jueves, 17 de julio de 2025

Frege y la lógica del inicio: fundamentos para una clínica del vacío

Frege es uno de esos autores que, una vez introducidos en la enseñanza de Lacan, no pierden vigencia. Lacan vuelve a él una y otra vez, no como cita erudita, sino como sostén estructural de su lógica. ¿Qué es lo que vuelve a Frege tan relevante en este contexto?

Una hipótesis plausible es que Frege le permite a Lacan construir una lógica del inicio, es decir, una forma de pensar el comienzo sin recaer en los atolladeros del mito. Le ofrece, en ese sentido, una herramienta formal para evitar recurrir a narraciones fundacionales, lo que resulta clave en una teoría que se propone operar sobre lo simbólico sin sustancializarlo.

Conviene ubicar que Frege participa de una transformación mayor que atraviesa la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del XX: la reformulación de la lógica más allá de los límites aristotélicos. Este movimiento no solo transforma la lógica como disciplina, sino que repercute en la concepción del orden simbólico en su conjunto, con consecuencias visibles incluso hasta Gödel.

Para Lacan, hay una orientación estructural que lo lleva inevitablemente hacia ese terreno: su propuesta requiere una lógica de la génesis de la serie numérica, en tanto está en juego, al menos, una doble articulación:

  1. La relación del sujeto con el significante.

  2. El hecho clínico de que el inconsciente empalma con lo real.

Este último punto se enlaza directamente con la noción freudiana del "ombligo del sueño", ese punto opaco que Freud bordea y que resiste toda interpretación. Lacan lo retoma como indicio de una zona no simbolizada, irreductible, cuya existencia justifica su tesis en Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis: que no se puede abordar la pulsión sin antes ocuparse de la transferencia.

Ese punto opaco, ese agujero, es el lugar mismo de la inconsistencia del Otro. Y es allí donde Frege se vuelve fundamental: permite formalizar esa inconsistencia, no como falla anecdótica, sino como estructural. En ese lugar vacilante se emplaza la sutura, operación lógica que, en Lacan, prefigura una vía novedosa para pensar el síntoma. El síntoma ya no como formación de compromiso solamente, sino como respuesta a ese real innombrable que el significante no logra cubrir.

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