martes, 1 de junio de 2021

Pulsión y acto analítico

¿Qué tienen en común la pulsión con el acto analítico? En principio, diremos que es algo que no está dado de por sí. Los psicoanalistas lacanianos han tomado la letra de Freud de manera distinta a otros postfreudianos, que han asimilado la noción de pulsión a la de instinto, en el sentido que toman a la pulsión como algo innato. Para ellos, el sujeto ya nace con las pulsiones de vida y de muerte incorporadas. En cambio, los lacanianos consideran a la pulsión como el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir. Para llegar a esta definición de pulsión, hay que hacer un desarrollo.

Cuando Freud utilizó la palabra pulsión (trieb), se refiere más a una cuestión de deriva, de empuje y no de algo que se encuentra inmediatamente. Esto nos pone en la pista de que algo debe suceder para que la pulsión sea algo que el sujeto por venir disponga. Para Freud, la pulsión es el límite entre lo psíquico y lo somático y plantea una suerte de torción: entre lo psíquico y lo somático no hay una continuidad, sino que tiene que haber una operación. Esta operación en Freud ocurre ante la extrema indefención del infans, motivo por el cual necesita del auxilio ajeno. Esta idea la tomó Lacan para diferenciar el soma del cuerpo.

Para los filósofos del medioevo, el único que tenía cuerpo era Dios. A su vez, Dios designaba a aquellos seres que también podían tener cuerpo. En ese sentido, Descartes hacer un aporte al planteó su famoso aforismo "pienso, luego soy" y Lacan lee ahí un problema: Descartes deja del lado de la res pensante todo lo que es atribuible a un ser que piensa; del lado de la res extensa ubica al cuerpo. Entonces, el cuerpo quedaba por fuera de la posibilidad de Lacan. Lacan comienza a pensar qué operación se produce para que el soma se convierta en cuerpo. 

Actualmente, la ciencia reconoce una incidencia de la cultura y las palabras sobre el soma. Para que el soma y el lenguaje no queden apilados como dos instancia diferentes, es necesario ubicar una relación. Las nupcias entre el soma el lenguaje nos permite sostener que el infans va a ser hablado -en el mejor de los casos- y en este primer momento no recibe el lenguaje como un bloque, sino palabras con determinada entonación, calidez, el abrazo, la sonrisa, la relación que se establece entre quien ejerce la función materna y el infans. Según lo que suceda en este vínculo, puede o no realizarse esta relación del soma y el lenguaje. La madre transmite a su hijo algo de lalangue, algo de esos fonemas que precipitan luego los síntomas, las inhibiciones ó simplemente el fantasma. Cuando esto no se produce, no hay nupcias entre soma y lenguaje, lo que trae consecuencias en la constitución subjetiva y en el establecimiento de la pulsión. 

Hay algo que transmite la madre cuando se encuentra en una posición deseante, de apetencia, que el niño sea algo para ella, que le haga falta. La madre transmite algo de esa falta de modo tal que mediante el laleo, las canciones que le canta, los abrazos se establezca algo que es un signo para el infans y que posteriormente permitirá que el infans encuentre respuestas. Allí algo de la pulsión se empieza a armar. En un caso de hospital, la madre consulta por su bebé que no comía. Lo que a las analistas le llamó la atención era que ella llevaba a su bebé envuelto en una sábana dentro de un bolso. La operatoria del nombre del padre tiene que estar presente en la misma madre, no del padre edípico del infans. estas condiciones son necesarias para que la pulsión comience a instalarse.

La apetencia de la madre no solamente la pone en falta, sino que cava un lugar para ese sujeto por venir. Se hace lugar para que allí donde había puro soma, advenga un sujeto. Freud ya mencionaba que la pulsión no estaba dada de entrada, sino que se constituía. Él habla de la relación de inermidad del bebé y el auxilio ajeno. 

En el momento de institución de la pulsión, genera un agujero con sus bordes. Ese agujero permite al sujeto no presentarse como un todo. Siempre aparece en relación a estos agujeros. Cuando no hay este investimento libidinal, no solo repercute en la estructura clínica, sino que tampoco se dispone del lenguaje como lalengua.

En el seminario El Sinthome, Lacan sostiene que la pulsión es el eco en el cuerpo del hecho que hay un decir. Es importante que Lacan reafirma que para que haya cuerpo es necesario que haya funcionamiento pulsional y además agrega la función del eco. Eric Porge recoge que Eco es el nombre de una ninfa que, para la mitología, tenía la capacidad de repetir las palabras dichas por otro. Eco toma la palabra como si fuera propia, pero en realidad es el eco de otra voz.

El eco tiene una influencia especial en el parletre, que tiene que ver con el hablar: el orificio de la boca y el de las orejas, que no se cierra. La pulsión invocante es un torbellino. Dice Lacan en el seminario 22:
"un agujero, si ustedes creen en mis esquemitas, un agujero hace torbellino, más bien traga. Y luego hay momentos en que eso escupe, ¿eso escupe qué? el nombre: es el padre como nombre."

Lacan habla de la "condanzación" del cuerpo y la pulsión, anudamiento que se da en relación a un baile de letras, de algo que se hace oir más allá del sentido, más allá de la dimensión de significado de la palabra. El significante ya aporta una dimensión diferente al significado, pero si no está en juego algo de lo que resuena en el cuerpo, esta unión no se produce. 

Así como la pulsión no se da de entrada, el acto analítico tampoco. 

El sujeto del acto, por un lado, es quien toma la palabra. En relación a la práctica analítica, el analista funciona produciendo su acto, que muchas veces se confunde con las interpretaciones. Una interpretación puede ser lograda o no y no siempre es un acto. Lo que es importante es situar que el acto analítico es aquel que sitúa y da la posibilidad de que aparezca en el decir un sujeto deseante. Un sujeto que no sabe lo que dice, pero que en eso que no sabe está diciendo más de lo que dice.

Lacan comienza el escrito El atolondradicho (1972) diciendo que "lo que se diga queda olvidado detrás de lo que se dice, en lo que se escucha o en lo que se oye". Con lo cual, uno podría pensar que hay tres instancias:
Que se diga... es función del analista. El analista no solo debe hacerse soporte de la transferencia, sino que tiene que hacer presencia con ausencia de hablar. La invitación a es al analizante a decir.
Lo olvidado... es función del sujeto. Cuando aparece algo olvidado, hay una brecha que nos permite suponer que hay algo del sujeto allí presente. El sujeto puede hacerse presente en su enunciación, por ejemplo, si se pregunta en lugar de afirmar. 
Detrás de lo que se escucha en lo que se oye... involucra a ambos. En los primeros tiempos de las entrevistas, el analista sabe que no es lo mismo lo que se escucha que lo que se da a oir. Hay algo que sucede, en los tiempos de entrevistas, de manera tal que el que consulta empieza a poder escucharse, que es oírse en lo que dice. 

En el seminario del acto, Lacan toma un diálogo ficticio que tuvieron los dos amigos de Hamlet. En el diálogo, aparece la pregunta de cuál es el recuerdo más lejano que el otro tenía. El otro se pregunta por el recuerdo más lejano que olvidó... el primero le responde por el primer recuerdo que tiene y el otro olvida la pregunta. En ese intercambio de réplicas se va armando, en la ida y vuelta, el modo de hacer lugar. En el análisis, pasa algo así. Hay tres tiempos:
1) Yo leo. 
2) Yo escribo, aunque sea un dicho ya marcado.
3) Me pierdo. Pierdo el hilo, la respuesta.

En este pasaje por los tres tiempos, Lacan pone la base de cómo se va armando lo que hace posible que el acto analítico suceda. En ese sentido, podemos decir que del analista se espere su acto no lo convierte en el dueño del acto. En realidad, el acto analítico implica la posibilidad de que sea un acto para el sujeto en análisis. Que se produzca un acto en el análisis implica que se establezca un antes y un después. A partir del acto, el sujeto no sigue sosteniéndose en la misma posición. A partir de esa marca, el sujeto establece una vuelta en su posición fantasmática, al síntoma o a la inhibición.

Fuente: Notas de la conferencia dictada por Guilermina Díaz, 30 de junio de 2020, Centro Dos

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