Mostrando las entradas con la etiqueta modal. Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas con la etiqueta modal. Mostrar todas las entradas

miércoles, 4 de junio de 2025

El inconsciente y la letra: más allá de lo psíquico

Quisiera comenzar con una pregunta que, lejos de ser retórica, organiza todo este planteo: ¿es posible subsumir el inconsciente dentro del campo de lo psíquico? La respuesta, desde la lectura que propongo, es rotundamente no. Uno de los desarrollos que más claramente pone en evidencia esta imposibilidad se encuentra en los seminarios 20 al 22 de Lacan.

En esos seminarios, Lacan aborda el inconsciente desde el sesgo de la escritura, y desde allí puede afirmar que el inconsciente "converge entre lo modal y lo nodal". Según la RAE, "converger" implica coincidir en una misma posición frente a algo debatido, o también acercarse a un punto límite. En este marco, lo modal (las modalidades del decir) y lo nodal (los puntos de anudamiento estructural) funcionan como coordenadas donde se hace posible delimitar un fallo, una falla estructurante. De ahí que Lacan recurra a la escritura.

Lo escrito es definido por él como algo “peliagudo”, es decir, complejo, difícil de resolver. Incluso, siguiendo a María Moliner, algo apresurado o precipitado. Parte de esta dificultad radica en que un escrito no está hecho para ser leído, una idea que Lacan ya venía trabajando desde la publicación de sus Écrits. Si no es para leer, entonces ¿para qué es?

Para situar un lazo. Lo escrito sirve para ubicar al inconsciente como texto, como estructura de letra, dado a leer. Este lazo entre la letra y la escritura, que no está exento de complicaciones, funda el campo del decir en psicoanálisis. Apostar a llevar lo escrito al decir no es un mero juego formal: se trata de una apuesta clínica, una pregunta vigente en ese momento de la obra de Lacan: ¿es posible un decir que saque al sujeto de la necedad?

La necedad, en este contexto, no es una contingencia que sobreviene: el inconsciente la implica, porque arrastra consigo lo imposible de escribir. Por eso, la necedad no es simplemente ignorancia, sino una negativa a saber, un no querer saber de lo imposible, o incluso un no querer saber ese imposible.

Y frente a ese imposible, lo psíquico no puede más que aparecer como un entramado ficcional, solidario de lo que Lacan llamó, con una expresión bellísima, las ficciones de la mundanidad.

lunes, 2 de junio de 2025

De la topología al nudo: implicancias clínicas del anudamiento borromeo

En múltiples ocasiones hemos señalado que la topología constituye un punto de arribo necesario en el recorrido teórico de Lacan. Sin embargo, esta afirmación puede ser engañosa si no se matiza: más que un destino final, la topología se revela como un punto de partida. Es el resultado de una lógica interna en la obra de Lacan que lo conduce progresivamente hacia ella, no como conclusión cerrada, sino como apertura conceptual. En este sentido, se vuelve un recurso central cuando se aborda lo real como impasse estructural en la práctica analítica.

Particularmente en el marco de la lógica nodal, lo real se ve implicado a partir de la falla del anudamiento —falla que define a la estructura misma— y por la función que cumple un cuarto elemento, cuya intervención no se limita a obturar dicha falla, sino que introduce una suplencia de otra índole. Suplir, aquí, no es lo mismo que tapar.

Esto nos conduce a una pregunta fundamental: ¿qué especificidad tiene lo nodal frente a lo modal, si ambos operan con términos semejantes?

A partir de esta interrogación se abren diversas líneas de reflexión. En primer lugar, lo nodal permite una demostración estructural en lo real, lo cual implica una manipulación de las consistencias. En segundo lugar, posibilita por primera vez un anudamiento de lo real con los otros dos registros (imaginario y simbólico), conservando no obstante su carácter ex-sistente. Por último, introduce una superación del abordaje dual del campo del goce, al abrir la dimensión de una terceridad: con la cadena borromea se distinguen tres campos de goce, y no simplemente dos como hasta entonces.

