Mostrando las entradas con la etiqueta objeto transicional. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta objeto transicional. Mostrar todas las entradas

jueves, 6 de mayo de 2021

Las adicciones, ¿patologías de lo transicional?

Con los aportes de Winnicott, podemos pensar cómo se conforman, en resumen, algunas psicopatologías en lo transicional, self y adicción. Sonia Abadi, en su libro El modelo terapéutico de D.W Winnicott (1996) Ed. Lumen:

"En las adicciones observamos el uso fetichizado de un objeto externo que brinda seguridad, protección y completud. El falso self es una parte entronizada del self, idealizada y utilizada a la manera de un fetiche. Más adelante esta función podrá estar desplazada sobre alguna cualidad personal hipervalorada.

En la patología del objeto transicional el garante del ser se halla en el afuera y a lo largo de la vida será transferido sobre alguna posesión material o estará en el origen de las conductas adictivas.

En un caso hay dependencia de un objeto externo y en otro la dependencia es de un aspecto interno. ¿Por qué un individuo hace una adicción y otro construye una estructura narcisista sobrevalorando un aspecto de su propia persona? ¿Corresponden a distintos momentos del psiquismo o a distintos tipos de fallo?

Creemos que en el caso del objeto transicional patológico, la madre evita la relación personal con el niño: las cosas concretas serán las encargadas de brindarle calma y acompañamiento.

En el otro modo de relación, la madre le transmite al hijo su certeza de que será capaz y maduro para auto sostenerse y prescindir de ella. También se apoya excesivamente en su capacidad de comprender y tolerar las ausencias. Le atribuye cualidades adaptativas que el niño tiene que asumir aunque se sienta frustrado o atemorizado (...)

Las integraciones patológicas, el autosostenimiento, el uso adictivo de objetos, son algunos ejemplos de esta consolidación cicatrizal cuyo objetivo es la restauración de la identidad perdida (p.153-154)".

martes, 5 de noviembre de 2019

Huele a Pubertad - seminario clínico (I)

Notas del seminario clínico dictado por Marta Rodriguez, el 12 y 19 de mayo del 2016.

Clase del 12 de mayo de 2016.
En el seminario “El carozo de la clínica” nos dedicamos a ubicar el primer tiempo de la estructura. El sujeto del psicoanálisis tiene un tiempo de constitución. El sujeto adviene en relación al Otro. Este sujeto, que no se auto-engendra, tiene un lugar en la estructura como objeto del Otro. Lo que ubicamos el año pasado era lo que se llama el primer despertar sexual, planteado por Freud en Tres ensayos… que es la pregunta del sujeto por la falta en el Otro, por qué lugar ocupa este sujeto en la falta. En este tiempo de la estructura ya podemos hablar de sujeto: sujeto en tanto responde, pues los objetos no responden. En la posición de sujeto hay una respuesta en al campo del Otro.

También ubicamos en el seminario del año pasado que en la infancia, la respuesta del sujeto se ubica en lo que es el juego del niño. En El creador literario y el fantaseo, esto es muy claro en la manera como está ubicado. Freud ahí dice que el niño articula su respuesta en el juego y apuntala esta respuesta en objetos: los juguetes. Vamos pasando del niño en posición de objeto, a la respuesta en el juego, a los objetos donde se apuntala esta respuesta y siguiendo ese texto, veremos que el niño en ese juego y en esos juguetes articula su mundo libidinal en relación a los objetos parentales. El objeto se va articulando y desplazando. La respuesta del sujeto en el juego se articula en relación al deseo, el goce, a la falta del Otro. Son distintas formas que podemos ubicar cómo el juego articula este lugar de falta en el Otro, en el cual el sujeto adviene. El niño arma un campo ficcional desde el cual lee, interpreta y responde.

Supongamos un niño que juega al borracho. Él daba vueltas y vueltas hasta marearse. Este era su juego. Podemos decir, en relación al campo del Otro, que este niño había leído e interpretado que cuando él vino, su padre se las tomaba. El niño lee e interpreta en relación a lo jugado del Otro y responde tejiendo un juego: jugar al borracho. Vino y se las tomó.

En la pubertad vamos a encontrarnos con un nuevo tiempo en la estructura en donde veremos como el sujeto se la juega en relación a lo jugado del Otro y a cómo jugó. Este chico, en la pubertad, puede tener que tomarse hasta el agua de los floreros para encarar a una chica. O que sea un chico, en el centro de estudiantes y tome la escuela. O que sea un hombre de palabra, que se le pueda tomar la palabra. Entonces, lo interesante de este segundo tiempo de la estructura es cómo se reescribirán las marcas previas a la luz de la posibilidad del acto, que es una de las novedades de lo que Freud llama el segundo despertar sexual.

Entonces, hay un primer y un segundo despertar. En la época de Freud fue absolutamente revolucionario decir que la sexualidad no se iniciaba con la posibilidad de la reproducción sexual, sino que el sujeto del que nos ocupamos se constituye por la sexualidad. La sexualidad es constitutiva y constituyente del sujeto. Esto hace necesaria la prohibición del incesto, porque nos constituimos en un borde  erógeno con el cuerpo del Otro. Tiene que haber una prohibición en el orden mismo en que nos constituimos como sujeto. 

La novedad que acarrea la pubertad es que el empuje real de la sexualidad despierta en el cuerpo orgánico. En El despertar de la primavera, uno de los personajes dice que es como un rayo, de golpe. O como en La Metamorfosis de Kafka, donde el sujeto se duerme, despierta y algo cambió. No es el que era y hay un desconocimiento de la posición del sujeto en relación a este despertar a  este empuje. 

Que el sujeto despierte, que la pulsión despierte con esta fuerza que implica el acto sexual, de la erección, de la menarca y la eyaculación, no quiere decir que el sujeto esté a la altura de esa posibilidad del cuerpo. Ese es todo el trabajo psíquico que implica la pubertad, de ir ubicando, pues el sujeto todavía no cuenta con los elementos necesarios como para tejer esa trama. Es como el movimiento del remo, para avanzar tiene que ir hacia atrás. Ese es el trabajo de la pubertad: leer las marcas previas para poder avanzar y enlazar este real del cuerpo con el sujeto que pueda responder al acto.

Lo que llama y habilita en el segundo despertar sexual es que la pulsión abre una nueva posibilidad al haber un cambio en la meta, que es el acto. Por ejemplo, en los adolescente hay toda una cuestión en relación a los actings, que son necesarios y constitutivos. Muchas veces son pasajes al acto, que pueden ir desde la cachetada de Dora en el lago a precipitarse por una ventana. Actings y pasajes al acto, en tanto que hay algo del acto que se tiene que constituir y que lleva tiempo. Constituir la instancia del acto es ubicar un sujeto orientado a su deseo, a su goce y a su objeto. Pero esto no va de suyo, porque no hay un objeto adecuado. Esto es una construcción en relación a las marcas previas y a los avatares de este segundo tiempo. 

Necesariamente, en la pubertad el objeto tiene que cambiar. El acto hace que tenga que pasar del objeto endogámico de los padres a otro objeto. De los objetos primarios, a la elección de un objeto fuera de lo endogámico. Si la posibilidad del acto sexual está y el objeto no cambia, lo que está es el incesto. Es tiempo de reescritura de las marcas y de reinscribir la prohibición del incesto. Al trabajar con chicos de esta edad notamos un tiempo de mucha susceptibilidad y paranoia en el aire. Están tan sensibles a la posibilidad del incesto que los acecha, que esto se siente en el aire. Hay que ser muy delicado y muy prudente con ellos.

Freud dice, en Tres ensayos

Con el advenimiento de la pubertad se introducen los cambios que llevan la vida sexual infantil a su conformación normal definitiva. 

No habla de edades de inicio ni de finalización. Habla de advenimiento, como el rayo que cae. Esta conformación puede nunca terminar de producirse. O años, o un tiempo que no podemos cuantificar, porque es un movimiento del sujeto.

Hace un par de años me llegó a la consulta un señor de unos 65 años, extranjero, que quería hacer una consulta de pareja. Me da el nombre de la pareja, pero por su nombre no podía saber si era una mujer o un hombre. Había una ambigüedad y lo tomé así. El día de la consulta, el hombre viene solo, que dejó la pareja. El hombre cuenta que se casó, que tuvo hijos, título universitario, se separó, tuvo una pareja, otra y que hizo todo lo que se supone que debía hacer y esperaban de él. Dice que estaba muy confundido y que no sabía lo que él quería. Cuenta que desde muy joven se analizaba con analistas muy prestigiosos y que “nunca lo hice con una mujer”. O sea, con 65 años estaba en el mismo punto que en la entrada en la pubertad. Hasta esa edad, él había hecho lo que el Otro esperaba de él y todavía no había llegado a algo con una pareja, porque estaba debajo de la pollera de su mamá. En relación a su deseo y a su posición, estaba en pubertad. Con este ejemplo, vemos que la pubertad no es una cuestión de edad.

La pubertad es un momento de desorientación, de desenganche del campo del Otro, donde deberá recortarse otra vez, releyéndose y reescribiéndose para ubicar su posición sexuada y su posición en relación al amor, al goce y al deseo. Esto es lo que posibilita que un sujeto se ubique en relación al acto. Se pueden hacer muchas cosas: tener hijos, un título… Y eso no quiere decir que haya acto del sujeto. 

Lacan, en el seminario V habla de los títulos en el bolsillo. Cuando uno compra un título de propiedad de una casa, uno hace una reserva. Hay una apuesta de que uno quiere tener esa propiedad. La salida del Edipo es más o menos eso: uno tiene la reserva, la aspiración, están dadas algunas condiciones, pero para que se efectivice la compra de la propiedad y de la escritura a nombre de esa persona, hay que poder pasar haciendo una revisión de las cláusulas y condiciones del que vende y del que compra. La pubertad implica ese tiempo de revisión de las cláusulas en el campo del Otro y en el sujeto y las posibilidades de escrituración. De escrituración en nombre propio. Mientras tanto, mientras se va revisando esas cláusulas y posibilidades, pasa un tiempo. 

Esto no necesariamente se constituye en un análisis. Algunos chicos lo constituyen con sus padres, con internet, con sus amigos. Algunos otros nos llegan a las consultas cuando alguna de estas posibilidades de escrituración, de su historia, de cómo escribirse a nombre propio, de esa desorientación se complica. En relación a este movimiento de la reinscripción de la prohibición del incesto, les voy a contar un breve caso.

