domingo, 25 de mayo de 2025

El peso de lo no dicho: los secretos de familia

 "El que tenga ojos para ver y oídos para oír, se convencerá de que los mortales no pueden guardar ningún secreto. Aquel cuyos labios callan, se delata con la punta de los dedos; el secreto quiere salírsele por todos los poros.”

— Sigmund Freud

El Secreto: Un Acto de Ocultamiento

El secreto es la acción de silenciar un hecho que se intenta borrar de la historia familiar. Su propósito es excluir a ciertas personas del acceso a un saber que las implica y que, en muchos casos, les pertenece por derecho propio.

Las Funciones del Secreto

El secreto opera como una forma de encubrimiento de acontecimientos dolorosos y traumáticos. Sus motivos principales son:

  • Ocultar violaciones a la legalidad: Abuso sexual, adopciones ilegales, violencia en diversas formas.
  • Evitar la confrontación con transgresiones familiares: Estafas, hijos extramatrimoniales, bigamia, enfermedades psiquiátricas.
  • Reprimir el recuerdo de eventos traumáticos: Abortos, suicidios, accidentes.

El Legado del Secreto: Transmisión Transgeneracional

Los secretos no desaparecen, sino que se filtran de generación en generación, afectando a los descendientes de manera inconsciente. Se expresan en síntomas, conflictos y patrones repetitivos dentro de la familia.

La Amenaza Latente

Los secretos funcionan como presencias fantasmales: no pueden ser representados ni simbolizados, pero acechan como sombras siempre listas para emerger. Aunque intangibles, encuentran su forma de manifestarse en el sufrimiento y los síntomas de los miembros familiares.

El Siniestro Retorno de lo Reprimido

Sigmund Freud definió este fenómeno como lo siniestro (Unheimlich): aquello que nos resulta familiar, pero que se ha vuelto extraño y amenazante. El secreto, al mantenerse oculto, genera una sensación de peligro latente que puede aflorar en cualquier momento.

La Herencia del Castigo

En muchas familias, un miembro asume inconscientemente el peso del secreto no dicho. Es como si cargara con una culpa que no le pertenece, actuando desde la convicción de que "esto debe ser pagado, y me toca hacerlo a mí". Así, el sufrimiento individual se convierte en la manifestación de una deuda oculta que atraviesa generaciones.

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