miércoles, 25 de junio de 2025

Unidad I: ¿Qué es una catástrofe?

1. Definiciones y tipologías: catástrofes naturales, sanitarias, sociales, políticas

El término “catástrofe” proviene del griego katastrophḗ, que designaba el giro final de una obra trágica, el momento del desenlace abrupto que reorganiza —o desorganiza— toda la trama. En la actualidad, el término alude a eventos que implican una alteración brusca y destructiva del orden preexistente, sea este natural, social o simbólico.

Desde una perspectiva general, una catástrofe se caracteriza por:
  • Su carácter disruptivo, inesperado o desbordante.
  • El daño o amenaza masiva, tanto material como simbólica.
  • Su impacto colectivo, aunque con efectos subjetivos singulares.
  • La urgencia de respuesta, que muchas veces presiona a intervenir en condiciones de inmediatez.
Tipologías de catástrofes
Podemos diferenciar distintos tipos de catástrofes, no en sentido clasificatorio rígido, sino como una orientación para pensar sus efectos y las respuestas posibles.

1. Catástrofes naturales
Son aquellas provocadas por fenómenos físicos o climáticos: terremotos, tsunamis, inundaciones, incendios forestales, erupciones volcánicas. Suelen provocar grandes desplazamientos poblacionales, destrucción de hábitats, y la vivencia de una ruptura radical con lo cotidiano.

Reflexión analítica:
Aunque lo natural parece "ajeno" a lo humano, lo que entra en juego es la pérdida de control. El sujeto puede verse confrontado con lo real en estado puro: lo que irrumpe sin previo aviso, lo que no se puede simbolizar ni anticipar.

2. Catástrofes sanitarias
Ejemplo paradigmático: la pandemia por COVID-19. Estas situaciones trastocan no solo los cuerpos individuales, sino también los sistemas de salud, las estructuras de cuidado y los vínculos cotidianos. El contagio, el aislamiento, la muerte masiva y el colapso institucional dejan marcas subjetivas de desamparo, ansiedad y duelo.

Reflexión analítica:
La fragilidad del cuerpo y del lazo social se vuelve evidente. La dimensión de la angustia como señal de lo real cobra protagonismo. El Otro —el sistema de salud, el Estado, el discurso científico— se tambalea en su función de garante.

3. Catástrofes sociales
Incluyen hambrunas, migraciones forzadas, colapsos económicos, desintegración institucional. Son procesos de desestructuración del tejido social, muchas veces extendidos en el tiempo pero con puntos de quiebre nítidos.

Reflexión analítica:
Aquí el síntoma social interpela al sujeto: ¿cómo se subjetiva el colapso del mundo compartido? ¿Qué recursos simbólicos quedan cuando lo común se rompe? El sujeto puede quedar atrapado en posiciones de exclusión, violencia o pasivización extrema.

4. Catástrofes políticas
Golpes de Estado, guerras, genocidios, terrorismo, represión estatal, desapariciones forzadas: eventos que atraviesan el lazo simbólico por el poder ejercido sobre cuerpos, palabras y memorias. Son procesos donde el Otro social se vuelve persecutorio o mortífero.

Reflexión analítica:
La confianza en el Otro se ve radicalmente traicionada. La neurosis se tambalea cuando el Otro deviene cruel o desmentidor. El analista, si se ubica en ese campo, no puede eludir la implicación ética ni el riesgo de convertirse en testigo o cómplice.

A modo de cierre: lo común y lo singular.
Si bien las catástrofes tienen una dimensión colectiva, sus efectos psíquicos son siempre singulares. El mismo evento puede reactivar escenas infantiles, traumas previos o estructuras latentes. Es aquí donde el psicoanálisis tiene algo para decir: más que intervenir con respuestas universales, su potencia radica en alojar lo irreductible de cada sujeto frente a lo que lo desborda.