Si este pasaje torna posible una cierta salida de la necedad —tal como Lacan lo sugiere—, ¿qué efecto podría leerse en el sujeto? No se trata, ciertamente, de un sujeto desengañado, ya que eso implicaría una forma sutil de idealización de la demanda. Más bien, Lacan introduce una formulación enigmática: se trata de “fallar de la buena manera”. ¿Pero cuál es esa “buena” manera de fallar?

Aunque la expresión parece contener una evaluación, Lacan disipa esa ilusión al hablar del “buen incauto”. Este no es quien se cree portador o destinatario de alguna verdad, sino precisamente aquel que ha sido despojado de esa creencia. El buen incauto, entonces, no es el ingenuo, sino quien ha perdido la ilusión de ocupar un lugar privilegiado respecto a la verdad.

Del amor necesario al amor como invención: entre nudos, suplencias y contingencias

Abordar el campo del amor desde la tensión entre lo necesario y lo contingente permite visibilizar dos formas de su inscripción subjetiva: un amor sostenido en la ilusión de un todo armonioso, garantizado; y otro, más cercano a la ética del psicoanálisis, que toma como punto de partida la falta de garantías, el desencuentro estructural, e incluso, lo imposible mismo. ¿Por qué? Porque aun cuando el encuentro se produce, lo que se halla nunca coincide plenamente con lo esperado —se lo sepa o no—. Allí se inscribe la contingencia del amor.

Este trabajo se ubica primero en una perspectiva modal. Lacan dará un paso más allá al articularlo en clave nodal, donde el amor se piensa como aquello que “media” entre las tres consistencias: Real, Simbólico e Imaginario.

Pero ¿qué implica esa función de medio? ¿Significa acaso una mediación conciliadora? No exactamente. En la lógica borromea, Lacan introduce la idea de que el nudo está siempre amenazado por una falla en el anudamiento —una especie de “lapsus estructural”—. Es allí donde el amor interviene como suplencia, un intento de anudar lo que no logra cerrarse por sí solo. Este recurso, sin embargo, está determinado por la posición que el sujeto ocupa respecto del Otro.

Si el nudo es soporte del sujeto, el encadenamiento que se produce cuando ese Otro ya no opera como garante se convierte en terreno fértil para una invención. Y esto no sólo en el trabajo clínico, sino también en la lectura de la última enseñanza de Lacan.

Ahora bien, ¿qué sucede cuando el sujeto —en su ambigüedad— consiente, aunque sea precariamente, al desasimiento de ese Otro? Tal vez, sin garantías, se abra la posibilidad de un “nuevo amor”. Uno que no repita el menú fantasmático, sino que lo abandone en favor de un lazo que inventa.

Este amor no se define por el objeto hacia el que se orienta, sino por la forma misma del lazo que se establece. Su diferencia radica en un cambio de dirección: ya no se trata de un circuito autorreferencial o autoerótico, sino de una orientación hacia el Otro sexo —aunque, como sabemos, ello no garantiza su alcance.

En definitiva, se trata de un amor que ya no busca completud ni se sostiene en la garantía del Uno, sino que hace lugar al agujero, al no-todo, y desde allí se inventa. Un amor que, más que colmar, anuda.

lunes, 19 de mayo de 2025

La paradoja del "al menos uno"

En su abordaje modal de la castración, Lacan establece la excepción lógica como el punto de partida, configurando un decir modal que habilita la posibilidad de un inicio.

Se trata de un “al menos uno” que, paradójicamente, se sustrae a la castración, escribiendo el lugar de lo que no queda alcanzado por ella. Esta posición excepcional es clave porque todo ser hablante, inmerso en el lenguaje, está condicionado por la castración. Así, el decir que funda esta excepción sostiene un universal, el cual se emplaza en el campo fálico.

De la relación entre este existencial y el universal que constituye, surge una contradicción fundamental que define al campo fálico.

Más allá del Mito: La Estructura de lo Imposible

Con esta formulación, Lacan transforma la lectura de “Tótem y Tabú”, alejándola de la categoría de mito y acercándola a una estructura lógica que trasciende la anécdota. De ahí que pueda definir el mito como un enunciado de lo imposible.

La escritura modal, por su parte, permite deslindar lo imposible en juego al articular los modos lógicos con los planteos de Frege y Gödel.

En esta escritura modal, la excepción deviene fundante al asumir el modo lógico de lo necesario. Es decir, la serie solo es posible por aquello que no entra en ella, sino que la sostiene. Desde este punto, Lacan forja la función del síntoma como anclaje del sujeto.

El Síntoma y la Función del Padre

En este entramado, se anudan tres dimensiones fundamentales:

  1. La castración
  2. La función del Padre como excepción
  3. El lugar y la operación del síntoma

Este lazo entre castración, Padre y síntoma es el paso previo para definir el lugar del Padre como síntoma en lo nodal.

lunes, 12 de mayo de 2025

Del mito a la estructura: La reconfiguración del Nombre del Padre

Entre los seminarios 16 y 18, Lacan lleva a cabo una reformulación de la estructura del discurso, lo que permite el paso de una concepción singular a una pluralidad estructurada: los cuatro discursos. Esta reconfiguración tiene un impacto significativo en su abordaje de la función paterna, desplazándola del orden serial del significante hacia una lógica primero modal y posteriormente nodal.

El Giro del Seminario 17: De S₂ a S₁. En el seminario 17, Lacan desarrolla un cambio clave que permite este desplazamiento: sitúa el Nombre del Padre no ya como un S₂, sino como un S₁.

Este movimiento implica un cambio fundamental en su operación:

  • Como S₂, el Nombre del Padre operaba en la metáfora paterna, elidiendo el significante del Deseo de la Madre.
  • Como S₁, en cambio, se convierte en el agente de la castración.

Si bien Lacan ya había planteado esta función en el seminario 4, en ese entonces aún dejaba un vacío en la tabla de las formas de la falta de objeto, pues el lugar del agente no estaba claramente definido. La dificultad radicaba en precisar la función del Padre, que se situaba en un punto intermedio entre castración y privación.

Del Mito a la Estructura: La Castración como Agente

En la clase 8 del seminario 17, Lacan retoma esta cuestión que había quedado sin resolver en su planteo inicial. Su respuesta se construye en un paso del mito a la estructura, lo que le permite sortear los impasses en la conceptualización de la función paterna.

Este cambio tiene un impacto crucial:

  1. El Nombre del Padre deja de ser una instancia puramente discursiva y pasa a operar dentro del orden del lenguaje.
  2. Su función se define ya no como un elemento de la narrativa mítica, sino como un agente estructural de la castración.

Este tránsito del mito a la estructura es el que permite situar la función del Padre en un plano que ya no depende de una historia o de una sucesión de significantes, sino que se inscribe en la lógica misma del lenguaje y la estructura del sujeto.

sábado, 15 de marzo de 2025

El nombre propio y la necesidad en Kripke: Una aproximación a la lógica del nombrar

Saul Kripke, en su libro El nombrar y la necesidad (Naming and Necessity, 1980), revoluciona la filosofía del lenguaje y la metafísica al replantear el concepto de nombres propios, la necesidad modal y la identidad a través de los mundos posibles. Se basa en una serie de conferencias dadas en 1970 en la Universidad de Princeton y representa una crítica radical a la teoría descriptivista de los nombres propia de Frege y Russell.

