La Angustia Infantil: Una Ausencia Imperdonable en los Manuales DiagnósticosEl Olvido de la Angustia en la Infancia
A pesar de los avances en la psicología y la psiquiatría, los manuales diagnósticos actuales siguen omitiendo un aspecto central en la subjetividad infantil: la angustia. En su lugar, se enfocan únicamente en conductas que, al compararse con un ideal de “normalidad”, son catalogadas como alteradas, sin reconocer la verdad subjetiva que subyace en ellas.
El Psicoanálisis y la Angustia en los Niños
Desde su origen, el psicoanálisis ha situado la angustia como un elemento esencial en la constitución psíquica de la infancia. Un caso emblemático es el de Juanito, donde Freud mostró cómo la angustia se manifiesta en los niños. Una de sus formas privilegiadas de expresión es el cuerpo y, en muchas ocasiones, la acción.
El Movimiento como Expresión del Sufrimiento
Como clínicos, es crucial comprender que cuando un niño o niña se mueve en exceso y parece incapaz de regular sus acciones, nos está comunicando su sufrimiento. Ese movimiento desbordado es un llamado a descubrir la causa subyacente, en lugar de apresurarse a etiquetarlo bajo un diagnóstico rígido.
Las Series Complementarias de Freud: Un Enfoque Clínico Integral
Freud sostenía que los conflictos psíquicos resultan de la interacción entre factores internos (psíquicos) y externos (familia, ambiente). Dependiendo de la intensidad de cada uno, el otro factor puede cobrar mayor relevancia, lo que exige un abordaje clínico que contemple ambas dimensiones.
Las Causas del Movimiento Excesivo en la Infancia
El exceso de movimiento en los niños puede responder a diversas causas, entre ellas:
- Dificultades en la estructuración del aparato psíquico: Cuando la envoltura yoica primaria no logra contener la fuerza pulsional, el niño se mueve en exceso para regular esa energía desbordante.
- Fallas en la construcción de representaciones simbólicas: La falta de actividad ligadora en el aparato psíquico lleva a que el movimiento intente suplirla sin éxito.
- Duelos y cambios significativos: Pérdidas, mudanzas o cambios escolares pueden generar angustia, que se manifiesta a través de la hiperactividad como una forma de negar la ausencia.
- Ansiedad ante la muerte propia o de seres queridos: La angustia por la finitud puede expresarse en un movimiento incesante como defensa frente a lo innombrable.
- Abuso o violencia: En estos casos, la descarga motriz excesiva puede ser la única vía que encuentra el niño para expresar un secreto traumático que lo atormenta.
- Falta de sostén parental o social: La ausencia de figuras protectoras genera una sensación de desamparo, y la hiperactividad se convierte en un grito de auxilio dirigido a quienes no logran percibir su malestar.
Un Aparato Psíquico con Potencial
La infancia, por fortuna, cuenta con la plasticidad necesaria para abrirse a nuevas oportunidades. La intervención clínica, siempre enmarcada en la escena lúdica, tiene la tarea de reactivar procesos psíquicos que han quedado suspendidos.
Más allá de una etiqueta diagnóstica, lo esencial es preguntarse: ¿qué es lo que este niño o niña nos está diciendo con su angustia? La verdadera intervención ética radica en darle voz a ese sufrimiento y abrir un espacio donde pueda ser elaborado.
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