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viernes, 11 de abril de 2025

La Lltra, el Otro y la falta de referente: del signo cultural al lazo simbólico

La historia de los alfabetos muestra que las letras han estado siempre ligadas a la producción cultural. Su inscripción en objetos cotidianos —como en la alfarería y en las escrituras sobre vasijas— revela que, desde sus orígenes, la letra porta una marca de procedencia, una inscripción contextual. En este sentido, puede decirse que la letra sitúa un marco simbólico, un contexto cultural que remite al campo del Otro.

Desde esta perspectiva, es claro que la letra puede tener una función connotativa: evoca, alude, inscribe un sentido ligado a un lugar, a una tradición o a un colectivo simbólico. Sin embargo, lo que Lacan persigue al servirse de la letra no es este aspecto connotativo, sino más bien su dimensión denotativa, allí donde se despega del sentido y apunta a lo literal, lo no interpretativo.

En este nivel denotativo, la letra no representa un significado, sino que señala una falta de referente. La letra, entonces, no colma el hueco que deja esa falta; por el contrario, la pone en evidencia. Lo que sí viene a colmar ese vacío son los efectos semánticos del discurso, que se apoyan en las connotaciones para producir una identidad ficcional en el hablante, que le da la ilusión de completud.

Ahora bien, para que la letra pueda adquirir esta función estructural, debe recorrer un camino lógico. Ese trayecto implica un tiempo: en un primer momento, la letra es un efecto del discurso. Pero para que esa letra tome forma, para que pueda ser delimitada, es necesario un lector. Lacan lo afirma en el Seminario 18:
Lo bueno de cualquier efecto de discurso es que está hecho de letra.
Esta afirmación refuerza el lazo entre letra y Otro, ya que sólo en relación con un lector —con una posición de lectura— la letra se constituye como tal.

Es cierto que persiste una tensión entre letra y escritura. Sin embargo, también es evidente que no hay escritura sin letra, y más aún, sin lector. Es esta tríada —letra, escritura y lector— la que permite entender los desarrollos que Lacan realiza entre los Seminarios 18 y 20, donde la escritura se define por su inscripción en el campo del Otro.

Podemos decirlo de manera nodal: no hay escritura sin Otro, así como no hay síntoma —como condición del lazo— sin la presencia del Otro. Esta afirmación abre paso a una relectura de la castración, ya no sólo desde la falta simbólica, sino desde la imposibilidad estructural de una escritura plena, de una inscripción que colme el hueco del ser hablante.

sábado, 15 de marzo de 2025

El nombre propio y la necesidad en Kripke: Una aproximación a la lógica del nombrar

Saul Kripke, en su libro El nombrar y la necesidad (Naming and Necessity, 1980), revoluciona la filosofía del lenguaje y la metafísica al replantear el concepto de nombres propios, la necesidad modal y la identidad a través de los mundos posibles. Se basa en una serie de conferencias dadas en 1970 en la Universidad de Princeton y representa una crítica radical a la teoría descriptivista de los nombres propia de Frege y Russell.

1. Crítica a la teoría descriptivista

La teoría clásica sostenía que un nombre propio equivale a una descripción definida que identifica al objeto. Por ejemplo, “Aristóteles” podría equivaler a “el maestro de Alejandro Magno” o “el autor de la Metafísica”. Para Kripke, esta idea es errónea por varias razones:

  • Si Aristóteles no hubiera sido maestro de Alejandro, ¿seguiría siendo Aristóteles? Sí, porque su identidad no depende de una descripción particular.
  • Diferentes personas pueden tener descripciones distintas de Aristóteles, lo que haría que el nombre se refiriera a cosas diferentes, lo cual es absurdo.
2. Teoría causal del nombrar

Kripke propone que los nombres propios no son descripciones sino designadores rígidos:

  • Un nombre propio se fija en un acto de bautismo original.
  • Luego, se transmite a través de una cadena causal de usos en la comunidad lingüística.
  • Así, “Aristóteles” se refiere al mismo individuo en cualquier contexto, sin necesidad de apelar a una descripción.
3. Designadores rígidos y necesidad

Kripke introduce la noción de designadores rígidos, que son términos que refieren al mismo objeto en todos los mundos posibles en los que ese objeto existe.

  • Ejemplo: “El agua es H₂O” es una verdad necesaria porque en cualquier mundo donde exista agua, será H₂O.
  • En cambio, “el presidente de EE.UU. en 2024” no es un designador rígido, porque podría haber sido otra persona.
4. Implicaciones filosóficas
  • Distingue necesidad, contingencia y a posteriori: Se pensaba que todo lo necesario era conocido a priori, pero Kripke muestra que hay verdades necesarias a posteriori (como “El oro es el elemento con número atómico 79”).
  • Impacto en la metafísica: Su teoría refuerza la idea de la identidad esencial: un objeto tiene ciertas propiedades esenciales que lo definen en cualquier mundo posible.

El nombrar y la necesidad cambia la forma en que entendemos los nombres, la identidad y la referencia, y sigue siendo un texto fundamental en filosofía del lenguaje y metafísica. 

El libro El nombrar y la necesidad de Saul Kripke resulta fundamental para explorar la relación entre el nombre propio y los modos lógicos. Aunque sus planteos no son equivalentes a los de Lacan, tampoco diría que se encuentran en posiciones opuestas.

Desde el título mismo, Kripke vincula el acto de nombrar con la lógica modal, introduciendo el problema del referente, algo especialmente complejo cuando se trata de un nombre propio. Esto abre la cuestión de la denotación y la connotación, es decir, no solo qué cosa es el referente de un nombre, sino también si un nombre posee o no un sentido intrínseco.

