miércoles, 14 de mayo de 2025

El Nombre del Padre y la lógica del borde

La pluralización del Nombre del Padre en Lacan coincide con la emergencia de una serie de términos vinculados a la incidencia de un borde. Si la metáfora paterna permite explorar la lúnula entre lo simbólico y lo imaginario, el desplazamiento del Padre más allá de esta función conduce a la interrogación sobre el litoral entre lo simbólico y lo real.

En este marco, el Nombre del Padre pasa de ser una figura mítica a un operador estructural, lo que implica un nuevo abordaje sobre la diferencia entre represión primaria y represión secundaria.

Represión Primaria vs. Represión Secundaria
  • La represión secundaria se inscribe en lo discursivo, y sus efectos se manifiestan en las formaciones del inconsciente.
  • La represión primaria, en cambio, es constituyente del aparato psíquico. Su función es fundante, y su operación implica una inscripción que transforma una imposibilidad en existencia.

Esta inscripción, entendida como marca, señala algo que en el inconsciente no tiene representante. En otras palabras, lo que no puede ser escrito se inscribe como una imposibilidad de escritura, lo que excede la deuda simbólica de la castración y se sitúa en el orden de lo real.

El Litoral y la Estructura del Inconsciente

La represión primaria traza un litoral, un borde estructural que, desde el punto de vista del mito freudiano, delimita lo propiamente humano. Sin embargo, Lacan trasciende las dificultades inherentes a este abordaje mítico al servirse de una matriz algebraica, donde introduce la diferencia entre series convergentes y divergentes.

Esta distinción permite evidenciar que la función lógica de un límite es la que sostiene la inscripción de la falta y la estructura misma del inconsciente. Así, el Nombre del Padre deja de ser un mero principio mítico y pasa a operar como un marco estructural, definiendo los bordes entre lo simbólico, lo imaginario y lo real.

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