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jueves, 29 de mayo de 2025

Supervisiones grupales en psicoanálisis

 ¿Qué es Supervisar?

La Supervisión es un espacio nodal en el Trabajo Clínico, para pensar en conjunto las Intervenciones posibles, la lógica del caso, obstáculos y resistencias a las que nos enfrenta un Tratamiento. 

Es “la vía regia” para la formación del pensamiento clínico, que traza direcciones para la cura y nos convoca a pensar la transferencia.


¿Cuándo Supervisar?
 
Cuando una Escena de la Clínica o la Problemática del paciente nos Interroga. 

Es decir, ante dificultades con un caso, ya sea porque conmueve nuestra escucha o la posición del analista, dudas diagnósticas, urgencias subjetivas, obstáculos transferenciales. 

En los Inicios de nuestra práctica y a lo largo de ella, resulta muy formativo la Orientación Clínica de otro analista.

 
¡¡Consejo!!
 
Es necesario preparar el material clínico del paciente, realizar una breve anamnesis que incluya fechas relevantes, escenas significativas, repeticiones, significantes amos, sentidos coagulados y  conformación del grupo familiar.

¿Cómo se desarrolla el espacio de Supervisión? 

El analista que supervisa trae un recorte del caso clínico y su elaboración y escritura del material a supervisar, para que quién supervise brinde su lectura e interpretación clínica.

Lo que el analista expone en la supervisión es, fundamentalmente, el Punto de Detención del Clínico.

El Punto de Detención Clínico es aquel lugar en el que se halla desorientado, lo cual puede obstaculizar la prosecución de su clínica.


El Que-Hacer del Supervisor

El Supervisor brinda una lectura desde una posición ética, que se abstiene de encarnar una figura Superyoica que sancione lo correcto e incorrecto. En su lugar, disponiendo de su trayectoria y experiencia clínica, brindará una lectura novedosa del material clínico y de la posición de dicho analista frente a ese paciente singular.

Entonces, ¿Qué ocurre en una Supervisión Grupal?

Es una experiencia compartida con un analista de mayor recorrido clínico que guía el espacio, en la que hay otros colegas brindando su escucha y resonancias. De ninguna manera es una instancia de “examen” sobre nuestro trabajo con un paciente ni reemplaza nuestro análisis personal. 

La Supervisión ayudará al analista a realizar el Pasaje de la Detención en la que se encuentra al movimiento, siendo además un espacio formativo junto a colegas que despliegan inquietudes, interrogantes y abordajes posibles.

jueves, 6 de marzo de 2025

La formación del analista: un saber hacer más allá de la técnica

La formación psicoanalítica no se reduce al aprendizaje de una técnica estándar o protocolizada aplicable en todos los casos. Más bien, se trata de un proceso de trabajo que implica una forma particular de hacer, donde la transmisión del saber no ocurre como una simple acumulación de conocimientos teóricos.

No se trata de un saber meramente intelectual o especulativo, sino de la construcción de un saber hacer. Freud ya señalaba que, aunque el psicoanálisis tiene reglas claras para sus inicios y finales, lo que ocurre en el transcurso del proceso está atravesado por la contingencia. Es precisamente esta contingencia la que permite que el psicoanálisis se practique sin estar sujeto a un modelo rígido.

En este sentido, la formación del analista se estructura en torno a su propio análisis, la supervisión de casos, el estudio teórico y los intercambios con otros colegas. A esto se suma un aspecto fundamental: la escritura como herramienta de elaboración y transmisión.

Este proceso formativo no solo implica estudio y lectura, sino también la capacidad de reformular, interrogar y combinar los conocimientos adquiridos de manera singular. La clave no está en la mera repetición de conceptos, sino en la producción de un pensamiento propio a partir de la experiencia analítica.

miércoles, 20 de noviembre de 2024

La formación del analista

 Hablar de formación del analista implica, de entrada, alejarse de la idea de que el analista es un producto acabado o un objetivo al que se llega. En este sentido, la temporalidad que acompaña la formación analítica está en sintonía con un devenir continuo, tal como lo plantea Lacan, y no sigue una trayectoria lineal orientada hacia un final definitivo.

