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domingo, 3 de agosto de 2025

El despertar al Otro: de la verdad a su vacilación

Entre los seminarios 14 y 20 se dibuja una confluencia clave en la enseñanza de Lacan. En el primero, llega a afirmar que el Otro es el cuerpo; en el segundo, sostiene que una mujer encarna una radicalidad del Otro. Ambas formulaciones, de alta densidad conceptual, permiten leer un movimiento en su pensamiento: del Otro como lugar de la palabra al Otro como lugar de su imposible.

Este desplazamiento señala una torsión decisiva: ya no se trata simplemente del Otro del significante, del saber o de la verdad, sino de un Otro agujereado, solidario del impasse que lo real impone a lo simbólico. Dicho de otro modo, el Otro deja de ser garante para volverse, más bien, índice de una falla estructural.

En este punto, la figura de la mujer —en tanto no-toda— permite una articulación singular. No es que “la mujer” diga la verdad del Otro, sino que ella testimonia, por su modo de goce, de que el Otro vacila. Es en este sentido que Lacan puede hablar de un “rasgo de no fe de la verdad”: el saber no se sostiene ya como totalidad, sino como saber agujereado. Y ese agujero, lejos de ser un defecto, se convierte en brújula clínica.

El matema del significante de una falta en el Otro no es sólo un escándalo teórico: es una orientación para la praxis. Si el psicoanálisis se funda en esa falta —en su escritura, en su borde—, la pregunta que se abre para el trabajo clínico es:
¿qué sería que un sujeto despierte a esto?

El verbo “despertar” podría parecer impropio o demasiado cercano a una metáfora espiritualista. Pero su sentido se aclara si se lo articula a la lógica del fantasma: fantasma como sostén que permite al sujeto dormir el sueño de la verdad, soñar con un saber pleno, consistente, sin falla.

Entonces, ¿qué sería ese despertar? No se trata, ciertamente, de acceder a un nuevo saber articulado. Despertar no es saber más, sino inventar un hacer posible allí donde no hay garantías, allí donde la falta en el Otro no es sólo reconocida, sino atravesada.

Es esta operación la que da lugar, una y otra vez, a la pregunta: ¿qué es salir de la necedad?

No una iluminación, no un acto de comprensión, sino el momento en que el sujeto, sin garantía, hace con lo que no cierra. Ahí donde la verdad flaquea, algo del sujeto puede comenzar.

miércoles, 30 de julio de 2025

Salir de la necedad: entre el malestar, el semblante y el lapsus del nudo

Lacan propone el salir de la necedad como orientación ética del psicoanálisis. No se trata simplemente de comprender lo humano, sino de intervenir en sus consecuencias: las del malestar estructural que introduce el lenguaje y que se inscribe en el cuerpo hablante. En este sentido, el psicoanálisis no es una reflexión, sino una praxis: un acto con consecuencias sobre el sujeto.

Sin embargo, es necesario advertir una distinción crucial: el malestar no se confunde con el “penar de más”. El primero es efecto directo de la inscripción del sujeto en el campo del lenguaje, solidario de la renuncia pulsional que impone la cultura —como lo mostró Freud. El segundo, en cambio, introduce un excedente, un plus de sufrimiento que no se reduce al malestar estructural, y que solo puede conmoverse a partir de un enterarse que no es insight, sino confrontación con lo horroroso del saber.

El psicoanálisis, en tanto discurso, no solo nombra esa aporía de lo simbólico, sino que la encarna. La experiencia analítica confronta al sujeto con un límite: el del semblante mismo. Salir de la necedad implica entonces construir una relación con ese límite, una ética que no se funda en el saber, sino en su hiancia.

Una vía posible para abordar esta cuestión es la de problematizar la relación entre sentido y semblante, en especial considerando la diferencia entre la función del S1 y la del falo como letra. Introducir la problemática del sentido ya implica trazar el horizonte topológico del trabajo analítico. No se trata de interpretar significados, sino de orientarse —y aquí la noción de orientación topológica cobra fuerza— en el campo de los nudos, de las superficies, del anudamiento.

En esa orientación, el sentido se distancia de la significación y se pliega en torno a lo que falla en el nudo. El lapsus del anudamiento no es un accidente sino una vía de lectura: ¿cómo participa ese fallo en la posibilidad misma de salir de la necedad? Esa es la pregunta que deja abierta toda clínica que, más allá del sentido, se disponga a alojar el horror del saber y sus efectos en lo real.

lunes, 2 de junio de 2025

Del decir al amor: lo real como límite y horizonte de la práctica analítica

El texto L’Etourdit, además de ser uno de los escritos más complejos de Jacques Lacan, marca un momento de transición en su enseñanza y se presenta como un intento de respuesta a una pregunta crucial que atraviesa la clínica: ¿cómo salir de la necedad?

Este interrogante no es menor, ya que implica considerar qué puede llegar a saber un analizante en su recorrido, pero siempre en relación a un límite —ese punto de tope que no se deja simbolizar ni asimilar por completo. Por eso, Lacan afirma hacia el final de L’Etourdit:
… de este juego del dicho al decir, hacer su demostración clínica. ¿Dónde mejor he hecho sentir que con lo imposible de decir se mide lo real en la práctica?

Ese pasaje del dicho al decir introduce la dimensión de lo imposible como modo de medir lo real. En otras palabras, salir de la necedad supone confrontarse con lo que no puede escribirse, con lo que escapa al saber— y allí se sitúa lo real.

Esta pregunta tiene una orientación eminentemente clínica, porque apunta a aquello que en el sujeto hablante determina su sexualidad y, con ello, condiciona la praxis analítica misma. Por eso, Lacan se ve llevado a replantear la noción misma de interpretación:
¿Qué forma tendría una interpretación capaz de hacer resonar lo real, de “morderlo”?

Si lo real impone su límite a la práctica, y esto exige reformular la estructura de la interpretación, entonces también se vuelve indispensable reconsiderar el estatuto de la transferencia. Esto nos conduce a un punto clave en L’Etourdit: un replanteo profundo y novedoso del campo del amor, que se desarrolla no solo desde una perspectiva lógica-modal sino también topológica, a partir del no-todo.

Así como antes nos preguntábamos cómo puede una interpretación tocar un real, ahora el interrogante se vuelve más radical:
¿cómo pensar un amor que no excluya lo real, sino que logre alojarlo?

Este es uno de los movimientos más audaces de Lacan: pasar del intento de escribir lo real con el significante, al intento de alojar su imposible en el amor, sin que por ello se borre su hiancia.