1. Crítica a la teoría descriptivista

La teoría clásica sostenía que un nombre propio equivale a una descripción definida que identifica al objeto. Por ejemplo, “Aristóteles” podría equivaler a “el maestro de Alejandro Magno” o “el autor de la Metafísica”. Para Kripke, esta idea es errónea por varias razones:

  • Si Aristóteles no hubiera sido maestro de Alejandro, ¿seguiría siendo Aristóteles? Sí, porque su identidad no depende de una descripción particular.
  • Diferentes personas pueden tener descripciones distintas de Aristóteles, lo que haría que el nombre se refiriera a cosas diferentes, lo cual es absurdo.
2. Teoría causal del nombrar

Kripke propone que los nombres propios no son descripciones sino designadores rígidos:

  • Un nombre propio se fija en un acto de bautismo original.
  • Luego, se transmite a través de una cadena causal de usos en la comunidad lingüística.
  • Así, “Aristóteles” se refiere al mismo individuo en cualquier contexto, sin necesidad de apelar a una descripción.
3. Designadores rígidos y necesidad

Kripke introduce la noción de designadores rígidos, que son términos que refieren al mismo objeto en todos los mundos posibles en los que ese objeto existe.

  • Ejemplo: “El agua es H₂O” es una verdad necesaria porque en cualquier mundo donde exista agua, será H₂O.
  • En cambio, “el presidente de EE.UU. en 2024” no es un designador rígido, porque podría haber sido otra persona.
4. Implicaciones filosóficas
  • Distingue necesidad, contingencia y a posteriori: Se pensaba que todo lo necesario era conocido a priori, pero Kripke muestra que hay verdades necesarias a posteriori (como “El oro es el elemento con número atómico 79”).
  • Impacto en la metafísica: Su teoría refuerza la idea de la identidad esencial: un objeto tiene ciertas propiedades esenciales que lo definen en cualquier mundo posible.

El nombrar y la necesidad cambia la forma en que entendemos los nombres, la identidad y la referencia, y sigue siendo un texto fundamental en filosofía del lenguaje y metafísica. 

El libro El nombrar y la necesidad de Saul Kripke resulta fundamental para explorar la relación entre el nombre propio y los modos lógicos. Aunque sus planteos no son equivalentes a los de Lacan, tampoco diría que se encuentran en posiciones opuestas.

Desde el título mismo, Kripke vincula el acto de nombrar con la lógica modal, introduciendo el problema del referente, algo especialmente complejo cuando se trata de un nombre propio. Esto abre la cuestión de la denotación y la connotación, es decir, no solo qué cosa es el referente de un nombre, sino también si un nombre posee o no un sentido intrínseco.

Kripke y la Cuestión del Referente

Kripke parte de la idea de una descripción definida, que puede formalizarse como:

Lo que se pregunta es si esta descripción necesariamente implica un sentido, o si el referente puede establecerse sin pasar por él. Así, su propuesta se distancia tanto de Russell como de Frege, lo que resulta llamativo, ya que suele considerarse que ambos comparten una perspectiva común sobre la relación entre nombre y significado.

El problema que Kripke plantea podría formularse así: ¿una descripción definida es necesariamente contingente, o hay en ella algo constante que la hace necesaria? Su interés radica en encontrar aquello que permanece invariable en la nominación, estableciendo un vínculo entre la necesidad y la identidad.

El Nombre como Fijación y el Designador Rígido

Kripke sostiene que un nombre propio no es una simple abreviatura de una descripción, ya que referirse a algo no es lo mismo que atribuirle propiedades. En este punto, su planteo se aproxima al de Lacan, aunque sin ser completamente equivalente.

El nombre fija un referente, y a lo largo del libro, Kripke explora diferentes modos y estatutos de anclaje, lo que lo lleva a formular su concepto de designador rígido: un término que designa el mismo objeto en todos los mundos posibles en los que este existe.

Esta noción resuena con el problema lacaniano del anclaje significante, en la medida en que introduce un punto de fijación que estructura la referencia. Así, el trabajo de Kripke ofrece herramientas para pensar cómo un nombre puede operar más allá de la mera significación, abriendo una vía de análisis que puede articularse con la lógica lacaniana.

jueves, 13 de marzo de 2025

Del semblante al sentido: entre lo modal y lo nodal

¿Cuál es la relación entre el semblante y el sentido, especialmente en el tránsito que se da entre lo modal y lo nodal?

