criminológico; la detección victimológica; la detección de una conflictiva criminológica determinada.
En la historia debe figurar:
Nombre: el sobrenombre o apodo del individuo indica de qué manera se perciben aspectos de la personalidad. Los individuos reincidentes a veces tienen apodos relacionados a un tipo especial de técnica que utilizan para cometer el delito.
Edad: el confrontamiento entre la edad cronológica y la edad mental permite conocer si el interno presenta un retraso en el desarrollo, si tiene un retardo mental y determinar el grado del trastorno. Asimismo la edad nos indica el deterioro que manifiesta el individuo, especialmente en el caso de una grave adicción alcohólica o de traumatismo cerebral.
Escolaridad: por lo general la población penitenciaria presenta una escolaridad baja de escuela primaria sin terminar, pero también hay personas de niveles altos, universitarios y profesionales. Al parecer se observa que los niveles escolares altos están relacionados a conductas de fraudes, estafas, delitos económicos. Se observa que los individuos de nivel escolar bajo tienen una menor percepción del delito y de sus consecuencias.
Delito: el individuo puede contestar de una manera simple y concreta “homicidio” pero se debe intentar obtener un relato del delito realizado por el mismo sujeto. Paulatinamente se debe llevar al sujeto a una descripción sobre el hecho. Es importante la versión que él dé sobre su propia conducta porque permitirá conocer datos significativos que serán sumamente útiles. Todos datos esenciales para el conocimiento de las motivaciones delictivas. Y el conocimiento de sus motivaciones permitirán tener un diagnóstico clínico-criminológico más fundamentado que posibilitará mayor eficacia en las medidas de tratamiento. En un principio es necesario que el paciente-interno hable sobre su delito, ese relato será significativo e importante porque es tal cual ve él los sucesos, o de qué manera él los justifica. Posteriormente al relato se realizarán las preguntas hasta un conocimiento de la conducta delictiva en todas las áreas.
Sentencia: aquí se desea obtener la pena aplicada al individuo, es decir los años de sentencia.
Antecedentes: penales, policiales. Es evidente que los datos de un individuo reincidente obligan a pensar en las fallas de los tratamientos que se administran pero también en las fallas individuales que se proyectan en una mayor agresividad hacia los demás y hacia sí mismo.
Visitas: en los delitos cometidos dentro del núcleo familiar o en relación a la familia esta pregunta está totalmente involucrada en la dinámica criminológica, por lo que la pregunta debe hacerse teniendo en consideración especial esta situación. Si el paciente-interno no recibe visitas, “¿por qué?” será la siguiente pregunta: la familia lo abandonó; el interno abandonó a la familia y ésta ignora que se encuentra en la cárcel; carece de familia; no desea que la familia lo visite.
La visita es un elemento importante en el tratamiento del interno, especialmente significa mantener los vínculos familiares y la posibilidad de reintegración a su núcleo familiar. Desde el punto de vista de la familia, visitar al interno significa asumir la responsabilidad de asistir y colaborar en la recuperación de un miembro de la familia con una problemática antisocial. Los datos sobre la estructura familiar se obtienen de una manera espontánea cuando se pregunta sobre la visita familiar y sobre la organización familiar.
Dificultades: si bien se obtiene un panorama del desarrollo individual y familiar, así como el delictivo, es significativo preguntarle al interno cuáles han sido, a su criterio, las mayores dificultades que él ha tenido en su vida.
El conocimiento sobre los datos de la familia del interno nos permitirá realizar un resumen sobre: 1) el estado actual de la familia. Se anotan los datos más importantes de la familia en relación al interno, que serán de suma utilidad para el diagnóstico y tratamiento; 2) características de personalidad del interno. Es un resumen sobre las características más importantes del interno desde un enfoque criminológico. Es una apreciación del grado de madurez del individuo.
3-Estudio Familiar: los objetivos principales:
El autor del delito como miembro de un grupo familiar y social.
El interno como emergente de un grupo familiar enfermo.
El conocimiento de la historia del interno-delincuente a través de miembros de la familia.
El conocimiento de las relaciones interpersonales entre los miembros de la familia, especialmente los conflictos y conductas agresivas.
La detección de las características familiares y la actitud de la familia hacia el interno, de ayuda, de rechazo, etc.
El diagnóstico familiar que permitirá una mayor comprensión del diagnóstico individual.
La detección de la actitud y disposición de la familia a asistir al interno durante su reclusión.
La actitud familiar para la asistencia post-institucional del interno.
Las técnicas del estudio familiar pueden concretarse en los siguientes puntos:
Es una entrevista a un miembro o varios del grupo familiar.
La entrevista familiar sirve para obtener información sobre el interno y la familia.
Antes de la realización del estudio familiar se requiere el conocimiento de la problemática del interno, de su diagnóstico.
Desde el punto de vista criminológico es importante conocer la actitud de la familia hacia el interno, lo que piensa la familia sobre la asistencia y rehabilitación. Porque debemos partir de un conocimiento real de los datos, en el aquí y ahora de una situación existencial, de la vida del interno para poder valorar si en el tratamiento institucional y post-institucional podremos incluir o no a la familia.
La visita a la familia del autor del delito: permite observar:
El lugar donde vive la familia del interno (y también probablemente donde vivió el interno).
Los aspectos sociales, culturales, económicos de la familia del interno.
La casa-habitación, los medios que rodean a la familia.
Se detectan los conflictos de la familia, sus necesidades y expectativas.
En el ámbito de la casa, la familia se refiere al interno con mayor confianza sobre su vida y sobre el delito, que en el contexto de una institución penitenciaria.
La visita familiar permite conocer y hablar con otros miembros importantes del núcleo familiar que no visitan al interno. Estas personas dan su percepción sobre la situación del interno, los motivos que lo llevaron al delito y sobre su comportamiento.
Permite ver las necesidades de la familia y la ayuda que el interno está obligado a brindar para el sostenimiento familiar.
Conduce a orientar a la familia para que visite al enfermo a la institución y de ese modo no sólo mantener los vínculos familiares sino ayudar en la rehabilitación del interno.
Estos datos son valiosos para una comprensión de la dinámica familiar criminológica y deben anotarse en relación a cada miembro entrevistado en la visita, así como el resumen sobre las características de la familia.
4-Estudio de la familia de la víctima: los objetivos principales son:
La detección de una problemática victimológica (de venganza).
Conocimiento, según la víctima y la familia de la víctima de datos relacionados al delito, a las circunstancias que motivaron la conducta delictiva.
Conocimiento de las características de la víctima.
La relación autor-víctima, implica el estudio de las relaciones interpersonales en la interacción de los participantes (autor-víctima) en una determinada situación, en este caso en la conducta agresiva. Podemos referirnos a una relación de conocimiento entre autor-víctima, relación o vínculo laboral, de amistad, de vecinos, etc; y relación de desconocimiento entre autor-víctima.
En el estudio de la víctima o de la familia de la víctima es importante conocer previamente los datos sobre el diagnóstico del autor del delito, y de su familia, a los fines de poder formular las preguntas.
El estudio victimológico no debe dañar o causar angustia a la víctima y en sus familiares, debe tranquilizar y proteger.
5-Estudio del prontuario criminológico: permite apreciar y conocer:
La situación jurídica del interno, esto es, si está detenido, procesado o sentenciado.
El delito según las actas jurídicas, cuyas copias figuran en el expediente o prontuario.
La descripción del delito y sus circunstancias.
Los antecedentes policiales y penales.
La sentencia y la fundamentación de la misma, es decir las circunstancias relacionadas al delito y las circunstancias relacionadas a la personalidad del interno que considera el juez para aplicar y graduar la pena.
En el expediente jurídico del interno se incluyen todos los datos que aportan conocimiento acerca de la evolución y actualidad de la mencionada situación desde la detención y la formal prisión, hasta la sentencia ejecutoria así como las constancias de notificaciones judiciales que recibe el interno en la institución y solicitud de los beneficios que otorgan las leyes.
El expediente criminológico del interno en un centro penitenciario está compuesto por: cubierta con elementos jurídicos para la identificación del interno con sus 7 secciones correspondientes (sección jurídica; sección seguridad; sección médico-psicológico-psiquiátrica; sección ocupacional; sección pedagógica; sección de trabajo social; sección período de prueba).
6-Tests Psicológicos: Anastasi se refiere a dos razones principales para controlar el empleo de los tests psicológicos: 1) impedir una familiaridad general con el contenido del test, que podría invalidarlo; 2) asegurarse de que el test es utilizado por un examinador calificado para ello, es decir por un técnico en psicología.
La necesidad de un examinador competente es también obvia en cada uno de los tres aspectos principales de la situación del test: 1) la selección del test o la batería de pruebas; 2) la aplicación; 3) la interpretación de la prueba.
El psicólogo, con un conocimiento previo del interno, está en condiciones de disponer y determinar que los test se aplicarán para elaborar el diagnóstico o para corroborarlo. Es necesario, asimismo, que el psicólogo siga las instrucciones con precisión y que tenga una completa familiaridad con el test. También es importante el control cuidadoso de las condiciones de la aplicación del test. Estas son, como se especifican en todos los manuales de psicometría: una habitación, con buena luz, tranquila en la que el paciente pueda desarrollar una tarea.
Para poder aplicar cualquier test se requiere del rapport. El rapport es el esfuerzo del psicólogo por despertar el interés del individuo, obtener su cooperación y asegurar que siga las instrucciones del test. En las instituciones carcelarias se debe prestar mucha atención para poder lograr el rapport del paciente; tener cuidado en no presionar al paciente a una tarea que en ese momento no desea realizar ya que es muy frecuente que él desee hablar y comunicarse con el psicólogo por los momentos de angustia en los que se encuentra. en esta situación aplicar un test no sólo es inconveniente para la validez del test sino que el psicólogo se expone a romper el rapport, esto es la confianza que el sujeto ya ha depositado en él. El paciente se sentirá utilizado, presionado y tomado como un objeto. El psicólogo por ello debe valorar muy bien y con mucho cuidado cuándo, en qué momento, es necesaria la aplicación del test psicológico como una técnica para el diagnóstico.
Los tests psicológicos no deben aplicarse cuando el individuo está detenido (fase de detención) ya que la angustia invade todas las áreas de la personalidad. Asimismo en los momentos del proceso, cuando el paciente está concurriendo al juzgado, o próximo a la resolución de la sentencia, tampoco es conveniente la aplicación de las pruebas
martes, 22 de junio de 2021
Tratamiento penitenciario: ¿Cuál es el rol del psicólogo?
Objetivos:
Asiste al individuo para que no reincida en su accionar agresivo para la comunidad.
Tiende a que el paciente-interno se conozca y comprenda su conducta delictiva como conductas autodestructivas de marginación y desintegración de la personalidad.
Es respecto al paciente-interno, a su lento y difícil proceso de rehabilitación y recuperación social.
Que el delincuente modifique sus conductas agresivas y antisociales, haga consciente sus procesos patológicos de destrucción hacia los demás y hacia sí mismo que él ha utilizado en la conducta delictiva.
Que adquiera conciencia del daño causado a los demás, a sí mismo, a la familia y a su medio social. Esta comprensión implicará la atenuación de la agresividad.
Favorecer las relaciones interpersonales sanas y estables es otro de los objetivos fundamentales en el tratamiento penitenciario. El hombre que comete un delito ha tenido por lo general una honda conflictiva a nivel de las relaciones interpersonales, una conflictiva en su núcleo familiar, con la figura de autoridad.
Es necesario que a través del tratamiento el paciente-interno pueda canalizar sus impulsos agresivos y también verbalizarlos. Esta canalización la realiza el paciente-interno también a través de los programas de actividades, del trabajo dirigido en función del tratamiento.
El objetivo del tratamiento penitenciario es transformar el proceso de comunicación entre el interno-delincuente y su medio.
Implica un replanteamiento de los valores humanos.
Tipos de tratamiento: individual, grupal e institucional. Estos tres niveles están íntimamente intercorrelacionados, ya que implican el conocimiento de la situación particular en la que se encuentra el individuo, su delito, su historia; en una segunda consideración se refiere a las actividades que realiza ese individuo con otras personas, dentro de la institución penitenciaria.
El tratamiento individual debe tener en cuenta la edad del individuo, el delito realizado, los antecedentes policiales y penales, el nivel educacional, las tareas, trabajo o profesión, el núcleo familiar, las características de personalidad del interno.
Robos: personalidad psicopática y tratamiento | Cuando el tratamiento del psicópata se inicia, ya hace mucho tiempo que el individuo presenta valores morales contrarios a su medio social. El deterioro es muy marcado debido a las experiencias de abandono que ha sufrido en sus primeros años de vida y a las experiencias traumatizantes a nivel de las relaciones interpersonales. Es necesario tener en consideración la desconfianza básica que presenta y que repercute en sus relaciones interpersonales inestables y se caracteriza por un juego manipulador, pero a la vez autodestructivo. El psicópata está identificado con su modo de vida, aventurero, audaz y carente de una mínima planificación y precaución hacia sí mismo y hacia las personas que lo rodean. Uno de los mayores problemas en el tratamiento del psicópata es que él no se interesa por sí mismo. El terapeuta hará hincapié en los factores de autodestrucción porque en la medida que el psicópata comience a cuidarse a sí mismo, a pensar en su futuro, a aprender a comunicarse con los demás, disminuirá su agresividad hacia los que lo rodean. El psicópata aprendió desde niño a no verbalizar sino a actuar sus necesidades, es decir a tomar directamente lo que él necesita. Por lo general la relación psicópata y familia está caracterizada por ser una relación sadomasoquista, la familia lo ha abandonado y rechazado desde temprana edad y él a su vez destruye a la familia con sus conductas agresivas. Es necesario replantear nuevas relaciones familiares. La personalidad básica del psicópata no se modifica sino que lo que hace el tratamiento es una estructuración de sus defensas, que le permitan un control de sus conductas agresivas y una relación interpersonal más estable y sana. |
Personalidad del estafador. Tratamiento | La personalidad del estafador configura un cuadro de una neurosis histérica, por lo tanto la terapia debe estar centrada en estos elementos de patología de las relaciones interpersonales. El tratamiento implica una psicoterapia para hacer consciente la angustia que subyace al síntoma de engaño y seducción; tiende a analizar el tipo de relaciones interpersonales del estafador, sus mecanismos de seducción y hacer consciente el proceso manipulador que utiliza donde crea situaciones en que la víctima confía en él, engaña precisamente a quienes agradó y recomienza la búsqueda narcisística. Es probable que el estafador esté repitiendo las situaciones infantiles donde los padres fomentaban sus mentiras y engaños y un ocultamiento de la realidad. Por ello es necesario conocer la estructura de la familia del estafador. El tratamiento familiar aquí va paralelo al tratamiento individual porque muchas veces la manipulación del estafador comienza en el núcleo familiar y la familia es “cómplice” de las situaciones delictivas del individuo a través de justificaciones y racionalizaciones. El estafador continúa con sus conductas de engaño dentro de la institución penitenciaria. |
Homicidios: personalidad confusional y tratamiento | La descarga de impulsos destructivos y violentos como consecuencia de un gran monto de agresividad reprimida está muy vinculada a procesos psicóticos, debido a que sólo en un estado de confusión se puede realizar esa conducta patológica. A nivel del tratamiento es importante conocer las características del comportamiento del individuo en el antes y después de la conducta delictiva como dato diagnóstico. Los objetivos del tratamiento deben considerar la toma de consciencia del homicida, de su realidad y del delito. Debe considerarse que el homicidio siempre implica elementos de autodestrucción muy fuertes, especialmente si el homicidio ha sido cometido dentro del núcleo familiar. Se observa con mayor claridad la patología del individuo por las características de la conducta, los instrumentos empleados, las simbolizaciones, la particular relación con la víctima, la reacción post-delictiva. Deben intensificarse el tratamiento a nivel pedagógico y laboral. el homicida presenta una estabilidad laboral, pero se observa que generalmente su trabajo es obrero o jornalero. El tratamiento laboral debe enfocarse a brindarle una especialización para que cuando salga de la institución se encuentre en mejores condiciones laborales. Las investigaciones criminológicas indican que un número significativo de homicidios se realizan por el alcoholismo del autor del delito. Esta enfermedad debe tenerse muy en cuenta en el tratamiento penitenciario ya que frecuentemente el individuo apenas sale de la institución retoma sus hábitos y esto genera nuevas posibilidades de conductas violentas por la desinhibición. El tratamiento del homicida debe estructuras defensas para prevenir brotes impulsivos y violentos como los que ocasionaron la conducta del delito. El estudio del núcleo familiar permitirá conocer aspectos de la dinámica del crimen especialmente la relación autor-víctima. En los casos de homicidas reincidentes, esto conlleva de por sí una alta peligrosidad a conductas violentas y destructivas, pero también significa un individuo que debe ser objeto de una terapia y asistencia más adecuada. |
