martes, 8 de abril de 2025

Castración, letra y lógica de la sexuación

Más allá de su dimensión anecdótica, la castración señala una imposibilidad lógica de escritura, lo que determina el vínculo entre el inconsciente y la sexualidad. Desde esta perspectiva, gran parte de la praxis analítica se articula en la tensión entre la verdad y lo demostrable. La lógica modal permite demostrar precisamente aquello que es imposible de demostrar: lo real más allá de la verdad.

Este desarrollo teórico se vuelve patente tras la formalización de la estructura de los discursos, momento en el que se introduce un cambio esencial en el abordaje de la letra. La letra deja de ser solo una materialidad localizada y pasa a ser lo literal que litoraliza, es decir, que delimita un borde. Este desplazamiento es posible porque, en relación con la letra, el rasgo unario se desconecta de la idealización impuesta por la demanda.

Simultáneamente, Lacan aborda de manera lógica al Padre, desplazándolo de su estatuto de instancia tiránica en el mito freudiano a una excepción lógica. Esta reformulación del Padre, que pasa de ocupar el lugar de S2 al de S1, va de la mano con una transformación en la lógica fálica: el falo deja de funcionar como un atributo y se convierte en una letra que cumple una función.

Desde esta perspectiva, la lógica de la sexuación se estructura en torno a los cuatro modos en que un sujeto puede “caer” bajo dicha función. Es decir, no se trata de “tener” o “ser” algo, sino de la manera en que el sujeto se inscribe en esa función, lo que determina su posición sexuada. De este modo, lo que se juega no es una relación escrita de manera estable, sino distintas maneras de suplir la imposibilidad estructural de la relación sexual.

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