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martes, 20 de mayo de 2025

Transferencia hostil-erótica en una neurosis narcisista: ¿Cómo posicionarse como analista?

 El joven A, paciente de 27 años, con diagnóstico previo de esquizofrenia no especificada y TLP, se encuentra en tratamiento ambulatorio. El dispositivo clínico permitió sostener cierta estabilidad en la vída del paciente, evitar nuevas internaciones y avanzar en la exploración de su sufrimiento subjetivo, centrado en el vacío existencial, la desregulación afectiva y la dificultad para sostener vínculos no parasitarios ni persecutorios, con varias parejas sexuales.

En las últimas semanas, la transferencia viró hacia una tonalidad hostil-erótica, marcada por un estilo provocador y desafiante. En una sesión virtual, el paciente encendió un cigarrillo de marihuana frente a cámara, declarando: “Siempre vengo drogado a las sesiones”, incluso tomó un líquido transparente de una botella de vodka, diciendo que era agua. Luego, comenzó a relatar con lujo de detalles una relación sexual reciente: “Recién me acaban de coger tremendo… quedé re suavecito… ¿A vos cuánto te mide? ¿Te gustaría tener relaciones conmigo?… pregunto por curiosidad”. Ante la intervención del terapeuta para reconducir la escena con una expresión de perplejidad, el paciente continuó con expresiones sexualizadas y comentarios invasivos.

La situación fue leída como una puesta en acto de un erotismo defensivo (acting out), que buscaba obturar el despliegue de angustia. Lo obsceno funciona aquí como barrera contra lo traumático, y a la vez como prueba dirigida al analista: ¿será rechazante, seducido, indiferente?

Se intervino sosteniendo el encuadre y desexualizando la escena sin devolverla como acto fallido, sino interpretando su función: “Parece que hoy necesitás ponerme en el lugar de esos tipos 'random' que entran y salen de tu casa, ¿Qué es, para llamar mi atención o para echarme rápido? ¿Eh?”. Esta intervención fue aceptada, teniendo en cuenta que ya habían pasado un tiempo considerable de tratamiento.

Este viraje transferencial reveló el modo en que el paciente vehiculiza su demanda de presencia, cuidado y validación a través de un erotismo desbordado, actuado, que resiste la palabra y empuja al analista a responder con el cuerpo. El trabajo clínico apunta a historizar esta posición subjetiva y crear un espacio simbólico donde el contacto no sea solo corporal ni el Otro un objeto para invadir o destruir.

Posiciones del analista ante la transferencia hostil-erótica.

Lo primero que un analista debe hacer ante la emergencia de este tipo de transferencia (claramente resistencial), es preguntarse por qué ocurre, o mejor dicho, en qué coordenadas del tratamiento. No hay una sola respuesta, la misma deberá evaluarse en el caso por caso. Por ejemplo:

  • Una puesta en acto de goce fuera de ley, donde la sesión se convierte en escenario de exhibición.
En estos casos, se puede verbalizar el contenido sexual sin censura, devolviéndolo sin escándalo, pero marcando que se vuelve una barrera al trabajo analítico. De esta manera, por ejemplo, se puede decir "Parece que la única forma de hablar de lo que te pasa es sexualizándolo todo, como si no hubiera otro modo de hacerme lugar para vos.” Esto desexualiza la escena sin rechazarla, e introduce una lectura simbólica.
  • Un ataque al encuadre y a la diferencia simbólica entre paciente y analista.
El encuadre no es castigo: es continente. Si no se restituye, la escena se vuelve actuada y el vínculo colapsa. Ante la irrupción de lo obsceno o lo invasivo, una primera intervención necesaria es poner límite sin humillar ni moralizar.

Ejemplo: “Lo que traés tiene mucho peso, pero la forma en que aparece no nos deja trabajarlo. Para que podamos pensar lo que te pasa, necesitamos un espacio distinto al que se arma si me hacés preguntas sobre mi vida sexual.”

  • Una forma de defensa frente a la angustia de abandono (DESAMPARO), mediante una erotización omnipotente que sustituye la demanda por descarga ó bien una reproducción de vínculos primarios donde lo intrusivo, lo invasivo y lo desbordante eran lo habitual (LO SINIESTRO), ahora proyectado sobre el terapeuta.