Un chico en el hospital que empecé a atender cuando él tenía 7 años y ahora tenía 13. Se trataba de un chico psicótico que había estado en tratamiento desde muy chico en el Tobar García. Había avanzado mucho, por lo tanto en determinado momento se cierra el tratamiento en esa institución para pasar a otro hospital con otras características. Cuando llega a la consulta, este nene viene con la madre. Era un apéndice de la mamá, como saben los que han tratado a este tipo de chicos, que muchas veces les cuesta la separación entre un consultorio y la sala de espera. Así como costaba que entrara en un consultorio, costaba que él estuviera solo en una cama. Hasta ese momento, él tenía su cama, pero siempre había dormido con su mamá.

Empecé a tratarlo. Un día viene la mamá enojadísima conmigo, diciendo que con el juego estaba produciendo unas cosas terribles: el chico se había ido a dormir sólo a su cama. Él dormía rodeado de juguetes. La mamá me acusaba de que yo iba a ahogar al chico. Los objetos lo iban a ahogar. Pero lo que este nene estaba haciendo era ocupar el lugar con nada que tuviera que ver con su mamá. Estos objetos lo protegían y lo defendían. Estos objetos no se le iban a meter por los agujeros de su cuerpo. Con algunas maniobras, colegas, logramos que el chico siguiera en tratamiento. Por ejemplo, se le dijo que los muñecos no respiran y que el oxígeno iba a estar en la habitación. 

El niño a los 12 años: le cae el rayo. El chico, ya hecho un hombrecito, se me venía encima de una manera bastante complicada. Estaba muy excitado y era difícil frenarlo. Había que esquivarlo hasta que nos poníamos a jugar. Esto que él traía en su cuerpo, tan real sobre su analista, va decantando hasta que un día viene y me dice que quería que yo fuera la novia. Con lo cual, aparece la palabra y algo del orden del querer y no este cuerpo que no podía manejar. Le digo que no puedo ser la novia, que yo soy una persona grande. Lo invito a jugar. Eran los 90 y estaba el programa de Marcelo Tinelli, Video Match. Al terminar la sesión, el decía “Chau, chau, chau” repetidamente. Había algo del corte que no ocurría, corte que permite que el objeto caiga y se pueda salir de la escena. Durante mucho tiempo, se armaba esta escena: quiero que seas mi novia, no se puede, jugábamos a Show Match… y en la salida algo no se cortaba y quedaba retenido. 

Un día, me dice que Ricardo Darín y Susana pueden, que ella era vieja y el joven y pueden. Dice que la madre dice que se podía. Ya no alcanzaba decir que yo era vieja, con una madre que decía que incesto es posible. Le digo que Ricardo Darín y Susana Gimenez eran mayores de edad, pero con los púberes no se puede. Ahí aparece otra cláusula. “No se puede un niño con una vieja”, le digo, aunque yo tenía veintipico de años. Pero seguía con el “Chau, chau, chau…”. Un día le digo “Estuve hablando con mi novio y le conté que hay un chico en el hospital que anda diciendo estas cosas y me dijo que de ninguna manera y que si no se entiende va a venir él a explicarte por qué, ¿está claro?”. ¿Vieron cuando Freud dice que la madre apoya la castración en su padre, en un hombre para una mujer para que no sea él el hombre? En el caso de este chico, no había hombre que hiciera mujer de esa madre y el niño era el objeto de goce de esa mujer. Desde ese día, se fue diciendo chau. 

A la sesión siguiente, pide dibujar. Me dice “qué linda es la secretaria”. A partir de ese momento se empieza a constituir una cierta fantasía con alguien inalcanzable, como cuando las chicas fantasean con un cantante al cual no pueden llegar. Estos objetos de pasaje ya no implican el incesto, hay una sustitución en lo inalcanzable, pero que ya no es un objeto incestuoso. Freud lo dice en Tres ensayos…

[...] la elección de objeto se consuma primero en la [esfera de la] representación; y es difícil que la vida sexual del joven que madura pueda desplegarse en otro espacio de juego que el de las fantasías, o sea, representaciones no destinadas a ejecutarse.

Entonces, del juego a las fantasías, a la articulación en vías del acto sexual. Estos otros objetos que se encuentran en esa línea del fantasear, no pasa nada. Se va hacia esos otros que puedan ser posibles, es todo un arco y todo un tiempo esa constitución. En el caso que expusimos, había que armar ese andamio. En otros casos es más sencillo. Se trata de un movimiento que implica un desprendimiento del campo del Otro. Para eso, hay ciertas condiciones que deben darse.

El Otro debería también hacer un movimiento. A veces los padres lo hacen y otras veces obturan. No se les puede cerrar todas las puertas a los chicos, sino la única salida que les queda es la ventana. Cuando el encierro llama, el incesto acecha. No se les puede cortar todo lazo con el afuera, eso es muy complicado. No se trata del incesto de relación sexual con los padres, sino esta situación que enloquece. Es el goce del Otro. Nosotros tenemos que buscar formas de abrir.

En El despertar de la Primavera vemos como ante este pasaje que la estructura requiere, la posición de los padres de esos chicos es de cerrar. Eso lleva a circunstancias trágicas. 
En La Metamorfosis, Gregor Samsa despierta metamorfoseado… La familia no quiere saber nada de esos cambios y el chico queda encerrado en su cuarto hasta morir.
En La casa de Bernarda Alba de Lorca, nos permite pensar también otro caso, donde la madre cierra cierra todas las puertas. La hija quiere salir, no encuentra salida y termina ahorcada. 

Este pasaje implica, entonces, cortar con el objeto que se fue para el Otro. Habría que pensar, en los adolescentes que se cortan la muñeca, si no se trata de cortar con la muñeca de mamá. 

El flyer de este seminario viene acompañado de la imagen de unas zapatillas colgadas:

El título habla del olor, de un desprendimiento del cuerpo, que sería un real. Hay una dificultad del adolescente en delimitar algo del cuerpo y de lo propio. Que se adolecentice la niñez no ayuda: hay corpiños para nenas de 8 años con push-up. Y por otro lado los adultos también de adolecentizan que a los chicos los deja en un lugar bastante complicado. ¿Cómo hace el adolescente para lograr una marca propia? Entonces van por otras marcas: en el cuerpo, en las paredes, como para ganar espacio necesario en el Otro. 

El cuerpo del adolescente no es como el que era, ni para el sujeto ni para el Otro. Es un cuerpo del que hay que apropiarse, huela bien o mal. Es un olor sexual, hormonal. Y en la vida animal, el olor hormonal es la atracción del partenaire

También el olor puede ser usado para repulsar. Es interesante poder pensar esto del olor con Winnicott, cuando él hablaba del objeto transicional. Hay un objeto que el niño elige y que tiene una característica particular, que es su olor. Este objeto, en ese olor, guarda algo entre la textura de la mamá y el chiquito. Y es condición de que ese objeto esté presente para que un nene, por ejemplo, pueda entrar a la salita del jardín. Ese objeto enlaza algo de su relación al Otro y le permite un primer desprendimiento, una separación. 

Entonces, ¿cómo podemos pensar esto del olor, además de lo hormonal? Como estos objetos en esta nueva zona de pasaje en relación al Otro. Los chicos en la consulta vienen con el I-Pad, con una botellita, con un amigo… Vienen con objetos como cuando eran chicos. Para levantarse a una chica no es sin una cerveza en la mano, o un cigarrillo. Son objetos que están ahí acompañando este tiempo de pasaje de desprendimiento del Otro. Hay un descolgarse del campo del Otro, para lo cual tiene previamente que haber un Otro para colgarse. El tema es ver dónde el adolescente cae y con qué se enlaza.

En este movimiento de pasar del Otro a los pequeños otros, los chicos se agrupan en lo que se llaman tribus. Hay ropajes en relación a la constitución de este cuerpo que necesita cambiar. 

Para nosotros, es importante deponer los prejuicios y ponerlos hacia un costado para escuchar qué hay de ese chico, que puede estar desorientado y confundido. No va de suyo la relación de objeto de un adolescente, sino que se constituye con la lectura de las marcas previas y de cómo el sujeto se va ubicando en este nuevo tiempo. 

En referencia a la foto, podemos pensar en ventilar y dar un poco de aire. Hay algo que Winnicott dice, que los padres tienen que resistir. Diríamos, que no cuelguen los botines. En el último capítulo de Realidad y Juego, dice que a los padres les toca resistir, mantenerse intactos. Para todo este movimiento se necesitan adultos, sino, él dice, el juego de la vida está perdido. Si los chicos no tienen cómo confrontar y ubicar su posición, si no hay con quién, ese movimiento no se puede hacer. Dice que los padres no deben tener acciones de represalia ni venganza. Ulloa diría “con la mayor ternura posible”, que los padres estén ahí resistiendo, lo que no es fácil.

No te pierdas la segunda parte de "Huele a Pubertad - seminario clínico (II)" Hasta que se publique, te recomiendo la entrada ¿A qué huele una pulsión? de Fabián Ortiz.

miércoles, 10 de julio de 2019

El Narcisismo: consecuencias clínicas en la práctica con niños y adolescentes.


Notas de la conferencia dictada por Gabriel Donzino, el 23/05/2018

Las derivaciones del concepto tradicional de narcisismo tuvieron consecuencias, al traer nuevas patologías al campo del psicoanálisis. 

El mito de Narciso. Tiene muchas versiones y la más conocida por nosotros es la de Ovidio. El concepto freudiano de narcisismo no toma nada de este mito. Se trata de un mito que uno puede hacerse una panzada pensando cosas, relaciones, etc. Muchos autores, luego de Freud, pudieron abrir y ampliar la idea de narcisismo. Freud nunca estuvo de acuerdo con este artículo, dice que fue un parto doloroso y prematuro. El texto Introducción al narcisismo, se considera como un texto de transición. Él todavía no ha planteado la 2° tópica ni tampoco la segunda teoría pulsional (Eros y Thanatos). Es decir, no es un texto que está articulado a las articulaciones de 1920 y las posteriores publicaciones intentan hacerlo con lo publicado por Freud en 1914. 

En cualquiera de las versiones del mito de Narciso, el final siempre es el mismo: Narciso muere enamorado de sí mismo y en el lugar de su muerte crece, en su memoria, una hermosa flor llamada narciso. 

La versión de la mitología griega incluye a Eco, que por engreimiento Narciso es castigado. Cada versión rescata un aspecto que es interesante para plantear diferentes aspectos. Por lo general, el narcisismo cae en lugares peyorativos y negativos. En la versión griega, Narciso era un joven muy hermoso. Las jóvenes se enamoraban de Narciso, más él las rechazaba. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta la había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Por tanto, era incapaz de hablarle a Narciso por su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz.

Para castigar a Narciso por su engreimiento, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de separarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.

Este mito toma el engreimiento de Narciso y la idea de castigo. Narciso se arroja al agua como si fuera una suerte de suicidio. Esto no aparece en otras versiones. Narciso quiere decir “hijo del río” o “hijo de aguas turbulentas”. 