Bibliografía sugerida
Cohen, A. (2008). Psicoanálisis en situaciones extremas. Buenos Aires: Paidós.
→ Excelente aproximación a la clínica del trauma social y las catástrofes colectivas.
Kaës, R. (2005). Clínica psicoanalítica del vínculo. Buenos Aires: Amorrortu.
→ Útil para pensar los efectos de la catástrofe sobre el lazo intersubjetivo.
Rozitchner, L. (1985). La izquierda sin sujeto. Buenos Aires: Legasa.
→ Reflexión potente sobre lo político como lugar de constitución o aniquilación del sujeto.
Zizek, S. (2020). Pandemic! COVID-19 Shakes the World. Nueva York: OR Books.
→ Lectura contemporánea del impacto simbólico y político de una catástrofe sanitaria global.
Freud, S. (1920). Más allá del principio del placer.
→ Fundacional para pensar la compulsión a la repetición y el trauma.
Lacan, J. (1964). Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
→ Especialmente útil su conceptualización de lo real, el trauma y la pulsión.

2- Catástrofes colectivas vs. catástrofes subjetivas

Una distinción fundamental —aunque no siempre evidente— en el abordaje analítico de situaciones límite es la diferencia entre catástrofes colectivas y catástrofes subjetivas. Si bien muchas veces se solapan o se desencadenan mutuamente, no son equivalentes. Esta distinción permite afinar la escucha y evitar intervenciones que universalicen el padecimiento.

Catástrofes colectivas: lo común que colapsa

Las catástrofes colectivas son aquellas que afectan simultáneamente a una comunidad, un país o incluso a la humanidad entera. Son vivencias compartidas en el espacio público, marcadas por la masividad del daño, el carácter histórico del evento y su inscripción en la memoria social.

Ejemplos: pandemias, guerras, atentados, genocidios, crisis económicas o migratorias.

Características:
  • Tienen una dimensión histórica e institucional.
  • Producen un quiebre en el lazo social.
  • Apelan a respuestas colectivas: sistemas de salud, justicia, políticas de reparación, medios de comunicación, rituales de duelo público.
  • Promueven narrativas y símbolos compartidos (o disputados): fechas, nombres, monumentos, causas.
Desde el psicoanálisis:
Lo colectivo no borra lo singular, pero lo condiciona. La catástrofe colectiva deja marcas en los cuerpos y los discursos, reconfigurando el campo del Otro. El sujeto, atravesado por ese colapso simbólico, se ve confrontado con nuevas preguntas sobre el sentido, el futuro y la pertenencia.

Catástrofes subjetivas: el derrumbe íntimo

Una catástrofe subjetiva no requiere un evento externo de gran magnitud. Puede producirse en el silencio de una historia familiar, en la pérdida de un ser querido, en una caída de las coordenadas simbólicas que sostenían la vida psíquica del sujeto. Es el momento en que el sujeto ya no puede sostener su relato, cuando algo se desarma en el aparato de goce y sentido.

Ejemplos: un abandono amoroso, una internación psiquiátrica, una denuncia de abuso, una revelación traumática, un diagnóstico terminal.

Características:
  • Tienen un valor estructurante para el sujeto.
  • No necesariamente coinciden con lo visible o reconocido socialmente como “grave”.
  • Están atravesadas por la historia libidinal y el fantasma individual.
  • Requieren un trabajo de simbolización particular, no sustituible por narrativas sociales.
Desde el psicoanálisis:
Aquí es donde se hace más clara la función de la transferencia y del dispositivo analítico. Porque lo que se pone en juego no es solo un hecho doloroso, sino la caída de una estructura de sentido. El analista aloja lo que no encuentra lugar en lo público, en lo decible, incluso en el propio discurso del sujeto.

Intersecciones posibles
En muchos casos, las catástrofes colectivas desencadenan o reactivan catástrofes subjetivas previas. Un duelo público puede resonar con un duelo infantil; una situación de encierro sanitario puede reenviar a un encierro familiar traumático; la pérdida de comunidad puede reactivar sentimientos primarios de exclusión.

Por eso, ante una misma catástrofe colectiva, las respuestas subjetivas son radicalmente distintas. Hay quienes se organizan, quienes se paralizan, quienes actúan compulsivamente, quienes enloquecen, quienes encuentran un nuevo sentido. No hay universal del dolor.