Personalidad con una conflictiva sexual. Tratamiento | La problemática sexual que se ha manifestado en el delito ha tenido su inicio mucho tiempo antes, por lo general en la adolescencia y en las etapas infantiles. Está muy relacionada a los aspectos educativos a nivel sexual, especialmente a la reacción de los padres. La actitud del individuo, autor del delito ante la conducta sexual es siempre sistemática: la niegan atribuyendo su inocencia, o la atribuyen al comportamiento de la víctima. La negación es una de las características más frecuentes y consideran muchas veces que sus víctimas son personas agresivas y seductoras que los han obligado a cometer el delito. La muerte de la víctima luego del ataque sexual es realizada por una situación de pánico del autor, ante los gritos de la víctima o el acercamiento de personas al lugar o porque ha sido reconocido. En los ataques sexuales a niños, se observa una profunda patología afectiva de parte del individuo y la carencia de relación sexual o de una pareja adulta estable. Son individuos con una conflictiva en las relaciones interpersonales, especialmente con la figura femenina. El tratamiento al delincuente sexual implica siempre una psicoterapia profunda a nivel psicológico o psiquiátrico. En todos los demás niveles de la conducta, el delincuente sexual puede presentar un modo de vida pseudoadaptadas. Sin embargo, los rasgos de personalidad inmaduros e infantiles y sus impulsos sexuales no controlados lo conducen a proyectar agresiones sexuales, conductas repetitivas dentro de la institución penitenciaria. La salida de la institución debe ser siempre gradual y controlada. |
Dañador. Tratamiento | El tratamiento penitenciario al dañador significa estructurar defensas para que adquiera conciencia de su conducta agresiva. El diagnóstico familiar permite el conocimiento de los aspectos que llevaron al interno a la conducta de daño, especialmente si ésta ha sido realizada dentro del grupo familiar, lo que plantea la necesidad de una terapia familiar para prevenir reincidencias. En los casos de individuos que realizan las conductas de daño en estado alcohólico es necesario un tratamiento y control médico en relación a su adicción alcohólica. |
Drogadicción. Personalidad dependiente. Tratamiento | Un control médico-psiquiátrico básico para el tratamiento general. Especialmente desde el ingreso del individuo a la institución penitenciaria teniendo en consideración la adicción, tipo de adicción, tiempo de adicción y los periodos de abstinencia. Se debe tener presente que el periodo de abstinencia, que está relacionado a caídas en fases depresivas, puede conducir a intentos de suicidio, suicidio o a agresiones y violencia indiscriminada. Por la inestabilidad laboral educativa y la conflictiva en las relaciones interpersonales, el drogadicto necesita recibir un aprendizaje en estas áreas que lo conduzcan a un mayor equilibrio de su comportamiento y a un control de sus impulsos autodestructivos. El drogadicto a través de una psicoterapia debe tomar consciencia de los procesos autodestructivos que significa la adicción a las drogas y los mecanismos psíquicos que lo impulsaron a esa conducta. Ese sentimiento de autodestrucción que presenta el drogadicto y la negación a la realidad que le permite la droga, están muy relacionados a experiencias infantiles y a las relaciones familiares donde las figuras paternas rechazaban al niño o proyectaban su destrucción o indiferencia. Niños abandonados, torturados, descuidados a nivel educativo, explotados por adultos, etc. es necesario sacar al drogadicto del grupo de individuos drogadictos que elige como grupo de pertenencia, ya que fácilmente se contamina en cuanto a nuevas drogas, y el deterioro físico, psíquico y social se acentúa. El tratamiento a nivel de una psicoterapia individual y grupal por las características de personalidad del drogadicto son importantes pero paralelamente también las actividades psicomotoras, deportes principalmente, ya que el drogadicto tiende a la inmovilidad y quietud por la tendencia a negar la realidad. |
jueves, 24 de diciembre de 2020
Las claves de la reinserción social
La psicoanalista Viviana Berger y su trabajo en las cárceles. Su nombre es esencial en el cruce de la criminología y la teoría psicoanalítica. Aquí, explica en qué puede contribuir el dispositivo analítico en un contexto de encierro.
Cuando Michel Foucault se refirió al panóptico en relación al poder y su control disciplinario de una sociedad, presente también en las instituciones, seguramente no se imaginó que muchísimos años después se seguiría empleando el término al momento de hablar del sistema carcelario. Pero el psicoanálisis, de algún modo, busca agujerear los muros de las prisiones. Así lo propone la psicóloga y psicoanalista argentina Viviana Berger, directora del Programa de Investigación en Psicoanálisis y Criminología de la Nueva Escuela Lacaniana (NEL), de la ciudad de México. El mismo se lleva a cabo en el Centro Femenil de Reinserción Social de Tepepan, de la capital del país azteca y también en el Centro Varonil de Rehabilitación Psicosocial en la misma ciudad. Compiladora del libro Contribuciones a la Criminología (Grama Ediciones), donde se despliegan aquellas experiencias, Berger es un nombre esencial en el cruce de la criminología y la teoría psicoanalítica. “Si la indicación de Lacan fue no retroceder frente a la psicosis, ¿cómo habríamos de hacerlo nosotros? No solo se tratará, pues, de investigar sobre los fenómenos contemporáneos de las violencias y la segregación, sino también animarse a esta clínica muy particular, y en intersección con la criminología y en el seno de instituciones carcelarias”, explica esta analista.
