En psicoanálisis, la noción de causa se introduce a través de una síncopa, un corte que afecta la posición del objeto. María Moliner, en su diccionario, señala que el término "síncopa" proviene de una raíz etimológica asociada al acortamiento, al acto de cortar. En gramática, esto se vincula con el apócope, una reducción que modifica la estructura de una palabra.
Lacan, al abordar la causa, la vincula al “corte significante” que marca el cuerpo, refiriéndose a ella como una "tripa causal", una metáfora que resalta su relación con lo vivo, con lo que escapa a la mortificación impuesta por el significante. Esta idea subraya que la causa es, en esencia, inaprehensible, ya que se sostiene en la pérdida del objeto.
Aunque ciertos entramados discursivos permiten situar la causa, esta permanece fuera del alcance tanto de la razón simbólica como del conocimiento imaginario. Lacan la diferencia del "Nous anaxagórico", el principio filosófico griego que concebía la causa como un elemento elevado y organizador del universo. Mientras que en el pensamiento mítico la causa final estructura el sentido, en psicoanálisis la causa del deseo se liga a la estructura en términos de una necesariedad no garantizada, una formulación aparentemente paradójica.
El deseo se estructura en el fantasma, proceso que implica una síncopa del objeto, haciéndolo desaparecer u ocultándose tras la trama significante. Ante la falta de una causa final, el sujeto se posiciona desde la certeza: el "sujeto de la certeza" es aquel dividido por la causa, un punto en el que no hay vacilación subjetiva, lo que permite su abordaje. Esta certeza, sin embargo, no es la de la causa final mítica, sino el índice de lo real en juego, diferenciándose de la sombra de certeza que aquella ofrece.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario