El psicoanálisis tiene una particularidad señalada por Freud: quien desee practicarlo debe haber pasado previamente por el propio dispositivo analítico. Esto no es común en otras disciplinas, lo que hace que el psicoanálisis no encaje del todo en la categoría de "profesión".
Actualmente, en ciertos sectores del psicoanálisis lacaniano se debate sobre la necesidad del análisis personal para quienes practican el psicoanálisis. Sin embargo, esta discusión no parece centrarse en conceptos teóricos, sino más bien en una crítica a la función del Otro. Sin embargo, esta postura podría implicar un riesgo en la orientación de la práctica.
La formación analítica exige pasar por un análisis personal, lo que sitúa a la transferencia como un elemento central en la formación del analista. La transferencia es el terreno donde se produce un "atravesamiento" del sujeto, un proceso que implica cuestionar aquello que actúa como anclaje para el mismo. En otras palabras, no puede haber formación analítica sin una interrogación profunda.
Esta interrogación permite la aparición del Sujeto Supuesto al Saber, aunque la transferencia va más allá de esta suposición de saber. La transferencia, en su dimensión temporal, se materializa a través de cortes, los cuales son esenciales para que se dé el paso del analizante al analista. Este proceso implica una separación del sujeto respecto a los lugares que ocupaba en relación con su Otro de origen. Por tanto, el analista no puede formarse sin experimentar una pérdida, que solo es posible a través de la transferencia, donde el analista actúa como objeto separador.
El psicoanálisis exige que quien desee practicarlo haya transitado previamente por un análisis, algo que no es requisito en otras disciplinas, como muchas especialidades médicas o la psicología. Esto responde a una cuestión central: para ocupar el lugar del analista, se necesita una relación particular con el saber, ya que la praxis analítica está profundamente vinculada con una estructura específica del saber.
Lacan introduce el matema del significante de una falta en el Otro, destacando que, en el psicoanálisis desde Freud, el saber no es solo desconocido, sino que también está marcado por una falla o inconsistencia. El análisis se centra en cuestionar y movilizar todo aquello que en la neurosis intenta tapar esta falla y dar consistencia a un Otro percibido como completo.
Por tanto, el análisis del futuro analista es necesario para conmover el vínculo con su Otro de origen y trabajar las instancias allí formadas, como el ideal, el fantasma, el síntoma e incluso la dimensión del yo. Sin este trabajo, no se puede dar lugar a esa falta esencial que subyace al deseo, ya que esta es inconsciente y escapa a la lógica consciente.
Estas rectificaciones subjetivas son fundamentales para lo que Lacan llama "acomodación" del analista. La acomodación implica que el analista adopte una posición que corresponda al sujeto que escucha, haciendo espacio para su singularidad. Esto requiere enfrentar lo imposible de saber, que también es lo imposible de escribir.
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