El concepto de devenir introduce una visión del tiempo que se asemeja a lo asintótico, es decir, a un proceso interminable que siempre se aproxima pero nunca alcanza un punto final absoluto. Por lo tanto, la formación del analista es un proceso abierto, un trabajo continuo que, desde su inicio, no ofrece garantías de éxito. La formación está atravesada por múltiples contingencias, en tanto es imposible predecir con certeza el resultado final.

Sin embargo, la presencia de estas contingencias no elimina los lineamientos fundamentales propuestos por Freud y Lacan sobre cómo llevar adelante esta formación. Estos lineamientos se articulan en torno a tres pilares esenciales: el estudio teórico, la supervisión o control de los casos, y, sobre todo, el análisis personal.

La intersección de estos tres aspectos da lugar a un proceso de transformación: el pasaje del analizante al analista. Este tránsito se posibilita gracias a la puesta en marcha del deseo del analista como operador transferencial. En otras palabras, la función del analista solo se activa cuando el deseo del analista se vuelve operativo.

Esto redefine la concepción del saber en la formación analítica, alineándose con el cambio que Lacan traza entre su seminario Aún y el RSI: el paso del saber como simple elucubración intelectual al saber como habilidad práctica, un "saber hacer". En este sentido, se deja de ver el saber como acumulación de conocimientos eruditos y se lo considera en su capacidad de ser aplicado y manipulado efectivamente en la práctica analítica.

martes, 28 de noviembre de 2023

¿Qué escucha un analista?

En la pregunta sobre qué escucha un analista, habíamos visto la diferencia entre lógica y gramática.

Sigamos con eso...

"El analista no se detiene en el sentido del discurso, su escucha no está orientada a ello". Es indudable que hay en Lacan, prácticamente desde el principio, una aspiración a abordar las cuestiones que se juegan en un análisis en términos de estructura. En este sentido encontramos la formalización del concepto de discurso, que no coincide nunca con lo efectivamente pronunciado.

Considerado el discurso en estos términos entonces, donde a partir de la diferencia entre enunciado y enunciación el discurso no coincide con lo que efectivamente se pronuncia. es que bien vale la pregunta ¿qué es lo que entonces escucha un analista?

Podríamos decir, en principio, qué es aquello a lo que no le presta particularmente atención. El analista no se detiene en el sentido del discurso, su escucha no está orientada a ello.

Por el contrario, la escucha analítica se dirige a los significantes determinantes de la historia del sujeto. A partir de la atención flotante -o sea el hecho de que no le presta atención a nada del discurso sino que escucha en la superficie- el analista podrá ir aislando los significantes constitutivos de la posición del sujeto con los cuales irá armando la cadena significante, inconsciente (o sea el inconsciente como discurso del Otro).

¿De qué manera se le hace posible al analista escuchar estos términos significativos? Pues, ellos aparecen en momentos fecundos del discurso donde se produce una vacilación, una ruptura del sentido, una discontinuidad, donde aparece algo del orden de lo antigramatical, algo que esencialmente rompe con la coherencia que la significación le otorga al discurso corriente, o sea, al discurso del moi.

¿Qué hace posible a la escucha analítica?

La pregunta respecto de las condiciones de posibilidad de la escucha analítica implica interrogarse sobre la necesariedad del análisis del analista.

Llamativamente, hoy en día se puede leer en algunos ámbitos del psicoanálisis de orientación lacaniana, cierta idea, algunos planteos que discuten dicha necesariedad para practicar el análisis. Suponer que ese paso se podría eliminar equivale a desconocer la raíz freudiana del psicoanálisis.

En el planteo freudiano, él mismo señala esa condición afirmando que para que el analista pueda escuchar, se hace necesario que alguien le haya “interpretado los sueños”, o sea que haya sido escuchado, más allá del sentido de lo que dice.

Vamos un paso antes. ¿Qué es la escucha analítica?

Lo primero que podríamos decir es que no es una escucha ingenua. No es una que se dirija al sentido de lo que alguien intenta decir. La escucha analítica no se ocupa de poner orden en un discurso que quizás esté gobernado por la desorientación y el desorden. Tampoco es aquella que tendría como objetivo clarificar una verdad allí donde la neurosis es supuesta como una especie de ilusión que engaña al sujeto.

