El psicoanálisis, tras abordar durante décadas las dificultades del ser hablante con la sexualidad, resumió sus hallazgos en la proposición “no hay relación sexual”. Siempre se supo que eso nunca anda del todo bien, ahora lo formulamos diciendo que la relación sexual es imposible, tan imposible como no mentir, no creer y no morir. El entendimiento de este imposible permite no confundirlo con impotencia. Sin desarrollar ahora el punto, se trata de una imposibilidad de carácter lógico discursivo, de sumisión a una coerción lógica en un campo de significantes.
Habrá que considerar que la proposición “no hay relación sexual” afirma un absoluto, pero uno que no implica padecer de todo, siempre y sin límites. La imposibilidad lógica de la relación sexual no es todo lo que importa entender, si lo fuera sería tan insoportable como un dolor extremo que no cesa y del cual, como sabemos, no puede durar más que un tiempo acotado. Sólo en la imaginería del infierno los dolores pueden ser eternos e ilimitados.
Para arreglarse con lo imposible están los síntomas, las inhibiciones, las genialidades, la estupidez, las perversiones y el crimen, también el amor cortés, las leyes y la arbitrariedad, el machismo y el feminismo como salidas maníacas de la impotencia, y sigue la lista, tan heteróclita como la clasificación de los animales en esa enciclopedia china que refiere Borges en “El idioma analítico de John Wilkins" . Ningún remedio es suficiente y, cuando falla del todo, se inventa otro.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario