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lunes, 18 de agosto de 2025

¿Cuál es la diferencia entre las neurosis actuales y las neurosis narcisísticas?

 Neurosis actuales y neurosis narcisísticas son dos nociones freudianas que suelen confundirse pero pertenecen a momentos distintos de la obra de Freud.

1. Neurosis actuales

Freud las introduce muy temprano, en los Estudios sobre la histeria (1893-95) y en Las neuropsicosis de defensa (1894).

  • Ejemplos: neurastenia, neurosis de angustia, hipocondría (en sus primeras clasificaciones).

  • Causa principal: no se explican por conflictos psíquicos reprimidos (como las neurosis de transferencia: histeria, neurosis obsesiva), sino por un factor somático inmediato relacionado con la vida sexual. Freud hablaba de “perturbaciones en la economía de la excitación sexual” (por ejemplo, coitus interruptus, abstinencia, masturbación excesiva).

  • Mecanismo: exceso o estasis de excitación que el aparato psíquico no logra tramitar, y que se descarga en forma de síntomas físicos o ansiosos.

  • Carácter clínico: síntomas más corporales que psíquicos (fatiga, irritabilidad, angustia difusa, somatizaciones), sin la elaboración simbólica y la “escena inconsciente” típica de la histeria u obsesión.

En síntesis: no tienen origen en conflictos inconscientes, sino en una perturbación actual del funcionamiento sexual.

2. Neurosis narcisísticas

La noción aparece recién en 1914, en Introducción al narcisismo, cuando Freud reformula su metapsicología.

  • Ejemplos: esquizofrenia (entonces llamada dementia praecox), melancolía, paranoia.

  • Causa principal: no se trata de una “estasis somática”, sino de un retiro de la libido de los objetos hacia el propio yo (narcisismo). La libido ya no circula hacia representaciones objetales, sino que queda investida en el propio yo, produciendo empobrecimiento del vínculo con la realidad.

  • Mecanismo: la libido objetal se retrae, y se refuerza el narcisismo. Esto hace que el paciente sea difícil de alcanzar en la transferencia, pues no dirige libido hacia el analista ni hacia el mundo.

  • Carácter clínico: alteraciones del pensamiento, ruptura con la realidad, empobrecimiento de la relación con los otros.

En síntesis: son psicosis explicadas por una perturbación del destino de la libido (retirada hacia el yo en vez de los objetos).

Diferencia clave

  • Neurosis actuales: ligadas a un factor somático actual, sin conflicto psíquico inconsciente.

  • Neurosis narcisísticas: ligadas a un destino de la libido (retirada al yo), explican ciertas psicosis.

viernes, 27 de junio de 2025

De la neurosis de angustia al ataque de pánico... ¿Cómo ocurrió?

La definición de la neurosis de angustia aparece en 1895 en Freud, cuando las aborda en "Las neuropsicosis de defensa". Notablemente, este cuadro es casi idéntico a lo que hoy se llama ataque de pánico, ¿Pero cómo se llegó a ese nombre?

La conceptualización del ataque de pánico ha evolucionado significativamente a lo largo de las distintas ediciones del DSM (Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales), reflejando los cambios en la psiquiatría contemporánea y su relación con la psicología, la farmacología y los modelos médicos hegemónicos. A continuación te presento un recorrido histórico por su teorización en las distintas versiones del DSM:

En el DSM-I (1952) no aparece la categoría “ataque de pánico” como tal. Los síntomas que hoy asociaríamos con el ataque de pánico se encontraban en categorías generales como “reacciones de ansiedad” dentro de los trastornos neuróticos. Se entendía desde un enfoque más psicodinámico, con referencia a conflictos intrapsíquicos.

En la edición del DSM-II (1968) tampoco aparece explícitamente el “ataque de pánico”. Se conservan las categorías de neurosis de ansiedad, donde se describen síntomas como palpitaciones, disnea, mareos, etc., aunque sin constituir una entidad clínica independiente. Predomina todavía una mirada influenciada por la psiquiatría dinámica. 

Es recién en el DSM-III (1980) que aparece por primera vez el Trastorno de Pánico (Panic Disorder) como entidad diagnóstica separada de la neurosis de ansiedad. El ataque de pánico aquí se definió como un episodio súbito de miedo intenso acompañado de síntomas físicos y cognitivos (palpitaciones, sudoración, miedo a morir, etc.). En esta edición, se rompe con la tradición psicodinámica y se promueve una nosología más categorial y biologicista. Además, se diferencia por primera vez el trastorno de pánico del trastorno de ansiedad generalizada (TAG), antes englobados en la neurosis de ansiedad.

En la edición DSM-III-R (1987) se afinaron los criterios diagnósticos del Trastorno de Pánico, incluyendo una definición más clara del “ataque de pánico inesperado”. Se introdujo la noción de ataques de pánico con o sin agorafobia, destacando la relación entre ambos cuadros. Además, se acentuó la idea de que el ataque de pánico podía ser un evento “espontáneo”, lo cual tiene implicancias en la conceptualización médica-biológica del trastorno. 

Los DSM-IV (1994) y DSM-IV-TR (2000) formalizaron el concepto de “ataque de pánico” como un especificador que puede aparecer en diferentes trastornos, no sólo en el trastorno de pánico. de esta manera, podía haber ataque de pánico inesperado (sin desencadenante claro), situacionales ( ocurren frente a un estímulo específico), ó situacionalmente predispuestos (no siempre, pero más probables ante ciertos estímulos). En estas ediciones se mantuvo la estructura diagnóstica del trastorno de pánico con o sin agorafobia. Además, se vinculó el ataque de pánico con trastornos de ansiedad, fobias, y también con trastornos depresivos. 

La última edición, el DSM-5 (2013), se realizó un cambio significativo: el “ataque de pánico” ya no es un diagnóstico en sí, sino un especificador transversal que puede aplicarse a cualquier diagnóstico (por ejemplo: trastorno depresivo mayor con ataques de pánico). Por otra parte, se ceró una categoría separada: Trastorno de Pánico, diferenciada de la Agorafobia, que ya no se diagnostica sólo en comorbilidad. Y en contraste con su versión anterior, se eliminaron los subtipos de ataque de pánico (inesperado, situacional, etc.), pero se mantuvo su descripción clínica.

Actualmente, siguiendo la línea del DSM III, el enfoque sigue siendo cognitivo-conductual y biomédico, aunque se da cierto espacio al malestar subjetivo en distintos contextos culturales.

viernes, 20 de junio de 2025

Pacientes con infección por hongos (caspa, tiña): ¿Qué hacer desde el psicoanálisis?

 Tanto la caspa (dermatitis seborreica) como la tiña (infección micótica) pueden verse como manifestaciones en la piel donde el cuerpo reacciona a algo que no encuentra otra vía de tramitación. Aunque tienen etiología médica clara (la tiña es micótica; la caspa suele implicar una respuesta inflamatoria a un hongo ya presente en el cuero cabelludo), no hay contradicción en pensar que su desencadenamiento y persistencia pueden estar modulados por lo psíquico.

La piel es una frontera simbólica entre el adentro y el afuera, y en muchas patologías cutáneas aparece como escenario de lo no dicho: lo que no puede descargarse en la palabra, se descarga en la piel. Esto puede pensarse tanto en términos de conversión, como en expresiones psicosomáticas o incluso de neurosis actual, según la línea teórica que se elija.

Pensándolo como neurosis actual

Freud diferencia las neurosis actuales (neurastenia, neurosis de angustia) de las psiconeurosis (histérica, fóbica, obsesiva), en que las primeras no poseen representaciones reprimidas, sino que son efecto de una mala tramitación de la excitación sexual, en términos de energía no elaborada ni simbolizada. En estos cuadros:

  • El síntoma es más del orden del cuerpo que del sentido.

  • Hay poca transferencia, poca historización y dificultad de asociación libre.

  • Se trata de descargas somáticas directas.

Podemos pensar que si la caspa o la tiña aparecen masivamente en momentos de estrés y sin una escena desencadenante claramente asociable a un conflicto simbólico, se puede hipotetizar que algo del orden de la neurosis actual o del fenómeno psicosomático está en juego.

Como varias veces hemos dicho, se trataría de armar una escena (construir un fantasma) sobre aquello que se presenta como actual para después armar un enigma acerca de ello (síntoma). Recordamos que la conceptualización de neurosis actual freudiana, hacia el final de su obra, es la de considerarlas como núcleo del síntoma psiconeurótico.

Como fenómeno psicosomático

Lacan abordó los fenómenos psicosomáticos con precaución, y sugirió que no deben confundirse con síntomas neuróticos. Se trataría de una respuesta del cuerpo allí donde el significante fracasa, donde el sujeto no logra anudarse a través de la metáfora del síntoma. El fenómeno psicosomático no se dirige al Otro, no interpela, no demanda interpretación: acontece como un agujero en el sentido.

Esto es muy claro en las patologías de la piel:

  • La caspa, por ejemplo, puede pensarse como un intento de eliminación de lo que sobra, de lo que el cuerpo ya no puede sostener.

  • La tiña, con su carácter invasivo y visible, puede estar ligada a vivencias de invasión, contacto hostil o contaminación simbólica.

En ambos casos, el analista puede formular la hipótesis de que en estos casos se trata de un desborde pulsional que no encontró vía simbólica ni de tramitación psíquica y se descarga en lo somático. El estrés podría actuar como desencadenante no específico, empujando a una zona del cuerpo a hacerse cargo del exceso de excitación. Para caso en particular, nos preguntamos:
👉¿Hay transferencia establecida o escasa? 
👉¿El paciente puede asociar libremente o no se abre el discurso?
👉¿El síntoma corporal se presenta como algo completamente ajeno al sentido? Es decir, si aparece como lo que Freud llamaba "síntomas de la angustia" de las neurosis actuales, que no son los síntomas analíticos.
👉¿Aparece el fenómeno ante una respuesta del cuerpo ante una desorganización libidinal evidente (duelo, separación, sobrecarga)?

Advertencia acerca la posición de Luis Chiozza
Finalmente, queremos hacer una crítica a la posición de Luis Chiozza, quien dentro del marco del psicoanálisis médico argentino de orientación psicosomática, ha hecho un extenso trabajo en relación a las enfermedades y su posible sentido simbólico, incluyendo muchas patologías dermatológicas.

Luis Chiozza se enmarca en una tradición psicosomática hermenéutica, donde se busca establecer una correspondencia simbólica específica entre la dolencia orgánica y un conflicto psíquico subyacente. A menudo, en sus obras, podemos encontrar afirmaciones del tipo:

En tal afección dermatológica se manifiesta un conflicto ligado al deseo de separarse del entorno materno, o
La piel, al inflamarse, expresa simbólicamente el sufrimiento por un límite vulnerado.

Si bien esta línea puede tener valor ilustrativo o inspirar intuiciones clínicas (como el desamparo o lo siniestro), desde una posición más rigurosa en términos de epistemología psicoanalítica, surgen objeciones importantes, como la tendencia a la psicologización del cuerpo.

Una crítica central es que Chiozza tiende a psicologizar los órganos, atribuyéndoles significados intencionales, como si el hígado, la piel o el estómago “quisieran decir algo”. Esta operación produce un exceso de sentido, lo cual es problemático para una clínica que, como la lacaniana, parte de que el síntoma no siempre es interpretable y que hay un real imposible de simbolizar.

En el caso concretos de fenómenos como las infecciones micóticas, Chiozza podría leerlos como expresiones metafóricas de un conflicto de contacto, de apego o de límites yoicos. Pero esto corre el riesgo de saturar de sentido algo que puede estar del lado de una descarga, de un acto, o incluso de un fenómeno sin sujeto, como lo es el fenómeno psicosomático.

Por otro lado, Chiozza supone una causalidad lineal entre emoción y órgano, cuestión que opera muchas veces con una lógica cuasi causalista simbólica, donde el estrés o la angustia generan determinada enfermedad en un órgano específico por una “coherencia simbólica”. Esto lo aleja de la clínica de la contingencia, tan cara a Freud y Lacan. El cuerpo no es una tabla sobre la que se inscriben directamente las emociones, sino que está atravesado por la opacidad del goce y la discontinuidad del significante.

De alguna manera, Chiozza reintroduce el modelo médico desde el reverso. Aunque Chiozza pretende humanizar la medicina, paradójicamente, reintroduce una forma médica del saber al postular un sentido universal del órgano. En ese marco, el analista aparece casi como un decodificador de mensajes biológicos. Esto lo aleja de la ética del psicoanálisis, que supone que no hay saber totalizante sobre el sujeto y que la verdad es siempre medio dicha, nunca plena ni definitiva.

En la clínica lacaniana, el síntoma no es “un mensaje que espera ser descifrado”, sino un modo singular de goce, muchas veces opaco. El fenómeno psicosomático, como respuesta directa del cuerpo, se ubica más allá del sentido y muestra un punto donde el significante fracasa. En este sentido, pensar en términos de “el cuerpo habla” puede ser una trampa semántica que omite lo esencial: que no todo es decible, y que hay un real que no retorna como mensaje sino como evento.

Podemos decir que Luis Chiozza ofrece una lectura rica y bienintencionada que busca tender puentes entre medicina y psicoanálisis, pero su marco interpretativo peca de sobreinterpretativo y universalizante. Además, no reconoce suficientemente el valor del vacío y del sin sentido en el síntoma. Por otro lado, reintroduce una forma de saber totalizante que va en contra del inconsciente como saber no sabido.

Desde una perspectiva lacaniana, sería más riguroso ubicar estos fenómenos no como “mensajes metafóricos del alma”, sino como modos de descarga del goce, fenómenos de borde donde el sujeto no logra articular significante y cuerpo, y donde se juega la posibilidad (o no) de anudamiento simbólico.

martes, 8 de abril de 2025

Escritura y clínica: cuando la palabra no alcanza

Podría pensarse, en una primera aproximación, que la noción de escritura está lejos de la práctica analítica. Sin embargo, no cualquier forma de escritura interesa a Lacan. No se trata de la escritura literaria ni de la poética —aunque ambas están presentes en su enseñanza—, sino de una que aspire a incidir sobre lo real en tanto impasse. Para ello, es necesaria una modalidad que implique un vaciamiento del sentido, una escritura sin semántica.

A lo largo de sus más de treinta años de enseñanza, Lacan reconfigura su relación con el registro simbólico, y ese desplazamiento va de la mano con su concepción de la escritura. Desde la antropología estructural hasta la lingüística saussureana, y finalmente apoyándose en la lógica de Frege, Lacan avanza hacia una formalización que deja atrás la pretensión de significación plena. Esta serie evidencia su progresiva orientación hacia una escritura que funcione más allá de lo representacional.

¿Qué necesidad empuja esta elección? Una dificultad clínica ya detectada por Freud.

En sus textos sobre las neurosis actuales, Freud señala cuadros clínicos donde predomina un componente económico del aparato psíquico: excitación, tensión, descarga. En estos casos, se constata una desconexión respecto de lo representacional, y con ello, la palabra —con su potencia simbólica— pierde eficacia. Queda entonces obstaculizada toda posibilidad de elaboración, historización o tramitación a través del discurso.

Allí donde la palabra fracasa, la pregunta se vuelve inevitable: ¿cómo incidir clínicamente?

Es en ese punto que Freud introduce, casi de modo sorpresivo, la noción de una acción específica por parte del analista. Un acto que interviene allí donde la palabra no enlaza, donde algo no puede asociarse ni remitir a recuerdos. Una zona en la que la representación tropieza con un tope.

Este es el punto de partida de una distinción crucial: la de lo real como impasse. Como aporía, como inconsistencia estructural o como obstáculo para la simbolización. Y es precisamente en ese punto donde la escritura, en el sentido que Lacan le confiere, se convierte en una herramienta imprescindible para pensar cómo puede operar el acto analítico frente a lo no-tramitable.

viernes, 21 de marzo de 2025

¿Qué es la neurastenia y qué pasó con el concepto?

 La neurastenia, según Sigmund Freud, es una forma de neurosis actual caracterizada por síntomas físicos y psicológicos derivados de una acumulación y mala gestión de la energía nerviosa. Freud la asoció con la teoría de la sexualidad y la veía como resultado de factores somáticos más que psíquicos.

