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martes, 9 de septiembre de 2025

"Exclusión interna", división del sujeto y estatuto del objeto

La noción de una “exclusión interna” introduce un modo inédito de pensar la división del sujeto. En la Spaltung freudiana, el objeto a se inserta como suplemento: intenta colmar la falta en ser del sujeto y, en ese movimiento, sostiene la función fantasmática de un “falso ser”.

Esta división no es accidental, sino constitutiva del campo analítico, y justifica la advertencia que Lacan formula en el Seminario 13 al subrayar el riesgo de las “buenas intenciones” del analista. El sujeto dividido no admite un suturamiento fácil: de allí la necesidad de una posición ética frente a la falta.

La división puede leerse desde distintas aristas. Una de ellas se sitúa en la hiancia entre saber y verdad, lo que Lacan denomina “frontera sensible”. Allí se dibuja un litoral topológico, que no admite la distinción fija entre interior y exterior. Ese borde señala que la operación analítica no consiste en integrar, sino en trazar una línea donde la estabilidad es imposible.

Las consecuencias de esta exclusión interna son decisivas: el sujeto no puede ser causa de sí. La causa queda desplazada, perdida, siempre “afuera”. Este afuera, lejos de reintegrar interior y exterior, señala la inaccesibilidad de la causa y la hiancia inevitable entre causa y efecto.

Del lado de la causa, se juega el estatuto del objeto. El modo de concebir la causalidad incide en cómo se comprende al objeto: si en términos de determinismo cerrado, o bien como aquello que ex-siste, fuera de toda clausura. Quizá lo que se impone sea una acomodación que permita tensionar causa y determinismo, abriendo la posibilidad de recortar, en las vueltas mismas del decir, el lugar desde donde el objeto insiste.

miércoles, 11 de junio de 2025

Creación, acto y causalidad: El giro lacaniano desde los escritos técnicos de Freud

El seminario Los escritos técnicos de Freud propone un trayecto que desemboca, hacia su final, en la noción de creación. Este concepto marca, en la escritura de Lacan, un viraje significativo: el que lo conduce hacia la lógica del acto. En este recorrido se entrelazan nociones como simbolización, comunicación, acto y creación, que configuran un marco lógico necesario para el surgimiento del sujeto.

La creación, según Ferrater Mora, puede entenderse en cuatro sentidos dentro de la filosofía. El cuarto de ellos —la creación ex nihilo— es aquel que Lacan retoma con mayor énfasis. Esta expresión, de origen religioso, proviene de la tradición judeocristiana y se distingue por su contraste con la concepción helénica del origen.

El pensamiento griego, en particular la fórmula atribuida a Parménides ex nihilo nihil fit (“de la nada, nada surge”), establece una frontera clara con la lógica judeocristiana, que concibe la posibilidad de un principio radical, no derivado. Ferrater subraya que esta concepción implica una causalidad eficiente absoluta y divina, lo que introduce elementos fundamentales para el pensamiento lacaniano.

Entre ellos, destaca el de causalidad, noción central en la obra de Lacan, quien la articula en oposición a toda lectura finalista o psicogenética del sujeto. En su propuesta, la causa no remite a un origen lineal o mecánico, sino a una irrupción: un acto inaugural, una apuesta cuyo desenlace es imposible de anticipar. Esta lógica se hace evidente en su propio movimiento teórico, al relanzar el psicoanálisis bajo el nombre de “causa freudiana”.

jueves, 27 de marzo de 2025

Causalidad y real

Desde sus primeras formulaciones, Lacan aborda el problema de la causalidad en psicoanálisis en diálogo con Freud. A lo largo de su desarrollo teórico, su enfoque lo lleva a articular la causa con el inconsciente, estableciendo un ensamblaje entre este último y lo real.

La inclusión de lo real en la causalidad psicoanalítica se debe a que la causa no implica un cierre ni una totalización. En cambio, se enlaza con la hiancia, una brecha ontológica que marca una discontinuidad esencial. De este modo, la causa no puede pensarse en términos de falta, ya que esta supone una estructura organizada alrededor de lo que podría completarse. En lugar de eso, la causa se vincula con lo que no hay, desafiando la idea de una relación lineal entre causa y efecto. Sin esta hiancia, la causa quedaría reducida al determinismo.

Desde esta perspectiva, la causa en psicoanálisis no responde a un principio de racionalidad, sino que está ligada a una vacilación del sentido, quedando asociada a la indeterminación. Como señala Lacan:

"El inconsciente nos muestra la hiancia por donde la neurosis empalma con un real; real que puede muy bien, por su parte, no estar determinado".

El inconsciente se estructura como un corte en acto, delimitando el campo del sujeto y el campo del Otro a través de la función topológica del borde. La neurosis, en este contexto, opera como una cicatriz, una sutura que cubre el corte con una estructura ficcional, tramando un relato que intenta dar cuenta de lo que no cesa de no escribirse.

