sábado, 12 de abril de 2025

Verdad y real en la práctica analítica

Si lo real se manifiesta como un obstáculo para la palabra en la práctica analítica, resulta necesario establecer la diferencia entre verdad y real.

La verdad, aunque definida de múltiples maneras, siempre se vincula con el Otro y con la materialidad del significante. Se inscribe en el campo de la articulación simbólica, es decir, en el inconsciente como discurso del Otro, donde opera el menos phi (-φ) o la significación fálica.

Esta operación supone la intervención del Nombre del Padre en la metáfora paterna, ya que esta introduce una reserva libidinal que permite medir el campo de la significación. Por ello, la verdad se relaciona con la connotación y en el ámbito clínico, se expresa en la incidencia de la duda en el sujeto neurótico.

Por otro lado, lo real se vincula con la certeza, en contraposición a la duda. Retomando la influencia cartesiana en la constitución del sujeto moderno, Lacan entiende la certeza como correlativa de lo real en tanto impasse. Aquí, ya no se trata de connotación, sino de denotación, es decir, de las consecuencias de la falta de referente, lo que topológicamente se traduce en un agujero.

No obstante, verdad y real no siempre están desanudados, aunque puedan producirse efectos en esa dirección. Frente a la certeza que impone lo real, la duda puede aparecer como una forma de resistencia, un signo de que algo resiste.

En este punto, emerge la función del semblante, que opera como un disfraz que recubre una opacidad fundamental: aquello sobre lo que no se puede dudar. Esta opacidad se aísla, siguiendo un procedimiento análogo al cartesianismo, a través del vaciamiento de lo intuitivo, lo perceptivo y lo representacional.

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