La versión de Pusanias (S. II). En la historia helénica, el joven Aminias ama a Narciso pero es rechazado cruelmente por él. Como una forma de burlarse de Aminias, Narciso le entrega una espada, que Aminias utiliza para suicidarse ante las puertas de la casa de Narciso, mientras reza a la diosa Némesis pidiéndole que Narciso un día conozca el dolor del amor no correspondido. Esta maldición se cumple cuando Narciso se enamora de su propia imagen reflejada en un estanque e intenta seducir al hermoso joven sin darse cuenta de que se trata de él mismo hasta que intenta besarlo. Entristecido de dolor, Narciso se suicida con su espada y su cuerpo se convierte en una flor, la cual se le llamó Narciso. En esta versión, aparece la homosexualidad y la idea de la venganza. 

Versión romana. En ella, Ovidio cuenta que la ninfa Eco se enamora de un vanidoso joven llamado Narciso, hijo de la ninfa Liríope de Tespias y del dios fluvial Cefiso. Preocupada por el bienestar de su hijo, Liríope decidió consultar al vidente Tiresias sobre el futuro de su hijo. Tiresias le dijo a la ninfa que Narciso viviría hasta una edad avanzada mientras nunca se conociera a sí mismo. En el poema de Ovidio se utiliza un término, videri, que quiere decir tanto si no se conoce” como “si no se reconoce”. El verbo tiene estas 2 acepciones. 

Un día, mientras Narciso estaba cazando ciervos, la ninfa Eco siguió sigilosamente al hermoso joven a través de los bosques, ansiando dirigirse a él pero siendo incapaz de hablar primero, ya que la diosa Hera la había maldecido a solo poder repetir la última palabra de lo que otros decían. Cuando finalmente Narciso escucha sus pasos detrás de él, pregunta: "¿Quién está ahí?", a lo que Eco responde:"ahí". Y continuaron hablando así, pues Eco únicamente podía repetir lo último que otros decían, hasta que la ninfa se mostró e intentó abrazar a su amado. Sin embargo, Narciso la rechazó y le dijo vanidosamente que lo dejara en paz, y se marchó repudiándola. Eco quedó desconsolada y pasó el resto de su vida en soledad, consumiéndose por el amor que nunca conocería, hasta que solamente permaneció su voz.

Las hermanas de Eco pidieron justicia a Némesis. O sea, acá aparece el pedido de justicia y no de castigo. La diosa escuchó las súplicas de las indignadas ninfas. Por lo que se refiere a Narciso, un día engañado por Nemesis se acercó a un arroyo. Al verse reflejado en las aguas, la visión de su vanidad y lozanía, lo atraparon en un castigo sin fin, muchos pensaban que por miedo a dañarlo no lo tocaba y era incapaz de dejar de mirarlo. Finalmente, Se dice que Narciso se suicida al no poder tener el objeto de su deseo. Y donde su cuerpo yacía, creció una flor que llevaría su nombre: un narciso.

Hay otras versiones del mito: otra mujer que también había sido rechazada por Narciso, en un acto de celos al verlo hablar con otra mujer que parecía cercana a él, rezó a la diosa Némesis para que lo castigara. En otras versiones se dice que Narciso es atormentado en el Inframundo contemplando un reflejo que no corresponde a su amor. 

En otra versión Narciso tiene una hermana melliza y cuando ella muere, él queda prendado de su propio reflejo porque le recuerda a su hermana muerta. 

Ahora les voy a leer la versión de Ovidio para ver qué es lo que trascendió del mito de Narciso y ver cómo el desarrollo freudiano no tomó prácticamente nada de ese mito. Eco y Narciso aluden a 2 caras de la misma moneda: tanto Narciso como Eco, responden al vaivén del destino del narcisismo, es decir, se muere por amor a sí mismo o se muere por amor al Otro. 
El adivino Tiresias daba a quien se las solicitaba profecías verdaderas. La primera de éstas la recibió Liriope, ninfa que tuvo, de su forzado ayuntamiento con el río Cefiso, un niño a quien puso por nombre Narciso. Habiendo preguntado si éste habría de llegar a viejo, el vate le contestó: "Si no se conociere". El tiempo vino a darle razón. 
Cuando Narciso cumplió los dieciséis años, fue pretendido por muchos jóvenes y muchachas, y a todos se negó. En una ocasión en que cazaba, lo miró una ninfa locuaz, que nunca habló antes que otro, ni pudo callar nunca después que otro hablara: Eco, quien aún ahora devuelve las últimas palabras que escucha. Juno había hecho que eso le ocurriera como castigo por distraerla con largas pláticas mientras Júpiter la engañaba yaciendo con las ninfas. La diosa, al caer en la cuenta de lo que ocurría, le redujo el uso de la voz a devolver los sonidos extremos de las voces oídas.
Vio, pues, Eco a Narciso vagando por el campo, y al instante ardió de amor y lo siguió a hurtadillas, y más lo amaba cuanto más lo seguía; pero nunca pudo hablarle primero, porque su naturaleza se lo impedía, y hubo de esperar a que él comenzara. Y esto ocurrió, porque alguna vez que se había apartado de sus compañeros, Narciso preguntó en alta voz quién estaba presente, y Eco repitió esta última palabra. Pasmado al oírla, Narciso gritó "Ven", y ella le contestó con la misma voz. Engañado, el joven siguió hablando, y llegó a decir: —"Juntémonos." Contestó Eco con la misma palabra, y salió de la selva dispuesta a abrazarlo.
Huye Narciso, y habla: "Moriré antes que tengas poder sobre nosotros", y ella tras repetir las últimas cuatro palabras, vuelve a ocultarse en las selvas, cubre su rostro con follaje, y desde entonces habita en grutas solitarias.
Más aún: dolida por el rechazo de que fue objeto, ama todavía con mayor intensidad, y su cuerpo enflaquece y pierde todo jugo, y es ya solamente huesos y voz, y luego nada más que voz; sus huesos se hicieron piedra. Un sonido, que todos pueden oír, es cuanto de ella permanece.
Como a Eco, había despreciado el joven a otras ninfas y jóvenes. Alguien de los despreciados rogó al cielo que, por justicia, él llegara a amar sin poder adueñarse de lo que amara. Y Temis asintió al ruego tal.
Junto a una fuente clara, no tocada por hombre ni bestias ni follaje ni calor de sol, llega Narciso a descansar; al ir a beber en sus aguas mira su propia imagen y es arrebatado por el amor, juzgando que aquella imagen es un cuerpo real; queda inmóvil ante ella, pasmado por su hermosura: sus ojos, su cabello, sus mejillas y cuello, su boca y su color. Y admira cuanto es en él admirable, y se desea y se busca y se quema, y trata inútilmente de besar y abrazar lo que mira, ignorando que es sólo un reflejo lo que excita sus ojos; sólo una imagen fugaz, que existe únicamente porque él se detiene a mirarla. 
Olvidado de comer y dormir, queda allí inamovible, mirándose con ansia insaciable, y quejándose a veces de la imposibilidad de realizar su amor, imposibilidad tanto más dolorosa cuanto que el objeto a quien se dirige parece, por todos los signos, corresponderle. Y suplica al niño a quien mira que salga del agua y se le una, y, finalmente, da en la cuenta de que se trata no más que de una imagen inasible, y que él mismo mueve el amor de que es víctima. Anhela entonces poder apartarse de sí mismo, para dejar de amar, y comprende que eso no le es dado, y pretende la muerte, aunque sabe que, al suprimirse, suprimiría también a aquel a quien ama. 
Llora, y su llanto, al mezclar el agua, oscurece su superficie y borra su imagen, y él le ruega que no lo abandone, que a lo menos le permita contemplarla, y, golpeándose, enrojece su pecho.  Cuando el agua se sosegó y Narciso pudo verse en ella de nuevo, no resistió más y comenzó a derretirse y a desgastarse de amor, y perdió las fuerzas y el cuerpo que había sido amado por Eco.

Sufrió ésta al verlo, aunque estaba airada todavía, y repitió sus quejas y el sonido de sus golpes. Las últimas palabras de Narciso lamentaron la inutilidad de su amor, y Eco las repitió, como repitió el adiós último que aquél se dijo a sí mismo. Murió así Narciso, y, ya en el mundo infernal, siguió mirándose en la Estigia. Lo lloran sus hermanas las náyades, lo lloran las dríadas, y Eco responde a todas. Y ya dispuestas a quemar su cuerpo para sepultarlo, encuentran en su lugar una flor de centro azafranado y pétalos blancos.
Decíamos el concepto de narcisismo de Freud no toma cuestiones del mito. Él tomó el concepto de narcisismo de Nacke, que es una perversión en la que se obtiene la satisfacción sexual autoeróticamente. No se trata en realidad de narcisismo, sino de narcismus, narcismo. Toma la idea de Narciso para forma allí un concepto. 

Freud plantea el narcisismo en términos libidinales. El desarrollo lo hará a partir de tomar la psicosis y en patologías que tienen dificultades en poder establecer lo que Freud llamaba neurosis de transferencia. Esa dificultad de amar o de poder investir en el caso de la transferencia al analista como objeto, es lo que le permite a Freud empezar a pensar en la problemática del ---. Es decir, que el narcisismo se trata de qué es lo que va a ser cargado.

Por otro lado, en el texto de 1914 Freud le está contestando a Jung y a Adler, cuestionando la idea de monismo pulsional de Jung y la idea de Adler acerca del complejo de inferioridad de lo que se llamaba la protesta masculina. Freud va a definir al narcisismo como el móvil de la libido. Es decir, el narcisismo es un yo libidinizado. La libido carga e inviste al objeto. Freud diferencia la libido yoica y la libido objetal. Freud establece 3 formas de narcisismo:

Narcisismo primario. El yo se catectiza a si mismo.
Narcisismo secundario.
Narcisismo parental. En la idea del amor parental es, hasta un punto, paradógico y contrario a la primera idea de que el narcisismo es libido hacia el yo. Dice Freud que en el caso del amor parental los padres trasvasan su libido al hijo. A través de esta donación de libido, convierte al niño en todos aquellos deseos incumplidos y todos aquellos elementos que el padre o la madre habrían querido tener como atributos personales. El niño pasa a ser una prolongación de lo deseado, lo esperado de los padres. El narcisismo del hijo es el narcisismo recibido de los padres.

De estas 3 formas es que se puede detectar que el narcisismo está allí. El elemento clínico que usa Freud para detectar el narcisismo es la psicosis, que lo que no puede es establecer libido objetal por quedarse la libido en el yo. Esto es lo que se va a llamar neurosis narcisistas, a las psicosis.