--¿Cómo se trabaja la tensión entre el tratamiento psíquico y la política de la vigilancia?
--Como nosotros lo pensamos, es con un criterio de agujerear los muros. Y también agujerear la mirada vigilante. Esto quiere decir que cuando se tiene la política de la vigilancia indefectiblemente por la estructura misma del funcionamiento de la vigilancia, el sujeto queda como objeto de la mirada del otro y está bajo la mirada del control. Eso produce una objetalización del sujeto per se por cómo funciona la necesidad del control y de la contención. En los sistemas penitenciarios está dado así porque, entre otras cosas, se trata de poner muros y de contener lo que insertado en la sociedad es del orden de lo que altera la seguridad de las personas. Como nosotros venimos pensando la intervención es ofrecer allí un agujero que posibilite al sujeto alojarse como sujeto. Esto puede sonar un poco teórico pero se ve en lo concreto en la medida en que se reconoce un sujeto con derecho a ser escuchado y, además, de alojar el padecimiento del encierro. Con nuestra intervención se da una espacio para que el sujeto tome la palabra a partir de reconocerlo como sujeto de derechos pero también desde un interés. Y en interesarnos en las causas que lo llevaron a cometer el pasaje al acto criminal. Ya allí se empieza a abrir un espacio para que un sujeto se aloje y se rescate de la condición objetalizada que está por la estructura y el dispositivo mismo de la vigilancia.
--¿Cuáles son los efectos en la subjetividad de alguien que ha estado detenido muchos años?
--Es duro. Nosotros no hemos tenido posibilidades de escuchar sujetos que han salido; o sea que han terminado su proceso de detención. Pero hay efectos de por sí iatrogénicos que tiene el encierro. Hoy día, los estamos experimentando todos en una medida mucho menor, pero todo lo que es el aislamiento y el encierro trae efectos iatrogénicos para el sujeto en sí mismos. Lo observamos sobre todo en personas que han recibido condenas muy extensas. Me viene a la mente el caso de una mujer de 23 años que le dieron 29 años de condena. En su cálculo, va a pasar toda la vida en prisión. Frente a la perspectiva de que no hay futuro se producen efectos de depresión muy grandes, situaciones de desesperanza y como una especie de inercia a quedar fijos en la escena del crimen. Es como que el sujeto no puede trascender, no puede ir más allá a lo que le sigue, después del acto cometido.
-Como si se quedara paralizado...
-Exactamente, en la escena misma del crimen. Parte del reto para el tratamiento es ver de qué manera se puede movilizar y producir un después.
--¿De qué factores depende la reinserción social de un sujeto que ha estado preso?
--Para nosotros depende de la posibilidad de ubicar los recursos con los que el sujeto podría recuperar algún lazo con el otro de la sociedad. El tratamiento orientado y en la perspectiva de la reinserción tiene que trabajar al interior de los muros en las posibilidades que ese sujeto tendría una vez que sale de la prisión; es decir, que no sólo hay que trabajar por lo que es su momento en la prisión sino pensando en cuando esté afuera. Esa es otra manera de agujerear los muros.
--¿Cómo influye la persecución social en alguien que logró su reinserción?
--Es un punto importante porque está la sentencia que da el juez después que la persona pasó por todo los procesos jurídicos correspondientes y después está la condena de la sociedad. Hay una tensión entre el rechazo social y lo que concluye el veredicto del juez. Hubo un caso de mucha repercusión en los medios que fue el de una mujer que asesinó a sus tres hijos en una ciudad pequeña de México. La ciudad pequeña es mucho más dura, mucho más severa en ese sentido que una megaurbe, donde la cuestión es más anónima. A esta mujer le dieron 39 años de condena. Cumplió la condena, salió el año pasado. Y todo el problema que había en el Centro era de qué manera esa mujer se iba a reinsertar en la sociedad una vez que salió. De alguna manera, los muros del Centro la contenían del rechazo social y familiar. Hubo situaciones con insistencia de la prensa para entrevistarla, a lo cual la mujer contestó: "Yo ya estoy juzgada por un juez. Entonces, no tengo nada que decirle a usted ni al resto de la sociedad". En ese sentido, es muy importante el valor y el poder que toma pasar por un juicio porque eso tranquiliza, da un amarre para lo que después pueda hacer una reinserción social porque el sujeto tiene el reconocimiento de que cumplió con la condena y con la deuda que tenía para con la sociedad por un sistema legal. Eso le da a la persona que se va a reinsertar una especie de tranquilidad, a partir de lo cual podría llegar a reconstruir. Por supuesto, no se da en todos los casos.
