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sábado, 19 de abril de 2025

El síntoma y la función del Nombre del Padre

Hace unos días mencionamos el desarrollo de Lacan en el que el Nombre del Padre adquiere la función de síntoma. No se trata aquí del síntoma clínico en el sentido tradicional, sino de su papel como aquello que suple la falta de saber.

Este planteamiento se inscribe en el contexto del campo del no-todo, donde el síntoma encuentra su única garantía en esa misma falta, generando una paradoja. Desde esta perspectiva, el síntoma define lo que es una mujer para quien se encuentra "estorbado por el falo", sin que la diferencia genital juegue un papel determinante.

Si el síntoma tiene la función de anudar allí donde se inscribe la no-relación, es decir, en el vacío que deja el nudo, su coherencia con el inconsciente es evidente. Desde la óptica freudiana, podríamos decir que el síntoma es la forma en que el sujeto anuda la prohibición del incesto, funcionando como agente de la castración a través del Nombre del Padre.

Pero, ¿qué significa "Padre" en este contexto?
La prohibición del incesto es estructural y se define como un agujero en lo simbólico. En este punto, Lacan habla del Padre Nombrante, un momento en el que la nominación no opera como síntoma porque aún no se ha constituido como acto. A esto lo denomina nominación real.

Es en un segundo tiempo cuando aparece el Padre del Nombre, donde la castración adquiere una lógica propia. Esta es la nominación simbólica, que funda tanto el lugar como la función del nombre propio. Como consecuencia, la estructura del anudamiento incorpora una orientación que hace posible la temporalidad y da inicio a la historia del sujeto.

domingo, 16 de marzo de 2025

El Deseo y su Nominación Simbólica en la Construcción del Sujeto

En el Seminario 1, Lacan plantea que la relación simbólica define la posición del sujeto como "vidente", remitiendo a la configuración del esquema óptico en el que el ojo ocupa el lugar necesario para que la ilusión especular se produzca. Esta relación simbólica es el sostén de la libidinización del cuerpo, ya que la incidencia del significante no se limita a otorgar sentido, sino que participa en la constitución misma del cuerpo.

Este planteo nos lleva a una interrogación sobre el campo de la verdad y su vínculo con la ignorancia. Para Lacan, la ignorancia no es un mero desconocimiento sino una nesciencia, un punto de no saber estructural e inconmovible. A diferencia del desconocimiento, que se sitúa en el moi y se relaciona con el rechazo de la castración, la ignorancia forma parte de la dialéctica de la verdad.

En este contexto, Lacan sostiene que “el deseo solo es reintegrado en forma verbal, mediante una nominación simbólica”. A primera vista, esta afirmación parece paradójica, pues el deseo es, por definición, imposible de decir. Sin embargo, esta nominación no debe confundirse con una simple verbalización, sino que se trata de una operación en la que el significante crea, forja y funda, realizando una verdadera creación ex-nihilo.

Este acto de nombrar el deseo se inscribe en la estructura simbólica del sujeto, anclándolo en la serie de la cadena significante. Más adelante, en La significación del falo, Lacan reafirma esta función estructurante del significante, estableciendo un vínculo con la castración como nudo esencial en la subjetivación. Así, el deseo encuentra su ciframiento en la nominación simbólica, inscribiendo la falta en el orden del lenguaje y delimitando el lugar del sujeto en la estructura.