En la enseñanza de Lacan, el corte se presenta como una operación fundante: no solo introduce una discontinuidad, sino que establece la superficie corporal misma. Este corte inaugural delimita el borde del cuerpo, lo separa, lo instituye como campo distinto del organismo biológico.
Este planteo se articula con la perspectiva topológica del lenguaje, desarrollada a partir del seminario La identificación. En este marco, el cuerpo ya no queda reducido a una imagen especular, a una forma cerrada y narcisista, sino que se configura como efecto de la inscripción significante, es decir, como el resultado de operaciones estructurales que inciden sobre lo real del cuerpo.
Este viraje implica dejar atrás las referencias métricas y euclidianas del espacio clásico. Al introducir herramientas topológicas, Lacan puede trabajar con los agujeros, con los cortes, con las superficies que ya no se definen por su volumen ni por su límite externo, sino por la manera en que el significante modula lo que queda dentro y fuera.
En este pasaje, el cuerpo se vuelve a-esférico: ya no puede pensarse como una esfera cerrada, continua, sin bordes. El término a-esférico señala varias cuestiones:
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Que no hay cuerpo sin corte: el cuerpo se constituye como efecto de una pérdida, de una caída inaugural.
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Que ese corte lo separa del Otro, pero a la vez lo inscribe en su campo.
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Que el cuerpo no puede representar la completud: no es totalidad, sino borde.
En este sentido, el cuerpo del hablante se organiza a partir de bordes, y no por una interioridad cerrada. Esto impide pensar la oposición tajante entre adentro y afuera. Lacan se sirve de superficies no euclidianas —como la banda de Möbius o la botella de Klein— para representar esta estructura. Ambas muestran cómo una superficie puede hacer continuo lo que parecía opuesto: interior y exterior, derecho y revés, uno y otro.
No obstante, la banda de Möbius es la que permite con mayor precisión formalizar este punto. A diferencia de la botella de Klein, la banda de Möbius:
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Tiene un solo borde, lo que permite pensar al cuerpo como bordeado por el significante.
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Es una superficie no cerrada, lo que se ajusta mejor a la estructura del cuerpo sexuado: abierto, atravesado, sin clausura posible.
Así, desde la lógica del corte hasta las superficies topológicas, Lacan propone una teoría del cuerpo que ya no se piensa desde la biología ni desde la imagen, sino desde la inscripción simbólica y la lógica del goce.
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