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miércoles, 13 de agosto de 2025

¿Qué es lo que el falo-letra denota?

La interrogación que Lacan se plantea sobre el falo lo conduce a preguntarse por su valor de verdad. Señala que este no suprime el obstáculo implicado en la no relación, sino que predica sobre él. Aunque predicar suponga un paso más allá de la mera atribución, ello no resuelve el problema de cómo operar en ese punto, lo que justifica el pasaje rápido de lo modal a lo nodal.

En la hiancia de la relación sexual interviene el lenguaje, no sólo para suplirla, sino también para darle lugar como tal. De ahí que la verdad sea siempre un efecto primero ligado a la función de la palabra, lo que implica una estructura de ficción.

Este es el terreno que el Edipo puso en juego, y que Freud abordó mediante un mito que Lacan se encarga de explicitar: entre Edipo y Tótem y Tabú. No sólo Freud advierte los impasses a los que lo conduce este planteo mítico; algunas reformulaciones presentes en Moisés y la religión monoteísta pueden leerse como respuestas a tales controversias. En esta misma línea, Lacan propone afrontarlas a partir de la función de lo escrito.

El mito de Tótem y Tabú presupone un “todo” en el plano de las mujeres que el lenguaje no puede inscribir. Si no hay tal “todo”, la pretensión de un universal que las nombre se establece como un límite que afecta la consistencia del campo.

Vemos así cómo se enlazan ambas cuestiones: la interrogación por el valor de verdad del falo como obstáculo a la relación sexual y la lectura lacaniana del abordaje freudiano del Padre en el mito, que apunta a la imposibilidad de un universal femenino. El falo se convierte entonces en obstáculo en la medida en que no logra recubrir todo el campo del goce; a partir de esa falla se sitúa el deseo, pero un deseo ligado a su causa, y no al falo como respuesta.


Del falo significante al falo-letra: litoral entre semblante y verdad

La escritura se sitúa allí donde el metalenguaje resulta imposible. Esto implica que el falo deviene letra, abriendo la puerta a un cambio de lógica: se pasa de la atribución a aquello que funda el conjunto. Lacan insiste en que no se trata aquí de la falta significante, sino de una falla y de las condiciones de su sintomatización.

Desde un inicio, el falo ha estado ligado a la operación del Nombre del Padre y a la castración, así como al primer tiempo del tránsito edípico, vinculado al funcionamiento del Deseo de la Madre. En consecuencia, mantiene una doble relación: con el deseo y con el goce. Sin embargo, se produce un desplazamiento desde la significación fálica hacia el falo como letra que delimita lógicamente el conjunto. En este pasaje se omite el momento intermedio en el que el falo es trabajado como significante, incluso cuando entonces se lo vinculaba a la falta que afecta al Otro.

En el marco de las fórmulas de la sexuación, la relación del falo con el goce lo posiciona como obstáculo para la relación sexual. Este planteo resulta paradójico, dado que la imposibilidad de dicha relación se aborda desde los axiomas que estructuran el campo.

Pero, ¿qué significa que el falo-letra sea obstáculo a la relación sexual? Una respuesta posible es que, al ser la única Bedeutung que el lenguaje ofrece, impide escribir la diferencia hombre/mujer, limitándose a marcar una discrepancia entre dos campos definidos por su modo lógico de caer bajo dicha función.

Esta diferencia emergente interroga la “condición de verdad” del falo. La cuestión es compleja: como letra, el falo designa el litoral entre semblante y verdad. No otorga identidad, sino que habilita la predicación, sin por ello eliminar el obstáculo que representa.