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martes, 29 de abril de 2025

Niños hiper estimulados: consecuencias clínicas

FuenteAndrew J. Smart (2014) "EL ARTE Y LA CIENCIA DE NO HACER NADA" 

Cuando los niños empiezan la escuela (y cada vez más, antes de iniciar su escolaridad), los padres llenan sus vidas con una inacabable serie de actividades: deportes, clases de música de iniciación temprana, escuela de chino con inmersión en la lengua extranjera, campamentos de verano, tareas de voluntariado en organizaciones caritativas, clases de equitación, teatro, preparación para olimpíadas matemáticas y talleres de ciencias. Cierta clase de padres parece experimentar un temor ubicuo y profundo de que sus hijos puedan disponer de tiempo para no hacer nada y ser niños. Los padres se ven en la necesidad de trabajar cada vez más horas, a veces por el mismo salario. Obligamos a nuestros hijos a soportar un bombardeo interminable de actividades que ofician de padres sustitutos, como una manera de convencernos de que todavía participamos en la vida de nuestros hijos de algún modo significativo. 

Podemos recibir el informe de los maestros o de los entrenadores y profesores acerca de los avances de nuestros hijos, sin haberlos visto jamás llevar a cabo la actividad en la que los inscribimos. Después de todo, tenemos cosas más importantes que hacer, como trabajar. No debería sorprendernos que a medida que las «citas de juego» hayan reemplazado la actividad de pasar el rato con amigos y jugando al aire libre, los índices de angustia y depresión infantil se hayan disparado por las nubes, así como la obesidad infantil. 

Es posible que la actual generación de niños sea la primera que tenga menor esperanza de vida que la generación anterior. Más allá del volumen de datos epidemiológicos y clínicos que esperemos ver para convencernos de que esta posibilidad es real, la causa subyacente es bastante sencilla: los niños que no pasan varias horas todos los días corriendo al aire libre, compartiendo con amigos, sin hacer nada en especial y, en cambio, destinan cada instante del día a tareas y clases inducidas por sus padres, a verse con sus amigos con horario, comer alimentos procesados y jugar a los videojuegos para explorar sus mundos virtuales, aumentan de peso y se deprimen.

Existen cientos de libros y artículos de revistas acerca de la administración del tiempo infantil, con títulos como Organización-, Administración del tiempo y habilidades de estudio para niños-, Tarde, perdido y sin preparación: guía parapadres sobre cómo ayudar a sus hijos con las funciones ejecutivas-, y ¡Organiza a tu hijo! 

Para esos padres y estudiantes obsesionados con el éxito para los cuales la manipulación farmacológica innecesaria con medicación para el tdah derivada de las anfetaminas no es financiera ni moralmente problemática, existen, en apariencia, muchísimos médicos que no le huyen al dopaje académico y estarán dispuestos a recetar medicamentos para tratar el tdah a estudiantes a quienes no se les ha diagnosticado el trastorno, para que puedan lograr una concentración artificial agudísima y aplastar a sus competidores en sus exámenes. 

Esos médicos en nada se diferencian, desde el punto de vista ético, de los oscuros médicos del submundo del doping que suelen encontrarse en los deportes profesionales. Y sostendría que es la misma cultura de «ganar a cualquier precio» la que alimenta el deseo de usar cualquier medio necesario para lograr resultados en pruebas que, en esencia, nada significan.

Obligar a un niño a ser un miniadulto hiperorganizado, estimulado farmacéuticamente, a una edad temprana anula la sensación de control sobre su propio mundo de ese niño. La depresión y la angustia se encuentran fuertemente correlacionadas con la sensación de falta de control de la propia vida de un individuo.

(...)

Rilke describió el ingreso a la escuela como el ingreso a la cautividad. Los padres modernos están más obsesionados con las actividades orientadas a promover el desarrollo que, en teoría, mejoran las probabilidades de que sus hijos alcancen el éxito aun antes de que empiece la escuela, un éxito que se define en función de títulos obtenidos, sueldos futuros y distinciones. 

En el poema «Biografía imaginaria», Rilke describe el horror de empezar la escuela; mi experiencia personal incluyó el llanto, en el momento en que mi madre me dejó en la fila junto a otros niños aparentemente felices frente a la puerta del jardín de infantes: 

Primero una infancia sin lindes y sin 

renuncia ni meta. Oh delicia inconsciente. 

De pronto miedo, barreras, escuela, vasallaje y 

caída en la tentación y la pérdida.

jueves, 20 de marzo de 2025

Más allá del diagnóstico: repensando el TDAH y la Infancia

 La Gran Bolsa del TDAH

"Niños de 5 años que se mueven demasiado, niños ensimismados, niños que hablan de modo desafiante, niños con dificultades para armar pensamientos, todos son englobados en esta gran bolsa de gatos en que se ha convertido el déficit de atención con o sin hiperactividad."
— Beatriz Janin

En la actualidad, la etiqueta diagnóstica del TDAH se ha convertido en un cajón de sastre donde caben múltiples expresiones del sufrimiento infantil. En lugar de escuchar lo que cada niño intenta comunicar con su conducta, se opta por reducir su complejidad a un diagnóstico rígido, perdiendo en el proceso la oportunidad de comprender su singularidad.

El Peligro de Congelar los Síntomas

Sigmund Freud hablaba del "sentido de los síntomas": una clave para acceder a la verdad subjetiva del niño. Sin embargo, cuando se patologiza la infancia de manera mecánica, se reemplaza ese sentido por una identidad prefabricada, vaciando de contenido la experiencia psíquica.

Esta supresión del conflicto en la infancia no desaparece, sino que resurge con mayor fuerza en la adolescencia, manifestándose en impulsiones, compulsiones, acting out, problemas con la ley o con el propio cuerpo.

Un Enfoque Ético en la Clínica Infantil

El trabajo del psicoanalista con niños debe basarse en premisas fundamentales:

  • Reconocer que el psiquismo infantil está en formación, abierto a transformaciones y nuevas posibilidades.
  • Respetar el derecho del niño a tener síntomas, pues estos expresan su verdad subjetiva.
  • Escuchar y descifrar el síntoma, siguiendo la enseñanza de Jacques Lacan: “El síntoma representa la verdad de su subjetividad.”
  • Incluir a las figuras parentales, estableciendo con ellas una transferencia positiva, sin culpabilizarlas, pero ayudándolas a asumir su responsabilidad.

El Contexto: Una Variable Ineludible

No se puede abordar el sufrimiento infantil sin analizar el entorno en el que el niño crece y se desarrolla. Las condiciones sociales y culturales de cada época atraviesan la crianza y modelan las problemáticas psíquicas.

El Psicoanalista como "Prestador"

Trabajar con la infancia es una labor artesanal. El psicoanalista no solo escucha, sino que también presta aquello que el niño necesita para estructurarse psíquicamente:

  • Un límite cuando está incierto.
  • Atención y amor cuando han sido insuficientes.
  • Un borde corporal cuando este se encuentra desdibujado.
  • El juego cuando ha quedado detenido.
  • Significaciones menos normativas y más deseantes.

La clínica infantil no puede limitarse a una etiqueta diagnóstica; debe abrirse a la escucha genuina del sufrimiento, ofreciendo herramientas para que el niño pueda simbolizar lo que hoy solo puede expresar con su cuerpo y su acción.

viernes, 7 de febrero de 2025

La crianza y el déficit de atención: una paradoja moderna

 La dificultad que muchos niños enfrentan hoy para concentrarse en la escuela y realizar tareas que exigen atención sostenida suele estar asociada a una crianza sobrecargada de estímulos y actividades compartidas con adultos y otros niños. En gran parte de las sociedades que se consideran cultas, se ha asentado como idea común que esta dinámica favorece el desarrollo intelectual, emocional y social del niño.

Sin embargo, esta especie de nueva "educación ideal" fomenta, más que la reflexión pausada y la atención prolongada, la habilidad del niño para moverse ágilmente de un estímulo a otro. Esto ocurre en detrimento de la capacidad de dedicarse sin prisa a lo que tiene frente a él o a lo que elegiría hacer de manera espontánea, sin la constante intervención de propuestas externas.