El erotismo desenfrenado no es puro deseo: tiene rasgos de sadismo, de invasión. En este caso el analista puede devolverlo suavemente: “A veces parece que necesitás ponerme incómodo para sentirte en control… ¿será esa una forma de no sentirte tan expuesto/de llamar al otro?

Con esto se abre una vía a la historización: ¿a quién estaba dirigido este sadismo antes?, ¿a quién se lo dice realmente?

Clave clínica: Resistir el acting out, ¡Cuidado con la contratransferencia!

Es esperable que esta transferencia despierte en el analista incomodidad, rechazo contratransferencial, o tentación de cortar el vínculo. Lo clave es sostener una posición que aloje sin connivencia ni fascinación, lo que puede implicar trabajar con la propia contratransferencia del analista, especialmente si aparece erotización o irritación del lado del analista.

La escena transferencial cuando se erotiza de manera hostil puede leerse como una puesta a prueba del terapeuta: ¿el analista va a erotizarte como algún posible vínculo de la historia del paciente? ó ¿Lo va a rechazar como algún Otro primordial de su historia? Es probable que en estos casos lo que esté en juego sea un intento de encontrar un otro que no se derrumbe ni sea seducido ni lo abandone. En casos graves, puede ser un un pedido de que el cuerpo del analista esté presente sin devorarlo ni devorarlo a él.


sábado, 19 de febrero de 2022

Psicocardiología: Escala de Hostilidad (CUESTIONARIO SCL-90 - Derogatis, 1975)

 Instrucciones:


A continuación le adjuntamos una lista de problemas que las personas a veces tenemos. Por favor, lea cada uno de ellos cuidadosamente y marque la respuesta que mejor indique en la medida en que cada uno de estos problemas le ha preocupado o molestado últimamente. 



Estuve preocupado o molesto por:


NADA


UN POCO


CONSIDERABLEMENTE


MUCHO


MUCHÍSIMO

Enfadarme o irritarme con facilidad






Tener arranques de mal genio que no puedo controlar






Tener impulsos de agredir, desafiar o perjudicar a alguien






Tener impulsos de romper o golpear cosas






Meterme continuamente en discusiones






Gritar o enfadarme con frecuencia








Corrección:


  • Cada ítem se puntúa en una escala de 0 a 4 puntos

(NADA = 0; UN POCO =1; CONSIDERABLEMENTE = 2; MUCHO = 3; MUCHÍSIMO = 4)

  • La puntuación total en la escala se obtiene sumando las puntuaciones correspondientes a cada uno de los ítems y dividiendo el resultado de la suma, así obtenida, par el número de ítems (6) que componen la escala.

  • El rango de puntuaciones posibles oscila entre 0 y 4.

  • Puntuaciones superiores a .97 (para varones) y superiores a 1.07 (para mujeres), se consideran indicativas de presencia de niveles anormales de hostilidad.


viernes, 7 de agosto de 2020

La mujer y la degradación de la vida erótica.

La degradación de la vida erótica no es privativa del varón. Hoy vamos a hablar de la forma en que se juega en la mujer. Rodearemos el problema a partir del complejo de castración.

En nuestro recorrido por los textos freudianos sobre sexualidad, vimos el artículo —“La degradación de la vida erótica en el varón”— para ver cómo se da la degradación de la vida erótica desde el lugar del varón a partir de la pregunta por la impotencia psíquica.

Freud responsabiliza por la impotencia psíquica a dos factores: la intensa fijación incestuosa en la infancia y la frustración real en la adolescencia.

Surgieron preguntas de parte de ustedes sobre el camino de la mujer en este recorrido. ¿Cómo se da esto en la mujer?

Para las mujeres podemos ubicar dos motivos para la aparición de la frigidez: que el varón no cuente con toda la potencia o que luego de la sobreestimación por el enamoramiento, a partir la relación íntima, surja el menosprecio.

Vamos a hacer un breve recorrido que nos va a situar en un marco. Para rendir cuentas del devenir hombre o mujer, Freud convoca al Edipo. El mito funda la pareja sexual por la vía de las prohibiciones y los ideales de cada sexo.

¿Qué es una mujer para Freud?
El proceso de sexuación está determinado por el hecho de que para la niña la castración tuvo lugar (la madre no le dio, la hizo incompleta), y por eso surge la envidia del pene o penissneid. Así, se dirige al padre para que le dé, ya que él lo posee. La niña espera el falo, o sea, el pene simbolizado, del que lo tiene.

