domingo, 16 de marzo de 2025

El Deseo y su Nominación Simbólica en la Construcción del Sujeto

En el Seminario 1, Lacan plantea que la relación simbólica define la posición del sujeto como "vidente", remitiendo a la configuración del esquema óptico en el que el ojo ocupa el lugar necesario para que la ilusión especular se produzca. Esta relación simbólica es el sostén de la libidinización del cuerpo, ya que la incidencia del significante no se limita a otorgar sentido, sino que participa en la constitución misma del cuerpo.

Este planteo nos lleva a una interrogación sobre el campo de la verdad y su vínculo con la ignorancia. Para Lacan, la ignorancia no es un mero desconocimiento sino una nesciencia, un punto de no saber estructural e inconmovible. A diferencia del desconocimiento, que se sitúa en el moi y se relaciona con el rechazo de la castración, la ignorancia forma parte de la dialéctica de la verdad.

En este contexto, Lacan sostiene que “el deseo solo es reintegrado en forma verbal, mediante una nominación simbólica”. A primera vista, esta afirmación parece paradójica, pues el deseo es, por definición, imposible de decir. Sin embargo, esta nominación no debe confundirse con una simple verbalización, sino que se trata de una operación en la que el significante crea, forja y funda, realizando una verdadera creación ex-nihilo.

Este acto de nombrar el deseo se inscribe en la estructura simbólica del sujeto, anclándolo en la serie de la cadena significante. Más adelante, en La significación del falo, Lacan reafirma esta función estructurante del significante, estableciendo un vínculo con la castración como nudo esencial en la subjetivación. Así, el deseo encuentra su ciframiento en la nominación simbólica, inscribiendo la falta en el orden del lenguaje y delimitando el lugar del sujeto en la estructura.

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