Detrás de lo que se denomina “déficit de atención” puede encontrarse, entonces, una habilidad hiperdesarrollada para desconectarse rápidamente de un estímulo y pasar al siguiente, sin profundizar en ninguno. Este patrón va más allá de lo cognitivo y se refleja también en la preferencia por contenidos breves y rápidos, siguiendo un recorrido que lleva del libro a la revista, de la revista a plataformas como Facebook, ahora “X”, y de allí a medios aún más efímeros como Instagram.

En síntesis, el llamado “trastorno por déficit de atención” podría estar relacionado con una adaptabilidad exagerada para no aferrarse a nada y conectarse rápidamente con todo, un rasgo promovido por ciertas prácticas de crianza contemporáneas.

lunes, 7 de octubre de 2024

El analista frente al TDAH en adultos.

La atención es un proceso cognitivo fundamental que nos permite focalizar y concentrar nuestros recursos mentales en una tarea o estímulo específico, ignorando o suprimiendo otros estímulos irrelevantes. Es crucial para prácticamente todas las actividades cognitivas, como aprender, tomar decisiones y resolver problemas. La atención puede dividirse en diferentes tipos, según cómo se utilice:

  1. Atención sostenida: Capacidad de mantener la atención de manera prolongada en una tarea o estímulo.
  2. Atención selectiva: Capacidad de concentrarse en un estímulo específico mientras se ignoran otros estímulos.
  3. Atención dividida: Capacidad de atender a múltiples tareas o estímulos al mismo tiempo.
  4. Atención alternante: Capacidad de cambiar el foco de atención de una tarea o estímulo a otro.

Por otro lado, también podemos dividir la atención entre primaria y secundaria.

La atención primaria (o focalizada) es el proceso inicial y más básico de atención, en el que dirigimos activamente nuestra concentración hacia un estímulo específico, dejando de lado otros. Este tipo de atención es intencionada y consciente, y es clave para tareas que requieren un alto grado de concentración. Se centra en un estímulo o tarea a la vez, ignorando distracciones. Por ejemplo, cuando estamos leyendo un libro en un ambiente ruidoso y logramos ignorar el ruido de fondo.

La atención secundaria, también conocida como atención dividida, se refiere a la capacidad de procesar más de una fuente de información al mismo tiempo. En este tipo de atención, el cerebro distribuye sus recursos entre diferentes tareas o estímulos, lo que puede disminuir la eficiencia en algunas de ellas, ya que la atención está "compartida".

Existen varias patologías o trastornos que afectan el proceso de atención. Entre las más comunes se encuentran:

  1. Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH): Caracterizado por dificultades para mantener la atención, impulsividad y, en algunos casos, hiperactividad. Las personas con TDAH suelen tener problemas para concentrarse en tareas prolongadas o monótonas, lo que puede interferir con su desempeño escolar, laboral y social.

  2. Trastornos del espectro autista (TEA): En algunos casos, las personas con TEA pueden tener dificultades para centrar su atención de manera flexible o para alternar entre diferentes estímulos. Pueden enfocarse intensamente en detalles específicos y tener problemas para cambiar de tarea.

  3. Demencias (como el Alzheimer): Las personas con demencia a menudo presentan deterioro en la atención, lo que afecta su capacidad para procesar información nueva, seguir conversaciones o realizar tareas que requieren concentración sostenida.

  4. Trastornos de ansiedad: Las personas con ansiedad pueden tener dificultades para concentrarse debido a preocupaciones constantes. La hipervigilancia, característica de estos trastornos, puede hacer que la atención sea fácilmente interrumpida por estímulos irrelevantes.

  5. Depresión: Las personas con depresión suelen tener problemas para concentrarse y mantener la atención. Esto se debe en parte a la fatiga mental y la pérdida de motivación que acompañan a este trastorno.

  6. Síndrome de Fatiga Crónica: Las personas con este síndrome presentan agotamiento físico y mental, lo que afecta significativamente su capacidad para mantener la atención durante largos períodos.

  7. Traumatismo craneoencefálico: Los daños cerebrales resultantes de un traumatismo pueden provocar problemas en la atención, como la dificultad para mantener el foco en una tarea, cambiar entre estímulos o dividir la atención.

  8. Trastornos del sueño: La privación del sueño o los trastornos del sueño, como el insomnio o la apnea, pueden afectar gravemente la atención. La falta de sueño reduce la capacidad de concentración y puede hacer que las personas se distraigan fácilmente.

Estas patologías afectan de manera diferente la capacidad de atención según el tipo y la gravedad del trastorno, interfiriendo en la vida cotidiana y el rendimiento cognitivo general.

Ahora bien, el diagnóstico del Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH) en adultos ha sido objeto de varias críticas debido a la complejidad del trastorno, la variabilidad de los síntomas y la subjetividad inherente en el diagnóstico.

Si el diagnóstico se basa en gran medida en cuestionarios y entrevistas que se les hace a los pacientes adultos, se introduce una considerable subjetividad con la que el mismo fue confeccionado. A diferencia de otros trastornos psiquiátricos, no hay biomarcadores o pruebas clínicas objetivas (como análisis de sangre o imágenes cerebrales) que confirmen la presencia del trastorno. Muchas veces, tampoco se hacen exámenes neurocognitivos. Esto puede llevar a errores de diagnóstico o a una sobreestimación de la prevalencia del TDAH.

Sumado a lo anterior, tenemos la confusión con otros trastornos. Los síntomas del TDAH en adultos (como falta de concentración, desorganización y dificultades para mantener la atención) pueden superponerse con otros trastornos psiquiátricos como la depresión, la ansiedad, el trastorno bipolar, el insomnio, o incluso los efectos del estrés crónico. Esto genera una confusión diagnóstica, y algunas personas pueden ser diagnosticadas erróneamente con TDAH cuando, en realidad, padecen otro trastorno o viceversa.

Otro punto a considerar es la variabilidad de los síntomas en adultos. El TDAH es un trastorno que típicamente se diagnostica en la infancia, y aunque algunos síntomas pueden continuar en la edad adulta, no siempre se presentan de la misma manera. Los adultos con TDAH a menudo presentan síntomas más sutiles que en la infancia, lo que puede dificultar la identificación clara del trastorno. En la vida adulta, los síntomas de hiperactividad tienden a disminuir, mientras que los problemas de atención y de organización se vuelven más prominentes, lo que puede hacer que algunos diagnósticos pasen desapercibidos o se confundan con comportamientos normales del estrés laboral o de la vida cotidiana.

Existe una falta de consenso sobre la continuidad del TDAH desde la infancia hasta la adultez. Algunos investigadores argumentan que el TDAH es un trastorno del neurodesarrollo, y que los adultos diagnosticados con TDAH podrían estar experimentando otro tipo de problemas o síntomas, más que una continuación del trastorno infantil. Además, los criterios diagnósticos actuales se basan principalmente en estudios infantiles, y existe un debate sobre si los mismos criterios son válidos y adecuados para los adultos.

En algunos casos, se ha sugerido que el TDAH en adultos está sobrediagnosticado. Esta crítica se basa en el aumento significativo de diagnósticos en los últimos años, lo que ha generado preocupaciones sobre la posibilidad de que se estén diagnosticando casos "marginales" que no necesariamente cumplen los criterios clínicos estrictos. Parte de esta crítica señala que algunos comportamientos asociados al TDAH, como la distracción o la falta de atención, pueden ser respuestas naturales al estilo de vida moderno (multitarea, estrés laboral, sobrecarga de información), y no necesariamente indicadores de un trastorno clínico.

Relacionada con la crítica del sobrediagnóstico, existe preocupación por el uso de medicamentos psicoestimulantes, como el metilfenidato (Ritalin) o las anfetaminas (Adderall), para tratar el TDAH en adultos. Estos fármacos son altamente eficaces en el control de los síntomas, pero también tienen potencial de abuso y efectos secundarios importantes. Algunos críticos argumentan que el uso de estos medicamentos puede ser inapropiado en algunos casos de diagnóstico dudoso, y que se recetan con demasiada facilidad sin un análisis exhaustivo de los riesgos y beneficios.

Finalmente, el aumento en los diagnósticos de TDAH en adultos podría estar influenciado por factores culturales y sociales. Por ejemplo, en sociedades donde se valora la productividad, la eficiencia y la multitarea, las personas que no cumplen con estos estándares podrían buscar un diagnóstico que explique sus dificultades. También se argumenta que la publicidad y la difusión del TDAH en medios populares han contribuido a una mayor autodiagnosis y búsqueda de tratamiento, lo que puede llevar a diagnósticos incorrectos.