Kripke y la Cuestión del Referente

Kripke parte de la idea de una descripción definida, que puede formalizarse como:

Lo que se pregunta es si esta descripción necesariamente implica un sentido, o si el referente puede establecerse sin pasar por él. Así, su propuesta se distancia tanto de Russell como de Frege, lo que resulta llamativo, ya que suele considerarse que ambos comparten una perspectiva común sobre la relación entre nombre y significado.

El problema que Kripke plantea podría formularse así: ¿una descripción definida es necesariamente contingente, o hay en ella algo constante que la hace necesaria? Su interés radica en encontrar aquello que permanece invariable en la nominación, estableciendo un vínculo entre la necesidad y la identidad.

El Nombre como Fijación y el Designador Rígido

Kripke sostiene que un nombre propio no es una simple abreviatura de una descripción, ya que referirse a algo no es lo mismo que atribuirle propiedades. En este punto, su planteo se aproxima al de Lacan, aunque sin ser completamente equivalente.

El nombre fija un referente, y a lo largo del libro, Kripke explora diferentes modos y estatutos de anclaje, lo que lo lleva a formular su concepto de designador rígido: un término que designa el mismo objeto en todos los mundos posibles en los que este existe.

Esta noción resuena con el problema lacaniano del anclaje significante, en la medida en que introduce un punto de fijación que estructura la referencia. Así, el trabajo de Kripke ofrece herramientas para pensar cómo un nombre puede operar más allá de la mera significación, abriendo una vía de análisis que puede articularse con la lógica lacaniana.

jueves, 6 de marzo de 2025

Frege, Lacan y el semblante: Un análisis lógico y psicoanalítico

Gottlob Frege, en su obra "Los fundamentos de la aritmética" (1884) y en sus escritos posteriores, aborda el problema del paso del 0 al 1 dentro del marco de su lógica matemática y su teoría de los números. Su enfoque está basado en la lógica y la teoría de conjuntos, tratando de definir los números de manera rigurosa a partir de conceptos puramente lógicos.

El Problema del Paso del 0 al 1. Frege se pregunta cómo se justifica la existencia del número 1 si partimos desde 0. Su solución se basa en su definición lógica de número mediante conceptos y clases.
  1. Definición de 0: Frege define el número 0 como la clase del concepto "ser idéntico a un objeto que no existe" (es decir, el concepto vacío).
  2. Definición de 1: Para obtener el 1, Frege introduce la noción de sucesor, que se fundamenta en el principio de extensión de conjuntos. Un número 
    nn

El paso del 0 al 1 ocurre mediante la introducción de un nuevo concepto que no es vacío. Cuando existe al menos un objeto que satisface un concepto, el conjunto deja de ser vacío y adquiere el cardinal 1.

Conclusión: Para Frege, el paso del 0 al 1 no es simplemente la agregación de un elemento, sino la transición de la ausencia absoluta (0) a la existencia de una unidad conceptual (1). Esta transición está garantizada por las reglas de la lógica y no por una intuición aritmética previa. 

Un análisis detallado de la influencia del pensamiento de Frege en Lacan permite formular la siguiente hipótesis: existe una conexión entre dos de los planteos fundamentales de Frege—el paso del 0 al 1 y la diferencia entre sentido y referente—que Lacan retoma en su teoría. Esta relación opera como el marco conceptual en el que se inscribe el semblante dentro del psicoanálisis.

A partir de diversas elaboraciones, el objeto a adquiere el rol de referencia lógica al comandar el discurso analítico. Su articulación con el semblante se sostiene en su función nominativa dentro de la estructura discursiva.

La distancia entre el 0 y el 1 es fundamental, pues permite sostener la serie numérica a partir de lo no idéntico a sí mismo, otorgándole así un valor operatorio. Desde el punto de vista conceptual, el 0 se asocia a un vaciamiento fundante, una idea que puede rastrearse en Freud y Lacan. En este sentido, el 0 se erige como la condición del sujeto, dado que Lacan parte de la falta de sujeto en el proceso de alienación. Así, el sujeto queda situado entre el 0 y el 1, lo que lo vuelve no enumerable y permite definirlo como un conjunto vacío.

Desde una perspectiva numérica, el 0 cuenta como 1, posibilitando la inscripción de lo imposible de contar dentro de la serie. Conceptualmente, se asocia a lo no idéntico a sí mismo, lo que explica su extensión nula: es el número que refleja la ausencia de objetos subsumidos. De este modo, el 0 funciona como una inscripción de la falta, sosteniendo tanto el inicio como la posibilidad del encadenamiento lógico. El semblante, a su vez, presupone esta lógica, lo que implica que la verdad es un efecto del discurso.

Frege, en su texto “Sobre sentido y referencia”, establece una distinción crucial entre referencia, sentido y representación. La representación, al situarse en el ámbito subjetivo, queda fuera del análisis, ya que el sujeto fregeano no es psicológico ni subjetivista. En cambio, el sentido opera como un término intermedio entre referencia y representación, lo que permite su universalización e inclusión en el campo del conocimiento.

Por otro lado, la referencia establece el valor veritativo del pensamiento, aunque no necesariamente lo inscribe en el conocimiento. Así, Frege sostiene que "la referencia de un enunciado es su valor veritativo", lo que implica que la verdad no depende del objeto, sino del concepto que la hace posible.

Desde esta perspectiva, el semblante se articula con el vacío que sustenta la verdad. Al ser un efecto del discurso, la verdad requiere del Otro y del significante, lo que la hace depender de la lógica del semblante. Esto refuerza la idea de que un psicoanálisis no es una experiencia de conocimiento, sino un proceso que opera dentro de la estructura del lenguaje y la falta.