--¿Cuáles son las patologías más comunes que, producto del encierro carcelario, ha podido observar en personas que están en el proceso de reinserción social?
--No es la población en la cual nosotros estamos concentrados en este momento. Todavía la población que trabajamos es la que está dentro de los muros. No sabemos muy bien lo que pasa después al salir de los muros. Al interior de los muros, en relación al tipo de crímenes cometidos, hay una diferencia muy clara entre los crímenes de las mujeres y los crímenes de los hombres. En el caso de los crímenes de las mujeres, el porcentaje de asesinatos con grado de parentesco es mayor. Generalmente, son filicidios o que matan a sus padres; en general, a la madre. En el caso de los hombres no es tanto porcentaje así. Está la cuestión feminicida. Ahora, para que estas personas, en la gravedad de estos crímenes cometidos, después se reinserten es muy complicado porque son crímenes que, además, tienen un valor moral importante; es decir, no es lo mismo una madre que ha matado a los hijos que una mujer que mató a alguien porque le quería robar a un desconocido. Es mayor el nivel de censura y rechazo social. Es como vemos en los otros tipos de reclusorios, los que no son de atención psiquiátrica sino que más bien son cuestiones que podemos llamar de “la escuela del crimen”, que tiene distintos niveles. No es lo mismo el que violó niños, por ejemplo, que el que robó o el que mató. Hay distintas escalas de repudio social. También se da esto al interior de los muros, no sólo cuando salen.
--¿De qué manera puede contribuir el psicoanálisis en ese contexto?
--Para mi sorpresa, la verdad es que mucho. Cuando nosotros fuimos llamados por el Sistema Penitenciario en México para colaborar en los tratamientos que brindan, mi primera pregunta fue esa. Es decir, ¿en qué medida el psicoanálisis puede ayudar? Después, me di cuenta del dato de la presencia del psicoanálisis en las instituciones, de los efectos que tiene la presencia del psicoanálisis en este tipo de instituciones. No es el tratamiento psicoanalítico que uno hace en el consultorio privado por supuesto sino que es más del orden del psicoanalista ciudadano, que lleva el psicoanálisis a los centros de reclusión. Entonces, la primera cuestión que pasa es que se instala un discurso donde se recupera la dignidad del sujeto. En esto que hablábamos al principio, es una manera de agujerear el discurso de la política de la vigilancia. De buena manera, porque es en colaboración con los centros. No es en absoluto una manera crítica sino que es para colaborar. Entonces, lo primero que pasa es que se rescata la dimensión del sujeto en este tipo de instituciones que tienen una inercia muy fuerte a objetalizar a las personas que están allí alojadas. La otra cosa que pasa es llevar el exterior al interior al estar en una condición de extimidad. Tenemos una palabra técnica en psicoanálisis que es extimidad: es una conjunción entre el exterior y la intimidad del interior. Es un neologismo muy interesante porque presenta una lógica que no es la del afuera ni del adentro sino que es junción del afuera y del adentro, donde se trasciende esta cuestión del encierro de los muros. Esto quiere decir que ya el hecho de ser ajeno a la institución y que uno tenga una cierta regularidad de presencia adentro hace presente una lógica distinta que no es la de los profesionales de planta que trabajan adentro. Estos últimos, de alguna manera, son vistos como del interior, aunque entren y salgan. En cambio, el psicoanalista, como no pertenece a la institución de planta, tiene una relación más externa pero, a la vez, desde adentro. Esto solo ya tiene un efecto muy importante. Por supuesto, tiene una incidencia en los profesionales que allí trabajan, porque es un trabajo con el que se ocupan del real social más crudo. Están en el día a día. Entonces, los profesionales que trabajan allí y el personal técnico también están tomados, de alguna manera, por los mismos muros de la institución. Entonces, la posibilidad de trabajar con alguien externo pero en la intimidad eso ya produce un alivio, una operación de relanzamiento del interés por lo que se hace. Las rutinas traen una cuestión muy automática y muy aplanadora, en cierto sentido. Entonces, el espacio del trabajo con nosotros ya produce también un horadamiento en ese sentido. Ahora, las personas que escuchamos tienen que hablar.
