jueves, 27 de marzo de 2025

Causalidad y real

Desde sus primeras formulaciones, Lacan aborda el problema de la causalidad en psicoanálisis en diálogo con Freud. A lo largo de su desarrollo teórico, su enfoque lo lleva a articular la causa con el inconsciente, estableciendo un ensamblaje entre este último y lo real.

La inclusión de lo real en la causalidad psicoanalítica se debe a que la causa no implica un cierre ni una totalización. En cambio, se enlaza con la hiancia, una brecha ontológica que marca una discontinuidad esencial. De este modo, la causa no puede pensarse en términos de falta, ya que esta supone una estructura organizada alrededor de lo que podría completarse. En lugar de eso, la causa se vincula con lo que no hay, desafiando la idea de una relación lineal entre causa y efecto. Sin esta hiancia, la causa quedaría reducida al determinismo.

Desde esta perspectiva, la causa en psicoanálisis no responde a un principio de racionalidad, sino que está ligada a una vacilación del sentido, quedando asociada a la indeterminación. Como señala Lacan:

"El inconsciente nos muestra la hiancia por donde la neurosis empalma con un real; real que puede muy bien, por su parte, no estar determinado".

El inconsciente se estructura como un corte en acto, delimitando el campo del sujeto y el campo del Otro a través de la función topológica del borde. La neurosis, en este contexto, opera como una cicatriz, una sutura que cubre el corte con una estructura ficcional, tramando un relato que intenta dar cuenta de lo que no cesa de no escribirse.

Desde esta formulación, Lacan distingue dos dimensiones en la estructura del inconsciente:

  1. El entramado significante, que se articula con la verdad.
  2. Su ex-sistencia, es decir, aquello que queda sin realizarse, marcando la presencia de lo real en la estructura psíquica.

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