  1. Concepto original (George Beard, 1869)

    • Antes de Freud, la neurastenia fue descrita por el neurólogo estadounidense George Beard, quien la vinculó con el estrés de la vida moderna y el agotamiento del sistema nervioso.
  2. Neurastenia en Freud

    • En su obra "Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia" (1895), Freud distingue la neurastenia de otras afecciones y propone que es causada por factores sexuales.
    • Específicamente, la asocia con la práctica excesiva de la masturbación y la continencia forzada, lo que provocaría un desequilibrio en la economía libidinal del sujeto.
  3. Síntomas neurasténicos según Freud

    • Fatiga crónica
    • Dolores de cabeza ("casco neurasténico")
    • Trastornos digestivos (estreñimiento, dispepsia)
    • Irritabilidad y falta de concentración
    • Disminución del deseo sexual o impotencia
  4. Diferencia con la Neurosis de Angustia

    • Freud separó la neurastenia de la neurosis de angustia, que asociaba más con la represión psíquica y el conflicto inconsciente.
    • Mientras que la neurastenia era más somática y relacionada con la excitación sexual mal gestionada, la neurosis de angustia tenía un origen psíquico.

Con el tiempo, la neurastenia dejó de ser un diagnóstico predominante en la psiquiatría y el psicoanálisis. Hoy, muchas de sus manifestaciones se incluyen en trastornos de ansiedad, depresión o síndrome de fatiga crónica.

jueves, 13 de marzo de 2025

El principio de placer y su revisión freudiana

Desde sus primeros desarrollos teóricos, Freud sostuvo al principio de placer como eje central del proceso primario. En su Proyecto de una psicología para neurólogos (1895), concibió el aparato psíquico desde una perspectiva económica, afirmando que su función primaria es la descarga de excitación mediante facilitaciones.

Aunque en esa etapa Freud no utilizaba el término estructura, la dimensión económica fue cobrando un peso progresivo en su obra, delimitando lo irreductible e incluso lo incurable dentro de lo estrictamente analítico. Durante décadas, hasta Más allá del principio de placer (1920), Freud se aferró a la idea del predominio del principio de placer, aunque ciertas manifestaciones clínicas pusieron en cuestión su absoluto reinado.

Las Neurosis Actuales como Precursoras del Giro Freudiano

Uno de los grandes desafíos teóricos para Freud fue la existencia de las neurosis actuales, cuyos modos de sufrimiento subjetivo no encajaban del todo en la lógica del principio de placer. Estas neurosis pueden considerarse el antecedente conceptual de las neurosis traumáticas, cuya observación clínica llevó a Freud, en 1920, a reformular de manera sustancial sus postulados.

El interrogante que Freud exploró a lo largo de los años fue hasta qué punto era posible sostener el principio de placer como rector absoluto del aparato psíquico. En este punto, cabe destacar su honestidad intelectual, al modificar un principio que había sido el eje de su teoría durante tres décadas.

El Estatuto Económico del Trauma

Ya en el Proyecto de 1895, Freud había postulado el principio de constancia, que implicaba que el aparato psíquico no podía reducir la excitación a cero, sino que requería una cantidad mínima de energía para su funcionamiento.

Sin embargo, lo que con el tiempo se volvió determinante fue el estatuto económico del trauma, es decir, el problema de cómo el aparato psíquico se defiende de cantidades de excitación potencialmente dañinas.

Las neurosis traumáticas fueron el campo clínico que permitió a Freud abordar esta cuestión. Hoy, podríamos preguntarnos: ¿cómo nombramos en la actualidad a estas estructuras clínicas?

martes, 6 de diciembre de 2022

Melancolía, ¿neurosis narcisista ó psicosis?

Las primeras entrevistas con el analista suelen ser casi como al estilo de un confesionario, por lo precipitado. Es como que el paciente se viene guardando mucho, así que cuando asiste, descarga. Muchas veces, el analista comete el error de escarbar eso y ponerse "buscar petróleo". A veces el paciente confiesa cosas que es mejor tomarlas en consideración y no trabajarlas inmediatamente, como es el caso de los abusos. 

Para Lacan, no hay nada más parecido a la neurosis que una pre-psicosis. Helene Deutsch hace un trabajo magnífico de las personalidades "como si". Ya en el siglo XIX, Moreau de Tours hablaba de los sujetos exentos, que eran sujetos que no eran neuróticos pero tampoco psicóticos. Hay una clínica de borde que obliga al diagnóstico diferencial.

Por ejemplo, hay pacientes que aparecen con una presentación fóbica y de repente uno se da cuenta que no era una fobia, sino una manera de poner una interposición a su afectación, de manera que al ponerle antidepresivos estallaban en una manifestación delirante. 

Caso: Un paciente de 65 años relata un abuso a los 10 años. Registra problemas con el juego. Dice que conoció a su primera mujer a los 12 años y desde ahí se registra una proliferación maníaca de mujeres. En su discurso se escucha un deseo de ser heterosexual, como si fuera un empuje. Aparece un semblante "soy heterosexual" recalcado muchas veces, al tiempo que rechazaba a la homosexualidad. Es decir, pasó 55 años de su vida bajo una lógica que no es la del automatón. De su padre, dice que él no funcionó como ideal y lo describe como muerto en vida.

En la clínica muchas veces se escuchan discursos sostenidos por una inercia dialéctica en algo que puede ser del orden de la realidad. Ahora, este caso no alcanzan los elementos para ser pensado como una psicosis. Pero si no podemos pensar tampoco en una estructura neurótica, ¿Qué podría ser? Una melancolía.

El tema de la melancolía fue tomada como psicosis para algunos, mientras que para otros se trata de una neurosis narcisista. Esta última posición es la de Freud.

Relacionado: Neurosis narcisistas: distinción y tratamiento.

En el caso, hay una salida maníaca a esa melancolía: la proliferación de mujeres con las que andaba y el juego. ¿Podríamos pensarlo como una compulsión obsesiva? La diacronía de la vida de ese paciente dice que no. Lo capital para pensar este caso es la inscripción del nombre del padre, pero la identificación al padre muerto. 

Dice Freud, en Panorama de las neurosis de transferencia:

76) El duelo por el padre primitivo surge de la identificación con él y ya hemos demostrado que dicha identificación es condición para el mecanismo de la melancolía.

En Kant con Sade, Lacan habla del dolor puro de existir de la melancolía:

‍¿Acaso...(ellos, que creen tener mejores oídos que los demás psiquiatras),... no han oído cómo ese dolor en estado puro modelaba la cantinela de esos enfermos que llamamos melancólicos? ¿Tampoco han tenido en cuenta uno de esos sueños que dejan trastornado al soñador, tras la penosa condición de un renacimiento interminable, en lo profundo del dolor de existir?

El dolor puro de existir es una buena referencia, del que Pura Cancina hizo un libro. El eje del superyó también es válido para evaluar estos casos. Freud se pregunta por qué el neurótico puede resistir al autorreproche. Justamente, es la estructura del yo y del ideal del yo. En la melancolía, como no hay atravesamiento de la novela edípica, no hay ideal del yo ni yo ideal que intercepten al autorreproche. Por eso aparece la crudeza del relato en un sujeto que está en función de la existencia pura. 

Por otro lado, el rasgo característico del melancólico es que la función del amor, cuando se produce, es un amor que lo cautiva. Cautiva de tal manera que si se pierde ese amor, el sujeto queda arrasado con eso que se pierde. Lo que el paciente del caso refiere de su sexualidad es un semblante, no lo presenta a la forma de una fantasía. Las mujeres aquí confirman que él es heterosexual. La función del objeto es en tanto ideal.

En estos pacientes, la transferencia que se esperan no es la analítica, sino la de trabajo: la conformación de un relato. El relato a veces sirve como un espejo que a al paciente le refleja algo que ha renegado, aunque sea ficticio. Se trata de una salida parafrénica, que sirve como forma de compensación para algunas psicosis.

martes, 4 de enero de 2022

Las neurosis actuales y su permanencia en las nosografías de Freud

¿Cuál ha sido el motivo por el cual Freud tanto en la primera como en la segunda nosografía mantuvo en un grupo diferenciado a las neurosis actuales, incluso en las diferentes precisiones que va produciendo de las entidades clínicas que ubica en dicho grupo? 

En el origen de las psiconeurosis encontramos conflictos infantiles, mientras que en el de las neurosis actuales el desencadenante de la enfermedad está en situaciones del presente. 


Las neurosis actuales prescinden de la palabra para su conformación. Dice Freud: “En su génesis faltan todos los complejos mecanismos anímicos de que hemos tomado conocimiento”  (Freud 1916-17, 352). En efecto, los síntomas de la neurastenia  y de la neurosis de angustia no poseen sentido psíquico alguno,  según Freud “carecen de significado psíquico”. Así, Freud concluyó que  los problemas de dichas neurosis no ofrecen al psicoanálisis puntos de abordaje. Para Freud, las neurosis actuales no constituyen una expresión simbólica y sobredeterminada, sino que son un resultado directo de la falta o inadecuación en el presente de la descarga de la energía sexual, con la consiguiente falta de consecución de la satisfacción.  