¿Qué escucha se espera del analista?
  • No se trata de ofrecer contención emocional genérica, sino de sostener una posición que escuche el punto singular de quiebre.
  • No se trata de interpretar el acontecimiento en sí, sino de abrir un lugar para que el sujeto lo inscriba como parte de su historia.
  • No se trata de responder a la catástrofe desde el saber, sino de encarnar una función que permita alguna posibilidad de elaboración.
Bibliografía sugerida
Kaës, R. (2005). El trauma y los vínculos. Buenos Aires: Amorrortu.
→ Explora cómo lo colectivo y lo transgeneracional se entrelazan con lo subjetivo.
Nasio, J.-D. (1995). Los ojos de Laure. Una catástrofe psíquica en la infancia. Buenos Aires: Paidós.
→ Caso clínico que muestra cómo una catástrofe subjetiva se aloja en la infancia sin visibilidad social.
García, A. (comp.) (2005). El psicoanálisis y lo social. Buenos Aires: Eudeba.
→ Reflexiones sobre la inscripción del sufrimiento en el campo social y político.
Lacan, J. (1960). “Subversión del sujeto y dialéctica del deseo”, en Escritos.
→ Para pensar cómo se constituye el sujeto en relación al campo del Otro, clave para estas situaciones.

3- El impacto traumático: trauma masivo, trauma vicario, trauma estructural

La noción de trauma es central cuando se habla de catástrofes. Sin embargo, no todos los traumas son iguales, ni se manifiestan del mismo modo en los sujetos. Pensar el impacto traumático exige distinguir entre diferentes formas de traumatización, atendiendo tanto a la economía psíquica individual como al contexto social e histórico que rodea el acontecimiento.

1. Trauma masivo
El trauma masivo es aquel que afecta simultáneamente a un número significativo de personas, generalmente como resultado de una catástrofe colectiva: guerra, terrorismo, genocidio, pandemia, catástrofes naturales.

Características:
  • Se trata de un evento externo que desborda la capacidad simbólica de un colectivo y de los sujetos que lo habitan.
  • Suele tener una dimensión histórica y política, siendo parte de lo que la comunidad recuerda (o desmiente).
  • Puede producir efectos individuales de neurosis traumática, fobias, angustia flotante o disociación, pero también formas de organización defensiva colectiva como el silencio, la negación o la repetición.
Ejemplo clínico (síntesis):
Un paciente de 37 años, sobreviviente del incendio de Cromañón, consulta por insomnio y ataques de pánico al encontrarse en espacios cerrados. A pesar de haber hablado del hecho públicamente, nunca había logrado inscribir subjetivamente lo ocurrido. En análisis, emergen escenas infantiles de abandono en la infancia que se enlazan con la vivencia del evento masivo. Lo colectivo reactiva lo estructural, y el análisis permite una lectura singular de lo traumático.

Desde el psicoanálisis:
El trauma masivo no es “por sí mismo” traumático en todos los casos; se vuelve tal cuando irrumpe como lo real en la estructura del sujeto. Por eso Lacan (Seminario 11) insistía en que el trauma no es el acontecimiento, sino su inscripción fallida en la cadena significante.

2. Trauma vicario
El trauma vicario es aquel que afecta a una persona por exposición indirecta al sufrimiento extremo de otros. Es frecuente en profesionales de la salud, trabajadores sociales, analistas, socorristas, docentes en contextos de alta vulnerabilidad, entre otros.

Características:
  • Aparece por acumulación o resonancia con escenas ajenas.
  • Puede generar síntomas similares al trastorno por estrés postraumático: evitación, disociación, afectación emocional persistente.
  • Está relacionado con la función de testigo y con el lugar que el sujeto ocupa en relación al sufrimiento del otro.
Ejemplo clínico (síntesis):
Una psicóloga de 42 años que trabaja en un centro de atención a mujeres víctimas de abuso comienza a soñar con escenas violentas, siente culpa por no "hacer lo suficiente" y presenta fatiga crónica. En su análisis, aparece el eco de una experiencia de abuso nunca verbalizada, lo que complejiza su vínculo transferencial con las consultantes. El trauma vicario se vuelve índice de un trauma propio aún no simbolizado.
Desde el psicoanálisis:

El analista no está exento de quedar tomado en el campo de lo traumático. La contratransferencia no solo es afectada por los contenidos transferidos, sino también por la posición ética del analista. En estas situaciones, el cuidado del analista no es solo una cuestión de salud mental, sino de responsabilidad clínica.

3. Trauma estructural
El trauma estructural, en la perspectiva psicoanalítica, refiere a ese núcleo de falta, de fractura inaugural que marca la constitución misma del sujeto. No es un evento, sino una condición: el encuentro fallido con el deseo del Otro, el desamparo originario, la inscripción del significante fálico. Freud lo abordó como la hilflosigkeit (indefensión), y Lacan lo formalizó como lo real imposible de simbolizar.

Características:
  • Está presente en todos los sujetos: no se trata de un daño, sino de una falta estructurante.
  • Se reactiva frente a situaciones que producen un desborde en el sistema de representaciones.
  • Es el punto donde el goce irrumpe sin mediación simbólica.
Ejemplo clínico (síntesis):
Un adolescente de 16 años que, tras el suicidio de su hermano mayor, comienza a retraerse socialmente y a presentar mutismo selectivo. Si bien el evento familiar es traumático, en el trabajo analítico emergen escenas anteriores de desautorización simbólica por parte de los padres, en las que el hermano funcionaba como "garante" imaginario del sujeto. La catástrofe reactiva un punto estructural de fragilidad en la constitución yoica.

Desde el psicoanálisis:
El trauma estructural no se repara, no se sana, pero puede alojarse en la cadena significante. El análisis no borra lo imposible, pero permite construir un borde que lo delimite.

Lo traumático no es el hecho, sino su inscripción. La operación clínica fundamental consiste en distinguir entre el hecho y su inscripción subjetiva. No todo evento violento es traumático, ni todo trauma deriva de un evento violento. La clave está en la posición del sujeto, en su relación con el Otro y con el goce.

El analista no interpreta el trauma como un hecho "externo" a decodificar, sino que se orienta por la posibilidad de hacer pasar algo de lo real al registro simbólico, aunque más no sea por una grieta mínima.

Bibliografía sugerida
Freud, S. (1920). Más allá del principio del placer.
→ Texto fundamental para entender el trauma como compulsión a la repetición.
Lacan, J. (1964). Seminario 11: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.
→ Especialmente los desarrollos sobre el trauma como encuentro con lo real.
Ferenczi, S. (1932). Diario clínico.
→ Aporta una perspectiva radical sobre el trauma infantil y el lugar del analista como testigo.
Figari, C. (2014). El trauma vicario: el impacto del sufrimiento ajeno. Buenos Aires: Lugar.
→ Estudio profundo del fenómeno del trauma vicario en profesionales de salud mental.
Pérez, D. y Etchegoyen, R. (2011). El trauma social: clínica y política. Buenos Aires: Letra Viva.
→ Reflexión sobre el entrecruzamiento entre trauma individual y condiciones sociales.

4- La posición del sujeto ante lo impensable

Frente a la catástrofe, el sujeto no responde de manera unívoca. Lejos de cualquier automatismo, su posición está determinada por múltiples factores: la estructura clínica, la historia singular, la posibilidad de simbolización, los recursos psíquicos y sociales, el lazo con el Otro y, sobre todo, la forma en que el acontecimiento irrumpe en su economía libidinal.

Pero ¿qué quiere decir que un sujeto se enfrenta a “lo impensable”? ¿Y qué recursos, defensas o posiciones se juegan en ese enfrentamiento?

1. Lo impensable: cuando el lenguaje fracasa
Lo impensable no es simplemente lo inesperado. Es aquello que no encuentra inscripción simbólica, que excede el aparato psíquico y sus posibilidades de representación. En términos lacanianos, es un encuentro con lo real en su dimensión más cruda: sin mediación, sin significante, sin red.

Las catástrofes —especialmente cuando son abruptas, masivas o crueles— pueden presentarse como ese real sin ley, desprovisto de sentido. Allí donde el Otro tambalea o se vuelve mortífero, el sujeto queda enfrentado a una experiencia que desborda sus recursos.

El trauma no es el hecho en sí, sino su imposibilidad de ser integrado al aparato significante.” (Lacan, Seminario 11)

2. La angustia como señal ante lo real
Frente a lo impensable, no necesariamente aparece el dolor o la tristeza. En muchos casos, lo que irrumpe es la angustia, en tanto señal sin objeto, sin representación. La angustia, lejos de ser un afecto más, es para Lacan el afecto que no engaña: es la marca de un vacío en el saber, una experiencia del sujeto ante el desamparo del Otro.

