jueves, 22 de mayo de 2025

El problema del Agente

Si aceptamos que Lacan deja sin resolver en La relación de objeto un problema vinculado a la operación del Padre y que luego lo aborda de manera más precisa en el seminario sobre los cuatro discursos, podemos concluir que el punto central es la definición del agente.

María Moliner define al agente como aquello que actúa o tiene la capacidad de actuar, asociándolo a la “causa agente”, es decir, a lo que produce un efecto. Esta idea resuena con el concepto de “representante de la representación”, que Lacan trabaja en múltiples ocasiones, llegando incluso a referirse a él como “agente representante”. Esto nos lleva a considerar que el agente no es solo alguien que ocupa un lugar, sino aquel que viene a sustituir a otro en una función determinada.

En los cuatro discursos, Lacan se pregunta qué significa ser agente, y su respuesta no se orienta hacia una función de dominio o control, sino hacia la forma en que se transmite la castración entendida como prohibición. Para esclarecer este punto, propone un paso del mito a la estructura. Mientras que el mito es un enunciado de lo imposible, su interés radica en construir una escritura de la prohibición, alejándose de la narrativa mítica para centrarse en su estructura.

Al releer el mito freudiano de la castración, Lacan introduce una distinción clave: su objetivo es desplazar el S1 más allá del lugar del Amo, concebido como función de dominio. Al separar este término de la figura del Amo que Hegel plantea, Lacan lo redefine como un significante-letra, con el cual se puede escribir la posibilidad de un inicio lógico. Así, el problema del agente es replanteado desde la perspectiva de la suplencia, abriendo nuevas vías para pensar la transmisión y el orden simbólico.

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