Los que trabajamos con niños y adolescentes vemos que muchas de las problemáticas de la constitución subjetiva de los niños tiene que ver con la constitución del narcisismo. Y cuando esto paso debemos interrogarnos qué pasa con el narcisismo de los padres. si los padres han podido ceder o delegar algo de su narcisismo a su cría o si ese narcisismo ha quedado prendido a los padres. 

Otra caracterización de Freud del narcisismo es ubicarlo entre el autoerotismo y la relación de objeto. Es decir, la lógica libidinal sería pasar del autoerotismo, la libido se desplaza a las zonas erógenas del cuerpo constituyendo el autoerotismo, es decir, zonas del cuerpo donde circula libido y el niño obtiene placer en estas zonas, como la boca, la zona anal, la escópica… El autoerotismo está planteado como el primer destino de la libido. Un segundo destino es el narcisismo, cuando el yo se toma a si mismo como objeto de satisfacción sexual. El tercer destino es la libido objetal, de tal forma que se pasa del autoerostismo, al narcisismo y a la relación objetal. 

En cuanto a la elección del objeto que distingue Freud, distingue la relación anaclítica o relación narcisista. La relación anaclítica, es cuando el hombre o la mujer eligen su objeto sexual en base al modelo de la madre nutricia o el padre protector. El otro tipo de elección objeto es narcisista, es decir, esa elección se hace en poner en el otro lo que uno es, lo que fue o lo que uno querría ser. Este tipo de relaciones es la que se va a dar en las personalidades narcisistas, sujetos que exigen en el objeto características propias. Lo que vemos es que las categorías entre madre nutricia, padre protector y las propias características no quedan claramente diferenciadas.  ¿Sobre qué hace el niño su elección de objeto, sobre una base anaclítica o sobre una base narcisista? Queda una oposición del narcisismo con la relación de objeto. Freud también dice que el narcisismo se transforma en el yo. El ideal del yo implica investir con esa misma libido narcisista a algo que uno aspiraría a ser y no a algo que uno fue. Esta va a ser una distinción interesante, porque la castración le va a otorgar a ese narcisismo la idea de que no se es perfecto. Hay algo incompleto que se podrá llegar a completar en la medida que tengas un ideal, algo hacia lo cual dirigirse. 

El narcisismo con vasos comunicantes. Cuando eros inviste a un objeto, se empobrece el narcisismo y visceversa. Esto se ve en el amor, como en el caso de Eco, que se le queda empobrecido el yo por amar a Narciso. En el texto freudiano también podemos encontrar lo que es la patología en el narcisismo: Personalidad narcisista. Se la define como alguien que tiene algo de más, que tiene mucho narcisismo. Habría que pensar si la patología del narcisismo es por exceso de narcisismo o es por carencia, por una falla en la organización narcisista. Esto nos lleva a preguntarnos qué consistencia va a tener el narcisismo en los niños. ¿Qué hace el niño con el narcisismo? ¿Lo puede volcar para el lado de la relación de objeto? Esto estaría más del lado del amor, aunque sin llegar a los extremos de Eco, donde queda empobrecida hasta desaparecer.

En Psicología de las masas… y Más allá del principio del placer Freud vuelve a tomar el tema del narcisismo. Logra articular el narcisismo con la segunda tópica -ello, yo, superyó- y el segundo dualismo pulsional, pulsión de vida y de muerte. Acá el concepto se complejiza un poco más. Otras escuelas han complejizado aún más el concepto de narcisismo.

Escuela inglesa. Melanie Klein es la creadora del psicoanálisis con niños. Melanie Klein, sin embargo, no hace referencias al narcisismo. A diferencia de Freud, que presentaba esta idea de auterotismo, narcisismo y relación de objeto, Klein presenta su teoría de que la relación de objeto está dada de entrada. Hay un yo de entrada, aunque es precario, que establece relaciones con los objetos. Por lo tanto, la categoría de narcisismo y autoerotismo del narcisismo no le sirve mucho, pues ya tiene el paso final de la libido, que es la relación objetal.

Tardiamente y con la influencia de Winnicott, vemos que en la teoría de Melanie Klein aparece el concepto de self. El concepto de self tuvo mucha pregnancia en la escuela inglesa por el significado que tiene en el idioma inglés. En español, “si mismo” no nos dice nada ni nos invita a una cuestión discursiva o conceptual. Tenemos que hacer un trabajo conceptual para ver a qué nos referiríamos al hablar de si mismo. Algunos han planteado que el concepto de self es el modo inglés de hablar de narcisismo, sin embargo no es así como Winnicott lo caracteriza. Tampoco es el concepto de yo. Ha habido trabajos que han intentado equiparar el concepto de yo, de self y de narcisismo. Si bien son conceptos que pueden acercarse en tanto a la problemática que se está planteando, en tanto que el yo, el narcisismo y el self se construyen como hitos psíquicos y no vienen dados. El self es descrito en la teoría winnicottiana como una integración muy temprana psicosomática. Es decir, el niño nace en un estado de no integración y logra esta integración a través de un objeto muy particular: el pecho materno, que le hace creer al bebé que ese pecho forma parte de sí mismo y es más, el niño lo ha creado. El niño no tiene consciencia de que ese pecho forma parte de otro objeto exterior, sino que lo crea con su propia prepotencia. el hecho de necesitar un pecho hace que por la adaptación a la mamá de las necesidades de su bebé, hace que el pecho aparezca, en general, en el momento adecuado. Esta concordancia entre lo que el bebé necesita y lo que la mamá aporta, genera la ilusión de que el él y el pecho forman parte de lo mismo. 

Winnicott introduce en la clínica psicoanalítica un momento que está ausente en la teoría kleiniana, que es la participación del objeto exterior en la constitución del psiquismo. En la teoría kleiniana, está mucho más enfatizado el objeto pulsional interno en la constitución del psiquismo. Winnicott era pediatra que dijo que los bebés no existen: los bebés existen desde el punto de vista de un observador externo. Pero desde el punto de vista del bebé y la mamá, hay uno solo. Existe un mamá-bebé. De esa comunión, el niño tiene que extraer una ventaja muy temprana, que se llama psiquesoma, que es una integración psicosomática que le va a dar el bebé la idea de que va a perdurar siempre en el tiempo y el espacio. 

Cuando el niño empieza a diferenciarse de este pecho y establece la categoría del yo, separado del no-yo, se constituye el ser. Es decir, el ser es algo integrado que puede separarse del otro. La paradoja es que solo se puede separar lo que ha estado suficientemente unido. A partir de separarse, puede relacionarse con un objeto que no forma parte de él. En ese movimiento de estar ahí y poder relacionarse con un objeto que no forma parte de él, se da todo lo que Winnicott llamó objetos transicionales. Estos objetos le van a permitir armar al bebé armar un movimiento graduado de separación con la madre. 

Es importante citar a Winnicott porque es un psicoanalista que trabajó con niños y le dio mucha importancia a lo que el cuidado materno produce y promueve en el crecimiento de los niños. Buena parte del desarrollo saludable del niño tiene que ver con la madre. Él habla de la madre pero en realidad es el mundo circundante, todo aquello que rodea al niño y está en condiciones de aportarle cuidados. Winnicott le introduce al psicoanálisis un aire distinto a la escuela inglesa y el narcisismo entra dentro de este tema cuando Lacan empieza a trabajar la constitución del yo. Lacan introduce el estadío del espejo como una faz, un momento donde se constituye el yo a través de la alienación a la imagen especular. Lacan y Winnicott eran amigos y Lacan le pide que revise su trabajo acerca del estadío del espejo. Winnicott le responde con otro trabajo que es El rostro materno como espejo. Winnicott acuerda con la prueba del espejo del bebé, pero dice que en realidad esa prueba del espejo es solo eficaz si previamente el niño se vio reflejado en el rostro materno. Winnicott corre el origen del yo y el narcisismo a un tiempo más temprano que la fase del espejo.

Algunos autores, a partir de esto, empezaron a trabajar sobre la importancia del rostro materno en la constitución de los primeros tiempos de la subjetividad. Hay varios trabajos de Lacan acerca de la subjetividad:  Construcción del autoerotismo, construcción del narcisismo y construcción de la -----. La escuela francesa le dio mucha importancia a la participación de la madre, a la función materna, en la creación de estos hitos psíquicos fundamentales para el desarrollo del psiquismo del niño. 

Otros autores. Así como Lacan reconoció 3 tiempos del complejo de Edipo, Sami-Ali distingue 3 tiempos del narcisismo. 

Ubica un primer tiempo, en base a lo que dijo Winnicott del rostro materno, donde el niño no tiene rostro. El niño es en el cuerpo de la madre, indiferenciado sin poder reconocerse. Sami-Ali acuña un concepto llamado espacio de inclusiones recíprocas, en el que el niño vive con la madre en un espacio de funciones recíprocas. El niño engloba a la madre y la madre es englobada por el niño. Se incluyen recíprocamente. La madre está dentro del niño y el niño está dentro de la madre. Ahí hay algo de la indiferenciación entre el niño y la madre.

En el segundo tiempo del narcisismo, Sami-Ali dice que su rostro es el rostro de la madre. Aquí le da importancia a la función del espejo que pasa a tener el rostro de la madre. El niño puede reconocer su rostro en el rostro de la madre. Mi rostro es lo que veo reflejado en el rostro de ella. Hay un comentario interesante que se hace acerca de la prueba del estadío del espejo que Lacan incluso menciona, y es que no es que el niño se reconoce en el espejo (porque nunca se vio antes), sino que el niño en brazos de la madre mira a la madre, un rostro que sí conoce, y al mirar al espejo reconoce ese rostro, por lo tanto se establece allí un circuito de miradas donde “si esta que tengo al lado es el rostro de mi madre y este rostro que tengo enfrente es el rostro de mi madre, ese rostro que está ahí es mi rostro”. Se produce un juego de miradas donde según lo que mira en el rostro de la madre, es que ella existe o no existe. 

El tercer tiempo es el rostro distinto al del Otro. Se establece una diferencia de que mi rostro no es el rostro de mi madre. Sami-Alí plantea que aquí interviene, en esta diferenciación del rostro de la madre, la categoría del extraño en Spitz. Spitz decía que en el octavo mes el niño se angustiaba ante el rostro de un extraño. Esta categoría del extraño le genera al niño una fisura en ese espacio de inclusión recíproca de que el de la madre no es su rostro. Luego recuerda la categoría de fort-da que es lo que le permite al niño romper este espacio de inclusiones recíprocas de la madre. Este juego que el niño hace le permite simbolizar la ausencia materna a la par de que crea un espacio afuera y un espacio dentro. Esta categoría le permite al niño salir del narcisismo y poder establecer con la madre una relación de un otro separado de ella. Aquí se podría establecer la relación de objeto, con un objeto que no está fusionado a él.