Desde esta formulación, Lacan distingue dos dimensiones en la estructura del inconsciente:

  1. El entramado significante, que se articula con la verdad.
  2. Su ex-sistencia, es decir, aquello que queda sin realizarse, marcando la presencia de lo real en la estructura psíquica.

miércoles, 26 de marzo de 2025

La causa en psicoanálisis: entre la síncopa y lo inaprehensible

En psicoanálisis, la noción de causa se introduce a través de una síncopa, un corte que afecta la posición del objeto. María Moliner, en su diccionario, señala que el término "síncopa" proviene de una raíz etimológica asociada al acortamiento, al acto de cortar. En gramática, esto se vincula con el apócope, una reducción que modifica la estructura de una palabra.

Lacan, al abordar la causa, la vincula al “corte significante” que marca el cuerpo, refiriéndose a ella como una "tripa causal", una metáfora que resalta su relación con lo vivo, con lo que escapa a la mortificación impuesta por el significante. Esta idea subraya que la causa es, en esencia, inaprehensible, ya que se sostiene en la pérdida del objeto.

Aunque ciertos entramados discursivos permiten situar la causa, esta permanece fuera del alcance tanto de la razón simbólica como del conocimiento imaginario. Lacan la diferencia del "Nous anaxagórico", el principio filosófico griego que concebía la causa como un elemento elevado y organizador del universo. Mientras que en el pensamiento mítico la causa final estructura el sentido, en psicoanálisis la causa del deseo se liga a la estructura en términos de una necesariedad no garantizada, una formulación aparentemente paradójica.

El deseo se estructura en el fantasma, proceso que implica una síncopa del objeto, haciéndolo desaparecer u ocultándose tras la trama significante. Ante la falta de una causa final, el sujeto se posiciona desde la certeza: el "sujeto de la certeza" es aquel dividido por la causa, un punto en el que no hay vacilación subjetiva, lo que permite su abordaje. Esta certeza, sin embargo, no es la de la causa final mítica, sino el índice de lo real en juego, diferenciándose de la sombra de certeza que aquella ofrece.

jueves, 20 de marzo de 2025

La paradoja de la causa y el deseo

Desde sus primeros desarrollos, la enseñanza de Lacan introduce elementos topológicos que desafían las concepciones tradicionales de estructura. En Función y campo..., por ejemplo, el toro le permite concebir un “centro exterior al lenguaje”, un aparente contrasentido que marca una ruptura con la lógica del interior y el exterior.

Esta misma línea se refuerza en el seminario 13, donde Lacan formula la idea de que el sujeto está en una “exclusión interna de su objeto, señalando así que la estructura psicoanalítica no sigue el modelo clásico de la causalidad. Dicha exclusión impide que el sujeto sea causa de sí mismo; la causa está siempre “afuera” (entre comillas), en tanto perdida.

Con esta formulación, Lacan radicaliza la subversión freudiana de la causalidad al introducir un hiato entre causa y efecto: hay una brecha irreductible que impide su continuidad. En esta lógica, el deseo se sitúa como efecto de la causa, pero un efecto no efectuado. Esto implica que la causa nunca se inscribe del todo, dejando una marca real que escapa al determinismo y a la posibilidad de ser dicha completamente.

Este enfoque tiene consecuencias clínicas fundamentales: si el deseo es la brújula del análisis, su estatuto de efecto no efectuado abre una posibilidad de trabajo en la transferencia. Sin embargo, este margen de apertura no garantiza que el deseo no termine fijándose como destino, mostrando así los límites de la intervención analítica.

miércoles, 29 de enero de 2025

La causalidad en el psicoanálisis: más allá del determinismo

La causalidad, entendida como la forma de abordar y conceptualizar la causa en el sujeto, tiene un papel central en el psicoanálisis. A menudo, se tiende a reducirla erróneamente al objeto a, en tanto real, como causa del deseo. Sin embargo, para Lacan, el problema de la causalidad trasciende esta definición y constituye una interrogación fundamental sobre lo que posee un valor causal.

Desde su perspectiva, alineada con un planteo creacionista que postula la preexistencia del orden simbólico, Lacan introduce la idea de la eficacia simbólica como causa, en oposición a lo que denomina el "órgano-dinamismo". Este enfoque le permite más adelante conceptualizar al significante como causa material del inconsciente, subrayando que el inconsciente existe por el hecho de que somos seres hablantes.

Además, la causalidad se entrelaza con las operaciones fundamentales que posibilitan el devenir del sujeto. La alienación y la separación, por ejemplo, son procesos que Lacan formula en una coordinación lógica y topológica, inseparables en su desarrollo. Estos movimientos del sujeto implican una falta o hiancia entre la causa y su efecto, otorgando a esta ausencia un valor causal en sí misma.

Este planteamiento permite desvincular la causalidad del determinismo, abriendo nuevas posibilidades para pensar la eficacia clínica del psicoanálisis. Así, se establece que no hay causa sin pérdida: la falta no solo media entre causa y efecto, sino que también constituye el eje desde el cual se comprende la causalidad en su relación con el sujeto y su deseo.