--¿Se podría decir que se trabaja sin un dispositivo analítico o no?
--Podemos decir que no es el diván. No es el psicoanálisis tradicional. Una colega argentina, que tiene una larga trayectoria en este campo, Irene Greiser, escribió un libro titulado Psicoanálisis sin diván. Y es verdad. Es tal cual así. Es un psicoanálisis que más bien tiene que ver con la presencia del analista, de la escucha del analista y de la intervención del analista, pero sobre todo su presencia. Y es totalmente analítico, no lo deja de ser, pero no es el dispositivo clásico del psicoanálisis ortodoxo.
--¿Por qué Jacques-Alain Miller dijo que “nada es más humano que el crimen”?
--Es una fórmula verdaderamente preciosa que dijo Miller. Ahí toma un cierto oxímoron, donde pone en asociación lo humano con el crimen e introduce el lado oscuro del sujeto. Ese lado nos hace tan humanos porque en la medida en que hablamos, en que somos tomados por el lenguaje, tenemos ese lado oscuro. Eso es lo que nos hace humanos, pero a la vez alude a las acciones o a los pasajes criminales. Es interesante porque los animales no cometen crímenes. El crimen es un concepto humano.
--¿Todos somos criminales inconscientes?
--(Risas). Freud tiene un texto que trabajó eso: si por el hecho de soñar con crímenes es que somos todos criminales. Lo que podemos decir es que una cosa es matar al padre o a la madre y otra cosa es pensarlo o tener fantasías o pesadillas. Hay que discriminar que no es lo mismo la acción, la realización de eso que el deseo inconsciente o la fantasía inconsciente.
--Jacques Lacan dijo: “Siempre somos responsables de nuestra posición de sujetos”.
--Sí, y eso es justamente la orientación que da el psicoanálisis para los tratamientos en estos casos. Lacan hacía un claro hincapié en que no se trataba de eximir al sujeto de su responsabilidad. Y justamente decía --y lo hemos comprobado-- que cuando eso pasa se le hace un mal al sujeto porque justamente el sujeto no logra salir de la escena del crimen. Para que el sujeto se restablezca, necesita asumir esa responsabilidad. O que por lo menos haya una consecuencia por ese acto, porque lo que también vemos en cuestiones psiquiátricas es que hay una imposibilidad del sujeto en asumir esa responsabilidad.
--¿Qué diferencia existe entre responsabilidad y culpa para el psicoanálisis en relación a la conducta criminal?
--Cuando decimos responsabilidad es la cuestión de que el sujeto pueda responder, pueda hacerse cargo, pueda asumir el acto. Hay estructuras en las que esto no es posible. Lo que vemos es que no hay inscripción de la culpa, que no hay dimensión del arrepentimiento porque el arrepentimiento no es que uno diga declarativamente: "Pido disculpas". Vemos que también pasa que después se acomoda el discurso socialmente aceptado a lo que conviene, como cierta especie de cálculo. No es a eso a lo que el psicoanálisis escucha como la asunción de la responsabilidad o a la dimensión de la culpa. Esto tiene que trasuntar en lo que aspiramos a que sea un reordenamiento de ese goce mortífero que habita al sujeto. Hubo un caso que yo mencioné en el texto: una mujer que había cometido un crimen y estaba en proceso de ser juzgada, pasando por todas las instancias y los pasos jurídicos. Cuando llegó al Centro, estaba en una situación de total desidia. No cumplía con las rutinas, no respondía a las obligaciones de lo que hay que hacer, como los aseos, la participación en determinadas tareas y demás. Y pasó que, en el momento en que el juez iba a determinar su sentencia, el magistrado dijo si las personas que estaban presentes en el juicio, tenían algo que decir. Y esta mujer se levantó, se puso de pie y dijo que ella quería agradecer que su caso haya sido atendido de la manera en que fue atendido, que le prestaran atención a todos los detalles que ella había declarado, que todo el proceso haya sido correcto y que quería agradecer eso. Dicen que cuando regresó después de la sentencia, lo hizo supertranquila y cambió totalmente su forma de insertarse en el Centro, y su conducta y su relación con los demás. O sea que algún ordenamiento en todo ese proceso operó. Quizás no puede asumir la culpa a nivel neurótico o las cuestiones de responsabilidad en ese punto, pero sí produjo un ordenamiento de su desorden pulsional.
Fuente: Oscar Ranzani (2020) “Las claves de la reinserción social” - Página 12