El diagnóstico de TDHA: quehacer del psicólogo.

Como vimos, el diagnóstico de TDAH en adultos es un tema controvertido que enfrenta críticas relacionadas con la subjetividad diagnóstica, la posible confusión con otros trastornos, el uso excesivo de medicación, y el sobrediagnóstico, entre otros. Aunque el diagnóstico y tratamiento de este trastorno han mejorado la calidad de vida de muchas personas, es importante que se realice una evaluación cuidadosa y completa para evitar diagnósticos erróneos y tratamientos inadecuados.

Si bien el diagnóstico puede proporcionar un sentido de alivio y explicación para algunas personas, también puede tener consecuencias estigmatizantes. Los adultos diagnosticados con TDAH a menudo enfrentan prejuicios y malentendidos sobre su capacidad para funcionar en el entorno laboral o personal. El estigma en torno al TDAH puede afectar negativamente la autoestima y la autoeficacia de las personas, lo que añade una dimensión social y psicológica compleja al diagnóstico.

Un punto dificultoso es cuando el paciente toma el diagnóstico como una forma de ser, valiéndose del sentido que brinda para los diversos padecimientos que poseen. El diagnóstico del cuadro, tal cual está descripto, puede ser tomado como causa para:

  • Impulsividad, actividad excesiva o inquietud.
  • Desorganización y problemas para establecer prioridades o planificar. Escasa habilidades para administrar el tiempo.
  • Problemas para concentrarse en una tarea. Problemas para realizar tareas y terminarlas
  • Problemas para realizar múltiples tareas a la vez.
  • Cambios de humor frecuentes, irritabilidad. Baja tolerancia a la frustración.
  • Problemas para enfrentar el estrés.

De esta manera, los pacientes pueden aparecer infatuados respecto al diagnóstico, es decir, creyéndose ser eso a lo que se identifica: "Soy TDAH", "Las personas con neurodiversidad...". Incluso, el paciente puede sentirse exceptuado de hacer ciertas cosas o excusarse de cumplir sus obligaciones invocando estas figuras, a las que relaciona con su forma de ser.

El analista debe ser cauto con estos tipo de identificaciones, en especial si el paciente se aferra a ellas con certeza, incluso las defiende. No es de extrañar que TDAH aparezca como suplencia de una psicosis, en la medida que esa identificación sea una forma de compensación o estabilización psíquica que evita que el trastorno psicótico se manifieste de manera abierta o completa. El TDAH, como significante, puede permitir mantener cierto lazo con la realidad, aunque de una forma particular o a través de actividades sustitutivas que suplen la carencia simbólica estructural. El diagnóstico de TDAH, por como está descrito, crea una auténtica estructura que da sentido a la experiencia subjetiva de la persona y le permite mantener un lazo simbólico con la realidad social.

Si el analista sospecha o confirma que se trata de una estructura psicótica, la nominación debe ser conservada, es decir no contradecirla y trabajar sobre las dificultades que el paciente traiga.

Ahora bien, si el paciente se presenta más desde la duda, por ejemplo al cuestionar el diagnóstico (sea que se lo dijo una persona significativa, un psiquiatra, etc) se puede trabajar en abrir la cuestión. Algunos puntos a tener en cuenta para esto es considerar:

- La historización del síntoma, cuándo comenzó, cuándo mejoró/empeoró.

- Indagar en el desempeño escolar y posibles problemáticas.

- Indagar acabadamente sobre los patrones de sueño.

- El consumo de sustancias y enfermedades médicas.

A mi gusto, si se tiene la posibilidad, me gusta incluir una batería de tests. La idea es averiguar qué parte del proceso cognitivo está afectada para realizar hipótesis y trabajarlas luego. Un buen test para ello es el de Rorschach. Este test, que esencialmente es un test neurocognitivo, muestra bien cómo funciona el proceso cognitivo del paciente, dando cuenta de diversas variables que pueden alterarlo, por ejemplo la influencia de los afectos o la manera de tomar decisiones.