La escucha analítica es la posibilidad de un tiempo y un lugar para un sujeto. Habilita, acomodación del analista mediante, la posibilidad de que el sujeto advenga en el dispositivo, al sujeto más allá del moi, más allá también del analizante.

Si el Otro es quien sanciona el mensaje, también determina aquello que alguien puede o no escuchar, en el sentido de a lo que puede o no darle lugar. Por ello el análisis del analista es condición de la escucha, porque no sería posible esa escucha no ingenua si previamente no se hubieran conmovido ciertos determinantes históricos que lo condicionan como sujeto. Y de allí que Freud planteó que “a un punto ciego en el análisis del analista le corresponde un punto ciego en la escucha”.

¿Conocer o saber?
Existe una distancia entre el conocimiento y el saber. El conocimiento es algo propio del campo del moi, ligado a lo que en el planteo griego clásico sería la episteme. El saber, en cambio, es el conjunto de significantes que para cada sujeto se emplaza en el lugar del Otro.

Así, el saber constituye esa dimensión de la enunciación a partir de la cual se determina lo que el sujeto dice, e incluso la posibilidad de que al hablar en análisis, se diga más de lo que se quiere decir. A partir de esta diferencia, entre conocimiento y saber, es que se puede establecer un correlato del lado del analista.

La función del analista es la de escuchar. Y para poder llevar a cabo tamaña función, debe abandonar la aspiración a comprender.

Esto le hará posible entonces, a partir del recorte que produce en su escucha (en función de las discontinuidades, de las rupturas del sentido, de los desfallecimientos del sentido, de lo anti gramatical que aparece en el discurso) ir aislando los elementos con los cuales va a componer esa cadena que es el inconsciente como discurso del Otro.

Eso constituye una red, lo que indica su soporte topológico, pero ¿todo es significante ahí? No. En esa cadena, quedan incluidos ciertos puntos inerciales, del orden de una fijeza, de un punto de detención. Y es una manera muy interesante de retomar el problema del núcleo patógeno freudiano.

O sea que Lacan separa el sostén, lo articulado, la cadena significante, de algo que es inasimilable, intratable, lo que resiste al discurso. Algo que está en las antípodas de la resistencia subjetiva que fue uno de los resortes clínicos que Lacan más discutió desde los inicios de su enseñanza.

Preparando una supervisión...

Así como no hay una sola manera de analizarse, no hay un solo criterio que sea válido en todos los casos para poder pensar cómo se arma una supervisión.

En principio, es claro que la idea central es recortar del modo más riguroso y más preciso posible la pregunta, el obstáculo, la dificultad que se quiere supervisar.

En segundo lugar, hay que entender que la supervisión es un trabajo sobre un texto recortado por quien escucha al sujeto. Lo que se trabaja en la supervisión no es el texto del sujeto, sino que es el texto que el propio analista recorta a partir de su escucha. Esto ya implica una pérdida en el pasaje entre un texto y el otro. Así, lo que está concernido en la supervisión es el lugar desde el cual escucha quien acude a la supervisión.

Es importante entonces que esta escucha esté orientada a recortar en el discurso del sujeto los significantes que son determinantes. Este recorte casi sería equivalente a la distancia que hay entre el sueño del sujeto y lo que el sujeto dice del sueño en el análisis. El relato del sueño en el análisis no es el sueño. Hay una pérdida.

Lo interesante de la supervisión, leída en estos términos, es que implica la escucha del analista, la cual se hace efectiva en el modo en que recorta el material. ¿Qué partes privilegia? ¿Dónde se sitúan los puntos significativos del discurso?

jueves, 29 de agosto de 2019

La seducción afectiva como parte importante de la destrucción de la técnica psicoanalítica. (5to encuentro)


En el video pasado comencé a hablar de la importancia, no solo extraordinaria sino casi exclusiva que algunos psicoanalistas le dan a la relación transferencia - contratransferencia en la cura y eso en desmedro de lo que yo decí que era la regla, no puesta por Freud entre las reglas técnicas, que es la relación lógica que adquieren involuntariamente las asociaciones del paciente. Esta importancia desmesurada al vínculo entre paciente y analista a mi no me cabe la menor duda que es un vínculo afectivo, incluso muchas veces he llegado a decir que es un vínculo de amor, realmente no creo que una mala persona pueda ser analista porque le deben fallar las conexiones empáticas y de inconsciente a inconsciente con el otro. 

