Saul Kripke, en su libro El nombrar y la necesidad (Naming and Necessity, 1980), revoluciona la filosofía del lenguaje y la metafísica al replantear el concepto de nombres propios, la necesidad modal y la identidad a través de los mundos posibles. Se basa en una serie de conferencias dadas en 1970 en la Universidad de Princeton y representa una crítica radical a la teoría descriptivista de los nombres propia de Frege y Russell.
1. Crítica a la teoría descriptivista
La teoría clásica sostenía que un nombre propio equivale a una descripción definida que identifica al objeto. Por ejemplo, “Aristóteles” podría equivaler a “el maestro de Alejandro Magno” o “el autor de la Metafísica”. Para Kripke, esta idea es errónea por varias razones:
- Si Aristóteles no hubiera sido maestro de Alejandro, ¿seguiría siendo Aristóteles? Sí, porque su identidad no depende de una descripción particular.
- Diferentes personas pueden tener descripciones distintas de Aristóteles, lo que haría que el nombre se refiriera a cosas diferentes, lo cual es absurdo.
2. Teoría causal del nombrar
Kripke propone que los nombres propios no son descripciones sino designadores rígidos:
- Un nombre propio se fija en un acto de bautismo original.
- Luego, se transmite a través de una cadena causal de usos en la comunidad lingüística.
- Así, “Aristóteles” se refiere al mismo individuo en cualquier contexto, sin necesidad de apelar a una descripción.
3. Designadores rígidos y necesidad
Kripke introduce la noción de designadores rígidos, que son términos que refieren al mismo objeto en todos los mundos posibles en los que ese objeto existe.
- Ejemplo: “El agua es H₂O” es una verdad necesaria porque en cualquier mundo donde exista agua, será H₂O.
- En cambio, “el presidente de EE.UU. en 2024” no es un designador rígido, porque podría haber sido otra persona.
4. Implicaciones filosóficas
- Distingue necesidad, contingencia y a posteriori: Se pensaba que todo lo necesario era conocido a priori, pero Kripke muestra que hay verdades necesarias a posteriori (como “El oro es el elemento con número atómico 79”).
- Impacto en la metafísica: Su teoría refuerza la idea de la identidad esencial: un objeto tiene ciertas propiedades esenciales que lo definen en cualquier mundo posible.
El nombrar y la necesidad cambia la forma en que entendemos los nombres, la identidad y la referencia, y sigue siendo un texto fundamental en filosofía del lenguaje y metafísica.
El libro El nombrar y la necesidad de Saul Kripke resulta fundamental para explorar la relación entre el nombre propio y los modos lógicos. Aunque sus planteos no son equivalentes a los de Lacan, tampoco diría que se encuentran en posiciones opuestas.
Desde el título mismo, Kripke vincula el acto de nombrar con la lógica modal, introduciendo el problema del referente, algo especialmente complejo cuando se trata de un nombre propio. Esto abre la cuestión de la denotación y la connotación, es decir, no solo qué cosa es el referente de un nombre, sino también si un nombre posee o no un sentido intrínseco.
Kripke y la Cuestión del Referente
Kripke parte de la idea de una descripción definida, que puede formalizarse como:
Lo que se pregunta es si esta descripción necesariamente implica un sentido, o si el referente puede establecerse sin pasar por él. Así, su propuesta se distancia tanto de Russell como de Frege, lo que resulta llamativo, ya que suele considerarse que ambos comparten una perspectiva común sobre la relación entre nombre y significado.
El problema que Kripke plantea podría formularse así: ¿una descripción definida es necesariamente contingente, o hay en ella algo constante que la hace necesaria? Su interés radica en encontrar aquello que permanece invariable en la nominación, estableciendo un vínculo entre la necesidad y la identidad.
El Nombre como Fijación y el Designador Rígido
Kripke sostiene que un nombre propio no es una simple abreviatura de una descripción, ya que referirse a algo no es lo mismo que atribuirle propiedades. En este punto, su planteo se aproxima al de Lacan, aunque sin ser completamente equivalente.
El nombre fija un referente, y a lo largo del libro, Kripke explora diferentes modos y estatutos de anclaje, lo que lo lleva a formular su concepto de designador rígido: un término que designa el mismo objeto en todos los mundos posibles en los que este existe.
Esta noción resuena con el problema lacaniano del anclaje significante, en la medida en que introduce un punto de fijación que estructura la referencia. Así, el trabajo de Kripke ofrece herramientas para pensar cómo un nombre puede operar más allá de la mera significación, abriendo una vía de análisis que puede articularse con la lógica lacaniana.