No contamos, en las neurosis actuales, con el recurso que Freud en La interpretación de los sueños llama "la otra escena", en lo que refiere a su enfermedad. Allí Freud dice que los sueños se producen en otra escena, que es la manera que en ese tiempo él llamaba a lo inconsciente.


En la angustia actual, propia de las neurosis actuales, tampoco está el recurso de la temporalidad inconsciente, que es la del nachtraglich: para darle un sentido a una vivencia, el sentido deviene en un segundo tiempo, de adelante hacia atrás. El psiconeurótico reedita su historia de esa manera, superando las fijaciones a las escenas traumáticas al darles un nuevo sentido.


En las neurosis actuales hallamos un padecimiento silencioso y un límite a la cura por la palabra. Sin embargo, Freud dio la  noción de “neurosis mixtas” y de esta manera se anticipó muy inicialmente a un núcleo indecible presente en todo síntoma psiconeurótico, que dará  cuenta, más adelante, de uno de los mayores obstáculos para la  finalización de una cura.


De todas maneras, no se puede independizar tan tajantemente a las psiconeurosis de las neurosis actuales. En “Lecciones Introductorias al Psicoanálisis” (1917), Freud indica unas analogías estructurales señalando que una neurosis actual se constituye con frecuencia como el núcleo y la fase precursora del síntoma psiconeurótico. Las correspondencias son las siguientes: 

— Neurosis de angustia y la histeria de angustia. 

— Neurastenia y neurosis obsesiva ó histeria de conversión. 

— Hipocondría y psicosis.

domingo, 2 de enero de 2022

La defensa: su importancia para el diagnóstico diferencial y su incidencia en el tratamiento

Además del concepto de transferencia, en términos de un  diagnóstico diferencial y al menos en lo que respecta a la incidencia de ella en el tratamiento, la defensa es sumamente importante. 

De esta manera, además del concepto de transferencia, podemos pensar el diagnóstico diferencial preguntándonos por la defensa implicada en cada caso.


Por empezar, el concepto de defensa no está implicado en las neurosis actuales. Si tomamos, por ejemplo, las formas que toma la neurosis de angustia, Freud las ubica en torno a la angustia. “Llamo neurosis de angustia a este complejo de síntomas porque todos sus componentes se pueden agrupar en derredor del síntoma principal de la angustia; cada uno de ellos posee una determinada relación con la angustia” (Freud, 1895). En la neurosis de angustia, así como en la hipocondría y la neurastenia, los síntomas no tienen derivación psíquica: no remiten al inconsciente y en ese sentido actúan como signo, como algo fijo. De esta manera, sería un error interpretar estos síntomas como si fueran formaciones del inconsciente.


La idea de defensa es el punto de partida de lo que después fue la Primera Tópica, donde Freud diferenció los sistemas Icc, pcc-cc. La defensa fue teorizada en términos de represión primaria y represión secundaria. No obstante, Freud utilizó hasta 1925 indistintamente la palabra represión y defensa, aunque al final de ese período ya se nota que tiene bien claras las diferencias y las similitudes.


Cuando Freud desarrolló la idea de sistemas Inconsciente y preconsciente-Cc, la represión primaria u originaria es la que divide con relativa estabilidad a los sistemas Inconsciente del preconsciente-consciente. La represión primaria es la que permanece como Censura y según dice Freud, es la guardiana de nuestra salud mental en tanto necesitamos mantener a los dos sistemas divididos, aunque continúen siendo permeables. Si esa Censura -testimonio de la Represión Primaria- no funcionara, nos la pasaríamos soñando y no podríamos pensar.


En las neurosis de transferencia encontramos un aparato psíquico dividido y estructurado por la represión primaria, donde el síntoma es precedido por la formación de retoños de lo originalmente reprimido, en tanto la defensa preferida es la represión, que solo sucede porque hay represión primaria. La represión primaria supone que hay fijaciones, por lo tanto tarde o temprano estas fijaciones van produciendo introversión libidinal, que es diferente a la retracción libidinal de las psicosis. Introversión libidinal quiere decir que en la neurosis de transferencia, por sus fijaciones, va fracasando en la inversión libidinal en objetos reales. Por lo tanto, esa libido se introvierte sobre objetos de la fantasía. Por lo tanto, esa libido se deposita sobre alguna representación que el preconsciente debe prestarle para que transaccione.


Mientras el neurótico divide su aparato psíquico en ello, yo y superyó, el psicótico tiene una fijación que ha impedido que se constituyan los sistemas a la manera de la neurosis de transferencia, por una desestima a los complejos de Edipo y castración. Desestima quiere decir que el Edipo ni siquiera está planteado. Por lo tanto, lo que consideramos es que el yo y superyó en el neurótico, en el psicótico aparecen mal constituidos, sin base. 


De esta manera, las neurosis narcisistas tienen un mecanismo estructurante (que irónicamente es desestructurante): la desestima (Verwerfung). En lugar de ser la represión primaria como en la neurosis, el futuro psicótico no llega a atravesar los complejos de Edipo y castración, porque a esa altura ha aplicado una defensa muy enérgica, que es la desestima de los complejos de Edipo y castración.


El futuro psicótico tiene un proceso de retracción psicótica, no de introversión libidinal como el neurótico (de los objetos fijados hacia el complejo de Edipo). Las demandas de la vida van produciendo una retracción libidinal hacia estructuras pobremente establecidas, hacia objetos arcaicos, como las fantasía orales.


Freud dio una orientación que dividía aguas entre ambas estructuras clínicas en 1924, “La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis”.


En las psicosis, se niega la realidad y se intenta sustituírla. Lo rechazado intentará imponerse a través de delirios y alucinaciones. Es decir, en la psicosis se produce una “obediencia inicial”, a la que le sigue un intento de huida. La realidad se desmiente inicialmente y a esta huida inicial le sigue una fase activa de reconstrucción.


En la neurosis, en cambio, no se niega la realidad sino que se crean mundos optativos (fantasías). Freud dice “La neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer  saber nada de ella”. Sin embargo, Freud señala que “tampoco a la neurosis le faltan intentos  de restituir la realidad deseada por otra más acorde con la del deseo” (Freud 1924). La posibilidad de restitución en la neurosis la ofrece el  mundo de la fantasía.


Casi al final de su obra, en  Análisis terminable e interminable Freud dice algo sobre la relación del neurótico con la realidad: “el aparato psíquico no  tolera el displacer, tiene que defenderse de él a cualquier precio, y  si la percepción de la realidad objetiva trae displacer, ella- o sea, la  percepción, tiene que ser sacrificada” (Freud 1937).

jueves, 28 de octubre de 2021

La neurosis de angustia (2)

En la entrada pasada vimos diversas articulaciones de Freud respecto a las neurosis de angustia. Las neurosis de angustia se presentan como catexia que no se adhiere a una representación, colocando al sujeto en una espera eterna. Cuando algo del fantasma se puede empezar a constituir y a sintomatizarse, el sufrimiento disminuye.

La angustia señala un peligro, dice Freud. En Inhibición, síntoma y angustia Freud relaciona a la angustia con una pérdida: la pérdida del órgano del niño por sus deseos incestuosos. ¿Pero qué pasa con la niña? Lo que está en juego es la pérdida del amor de la madre. Freud toma el modelo del trauma del nacimiento, como situación donde el aparato psíquico no logra tramitar ese montante de excitación.

Lacan hizo varias objeciones sobre la angustia como la describió Freud. Uno de los puntos es la reversión que hace sobre el tema de la angustia es qué pasa con el fort-da, donde uno de los placeres del niño es que la madre se vaya. Lacan pesca que el juego del fort-da es la posibilidad del niño de establecer una presencia-ausencia. Otro punto tiene que ver con la angustia que surge cuando "falta la falta". Mientras que para Freud la angustia ocurre cuando falta el objeto de amor, para Lacan la angustia surge cuando el sujeto siente que está tomado por el Otro como objeto.

El objeto a lacaniano está pensado en un objeto que al taparlo o al hacer las veces de, aplasta al sujeto. El objeto a es algo separado del propio cuerpo, es idéntico a sí mismo y le pertenece tanto al sujeto como al Otro. 

A    S

$    Ⱥ

a     .

Lo interesante es que el objeto a deviene del significante. En el primer piso del matema vemos que el sujeto toma lugar en el Otro (A). En este punto estamos hablando de un sujeto mítico (S). El significante, en el segundo piso, da como lugar a un sujeto y a un Otro barrado. Con barrado nos referimos a un sujeto y a un Otro que no saben. En el tercer piso vemos un resto de la operación, el objeto a, que no se puede asimilar a nada y siempre queda como resto. 

El tema es cuántas veces ese sujeto mítico va a estar en el Otro. Lo que deviene de esa operación es un sujeto y un Otro barrado, en falta, con un resto que cae. La columna de la izquierda es el "lado objetivo", que tiene que ver con el inconsciente. De allí se desprende la fórmula del fantasma. La relación del sujeto con el Otro en este caso tiene una distancia inalcanzable para el sujeto, no obstante éste se esmera por borrarla. 

En las neurosis de angustia, el gran problema ocurre al nivel del fantasma, que no se termina de conformar para que el sujeto haga con su deseo. En las neurosis clásicas, el sujeto utiliza al fantasma para soportar el deseo del Otro. Si esta operación no se realiza, resulta avasallador para el sujeto. 

En términos del estadío del espejo, sabemos que no todo puede ser catectizado y reenviado al Otro. Queda allí también un resto imposible de suprimir. Es una presencia invisible que a su vez permite ver. En la neurosis de angustia, eso aparece sin intervenir una imagen en el campo especular. 

Los objetos a aparecen bajo 5 modalidades, según Lacan. La voz, la mirada, el pecho, el objeto anal y el falo (-𝞅). Un ejemplo de aparición del objeto a sería cuando nos escuchamos hablar a nosotros mismos en una grabación, como los mensajes de voz. Como el objeto a es soporte de la voz, si aparece en el campo que no debe aparecer, nos angustia. Nuestra voz nos parece ajena, nos incomoda. En la neurosis de angustia, ese resto aparece donde no debe aparecer, positivizándose en el campo del Otro. Es otra forma de decir que falta la falta. 

La angustia lacaniana tiene más que ver con el texto de Freud Lo siniestro. Lo siniestro ocurre cuando algo inesperado aparece en el campo donde no debería estar. En las películas de terror, los ejemplos abundan. En lo siniestro, el sujeto se objetaliza y al Otro le falta la falta. Hay un fenómeno que Lacan marca en las neurosis actuales, que es la del doble real. Es extraño porque no hay muchos reportes de esto, pero sí aparece en las psicosis. Por ejemplo, en la película El Inquilino de Polanski:

El protagonista empieza a pasarla mal, cada vez más las miradas se dirigen a él. Hay una escena donde él ve desde su ventana a sí mismo viéndose. El cuadro se agudiza, él empieza a vestirse de mujer, intenta suicidarse. Ahí tenemos un caso donde algo que debe permanecer perdido reaparece y se instala en el campo del Otro, mayormente visto en las psicosis o en neurosis con intoxicaciones.

Lacan hace tres dimensiones del Otro: como goce del Otro, la demanda del Otro y el deseo del Otro. Lacan destaca que la demanda del Otro es más usual y es articulable. Es por el camino de lo cotidiano que puede aparecer lo siniestro. En la neurosis de angustia, el sujeto la empieza a pasar mal en situaciones cotidianas. De hecho, las fobias propician muchas veces la salida de la neurosis de angustia, por ejemplo tenerle miedo a los colectivos, porque se trata de que la angustia al menos se enganche a algo.

Si bien la demanda del Otro es articulable, el tema es el deseo del Otro, que objetaliza al sujeto y lo angustia. Al sujeto se le presenta la pregunta de qué es para el Otro, una pregunta que no tiene respuesta.

Hya una lectira que hace Lacan, que tiene que ver con el goce del Otro. Algunos psicoanalistas como Diana Rabinovich, consideran que el goce del Otro es una forma de defensa que establece el aparato psíquico a los efectos de tramitar esa carga energética. En el cuadro de la neurosis de angustia, lo que suele pasar es que la situación del goce del Otro es quedarse expectante para que eso no ocurra, por eso no duermen, o se automedican. Las figuras del íncubo y súcubo son figuras que se presentifican en el cuerpo del sujeto de manera opresiva.

Para Lacan, tanto el fantasma como la angustia están enmarcadas. En cuanto al fantasma, brinda una forma de controlar el deseo y articular aspectos diarios de la realidad. El ejemplo de Lacan es el del cuadro de la ventana, que tiene un más allá que el sujeto no accede, por ser aspectos de lo real del Otro. El ejemplo de cuando esto no ocurre lo encontramos en el ejemplo de los ojos que miran al hombre de los lobos. Lo importante es que el paciente con neurosis de angustia vuelva a reelanzar el fantasma, que como la angustia tiene un marco. La ansiedad, por otra parte, carece de marco.

Lacan se preguntó por qué Freud mezcló en las neurosis de angustia lo libidinal con la angustia y propuso que a prtir de un resto que quedaba sin libidinizar que intenta colarse. Estos pacientes que están expectando tienen un montante que nunca logra aplacarse. 

De lo que se trata en estos cuadros, es llevar eso que se presenta como actual a lo más histórico. Hay un segundo esquema en el seminario de la angustia que es el siguiente:

A    S

a    Ⱥ

$     .

Lo que vemos, respecto al primer esquema es que los términos han cambiado. En la barra de arriba nos encontramos con el goce, que sostiene al sujeto completando al Otro sin barrar,a mbas posturas míticas. En el piso del medio, es el piso de la angustia: el sujeto en lugar de objeto, frente a un Otro barrado. La angustia es la que avisa sobre esa posibilidad de complemento, de que falte la falta. En el piso de abajo encontramos el piso del deseo, donde el sujeto barrado establece la posibilidad de un fantasma y de un deseo cuyo cumplimiento siempre va a faltar a la cita.

En las neurosis de angustia, lo que hay que hacer es formalizar el fantasma y abrir a la posibilidad del síntoma. De esta manera, el síntoma va a poder preguntar sobre el significante de la falta en el Otro, como lo vemos en el grafo del deseo.

jueves, 15 de julio de 2021

¿Qué son los fenómenos de angustia? ¿Se deshace el sujeto?

La angustia es un afecto que se produce en el yo y que apunta al sujeto. Funciona como un tiempo de bisagra que permite el pasaje del orden del goce a la lógica del deseo, como aprendemos en el seminario 10. Más allá de la angustia clásica, la angustia que Freud llamó angustia señal, que puede ser  desbordante y hasta tomar la forma de ataque de pánico, hay otras formas de presentación que insisten en la consulta: la angustia larvada, que es sutil y no tiene la fuerza de la angustia señal.

Podemos decir que mientras la angustia señal despierta al sujeto, las angustias larvadas son más incidiosas. Para referirse a estas angustias, Freud utilizó la metáfora de que esa angustia es a la libido como el vinagre al vino. Es una angustia impura. Estas presentaciones se hacen presentes: desasociego, melancolizaciones, "deshumanizaciones", cansancio.

El pequeño otro tiene una cara hostil y una cara necesaria estructural y estructurante para la formación del yo. La cara hostil fue la que hizo que Freud discutiera con el mandamiento bíblico de "Amarás a tu prójimo como a ti mismo". También Freud habló de las tres fuentes del malestar humano: las inclemencias de la naturaleza, la fragilidad de nuestro cuerpo y el Otro. A su vez, el Otro nos precede y nos otorga un referente de identifificación, una imagen unificada en lo que es un cuerpo fragmentando, para formar una gestalt que llamamos yo.

El historidor doctorado en Oxford Yuval Noah Harari es israelí se preguntó por qué el homo sapiens triunfó frente a los otros homínidos que habitaban junto a él, como el homo neanderthalis y el homo florencis. Harari propuso que fue por una revolución cognitiva: el homo sapiens tenía una ventaja sobre los demás homínidos: el lenguaje. El homo sapiens podía transcender e lenguaje de señas y signos, que le servía para el chismorreo, además que para crear sociedades. Harari propone que el chisme, por ejemplo sobre quién era valiente, quién era trampoco, quién se escondía... Esto les permitió formar grupos mayores a los 150 miembros, que era la organización máxima de los demás homínidos. Los sapiens podían formar grupos de miles de individuos mediante la creación de ficciones y mitos. Seres hablantes con una mitología común, ideales comunes, organizan grandes masas sin la necesidad de conocerse entre todos.