Creo que también mencioné que al contrario de lo que dice Winnicott, de que en elagún momento hay que confesar el odio que ha producido el paciente en el proceso analítico, yo extrañamente nunca he sentido que un paciente me produzca odio. Siempre que alguien me entregue su confianza a través de la transferencia positiva sublimada me ha producido una reacción de ternura o de correspondencia, de contratransferencia positiva sublimada, o sea que el intercambio afectivo entre paciente-analista a través de la conexión inconsciente a inconsciente y de la conexión empática, sin ninguna duda yo le doy una importancia afectiva. Pero ese circuito de transferencia - contratransferencia no debe ocluir la teorización flotante, es decir, la actividad viva del preconsciente consciente que debe atender, justamente ayudado por su empatía, a detectar las conexiones lógicas que tantas veces menciono y que para Freud en todos sus historiales, en todas las interpretaciones de los sueños son determinantes.

Voy a mencionar 2 ejemplos: hay un libro entero de Andre Green que describe muy bien el pensamiento clínico. Sin ninguna duda el pensamiento clínico, el pensamiento que se da dentro de sesión por las condiciones que dije, es un pensamiento especial, porque en ninguna ciencia se da que se tenga que movilizar el inconsciente y al mismo tiempo tener activo el preconsciente en teorización flotante. O sea, esa es una condición única del primer paso de la investigación psicoanalítica, que es la investigación introsesión psicoanalítica. Muchos psicoanalistas creen que esta es la única investigación psicoanalítica y están equivocados. Es la investigación psicoanalítica de recolección de datos la que corresponde dentro de la sesión. Para Andre Green, el pensamiento clínico que acabo de describir y que yo considero la primer investigación psicoanalítica, para André Green este pensamiento clínico se opone a la ciencia. Ahí nos abrimos radicalmente Andre Green y yo. 

Esta recolección de datos, que es una investigación, debe tener como primer nivel de contrastación en los psicoanalistas nóveles y durante muchos años, con el supervisor. Obviamente, un supervisor que tenga esta concepción de la técnica, de la ciencia y del psicoanálisis, porque el supervisor ya fueera de sesión es el encargado de contrastar la adecuación o no de las intervenciones del analista novel, tomando en cuenta la relación transferencia-contratransferencia y si el analista ha cumplido la regla freudiana de adecuarse, de centrarse en las asociaciones reales del paciente. Por ejemplo, si el analista se fue de mambo y dijo algo totalmente intuitivo porue se le ocurrió, corresponde al supervisor que le pregunte de dónde lo sacó, porque el paciente dijo otra cosa.

Pregunta: O sea que el supervisor observa qué se releva del material...

Isabel: Exactamente, el supervisor tiene la obligación de fundamentar las correcciones o las indicaciones que les dé a su supervisando y tiene la obligación de darle fundamentación teórica y de explicarle los juegos de transferencia y contratransferencia que lee en el material de la supervisión. Esa es la primera contrastación que sin duda debe tener el material psicoanalítico. Hablo de contrastación porque me me abstengo a los 3 pasos epistemológicos que Klimovsky, el gran sabio argentino, epistemólogo, da: él dice que en la ciencia hay 3 pasos fundamentales de investigación:

1) El contexto de descubrimiento de la ciencia. Este es absolutamente legítimo y la mayoría de los psicoanalistas se ha dedicado a expulgar de la bibliografía de Freud a ver si la muerte de la hija de Freud cuánto tuvo que ver en la emergencia de la idea de pulsión de muerte, o cuánto tuvo que ver la Segunda Guerra Mundial, etc. Yo no digo que eso no sea legítimo, es el contexto de descubrimiento, es decir, cuánto tuvo que ver la ciencia de aquella época en que surgieran las ideas de Freud. Yo no me opongo, ahora, yo no me dediqué a eso.