Se trata de cómo se ha subjetivado el “no tener” y los efectos de esta posición en la vida: cómo se las arregla la mujer con ese “menos”, dando lugar a inhibiciones, por ejemplo en el estudio o en lo laboral, a un sentimiento de inferioridad y menoscabo, a cierta posición de pobreza, de falta de recursos.

La feminidad de la mujer deriva, entonces, de su “ser castrado”.

La posición femenina la detenta la mujer cuya falta fálica la lleva a dirigirse hacia el amor de un hombre. En principio es el padre, después la pareja. El padre es el heredero del amor que primeramente dirigió a la madre.

Posición sexual y castración
En el ensayo “La significación del falo”, Lacan nos plantea la prevalencia del complejo de castración en el inconsciente y su consecuencia para la asunción de la posición sexual.

Dice así: “el complejo de castración inconsciente tiene una función de nudo, primero en la estructuración […] de los síntomas […], segundo en una regulación del desarrollo […], a saber la instalación en el sujeto de una posición inconsciente sin la cual no podría identificarse con el tipo ideal de su sexo, ni siquiera responder sin graves vicisitudes a las necesidades de su partenaire en la relación sexual, e incluso acoger con justeza las del niño que es procreado en ellas”.

La relación a la castración condiciona el lazo de una mujer con el hombre.

Dentro de lo que escuchamos en la actualidad las mujeres pueden evitar a los hombres, y cada vez más, hasta llegar a una maternidad sin hombres, donde la ciencia se pone a su servicio. En cualquier caso, esto no implica una liberación de la problemática fálica, o sea, no quedan fuera de la problemática de la castración.

Degradación de la vida erótica
Vamos a tomar el texto “El tabú de la virginidad” de Freud de 1927 para ver la degradación de la vida erótica desde el lado de la mujer.

Freud nos dice allí que el tabú se encuentra enlazado a las fobias que sufren los neuróticos.

Trae investigaciones sobre los primitivos: ahí donde hay un tabú, es donde se teme un peligro, un peligro psíquico. Freud ubica la importancia de la virginidad en el inconsciente, más allá de los cambios culturales, unido a la presencia de este tabú.

¿Por qué es importante la virginidad? El primer coito es un acto especial, ya que por la desfloración puede aparecer sangre. Por el horror a la sangre, podemos pensar una articulación entre virginidad y menstruación.

Freud nos muestra que no sólo el primer coito con la mujer es tabú, sino que la mujer en un todo es tabú. El varón tiene miedo de ser debilitado por una mujer, a quedar contagiado por su feminidad y no comportarse de manera viril. Esto se conserva hasta nuestros tiempos en los fantasmas neuróticos bajo enunciados como “me dejaste agotado”, “me hacés perder la cabeza”, etc.

Desde el lado de la mujer, el primer acto sexual tiene consecuencias que no son esperadas por ella. Muchas veces, permanece fría e insatisfecha, y necesita un largo tiempo para obtener satisfacción del acto.

Hay una razón de desengaño con respecto al primer coito, donde la expectativa —muy cargada por la prohibición— no coincide con lo que efectivamente ocurre. Cuando hablo de prohibición, me refiero mucho más allá del comienzo muy temprano de la mujer en el encuentro sexual, en los ecos inconscientes de la prohibición a la pérdida de la virginidad.

Se escucha también en algunas novias, que quieren mantienen oculta la relación y así sostienen el valor de una relación secreta.

La prohibición, lo secreto, como formas de expresión del tabú.

Con la primera relación sexual, se actualizan antiguos impulsos reprimidos y surgen elementos contrarios a la satisfacción sexual que espera la mujer.

La envidia fálica, que apunta al anhelo de un significante de la completud imaginaria.
El deseo inconsciente de castrar a un hombre, dejarlo impotente.

La hostilidad contra el varón.
Todos estos factores tienen como fundamento la historia del desarrollo libidinal. Los deseos sexuales infantiles persisten, fijados al padre o a un hermano que lo sustituye. El partenaire nunca es más que un varón sustituto. Nunca es el genuino.

Para que se desautorice a la pareja por insatisfactoria, importa la intensidad de la fijación a la figura paterna.