Muchas veces se plantea que un niño está muy pegado a la mamá. Y hay que estar atentos si es un pegoteo donde toma a la mamá como un objeto con el cual se relaciona o está pegadito a la mamá porque es un objeto del cual no se ha separado. Ahí no sería un caso de un niño edípico, sino de un niño que ha quedado sincretizado y fusionado a la mamá. 

Las consecuencias de ubicar este tiempo del narcisismo: Si algo contraría este tiempo de fusión a la madre, se estaría rompiendo una posibilidad de integración temprana del niño, porque es estructurante que el niño esté indiferenciado de la madre para independizarse. Una separación temprana de este estado de fusión del primer tiempo del narcisismo o una no-fusión o no entrada en este tiempo de indiferenciación puede derivar al chico en patologías del orden del autismo. Si no se fusionó, al separarse no va a poder alienarse a nada. Y si la separación fue muy prematura, ni siquiera logró armar algo del orden del contacto inicial. Sin la integración psicosomática, ni siquiera se puede lograr. En el segundo caso, se puede dar abruptamente y ni siquiera pudo darse esta cuestión.

Las problemáticas en el segundo tiempo del narcisismo tiene que ver con los problemas de especularización: si el niño es en el campo materno, el niño será aquello que la madre ve en su hijo. El niño quedará identificado a aquello que la madre ve en el niño. Es como la canción, “¿qué ves cuando me ves?”. Si la madre ve un ser maravilloso que la completa, el niño va a ver en el rostro materno la complacencia. Si la madre ve en ese hijo la encarnación de un ser despreciable, o una proyección de lo feo que es, eso va a constituir enunciados identificatorios, con lo cual el niño va a sentir “yo soy eso que ve en mi”. Aquí tenemos una gama de problemáticas de patologías, como los niños que han sido especularizados, pero lo que veían en el rostro de la madre era una cagada, horror, desprecio u odio. Son chiquitos que no van a sentirse bien amados por el Otro, porque su ser porque el Otro le ha devuelto una característica nefasta. 

Caso clínico.
Niño de 6 años, consulta la madre porque los maestros no saben qué hacer con él. El niño se subió a la terraza, rompió las tejas del techo y las lanzó a la calle con el riesgo de haber lastimado a alguien. La madre dice “yo nunca lo quise. Nunca quise tener hijos. Si no fuera presa, lo vendo o lo regalo”. El marido quería tener hijos y ella accedió. A los 15 días de tenerlo, ella relata que entra en la habitación del bebé y al acercarse a la cunita se dice “Ah, es un hijo lo que tengo”.  Fíjense en la unión de esta mamá con el nene.

A la primera entrevista llega el nene con un muñequito, tomándolo agarrado contra su cuerpo. En la primera entrevista, yo hago entrar a la mamá o al papá que lo acompaña, porque me interesa trabajar qué le dijeron los padres de para qué vino. Es interesante para pensar cómo los padres le han significado su preocupación o su dolor por ese niño. La madre le dice “Si, yo expliqué que viene acá porque es insoportable. Rompe todo, destruye todo”. De repente grita “¡Quedate quieto, no te muevas!” sin que el chico se hubiera movido. Yo le digo “Pero si no se movió”. Y ella responde “Todavía. ya vas a ver como te va a romper estas lindas sillas que tenés. Te va a destruir todo”. Para la madre, al niño no le importa nada. Le pregunto al niño qué cree que es lo que le está pasando. Saco a la madre. Al volver, el niño seguía agarrado al muñequito, sin sacarse la campera ni nada. Le señalo al niño que parece que vino acompañado a esta primera sesión. Dice que si. Le pregunto cómo se llama el muñeco. “No se llama”, me dice. 

- ¿Y si alguien quiere llamarlo?
- No, nadie lo llama. 
- ¿Nadie le puso un nombre?
- No, no tiene nombre.

Dolto dice que en el nombre se aprecian aspectos del narcisismo, porque es la marca que nuestros padres eligen para llamarnos. Si alguien grita nuestro nombre, nos damos vuelta porque somos narcisistas, porque pensamos que ese nombre es nuestro. Ahora, no es lo mismo tener el nombre de un arcángel que llamarse Soledad… El nombre tiene una carga, una marca, que es el deseo que se vehiculizó en nuestros padres al elegir un nombre y no otro. No es lo mismo tener el nombre de un artista de Hollywood que el nombre de un abuelo muerto. 

Le señalo al niño que por la remera rayada del muñeco, parece una abeja. ¿Podría ser el nombre abeja? El niño responde que si, entonces le digo que entonces ya tenemos un nombre, se llama Hombre-abeja. Le pregunto si me quiere contar algo él, de lo que le está pasando. Hace un dibujo: en el centro de la hoja hay una figura con rayas y los dientes feroces. Dice que es un extraterrestre. Dice que las líneas son las rejas, porque lo metieron preso. Le pregunto por qué lo metieron preso y responde que porque lo destruyó todo. Dice que vino de otro planeta, le respondo que no lo conocen. Agrego: “Por ahí se asustaron por esos dientes, pero no hizo nada ¿por qué destruyó?”

- Porque es malo. Los malos destruyen todo. 

- A mi me parece que porque ese extraterrestre no habla en el mismo idioma, nadie le preguntó qué le pasaba. No sabemos si por ahí su familia se fue y él se quedó asustado y por eso rompió todo. Entonces, no sabe decir qué le pasa y nosotros no lo entendemos. ¿Puede ser que le haya pasado esto, de que digan que es malo, pero en realidad no saben qué le pasa?

El niño pide otra hoja para hacer otro dibujo. Toma una hoja y dibuja 2 personas. Una está con una auto y otra con una pelota. Y me dice “Este es Batistuta cabeceando un gol y acá en cuando el gol entró en el arco. Bati es 10 porque hace muchos goles. Yo soy muy bueno jugando al fútbol”. Fíjense que la intervención que yo hago de que “dicen que es malo, pero nadie le preguntó qué le pasa” le permite recuperar otro aspecto de su narcisismo y me dice en transferencia que tiene algo bueno. A la sesión que viene, él me dice de jugar un partidito. 

Traigo esto por el efecto de especularización. El niño fue significado por la madre como desastre, destructivo. Cuando venía la madre, este niño rompía todo en el consultorio. Estaba jugando tranquilamente, le decía que la madre había venido a buscarlo y revoleaba todo lo que estaba haciendo. Cuando venía el padre, no. Una vez le pregunto ¿Te diste cuenta que cuando viene tu mamá rompés todo? Él me dice que no. “Esto, es un problema. Vamos a tener que pensarlo la próxima”. Este es un ejemplo de problemas en la especularización. Este chico, por mucho tiempo hacía un dibujo que era doblar la hoja por la mitad, ponía plasticola, luego la abría para formar un dibujo en espejo. Ahora, cuando él hablaba del dibujo, leía de un solo lado. El reflejo no era tomado por él como parte de la imagen que había hecho, aunque él a propósito duplicaba la imagen. Este caso es de un problema en la especularización, qué ven en mi. 

El tercer tiempo es lo que Samí-Alí  llamó trastornos narcisísticos no psicóticos. Él dice que en todo trastorno psicótico, en todas las psicosis, implica un trastorno en el narcisismo, pero que en no todo trastorno del narcisismo implica necesariamente una psicosis. Propone el término trastorno narcisístico no psicótico. Características: dificultades en la separación del cuerpo del Otro. El niño queda atrapado en una indiferenciación de que yo soy yo separado del otro. Queda en una confusión, pero no como en el segundo tiempo, que es una alienación en lo que la madre ve de él como efecto especular. Se trata de un trastorno, de una dificultad en la salida del narcisismo, que le da la posibilidad de relación objetal que Freud diferenciaba. 

Doltó: distingue 3 tipos de narcisismo. 

Fundamental o primordial. Tiene que ver con lo que Winnicott llamaba psique-soma. Es un narcisismo que se enraiza en lo autoconservatorio. De lo que se encarga este narcisismo es de que el yo viva. Asegura la autoconservación.
Primario o secundario. No es el mismo que Freud nombraba como primario o secundario. El narcisismo primario es la identificación del ser humano con su especie, no con su imagen, sino con una imagen humana de su especie. Narcisismo secundario: es el narcisismo post-edípico, atravesado por la castración. Es un narcisismo que tiene que vérselas con el otro social. Tiene que tomar en cuenta el vínculo social con el otro.

Green Andre. Dive que el narcisismo tiene mala prensa, en el sentido que ser narcisista es algo degradado. Dice que lo que perdemos de vista es que ser narcisista es un estilo de amor. Se mete con la segunda teoría de las pulsiones. Distingue:

Narcisismo de vida. Permite que uno pueda sentirse unificado y a pesar de que pase el tiempo, uno siente que es el mismo. Uno podría pensar que en estos casos se siente bien de adolescente y de adulto.
Narcisismo de muerte. No impide un movimiento libidinal hacia otras cosas. En los consultorios a veces escuchamos pacientes que desesperan al no tener la cara y el cuerpo de antes. Se aferran a imágenes pasadas en lugar de construir nuevas imágenes narcisistas. 

Es interesante ver que esto que llamamos narcisismo como forma de llevarse el mundo por delante, en realidad es una sobre compensación de no haberse sentido amado y valioso, entonces tiene que presentarse de un modo más narcisista que lo común.

Pregunta: ¿Qué versión del narcisismo tomar? Uno suele quedarse con lo que dijo Freud y Lacan.
G.D.: Yo no me adscribo a una escuela. Hay pacientes que se te presentan claramente reflejados por un autor por un autor y no por otro. Piera Aulagnier dice que ningún teórico del psicoanálisis ha podido abarcar todos los problemas clínicos, sino que han podido teorizar aquello que fue un problema personal. Cada teórico del psicoanálisis recortó de la clínica un espectro por alguna cuestión personal y se puede rastrear en cada autor cuál fue cuando se mete en la biografía. Por ejemplo, para Melanie Klein fueron los duelos. Ella rescata duelos, la pulsión de muerte, la destrucción y su vida está marcada por la muerte y la destrucción. Ella era sensible para detectar eso en los pacientes. Una cuestión fundamental en Freud es el padre. Winnicott, en cambio, siempre se sintió amado por su madre, sus hermanas y sus tías. 