2) El contexto de justificación. Ese es el momento en que hay que contrastar las ideas de la teoría que ya se armó. es decir, una vez construida la metapsicología, una vez construídas las 2 tópicas, una vez articuladas las 2 tópicas... Esas hipótesis hay que contrastarlas en el material. Este primer momento de contrastación entre supervisando y su supervisor corresponde al contexto de justificación. La historia comparativa, o mejor dicho, la comparación crítica entre teorías, por ejemplo, la comparación crítica que yo hice entre la estructura teórica de Freud y la estructura teórica de Lacan, también corresponde al contexto de justificación, porque hay que deslindar las teorías que son coherentes de las discordantes. Pero hay un segundo momento de investigación que no han hecho los psicoanalistas. En realidad los supervisors tampoco hacen el primer momento de investigación. El 2° momento de contrastación es el que deberíamos hacer todos los colegas en jornadas, reuniones y simposios, que es el de reunirnos con materiales clínicos publicados de diferentes pacientes, aunque sea con autores anónimos y contrastar en el sentido de las indicaciones que dio Freud, es decir, siguiendo las reglas de las asociaciones involuntarias que producen significaciones involuntarias y ponernos de acuerdo finalmente en los diagnósticos y en los diagnósticos de los procesos psicoanalíticos, que en este momento tienen un juzgamiento totalmente arbitrario. Y me vuelvo a referir a todos los casos de las 9 Jornadas Clínicas que se han hecho en Buenos Aires y que son una clara muestra del desorden diagnótico que existe sobre casos clínicos. 

Pregunta: Lo que vos describías del pensamiento clínico, entonces implica un pensamiento teórico primero, una actividad consciente articulada con emociones que permiten trabajar en sesión y eso es un primer método de investigación. 

Isabel: Te agrego una cosa: implica una formación teórica y una emocionalidad trabajada por psicoanálisis. Porque yo estoy de acuerdo con el trípode formativo: psicoanálisis personal, supervisión, y formación teórica. Esa es la formación para el dispositivo psicoanalítico. 

Pregunta: Pero eso contrasta con la seducción de la que estamos hablando, que se da en transferencia desde una benevolencia en las intenciones emocionales para curar al paciente, muy distinto de lo que vos estás diciendo acerca del pensamiento clínico.

Isabel: Muy distinto, porque si Andre Green dice que el pensamiento clínico no admite ser científico, si Nassio dice que la transferencia cura, quiere decir que el amor cura y eso se opone tajantemente a lo que dice Freud. Freud dice explicitamente que el amor no cura. 

Pregunta: Los psicoanalistas que piensan que lo más importante es el vínculo, el aspecto afectivo, pienso que lo que hacen es reforzar la transferencia, no interpretarla. En cambio, con el reforzamiento del afecto, lo que hacen es justamente detener al paciente en las fijaciones.

Isabel: Absolutamente. Y aquí llegamos a un punto muy importante. Los análisis son largos, pero son lagos y deben serlo porque el aparato psíquico es complejo. No deben ser largos por dependencia transferencial del analista. Son 2 cosas totalmente distintas. Puede ser largo por dependencia transferencial del analista y eso es malo. Ahora, si es largo por la complejidad del aparato psíquico, es otra cosa.

Pregunta: Esto se podría detectar en un segundo momento de contrastación, cuáles son los aciertos y las fallas de las interpretaciones o los señalamientos del psicoanalista con su supervisor...

Isabel: eso lo detecta un buen supervisor y si fuéramos científicos, un buen congreso de psicoanalistas con voluntad científica. 

Pregunta: Ahora, un análisis puede ser largo si no se cumple con el trípode que vos decías. 

Isabel: Si, por dependencia e ineficiencia. Y las curas no son tan simples como dice Nassio, que vuelve a llevar la cosa al amor, al amar y ser amado. Amar y ser amado, ¿cómo y por quién? Porque amor es una palabra ómnibus, hay miles de manera de amar. Y si conseguís un marido que te ama como un papá, ¿eso está bien? Acabo de supervisar una pareja en donde el marido la ama como un papá. ¿está sana, aunque haya amor? Toda simplificación, que le encanta a popularidad del analista, es mala. El psicoanálisis es complejo. Tiene que producir cambios psíquicos y el cambio no se define conductualmente, es difícil definirlo conductualmente. 

Que hoy se exija el éxito de terapia basada en la evidencia y considerar como evidencia un cambio simplemente perceptible, es de lo pultimo, porque ¿quién vio al bosón de Higgs? ¿Quién vio a las micropartículas? ¿Quién vio evolucionar a los dinosaurios? Nadie. Es todo concepto fundamentalmente.