Desde el punto de vista del desarrollo, dice Freud, la fase masculina o de envidia fálica de la mujer, de envidia al varón, debe ser la que permite la hostilidad de la mujer hacía el varón, siempre presente en las relaciones entre los sexos.

El tabú de la virginidad no se ha sepultado a través de las épocas, permanece en el inconsciente. Está anudado a la historia del desarrollo libidinal de la mujer, a su posición frente a la castración: cómo fue tramitada la envidia fálica, qué montante de hostilidad y hostigamiento hacia el varón. 

La clínica también nos muestra mujeres a las cuales no les resulta problemática la impotencia de su partenaire; es más, les viene bien. Puede existir una reacción de hostilidad, por ejemplo, en la que la mujer permanece en pareja, muy distanciada del hombre, donde no se juega para nada el deseo por él, pero sí la ternura.

Hostilidad, venganza, goce… problemáticas del complejo de castración para la mujer.

lunes, 6 de mayo de 2019

Hostilidad, ira y agresión en la enfermedad cardíaca.

La hostilidad, rasgo característico del patrón de conducta tipo A, ha sido considerada de modo absoluto como un componente negativo y “tóxico” de esta personalidad asociado a la enfermedad coronaria.

Se parte de la hipótesis de que las personas hostiles son más vulnerables a desarrollar enfermedad coronaria. También se ha constatado que situaciones de ira precipitan episodios agudos de la enfermedad. En ambos caso sean o no expresados en una conducta agresiva.

La definiciones de hostilidad, ira y agresión, estrechamente vinculadas, dependen de la distinción que hacemos entre las dimensiones afectivas, cognitivas y conductuales.

Definimos la ira como una emoción desagradable de variada intensidad que surge como consecuencia de percibir un maltrato o una provocación en nuestro entorno.
La agresión es la conducta manifiesta de esta emoción. Supone acciones de ataque hacia el entorno con el fin de causar daño y destrucción.
La hostilidad, considerada como un rasgo estable de personalidad, relacionada con creencias y actitudes hacia los demás, que incluyen el cinismo, el resentimiento y la desconfianza, es una dimensión más duradera que las anteriores, y presupone venganza oblicua o encubierta.

Las personas hostiles son caracterizadas por:

  • esperar lo peor de los demás.
  • estar siempre a la defensiva crear ambientes de tensión y competitividad en la medida que perciben al entorno como el lugar de una lucha incesante para alcanzar sus objetivos.
  • permanecer en estado de alerta y vigilancia sobre los otros.

El estado de hipervigilancia permanente promueve una activación fisiológica constante y desorganizada, que se asocia al desarrollo de la enfermedad coronaria y que, a su vez, se incrementa con el desencadenamiento de la emoción de ira, lo que incide fuertemente en la ocurrencia de episodios agudos.

La hostilidad en relación con la enfermedad coronaria:
1. La hostilidad contribuye a la enfermedad coronaria en la medida en que se asocia con una reactividad cardiovascular elevada: incremento de la presión sanguínea, aumento de la frecuencia cardíaca, aumento de los niveles de norepinefrina que provocan trastornos en las arterias coronarias.
2. Las personas hostiles, generalmente, presentan bajos niveles de apoyo social, tanto en cantidad como en calidad: la ausencia de soporte social y la excesiva hostilidad aumentarían el riesgo a padecer enfermedad coronaria y la ocurrencia de episodios agudos mortales. Se ha observado, también una disminución de los niveles de soporte social que refuerza sus creencias y conductas.
3. Las personas hostiles son más vulnerables a constituir hábitos nocivos para la salud coronaria: se ha señalado la asociación de hostilidad con el sedentarismo, la ingesta de alcohol y el tabaquismo.

El impacto que tiene la ira en la función cardíaca:
Actualmente, la tendencia a las investigaciones que relacionan la enfermedad coronaria con las emociones negativas han enfocado la cuestión en la ira como la emoción base que, en relación con la percepción que hacemos del entorno a lo largo de la vida, permite la constitución de una actitud permanente de hostilidad hacia el medio ambiente.
En pacientes que habían sufrido al menos un ataque cardíaco, cuando se sentían furiosos, o, incluso cuando recordaban ese episodio, se producía una disminución en la eficacia del bombeo o de su corazón.
Si una persona se enfurece repetidas veces, cada episodio de ira añade una tensión adicional al corazón aumentando el ritmo cardíaco y la presión sanguínea.