Este cuestionamiento se enlaza con otro que Lacan plantea: la diferencia entre el falo como letra y el S1. Se trata de dos modalidades distintas de la letra. A partir de la estructura de los discursos, Lacan comienza a definir el S1 como un significante-letra, lo que constituye un paso lógico previo a lo modal.

El Falo como Letra y el S1: Dos Inscripciones del Límite
  • El falo como letra sostiene el campo del semblante y se asocia a la posibilidad de predicación, aunque trasciende la mera atribución. En términos de la lógica de Bourbaki, designa un conjunto, parodiando la imposibilidad de escribir la relación sexual.
  • El S1, en cambio, introduce un elemento más real, simbolizando el fracaso del sentido. Como significante de la inexistencia, escribe lo que la función fálica vela a través de la metáfora.

Lacan, en Aún, examina diversas letras, cada una marcando bordes distintos. La discordancia entre el falo-letra y el S1 señala un cambio en la manera de abordar el sentido:

  1. Inicialmente, se lo considera un efecto de significación.
  2. Luego, se reconoce la imposibilidad de un sentido sexual.
  3. Finalmente, el sentido se orienta hacia una función que lo vuelve dependiente del Nombre del Padre.
¿Lo Modal como Velo del Sentido Nodal?

Esta evolución permite plantear una pregunta: ¿el sentido, en su inscripción nodal, marca una diferencia que lo modal oculta o vela?

Si aceptamos esta premisa, el paso de lo modal a lo nodal no es meramente un cambio teórico, sino una necesidad estructural. Lo modal no supliría el sentido, sino que lo ocluye mediante la parodia, evitando enfrentarse con la imposibilidad real que el sentido nodal revela.

miércoles, 12 de febrero de 2025

El amor más allá del fantasma: Entre lo modal y lo nodal

¿Qué es el amor más allá del fantasma? Este cuestionamiento abarca un extenso recorrido, especialmente significativo en el contexto de la práctica analítica, donde la transferencia y las posiciones asumidas por el analista juegan un papel central.

Lacan responde a esta pregunta mediante lo modal y lo nodal, dos lógicas que forman parte de una serie, un trayecto que delimita cómo incidir sobre lo real más allá del principio de contradicción. Este proceso no solo reformula la lógica subyacente a la sexuación del hablante, sino que también aborda de manera novedosa la castración y el impasse inherente a lo sexual en el ser hablante.

El amor, en este marco, emerge como un intento de suplir la ausencia de relación sexual, tal como Lacan afirma en Aún: “El amor suple la ausencia de relación sexual”. Esto implica que el amor opera como una respuesta, a menudo en la forma de un síntoma, a aquello que no cesa de no escribirse.

El Amor entre Dos Campos de Goce

Desde la lógica modal, el amor se distribuye en función de dos campos de goce: el fálico y el no-todo.

  1. El Campo Fálico:
    En este ámbito, el amor toma un carácter necesario. Aquí, se vincula con el síntoma como un intento de universalización. Es el lugar de la carta de amor, el reino de un encuentro deseado que se construye sobre la ilusión de lo posible y aspira a una universalidad simbólica.

  2. El Campo No-Todo:
    En contraste, el no-todo introduce una lógica contingente del amor. Este campo pone en evidencia la función de separación, el muro que distancia a un hombre de una mujer. Este "a-muro" resuena en el cuerpo pulsional, destacando la contingencia como su lógica predominante y situando el amor en el campo femenino.

Consecuencias en el Campo del Amor

Estas inflexiones nos llevan a considerar el amor como un fenómeno complejo que oscila entre lo necesario y lo contingente. En lo fálico, el amor organiza y da sentido; en el no-todo, el amor desborda, resuena en lo contingente y desafía las estructuras previas. Así, el amor más allá del fantasma se presenta como una respuesta singular al desarreglo del sujeto sexuado, un modo de bordear lo imposible y de reinventar el lazo con el Otro.