Andre Green detectó problemas, como el complejo de la madre muerta, que es un hallazgo clínico extraordinario. Se tratan de personas cuya vidas están adaptadas a la realidad, pero su sentimiento interno es de vacío, porque se vio enfrentado tempranamente a un duelo de otro. Por lo tanto, se hace cargo del duelo de una madre que está físicamente viva, pero muerta libidinalmente por dentro. Por eso se llama complejo de la madre muerta. La madre estaba viva, pero absorta ella en un duelo de ella, por lo tanto ese niño no sabe qué tiene que duelar, porque no es un objeto con el que él está relacionado. Lo único que él recibe de la madre es vacío. Ese vacío lo constituye, pero no puede hacer el duelo porque no es un duelo propio, sino de otra generación. Este concepto es maravilloso, porque ayuda  a pensar un montón de cuestiones que pasan de generación en generación. Marca la importancia de la disponibilidad libidinal de una madre para su bebé. Esto lo podés leer en Winnicott, en Piera Alaugnier, en Silvia Bleichmar, en todos los autores que trabajaron el vínculo madre-bebé. Plantean que la mayoría de las patologías psicóticas tempranas en niños tienen que ver con la desconexión con la madre y no es por maldad, esto es lo que hay que entender. No son madres hijas de puta, sino que hay algo en su estructura libidinal que queda comprometida con otra cosa.

Pregunta: ¿Se cura el complejo de madre muerta?
G.D.: Diría Klein que menos la muerte, todo tiene solución. Mientras alguien tenga ganas o necesidad de curar algo de eso, siempre se puede hacer algo. Hay marcas que, de todas formas, son tan tempranas o comprometen tanto el armado de toda la estructura psíquica, que con poder hacer un poco es mucho, que si no se hace nada, aunque sabemos que no va a ser igual a otro niño de 6 años. Cuanto más chico es el niño, más probabilidad hay de que haya mejoras, porque la estructura está en plena formación, siempre y cuando tengamos lo que Winnicott llamaba padres sensibles, padres que puedan ser permeables a hacer una modificación. La consulta por un hijo mueven muchas cuestiones libidinales en los padres. Se compromete mucho el narcisismo ante la idea de qué pasó. 

En el caso que vimos, la madre había sido desplazada por su propia madre cuando nació su hermano varón. Para ella, amar a su hijo era convertirse en su madre y en lugar de castigar a su hermano, castigaba a su hijo. El análisis permite entramar historias. Esta madre, en cierto momento, le parte una regla en la cabeza a su hijo y le dice burro porque no sabía hacer las cuentas. Ella lo cuenta en el análisis y le dice al nene que él no es burro, sino que la burra es ella porque es lo que le decía la madre, quien le partía una maceta en la cabeza.

miércoles, 25 de abril de 2018

Clínica de la angustia. Su lógica.


Apuntes de la conferencia dictada por Isidoro Vegh el 4/4/2017

Siendo la charla inaugural de este ciclo, se me ocurrió que podría serles de utilidad es ver qué sostiene a esa clínica con eje en la angustia: su lógica. Si Freud pudo atender a Catalina en las escalinatas de una montaña, o acompañarlo al gran músico y compositor Mahler por los bosques en los alrededores de Viena, o pudo dar un ejemplo en lo que califiqué como una buena sesión en el relato con el joven con el que viajaba en el ferrocarril, en lo que se conoce como el relato de aliquis, el segundo ejemplo de Psicopatología de la vida cotidiana; en todos esos casos si Freud pudo situarse como analista, es porque tenía bien articulada la lógica. Es decir, que si uno puede situar el mejor modo, la lógica que sostiene la clínica del psicoanálisis, tiene más libertad. Muchas veces se utiliza la teoría como corset. No es eso lo que propongo, sino transitar la lógica que sostiene la clínica para no quedar atados como un corset, sino para que puedan moverse con libertad.

Les propongo pensar esta charla como "Freud después de Lacan". Tal vez a muchos de ustedes les haya pasado lo que a mi me pasó, que después de haber leído un texto de Lacan, uno vuelve a leer un texto de Freud que ya tenía leído y subrayado y se pregunta qué había leído antes. Parece un texto nuevo. Y no sólo nuevo, sino que a uno le parece que Freud era un genio. Como dijo Lacan un día, "a mi me acusan de loco, pero el verdadero delirante -en el sentido positivo del término- fue Freud". Entonces voy a hablar desde esa perspectiva, de lo que sería una práctica recursiva: Freud después de Lacan.

A grandes trazos, en Freud se suele hablar de 2 teorías de la angustia. La primera, que demuestra que Freud desde el inicio no solo era un teórico, sino alguien que estaba ligado intensamente a una práctica clínica. Freud trabaja el tema de la angustia ya desde 1895, 5 años antes de ubicar lo que sería la ruptura epistemológica con la que podemos decir que nace el psicoanálisis, que es La interpretación de los sueños. Freud intenta distinguir la neurosis de angustia de otros cuadros que él llama neuropsicosis. Es decir, que el tema de la angustia lo toma muy precozmente. En ese trabajo, él plantea que alguna de las llamadas neurosis de angustia se pueden situar como un capítulo de lo que serían las neurosis actuales. Y se llaman actuales porque la causalidad no remite a una representación reprimida sucedida en otro tiempo, sino a causas actuales. Por ejemplo, si en una pareja el caballero sufre de eyaculación precoz, puede ser que si el caballero atiende a la dama por otros medios, ella no sufra de angustia, pero él sí. Él sí, porque la energía sexual, que Freud llamaba libido, no tendría la descarga adecuada. Esa ausencia de descarga adecuada, se transforma en angustia. Ese sería un ejemplo de neurosis de angustia como capítulo de neurosis actuales. Pero también puede suceder en las neurosis comunes. Si la represión de los deseos y las pulsiones sexuales funciona de modo tal que inhibe la realización adecuada del acto sexual, también se puede convertir en angustia. Es decir, en la primera teoría de la angustia de Freud, la represión lleva a la angustia.

En un texto muy posterior, del año 1926, un clásico también, Inhibición, síntoma y angustia, allí ya se trata de otro tema. Precisamente, el que va a retomar Lacan. Freud va a distinguir entre lo que sería la angustia automática o angustia de muerte, pero lo que nos va a interesar a nosotros hoy es la angustia señal. Una angustia que por el mismo hecho de llamarse señal, nos introduce una pregunta: ¿Señal de que? Esta angustia señal se caracteriza por tener una secuencia distinta de lo que es la represión. Es una angustia que cuando el sujeto la advierte, lo hace cambiar de dirección, de rumbo. Supongamos que se trate de una agorafobia, una fobia a salir al exterior. ¿Qué nos dice nuestro maestro Freud? El acercamiento al límite entre el interior y el exterior podría proponerle al sujeto que sufre esa fobia algo que sería una tentación sexual que sus ideales, sus valores o sus mandatos superyoicos se lo prohíben. La angustia es señal de ese peligro y entonces se instaura la represión y su efecto puede ser el síntoma. El movimiento es el contrario del anterior. En la neurosis de angustia, como Freud la plantea en en 1895, la represión causa angustia. En el año 1926, Inhibición, síntoma y angustia, la angustia señal hace que se instaure la represión. Esto es un antecedente de lo que Lacan encontró en la obra de Freud.

A veces me he encontrado con periodistas que me han preguntado si Lacan era famoso por una cuestión de moda o si introdujo algo. Introdujo algo importante: vamos a ver qué es lo que lacan nos propone respecto de la angustia y nos va a enseñar también cómo situarse con el padre, en este caso con su padre simbólico que era Freud. El neurótico, en general, tiene problemas para situarse con el padre: se somete, lo niega, lo pelea. El problema es cuando hacen teoría psicoanalítica, porque lo hacen desde su neurosis.

Lacan dedicó un seminario de un año a hablar de la angustia. Él mismo comenta que algunos le cuestionaron dedicarle un año a ese tema. Ya estaban bajo los efectos del post freudismo. Uno a veces escucha, incluso entre los analistas, que dicen que no hay que ver las cosas del pasado y en su lugar ver para adelante. Bueno, hoy a la noche cuando se acuesten, ustedes decidan que sus sueños serán para adelante: que no aparezca mamá, papá ni la abuelita. Ustedes se lo proponen... ¿Se dan cuenta de que es un absurdo? Lacan le dedica un año al tema de la angustia porque se da cuenta que para su maestro Freud era un tema esencial. Lo primero que nos dice es que si uno quiere buscar una respuesta en la tradición existencialista, lo que encuentra se acerca pero no llega: menciona a Sartre, a Heidegger, el cuidado, el darse cuenta de nuestra condición de das-dein, de ser arrojado al mundo, nuestro destino para la muerte. Para nosotros los psicoanalistas, dice Lacan, eso no es suficiente. Es más, ni siquiera está bien enfocado el tema. Entonces comienza con el ABC:

A) La angustia es un afecto.
No es un significante, no es una ilusión. Es un afecto. Y yo voy a hacer una distinción que no es de Lacan; me pertenece: es un afecto, no un sentimiento. Un afecto afecta a lo real. Pongamos un ejemplo de la vida cotidiana: si alguien pierde un amante, probablemente se deprima. Si es una relación que les importa, quizá por un tiempito no le sale fácil una carcajada o no tenía ganas de ir al boliche. Algunos tienen problemas para encontrarse con el apetito. Es decir, afecta a lo real. La dama por ahí no tiene ganas de maquillarse, los caballeros quizá por unos días no tenían ganas de darse la ducha cotidiana o de afeitarse. El sentimiento, en cambio, es la dimensión imaginaria del afecto. Si está enganchado al afecto, tiene un valor. Pero el sentimiento puede no estar enganchado al afecto. Es como si ustedes fueran al programa de Mirtha Legrand y ella te dice ¡Cuánto me gustás!, ¡Qué alegría verte! Y dentro de media hora no sabe ni cuál es tu nombre. Es la dimensión imaginaria del afecto. O en un drama por televisión, podemos llorar pero al ratito hacemos zapping y nos reponemos. Entonces, la angustia no es un sentimiento, sino un afecto. Por eso Lacan dice que la angustia no engaña. Si el analizante nos cuenta que hay angustia, ahí nos detenemos, porque ahí hay algo. En principio, un límite.

B) la angustia es un efecto.
La angustia es un efecto de un software, de un programa que nos habita. Freud le puso nombre y lacan lo retoma: angustia de castración. ¿Qué quiere decir angustia de castración? Nosotros hablamos de castración como de la lluvia, nos entra por una oreja y nos sale por la otra. Pero no es así, porque ustedes saben que en las 4 paredes de un consultorio, salta la verdad. ¿Ustedes saben que muchísimos jóvenes toman viagra antes de ir a encontrarse con una chica? No tienen problemas de artereoesclerosis ni disminución de testosterona. Lo que tienen es angustia de castración. Es decir que esa castración no es una palabrita, produce efectos. Nadie lo cuenta, todos caminamos por la calle, especialmente los varones, con cara de macho latino. Pero donde se canta la verdad, que es en la cama o en el diván, las cosas saltan.

Para Freud, la castración era una amenaza. Si el nene malo se quiere acostar con la mamá, papá le dice que le va a cortar el pito. Narcisismo fálico, el chiquito hace una evaluación, consulta con un economista de confianza y dice "costo-beneficio: para acostarme con esta vieja arrugada, mejor cuido el pito y como me dijeron, el día de mañana tendré otras". Negocio redondo, resolución del Edipo, la castración culmina el Edipo. Esto es Freud. Su consecuencia moral es "deje de pelearse con su jefe en el trabajo y va a ver cómo se le va la angustia". Son psicoanálisis adaptativos, ¿se dan cuenta? En cambio, un psicoanalista que se ubique en la lógica que vamos a desarrollar, le diría al analizante: ¿Quiere que se le vaya la angustia? Decídase, ¡Asesine a su jefe! Eso sí, hay que aclarar que hay que asesinarlo simbólicamente. ¿Qué quiere decir asesinarlo simbólicamente? Vamos a verlos en unos pocos esquemas que muestran que algunas pocas veces, Lacan tuvo piedad de nosotros.

Este gráfico está en el seminario de la angustia. Hay una línea vertical que divide 2 columnas. Se trata de un esquema, que como todos los esquemas sirve como apoyo para el pensamiento. No es que acá vamos a encontrar loa fórmula de Juan Perez o Marta Gonzalez. Se trata de un esquema que muestra cómo sería la estructuración de un sujeto:

Piso de arriba: Para nosotros psicoanalistas, la historia comienza en un lugar específico: el bebé aparece en el mundo si hay un otro que lo desee. Sabemos que desgraciadamente no siempre es así y sabemos que eso tiene consecuencias serias. Pero partamos de cuando eso sí sucede. La A es la inicial de Autre en francés. En el inicio, tiene que haber un Otro que deseé un hijo. Escribimos la S, que es casi el único lugar donde lacan pone una S mayúscula para lo que voy a decir ahora, si no la usa para escribir "significante". Acá la usa para indicar que se trata de un sujeto mítico, un sujeto por venir. El concepto de sujeto no existe en Freud, es un concepto lacaniano. Sujeto viene en lugar de individuo, en lugar de persona. Sujeto quiere decir que está habitado por el lenguaje y que puede hacer ejercicio de la palabra. Cuando el bebé nace, tiene las condiciones neurológicas para adquirir el lenguaje, pero no lo tiene. Por eso es un sujeto por venir. En términos freudianos, un bebé es el falo imaginario. Se trata de un primer tiempo: madre fálica, el niño en el lugar de falo como objeto de ella, lo cual es necesario, como decimos a veces en broma, que a los 30 o 40 años hay que salir de ahí. Uno no puede quedarse siempre en ese lugar.

Piso del medio: Si todo sale bien y un terceridad interviene entre la madre y el niño, que se llama padre. Entonces pasan 2 fenómenos. Estas flechitas las pongo yo, no Lacan. El Otro, que es la madre, va a ser introyectado por el bebé pero barrado, Ⱥ. Por favor, no digan tachado. Barrado se relaciona con la barra de la castración. Quiere decir que el Otro tiene que aceptar, si funciona la metáfora paterna, que no puede reincorporar a su hijo. Tiene que soportar una falta. Pasa a ser un Otro incompleto, eso es lo que quiere decir Otro barrado. En la medida que Ⱥ se incorpora, dice lacan, esto es el inconsciente. El inconsciente es un conjunto de significantes donde al menos falta uno. Y el sujeto pasa a ser un sujeto barrado. Va a incorporar los primeros fonemas, se va a constituir entre un significante y otro y va a estar dividido entre consciente e inconsciente, entre lo que dice y lo que sabe, pero va a tener que pagar un precio.

Piso de abajo: El precio que paga, lo dice nuestra música popular, el tango: La vergüenza de haber sido y el dolor de ya no ser. En psicoanálisis, diríamos que es la vergüenza de haber sido el falo de mamá y el dolor de ya no ser ese falo. Por eso Lacan llama al sujeto manque à être. Falta en ser, dejar de ser un objeto del Otro. Por supuesto que el sujeto ganará en libertad, porque a partir de ese momento, podrá ser un sujeto de deseo. Y ese sujeto de deseo se va a constituir con un premio consuelo que es esto que Lacan escribe con la letra a minúscula. Del objeto a, Lacan dijo que fue su único invento. Si entre $ y a le ponemos ◊ (losange), tenemos la fórmula del fantasma $ ◊ a.

Fíjense cómo del primer movimiento, donde el bebé era el falo del Otro, un objeto al servicio del deseo o del goce del Otro, si acepta dejar de ocupar ese lugar y esa pérdida del ser, gana como sujeto del deseo. Lo decimos, por ejemplo, con el objeto oral: si se pierde el pecho en el destete, se abre lugar al apetito. Para que haya apetito, tiene que haber una operación de pérdida. Por eso Lacan, que le gustaba mucho ironizar, un día dijo “Pobres los ricos”, porque como están llenos de objetos, les falta la falta, lo que constituye nuestra esencia como sujetos deseantes.

El problema es el siguiente: ¿Cómo viene al consultorio alguien que viene a demandar análisis, en el campo de la neurosis? Viene con su inconsciente constituido, pero ocurre que el ser humano no soporta muy bien esa falta. Étienne de La Boétie, un pensador, escribió un libro que no publicó en vida porque lo hubieran liquidado, acerca de la servidumbre voluntaria. Él formula esta pregunta: ¿Cómo puede ser que haya tiranos? Y dice que solo hay tiranos en la medida que hay otros dispuestos a soportarlos. ¿Y cuál es el beneficio de soportar a un tirano? El tirano promete, con su dedo sabio, que él sabe a dónde hay que ir. Y la historia de la humanidad nos muestra situaciones increíbles. ¿Cómo puede ser que el 95% de los alemanes, el pueblo más culto de Europa, a un delirante paranoico como Hitler? ¿Cómo pudo el pueblo italiano con toda su historia, su relación con la estética, seguir durante décadas a Mussolini? Y con la realidad argentina mejor ni me meto. Entonces, el neurótico vuelve a retroceder y se ofrece como objeto para sostener al Otro:
Y nos postergamos como sujeto del deseo ($). Un ejemplo clásico: un analizante se recibe de arquitecta. Venía hablando de su sueño de irse a Europa a ver todas las construcciones romanas, góticas, neoclásicas… Para ella, un viaje soñado. ¿Pero qué le pasa? Viene a la sesión angustiada: “¿Pero cómo me voy a ir? Pobre mamá, ¿Cómo la voy a dejar?” Se está ofreciendo en el lugar de objeto para sostener al Otro, con el riesgo de postergar su deseo. En este caso hay angustia, pero no siempre ocurre eso. Si el sujeto no se da cuenta no se da cuenta que está en este lugar, puede seguir preso durante años. Es función nuestra y del análisis ayudarlo a que descubra dónde está retenido, donde está preso. Ejemplo simple: “Vivo con una mujer que me maltrata todos los días, pero no la puedo dejar”. Rápidamente surge en análisis que del mismo modo lo maltrataba su padre en la infancia. Es decir, sigue queriendo estar en ese lugar de sufrimiento, pero que para él es un lugar de protección. Solo se va a convertir en angustia (angst, en alemán), en angustia señal, cuando algo se le convierta en anuncio. Un anuncio que le diga dónde está encerrado.

Supongamos que somos espectadores de lo que sucede en una cárcel, como en el texto del tiempo lógico de Lacan. Supongamos que hay 10 presos que están en cadena perpetua y bueno, el ser humano es capaz de acostumbrarse a cualquier cosa. Ocurre su vida cotidiana en ese espacio, pero de pronto viene el Director de la cárcel y les dice “La semana que viene, 2 de ustedes van a salir en libertad”. Podemos aportar que a partir de ahí, empieza la angustia. Sören Kierkegaard, en su libro “El concepto de la angustia”, lo dice así: la angustia surge cuando la libertad se anuncia, pero nada la asegura.

Como se trata de una lógica para el sustento de una clínica ligada a la angustia, el camino más corto para mostrarlo en un cuadro clínico esto que acabo de señalar, que resume la diferencia entre Freud y Lacan. Para Freud, la castración era una amenaza y era la castración del órgano. En el esquema que vimos antes, la castración es la castración del Otro, y en lugar de ser una amenaza, es una oportunidad. La angustia señal, si el analista sabe acompañarla, es la oportunidad de acompañar a nuestros analizantes a un efecto de liberación. Liberarse de ese lugar de sujeción al Otro para poder instaurarse como sujeto del deseo. ¿Se advierte la diferencia de lo que es una vida transitada de un modo o del otro?

El caso Juanito, es el más clásico de todos. Juanito es presentado como un clásico historial de fobia, pero como toda fobia, lo que antecede es la angustia. Una crisis de angustia. Una mala lectura del caso como la de los postfreudianos diría que la angustia de Juanito es porque nació su hermanita. Pero la angustia surge un año y pico después de que surge la hermanita. Empieza en el mismo tiempo que Juanito comienza a toquetearse el pene, a sentir la cosquillita en el órgano sexual. El relato comienza con las anotaciones de un padre que era un admirador de Freud, como una contribución a la investigación, pero en realidad era el marido de una histérica que se había analizado con Freud y muy lejos no había llegado. Porque cuando Juanito le pregunta a la madre si también tiene una cosita de hacer pipí, ella le dice que tiene. Y cuando Juanito insististe con el wiwimacher, entonces la madre le dice “qué porquería”. ¿Por qué qué porquería? O sea que el padre de Juanito vuelve al analista a decir que le arregle a su mujer y las consecuencias: un hijo con fobia que no puede salir a la calle por miedo a los caballos. Esa fobia se le instaura después que él tiene un sueño donde él está solo, sin que la madre lo acaricie, lo cual hace que muchos analistas se confundan y crean que la angustia surja ante el hecho de quedarse solo. No, es exactamente al revés. Ese sueño, como formación del inconsciente, le está diciendo que él podría estar por el mundo sin estar todo el tiempo pegado a la mamá. Y no le surge en cualquier momento, sino cuando su pitito, mediante la excitación, le anuncia que en vez de ser él todo un objeto goce de la madre, podría tener su propio objeto de goce. Es lo que representa lo que Winnicott descubrió de un modo genial como el objeto transicional. ¿Qué es esa mantita, o esa muñeca rota que la nena no quiere cambiar por otra mejor? ¿Qué son esos objetos que el Otro no le gustan? Son sustracciones de goce al Otro. Por primera vez, el chiquito o la chiquita pueden decir “Yo tengo mi propio objeto de goce”. Así surge la angustia, y se trata de un padre teórico que no interviene. Como dice Lacan, “Zeus sin el trueno, no es Zeus”. Un gran poeta, Vinícius de Moraes, lo decía de este modo: quien no escuchó roncar a su madre, no sabe lo que es tener padre.