El chismorreo actual se monta hoy en día en lo que Lacan llama las letosas. Las letosas, que Lacan hace en referencia al río Letes del olvido de los griegos, son los pequeños aparatos que sirven para el olvido de nuestra condición perecedera. Hay un precio a pagar: olvidarse de lo perecedero borra la falta, que es la que nos permite desear. Las letosas taponan la causa del deseo y causan un efecto melancólico.

El pequeño otro, en tiempos de pandemia, adelgaza: tiene dos dimensiones, producto de la pantalla. Se perdió una dimensión (la tercera). Ahora, sabemos por Introducción al narcisismo que el yo se enferma cuando no puede investir libidinalmente. Esto se ve en la clínica, con la pérdida de los rituales que regulan ese lazo con el otro. 

En la actualidad, el otro se ha transformado en un cyborg, un híbrido que trasciende a la división clásica de la cultura con la naturaleza. El humano cada vez se integra más a la máquina. Esto puede agudizar la angustia, el dolor o los fenómenos de angustia. La soledad o el "adelgazamiento" del pequeño otro hace que la libido no tenga drenaje. En la pandemia se perdieron las reuniones, las fiestas, los eventos culturales, los trabajos presenciales. Cuando las consultas no son por el desborde de angustia, aparecen estas cuestiones de "fenómenos de angustia", si nos basamos en el temprano artículo de Freud de 1895 Las neuropsicosis de defensa, donde habla de una angustia que luego quedará olvidada: la angustia actual, propia de las neurosis actuales. En ese texto, la psicopatología se divide entre las psiconeurosis de defensa y las neurosis actuales, donde se encuentra la neurosis de angustia. Para este tiempo, la angustia es una transformación de la libido, vinculada por la moral sexual victoriana y los métodos anticonceptivos de la época: coito interruptus o la masturbación. La retención de la libido se transforma en angustia, sin mediación psíquica. Esto es muy importante, porque en estos cuadros no están los recursos que sí aparecen en las neurosis de defensa, como por ejemplo preguntarle desde cuándo está así, qué le pasó, etc. El sujeto en transferencia responde y rápidamente arma su historia.

En las neurosis actuales, donde está presente la angustia actual, uno le pregunta a quien padece qué asocia y el paciente no puede decir nada: no trae un chiste, ni un lapsus, ni un sueño. El sujeto "se deshace", podríamos decir. No contamos en estos casos con el recuerso que Freud, en La interpretación de los sueños, llama "la otra escena". Allí Freud dice que los sueños se producen en otra escena, que es la manera que en ese tiempo él llamaba a lo inconsciente. En la angustia actual no contamos con esa escena, o sea que no aparece el efecto sujeto de Lacan, sujeto dividido por la represión, en donde está divido entre lo que dice y lo que sabe, la diferencia entre la enunciación y el enunciado... 

En la angustia actual tampoco está el recurso de la temporalidad inconsciente, que es la del nachtraglich, retroactiva según Lacan. Para darle un sentido a una vivencia, el sentido deviene en un segundo tiempo, de adelante hacia atrás. El psiconeuótico reedita su historia de esa manera, superando las fijaciones a las escenas traumáticas al darles un nuevo sentido. En la angustia actual, las respuestas son al estilo "Me pasa desde siempre", "No sé, no se me ocurre nada". El paciente padece, pero no está allí el sujeto, que es algo que se produce, que es un efecto entre los significantes que el sujeto produce para el analista. El sujeto está representado por un significante para otro significante, cosa que no pasa en estas presentaciones. No es que el paciente no pueda decir nada porque censure o reprima, sino porque no tiene el recurso.

¿Qué podemos inventar los analistas ante esto? Vía su deseo, apostar a un sujeto, aunque no esté. Si el analista aporovecha todas las contingencias, puede de alguna manera reemplazar el papel de las asociaciones. En la neurosis, el sujeto asocia y con las intervenciones del analista , surgen nuevas asociaciones. En los acudros de angustia actual, las contingencias de la escena analítica reemplazan a las asociaciones. Una contingencia es aquello que sucede o podría no suceder. El analista debe leer estas contingencias apostando a la efectuación de un sujeto y de paso eso permite hacer un diagnóstico en transferencia. Si el sujeto se produce, estamos ante cierta estructura; si no se produce, es otra.

La angustia actual, decíamos, se produce por retención libidinal. Puede tener las siguientes manifiestaciones: expectativa angustiada, que hace que muchas veces haya insomnio, ataques de angustia que describe como los ataques de pánico del DSM, ataques de angustia rudimentarios o ataques de angustia larvada, que Freud ubica como segunda causa del insomnio, y también los trastornos digestivos, hambre insaciable, náuseas, vértigos, diarreas. 

La angustia actual es un fenómeno, que no llega al estatuto de síntoma
☑ El síntoma interroga al sujeto, que va al analista porque supone que sabe de eso. Transferencia mediante, el analista soporta esa suposición de saber para transferir ese saber al sujeto que habita en el consultante. 
☑ En el fenómeno, noción que Lacan introduce tardíamente en referencia al fenómeno psicosomático, no hay hiancia entre los significantes (intervalo donde habita el sujeto). En el fenómeno hay holofrase, el S1 y el S2 están pegoteados y allí no hay efecto sujeto. 

Si bien en la angustia actual no hay lesión de órgano como en el fenómeno psicosomático, lo cierto es que en ninguno de los dos se trata de un síntoma que interrogue, que genere asociaciones o que cuente con la otra escena. 

Finalmente, hay que diferenciar lo actual de lo contemporáneo. Lo actual se refiere a esto de la angustia actual, donde no contamos con la otra escena, como Freud lo ubica en 1895. Lo contemporáneo es lo que pasa hoy en día. Se refiere a las patologías de nuestro tiempo, la subjetividad de lo contemporáneo. 

Fragmento de un análisis: cara de culo.
Un paciente de 42 años consulta viniendo de otro análisis, donde había acumulado mucho saber sobre su neurosis infantil y coordenadas edípicas, pero determinadas situaciones no cedían: dificultades para dormir, contracturas cervicales y mal carácter. El paciente no asociaba con nada. Él pedía insistentemente una interconsulta con un psiquiatra para que lo mediquen y algunos tips. hablaba de los problemas que tenía con su hijo de 5 años. Decía que era un mal padre y que la mujer le pedía que pusiera límites y los tips que pedían era sobre cómo intervenir. Hablaba mucho del trabajo, de que a él nunca lo promovían y que a sus compañeros sí. La explicación que se daba a esto era que su jefe decía que siempre tenía cara de culo, cuestión que la mujer también se quejaba. La analista no le sancionaba que tuviera o no tuviera cara de culo, ni tampoco accedió a la derivación a psiquiatría.

Un día, él toca el timbre y la analista baja a abrirle. En una ocasión, en el ascensor el paciente le dice a la analista "Pisé mierda, ¿Querés que me saque los zapatos para entrar al consultorio?". La analista le dijo que entrara así, pues un paciente que decía que tenía cara de culo, ¿qué podría ser ese olor nauseabundo? Ahí está la contingencia que la analista no dejó pasar. El paciente cuenta que se quedó muy conmovido por una intervención de la analista de la semana anterior: le había dicho que él estaba enrocando al hijo por la mujer, en el sentido que era más fácil hablar de su hijo de 5 años que hablar de su mujer. El paciente rechazaba cualquier intervención relativa a su mujer, que permanecía intocada. La analista le dice "La verdad, te tirás mierda a vos mismo hablando de lo pésimo padre que sos y enmierdes a tu hijo de 5 años".

La mirada de los otros le enrostraban su cara de culo. Esto abrió a una serie de asociaciones de su trama edípica, que antes no había tenido lugar: el lugar que él había ocupado como hijo, muy exigido académicamente, con ideales muy altos, en donde "O cumplis esos ideales o sos una mierda". La maldición de no cumplir esos ideales funcioba aen esa portación de rostro "cara de culo". Fue la contingencia del olor, anudada a su imagen, la que permitió hacer dialogar ambos términos. Esto, que estaba enquistado en el carácter y en la forma de presentación, se bre a un tiempo donde puede empezar a hacerse preguntas y a dejar de pedir medicación.

