martes, 10 de junio de 2025

Interpretar sin sentido: del significante al cuerpo en la dirección de la cura

En La dirección de la cura y los principios de su poder, Lacan despliega una serie de interrogantes fundamentales para pensar la práctica analítica. Uno de los más centrales concierne al estatuto mismo de la interpretación.

La primera operación que realiza es un gesto de distanciamiento respecto del sentido. Es decir: ¿a qué apunta realmente la interpretación? Para despejar confusiones, Lacan deja claro que no se trata de significación. La interpretación no busca explicar, ni gratificar, ni mucho menos ofrecer una respuesta a la demanda. También se aparta del paradigma del insight, es decir, no tiene como meta generar una toma de conciencia.

Entonces, ¿qué hace una interpretación? ¿Despliega sentido o lo problematiza?

Al separarla del sentido, Lacan subraya que la interpretación es, ante todo, significante. Por eso, en su forma más elemental, se presenta como una escansión, una puntuación que permite poner de relieve la dependencia del sujeto respecto del significante. En este acto, el análisis no revela una verdad interior, sino que muestra que el sujeto es efecto del significante, en la medida en que éste le llega desde el Otro.

Sin embargo, esta perspectiva no agota el campo de la interpretación. Hay otra dimensión que requiere ser pensada: el cuerpo.

El cuerpo aparece como esa superficie donde el deseo se inscribe, a través del significante. Que el deseo implique al cuerpo indica que la posición deseante no es sólo una estructura lógica, sino también una escena: se desea desde un cuerpo, y con un cuerpo.

Desde esta perspectiva, interpretar es leer esa escritura significante que se cifra en lo corporal. Pero esta escritura no es clara ni articulable: el deseo se articula, sí, pero no se deja articular del todo. Hay algo que insiste en su opacidad, en su no-dicho.

La noción de escritura, en este nivel, resulta crucial: porque articula lo sincrónico (la dimensión estructural del significante, su preexistencia al sujeto) con lo diacrónico (la historia, el Otro, el tiempo del relato). En ese entrelazamiento, el sujeto no se presenta como una esencia, sino como una falta significante, efecto de ese nudo entre cuerpo, lenguaje y deseo.

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