Cuando ese sinthome se manifiesta predominantemente como angustia crónica, difusa o petrificada, se habla de sinthome-angustia.
Caso clínico:
Lucía, 34 años. Consulta por “angustia en el pecho” constante, desde hace años. Dice que no tiene motivo, pero siente un nudo que no la deja respirar del todo. No hay fobia ni ataque de pánico, pero sí una presencia corporal densa, que se intensifica cuando tiene que hablar en público o cuando se le exige una decisión afectiva.
A lo largo del análisis se evidencia una frágil relación con la palabra: se traba, le cuesta nombrar lo que siente, a menudo dice "es como si no pudiera decir lo que pasa, pero el cuerpo lo dice por mí".
En su historia infantil, se encuentra un entorno familiar en el que hablar estaba prohibido: el padre “callado y severo”, la madre “nerviosa, pero muda”.
Lucía no logra significar su angustia, no tiene un síntoma clásico (como una fobia o una formación del inconsciente). Pero ese afecto en el cuerpo opera como su sinthome: la angustia misma es su modo de anudar.
En este caso, el sinthome no es algo que se interprete, sino que debe ser sostenido en transferencia para que Lucía pueda inventar otra forma de decir lo que antes sólo se soportaba en el cuerpo.
¿Cuál es la particularidad de anudamiento del sinthome-angustia?
En la versión clásica, el sinthome une RSI. La angustia, en este sentido, se convierte en una de las posibles manifestaciones de este "sinthome", ya que es una forma en la que el sujeto puede experimentar la ruptura o desestabilización de su estructura subjetiva.
También podemos pensar que en estos casos el cuerpo (como sede del goce) reemplaza o condensa el sinthome, haciendo de la angustia una forma de anudamiento. ¿De qué manera? Sin un cuarto nudo que anude al RSI, la angustia queda suelta, no anudada, y aparece como afecto intrusivo, paralizante o sin inscripción simbólica. El sinthome-angustia aparece como una zona de condensación de goce en el cuerpo. Aunque no simbolizado, permite estabilizar el sujeto, anudando Real, Simbólico e Imaginario a través de ese modo singular.
Este tipo de esquema ayuda mucho a pensar casos donde el cuerpo “habla” (no por la vía significante, sino en lo que Freud llamó "síntomas de la angustia") sin que el sujeto sepa lo que dice —y donde el trabajo analítico apunta a que esa angustia deje de ser pura irrupción y pueda ser bordeada como sinthome.
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