¿Qué le decía el papá de Juanito a Juanito? “Juanito, ¡no te tires en la cama donde está tu mama, porque eso no está bien, lo dice el Profesor Freud!”, y Juanito que era muy pillo le decía “Te propongo un negocio: vos te vas con tu mamá, yo me quedo con la mía”. ¿Así se interviene? Este es el papá de Juanito, un papá al que Juanito ya no sabía cómo hacerlo reaccionar. Dice Lacan que cuando Juanito le pega en la barriga al padre, es para ver si reacciona. No estoy diciendo que hay que maltratar a un chico, de ningún modo, sino que hay veces que es necesario poner límites. Si uno quiere ser padre o madre, no puede quedar anclado en el fantasma de querer que todos te amen. Tenés que aceptar que también te odien. Hay analista que quieren que los amen. Entonces después vienen a controlar y cuentan que el paciente le debe tanto dinero, otro le debe otro tante. Creen que si no cobran van a ser amados. Están equivocados, porque en un tiempo van a cosechar el odio del fracaso del tratamiento y además se van a quedar sin el dinero.

Hay 2 frases de lacan que definen bien la estructura de la angustia. Freud dijo, para diferenciar angustia de miedo, que en el miedo hay un objeto. Uno puede tener miedo a que caiga una bomba, como dijo en el caso de Melanie Klein. Pero en la angustia no hay objeto, dice Freud, aunque algo hay.

Lacan dice que la angustia surge ante el deseo del Otro. Para que surja ante el deseo del Otro, primero hay que cortar el goce con el Otro, sino no surge. Ese es el tiempo del anuncio. Es decir, el preso descubre que está en ese lugar porque lo comanda el deseo del Otro.

La segunda frase de Lacan es, a contrario de la Freud que dice que la angustia es sin objeto, Lacan dirá que la angustia es con objeto. ¿Y cómo lo entendemos? La angustia surge cuando el sujeto se da cuenta de que él está como objeto, a merced del deseo del Otro. Ahí se juntan esas 2 frases. ¿Qué hace un analista que acepta esta lógica que estoy exponiendo en un paciente que llega a ese tiempo de angustia señal? No hace el encuadre kleiniano rígido, no comparto. Si es posible, sin medicación.
  • Si la angustia es desorbitante, como diría mi maestro Pichón Riviere, le daremos una medicación. El mínimo y necesario para que pueda seguir hablando.
  • Pero si es posible y sin medicación, entonces le hablaremos por teléfono, le daremos 2 sesiones en un día, le damos una sesión al día siguiente. Porque de lo que se trata es ayudarlo a que pase. La angustia es señal de que se está frente a un umbral.
  • Tenemos que enseñar a nuestros analizantes a que no desesperen, a decirles incluso que no es malo que tenga esto, que no se desespere, que juntos lo vamos a transitar. Es muy importante que el analista no retroceda.
En Juanito, la angustia hace que Juanito no siga el modelo del padre, sometido a una mujer. Eso sería asesinarlo simbólicamente.

Pregunta: ¿Cuál es la diferencia entre Freud y Lacan?
I.V.: Cuando yo mencioné lo de la angustia señal, tanto Freud y Lacan hablan de angustia de castración. Coinciden en eso. Freud explicita la cuestión de la castración en función del órgano y con Lacan pensamos que está mucho mejor expuesta cuando habla de la castración del Otro. Pero tengamos presente de que fue Freud que estableció las equivalencias simbólicas niño = falo. Es decir que Freud entendió que salir de ese lugar de falo imaginario del Otro es un equivalente de la castración. Es decir que Freud no es unívoco en ese aspecto. Lo que pasa es que si nos quedamos solo con la castración del órgano, que sería la castración en el tener, nos perdemos algo que nos dice la clínica, que es entender mejor esa castración del Otro, que además tiene un valor ético.

Un valor ético que en la clínica, es decir, que para no hacer análisis melancolizantes tenemos que aprender a distinguir cuándo se trata de la intervención equivocada del Otro real y cuándo se trata de la respuesta equivocada del fantasma del sujeto. Sino, lo que haremos siempre es culpabilizar al sujeto. Si un paciente nos dice que la madre siempre le dijo que quería abortar y que nunca naciera, siempre le dijo que todo lo que hacía estaba mal, el paciente responde a eso de una manera comprensible: desconfía de todos. Una intervención equivocada sería decirle que lo que una escucha es que él desconfía de todos y que así no se puede vivir. Otra intervención sería decirle que con una madre que le dice eso, ¿Cómo usted no va a ser desconfiado? ¡Qué problema que tenemos! ¿Cómo haremos para que usted tenga confianza nuevamente? Es diferente. El analista distingue qué es lo que está relacionado al Otro real y qué es lo que corresponde a la posición equivocada del sujeto. Es decir, plantear la castración del Otro es entender que en el origen no está el gen. No se nace siendo un chico con desatención. Un chico con desatención, la mayoría de las veces, es un chico que está sobrecargado de conflictos en su casa. Los que trabajan en los colegios lo deben saber. Cuando se quiere resolverlos con la ritalina o apelan a una cuestión de genes, es porque eso sirve, además del negocio farmacológico, para desentenderse de la responsabilidad del Otro que está en juego. Es decir que pensar la angustia señal como castración del Otro nos permite avanzar en cuestiones que también Freud dijo, aunque de un modo menos explícito, hacia una clínica que tiene un mejor valor ético. Un valor ético sostenido.

Pregunta: En la clínica, a veces cuesta encontrar esto de la angustia como anuncio. Quizás en el caso Juanito es más claro, ¿Podrías precisar más acerca de ese momento?
I.V.: Hay un relato que es muy bueno del que Lacan dice unas palabras en el seminario de un Otro a un otro. En la parroquia lacaniana se ha difundido: el caso de Arpad de Helen Deutsch, de la fobia a las gallinas. La viene a ver a ella un jovencito cuya familia lo manda por ser homosexual, pero a él eso no le molestaba. Cuenta sus angustias y en el relato, Helen Deutsch sabe que eso no viene así nomás, cuenta que en su infancia tuvo una historia que fue la siguiente. Arpad era el hijo menor de una familia que vivía en una granja en el campo y la madre acostumbraba a llevarlo al gallinero. La madre le ponía el dedo en el orificio a las gallinas a ver si estaban por poner un huevo o no. Él iba con la madre a hacer eso y entusiasmado por ese gusto de la mamá que él percibe, él empieza a disfrutar con que su mamá le empiece a meter a él un poco el dedo en la cola. Arpad empieza a hacer caca y le da forma de huevito, la deja por distintos lugares de la casa y no entiende por qué la mamá se enoja. En ese jueguito de ir con la madre al gallinero, que la madre le toque la cola, pasa los años hasta que su hermano mayor, obviamente lleno de celos, lo toma un día de atrás y le dice “Yo soy el gallo, tú eres la gallina”. En ese momento llora desconsoladamente y tiene su primera crisis de angustia, que luego se convierte en una fobia a las gallinas. Imagínense que viviendo en el campo, es un gran problema. ¿Qué es lo que significó esa frase del hermano de “Yo soy el gallo, tú eres la gallina”? La respuesta de él en el medio de la angustia fue “Yo no seré una gallina”. Lo que le dijo el hermano, tomándolo de atrás, le funcionó de anuncio: ese lugar que él tenía con la madre, tenía un precio: no vas a llegar nunca a gallo, vas a quedar como gallina.

Ese es un ejemplo de anuncio. Es un relato muy paradigmático, se ve muy claro. Otras veces suceden con cosas más simples de la vida cotidiana. A veces puede suceder que de pronto alguien pierde una relación y recién ahí está disponible para interrogarse qué hizo él/ella para merecer eso. Se convierte en un anuncio que lo dispone para poder interrogarse. ¿En qué lugar estaba yo en esa pareja? El otro día me contaban de una relación de pareja donde el caballero empieza a sentirse mal cuando empieza a sentir que su mujer se enamora del jefe y no quiere saber más nada de él. Recién ahí se empieza  a preguntar cómo era su relación con esa mujer. Él bañaba a los hijos, hacía la comida, los llevaba al colegio, hacía la cama. Era una madre. ¿Qué mujer se puede calentar con mamá? Pero pudo recién empezar a interrogarlo cuando su mujer le dijo que le gustaba otro hombre. Nosotros le damos la bienvenida a la angustia, pero los pacientes muchas veces dicen que ya no pueden retroceder. Dicen que si sabían que el análisis les traía esto, no hubieran venido. Es como si prefirieran haber quedados presos y mejor enterarse a los 20 que a los 60.

Pregunta: Más allá de la supervisión y el análisis propio, ¿Cómo se puede posicionar el analista frente a su propia angustia por una situación del análisis?
I.V.: Es un caso donde se han invertido las posiciones. En lugar de que el analista esté en el lugar adecuado, se han cambiado los lugares y de pronto el analizante pasa a ocupar el lugar que debería ocupar él. Ha perdido su lugar. Eso nos pasa a todos en algún momento, lo importante es registrarlo y no hacer esto que es una trampa típica: salir del consultorio, o peor si trabajan en sus casas, y hablarlo con la pareja. Uno queda tomado por la angustia y contamina su ámbito familiar. Nuestra tarea es insalubre y si les pasa eso mi consejo es este: no salgan tan rápido del consultorio. Se sientan en sus cómodos sillones, miran la foto de Freud… ¿Saben por qué tenemos la foto de Freud? Porque podemos decir Freud me ama a mí más que a otros. Caminan, se calman un poco y tratan de recordar en qué momento el discurso del último paciente o del anteúltimo les empezó la angustia. Y les va a ir mucho mejor con los pacientes y con sus familias.

Pregunta: Me gustaría escuchar una breve mención de la diferencia entre angustia y ansiedad.
I.V.: Yo suelo plantear que la angustia para nosotros es esta angustia señal, es este umbral. También tenemos la angustia automática, que es ante un hecho actual. Cae una bomba y luego el recuerdo de eso funciona como trauma y precisa elaborarse. Freud clásico. Lo que se suele llamar ansiedad no es lo mismo que la angustia señal. Es una respuesta en el yo de una sensación de displacer por un apremio al que el sujeto no puede responder. No tiene letra para responder. Puede ser un apremio que venga de la realidad o que devenga de las pulsiones, o que devenga del superyó. hay algo que en su cotidianidad está desencadenado, que lo apremia por una respuesta que no puede encontrar. De ahí podemos entender 2 posiciones distintas: un psiquiatra clásico va a dar medicación para disminuir esa ansiedad al mínimo posible. Es como que a un médico uno lo vaya a ver por un intenso dolor de cabeza y le da una aspirina. Puede calmar el dolor, ¿pero si ese dolor de cabeza tuviera que ver con algo más grave? Está arruinando algo que está indicando que eso está a resolverse y la medicación no es una buena respuesta.