La angustia no es sin objeto, sino sin nombre.” (Lacan, Seminario 10)

Clínicamente, la angustia puede manifestarse como un ataque de pánico, una parálisis, un acting, un corte con el cuerpo. También puede aparecer en formas más sutiles: embotamiento afectivo, inhibición, silenciamiento, compulsión.

3. Posiciones subjetivas ante la catástrofe
A continuación, algunas respuestas subjetivas posibles, no como tipologías cerradas, sino como coordenadas clínicas:

a) Desubjetivación. El sujeto se desintegra como tal: se vive como objeto, como resto, como desecho. Aparece un colapso de las funciones yoicas, pérdida de coordenadas identitarias, estado de confusión o pasividad absoluta.

Ejemplo: una mujer que tras perder a toda su familia en un derrumbe afirma “yo ya no soy nadie”. El trabajo clínico deberá, antes que nada, reintroducir la posibilidad de un borde, de una escena, de un decir.

b) Idealización o negación. Mecanismos defensivos que buscan restituir un orden simbólico allí donde ha colapsado. Idealización de instituciones, discursos religiosos, figuras protectoras; negación de la gravedad del hecho o disociación de la experiencia.

Ejemplo: un joven que sobrevive a un ataque terrorista y se vuelca fanáticamente a una organización religiosa. La idealización puede proteger, pero también obturar la elaboración subjetiva.

c) Agenciamiento simbólico. En algunos casos, el sujeto logra transformar la catástrofe en una escena de inscripción. La palabra, el arte, el testimonio, la militancia o el análisis pueden permitir una elaboración que no borra lo real, pero lo rodea.

Ejemplo: un sobreviviente que convierte su experiencia en un relato público que se inscribe en una comunidad de memoria. Lo traumático se vuelve material simbólico.

4. Winnicott: desintegración psíquica y sostén
Winnicott ofrece claves clínicas fundamentales para abordar estos momentos de quiebre. La vivencia de desintegración psíquica, según él, remite a experiencias primarias de no sostenimiento: cuando el entorno falla en contener, el yo se fragmenta.

Desde esta perspectiva, la función del analista puede pensarse como un holding simbólico: un encuadre que no interpreta de inmediato, que no invade, pero que sostiene sin dejar caer. En contextos de catástrofe, esta función puede volverse vital.

5. Badiou: el sujeto como fidelidad al acontecimiento
El filósofo Alain Badiou aporta otra lectura, más política, pero no menos subjetiva. Para él, el sujeto no es anterior al acontecimiento, sino que deviene sujeto al responder a él con una fidelidad que lo transforma. El sujeto no es quien sufre la catástrofe, sino quien se constituye en su decisión frente a ella.

Esta perspectiva permite pensar que incluso en la ruina, puede haber creación subjetiva, decisión, ética.

“Un sujeto es lo que sostiene una verdad en un mundo.” (Badiou, L’être et l’événement)

Conclusión: el lugar del analista
Frente a lo impensable, el analista no debe buscar comprenderlo todo ni ofrecer contención emocional generalizada. Su función es otra: sostener una posición que abra la posibilidad de que algo se diga, de que el acontecimiento encuentre, en algún punto, inscripción.

Esto implica respetar los tiempos, los silencios, los modos en que el sujeto puede —o no— acercarse a lo que lo confronta. No hay técnica para el trauma, pero sí hay ética.

Bibliografía sugerida
Lacan, J. (1963). Seminario 10: La angustia.
→ Fundamental para pensar la angustia no como síntoma, sino como borde del objeto.
Winnicott, D. (1965). El miedo al derrumbe, en Exploraciones psicoanalíticas.
→ Texto clave para abordar experiencias de desintegración subjetiva.
Badiou, A. (1988). El ser y el acontecimiento. París: Seuil.
→ Aporta una concepción del sujeto como respuesta ética al acontecimiento.
Lévinas, E. (1961). Totalidad e infinito.
→ Para pensar la relación con el otro como experiencia fundante, incluso en lo extremo.

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