Fragmento de otro análisis: Elizabeth
Es un caso de análisis virtual en tiempos de pandemia. La madre consulta porque la paciente (14) está enojada, tiene mala onda, no tiene ganas de hacer nada, parece que nada le importa, se queja de le cuesta conciliar el sueño y que sufrió bullying en la presencialidad de su escuela. La paciente dice que no quiere ir porque "no está loca", pero la madre insiste que vaya un par de sesiones.

La analista se da cuenta que la paciente además de Whatsapp, no tiene ninguna otra plataforma instalada en su teléfono. Se conectaa la escuela por una plataforma propia de la institución y las sesiones son por la cámara de Whatsapp. La primera intervención analítica es contarle a la paciente que hay distintas plataformas, algunas más estables que otras. Ella elige el Skype. El diálogo con ella era muy difícil, más allá de que no tuviera la plataforma -letosa- adecuada para hacerlo. Tampoco se enfocaba correctamente en la cámara, por lo que aparecía su frente y su pelo. 

Elizabeth cuenta que tiene una única amiga, que de lo que se trata es hablar mal de todo el mundo. Cuenta que tiene problemas para dormir, que todo le da fiaca, que si bien tienen algunos intereses, no se levanta de la cama. Los padres de Elizabeth están separados y en una pelea legal y económica. El padre es bastante injuriante con ella y para él se trata de ser triunfador, no tener amigos. La madre tiene una especie de superioridad moral, donde dice que al padre hay que entenderlo porque tuvo muchos problemas. 

La analista interviene diciéndole que acá estaban para hablar de ella y de lo que le pasa, lo cual no es una interpretación, pero que apuesta a un sujeto aún antes de que esté funcionando, porque no hay temporalidad, ni otra escena, ni formaciones del inconsciente. Ella se centra en la cámara, se corta el pelo y empieza a contar que le gusta pintar y dibujar. Ella muestra sus dibujos, que son antropomótficos, con los ojos muy grandes y sin boca. Del tema de la pintura empiezan a salir preguntas, como si ir a un taller. Se empieza a alejar de esta amiga, que era una sucursal del padre e integrarse a otros compañeros, al poder ver las cosas de otra manera. Ella continúa preguntándose por otros proyectos artísticos relacionados con la música.

Entonces, de la angustia automática se puede pasar a un tiempo de la angustia señal. Esta última es la que convoca al sujeto, que le abre las puertas al deseo.

Fuente: Notas del Taller Clínico Virtual, "¿Qué son los fenómenos de angustia? ¿Se deshace el sujeto?" a cargo de la prestigiosa Lic. Carolina Polak

sábado, 10 de julio de 2021

Las tres nosologías freudianas

Introducción.  

En Introducción a la epistemología freudiana, Paul-Laurent Assoun  se propone destacar la originalidad de Freud sin desconocer su  filiación con la episteme de su tiempo. Esto supone “un enfoque  genealógico de los modelos y de los referentes epistémicos de los  cuales el saber freudiano toma su terminología y su conceptualización” (Assoun 2008,14). Freud subvierte el lenguaje de su tiempo y,  en ese sentido, este trabajo se propone recorrer las tres nosologías  freudianas tratando de situar qué particularidad lo lleva, en cada  caso, a establecer las diversas clasificaciones y las variables que  las determinan. A partir de dichos ordenamientos nosológicos se  desprenden cuestiones que hacen al diagnóstico en psicoanálisis,  y tornan como necesario el lugar del analista para ubicar la especificidad de cada caso. 


Primera nosología (1894-1899)  

El referente conceptual que orienta la primera nosología freudiana  es el mecanismo psíquico: los cuadros en los cuales no opera la  defensa se denominan “neurosis actuales”; y aquellos en donde sí  “neuropsicosis de defensa” (Freud 1895).  


Neurosis actuales

Neuropsicosis de defensa

Neurastenia

Neurosis de angustia

Histeria

Neurosis obsesiva

Paranoia

Confusión alucinatoria


Este primer ordenamiento surge del encuentro de Freud con el valor de la palabra que enferma, que produce síntomas. A su vez, la palabra se constituye, para el autor, en un recurso que permite  tramitar el exceso que el síntoma conlleva, y en este sentido, muy  tempranamente, Freud accede al estatuto terapéutico de la palabra.  Dentro de las neuropsicosis de defensa reúne, como novedad, a  la histeria junto a la neurosis obsesiva (que, a la sazón, se encontraban separadas en tanto división cuerpo/mente), y con ellas, las  psicosis. Se observa que Freud no sólo toma en cuenta la sintomatología para producir los agrupamientos, sino que considera la etiología y el mecanismo como criterios fundamentales para establecer  la clasificación. En este último sentido, neurosis y psicosis quedan  agrupadas en un mismo conjunto. 


Del otro lado, encuentra que ciertas patologías prescinden de la  palabra para su conformación: “En su génesis faltan todos los complejos mecanismos anímicos de que hemos tomado conocimiento”  (Freud 1916-17, 352). En efecto, los síntomas de la neurastenia  y de la neurosis de angustia no poseen sentido psíquico alguno,  “carecen de significado psíquico” (íbid.). Así, Freud concluye que  los problemas de dichas neurosis no ofrecen al psicoanálisis puntos  de abordaje. 


Las neurosis actuales poseen un padecimiento silencioso y entonces serán un límite a la cura por la palabra. Sin embargo, bajo la  noción de “neurosis mixtas” se anticipa muy inicialmente, un núcleo indecible presente en todo síntoma psiconeurótico, que dará  cuenta, más adelante, de uno de los mayores obstáculos para la  finalización de una cura. 


Segunda nosología (1905-1923)

Hacia 1900, la escisión de conciencia en la histeria, se extiende  más allá de la neurosis. Cuando Freud enuncia que el sueño es el  síntoma de la persona normal (Freud 1900), pretende dar cuenta  que todo sujeto se encuentra dividido entre lo que dice y lo que  cree decir. Esta etapa, del Arte de la interpretación (Freud 1920), se  caracteriza por el intento de despatologizar esta escisión de conciencia, haciendo de ella un universal. ¿De dónde parte la necesidad de una nueva nosología, una vez conceptualizado el sujeto del  inconsciente, sujeto de deseo? 


El “Arte de la interpretación” encuentra su límite en el detenimiento  de las cadenas asociativas, que revelan al analista como obstáculo:  la transferencia se anuncia en tanto que resistencia. Los Trabajos  sobre técnica psicoanalítica (Freud 1911-1913) girarán en torno a  examinar las dos vertientes de la transferencia: como motor y como  obstáculo. Concluyendo que sólo es posible llevar adelante una  cura cuando los síntomas cobran un significado transferencial: “La  transferencia tiene esta importancia extraordinaria, lisa y llanamen te central para la cura, en las histerias, en las histerias de angustia  y en las neurosis obsesivas que por eso se reúnen con justo título  bajo el nombre de neurosis de transferencia” (Freud 1916-17, 404).


Ahora sí, podemos esbozar algo acerca de la necesidad de reformular la primera nosología: la transferencia se convierte en el referente conceptual que determina cuáles son los cuadros que quedan  dentro y cuáles fuera del campo del análisis


Este ordenamiento se sostiene en un segundo dualismo pulsional:  Libido yoica –Libido de objeto. Mantiene a las neurosis actuales,  agregando a la hipocondría; sin embargo, la división fundamental  se halla entre las neurosis de transferencia y las neurosis narcisistas:

Sitúo la diferencia entre esas afecciones y las neurosis de  transferencia, en las siguientes circunstancias: en aquellas, la libido  liberada por frustración no queda adscrita a los objetos de la fantasía sino que se retira sobre el yo” (Freud 1915, 193).


Las neurosis  narcisistas conformadas por la demencia precoz, la paranoia, la  manía y la melancolía, “no tienen ninguna capacidad de transferencia o sólo unos restos insuficientes de ella. Rechazan al médico, no  con hostilidad, sino con indiferencia” (Freud 1916-17, 406). En este sentido, Freud señala que en las neurosis de transferencia  nada empuja a revisar el estatuto del objeto (Freud 1914), precisa mente porque el neurótico mantiene el vínculo con los objetos en la  fantasía. Pero además, cuando Freud señala la indiferencia frente  al analista en las neurosis narcisistas, está ubicando un obstáculo  inquebrantable, distinto de la transferencia como obstáculo en sus  vertientes erótica y hostil.  


Por otro lado, en las neurosis de transferencia, la libido admite una  reversibilidad entre el yo y los objetos; a partir de la cual se explican  diversos estados de la vida normal: el dormir, el enamoramiento y  la enfermedad.  


Entonces, si las neurosis narcisistas sí lo llevan a revisar el estatuto de la libido de objeto, es porque allí puede ocurrir que “…un  determinado proceso, muy violento…” obligue a quitar la libido de  los objetos. Y si la libido convertida en narcisista no puede entonces  hallar el camino de regreso hacia los objetos, “es este obstáculo a  su movilidad el que pasa a ser patógeno” (Freud 1916-17, 383). Freud nos presenta la posibilidad de que un sujeto quede encerrado  en su propio narcisismo, sin encontrar la vía que lo vuelva a enlazar  nuevamente con el mundo. Sin embargo, este estado que Freud  describe y que se acerca a un cuadro melancólico, habitualmente  se ve alterado por los intentos de restablecimiento o de curación  propios de la psicosis. En este segundo tiempo restitutivo, ¿no cabría de esperar un lugar para el analista? Freud insiste en sostener que la resistencia en las neurosis narcisistas “es insuperable”  (Freud 1916-17, 385), que son incapaces de transferencia. Entonces, la pregunta más bien sería ¿Cuál es el estatuto del objeto en  la libido de objeto? 


El destino diverso que encuentra la libido retirada de los objetos,  consignado por Freud, puede sernos útil para esbozar una respuesta.

Neurosis de transferencia: la libido sustraída de los objetos del mundo es colocada en los objetos de la fantasía.

Neurosis narcisistas: es el yo quien la recibe, y a partir de allí la  libido ve imposibilitada su regreso.


La transferencia se sostiene, para Freud, en un analista como objeto:

En lugar de los diversos tipos de objetos libidinales irreales, aparece un único objeto, también fantaseado: la persona del médico” (Freud 1916-17, 414).


Freud señala que en las neurosis de transferencia no toda la libido pasa a los objetos, “la  masa principal de la libido puede permanecer en el interior del yo”  (Freud 1916-17, 379), se refriere a la misma cuestión cuando menciona que en el proceso de unificación de las pulsiones en torno a  un objeto único total, ciertas pulsiones se relegan por inutilizables  (Freud 1916-17). 


En relación a la pregunta sobre el estatuto del objeto, Lacan señala  que aquello que Freud nombra como libido de objeto refiere al objeto (a) (Lacan 1968, clase 10-1). Siguiendo esta idea, y tomando  como referencia una de las tantas definiciones que Lacan hace del  objeto a; podría pensarse que el sujeto de la neurosis es consecuencia de la pérdida que constituye el objeto a, pérdida necesaria  para constituirlo en tanto sujeto de deseo. Por otra parte en las  psicosis, bajo la forma del aforismo “el psicótico lleva la causa en  su bolsillo” (Lacan 1967), Lacan puntualiza que tal objeto no pudo  ser extraído. 


Si la transferencia en la neurosis se propicia en un analista que,  al encarnar ese objeto (a), correlativo de una falta, devenga objeto  para la libido; en la psicosis ese lugar está colmado por el objeto.  El problema de Freud con la psicosis fue, en parte, encarar la dirección de la cura con un dispositivo creado en base a la neurosis.  Lacan recoge ese impasse y propone hacer lugar al decir psicótico  desde una posición diversa. El analista no encuentra su lugar como  causa pero sí como testigo, y desde allí, intenta hacerse merecedor  del testimonio que da el sujeto psicótico sobre su saber hacer con  el goce. En este sentido, la posición del analista, la de hacer lugar  al decir de la psicosis, difiere completamente de la perspectiva de  la psiquiatría.  


Tercera nosología (1923-1939)

El tercer ordenamiento nosológico mantiene a las neurosis narcisistas, pero las separa de los otros dos conjuntos: las neurosis por un  lado, y las psicosis por otro.



Neurosis de transferencia

Neurosis narcisistas

Psicosis

De defensa

Histeria

Neurosis obsesiva

Histeria de angustia

Mania

Melancolía

Paranoia

Demencia pecoz

Actuales

Neurastenia

Neuros. de angustia


hipocondría


A esta altura, donde ya está establecido  el segundo ordenamiento metapsicológico (ello, yo, superyó), explica cada grupo de  acuerdo a un conflicto entre instancias:

Neurosis narcisistas:  el conflicto es entre el yo y el superyó.

Neurosis de transferencia: se caracterizan  por producirse el conflicto entre el yo y ello.

Psicosis: el conflicto es entre el  yo y el mundo exterior. 


La novedad freudiana, respecto a sus antecesores, reside en señalar que también en la neurosis hay pérdida de la realidad (Freud  1924). La diferencia con las psicosis radica en que en aquellas se  produce una “obediencia inicial”, a la que le sigue un intento de huida: “La neurosis no desmiente la realidad, se limita a no querer  saber nada de ella” (Freud 1924, 195) Mientras que en las psicosis  la realidad se desmiente inicialmente. A esta huida inicial le sigue una fase activa de reconstrucción.  


Sin embargo, señala que “tampoco a la neurosis le faltan intentos  de restituir la realidad deseada por otra más acorde con la del deseo” (Freud 1924, 196). Así, la posibilidad de restitución la ofrece el  mundo de la fantasía. Una vez más, el terreno de la fantasía separa  el campo de la neurosis del de la psicosis


¿Cuál es el vinculo que mantiene el neurótico con la “realidad”? En  Análisis terminable e interminable Freud dice:

el aparato psíquico no  tolera el displacer, tiene que defenderse de él a cualquier precio, y  si la percepción de la realidad objetiva trae displacer, ella- o sea, la  percepción, tiene que ser sacrificada” (Freud 1937). 


Allí donde se presume que el neurótico se vincula con la realidad de  manera incuestionable, Freud viene a señalar que la realidad en la  neurosis, es la realidad psíquica, que se soporta en una satisfacción  pulsional anudada a la fantasía. Así, el sujeto neurótico sólo puede  vincularse con los objetos que el mundo de su fantasía le provee. 

Las nosologías: un saldo de saber.  

Las transformaciones que van sufriendo las nosologías freudianas  son producto del encuentro de Freud con diversos obstáculos en  el terreno de la práctica analítica. Cada uno de ellos conduce al  creador del psicoanálisis a reflexionar sobre los límites y alcances  de su propia técnica.  


El primer obstáculo lo constituye la angustia que, situada en los  bordes de la experiencia, revela su condición de afecto que no en gaña (Lacan 1962-63). No sólo conduce a Freud a la creación de la  “neurosis de angustia”, sino que introduce una problemática clínica  que lo confronta muy tempranamente con los límites de la palabra,  allí donde comienza a esbozarse la idea de un núcleo indescifrable  en el síntoma de la neuropsicosis de defensa. 


En un segundo tiempo, las neurosis narcisistas y su incapacidad  para la transferencia, presentan una problemática que lleva a Freud  a relativizar la defensa como única variable para un análisis, y cen trar sus reflexiones sobre el papel de la libido en relación al ana lista. Las neurosis narcisistas muestran, no sólo la dificultad que  presentan ciertos cuadros para la transferencia, sino que a su vez,  ponen al descubierto un resto pulsional que no puede ser tocado  por el análisis y se presenta como un límite en la cura de la neurosis  de transferencia.  


Por último, al formular que también hay pérdida de la realidad en  la neurosis, Freud está indicando que a pesar de estar separados  en dos conjuntos de estructura diversa, neurosis y psicosis tiene  algunas cuestiones en común. Respecto a la neurosis señala que  “si la introversión designa el extrañamiento de la libido respecto  de las posibilidades de la satisfacción real” (Freud 1916-17, 341),  existe un camino de regreso de la fantasía a la realidad y es el arte.  En este sentido, Freud está tratando de indicar que lo que más le  cuesta al neurótico es transformar la realidad (psíquica), aquella  que, soportada en una satisfacción pulsional, comanda su relación  con el mundo. 

En cambio la psicosis enseña sobre la posibilidad de “reedificar  una realidad nueva” (Freud 1924); lo que en la neurosis implicaría  

realizar una operación sobre el no querer saber de la castración.  Increíblemente Freud ya lo tenía en mente, muy inicialmente, en  Sobre la psicoterapia de la histeria cuando se refería a lo mucho  que se adelantaba la cura si se conseguía transformar la miseria  neurótica en infortunio corriente (Freud 1895).